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viernes, 16 de mayo de 2025

🌄 "El regreso de Linda y el emprendimiento del tinto que despierta los sentidos"


 Érase un miércoles 7 de mayo de 2025, en un rincón mágico y escondido de Colombia donde los amaneceres parecen recién pintados por ángeles y los atardeceres se deslizan como poemas sobre la piel del alma. Ese lugar lleva por nombre Villa de las Bendiciones, un pedacito de Silvania donde el tiempo se detiene, la tierra susurra secretos antiguos y el viento tiene memoria.

A las 6:40 a.m., Kike despertó como quien vuelve de un sueño largo y sabio. Había sido una semana incierta, pero luminosa, y ese miércoles traía consigo un sabor a esperanza. Mientras el aroma de la mañana le acariciaba los sentidos, meditó sobre los milagros del día anterior: Juanpis, su joven aprendiz, había ingresado con alegría al Instituto Sensoriales, y lo más esperado de todo, Linda —su compañera de vida y travesía— regresaba tras 90 días de ausencia.

Durante esos tres meses, Linda había acompañado con amor maternal a Taly, su hija, en la recuperación del parto de los mellizos, sus nuevos nietos. Aunque la distancia había sido larga, sus corazones permanecieron entrelazados por la esperanza, los mensajes y los sueños compartidos. Eran abuelos, sí, pero de espíritu inquieto y alma joven.

Esa mañana, Kike y Juanpis salieron temprano a recorrer las calles del pueblo con su emprendimiento de venta de tintos en su termo mágico. El aire fresco les hablaba de nuevos comienzos. Trabajaron con disciplina hasta las 11:00 a.m., justo cuando las nubes empezaban a tejer la promesa de lluvia. Regresaron a casa, y Kike, entre escobas, trapos y fragancias cálidas, preparó todo para recibir a su reina.

A las 11:57 a.m., sonó el teléfono.

¡Amor, voy en camino! —dijo la voz de Linda, vibrante como un tambor de fiesta.

El corazón de Kike latió con fuerza. Como un niño esperando Navidad, se apresuró a embellecer cada rincón. A las 12:40 p.m., Linda llegó en una flota que iba con destino a Armenia. Su encuentro fue un abrazo de almas, un cruce de miradas que lo decía todo sin palabras.

Dejaron las maletas con el muchacho del supermercado y caminaron tomados de la mano hasta la plaza central, donde los esperaban don Wilson —el sabio del pueblo— y la ingeniera Martha Poveda, una mujer de mirada serena y mente despierta. Allí, entre mesas de madera y flores frescas, hicieron el balance del trabajo de Kike vendiendo tintos en los negocios.

Don Wilson, con su sonrisa de servicio eterno, se conmovió.

Kike, tus pasos dejan huella, y no de café… sino de futuro —dijo, mientras levantaba su pocillo.

Y en ese instante, sucedió la magia: acordaron formar una sociedad en la que Kike y Linda recibirían el 50% de las ganancias, y el otro 50% sería para don Wilson y doña Martha. Nacía así, oficialmente, un nuevo emprendimiento… pero no uno cualquiera.

Antes del brindis, don Wilson se puso de pie y declaró con solemnidad:


Este no es cualquier café. Es café 100% natural de Silvania, cultivado sin pesticidas, herbicidas ni fungicidas. Es salud líquida. Lo que se toma aquí no enferma, despierta.

La ingeniera Martha completó:

—Nuestro café es puro, limpio, lleno de alma. Es tierra hecha esencia.

Kike sintió que algo profundo se encendía en él. No era solo café, era un símbolo. Un acto de amor a la vida, a la salud, al planeta. Y así lo entendió Linda también.

Entonces este emprendimiento —dijo ella— será un despertar. Serviremos vida en cada taza.

Mientras tanto, Juanpis, ajeno a todo el revuelo, los esperaba feliz en casa, viendo videos de YouTube. Pero todos sabían que esa historia apenas comenzaba.

Por la tarde, Kike hizo su recorrido habitual. Regresó con un buen balance de ventas, y al caer el sol, los cuatro se reunieron nuevamente. Brindaron con un tinto oscuro, aromatizado con canela, anís y clavos, por ese nuevo comienzo. Una lluvia ligera bendecía desde el cielo aquella alianza naciente.

Antes de despedirse, acordaron que la semana siguiente definirían el nombre de la sociedad y el diseño del logo del emprendimiento.

Kike y Linda regresaron caminando, empapados de sueños, con el corazón danzando de alegría. Sabían que algo especial estaba naciendo… Y sabían también que ese tinto no solo despertaría sentidos, sino conciencias.

En su mente, Kike ya pensaba en el próximo paso: llevar sus libros a otro nivel. ¿Lecturas en la plaza con tinto? ¿Una colección de relatos mágicos junto a cada taza servida? ¿Un podcast donde cada episodio se escuche con aroma de Silvania?

Las ideas llovían como la tarde sobre los tejados.

La historia apenas comienza…

…y continuará. ☕✨

sábado, 15 de marzo de 2025

#El Amanecer de un Jueves 13 en Villa de las Bendiciones


 El sol apenas asomaba sus primeros destellos tras un cielo nublado cuando Kike despertó con la sensación de haber viajado a un mundo paralelo. Eran las 6:03 a.m., y la brisa templada de 22 grados abrazaba con suavidad el paisaje de Villa de las Bendiciones. Aún con los vestigios de su sueño flotando en su mente, Kike se incorporó con energía, consciente de que el día le deparaba retos y misterios por descubrir. Realizó, su acostumbrada rutina diaria de meditación, lectura y escritura durante tres horas y media.

Su primera misión del día fue dedicarse a su gran pasión: comercializar sus libros. Dedicó parte de la mañana a preparar un envío especial para su amigo William Lozano, quien le había solicitado un ejemplar para regalárselo a su esposa. Con esmero, Kike escribió una dedicatoria con tinta negra sobre una página de papel de algúdon:

"*Para Sonia Milena, gran lectora,

En nombre de tu esposo William, quien te obsequia este libro con el aprecio y amistad que nos une desde hace años. William me ha expresado con emoción su pasión por la lectura y su deseo de apoyarme en la difusión de esta obra.

A través de estas páginas, te invito a sumergirte en relatos que harán soñar, reflexionar y encontrar la inspiración en lo cotidiano. Que cada historia te acompañe y te motive, así como la lectura ha sido una fuente inagotable de conocimiento y disfrute para ti.*"

Kike cerró el sobre con la satisfacción de quien deposita un tesoro en las manos correctas. Pasado el mediodía, salió a realizar el envío y, en el trayecto, su mente vagó hacia un pensamiento recurrente: hace un mes había sido bendecido con la llegada de sus nietos mellizos. Pronto, los visitaría.

Pero el día aún guardaba una prueba para él. A las 3:00 p.m., Kike se propuso encontrar la fundación LEVI, un lugar dedicado al cuidado de ancianos. En un intento previo, la dirección se había convertido en un acertijo sin respuesta. Sin embargo, esta vez, trotó con determinación hasta dar con una vieja casona de muros desgastados y un jardín de girasoles mustios. Golpeó la puerta, y fue recibido por una mirada anciana y profunda. Segundos después, aparecieron don Marcos y el pastor Jorge Mancipe, quienes le abrieron el paso al recinto.

Allí, el aire pesaba con los suspiros de las almas que aguardaban recuerdos. Los ancianos, con miradas extraviadas en el tiempo, se aferraban a la presencia de Kike, como si con ello pudieran evitar desvanecerse en el olvido. Mientras la directora, doña Consuelo, atendía a un representante de la alcaldía para gestionar más alimentos, Kike observaba con el corazón encogido aquella comunidad de soledades compartidas. Al poco tiempo, fue invitado a una merienda de tinto y arroz de leche, mientras exponía su propuesta: organizar un "Banquete del Millón" para recaudar fondos, prometiendo donar el 10% de las ventas de su libro a la fundación.

El entusiasmo encendió las pupilas de doña Consuelo y don Marcos. Al despedirse, Kike sintió que cada apretón de manos era un ruego silencioso por no ser olvidado.

De vuelta en casa, la luna ya se alzaba sobre Villa de las Bendiciones. Preparó su cena: lentejas con arroz, papa salada, carne de cerdo asada y jugo de guatila con azúcar y gotas de limón, un sabor cercano al kiwi. A las 7:30 p.m., con energía renovada, comenzó a escribir en su blog: "Salomé y el Secreto de la Tierra Viva", la historia de una niña prodigio que amaba la naturaleza y cuyo padre defendía el uso de abonos orgánicos para proteger el suelo.

Cuando la 1:00 a.m. marcó el final de su jornada, Kike cerró los ojos con una satisfacción inexplicable. En su mente aún danzaban las miradas de los abuelos de la fundación, acompañadas por un pensamiento: mañana seré un 1% mejor.

domingo, 2 de marzo de 2025

#El despertar de Kike: entre la magia y el destino


 El amanecer del 28 de febrero trajo consigo un resplandor dorado que teñía el horizonte. A las 5:40 a. m., Kike despertó con una energía vibrante, sintiéndose pleno y fortalecido a pesar de los retos que la vida le había presentado. Mientras observaba el infinito desde su ventana, sintió una conexión inexplicable con el universo, como si una fuerza invisible le susurrara al oído: Hoy es un día especial. Sus pensamientos se entrelazaban con la brisa matutina, recordándole que no había razones para quejarse, pues su salud era inquebrantable y su espíritu, indomable.

A las 6:00 a. m., inició su ritual sagrado: tres horas de meditación, yoga, lectura, escritura y ejercicios físicos. Era su forma de prepararse para lo desconocido, para recibir el día con la serenidad de un monje y la determinación de un guerrero. Al finalizar, una llamada interrumpió su momento de introspección. Era Wilson, el ingeniero de la UMATA, quien, con un tono eufórico, le extendió una invitación:

—Te espero el lunes, Kike. Necesito tu ayuda para elaborar un blog sobre la entrega de elementos del campo a las personas que asistieron a las capacitaciones.

Kike sonrió. Trabajar gratis con la Alcaldía de Silvania a través de la UMATA siempre le había llenado el alma. No había dinero de por medio, pero la satisfacción de ayudar era su mayor recompensa.

Luego de desayunar, tomó el teléfono y marcó el número de su padrino, Félix Torres. Desde 1991 no se veían, pero cada fecha especial los unía a través de llamadas cargadas de risas y recuerdos. Su amistad se había forjado en los pasillos de la Notaría Novena y se mantenía intacta con el tiempo. Como siempre, la llamada inició con su tradicional intercambio de apodos:

—¡Hola, Tigre de la Malasia! —exclamó Kike con entusiasmo.

—¡Hola, Gabriel García Márquez! —respondó su padrino, riendo.

Kike sintió una oleada de emoción. Días atrás, algunos amigos ya le habían mencionado que su estilo de escritura evocaba el realismo mágico del maestro Gabo, pero escucharlo de su padrino lo hizo sentir que su obra realmente estaba dejando huella. Félix, con su voz cargada de afecto, le pidió un ejemplar de su nuevo libro Historias que inspiran la imaginación.

—Tus relatos trascienden fronteras, Kike. Tienes magia en tus palabras. Enviémelo con una dedicatoria para mí y para Lucerito. Será un honor leerte.

Con el corazón lleno de gratitud, Kike redactó la dedicatoria:

A mis queridos padrinos, Félix Torres y Luz Amanda Díaz.

A Félix, el Tigre de Malasia, cuya alegría ilumina cada llamada y cuyas palabras son un faro de optimismo. Tu entusiasmo me recuerda que la felicidad es una decisión diaria.

A Lucerito, un alma luminosa, fuerte y admirable. Su fortaleza y su corazón son un refugio para quienes tienen el privilegio de conocerla.

Con gratitud y cariño, Jaime Humberto Sanabria.

Esa tarde, Kike se entregó a los placeres simples: cocinó unas lentejas con cebolla y zanahoria, acompañadas de arroz integral y carne asada de cerdo. Para el jugo, experimentó con guatila, limón y azúcar, logrando un sabor similar al kiwi. Saboreó cada bocado con la certeza de que la vida estaba llena de pequeños milagros.

Al caer la noche, su mente se proyectó hacia el futuro. Marzo sería el mes de la expansión; su libro debía llegar al mundo. Ya había conquistado a su círculo cercano, ahora debía alcanzar a lectores desconocidos, almas que hallarían en sus letras un refugio. Además, al día siguiente, Doña Ligia Madagascar y su esposo lo habían invitado a presentar su libro en el Mirador Artístico de Silvania. Era la oportunidad perfecta para darse a conocer como escritor.

Antes de dormir, sintió una presencia divina envolviéndolo con su manto de paz. Cerró los ojos y sonrió. Mañana será un día 1% mejor que hoy, pensó. Y con esa certeza, se entregó al sueño.

¿Qué aventuras le esperan a Kike en el Mirador Artístico? ¿Qué maravillosas personas conocerá? ¿Cuál será su estrategia para conquistar el mundo con su obra?

Esta historia, continuará...

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