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domingo, 22 de diciembre de 2024

#"Kike, Los Cultivadores de la Loma y el Ajiaco Inspirador"


 Era un 20 de diciembre, y Silvania amanecía envuelta en una brisa refrescante, con el sol filtrándose tímidamente entre las nubes. La temperatura era ideal, 25 grados, y las calles bulliciosas vibraban con la energía de la época navideña. A las 10:05 de la mañana, Kike avanzaba por una concurrida calle, a cuadra y media de la alcaldía, cuando el timbre de su celular interrumpió sus pensamientos.

—Ya le envío la ubicación por Google Maps —dijo la voz familiar de don Wilson al otro lado de la línea.

Sin dudarlo, Kike cambió de rumbo y se dirigió hacia la carretera Sumapaz, vía 40. El camino lo llevó hasta el Mirador Artístico, desde donde comenzó a ascender por senderos bordeados de frondosos árboles frutales, con mariposas danzando en un caleidoscopio de colores. Cada paso le hacía sentir una conexión indescriptible con la naturaleza. A medida que subía, el paisaje se desplegaba como un lienzo vivo, revelando vistas panorámicas de Fusa, Chinauta e Icononzo.

Después de casi seis kilómetros de una caminata exigente pero gratificante al final y gracias a la aplicación de Google Maps, Kike llegó donde don Wilson lo había citado en Villa Rosita, una finca encantadora donde don Eduardo Gaitán y su esposa Rosalba Cortés lo propietarios y anfitriones lo recibieron con un cálido saludo y un delicioso tinto típico de la región.

Allí, Kike conoció a un grupo de personajes extraordinarios, cuyas historias parecían sacadas de un libro mágico:

  • Juan Carlos Alvarado, un artista de 62 años, narró cómo descubrió su talento para el dibujo hace 35 años y cómo, en abril de 2024, las capacitaciones de don Wilson lo inspiraron a plasmar la vida del campo en su arte.

  • José Huertas, un agricultor de 70 años con la vitalidad de un niño, contó cómo las enseñanzas de don Wilson le mostraron una nueva visión del campo, transformando su vida de raíz.

  • Álvaro Mendoza, ingeniero mecánico y escritor de 75 años, recordó cómo el amor por la tierra le devolvió un propósito, uniendo su conocimiento técnico con las labores del campo.

  • Gustavo Forero, evaluador y certificador del SENA, compartió cómo, tras perder su contrato laboral, encontró en el campo una oportunidad para reiniciar y cumplir sus sueños, guiado por las capacitaciones de don Wilson.

  • Finalmente, Eduardo Gaitán relató su transformación: de un citadino sin experiencia agrícola a un apasionado defensor de las semillas ancestrales, cuya finca ahora distribuye plantas y saberes a las veredas cercanas.

El almuerzo fue un festín de sabores: ajiaco con pollo campesino desmenuzado, arroz, y de postre, arroz con leche y uvas pasas. Mientras comían, la conversación fluía como un río, y todos se sintieron como una familia.





Tras el almuerzo, pasaron a un salón con una vista épica de Silvania, donde el sol y la lluvia se alternaban como en un ballet celestial. Don Wilson Gacía ingeniero de la UMATA (Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaría) tomó la palabra para agradecer la solidaridad del grupo y resaltar la importancia de rescatar las semillas ancestrales. Luego intervino la Ingeniera Martha Poveda, felicitando al grupo por su solidaridad entre ellos mismos, luego el ingeniero Duvan, apoyando a los forjadores del campo en comprarles sus cosechas sin intermediarios de por medio y finalmente intervino don Gustavo Forero que hizo una gran inspiradora enseñanza de hacer abono natural y antibióticos de forma natural a partir de los desechos orgánicos de los hollejos, ceniza, cascara de huevo y otros elementos naturales.

El ingeniero Álvaro Mendoza destacó el noble proyecto de Kike, quien había culminado su primer libro: "Historias que inspiran la imaginación" inspirado en la región. Luego, Gustavo Forero compartió técnicas naturales para elaborar abonos y antibióticos, mostrando cómo la sostenibilidad podía transformar vidas.

Cultivadores de la loma 1

"Historias que inspiran la imaginación" reseña

Cultivadores de la loma 2

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Destinos!!!

Al final, doña Rosalba ofreció un último tinto acompañado de otro postre, mientras don Eduardo, desde la abundancia de su corazón, regaló a cada invitado una planta de remolacha lista para sembrar.

La jornada concluyó en un ambiente de unión, aprendizaje y gratitud. Kike se marchó con el corazón lleno y una certeza en su interior: el campo no solo era un refugio, sino la clave para un futuro más próspero y sostenible.

sábado, 14 de diciembre de 2024

#El Ajiaco que Inspiró Sueños


 Era un jueves 12 de diciembre, 11:00 a.m., en el sector Pomarroso de Silvania, cuando la magia del sol acariciaba con sus rayos cálidos la finca de don Alfredo y su encantadora esposa. La brisa jugaba entre los árboles, susurrando secretos de antaño mientras los primeros invitados llegaban al encuentro, atraídos por el aroma envolvente de un ajiaco campesino cocido a leña.
Ser visionario


Los anfitriones, con su hospitalidad natural, preparaban el lugar como si supieran que aquel día sería inolvidable. La finca, un rincón de paraíso donde la naturaleza y el trabajo humano se entrelazan, parecía brillar con un resplandor especial. Los ingredientes del ajiaco, provenientes casi todos de la tierra fértil de don Alfredo, estaban listos: yuca, papas, mazorcas y gallina campesina que había crecido en la granja bajo los cuidados de la familia. El técnico agrícola Wilson García y la ingeniera Martha Poveda de la UMATA(Unidad de Asistencia Técnica Agropecuaria) habían traído aguacate en abundancia, completando así el festín.

A medida que los invitados iban llegando, las sonrisas y los saludos cálidos llenaban el aire. Kike Linda, don Tito, doña Teresa, don Mauricio, don José con su esposa, y otros vecinos del sector, entre ellos el siempre carismático Paisa, se unían al bullicio. Cada paso resonaba como un eco de esperanza, mientras el ambiente se llenaba de aromas, risas y el sonido alegre del movimiento de la olla sobre la leña crepitante.

Alrededor de la mesa, el Paisa lideró una oración que parecía elevarse más allá del techo de guadua, como un canto a los cielos agradeciendo por el sustento y la unión. Los platos servidos por don Alfredo y su esposa eran una obra de arte campesino, decorados con cilantro fresco y cebolla finamente picada. Las risas resonaban como un coro de vida mientras los comensales disfrutaban el banquete, acompañados de gaseosas que algunos invitados habían traído.

#Produzco lo que #consumo: "#Cultivo lo que como" La Bienvenida

#Produzco lo que #consumo: "#Autosuficiencia en acción"

#Produzco lo que #consumo: "La autosuficiencia en acción" 2

#Produzco lo que #consumo: " Autosuficiencia en acción" 3

Junta #Defensora de #animales #Silvania

Después del almuerzo, el momento clave llegó. Wilson tomó la palabra para agradecer a los anfitriones, pero fue Kike quien robó el protagonismo al presentar su libro: Historias que Inspiran la Imaginación. Sus páginas, según sus palabras, guardaban enseñanzas y valores que resonaban con la filosofía del grupo. La portada del libro parecía brillar bajo el sol de diciembre, como si los sueños plasmados en sus palabras cobraran vida ante los presentes.

“Pensar diferente es el camino hacia el cambio,” dijo Wilson en su discurso, llamando a todos a rescatar las semillas ancestrales, a cuidar los suelos y a buscar alternativas innovadoras en sus cultivos. Las palabras del técnico parecían enraizarse en los corazones de los oyentes como las plantas que crecen en la tierra fértil.

La tarde continuó con un recorrido por la finca de don Alfredo, que se extendía como un cuadro pintado por la naturaleza. Los cultivos orgánicos vibraban de vitalidad, las gallinas se paseaban felices y, en un rincón especial, las lombrices trabajaban silenciosas en su cajita, multiplicándose gracias al lombricultivo iniciado días atrás con el apoyo de la UMATA. La finca parecía un universo aparte, un lugar donde el esfuerzo humano y la generosidad de la tierra creaban una sinfonía perfecta.

La ingeniera Martha, con su mirada visionaria, recordó la importancia de rescatar los suelos con plantas como el vetiver. “La tierra es nuestra madre, y cuidarla es un acto de amor”, dijo mientras los asistentes asentían, conmovidos. Más tarde, lideró un censo para identificar quiénes necesitaban semillas ancestrales y concentrado para animales, dejando claro que el progreso del sector dependería de la colaboración entre todos.

Cuando la tarde llegaba a su fin, una joven del departamento de protección animal cerró el evento con una emotiva intervención. Habló sobre el respeto por los animales, recordando que la grandeza de una comunidad también se mide por cómo cuida a los más vulnerables.

El sol comenzó a despedirse, pintando el cielo con tonos dorados y rosados, como si el día quisiera sellar el momento en un recuerdo eterno. Los presentes regresaron a sus hogares con el corazón lleno, no solo por el banquete compartido, sino por las ideas sembradas en sus mentes y almas.

Esa jornada dejó una lección invaluable: trabajar juntos, pensar diferente y valorar lo propio son las claves para construir un futuro lleno de esperanza. En aquel jueves mágico, entre el aroma del ajiaco y los discursos inspiradores, nació algo más grande que una simple reunión; nació un sueño colectivo. 

Hoy, como cada día, tienes la oportunidad de sembrar algo nuevo en tu vida y en la de quienes te rodean. Piensa diferente, actúa con propósito y nunca dejes de creer en la magia que habita en los sueños colectivos.

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