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martes, 25 de marzo de 2025

#El Misterio de la Bendición Invisible


 La noche del lunes 24 de marzo en Villa de las Bendiciones era tibia y serena. El cielo despejado revelaba con nitidez las estrellas de Orión, como testigos silenciosos de lo que estaba por suceder. Kike meditaba sobre los tres días del puente festivo, cuando la villa se vaciaba porque sus habitantes viajaban a otras ciudades. Su vecino Carlos Vera y su familia se habían marchado el viernes, dejando un aire de soledad flotando en el ambiente. Pero esa soledad no duraría mucho.

La llegada inesperada de don Ricardo Sáenz transformó por completo la atmósfera de Villa de las Bendiciones. Aquel hombre, dueño de una casa de descanso pegada a la villa, apareció como un presagio. Kike lo divisó a las 10:00 a. m. y, guiado por una extraña intuición, se acercó sigilosamente. Nunca había tenido la oportunidad de conocerlo a fondo, pero sintió el impulso de hablarle sobre su libro.

Don Ricardo, con una sonrisa amable, lo recibió en su casa "La Perla" y le ofreció un tinto caliente. Mientras el aroma del café llenaba el aire, Kike se presentó con entusiasmo:

—Soy Jaime Humberto Sanabria, autor de Historias que Inspiran, un libro nacido de mi pasión por la escritura, la reflexión y la vida misma. A través de estas páginas, invito al lector a sumergirse en relatos que lo harán soñar, reflexionar y encontrar la inspiración en lo cotidiano...

Don Ricardo lo interrumpió sorprendido:

—Uyy, Kike, eso suena inspirador y poético. Te lo compro.

El vínculo entre ambos se selló en ese instante. Hablaron sobre la noble labor de don Ricardo, quien diseñaba dotaciones para los bomberos. Como muestra de gratitud, Kike le firmó una dedicatoria en su libro:

Ricardo, gran amigo y vecino en Villa de las Bendiciones, admiro profundamente tu labor en el diseño de implementos y dotaciones para el cuerpo de bomberos. Tu trabajo, aunque muchas veces silencioso, es fundamental para la seguridad y bienestar de la sociedad en momentos críticos.

Aquel día, Kike también envió por mensajería un ejemplar de su libro a su hermano Eduardo y a su cuñada Luz Marina en Bogotá. La conexión entre los sucesos tomaba un carácter casi profético.


Al día siguiente, Kike y don Ricardo cumplieron con la tarea de sembrar cinco colinos de banano: tres para Villa de las Bendiciones y dos para la huerta comunal. Don Ricardo, con su experiencia, le sugirió también plantar tres palmas en un punto estratégico, cerca del camino pavimentado que dividía la casa. Kike aceptó el consejo y, con paciencia, abrió los tres huecos, les agregó abono y tierra orgánica, y sembró las palmas justo antes del anochecer.

Con la satisfacción del trabajo cumplido, cenó con Juanpis y, al caer la noche, sintió un escalofrío inexplicable. Alzó la vista al cielo y se quedó pasmado. Las tres palmas que acababa de plantar parecían apuntar directamente a las tres estrellas de Orión, reflejando un enigma oculto en la noche despejada.

Una ola de frío recorrió su espalda. Recordó la antigua leyenda egipcia sobre las tres pirámides de Giza, construidas en alineación con esas mismas estrellas. Investigó al respecto y descubrió que, según los egipcios, aquellas estrellas representaban el descanso del alma de Osiris, el dios de la resurrección y el juicio de los difuntos.

Kike se sintió atrapado en un vínculo mágico con el universo. Tres días festivos, tres colinos sembrados, tres palmas creciendo firmes y apuntando al cielo, tres estrellas iluminando la noche... ¿Casualidad o destino?

A la medianoche del lunes 24 de marzo, Kike se sentó a escribir en su blog. Tituló su relato El Misterio de la Bendición Invisible. Aún no sabía qué secretos ocultaba aquel tríptico de coincidencias, pero algo le decía que era solo el comienzo.

Esta historia continuará...La noche del lunes 24 de marzo en Villa de las Bendiciones era tibia y serena. El cielo despejado revelaba con nitidez las estrellas de Orión, como testigos silenciosos de lo que estaba por suceder. Kike meditaba sobre los tres días del puente festivo, cuando la villa se vaciaba porque sus habitantes viajaban a otras ciudades. Su vecino Carlos Vera y su familia se habían marchado el viernes, dejando un aire de soledad flotando en el ambiente. Pero esa soledad no duraría mucho.

La llegada inesperada de don Ricardo Sáenz transformó por completo la atmósfera de Villa de las Bendiciones. Aquel hombre, dueño de una casa de descanso pegada a la villa, apareció como un presagio. Kike lo divisó a las 10:00 a. m. y, guiado por una extraña intuición, se acercó sigilosamente. Nunca había tenido la oportunidad de conocerlo a fondo, pero sintió el impulso de hablarle sobre su libro.

Don Ricardo, con una sonrisa amable, lo recibió en su casa "La Perla" y le ofreció un tinto caliente. Mientras el aroma del café llenaba el aire, Kike se presentó con entusiasmo: 


—Soy Jaime Humberto Sanabria, autor de Historias que Inspiran, un libro nacido de mi pasión por la escritura, la reflexión y la vida misma. A través de estas páginas, invito al lector a sumergirse en relatos que lo harán soñar, reflexionar y encontrar la inspiración en lo cotidiano...

Don Ricardo lo interrumpió sorprendido:

—Uyy, Kike, eso suena inspirador y poético. Te lo compro.

El vínculo entre ambos se selló en ese instante. Hablaron sobre la noble labor de don Ricardo, quien diseñaba dotaciones para los bomberos. Como muestra de gratitud, Kike le firmó una dedicatoria en su libro:

Ricardo, gran amigo y vecino en Villa de las Bendiciones, admiro profundamente tu labor en el diseño de implementos y dotaciones para el cuerpo de bomberos. Tu trabajo, aunque muchas veces silencioso, es fundamental para la seguridad y bienestar de la sociedad en momentos críticos.

Aquel día, Kike también envió por mensajería un ejemplar de su libro a su hermano Eduardo y a su cuñada Luz Marina en Bogotá. La conexión entre los sucesos tomaba un carácter casi profético.

Al día siguiente, Kike y don Ricardo cumplieron con la tarea de sembrar cinco colinos de banano: tres para Villa de las Bendiciones y dos para la huerta comunal. Don Ricardo, con su experiencia, le sugirió también plantar tres palmas en un punto estratégico, cerca del camino pavimentado que dividía la casa. Kike aceptó el consejo y, con paciencia, abrió los tres huecos, les agregó abono y tierra orgánica, y sembró las palmas justo antes del anochecer.

Con la satisfacción del trabajo cumplido, cenó con Juanpis y, al caer la noche, sintió un escalofrío inexplicable. Alzó la vista al cielo y se quedó pasmado. Las tres palmas que acababa de plantar parecían apuntar directamente a las tres estrellas de Orión, reflejando un enigma oculto en la noche despejada.

Una ola de frío recorrió su espalda. Recordó la antigua leyenda egipcia sobre las tres pirámides de Giza, construidas en alineación con esas mismas estrellas. Investigó al respecto y descubrió que, según los egipcios, aquellas estrellas representaban el descanso del alma de Osiris, el dios de la resurrección y el juicio de los difuntos.

Kike se sintió atrapado en un vínculo mágico con el universo. Tres días festivos, tres colinos sembrados, tres palmas creciendo firmes y apuntando al cielo, tres estrellas iluminando la noche... ¿Casualidad o destino?

A la medianoche del lunes 24 de marzo, Kike se sentó a escribir en su blog. Tituló su relato El Misterio de la Bendición Invisible. Aún no sabía qué secretos ocultaba aquel tríptico de coincidencias, pero algo le decía que era solo el comienzo.

Esta historia continuará...

sábado, 16 de noviembre de 2024

#El Faro de Esperanza de Kike


 Era un anochecer de calma tras una tarde de lluvia torrencial en una región bañada por ríos de aguas cristalinas, nacidos de las montañas que, con las lluvias, aumentaban su caudal con furia majestuosa. A 600 metros de Silvania, en una casa con una vista privilegiada hacia una naturaleza exuberante de palmeras tropicales, árboles frutales y flores multicolores, Kike disfrutaba de la armonía que solo un paraíso terrenal podía ofrecer.

El canto de los grillos componía una sinfonía que envolvía en paz interior. Había terminado de almorzar un plato inusual para su rutina: frijoles cabecita negra, preparados sin olla a presión, acompañados de carne, plátano verde, cebolla, ajo y tomate al vapor. Todo fue servido con arroz integral con verduras y un jugo fresco de zanahoria. Aquella comida no solo llenó su cuerpo, sino que, al sentarse a escribir, sentía cómo su espíritu se nutría también.

Esa noche, Kike reflexionaba sobre los tres deseos que solo él y Dios conocían. Uno ya se había cumplido seis meses atrás; el segundo estaba en camino, esperando su momento justo; el tercero, aunque más distante, lo había dejado en manos del Universo. Mientras meditaba, cayó en cuenta de una conexión especial que había comenzado a notar en su vida: la recurrencia del número 9 y los múltiplos de 3.

El Poder del Número 9 y Su Significado Bíblico

Según la Biblia, el número 9 simboliza plenitud y perfección divina. Es el número de los frutos del Espíritu mencionados en Gálatas 5:22-23, y representa la realización de los planes de Dios. Para Kike, estas asociaciones no eran casualidad. Cada vez que sumaba los números significativos de su vida, siempre encontraba el 9 o el 3, reafirmando su convicción de que estaba en sintonía con algo mayor.

Nació el 5-12-1963: al sumar las cifras y dividir, daba 3. Su libro tenía 48 capítulos: 4+8 = 12, dividido por 3. Incluso el precio de su libro reflejaba esta conexión: 18 euros la versión física y 9 la digital. Kike recordaba con asombro que cuando escribía después de despertarse a las 3:33 a.m., las ideas fluían con una claridad inusual, casi mágica.

Tesla y las Llaves del Universo

Kike también se inspiró en Nikola Tesla, quien consideraba al 9 como la clave del Universo. Tesla vivía obsesionado con los múltiplos de 3, un patrón que veía en la naturaleza y en las leyes fundamentales de la realidad. Esto resonaba profundamente en Kike, quien había adoptado hábitos para alinearse con este número mágico. Entrenaba 18 kilómetros, hacía 15 o 18 repeticiones en ejercicios, y, al llegar a casa, daba tres vueltas alrededor antes de entrar.

Esta disciplina no era superstición; era un recordatorio constante de su conexión con lo divino y con el orden universal.

Transformación a Través de la Fe y la Autoexploración

En los meses recientes, Kike había enfrentado un desafío inesperado: la ausencia de su esposa e hijo, quienes estaban acompañando a su suegra en una delicada operación. Los primeros días fueron difíciles, pero pronto transformó la soledad en una oportunidad para crecer. Se sumergió en la lectura de la Biblia, donde encontraba mensajes de sabiduría, y en obras literarias que le prestaban en la biblioteca local.

Kike aprendió a canalizar sus emociones a través de la escritura, la meditación y el atletismo. En los momentos más difíciles, recitaba mantras y se refugiaba en la práctica del yoga, fortaleciéndose tanto física como espiritualmente. Con el tiempo, la autodisciplina y la fe en sí mismo le permitieron superar obstáculos que parecían insuperables.

Una Enseñanza para Todos

La historia de Kike nos enseña que, al confiar en nosotros mismos y en un propósito mayor, podemos superar las adversidades más grandes. Así como el número 9 se alinea con la perfección divina, nuestras vidas pueden alinearse con el éxito y la realización si encontramos la libertad y la creatividad en nuestro interior.

Tal como decía Tesla, "Si supieras la magnificencia del 3, 6 y 9, tendrías la llave del Universo". Kike es un faro de esperanza que nos invita a buscar esa llave dentro de nosotros mismos.

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