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jueves, 7 de agosto de 2025

#"El Lunes en que la Montaña Susurró su Secreto" (Crónica de un día donde la fe y la magia se encontraron en el mismo camino)


 

Erase un lunes 4 de agosto cuando el amanecer, caprichoso, decidió dormirse un poco más sobre los cerros de un rincón oculto de Colombia: Villa de las Bendiciones.
Aquel lugar donde la neblina no solo cubre los cafetales, sino que parece guardar secretos antiguos en sus pliegues; donde las quebradas conversan con las piedras, las cigarras cantan como si no conocieran el silencio, y los perros ladran a presencias que solo ellos pueden ver.
Aunque la autopista Panamericana ha partido la montaña en dos, todavía en el alma del pueblo se siente un pulso invisible: el misterio de lo ancestral, la magia de lo simple.

Eran las 3:33 de la madrugada —hora que algunos llaman portal y otros casualidad— cuando Kike abrió los ojos. Se encomendó a Dios y agradeció por sus 35 años de casado con su amada Linda. Envió un pensamiento de amor a ella, a su hijo Juanpis, y a todos aquellos que, sin saberlo, eran parte de su bendición diaria: los que compraban sus tintos, los que algún día tendrían su libro Historias que Inspiran la Imaginación, los que le regalaban una sonrisa en la calle.
A todos les deseó lo mismo: que hoy les fuera un 1% mejor que ayer y mañana un 1% mejor que hoy.

Linda y Juanpis estaban lejos, en Bogotá. A Kike le correspondía aquel día enfrentar el frío, la llovizna y la soledad, armado solo con su carrito —su “carrito mágico”— y la certeza de que todo lo que ocurre tiene un propósito.
A las 5:31 am comenzó a rodar por el camino de placa huella, mientras recordaba que el domingo había leído tres horas continuas y escrito dos nuevos blogs. La montaña lo recibía con su aliento fresco, como si lo empujara suavemente hacia adelante.

Llegó al hospital a las 5:58 am. La fila era larga, unas cincuenta personas. Se colocó el tapabocas y, como si fuera parte de su misión, convenció a varios de usarlo también. Algunos, agradecidos, le compraron tintos, aromáticas y pericos para espantar el frío.
Ese día, las ventas parecían tener un compás propio, como si una mano invisible guiara cada moneda hacia él.
"El que resiste, persiste", se repetía, mientras sentía que algo extraordinario se estaba gestando.

A las 8:15 am, agradeció a la Divina Providencia por el récord alcanzado y se dirigió a la plaza para reunirse con su socio, don Wilson. Cargaron termos, cuadraron cuentas, y Kike continuó su recorrido hasta regresar a Villa de las Bendiciones a las 11:52 am. Preparó su desayuno —una sopa de pasta con pechuga criolla— y descansó exactamente 27 minutos. 


La tarde trajo la segunda parte de la historia. A las 3:33 pm, volvió a salir. Al pasar frente a la alcaldía, la coincidencia —o el destino— lo puso frente a la concejal Diana Triana, quien cumplió su promesa de comprar su libro. En ese instante apareció el presidente del concejo, Dr. Jairo Alberto Leal.
Kike, con la serenidad que solo da la fe, le habló de su obra. El doctor, como si ya lo hubiera estado esperando, percibió su humildad y ordenó a la secretaria, Laura Contreras, agendarlo para el día miércoles.

Por dentro, Kike sintió que la montaña misma le sonreía. Esa era su oportunidad de oro. Al contárselo a don Wilson y a la ingeniera Martha, lo felicitaron y le dieron consejos para presentarse impecable.

La noche llegó con cansancio y gratitud. Ese aniversario número 35 con Linda había sido un desfile de sorpresas invisibles: un récord de ventas, un nuevo libro vendido, y la invitación para presentarlo ante el concejo. Solo le faltó el abrazo de su esposa para completar la escena.

En casa, bajo el agua fría de la montaña, pensó en lo curioso de las horas: 3:33 am, 11:52 am, 3:33 pm… como si fueran marcas en un mapa secreto que él aún no entendía.
Cenó, compartió sus blogs y leyó comentarios de desconocidos: uno lo felicitaba por el cierre de Richi y el Balón que Susurraba Sueños; otro, quizá poeta o escritor, lo aplaudía por la tensión y el ritmo de Kike, el Vendedor de Café.

Kike se acostó. El sueño lo venció rápido, como si la montaña, satisfecha, lo acunara.
Pero la pregunta quedó flotando en la neblina de Villa de las Bendiciones:
¿Repetiría la hazaña en ventas?
¿Conquistarían sus palabras al honorable concejo?

…Esta historia continuará.

domingo, 25 de mayo de 2025

📖 El día que se perdió el celular… y se activó la magia de Villa de las Bendiciones

Era lunes 19 de mayo, en un rincón apartado del mundo donde el tiempo se estira y se encoge a voluntad de la naturaleza. Allí, en medio de un coro incesante de cigarras que cantaban al amanecer y al anochecer, se encontraba Villa de las Bendiciones, un paraíso escondido en Silvania. Eran las 3:42 a.m. cuando Kike, aún somnoliento, despertó. El llamado del deber y la esperanza eran más fuertes que el sueño.


En diez minutos de meditación, recordó un gesto inolvidable: el pasado miércoles 14, Esteban Gaitán había comprado su primer libro y, junto a su socio don Wilson, le habían regalado tres mudas de ropa nueva, unas botas de seguridad y una bata blanca para realzar su imagen mientras vendía tintos. Con gratitud en el alma, Kike se encomendó a Dios, envió pensamientos de amor a su amada Juanpis y a toda la naturaleza que lo rodeaba, y comenzó su rutina de ejercicios, yoga y respiración.

A las 5:04 a.m., partió hacia el Hospital Ismael Silva con sus termos mágicos, cargados de tinto y aromática, y en su mochila llevaba tres ejemplares de su libro “Historias que inspiran la imaginación”. Llegó sobre las 5:30 a.m. y encontró nueve personas en la entrada, incluido su vecino David. Mientras ofrecía tapabocas y tinto, aprovechó para hablar de su libro. En apenas un minuto con diez segundos, dejó sembrado el mensaje. Aunque nadie compró, varios le tomaron fotos al ejemplar. Para Kike, sembrar inspiración era ya una victoria.

Hacia las 8:00 a.m., se encontró en la plaza con don Wilson para cuadrar cuentas. De la nada, apareció un exconcejal de Tibacuy, viejo amigo de don Wilson, quien recibió de regalo un libro firmado por Kike con una dedicatoria que sellaba el encuentro con palabras de esperanza. En ese mismo momento llegó el ingeniero agrónomo Duvan Vargas quién también adquirió otro ejemplar de: "historias que inspiran la imaginación"


Kike continuó su jornada, volvió a casa donde su amada Linda le tenía preparado un desayuno de campeones: huevos revueltos con cebolla y tomate, chocolate caliente y arepas de peto asadas. Luego de un breve descanso, volvió a Silvania con los termos recargados por Linda. En la plaza, don Wilson le ofreció un almuerzo generoso: sopa de verduras, fríjol con arroz, carne, plátano maduro y limonada fresca. Después de una jornada intensa, Kike terminó vendiendo sus últimas bebidas en un taller de motos.

Y fue allí… donde todo cambió.

Recibió una llamada de Claro ofreciendo un equipo nuevo. Kike rechazó amablemente la oferta. Pero sin saberlo, al guardar el celular, lo dejó mal puesto... y desapareció. Más tarde, en casa, mientras esperaba a su amiga Diana Estella y su esposo Jhon que venían a guadañar el jardín, notó que su celular no respondía. Marcó desde el teléfono de Linda… y tras unos timbres, alguien apagó el teléfono. Su corazón dio un vuelco.

Corrió al taller de motos, pero nadie había visto nada. Volvió a casa, inquieto. Más que el aparato, le preocupaba su información personal, contactos, fotos, cuentas bancarias… Esa noche, oró con el alma abierta: “Señor, acepto la pérdida del celular, pero por favor, que nadie use la información que guarda mi alma digital.”

Al día siguiente, martes 20, despertó a las 2:34 a.m.. Inició su rutina con el corazón encogido. Al revisar desde su computador, encontró algo inesperado: un video nuevo en su cuenta de Google Fotos. ¡Quien tenía su celular se había grabado sin saber que estaba conectado a su nube! Kike tomó capturas con el teléfono de Linda. El rostro del que se encontró su celular quedó sellado en su memoria.

Esa mañana, llegó tarde al hospital. La vigilante le pidió que se ubicara al frente, cruzando la calle. El nuevo sitio olía a orines. Kike lo notó justo cuando un cliente se le acercaba. Sintió una mezcla de vergüenza y dignidad. Así son las pruebas: te retan hasta en lo invisible.

A las 8:00 a.m., se reunió nuevamente con don Wilson y le mostró el video. Don Wilson, sorprendido, lo miró a los ojos y dijo con firmeza:

—A este tipo yo lo conozco, dame un tiempo… voy a hacer que te devuelvan ese celular.

Ese día, la esperanza volvió a florecer en el alma de Kike. Don Wilson le recomendó reportar el número cuanto antes para proteger su información.

Al día siguiente, se llevaría a cabo el encuentro literario del “Club de Lectura de Silvania”… pero esta vez, en la misma Villa de las Bendiciones.

¿Recuperará Kike su celular antes del encuentro?
¿Será que el rostro grabado será la clave para resolver este pequeño gran misterio?

🌀 La historia continúa... y la magia apenas comienza.

 

sábado, 3 de mayo de 2025

#Un Sueño Llamado Palabra




 El nacimiento de una marca literaria y una nueva corriente que desafía el tiempo

En una remota aldea llamada Villa de las Bendiciones, donde la naturaleza susurra secretos al oído del viento y los días parecen diluirse en un tiempo sin relojes, amaneció un martes 29 de abril con una frescura mágica. Eran las 5:15 a. m. cuando Kike despertó tras un breve sueño de tres horas. En otra habitación, Juanpis, su pequeño hijo y compañero de aventuras, aún irradiaba una energía sorprendente pese a haber pasado en vela la noche anterior.

Kike no recordaba su sueño, pero algo en el aire le decía que aquel día no sería uno más. Tenía 45 minutos para alistarse. Gracias a su previsión, ya todo estaba preparado desde la noche anterior. Bañó a Juanpis, se bañó él mismo, preparó el desayuno y, con dulzura, vistió a su hijo. A las 6:00 a. m., salieron rumbo a su cita con el destino.

A las 6:12 a. m. llegaron frente a la alcaldía de Silvania, justo a tiempo para encontrarse con Jheraldine, la coordinadora del grupo de emprendedores de la Casa de la Mujer. Poco a poco fueron llegando los demás participantes. A las 6:36 partió el mismo bus que los había llevado el día anterior a la Feria del Libro, esta vez rumbo a una capacitación muy especial.

Durante el recorrido recogieron más soñadores desde Subia, San Raimundo y Granada. Mientras el verde paisaje desfilaba por la ventana, Juanpis se quedó dormido en el regazo de su padre, quien lo contemplaba con ternura.

Kike creía que el destino era la Cámara de Comercio de Cazucá, y así lo pensaba también Linda, su esposa, que acompañaba a su hija Taly. Pero cuando el bus pasó de largo, Kike se alarmó. Se acercó a Jheraldine y esta le aclaró que la capacitación era en la sede Kennedy. De inmediato llamó a Linda, quien aunque algo contrariada, aceptó tomar otro transporte. Cuando llegó, Kike ya le tenía reservado un puesto junto a Juanpis, con silla y computador. Nada era casualidad.

Comenzó entonces la capacidad transformadora de un día mágico. La facilitadora Monik Yeps, mujer de sabiduría luminosa, los guiaba en un taller llamado “Diseña tu Marca”. Fue en ese instante, entre palabras que tejían futuros y sueños que tomaban forma, que nació oficialmente una idea poderosa:

“Jaime Humberto Sanabria – Historias que inspiran lo cotidiano”,
una marca literaria, pero también un movimiento de alma y palabra.



En el descanso, Kike, Linda y Juanpis se tomaron una foto que el corazón ya había capturado antes: los tres caminando juntos hacia un propósito mayor.

Como broche de oro, Kike presentó su libro ante más de 20 asistentes. El aplauso no fue solo por el texto, sino por la historia viva que lo acompañaba. Al final, agradeció como siempre a los facilitadores, y al misterio de la vida que ese día le había permitido compartir en familia lo que tanto soñaba.

Luego, todos vivieron una experiencia de realidad virtual. A Linda y a Kike les fascinó; a Juanpis, no tanto: prefería seguir explorando su propio universo a través del celular. A las 3:00 p. m., el bus partió de regreso a Silvania. Linda se despidió con amor para quedarse en Soacha, ayudando a su hija Taly, quien en febrero había dado a luz a mellizos.

El camino de vuelta fue sereno. Muchos dormían profundamente. Kike se despertó justo al llegar a Subia. Miró su reloj: 46 minutos desde Soacha. A las 5:04 p. m., padre e hijo llegaron nuevamente a Villa de las Bendiciones.

En casa, Kike calentó el almuerzo que había dejado listo: una sopa de conchitas con verduras y pollo, acompañada de arroz, papa, plátano maduro, maíz pira y pollo criollo frito, con un jugo de lulo que sabía a infancia.

Esa noche, Kike no solo se acostó a dormir. Se acostó a soñar despierto. La imagen vivida en la Cámara de Comercio germinaba dentro de él, como una semilla con fuego. Quería crear una nueva corriente literaria basada en su experiencia, en su verdad.

Y escribió una frase para su próximo libreto:

“Sigo soñando porque las palabras terminan por cambiar el mundo,
y jamás, jamás… jamás se apagan.”

Esa semana tenía una lectura pendiente:
“Milagros que se cumplen” de William Thomas Tucker.
Algo en su interior le susurraba que ese libro le revelaría un secreto aún oculto.

¿Qué misterio encerraba esa lectura que parecía estarle llamando en sueños?

…Esta historia, apenas comienza.

jueves, 1 de mayo de 2025

#El Secreto de Gabo y la Feria de los Sueños


Crónica de un Padre, un Hijo y un Destino Literario

Érase un lunes 28 de abril de 2025. En una región apartada de Colombia, rodeada de exuberante vegetación y amaneceres que parecían pintados por los dioses, marcaban exactamente las 3:33 a.m. cuando Kike despertó. Como dictado por un misterioso reloj cósmico, abrió los ojos y se incorporó con serenidad. Lo primero fue lo más sagrado: oró en silencio, se encomendó a la Divina Providencia y envió impulsos de amor a su amada Dalida y a su pequeño hijo Juanpis, que dormía profundo, envuelto en los brazos de Morfeo.

Aún en la penumbra, Kike sintió la energía de la montaña. Saludó espiritualmente a la naturaleza que lo rodeaba y se sentó frente al computador a dar los últimos toques a su entrada de blog:
"Kike y el Encuentro con la Magia de las Letras",
un abrebocas de su tercer libro, donde narraría con detalle su viaje épico al encuentro literario en Fusa el jueves 23 de abril, dónde tuvo la oportunidad de presentar su primer libro con el grupo "Club de lectura Gabo".

Terminó de escribir hacia las 5:04 a.m., preparó el desayuno: chocolate con leche espumosa, galletas dulces, tostadas crujientes y huevo cocinado al punto. Se vistió con su traje azul de gala, aquel que según Juanpis lo hacía ver como un caballero de leyenda. Al compás del canto de pájaros multicolores y el zumbido ancestral de las cigarras, despertó suavemente a su hijo.

Aunque Juanpis había dormido poco, irradiaba una energía que parecía bajada del cielo. A las 6:35 a.m. ya estaban rumbo al Parador de Choriloco. A las 7:11, la flota proveniente de Fusagasugá, cortesía de la alcaldía y la biblioteca local, los recogió. Viajaban hacia Bogotá, a la FILBo 2025.

Durante el camino, mientras Kike tomaba notas en su libreta mágica —esa donde decía que las ideas se convertían en realidad—, Juanpis se asomaba a la ventana, sorprendido por cómo aquella vieja carretera se había convertido en una autopista que parecía sacada de una película futurista.

Llegaron a Corferias a las 9:09 a.m. Juliana, coordinadora del grupo de lectores de la biblioteca de Fusa, les indicó que el regreso sería a las 3:45 p.m. Kike se inquietó: la multitud era inmensa y no podía despegarse ni un segundo de Juanpis. Su misión de promocionar los libros que llevaba se esfumaba ante la prioridad más grande: proteger a su hijo.

Pero el destino tenía otros planes.


Padre e hijo ingresaron a la feria tomados de la mano, como si atravesaran el umbral hacia otro mundo. En el pabellón infantil, Juanpis —a pesar de su condición de autismo— se mostraba totalmente conectado con los colores, los libros, los sonidos. Sus ojos brillaban como luciérnagas en una noche mágica. Kike, emocionado, lo miraba con amor. Sentía que ese instante era eterno.

De repente, Kike se detuvo ante un estante. Un libro lo llamó con fuerza invisible:
“El Secreto de Gabo”, de Diego Reyes Prieto, comentado por el mítico escritor J.J. Benítez.
Al sostenerlo, un escalofrío recorrió su columna. Algo en ese título despertaba recuerdos dormidos.

Volvió en el tiempo. Era 1986, en Bogotá. Kike cruzaba la avenida 15 con calle 85. Un automóvil europeo con timón a la izquierda se detuvo en el semáforo. Kike lo observó con curiosidad. Adentro, un rostro que jamás olvidaría: Gabriel García Márquez. Sus miradas se cruzaron por un segundo eterno. Kike sintió que algo le era transmitido en silencio. ¿Un mensaje? ¿Una profecía? El auto arrancó y la vida siguió… pero esa mirada nunca se fue.

Ahora, parado en la FILBo, con Juanpis jugando con un libro ilustrado, Kike comprendió algo: aquel encuentro no había sido casual. Estaba destinado a vivir esta travesía literaria junto a su hijo, y tal vez, solo tal vez, aquel “secreto de Gabo” lo estaba llamando desde el otro lado del tiempo.



"Juanpis y Kike, unidos por la fuerza del amor, el conocimiento y el destino. Esta imagen fue tomada justo frente al cuadro de “El Secreto”, en la Feria del Libro de Bogotá, el 28 de abril de 2025. Un instante donde el pasado, el presente y el futuro se fundieron para siempre".

Recorrieron varios pabellones. Tomaron fotos. Disfrutaron sin apuro. Aunque lamentó que su editora no pudiera acompañarlo, Kike sentía que estaba sembrando la semilla de algo inmenso. A las 3:45 p.m. se reencontraron con el grupo de lectores de Fusa. En el camino de regreso, el cansancio se mezclaba con la satisfacción. Bajaron en Silvania y caminaron hasta la Villa de las Bendiciones.

Cenaron un plato tradicional: arroz, pollo, papa y plátano maduro con jugo de tomate de árbol. Después, Kike sacó sus hojas de block blanco. Con tinta negra comenzó a esbozar lo que sería uno de los capítulos más enigmáticos y reveladores de su próximo libro.

Antes de dormir, el libro de Gabo reposaba en su mesa de noche como un portal hacia el misterio.

Al día siguiente, Kike debía asistir a una capacitación llamada
“Diseña tu Marca”
en la Cámara de Comercio de Bogotá. No lo sabía aún, pero aquella jornada sembraría la idea de una revolución literaria. Una corriente narrativa que lo posicionaría, en un futuro no muy lejano, como uno de los autores más visionarios del continente.

Quien escuche esta historia quizá piense que es la locura de un soñador…
Pero los soñadores, cuando escriben con el alma, terminan por cambiar el mundo.

Y esta historia… apenas comienza. 

jueves, 24 de abril de 2025


 

El domingo 20 de abril amaneció envuelto en un silencio místico, en un rincón del mundo donde el tiempo parece detenerse: Villa de las Bendiciones, en Silvania. La lluvia del día anterior había purificado el aire, y las hojas de los guayacanes brillaban como si la madrugada las hubiera pulido una a una con amor.

Kike se levantó con el alma liviana. Aunque había dormido poco, su corazón ardía como antorcha olímpica. El día anterior había sido la culminación de un sueño largamente acariciado. Y sin embargo, lo intuía: esa página de vida aún no estaba del todo escrita.

A las 8:30 a.m., después de su rutina de meditación y lectura, recibió un mensaje inesperado.

Era Nelo, una amiga entrañable con mirada de sabia y alma de caminante. Le escribió:

“Kike, me enteré que ha sido un éxito total tu libro. ¿Puedo verte hoy? Me encantaría comprar un ejemplar.”

Kike sonrió. No solo por saber que otro libro encontraría su destino, sino porque sentía que ese encuentro traía consigo algo más grande. Acordaron verse a la 1:30 p.m. en el Café Zeratema, su segundo hogar literario.

Kike se retrasó cinco minutos, atendiendo la visita de Karen y Omar, mientras Nelo llegó puntual, con una blusa roja y pantalón negro. Una combinación de colores que, aunque opuestos, evocaban elegancia, pasión, poder y misterio. Se abrazaron como lo hacen quienes se entienden más allá de las palabras.

Se sentaron junto a la ventana, donde la luz del sol entraba como una caricia. Kike sacó un ejemplar nuevo de su morral y se lo entregó con gratitud. Nelo lo recibió como quien recibe una reliquia.

“Este libro tiene energía”, dijo. “No es un libro común. Aquí hay algo más… ¿Lo escribiste desde el dolor, cierto?”

Kike asintió. No hizo falta explicar. Nelo lo comprendía todo. Hablaron de los capítulos, de los personajes que parecían salidos de la vida misma, de los mensajes escondidos entre líneas como tesoros esperando ser descubiertos.

Nelo pidió una malteada. Kike, una crema con fresas. Y entonces, le escribió una dedicatoria que había reservado solo para ella desde hacía semanas:


Para Nelo,

que en la mañana de la vida siembra semillas de amor,
y en cada paso deja huellas de luz.
Este libro y sus historias nacen con el deseo de inspirarte a ser siempre tu mejor versión,
a cultivar en tu corazón la fe, la bondad y la valentía que te hacen única.
Que cada palabra aquí escrita te recuerde que el verdadero crecimiento viene de dentro,
y que los pequeños actos de amor pueden transformar tu mundo y el de quienes te rodean.
Gracias por ser parte de este camino.


En ese instante, llegaron Karen y Omar al café. Ordenaron un tinto suave con jengibre. A cada sorbo, las ideas fluían como ríos nuevos. Nelo compartió su emprendimiento de jabones artesanales hechos con ingredientes naturales. Omar y Karen, encantados, le compraron uno cada uno. Kike ofreció su apoyo para conectarla con más clientes. Se contaron sueños y risas, se tejieron puentes.

Y entonces surgió un plan inesperado: una tertulia literaria. Un espacio donde los lectores pudieran compartir lo que sintieron al leer el libro, lo que sanaron, lo que revivieron.

“No se trata solo de vender libros”, dijo Nelo. “Se trata de despertar almas dormidas. Y eso, amigo, tú lo estás logrando.”

Se tomaron fotos para el recuerdo y se despidieron con una promesa en el aire: volver a encontrarse pronto, con más amigos, más historias, más vida.

Más tarde, ya en casa, Kike, Karen y Omar compraron víveres y cruzaron el sendero interior hacia la vivienda. Mientras Karen y Omar se sentaban en el sofá, Kike notó algo inusual en el pasillo que conduce a la habitación de Juanpis. En el suelo, en una posición curiosa, se encontraba un escarabajo verdoso. Un escarabajo almizclero.


Kike lo levantó con cuidado. Le tomaron fotos y más tarde investigó su significado espiritual:
"En la mitología egipcia, el escarabajo representa al dios Jepri, símbolo del renacimiento y la transformación eterna. Su nombre significa ‘el que llega a ser por sí mismo’."

Un escalofrío suave le recorrió la espalda. La sincronía era demasiado precisa para ser casualidad.

Esa noche, Omar compró una botella de aguardiente amarillo. Compartieron hasta la medianoche. Kike solo aceptó dos copas. Tenía una intuición que le pedía mantenerse sobrio.

Se fue a la cama pensando en la propuesta de Liliana, jefa de la biblioteca de Silvania, quien lo había invitado a un encuentro literario en Fusagasugá el miércoles. Aún no sabía si podría ir. Algo lo ataba al presente, a sus invitados, a los caminos que aún no terminaban de revelarse.

¿Qué le impedía decir que sí a ese encuentro literario?
¿Seguirán Karen y Omar en Villa de las Bendiciones hasta el martes?
¿Y qué otras señales le esperan a Kike en esta historia aún en construcción?

Esta historia continuará.

lunes, 21 de abril de 2025

#“El Escarabajo Sagrado y las Voces del Amanecer”


 Historia

Érase un viernes santo, 18 de abril, en un sitio paradisiaco, rodeado de exuberante naturaleza, donde los pájaros multicolores y las cigarras tejían un coro armónico en un remoto lugar llamado Villa de las Bendiciones, en Silvania, donde el tiempo parece detenerse. Eran las 6:21 a.m. cuando Kike despertó de una noche tranquila, atrapado aún en la magia de un sueño que lo había cautivado.

Soñó con un hombre avaro que intentaba aprovecharse de una humilde mujer en una extraña apuesta. Sin embargo, ella, a pesar de su cansancio y su sencillez, se sobreponía, y cuanto más perdía aquel hombre, más se enojaba, cegado por su soberbia y orgullo. En el último lance, apostó todo… y fue vencido. La mujer, agotada pero invencible, se alzó como la gran triunfadora. En ese instante, una voz desconocida pronunció:
"Cuando avanza la mañana, es una buena mañana."

Kike despertó, buscó su libreta y su esfero, y anotó aquella frase enigmática. No tenía lógica en ese momento, pero horas después la descifró:
“Persiste y vencerás.”
Y comprendió que él era ese espíritu humilde que lucha contra los obstáculos representados por el hombre avaro.

Mientras seguía acostado, evocó los días anteriores. El martes habían llegado sus visitantes: Karen Tatiana y Omar. El miércoles, entre charlas y recuerdos, Omar se confesó:
—Querido Kike, he sido escritor de cuentos, poesías, crónicas y fanzines. También pintor y músico aficionado. Lo que hago, lo hago con esmero, aunque algunos digan que carece de técnica. Vivo una práctica espiritual no como religión, sino como trascendencia, sin pretensiones de superioridad. Respeto toda vida, hasta la de los insectos diminutos… son pequeñas porciones de Dios.

Kike se sintió identificado. Omar continuó:
—Dicen que el signo que me rige, diciembre, me ha dotado de sensibilidad y dotes artísticas. Por eso, tus historias son un espejo en el que me reflejo. Aquel miércoles salieron a hacer compras. Kike logró reunir a última hora una cuota gracias a la venta de sus libros. Aquella tarde, Omar los invito a disfrutar de una cerveza propia de la región en el Café Zeratema.

A la mañana siguiente, Kike le dedicó su primer libro:

“Para Omar, caminante del espíritu y el arte:
Gracias por abrir tu corazón en este encuentro inesperado, que más que casualidad, siento fue un llamado de almas afines. Eres un tejedor de historias y buscador incansable de sentido.
Que estas Historias que Inspiran sean para ti un espejo de tu viaje interior, y de esos seres diminutos y maestros invisibles que, como tú dices, son pequeñas porciones de Dios.
Gracias por coincidir en el misterio de la vida. Que Deepak, Eckhart y Gabo sigan siendo faros para ambos.”

Omar se propuso terminar de leer Historias que Inspiran la Imaginación antes de volver a Bogotá.

La tarde lluviosa del jueves los llevó a caminar por un sendero que Kike conocía hasta llegar al pueblo. Esta vez convencieron a Juanpis para que los acompañara. Recorrieron tres kilómetros por caminos frondosos, charcos de lluvia, y bordeando el río Subia, hasta Silvania.


Kike les mostró la cancha acústica, la iglesia… y Omar los sorprendió invitándolos a un almuerzo en un sitio exclusivo: cuchuco y una picada deliciosa con longaniza, rellena, papa criolla, carne de cerdo y limonada en un restaurante frente a la alcaldía. De allí partieron, a un tercer piso panorámico de un edificio emblemático, cerca de la alcaldía, se deleitaron con cervezas, aromáticas y brownies. Compraron víveres para el viernes santo, cuando gran parte del comercio cerraba.


De regreso, a solo 150 metros de Choriloco, Omar se topó con un escarabajo verde metalizado, enorme y brillante. Le tomaron fotos y videos; era algo único. Más tarde, Kike investigó y descubrió que estos escarabajos son símbolo de esperanza y renovación. En algunas culturas, su aparición señala que la naturaleza está en plena actividad.

Esa noche, Omar salió a comprar una torta de frutas: era el cumpleaños de Karen. Lo celebraron con vino y aguardiente amarillo Néctar. Conversaron de música, crecimiento personal y encuentros literarios en Bogotá. Omar le compartió a Kike su obra: CHIFLÓN REBELDE 2 DIGITAL FINAL. Fue un jueves santo inolvidable.

Ya el viernes, a las 8:37 a.m., Kike, tras meditar, orar y activar sus chakras, se sumergió en la lectura de Una Historia para Contar de Gabo, donde el Nobel narraba la memoria de su infancia y juventud, el origen de su imaginación.

Luego bajó a conversar con Karen, quien le contó, con cierto misterio, que había escuchado la voz de un hombre hablando en la madrugada. Kike, intrigado, fue a revisar a Juanpis y lo encontró dormido. Omar seguía descansando. El misterio quedó en el aire.


Karen preparó huevos revueltos con cebolla y tomate, embueltos silvanenses y chocolate caliente. Más tarde, Omar y Kike recolectaron leña e improvisaron un fogón, mientras Karen recogía auyamas, papas y verduras de la huerta. Con pollo criollo prepararon un delicioso sancocho, acompañado de limonada de naranjas ácidas de la finca.


La tarde transcurrió entre conversaciones sobre literatura y mentores espirituales. Fue entonces cuando, en la sala, apareció un escarabajo sagrado de color negro, igual al de los jeroglíficos egipcios. Lo recogieron, le tomaron fotos y videos. Kike investigó:
El escarabajo egipcio, símbolo del Sol naciente, de protección contra el mal y de fuerza diaria, era también un emblema de resurrección.

Aquella noche, Kike recibió mensajes de amigos cercanos pidiéndole disculpas por no poder asistir al lanzamiento de su primer libro, pues se hallaban de vacaciones. Kike preparó una y otra vez su libreto para su presentación en el Café Taller Zeratema de Silvania.

Y así, con el misterio del escarabajo, las voces del amanecer y los mensajes ocultos en los sueños, la aventura de Kike, Karen Tatiana, Omar y Juanpis apenas comenzaba.

…Esta historia continuará.

martes, 25 de marzo de 2025

#El Misterio de la Bendición Invisible


 La noche del lunes 24 de marzo en Villa de las Bendiciones era tibia y serena. El cielo despejado revelaba con nitidez las estrellas de Orión, como testigos silenciosos de lo que estaba por suceder. Kike meditaba sobre los tres días del puente festivo, cuando la villa se vaciaba porque sus habitantes viajaban a otras ciudades. Su vecino Carlos Vera y su familia se habían marchado el viernes, dejando un aire de soledad flotando en el ambiente. Pero esa soledad no duraría mucho.

La llegada inesperada de don Ricardo Sáenz transformó por completo la atmósfera de Villa de las Bendiciones. Aquel hombre, dueño de una casa de descanso pegada a la villa, apareció como un presagio. Kike lo divisó a las 10:00 a. m. y, guiado por una extraña intuición, se acercó sigilosamente. Nunca había tenido la oportunidad de conocerlo a fondo, pero sintió el impulso de hablarle sobre su libro.

Don Ricardo, con una sonrisa amable, lo recibió en su casa "La Perla" y le ofreció un tinto caliente. Mientras el aroma del café llenaba el aire, Kike se presentó con entusiasmo:

—Soy Jaime Humberto Sanabria, autor de Historias que Inspiran, un libro nacido de mi pasión por la escritura, la reflexión y la vida misma. A través de estas páginas, invito al lector a sumergirse en relatos que lo harán soñar, reflexionar y encontrar la inspiración en lo cotidiano...

Don Ricardo lo interrumpió sorprendido:

—Uyy, Kike, eso suena inspirador y poético. Te lo compro.

El vínculo entre ambos se selló en ese instante. Hablaron sobre la noble labor de don Ricardo, quien diseñaba dotaciones para los bomberos. Como muestra de gratitud, Kike le firmó una dedicatoria en su libro:

Ricardo, gran amigo y vecino en Villa de las Bendiciones, admiro profundamente tu labor en el diseño de implementos y dotaciones para el cuerpo de bomberos. Tu trabajo, aunque muchas veces silencioso, es fundamental para la seguridad y bienestar de la sociedad en momentos críticos.

Aquel día, Kike también envió por mensajería un ejemplar de su libro a su hermano Eduardo y a su cuñada Luz Marina en Bogotá. La conexión entre los sucesos tomaba un carácter casi profético.


Al día siguiente, Kike y don Ricardo cumplieron con la tarea de sembrar cinco colinos de banano: tres para Villa de las Bendiciones y dos para la huerta comunal. Don Ricardo, con su experiencia, le sugirió también plantar tres palmas en un punto estratégico, cerca del camino pavimentado que dividía la casa. Kike aceptó el consejo y, con paciencia, abrió los tres huecos, les agregó abono y tierra orgánica, y sembró las palmas justo antes del anochecer.

Con la satisfacción del trabajo cumplido, cenó con Juanpis y, al caer la noche, sintió un escalofrío inexplicable. Alzó la vista al cielo y se quedó pasmado. Las tres palmas que acababa de plantar parecían apuntar directamente a las tres estrellas de Orión, reflejando un enigma oculto en la noche despejada.

Una ola de frío recorrió su espalda. Recordó la antigua leyenda egipcia sobre las tres pirámides de Giza, construidas en alineación con esas mismas estrellas. Investigó al respecto y descubrió que, según los egipcios, aquellas estrellas representaban el descanso del alma de Osiris, el dios de la resurrección y el juicio de los difuntos.

Kike se sintió atrapado en un vínculo mágico con el universo. Tres días festivos, tres colinos sembrados, tres palmas creciendo firmes y apuntando al cielo, tres estrellas iluminando la noche... ¿Casualidad o destino?

A la medianoche del lunes 24 de marzo, Kike se sentó a escribir en su blog. Tituló su relato El Misterio de la Bendición Invisible. Aún no sabía qué secretos ocultaba aquel tríptico de coincidencias, pero algo le decía que era solo el comienzo.

Esta historia continuará...La noche del lunes 24 de marzo en Villa de las Bendiciones era tibia y serena. El cielo despejado revelaba con nitidez las estrellas de Orión, como testigos silenciosos de lo que estaba por suceder. Kike meditaba sobre los tres días del puente festivo, cuando la villa se vaciaba porque sus habitantes viajaban a otras ciudades. Su vecino Carlos Vera y su familia se habían marchado el viernes, dejando un aire de soledad flotando en el ambiente. Pero esa soledad no duraría mucho.

La llegada inesperada de don Ricardo Sáenz transformó por completo la atmósfera de Villa de las Bendiciones. Aquel hombre, dueño de una casa de descanso pegada a la villa, apareció como un presagio. Kike lo divisó a las 10:00 a. m. y, guiado por una extraña intuición, se acercó sigilosamente. Nunca había tenido la oportunidad de conocerlo a fondo, pero sintió el impulso de hablarle sobre su libro.

Don Ricardo, con una sonrisa amable, lo recibió en su casa "La Perla" y le ofreció un tinto caliente. Mientras el aroma del café llenaba el aire, Kike se presentó con entusiasmo: 


—Soy Jaime Humberto Sanabria, autor de Historias que Inspiran, un libro nacido de mi pasión por la escritura, la reflexión y la vida misma. A través de estas páginas, invito al lector a sumergirse en relatos que lo harán soñar, reflexionar y encontrar la inspiración en lo cotidiano...

Don Ricardo lo interrumpió sorprendido:

—Uyy, Kike, eso suena inspirador y poético. Te lo compro.

El vínculo entre ambos se selló en ese instante. Hablaron sobre la noble labor de don Ricardo, quien diseñaba dotaciones para los bomberos. Como muestra de gratitud, Kike le firmó una dedicatoria en su libro:

Ricardo, gran amigo y vecino en Villa de las Bendiciones, admiro profundamente tu labor en el diseño de implementos y dotaciones para el cuerpo de bomberos. Tu trabajo, aunque muchas veces silencioso, es fundamental para la seguridad y bienestar de la sociedad en momentos críticos.

Aquel día, Kike también envió por mensajería un ejemplar de su libro a su hermano Eduardo y a su cuñada Luz Marina en Bogotá. La conexión entre los sucesos tomaba un carácter casi profético.

Al día siguiente, Kike y don Ricardo cumplieron con la tarea de sembrar cinco colinos de banano: tres para Villa de las Bendiciones y dos para la huerta comunal. Don Ricardo, con su experiencia, le sugirió también plantar tres palmas en un punto estratégico, cerca del camino pavimentado que dividía la casa. Kike aceptó el consejo y, con paciencia, abrió los tres huecos, les agregó abono y tierra orgánica, y sembró las palmas justo antes del anochecer.

Con la satisfacción del trabajo cumplido, cenó con Juanpis y, al caer la noche, sintió un escalofrío inexplicable. Alzó la vista al cielo y se quedó pasmado. Las tres palmas que acababa de plantar parecían apuntar directamente a las tres estrellas de Orión, reflejando un enigma oculto en la noche despejada.

Una ola de frío recorrió su espalda. Recordó la antigua leyenda egipcia sobre las tres pirámides de Giza, construidas en alineación con esas mismas estrellas. Investigó al respecto y descubrió que, según los egipcios, aquellas estrellas representaban el descanso del alma de Osiris, el dios de la resurrección y el juicio de los difuntos.

Kike se sintió atrapado en un vínculo mágico con el universo. Tres días festivos, tres colinos sembrados, tres palmas creciendo firmes y apuntando al cielo, tres estrellas iluminando la noche... ¿Casualidad o destino?

A la medianoche del lunes 24 de marzo, Kike se sentó a escribir en su blog. Tituló su relato El Misterio de la Bendición Invisible. Aún no sabía qué secretos ocultaba aquel tríptico de coincidencias, pero algo le decía que era solo el comienzo.

Esta historia continuará...

martes, 18 de febrero de 2025

#Érase un 17 de febrero en Villa de las Bendiciones: Dónde el tiempo parece detenerse


  La mañana despertó con un velo de misterio. Un resplandor tenue se filtraba entre la bruma matutina, y en el horizonte, aves migratorias trazaban su destino en el cielo. Eran las 5:49 a.m. cuando Kike se levantó con la certeza de que aquel día le deparaba dos retos importantes. Su rutina de yoga, meditación, escritura y ejercicios transcurrió con disciplina, dejando pendiente la lectura. Con energía renovada, se alistó con su pantaloneta bermuda, camiseta, zapatillas minimalistas y su mochila, donde llevaba una botella con agua de la montaña, bananos para hidratarse en el camino y dos ejemplares de su libro, por si encontraba a un buen samaritano dispuesto a comprar uno.

A las 9:00 a.m., listo para partir, puso su cronómetro en cero y comenzó a trotar con un ritmo moderado por la carretera del Sumapaz, vía 40 o autopista Bogotá-Girardot. Mientras avanzaba, llevaba consigo el guion para el video promocional que la editora LETRAME en España le había solicitado. La idea de grabar un video de un minuto y medio le erizaba la piel, pero se propuso aprenderse la mayor parte del texto mientras corría. Protegido por un acetato transparente en caso de lluvia, iba repitiendo frases hasta memorizarlas. Cuando llegó a Fusa, después de 13 kilómetros, ya había aprendido dos de los cinco párrafos.

El tiempo apremiaba. Tras completar su primera diligencia, notó que la segunda oficina cerraba a las 12:00 p.m. y el reloj marcaba las 11:53 a.m. El cielo se tornó amenazante, y Kike, sin impermeable, se preocupó. Un hombre que notó su inquietud le cedió el turno con amabilidad. Kike agradeció en silencio y, con una oración, esperó pacientemente. Lo atendieron justo a tiempo, permitiéndole correr apresurado hacia su próxima parada. En la carrera, su mochila se soltó, pero no podía detenerse a ajustarla. Finalmente, llegó a la oficina con dos minutos de sobra.

Allí lo esperaba una sorpresa. Entre las personas en la sala de espera, reconoció a Luis, un viejo conocido con quien había tenido diferencias en el pasado. Con un gesto de respeto, Kike lo saludó. Luis, tras un breve silencio, preguntó por su ocupación. Al enterarse de que Kike era escritor, le compró uno de sus libros sin dudarlo. Kike, conmovido, le ofreció una dedicatoria, pero Luis declinó, pues pensaba regalárselo a alguien que amaba la lectura. Luego, mirándolo a los ojos, le dijo con sinceridad:

—Eres un gran ser humano y mereces lo mejor de este mundo. Muy pronto sabrás de mí y te compensaré. Me conmueve tu nobleza. Desde hoy, rogaré por ti para que te vaya bien en todo lo que te propongas. Gracias, millones de gracias.

Kike se despidió sin poder procesar completamente lo ocurrido. ¡Qué extraño era el destino! En cuestión de minutos, alguien con quien había tenido un conflicto en el pasado ahora le pedía perdón y le ofrecía palabras de bendición. Intentó escribir sobre ello, pero Luis le pidió que esperara: “Cuando haya sanado mi herida, te avisaré para que me hagas un blog. Por ahora, deja así…”

Kike regresó trotando a Silvania. Durante el camino, la lluvia lo sorprendía por momentos, pero no le molestaba. Seguía repasando los párrafos del guion, avanzando con cada kilómetro. Llegó a casa cerca de las 3:00 p.m., justo veinte minutos antes de que una tormenta se desatara con fuerza. Tras estirar, preparó un almuerzo nutritivo: ensalada roja de remolacha con zanahoria, arroz integral, papa, carne frita de cerdo y un jugo de remolacha cruda con cáscara, que, para su sorpresa, sabía a zanahoria.

La jornada terminó con tres horas dedicadas a su blog y una hora de lectura de Gabo antes de dormir. A medianoche, mientras daba gracias por aquel día, no podía dejar de pensar en el misterioso reencuentro con Luis. ¿Era simple casualidad, o Villa de las Bendiciones ocultaba secretos aún por descubrir? Tal vez, el destino tenía más historias que contar…

Esta historia continuará...

lunes, 27 de enero de 2025

#"El Guardián de los Sueños y Secretos de la Bahía"


 Era una fría mañana de junio de 1982 en Bogotá, cuando los amaneceres se vestían de heladas y los copetones eran apenas un susurro en los frondosos árboles. En ese entorno gélido y bullicioso, un joven llamado Kike, de apenas 17 años, comenzaba su jornada como cuidador de carros en la bahía de la Notaría Novena, ubicada en el barrio Chicó. Aunque llevaba solo tres meses en el trabajo, su uniforme azul de paño y la cachucha de vigilancia que le había obsequiado el notario, el Dr. Joaquín Caro, eran símbolos de un sueño cumplido.

Aquel puesto, aparentemente humilde, había sido un regalo del destino. Kike recordaba con claridad el día en que, luego de innumerables intentos fallidos y bajo la insistencia de su madre, se plantó por última vez frente a la oficina del Dr. Joaquín. El notario, con su mirada severa y sus dudas, se rascó la cabeza antes de ofrecerle una oportunidad inesperada: "No hay más vacantes, pero puedes cuidar los carros de la bahía. Tendrás un contrato indefinido, un uniforme nuevo, y, quién sabe, quizás algo más".

La emoción desbordó a Kike, quien aceptó de inmediato. Con el cheque en mano que le entregó el notario, fue a un almacén de renombre y adquirió un traje Manhattan y unos zapatos de la misma marca, cumpliendo así un sueño de juventud. A partir de ese lunes 15 de marzo, Kike empezó a trabajar con orgullo, ocultando su elegante atuendo bajo la cachucha de celador.

Los días transcurrían entre propinas generosas y los saludos de los clientes, hasta que algo inusual comenzó a suceder. De pronto, lujosos Mercedes Benz llegaban en fila, entrando con velocidad al edificio contiguo a la bahía. Hombres de porte imponente, vestidos con trajes finos, bajaban de los autos y siempre saludaban a Kike con una sonrisa.

Un día, la rutina de Kike cambió radicalmente. Desde la oficina más alta del edificio, fue llamado por uno de los hombres más carismáticos que había visto jamás: Gonzalo Rodríguez Gacha, quien, con su camisa de lino blanco, botas de cuero y carriel paisa, irradiaba una mezcla de poder y misterio. Gonzalo lo miró fijamente y, tras un breve silencio, sacó un fajo de billetes de una gaveta y los colocó en el bolsillo de Kike.

"Cuida bien de mis carros, Kike", le dijo con una sonrisa que parecía esconder un secreto más grande que la ciudad misma. Aunque las palabras eran simples, algo en su tono provocaba una inquietante mezcla de fascinación y suspenso.

Esa tarde, al revisar su bolsillo, Kike descubrió con asombro que Gonzalo le había regalado cincuenta mil pesos, una suma que multiplicaba varias veces su salario mensual. Aquella fortuna inesperada le permitió disfrutar de mejores almuerzos, ropa nueva y fragancias exquisitas. Sin embargo, las palabras de Gonzalo resonaban en su mente: "Cuida bien de mis carros".

Meses después, el Dr. Joaquín lo llamó a su oficina para ofrecerle un ascenso. Pero, al mismo tiempo, una noticia estremecedora sacudió a Bogotá: Gonzalo Rodríguez Gacha, el hombre que había sido tan generoso con Kike, resultó ser uno de los narcotraficantes más buscados del país.

Kike entendió entonces el significado de aquellas palabras y de la desbordante generosidad. Reflexionó sobre las oportunidades y las elecciones que el destino pone en nuestro camino. Aunque el origen del dinero de Gonzalo había sido oscuro, Kike nunca dejó de valorar las lecciones que aprendió: la importancia de la dignidad en el trabajo, la gratitud y el esfuerzo por alcanzar las metas con integridad.

Esta historia no solo relata el encuentro entre un joven soñador y un hombre envuelto en sombras, sino que nos invita a reflexionar sobre cómo los caminos de la vida pueden cruzarse de manera inesperada, moldeando nuestro carácter y nuestras aspiraciones.

viernes, 24 de enero de 2025

#VIVIR LA VIDA CON PASIÓN: UNA HISTORIA QUE INSPIRA LA IMAGINACIÓN


 Érase una mañana del 24 de enero, 6:13 a.m. La serenidad de los cielos en Silvania era un espectáculo de tonos azulados con nubes como copos de algodón. El cantar de los pájaros de colores componía una sinfonía alrededor de Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parecía detenerse. Kike despertaba con una energía impresionante, sintiéndose inspirado por fuerzas divinas. Esta vez, se despertó más tarde de lo acostumbrado, y antes de levantarse, recapituló el día anterior, donde se había puesto el reto de leer 150 páginas de "El Quijote de la Mancha" de Miguel de Cervantes Saavedra. Solo logró leer cerca de 100 páginas, pero estaba decidido a alcanzar la meta hoy.

Fascinado por la obra, se sintió identificado con la frase: "Hay que vivir la vida de manera genuina, con pasión, a pesar de lo que piensen los demás", como lo expresaba el profesor Ilan Stavans años atrás. Kike recordó la evaluación que la Editora LETRAME le envió en septiembre de 2024 sobre su primer libro: "Historias que inspiran la imaginación". La valoración fue positiva, destacando su estilo poético, inspirador y reflexivo, así como su capacidad para conectar lo cotidiano con lo espiritual. La narrativa fluida, accesible y cargada de valores humanos como la resiliencia y la empatía fue reconocida por la editorial, y Kike sintió que su esfuerzo estaba dando frutos.

Fue a comienzos de octubre cuando, a pesar de los tropiezos, como el daño de su computador y la ausencia de Linda por dos meses, logró sobrevivir haciendo los quehaceres del hogar y puliendo su obra hasta eliminar cualquier error. Quería un libro fuera de serie, donde cada historia nacida de sus experiencias dejara un mensaje de motivación que llegara a millones de personas. Condensó su libro en 48 capítulos con 234 páginas y una sinopsis que reflejaba su esencia.

A veces, las historias más grandes no están en los eventos grandiosos ni en los giros dramáticos del destino. Están en los momentos cotidianos, en las decisiones pequeñas pero valientes que transforman una vida. Este libro recoge las experiencias de personas comunes que, enfrentadas a desafíos y adversidades, encontraron el coraje de ser diferentes, de elegir la bondad, la perseverancia y el amor por encima del miedo y la duda.

A través de relatos de esfuerzo, resiliencia y crecimiento, Jaime Humberto Sanabria nos recuerda que la verdadera fortaleza está en lo que construimos cada día, en la constancia de no rendirse y en el poder de los sueños que persisten a pesar de todo. Cada personaje es un reflejo de las posibilidades infinitas que todos llevamos dentro.

"Historias que inspiran la imaginación" se lanzó a nivel mundial el 12 de diciembre a través de Amazon, Kindle, Google Books y varias plataformas digitales, tanto en formato físico, bajo demanda, digital y audiolibro. Se puede encontrar en varias librerías del mundo buscando en Google: "Historias que inspiran la imaginación" de Jaime Humberto Sanabria.

Kike siente que sus escritos han evolucionado sorprendentemente, lo confirman los blogs que publica casi a diario y que han dado la vuelta al mundo, según las opiniones de quienes han leído su libro. Su deseo es dejar un legado con sus mensajes en cada capítulo, transformando a cada lector. Kike espera que la editora de España le envíe algunos ejemplares, ya que sus amigos en Bogotá los han encargado, y espera con ansias ser contactado para entrevistas en España sobre su obra. Actualmente, está terminando su segundo libro, que vendrá cargado de emoción, aventura, drama y misterio para el deleite de sus lectores, con la certeza de que será un éxito mundial.

jueves, 9 de enero de 2025

#El Misterio del 9: Un Llamado del Universo


 Eran las 6:39 de la mañana en una zona apartada de Silvania, en la enigmática Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse y el aire estaba cargado de magia. Kike despertó de un sueño profundo, sintiendo un extraño impulso que lo mantenía pegado a las cobijas. Era como si algo invisible le susurrara al oído, tentándolo a ceder al confort. Pero en su interior, una voz firme se alzaba: "El ego no puede ganar hoy."

#cantar de una #mañana en "Villa de las Bendiciones"...donde el tiempo parece detenerse!!!

El cielo, teñido de nubes naranja sobre un lienzo azul, anunciaba un gran día. Los gallos cantaban a lo lejos, y los pájaros, con su insistente picoteo en la ventana, parecían invitarlo a levantarse. Sin embargo, la pereza lo dominaba. Cerró los ojos un instante, buscando en su interior el coraje para vencer aquella tentación. Fue entonces cuando meditó profundamente, recorriendo cada célula de su cuerpo y recordando las sincronías del día anterior.

La tarde anterior, al publicar su blog número 111, una revelación numérica lo sorprendió: el 111 sumaba 3, un número que siempre había resonado en su vida como símbolo de armonía y conexión universal. Ese día también enfrentó una decisión difícil que lo hizo sentir solo y desamparado. Sin embargo, justo en el momento más oscuro, una solución inesperada apareció como un faro en medio de la tormenta. Entendió que el temor y la indecisión eran enemigos internos, y que su mejor arma contra ellos era la meditación y la autoobservación.

La noche anterior, su amigo Ricky había dejado un mensaje que todavía resonaba en su mente:
"El misterio del 9 no solo nos conecta con nosotros mismos, sino que nos invita a trascender lo cotidiano. Nos llama a despertar la conciencia y encontrar armonía en lo que nos rodea. Si más personas se conectaran consigo mismas y con el propósito de sus vidas, el mundo sería más equilibrado y lleno de significado."

Esa conexión con el número 9 no era nueva. Desde 2016, un año marcado por este número, el 9 había comenzado a manifestarse en su vida de formas que nunca imaginó. No era casualidad. Era un llamado del universo, una guía silenciosa que le mostraba el camino. Su esposa Linda, su primera confidente, y su amigo Oscar Rico, un compañero de tertulias en Bogotá, habían sido testigos de este despertar. Ambos lo alentaron a explorar las profundidades de este misterio y a compartir sus hallazgos, aunque al principio pocos los comprendieran.

Con el tiempo, Kike comenzó a notar que el 9 aparecía en los momentos más significativos de su vida. Su propia fecha de nacimiento, 05-12-1963, escondía tres nueves. Incluso el año actual, 2025, volvía a sumarse al enigma del 9. Cada una de estas coincidencias le confirmaba que estaba en el camino correcto, que el universo tenía su propia manera de comunicarse.

El 9, un número universal, representaba el final de un ciclo y el comienzo de otro. En su vida, había sido la clave para encontrar claridad, gratitud y propósito. Lo había llevado a logros tangibles como sus libros y blogs, pero sobre todo, a una conexión más profunda consigo mismo y con lo divino.

Un Llamado Universal

En un mundo donde lo cotidiano muchas veces eclipsa lo esencial, Kike encontró en el 9 una chispa que iluminaba su camino. Pero este no era solo su mensaje, sino un llamado para todos. Tal vez no sea un número para otros; quizás sea un sueño recurrente, una pasión olvidada o una señal aparentemente trivial. Lo importante es detenerse, observar y conectar.

El universo habla constantemente, pero solo quienes aprenden a escucharlo descubren su verdadera magia. La invitación de Kike es clara: "Descubre tu propio misterio, aquello que te inspire a crecer, a explorar tu potencial y a ver más allá de lo evidente. Porque si algo tan simple como un número pudo transformar mi vida, imagina lo que podría hacer en la tuya."

El misterio del 9 no es solo un número. Es una llave, un portal hacia el descubrimiento de lo divino en lo cotidiano. ¿Estás listo para escucharlo?

lunes, 6 de enero de 2025

#"La travesía mágica de Jhonny: Rumbo a Jerusalén"


 Era el 3 de enero, un día nublado en Villa de las Bendiciones, rodeado de naturaleza exuberante y paisaje de ensueño, donde el sol asomaba tímidamente entre el denso follaje, acompañado del canto alegre de los pájaros, Carmencita, con su calidez habitual, preparó un desayuno para su hijo Jhonny, quien se alistaba para enfrentar la tercera etapa de la travesía Cunditolimense en bicicleta.

Jhonny, cargado de expectativas, partió al amanecer. A las 5:50 a.m., llegó a Flandes, un lugar donde el tiempo parecía haber hecho una pausa. Las calles descuidadas y las construcciones centenarias cercanas al río Magdalena evocaban historias de antaño, mientras el majestuoso pero deteriorado puente Mariano Ospina Pérez unía Flandes con Girardot. Con dudas acerca de la ruta, Jhonny se detuvo a preguntar a los lugareños, hombres de rostros curtidos y miradas sabias, que parecían reflejar las huellas de la historia del lugar.

El camino avanzaba bajo una lluvia repentina que transformó los primeros 20 kilómetros en un desafío emocionante. La humedad, las corrientes de aire y la inestabilidad de la vía pusieron a prueba la experiencia de Jhonny, quien sorteó el terreno ondulado con una habilidad admirable. Mientras pedaleaba, el sol emergió lentamente, iluminando el paisaje como un cuadro vivo.

La llegada a Tocaima le ofreció un breve respiro. Era un pueblo pintoresco, con un encanto que parecía resistir al paso del tiempo. Sin embargo, la alegría inicial se disipó cuando Jhonny descubrió que la reserva de su hotel había sido invalidada. Con preocupación, buscó refugio por todo el pueblo sin éxito, hasta que un buen samaritano, dueño de un pequeño hotel, le ofreció un cuarto improvisado. Sin comodidades, pero con una cama y un baño, era un oasis para el viajero cansado.

Sin tiempo que perder, Jhonny decidió continuar hacia Jerusalén, "el pueblito más caliente de Colombia". La travesía de 17 kilómetros hacia el desierto cundinamarqués estuvo llena de desafíos. La vía se tornaba cada vez más inhóspita, con huecos, derrumbes y una soledad que envolvía todo en un aire de misterio. Coronó el alto de Limba, un puerto imponente que parecía danzar con el sol abrasador, y finalmente llegó a Jerusalén, un pueblo casi olvidado por el tiempo, donde la calidez de los habitantes contrastaba con el implacable calor.

Jhonny se dejó llevar por la magia del lugar: se sumergió con ropa en una fuente de agua fría, disfrutó de una empanada y se hidrató bajo el sol abrasador. El regreso fue igual de arduo, enfrentándose nuevamente al alto de Limba por su lado más difícil. Exhausto pero lleno de satisfacción, Jhonny llegó a Tocaima, donde una piscina y un modesto descanso lo recompensaron.

Mientras tanto, en Silvania, Carmencita, en medio de la paz de Villa de las Bendiciones, debatía entre un viaje a Bogotá o quedarse un día más en ese lugar donde el tiempo parecía detenerse. Linda y Kike la convencieron de quedarse, y con una sonrisa, Carmencita aceptó.

Así, madre e hijo vivían sus propias aventuras, cada uno en su mundo, pero conectados por un hilo invisible de amor y determinación.

…Esta historia continuará.

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