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lunes, 7 de abril de 2025

#"El Video del Destino y el Secreto del Mirador" Una jornada donde la intuición guió los pasos del alma


 Érase un 5 de abril, en una tibia mañana de invierno en Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parece detenerse. El canto de los pájaros de colores, los ladridos de los perros y los gallos entonando su melodía formaban una sinfónica única en Silvania. Ese día, el invierno, generoso, decidió dar una tregua.

Kike se despertó distinto. Algo en su interior había cambiado. Atrás quedaban la indecisión y el letargo de una semana difícil. Tal vez fue aquella vocesita, su intuición, que el sábado anterior le susurró algo importante. Hoy era otro día. Se sentía renovado, con buena vibra, preparado para grabar el video final en el Mirador Artístico… que, al final, resultaron ser cuatro.

Dos días antes, su cita con el alcalde había sido un éxito, aunque la falta de una foto aplazó la publicación de aquel inolvidable jueves. Para él, ese día pasó de ser metáfora a realidad. El viernes siguiente celebró con sus cómplices de aventuras: la doctora Olga, don Wilson y el paisita. Pero Kike había prometido no contar esa historia sin la foto. Y Kike cumple sus promesas.

El sábado despertó con una energía sorprendente. Hizo su rutina de tres horas y recitó una y otra vez su libreto, convencido de que era su responsabilidad llevar su libro al mundo. Sacó a relucir ese león orador que llevaba dentro, convencido de ser un escritor único por su forma de interpretar lo cotidiano desde el presente.

Mientras su hijo Juanpis dormía tras acostarse a las seis de la mañana, Kike preparó desayuno y almuerzo. Su ropa de ejecutivo ya estaba lista desde el día anterior: camisa y corbata bien dispuestas. Su presentación debía ser impecable.

Después de unos ejercicios de fortalecimiento, desayunó. A las 2:00 p.m. Juanpis despertó. Kike lo ayudó a ducharse, le preparó el desayuno y lo alistó para el viaje al Mirador. Pero a las 3:15 p.m., cuando ya le tenía los zapatos listos, Juanpis se negó a ir. Prefirió quedarse, y Kike, un poco decepcionado, le dejó su merienda de onces y partió a las 3:35 p.m.

Durante el trayecto, recorriendo un kilómetro y medio, Kike admiraba la majestuosidad de la vía en la 40, ya casi lista con sus tres carriles por sentido. A las 4:00 p.m. llegó justo a tiempo. Doña Ligia y don Germán lo recibieron con los brazos abiertos y le presentaron a dos chicas, una de ellas cantante. Extrañados por la ausencia de Juanpis, escucharon atentos su explicación.

Kike hizo su calentamiento, pero fue doña Ligia, experta en libretos, quien le sugirió ajustar el movimiento de brazos, modular mejor su voz y hablar desde el alma, no como un loro. Le preparó el micrófono, y aunque al principio se enredó, fue tomando confianza. Al final, grabaron cuatro videos: dos interiores (vertical y horizontal) y dos exteriores con el mismo formato.


Kike sintió que aún le faltaba algo, por eso los subiría como borradores. Pero sabía que los próximos días serían clave para mejorar, siguiendo los consejos de doña Ligia. Al terminar, ella le ofreció un delicioso jugo de maracuyá, mientras don Germán y las chicas brindaban con cerveza. Compartieron ideas, y Kike les contó el origen de su libro, el cual doña Ligia tenía exhibido en el centro de su biblioteca.

Entre risas y abrazos, se despidieron. Eran las 5:30 p.m. Kike, preocupado por haber dejado a Juanpis solo, regresó apresuradamente a Villa de las Bendiciones. Quince minutos después, Juanpis lo recibió con una sonrisa pícara. Cenaron juntos sopa de pasta con pollo, arroz, pierna frita, papa salada, plátano maduro frito y Pony Malta.

Esa noche, antes de dormir, Kike dejó listo el borrador de su blog, titulado: "El Despertar de Kike y la Profecía del Poeta Josué". qué publicaría al día siguiente

"Cuando un sueño se escribe con el corazón, se convierte en una historia capaz de transformar otras vidas." – Kike

¿Qué nuevas aventuras esperaban a Kike la siguiente semana?

Esta historia… continuará.

lunes, 31 de marzo de 2025

#El Despertar de Kike y la Profecía del Sueño


 Era un lunes 31 de marzo, una mañana tibia y fresca en un remoto rincón llamado Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parecía detenerse. La naturaleza despertaba con un resplandor mágico, los pájaros de colores entonaban un canto celestial y el rocío danzaba sobre las hojas de los árboles. Kike abrió los ojos con una sensación extraña; su corazón latía al ritmo de un sueño que parecía más real que la propia realidad. 

En su visión onírica, se hallaba conectado con lo divino, comprendiendo que cada instante de la vida es un milagro, una oportunidad para crecer y expandirse. En ese estado, eligió escuchar la voz de su corazón en vez del eco de su mente y su ego. Al despertar, miró el reloj: 5:58 a. m. Se incorporó lentamente, meditó unos instantes sobre la revelación de su sueño y tuvo el presentimiento de que aquel día estaría marcado por acontecimientos inesperados.

Visualizó con claridad la llegada de su amiga María  y su madre Elsa. Sentía en su alma que aquella visita abriría puertas hacia nuevos horizontes. Antes de iniciar su día, realizó un ejercicio de autoobservación: recorrió mentalmente cada parte de su cuerpo, agradeciendo su fortaleza y la energía que fluía en él. Se encomendó a Dios y bebió un vaso de agua pura, nacida de la montaña, como un ritual de renovación.

Con dedicación, limpió la casa durante tres horas, asegurándose de que Villa de las Bendiciones resplandeciera para la llegada de sus invitadas. A las 10:00 a. m., llamó a María para coordinar su viaje desde Bogotá. La voz de María sonaba desanimada: —Está lloviendo mucho aquí, pero estamos alistándonos para partir— dijo, mientras pedía instrucciones para llegar a Silvania.

El tiempo transcurría y la llamada de María no llegaba. Kike se preguntaba si la lluvia habría truncado el viaje. Desayunó, compartió alimento con su fiel compañero Juanpis y, ante la incertidumbre, tomó su mochila, metió un libro por si alguien deseaba comprarlo y partió al pueblo al trote. Se abasteció de algunos víveres para reforzar la despensa, previendo la posible llegada de María y su madre. Cuando regresaba, el teléfono sonó.

—¡Ya llegamos a Silvania! Pero nos bajamos un poco más adelante— avisó María.

Acordaron encontrarse en Choriloco. Cuando se vieron, María le presentó a su madre y juntos decidieron comprar un pollo asado para compartir en Villa de las Bendiciones. La lluvia seguía cayendo, pero el espíritu de la reunión iluminaba el ambiente. A las 3:00 p. m., un mototaxi los llevó hasta la casa. Al llegar, María y Elsa quedaron maravilladas; el lugar era aún más hermoso de lo que imaginaban.

Prepararon la mesa con pollo, papas, plátano frito y gaseosa, mientras Juanpis observaba con curiosidad. Kike, en su papel de anfitrión, preparó café y se enfrascaron en una charla profunda. María lo animó a seguir escribiendo: —Tus palabras inspiran, no puedes dejar de escribir— le dijo con admiración. Al caer la noche, la conversación se tornó aún más amena.

Mientras María veía un programa de naturaleza, Kike comenzó a escribir su segundo blog en la computadora. El sueño lo venció momentáneamente, pero en ese breve descanso, su visión matutina se repitió. De nuevo se vio conectado con la divinidad, recibiendo un mensaje profundo sobre su destino. Cuando abrió los ojos, María lo observaba intrigada.

—¿Estabas orando?— preguntó ella.

—Sí, aunque sentí que había dormido por horas... pero solo fueron quince minutos— respondió Kike con asombro.

María y su madre se retiraron poco después, dejando a Kike sumido en reflexión. Agradeció a Dios por el día y por haber puesto en su camino a alguien que no solo compró su libro, sino que le ayudó a darse cuenta de que su talento era un diamante en bruto, esperando ser pulido.

Pero, ¿qué misterios traería el día siguiente? ¿Qué nuevas revelaciones esperaban en Villa de las Bendiciones?

Esta historia... continuará.

lunes, 24 de marzo de 2025

#El Sueño de Kike y el Camino del Destino


 El amanecer del miércoles 19 de marzo irrumpió con una frescura invernal en Villa de las Bendiciones. A lo lejos, el canto melodioso de la tángara real, de un azul resplandeciente, flotaba entre los árboles, acompañado por el revoloteo de aves multicolores. En este rincón donde el tiempo parece detenerse, el reloj marcaba las 5:58 a. m. cuando Kike despertó de un sueño apacible.

En su mente aún vibraban las imágenes de un sueño que había tenido el domingo: se veía a sí mismo llegando a Villa de las Bendiciones en una camioneta de alta gama, una máquina fuera de este mundo, que irradiaba una energía cósmica. Intrigado, Kike decidió investigar su significado y encontró que soñar con conducir un auto puede simbolizar el control sobre la vida, la independencia, la seguridad y la autoconfianza.

Ese miércoles Kike tenía dos retos. El primero: asistir a una reunión de la UMATA en Fusagasugá a las 8:30 a. m. Con el tiempo justo, meditó por unos minutos, dejó preparado el desayuno para su hijo Juanpis y alistó su mochila con una camiseta, pantaloneta, agua y cuatro libros de su primera obra: Historias que Inspiran la Imaginación. Saldría a las 6:57 a. m., trotando por la vía Sumapaz, en un desafiante recorrido de más de 12 kilómetros.

Mientras avanzaba con paso firme, la carretera parecía transformarse ante sus ojos. La vía, antes rústica y serpenteante, tomaba la apariencia de una autopista moderna, extendiéndose imponente bajo el cielo matutino. El paisaje lo envolvía en un espectáculo de verdes y dorados, y por momentos se veía reflejado en los autos que pasaban a toda velocidad. En su mente, volvía a revivir su sueño, conduciendo aquella camioneta que parecía no pertenecer a este mundo.


A las 8:28 a. m., Kike llegó justo a tiempo para la reunión. Lo recibieron con un café caliente antes de dar inicio a la capacitación sobre el Manejo de Viveros y Establecimiento de Plantaciones Forestales. Durante cuatro horas, los participantes discutieron sobre el envase de semillas, la protección de los suelos y la importancia de los viveros en la conservación del medio ambiente.

Al final, los líderes ambientales le cedieron la palabra a Kike. A pesar de la prisa por regresar a casa, habló brevemente sobre su libro, captando el interés de los asistentes, quienes anotaron su contacto y tomaron fotografías de la obra.

A la 12:42 p. m., la reunión llegó a su fin y Kike se dispuso a tomar un colectivo para volver a casa y preparar el almuerzo de Juanpis. Sin embargo, la coordinadora del evento, con un gesto inesperado, le entregó un almuerzo adicional para su hijo. Agradecido, Kike sintió que el destino lo guiaba con pequeñas señales.

Tras compartir su comida con John, su amigo de la avícola, salió con premura y abordó un colectivo rumbo a Silvania. A la 1:44 p. m., llegó a Villa de las Bendiciones con el corazón latiendo de anticipación. Al entrar, encontró a Juanpis tranquilo, absorto en sus juegos, sin haber probado el desayuno. Se había acostado la noche anterior a las 2:00 a. m., lo que explicaba su tardanza en despertar.

Mientras Linda, desde Soacha, le enviaba mensajes preguntando por su hijo, Kike procuraba mantenerse sereno. Esa tarde compartió el almuerzo con Juanpis y, al caer la noche, escribió su blog titulado El Lunes Mágico de Kike: Encuentros, Lluvia y Libros. Luego, leyó tres cuentos a su hijo antes de acostarse, sintiéndose satisfecho por haber cumplido con su jornada.

Se acostaron juntos, a las 2:00 a. m., cerrando un día lleno de aventuras, encuentros y misteriosas coincidencias. ¿Qué nuevas sorpresas le depararía el destino en los próximos tres días previos al puente festivo?

...Esta historia continuará.

sábado, 15 de marzo de 2025

#El Amanecer de un Jueves 13 en Villa de las Bendiciones


 El sol apenas asomaba sus primeros destellos tras un cielo nublado cuando Kike despertó con la sensación de haber viajado a un mundo paralelo. Eran las 6:03 a.m., y la brisa templada de 22 grados abrazaba con suavidad el paisaje de Villa de las Bendiciones. Aún con los vestigios de su sueño flotando en su mente, Kike se incorporó con energía, consciente de que el día le deparaba retos y misterios por descubrir. Realizó, su acostumbrada rutina diaria de meditación, lectura y escritura durante tres horas y media.

Su primera misión del día fue dedicarse a su gran pasión: comercializar sus libros. Dedicó parte de la mañana a preparar un envío especial para su amigo William Lozano, quien le había solicitado un ejemplar para regalárselo a su esposa. Con esmero, Kike escribió una dedicatoria con tinta negra sobre una página de papel de algúdon:

"*Para Sonia Milena, gran lectora,

En nombre de tu esposo William, quien te obsequia este libro con el aprecio y amistad que nos une desde hace años. William me ha expresado con emoción su pasión por la lectura y su deseo de apoyarme en la difusión de esta obra.

A través de estas páginas, te invito a sumergirte en relatos que harán soñar, reflexionar y encontrar la inspiración en lo cotidiano. Que cada historia te acompañe y te motive, así como la lectura ha sido una fuente inagotable de conocimiento y disfrute para ti.*"

Kike cerró el sobre con la satisfacción de quien deposita un tesoro en las manos correctas. Pasado el mediodía, salió a realizar el envío y, en el trayecto, su mente vagó hacia un pensamiento recurrente: hace un mes había sido bendecido con la llegada de sus nietos mellizos. Pronto, los visitaría.

Pero el día aún guardaba una prueba para él. A las 3:00 p.m., Kike se propuso encontrar la fundación LEVI, un lugar dedicado al cuidado de ancianos. En un intento previo, la dirección se había convertido en un acertijo sin respuesta. Sin embargo, esta vez, trotó con determinación hasta dar con una vieja casona de muros desgastados y un jardín de girasoles mustios. Golpeó la puerta, y fue recibido por una mirada anciana y profunda. Segundos después, aparecieron don Marcos y el pastor Jorge Mancipe, quienes le abrieron el paso al recinto.

Allí, el aire pesaba con los suspiros de las almas que aguardaban recuerdos. Los ancianos, con miradas extraviadas en el tiempo, se aferraban a la presencia de Kike, como si con ello pudieran evitar desvanecerse en el olvido. Mientras la directora, doña Consuelo, atendía a un representante de la alcaldía para gestionar más alimentos, Kike observaba con el corazón encogido aquella comunidad de soledades compartidas. Al poco tiempo, fue invitado a una merienda de tinto y arroz de leche, mientras exponía su propuesta: organizar un "Banquete del Millón" para recaudar fondos, prometiendo donar el 10% de las ventas de su libro a la fundación.

El entusiasmo encendió las pupilas de doña Consuelo y don Marcos. Al despedirse, Kike sintió que cada apretón de manos era un ruego silencioso por no ser olvidado.

De vuelta en casa, la luna ya se alzaba sobre Villa de las Bendiciones. Preparó su cena: lentejas con arroz, papa salada, carne de cerdo asada y jugo de guatila con azúcar y gotas de limón, un sabor cercano al kiwi. A las 7:30 p.m., con energía renovada, comenzó a escribir en su blog: "Salomé y el Secreto de la Tierra Viva", la historia de una niña prodigio que amaba la naturaleza y cuyo padre defendía el uso de abonos orgánicos para proteger el suelo.

Cuando la 1:00 a.m. marcó el final de su jornada, Kike cerró los ojos con una satisfacción inexplicable. En su mente aún danzaban las miradas de los abuelos de la fundación, acompañadas por un pensamiento: mañana seré un 1% mejor.

domingo, 9 de marzo de 2025

#El Misterio de los Sueños y la Providencia, primera parte


 Era un miércoles 5 de marzo. El reloj marcaba las 5:40 a. m. en una mañana tranquila y fresca, con un cielo pincelado de nubes grises y blancas. El canto de los gallos, el aleteo de las aves migratorias a lo lejos, el ladrido de los perros y la melodía incesante de los pájaros componían una sinfonía natural que anunciaba un nuevo día en Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse.

Kike despertó de dos sueños. El primero, a medianoche, lo había dejado inquieto. Soñó que caminaba por un sendero con un niño de la mano derecha, mientras en la izquierda llevaba una camándula que siempre lo acompañaba, una herramienta poderosa de su fe. Pero de repente, el niño le dijo algo que lo ofendió. Sin pensarlo, Kike se dejó llevar por el impulso, se descontroló y le propinó un latigazo con la camándula en su pequeña mano derecha. El niño gritó de dolor.

Despertó sobresaltado. Un ardor intenso quemaba su propia mano derecha. Encendió la luz y la examinó. No había marca alguna, pero el dolor persistía. Miró hacia la mesita de noche y vio su camándula. Era la misma del sueño. Instintivamente, la tomó y la envolvió en su mano. En ese instante, el ardor desapareció.

Se quedó pensativo. ¿Había castigado a su niño interior? ¿Se habría liberado de alguna carga del pasado? Respiró hondo, meditó y volvió a dormirse.

El segundo sueño fue completamente distinto. Se vio caminando por un sendero infinito de nubes blancas. A medida que avanzaba, una paz inmensa lo envolvía y su cuerpo comenzaba a irradiar luz. Despertó sintiendo una energía desconocida. Se observó en el espejo, se saludó y notó un brillo especial en sus ojos. Se repitió en voz baja:

"Me remito a observar mis pensamientos sin identificarme con ellos."

Sin darse cuenta, empezó a recitar el libreto del video que haría para convencer al mundo de la importancia de leer su libro: "Historias que Inspiran la Imaginación". Lo repitió tres veces. Ya se lo sabía de memoria.

Siguió su rutina diaria: lectura, escritura, yoga, meditación. Preparó su desayuno con productos de su huerta: jugo de naranja, huevos cocidos, chocolate y arepas recién asadas. Luego, arregló su jardín, eliminó las hojas secas y lavó la ropa.

A las 11:42 a. m., llamó a Luz Marina, una antigua compañera de la inmobiliaria. Ella elogió sus blogs y le confesó que estaba intrigada por su libro.

Por la tarde, a las 4:43 p. m., conversó con Carlos Velásquez, un emprendedor del campo, defensor de la fumigación natural. Hablaron sobre la entrega de semillas y abono de la UMATA. Carlos le aseguró que pronto compraría su libro.

A las 4:59 p. m., Kike marcó el número de Celmira, una amiga que conoció en una feria artesanal, cultural y agropecuaria en Silvania. Para su sorpresa, Celmira ya seguía su blog y lo leía a diario. Cuando Kike le habló de su libro, ella lo felicitó con entusiasmo.

—Si quieres, te lo llevo mañana a Silvania —le propuso Kike.

—Ya no vivo en Silvania —respondió ella—. Me mudé a San José del Guaviare.

—No hay problema. Te lo envío mañana mismo. Confío en ti.

Celmira quedó encantada y le pidió una foto de la portada para compartirla en su estado de WhatsApp. Minutos después, Kike recibió una notificación: Celmira le había consignado el valor del libro sin que él se lo hubiera enviado aún.

Estupefacto, sintió una oleada de emoción. La Providencia actuaba de maneras misteriosas.

Le envió a Celmira un video y el enlace donde podía encontrar su libro en varios formatos. Había vendido su primer ejemplar de la semana. Su meta era vender tres libros diarios, y ya había logrado el primero.

Aquella noche, Kike se acostó con una sensación de gratitud. Sus sueños le habían liberado de algo profundo, y ahora la vida le estaba mostrando el poder de la fe y la confianza.

¿Lograría vender los otros dos libros al día siguiente?

Esta historia continuará…

domingo, 23 de febrero de 2025

#24 Horas de Drama, Aventuras y Emociones en Bogotá: El Viaje de Kike, Primera Parte


 Era un viernes 21 de febrero. El reloj marcaba las 7:20 p.m. desde el mirador del segundo piso en Villa de las Bendiciones, "donde el tiempo parece detenerse". Kike contemplaba el cielo, buscando inspiración. Sabía que aquella noche sería especial: conocería a sus nietos mellizos en Soacha y entregaría unos libros en Bogotá.

El aire estaba impregnado de la fragancia del caballero de la noche, una esencia que siempre lo acompañaba en sus momentos de reflexión. "Extrañaré este aroma", pensó, inhalando profundamente, mientras la brisa nocturna le acariciaba el rostro.

Al salir rumbo al parador Los Carreteros y Choriloco, un expreso Bolivariano se detuvo unos instantes, como si el destino lo estuviera esperando. Subió a bordo a las 7:38 p.m., preguntándose qué nuevas aventuras le depararía el camino. El trayecto fue sorprendentemente rápido, sin trancones, permitiéndole sumirse en una meditación profunda.

A las 8:35 p.m., llegó a Soacha y se dirigió a la casa de su hija Taly. Linda, quien lo recibió, le dio una noticia inquietante: Taly y su esposo Henry habían salido de urgencia a la clínica San Rafael. Ella había sufrido un sangrado tras la cesárea realizada el 13 de febrero, cuando nacieron los mellizos.

Kike sintió su corazón latir con fuerza. Conoció a sus nietos, sintiéndose bendecido por ese regalo de la vida, pero la preocupación empañaba su felicidad. Poco después, Henry llamó para informar que Taly se había desmayado justo al ingresar a urgencias. Kike y Linda se miraron con angustia. Mientras Linda y Yadira, la hermana de Henry, se quedaban a cuidar a los mellizos, él intentó descansar. Meditó, rogando a la Divina Providencia por la salud de su hija.

La noche transcurrió entre incertidumbre y oración. A las 4:59 a.m., tras apenas dos horas y media de sueño, despertó con la actitud de un gladiador dispuesto a enfrentar el día. Se arregló sin la intención de entrenar, pues el agotamiento pesaba sobre él. Linda le preparó el desayuno y, justo cuando se disponía a salir rumbo a Bogotá, el teléfono sonó: era Henry. Con alivio, le comunicó que Taly estaba estable y en observación.

Con el alma un poco más ligera, Kike se despidió de Linda, sus nietos y Yadira. Partió hacia Bogotá con renovada energía. Al llegar, tomó el TransMilenio desde la estación San Mateo hasta la Gran Estación, y luego un SITP hasta el Parque Simón Bolívar. Sus compañeros del Club ADES ya habían terminado de entrenar y se encontraban estirando. Lamentó no haber podido acompañarlos, pero el cariño con el que lo recibieron disipó cualquier pesar.

Yaneth Rivera, presidenta del club, les recordó que el Campeonato Distrital estaba cerca y aprovechó la ocasión para presentar el libro de Kike, "Historias que Inspiran la Imaginación". Con entusiasmo, recomendó su lectura, destacando su encanto y emoción.


Kike compartió su historia con cada integrante. German Arévalo y Maribel adquirieron el libro sin dudarlo, y él les dedicó unas palabras antes de inmortalizar el momento con una fotografía. Luego, Yaneth lo conectó con Luis Aponte, antiguo miembro del club. Juntos, acordaron escribir un libro sobre la historia del Club ADES, un legado de más de 50 años. Para ello, Luis se encargaría de enviar fragmentos sobre su evolución, mientras que Yaneth pediría a los integrantes que compartieran sus relatos para completar la trilogía que Kike tenía en mente.

Entre abrazos, risas y fotografías, la reunión llegó a su fin. Kike se despidió con una energía renovada y partió hacia el barrio Olaya.

¿Qué nuevas aventuras lo esperarían en ese incierto día 22 de febrero?

Esta historia, continuará...



jueves, 30 de enero de 2025

#Los Libros, los Pájaros y el Mensaje del Universo


 El 30 de enero amaneció con un cielo de azul profundo, decorado con nubes blancas que parecían copos de algodón flotando en la inmensidad. La brisa matutina susurraba secretos que solo los corazones atentos podían descifrar. En Villa de las Bendiciones, Kike despertó con una energía especial, sintiendo que algo extraordinario estaba por suceder.

La noche anterior, antes de cerrar los ojos, había repetido en su mente las enseñanzas de Deepak Chopra sobre la transformación del ADN a través de la meditación. Su alma vibraba en gratitud, su espíritu se fortalecía con cada oración, y su cuerpo respondía con una vitalidad inquebrantable. Al amanecer, Kike realizó su rutina con devoción: meditó, agradeció, leyó la Biblia y, finalmente, se sumergió en la lectura del Quijote de la Mancha, decidido a devorar sus páginas durante tres intensas horas. 

Pero justo cuando el reloj marcó las 8:28 a.m., un acontecimiento insólito lo sacó de su concentración. Al salir de su cuarto para ir a saludar a su hijo Juanpis, sus ojos se encontraron con un pequeño pájaro posado en el pasadizo del segundo piso. Lo extraño no era solo su presencia, sino su quietud. No se asustaba, no huía, simplemente lo miraba, como si esperara algo.

Kike sintió que ese encuentro tenía un significado. Sacó su celular, tomó fotos, grabó videos. Se acercó lentamente, pero el pájaro seguía ahí, confiado, impasible, como si la presencia de Kike fuera parte de un plan divino.

Intrigado, bajó a la sala y retomó su lectura del Quijote. Justo cuando estaba por terminar un capítulo, el teléfono sonó. Era la empresa de mensajería Envía, notificándole que los 200 libros estaban listos para recoger. Su corazón latió más fuerte. ¡El gran momento había llegado!

—Dame 15 minutos —respondió con entusiasmo—. Estoy a 600 metros del Alto de la Virgen, si quieres, nos encontramos allá.

Mientras se calzaba las zapatillas, su compañera Linda alistaba la zorra con manilas para transportar la valiosa carga. Kike salió emocionado, sintiendo que cada paso lo acercaba a un sueño hecho realidad. Cuando llegó al punto de encuentro, el transportista lo esperaba con cinco cajas repletas de historias.

—¿Por qué tanta alegría? —preguntó el mensajero con curiosidad.

Kike sonrió, sacó un libro y se lo mostró con orgullo.

—Porque en estas cajas hay 200 oportunidades para cambiar vidas.

El transportista tomó una foto del libro.

—Lo puedes encontrar en Google —dijo Kike—, "Historias que Inspiran la Imaginación" de Jaime Humberto Sanabria.

Se despidieron, y Kike emprendió el regreso a Villa de las Bendiciones, empujando la zorra con el peso de los libros y el corazón ligero de emoción. Cada paso sobre la tierra era un recordatorio de su lucha, de su pasión, de su propósito. Este no era solo un día más. Era un día marcado por la sincronicidad del universo.

Al llegar, con los brazos en alto y una oración de agradecimiento en los labios, se hidrató y continuó su lectura. Pero la magia aún no había terminado.

A las 11:34 a.m., Linda lo llamó con una voz cargada de asombro:

Mira a tus espaldas.

Kike giró y quedó sin aliento. Varios pájaros de colores picoteaban la ventana, como si quisieran entrar, como si trajeran un mensaje desde lo más profundo del universo.

Sacó su celular y comenzó a grabarlos. No huían. No temían. Al contrario, parecían disfrutar ser filmados. Revoloteaban con gracia, posándose de nuevo, repitiendo el ritual una y otra vez. Era un espectáculo místico, una danza celestial que solo podía interpretarse de una manera: el universo le estaba hablando.

Ese día, Kike avanzó 125 páginas del Quijote, quedando a solo 138 páginas de terminarlo. Pero lo más importante no era el número de páginas, ni siquiera la llegada de los libros. Lo que realmente quedó grabado en su alma fue el mensaje silencioso de los pájaros:

"Cuando eliges la gratitud, el universo conspira a tu favor. Cuando persigues tus sueños con fe, la vida te responde con señales claras. Hoy, unos pequeños mensajeros de plumas me recordaron que estoy en el camino correcto."

Así terminó aquel 30 de enero, un día de libros, de señales, de vuelos inesperados y de certezas profundas. Porque en la vida, los milagros no siempre llegan con estruendo. A veces, tienen la forma de un pájaro que no huye y de un libro que espera ser leído.


Moraleja:
El poder de la gratitud y la fe es real. Si inicias tu día con pensamientos elevados, el universo te responderá con milagros inesperados. La clave está en creer, en actuar y en escuchar las señales que la vida te envía. ¿Estás listo para reconocer las tuyas?

domingo, 19 de enero de 2025

#El Camino de Kike: Una Aventura de Superación y Magia

En una mañana serena, de un sábado, 18 de enero, a las 5:13 a.m., en Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parece detenerse, Kike despertó de un apacible sueño. Como cada día, comenzó su ritual matutino con profunda devoción: meditó, dio gracias por todo lo que la vida le brindaba, visualizó sus objetivos y se auto observó, conectándose con cada parte de su cuerpo. Luego, con el corazón henchido de gratitud, elevó una oración sincera:

—Gracias, Dios mío, por darme sabiduría e inteligencia para escribir con acierto historias que inspiren al mundo, porque, ¿quién, sino Tú, inspiran a un mundo tan maravilloso?

Se levantó con renovada energía y se asomó por la ventana. Un cielo insondable e infinito se desplegaba ante sus ojos, un lienzo de estrellas centelleantes que parecían susurrarle secretos ancestrales. Inspirado por la majestuosidad del universo, decidió afrontar un nuevo desafío: repetir la hazaña de hace dos días, trotar hasta Fusagasugá para realizar un pago adelantado y regresar trotando a casa.

Tras su rutina de yoga y una sesión de escritura en hojas en blanco, donde trazó sus metas del día, realizó ejercicios de fortalecimiento. Se vistió con su pantaloneta y camiseta favorita, se hidrató y comió un banano para energía. Guardó una botella de agua y otro banano en su mochila. A las 8:30 a.m., se despidió de su querida esposa, Linda, con una sonrisa y salió con determinación, iniciando su cronómetro desde cero.

El camino lo llevó a la carretera principal de la vía Sumapaz, también conocida como la vía 40. La naturaleza exuberante lo acompañaba, un mar de verdes colinas y el aroma fresco de la mañana impregnaba el aire. Los restaurantes a la orilla del camino bullían de actividad, sus empleados hacían señales a los autos para que se detuvieran a desayunar. Kike, corriendo en sentido contrario al tráfico, recibía los saludos y palabras de aliento de los ciclistas que regresaban de Fusa, con quienes compartía el amor por el desafío.

El sol, ya en lo alto, derramaba su luz dorada, calentando suavemente la carretera. Kike avanzaba con paso firme, superando los ascensos exigentes con determinación. Cada kilómetro era una batalla contra sí mismo, una conversación interna de esfuerzo y motivación.

Finalmente, llegó a Fusagasugá. Tras completar su diligencia, se sentó por un momento, bebido de su botella de agua y comió su banano. Respiró profundamente y, sin perder tiempo, inició el viaje de regreso. Mientras corría, observaba los buses intermunicipales que pasaban a toda velocidad con letreros luminosos que mostraban destinos como Pasto, Cali, Pitalito, Florencia, Armenia e Ibagué. Cada nombre evocaba en su mente la idea de viajes, leyendas y nuevas aventuras por vivir.

Cuando el pueblo de Silvania finalmente apareció en el horizonte, Kike sintió una oleada de satisfacción. Hizo unas compras rápidas en el mercado y, al llegar a casa, detuvo su cronómetro. Más de tres horas de recorrido y 26 kilómetros de esfuerzo quedaron registrados. Alzó los brazos al cielo, agradecido por el reto cumplido, por su cuerpo fuerte y por la oportunidad de disfrutar del viaje.

Esta aventura nos recuerda que las cosas más simples de la vida, las que a menudo pasamos por alto, están llenas de belleza. Cada instante, cada paso, es una oportunidad para observar, apreciar y disfrutar con nuestros cinco sentidos. Y en la rutina, en la repetición, también reside la magia de la vida.

Kike demostró que la perseverancia y el amor por los pequeños detalles pueden transformar un simple recorrido en una historia digna de ser contada.

 

martes, 7 de enero de 2025

#El Oasis de los Caminos


Era aún de madrugada cuando Jonny se preparaba para afrontar la cuarta etapa de la travesía Cunditolimense. Las manecillas del reloj marcaban las 5:15 a.m., y el calor inclemente de Tocaima, un municipio a 400 metros sobre el nivel del mar, ya anunciaba el desafío de un día que no sería fácil. La temperatura rozaba los 32 grados, y el itinerario había sufrido un giro inesperado por problemas de alojamiento. Pero Jonny sabía que las sorpresas, buenas o malas, eran parte del viaje.

Con su bicicleta cargada y un destino claro, emprendió el camino ondulante que lo llevaría de Tocaima, pasando por Apulo, hasta Anapoima. El amanecer era su aliado, un escudo momentáneo contra el sol despiadado. Mientras dejaba atrás las calles silenciosas de Tocaima, el recuerdo de la amabilidad de su gente contrastaba con el pequeño contratiempo que lo obligó a cambiar sus planes.

El trayecto inicial fue una danza de repechos y descensos, un calentamiento para las piernas que pronto enfrentarían desafíos mayores. Al llegar a Apulo, Jonny notó que el pueblo aún despertaba. Personas de rostros cansados vagaban por las calles, y la policía, amable pero alerta, le indicó cómo retomar la ruta principal. Una taza de café negro lo llenó de energía, y antes de continuar, tomó fotografías que inmortalizarían aquel rincón del camino.

Y entonces, comenzó la verdadera prueba. El ascenso entre Apulo y Anapoima era un coloso de 14 kilómetros, una cuesta empinada que retaba tanto al cuerpo como a la mente. Jonny, con la determinación de un guerrero, pedaleó sin tregua, sorteando el calor y el cansancio, hasta llegar a su destino.



En Anapoima lo esperaba un alivio momentáneo, aunque no exento de inconvenientes. Había asegurado la última habitación disponible en el hotel, pero tendría que esperar dos horas y media para ocuparla. Dejó su bicicleta y equipaje en custodia y decidió explorar el pueblo.

Fue entonces cuando ocurrió algo mágico. En medio de las calles urbanas, encontró un callejón que lo transportó a otra dimensión. Apenas unos pasos bastaron para abandonar lo mundano y adentrarse en un sendero encantado: un camino real escondido entre la vegetación. Jonny avanzó con cautela, sus sentidos alerta. El murmullo de las hojas y el aroma de la tierra húmeda lo envolvieron.

Descendió 500 metros, y ahí, oculto en el bosque, descubrió un tesoro: un centro de baños termales y aguas medicinales. Era un oasis en el desierto. Un anciano bonachón le explicó que por solo 5,000 pesos podría disfrutar de piscinas, un jacuzzi, y chorros de hidroterapia. Jonny no lo dudó. Sus músculos agotados agradecieron el descanso en aquellas aguas mágicas, y al salir, sintió como si una nueva energía fluyera por su cuerpo.

Revitalizado, ascendió el camino real de regreso al pueblo, donde un desayuno de tamales tolimenses, chocolate caliente y pan fresco le devolvió la fuerza. Consciente de la importancia de la hidratación, se abasteció de agua y suero antes de regresar al hotel.

En Villa de las Bendiciones, en Silvania, su madre Carmencita también se preparaba para partir hacia Bogotá. Mientras tanto, Jonny disfrutaba de la noche en Anapoima. El alumbrado navideño iluminaba las calles, y la calidez de su gente se sentía en cada rincón. Saboreó una deliciosa lasagna y un postre típico antes de retirarse a descansar.

Pero la intranquilidad lo acompañaba. Las lluvias, los derrumbes y la amenaza de un paro camionero eran fantasmas que rondaban sus pensamientos. El día siguiente prometía ser el más difícil de todos: la etapa reina. Enfrentaría a Mondoñedo desde Anapoima, un puerto de montaña de 50 kilómetros cargado de desafíos y misterios.

Jonny sabía que el camino lo pondría a prueba una vez más. Con el corazón lleno de coraje y los ojos puestos en su hogar en Bogotá, se dispuso a descansar, soñando con lo que el día siguiente podría depararle. 

....Esta historia, continuará.

lunes, 30 de diciembre de 2024

#"El Caballo de Luz y los Sueños que Traspasan Fronteras"


 En el tenue amanecer del 30 de diciembre, los cielos sobre Villa de las Bendiciones se teñían con una tímida pincelada anaranjada. Las aves iniciaban su canto mientras un carpintero de plumas rojas y negras picoteaba con fervor un poste de guadua, como si marcara con su ritmo el compás de algo extraordinario. Eran las 5:40 de la mañana, y la temperatura de 18 grados envolvía el ambiente con la suavidad de un abrazo.

Kike despertó de un sueño profundo, de esos que no se olvidan. Había viajado a un mundo más allá de la imaginación, un vasto campo de girasoles y cultivos, donde un labriego cabalgaba sobre un caballo café con un brillo casi celestial, como si estuviera hecho de luz misma. Kike flotaba en el aire, invisible, contemplando aquella escena mágica. El labriego llevaba una sonrisa tan amplia que parecía contener los secretos del universo. Todo vibraba con una energía que Kike jamás había sentido: un equilibrio perfecto entre lo terrenal y lo divino.

Al despertar, intentó regresar a ese mundo extraordinario, pero la realidad le reclamaba. Entonces, meditó, dio gracias a la Divina Providencia y al universo, sintiendo que aquel sueño llevaba un mensaje oculto, un presagio de algo magnífico que estaba por venir.

El día anterior, mientras veía la misa virtual del Santuario de 20 de Julio en YouTube, Kike había notado algo peculiar en los rostros de los asistentes. Cada mirada reflejaba esperanza, un anhelo de transformación. Esa conexión con lo divino llenó a Kike de paz y lo inspiró profundamente.

Al mediodía, recordó un pendiente: un video promocional de su primer libro, enviado por la editorial LETRAME. Tras varios intentos fallidos días atrás, ese día logró subirlo a YouTube con éxito. Pero el sistema le ofreció algo inusual: la opción de programar un lanzamiento. Decidió fijarlo para las 8:00 p.m., compartiendo la noticia con sus amigos por WhatsApp.

Mientras esperaba, Kike se sumergió en sus rituales: escribir, meditar y agradecer. Cuando faltaban solo cinco minutos para el lanzamiento, llamó a Linda, su fiel compañera, para vivir juntos ese instante. La cuenta regresiva comenzó: 5, 4, 3, 2, 1...

El silencio fue abrumador. Nada sucedió. Pero, de repente, una cuenta regresiva mágica de YouTube comenzó: tres minutos cargados de emoción y expectativa. Al llegar a cero, el video emergió como un rayo de luz, mostrando este mensaje:

"En una región apartada de Colombia, donde el tiempo parece detenerse, se encuentra Silvania, un municipio de Cundinamarca. Allí, en un rincón mágico llamado 'Villa de las Bendiciones', rodeado de naturaleza exuberante y paisajes de ensueño, Jaime Humberto Sanabria nos invita a navegar en un mundo donde la realidad y la fantasía se mezclan. Con amaneceres que despiertan sueños y atardeceres que guardan secretos, cada narración conmueve e inspira, llevando al lector a imaginar y descubrir el poder transformador de creer en sí mismo."

Historias que inspiran la imaginación Mi primer libro: video promocional Editorial LETRAME

En ese momento, Kike sintió que el universo entero conspiraba para que su mensaje trascendiera fronteras. Aquella noche, bajo un cielo estrellado, se encomendó nuevamente a la Divina Providencia, agradecido y lleno de esperanza. Supo, con una certeza indescriptible, que sus palabras inspirarían a miles, tal vez millones, a creer en sus sueños.

La historia de Kike nos recuerda que los sueños no conocen límites y que el verdadero poder de la mente humana yace en su capacidad de imaginar y crear. Allí, donde la fe y la perseverancia se encuentran, lo imposible deja de serlo y las fronteras se desvanecen.

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