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domingo, 31 de agosto de 2025

🌙 El Misterio de los Tres Encuentros


 Érase un miércoles 27 de agosto, cuando el alba emergía sobre una tierra humedecida por el rocío. La alameda dorada, hacia la curva de senderos en Villa de las Bendiciones, se desplegaba como un lienzo celestial. La Luna creciente cóncava, aún oculta entre las montañas, parecía guardar un secreto ancestral, como si vigilara desde lo alto lo que estaba por suceder.

En aquel rincón encantado de Silvania, donde el tiempo se detiene, las aves multicolores y diminutos insectos danzaban como destellos de otro mundo, entonando un canto sagrado a las 2:07 de la madrugada. Algo invisible se movía en el aire, un presagio.

Kike despertó inquieto, con la sensación de que ese día traería algo especial. Recordó el lunes pasado, cuando perdió sus tapabocas y Linda los halló intactos a la orilla del camino. ¿Casualidad? ¿O un gesto silencioso del universo que le hablaba en pequeños símbolos de honestidad y destino?

Con calma, siguió su rutina: ejercicios, meditación, yoga. Preparó tintos y aromáticas, y mientras terminaba por tercera vez el audiolibro Reprogramar la mente, anotaba frases que parecían cobrar vida, como si fueran mensajes cifrados. Una idea lo sacudió: “Tu mente es un universo en expansión…”

A las 5:31 a.m., partió hacia el Hospital Ismael Silva. Allí, entre tapabocas, tintos y palabras de ánimo, todo parecía normal… hasta que a la salida, en la plaza, notó a una periodista filmando. La doctora Olga lo presentó: era también escritora. Kike, con cierta timidez, le mostró su libro. Ella aceptó leerlo. En ese instante, Kike sintió un estremecimiento: el primero de tres encuentros que no parecían fruto del azar. 


Horas después, al subir con su carro de tintos por las calles, encontró a dos hombres frente a la estatua de Ismael Silva. Les ofreció tomarles una foto, luego tintos, y finalmente les habló de su libro. Carlos López, guarda de seguridad, con aspiraciones a nuevas alternativas de trabajo; y Gustavo Salazar, policía retirado y futuro abogado en curso, quedaron intrigados. Gustavo le prometió presentarlo ante el alcalde de Fusagasugá. El segundo encuentro. Otra promesa que parecía salida de un guion oculto.

Más tarde, en el Alto de la Virgen, don Andrés —el mismo que meses atrás le ayudó a recuperar su celular— lo presentó a dos visitantes de Bogotá. Entre ellos, María Mercedes, conferencista de la Cámara de Comercio, lo reconoció y declaró en voz firme:
—Él es un gran escritor y poeta de Silvania.

Las palabras resonaron como una profecía. Kike mostró su libro y pactaron volver a encontrarse. El tercer encuentro. La confirmación de que algo se estaba tejiendo.

Ese día continuó con un almuerzo en casa de la doctora Olga y, al anochecer, con su regreso a Villa de las Bendiciones. La brisa le susurraba en el camino y el aroma del caballero de la noche impregnaba el aire, como si la naturaleza misma quisiera hablarle. Al llegar, Linda y Juanpis lo esperaban con la cena familiar, pero Kike no podía sacarse de la mente la pregunta:

¿Por qué ese miércoles le habían ocurrido tres encuentros tan decisivos?

En lo profundo de su corazón, supo que no era simple coincidencia. El universo le estaba mostrando señales, piezas de un misterio que apenas comenzaba a revelarse. Una certeza lo atravesó: lo que venía después sería aún más grande… y quizá más desafiante.

Esa noche, mientras cerraba los ojos, la frase del audiolibro volvió como un eco inquietante:

“Tu mente es un universo en expansión y tú eres el creador de cada estrella que brilla en ella.”

Pero en ese silencio nocturno, Kike sintió que había estrellas que no brillaban por azar, sino porque estaban llamándolo hacia un destino oculto.

…Esta historia continuará.

martes, 22 de abril de 2025

#"El día que la imaginación despertó en Villa de las Bendiciones"



"En los pequeños detalles se encuentra la magia de la vida"

Érase un Sábado Santo, 19 de abril, en una tibia mañana de invierno en Villa de las Bendiciones, un rincón encantado donde el tiempo parece detenerse y lo imposible se vuelve cotidiano. Aquel amanecer, bañado por un sol dorado y el canto celestial de los pájaros multicolores, fue acompañado por una brisa suave que danzaba entre los árboles como si anunciara que algo extraordinario estaba por suceder.

Los visitantes de Silvania comenzaban a empacar sus recuerdos y preparar el regreso a sus destinos. El reloj marcaba las 6:12 a.m., y Kike, con el corazón latiendo como tambor de fiesta, despertaba sabiendo que ese no sería un día cualquiera: ese era el día del lanzamiento de su primer libro, “Historias que inspiran la imaginación”.

Aquel libro no había nacido por casualidad. Había germinado entre leyendas y sueños, en una tierra mágica, donde cada relato estaba lleno de emoción, sanación y una chispa de esperanza. Sus páginas tenían el don de transformar al lector, sumergiéndolo en historias que hacían soñar, reflexionar y volver a creer en lo cotidiano.

Como cada mañana, Kike se sumergió en su ritual sagrado: meditación, yoga, oración, fortalecimiento físico y una lectura inspiradora. Ese día lo acompañó Gabo, con su obra “Vivir para contarla”, como si el maestro supiera que hoy, Kike también estaba a punto de comenzar a “contar su vida”.

A las 3:00 p.m., en el Café Zeratema, se realizaría el gran lanzamiento. Además, existía la posibilidad de una entrevista radial con Radiosur 106.4 FM, gracias al amigo de Karen que viajaba desde Bogotá sólo para ese encuentro especial.

Mientras Juanpis, su hijo, dormía plácidamente en los brazos de Morfeo, Kike desayunaba junto a Karen y Omar. Karen, como enviada de los dioses, había preparado unos huevos criollos revueltos con cebolla y tomate, envueltos asados y un espumoso chocolate que parecía bendecido por el mismísimo Gabriel García Márquez.

El reloj no perdonaba. Kike alistó su mejor atuendo, repasó su discurso 18 veces frente al espejo y, con algunos ejemplares en su morral, partió apresurado hacia el Café. A mitad de camino, comenzó a lloviznar suavemente, como si el cielo también quisiera participar del evento. Kike apuró el paso bajo aquella lluvia mística y llegó al lugar a las 2:27 p.m.

Karen y Omar lo llamaron, preguntando por una sombrilla. Kike, con voz serena, les indicó dónde hallarla y ellos emprendieron camino para apoyarlo, mientras Juanpis seguía durmiendo, como si su inocencia supiera que los sueños también se sueñan despiertos.

Faltando pocos minutos para las tres, Kike revisó su celular. Mensajes llegaban como bendiciones: amigos de distintas partes del país le deseaban suerte y le agradecían la invitación, aunque muchos estaban viajando por Semana Santa. Kike entendió entonces que el día no era perfecto, pero el momento sí lo era.

Doña Laura, organizadora del evento, improvisó como una maga, aunque no había micrófono. Entonces Kike, con su voz como instrumento, decidió hacer algo fuera de lo común: ir mesa por mesa, llevando su historia como un vendedor de sueños.

En la primera mesa encontró a Johanna y su compañero, invitados por doña Liliana, quienes quedaron cautivados por el relato. Luego visitó dos mesas más, donde fue recibido con sonrisas y gratitud. Finalmente, se acercó a los profesores Robinson Galvis y su familia, quienes le expresaron su apoyo y prometieron adquirir el libro en la quincena.


El balance fue tan positivo como el amanecer de ese día: dos de cuatro mesas dijeron “sí” al libro. Johanna no dudó en llevarse un ejemplar, y Kike le escribió una dedicatoria que parecía más bien un conjuro de gratitud:

La vida, en su forma más bonita, une a las personas a través de pequeños detalles… como un libro, una historia o una simple coincidencia.
Hoy me llena de alegría saber que “Historias que Inspiran” llamó tu atención y tocó tu corazón, porque detrás de cada palabra hay un pedacito de mi alma, mis sueños y mis aprendizajes.
Gracias por abrirle espacio en tu vida a estas páginas, por apoyar este sueño y por recordarme que los mensajes encuentran su camino hacia las personas indicadas.
Que cada historia aquí escrita te abrace, te haga sonreír y te inspire a seguir creyendo en la magia de la vida.

Fotos, abrazos y sonrisas sellaron el encuentro. Kike agradeció profundamente a Laura, quien le reiteró su apoyo incondicional para futuros lanzamientos. Con el corazón hinchado de gratitud, emprendió el regreso a casa, inquieto por haber dejado solo a su pequeño Juanpis.

Ya en casa, lo encontró despierto. Le calentó el almuerzo con el mismo amor con el que había cocinado su libro. A la media hora, regresaron Karen y Omar con una noticia que haría vibrar el alma de Kike: el periodista ya venía en camino a Silvania.

A las 9:00 p.m., don Víctor llegó. Karen los presentó y, sin más preámbulos, el periodista propuso hacer de inmediato la entrevista. Fueron casi seis minutos intensos, donde las preguntas fueron precisas y las respuestas de Kike, certeras como flechas del alma.

La noche se extendió entre charlas sobre literatura, periodismo, anécdotas y risas que sanaban el alma. A la una de la mañana, se despidieron para descansar, aunque el corazón de Kike seguía despierto, latiendo con fuerza.

El domingo traería nuevas sorpresas. Antes de regresar a Bogotá, don Víctor prometió grabar unos videos promocionales para presentar el libro de Kike.

¿Qué más aventuras le aguardaban al soñador de Villa de las Bendiciones?

…Esta historia continuará.

 

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