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domingo, 29 de junio de 2025

✨#"El Abrazo del Tiempo: Un Encuentro que Ilumina el Alma"


 Era un 3 de junio, y el amanecer en Villa de las Bendiciones se desplegaba como un lienzo celestial. El sol, aún tímido tras las montañas, parecía querer contar un secreto ancestral. En ese rincón encantado de Silvania, donde el tiempo parece detenerse, las aves multicolores y diminutos insectos danzaban como gotas de Dios, entonando un canto sagrado a las 3:40 de la mañana.

Kike despertó de un sueño profundo con el presentimiento de que aquel día traería algo especial. Se levantó sereno, realizó su rutina sagrada: ejercicios, meditación y yoga. Luego preparó sus tintos y aromáticas, los elixires mágicos que lo acompañaban a diario. Se hidrató con gratitud y partió a las 5:04 am hacia el Hospital Ismael Silva de Silvania, donde cada mañana compartía no solo productos como tapabocas, tintos y aromáticas, sino también palabras de ánimo a quienes esperaban una cita médica o un examen de laboratorio.

Hasta las 8:10 am cumplió su misión matutina. Luego pasó donde don Wilson a cuadrar cuentas del día anterior. A las 9:36 am comenzó su recorrido por las arterias comerciales de Silvania: talleres de motos, carnicerías, supermercados, almacenes... Allí lo esperaban sus clientes habituales, quienes reconocían el toque especial de sus tintos y el alma sanadora de sus aromáticas, preparadas por Linda en Villa de las Bendiciones, con una fusión sagrada de yerbabuena, albahaca y homero.

A las 11:34 am, tras culminar su ruta en el punto de encuentro con los muchachos de las motos, regresó a casa, dejó sus termos mágicos, se despidió de Linda y partió rumbo a Bogotá en un Expreso Bolivariano al mediodía.

Durante el trayecto, Kike cerró los ojos y meditó. En ese instante, como un destello de intuición, recordó llamar a Don Octavio Botero, un viejo amigo y gran emprendedor de la cacharrería en el corazón de Bogotá.

—¡Hola Don Octavio! Le hablo para contarle que voy rumbo a Bogotá —dijo Kike con voz vibrante.

—¡Kike! ¡Qué alegría saber de ti! ¿Cuántos libros llevas? —respondió Don Octavio con sorpresa.

—Llevo tres ejemplares —contestó Kike.

—Perfecto, te apoyo con dos. Te espero en el almacén a las 2:30 pm —dijo con decisión.

—Gracias Don Octavio, le haré una dedicatoria muy especial —prometió Kike, con el alma encendida.

Al llegar a Soacha, Kike visitó a doña Yorly, una fiel lectora que ya había adquirido su obra meses atrás. Luego pasó a comprar productos de Omnilife y se dirigió en Transmilenio hasta la estación San José, desde donde caminaría a su destino: la mítica cacharrería El Rayo, un templo del emprendimiento en Bogotá, fundado hace 33 años.

Allí, en medio de cajas, estanterías y memorias, lo recibió William, antiguo empleado y testigo del legado de Don Octavio. Conversaron sobre el libro, sobre los días pasados y las esperanzas renovadas. De pronto, bajó por las escaleras Don Octavio, quien interrumpió una importante junta directiva para abrazar al viejo amigo que no veía desde 1997.

El tiempo pareció detenerse mientras se fundían en un abrazo que borró décadas. Kike recordaba los días en que le había colaborado con trámites notariales y asesorías, y Don Octavio evocaba su confianza en aquel joven honesto que hoy llegaba como escritor.

Kike lo felicitó por su evolución: más de tres almacenes, más de 30 empleados, y una reputación impecable. Luego le entregó una dedicatoria escrita desde el alma:


Dedicatoria especial para Don Octavio Botero, su esposa e hijos

Con profundo aprecio y admiración, dedico estas palabras a usted, Don Octavio, entrañable amigo y destacado comerciante del mundo de la cacharrería y papelería; fundador visionario de la tradicional Cacharrería El Rayo, que desde hace 33 años ha iluminado con su servicio y compromiso el corazón de su comunidad.

Gracias por su valioso apoyo al adquirir dos ejemplares de mi primera obra, Historias que Inspiran la Imaginación. Su gesto no solo impulsa mi camino como escritor, sino que también me confirma que la amistad sincera y el respaldo genuino siguen siendo pilares fundamentales para crecer.

Que este libro sea una chispa más que alimente su luz interior y la de su hermosa familia, y que siga cosechando éxitos, como lo ha hecho durante toda una vida de esfuerzo y dedicación.

Gracias por creer en mí y por valorar este humilde emprendimiento literario.

Con bendiciones, respeto y aprecio sincero,
Jaime Humberto Sanabria
Villa de las Bendiciones, Silvania – Colombia
Junio 03 de 2025


No hubo tiempo para largas charlas. Don Octavio debía regresar a su reunión con empresarios y directivos. Pero para Kike, ese breve reencuentro fue un destello de eternidad, una lección viva: el tiempo no borra los lazos verdaderos, los fortalece.

Con algunas compras bajo el brazo, emprendió el regreso a Villa de las Bendiciones. Llegó sobre las 7:02 pm. Allí lo esperaba Linda con su sonrisa cálida y una aromática humeante.

Esa noche, al cerrar los ojos, Kike agradeció por el día vivido, por la amistad revivida y por la magia del reencuentro. Sintió que ese día era un susurro de la vida, recordándole que revivir momentos felices no solo nutre el alma, sino que también le da sentido al presente.

Porque cada encuentro verdadero es una chispa que enciende el corazón.


🌟 Esta historia continuará...

La siguiente aventura llevará a Kike al encuentro con una gran emprendedora y profesional de la salud en Silvania.
¿Qué otros misterios y enseñanzas le deparará la vida cotidiana?

viernes, 16 de mayo de 2025

🌄 "El regreso de Linda y el emprendimiento del tinto que despierta los sentidos"


 Érase un miércoles 7 de mayo de 2025, en un rincón mágico y escondido de Colombia donde los amaneceres parecen recién pintados por ángeles y los atardeceres se deslizan como poemas sobre la piel del alma. Ese lugar lleva por nombre Villa de las Bendiciones, un pedacito de Silvania donde el tiempo se detiene, la tierra susurra secretos antiguos y el viento tiene memoria.

A las 6:40 a.m., Kike despertó como quien vuelve de un sueño largo y sabio. Había sido una semana incierta, pero luminosa, y ese miércoles traía consigo un sabor a esperanza. Mientras el aroma de la mañana le acariciaba los sentidos, meditó sobre los milagros del día anterior: Juanpis, su joven aprendiz, había ingresado con alegría al Instituto Sensoriales, y lo más esperado de todo, Linda —su compañera de vida y travesía— regresaba tras 90 días de ausencia.

Durante esos tres meses, Linda había acompañado con amor maternal a Taly, su hija, en la recuperación del parto de los mellizos, sus nuevos nietos. Aunque la distancia había sido larga, sus corazones permanecieron entrelazados por la esperanza, los mensajes y los sueños compartidos. Eran abuelos, sí, pero de espíritu inquieto y alma joven.

Esa mañana, Kike y Juanpis salieron temprano a recorrer las calles del pueblo con su emprendimiento de venta de tintos en su termo mágico. El aire fresco les hablaba de nuevos comienzos. Trabajaron con disciplina hasta las 11:00 a.m., justo cuando las nubes empezaban a tejer la promesa de lluvia. Regresaron a casa, y Kike, entre escobas, trapos y fragancias cálidas, preparó todo para recibir a su reina.

A las 11:57 a.m., sonó el teléfono.

¡Amor, voy en camino! —dijo la voz de Linda, vibrante como un tambor de fiesta.

El corazón de Kike latió con fuerza. Como un niño esperando Navidad, se apresuró a embellecer cada rincón. A las 12:40 p.m., Linda llegó en una flota que iba con destino a Armenia. Su encuentro fue un abrazo de almas, un cruce de miradas que lo decía todo sin palabras.

Dejaron las maletas con el muchacho del supermercado y caminaron tomados de la mano hasta la plaza central, donde los esperaban don Wilson —el sabio del pueblo— y la ingeniera Martha Poveda, una mujer de mirada serena y mente despierta. Allí, entre mesas de madera y flores frescas, hicieron el balance del trabajo de Kike vendiendo tintos en los negocios.

Don Wilson, con su sonrisa de servicio eterno, se conmovió.

Kike, tus pasos dejan huella, y no de café… sino de futuro —dijo, mientras levantaba su pocillo.

Y en ese instante, sucedió la magia: acordaron formar una sociedad en la que Kike y Linda recibirían el 50% de las ganancias, y el otro 50% sería para don Wilson y doña Martha. Nacía así, oficialmente, un nuevo emprendimiento… pero no uno cualquiera.

Antes del brindis, don Wilson se puso de pie y declaró con solemnidad:


Este no es cualquier café. Es café 100% natural de Silvania, cultivado sin pesticidas, herbicidas ni fungicidas. Es salud líquida. Lo que se toma aquí no enferma, despierta.

La ingeniera Martha completó:

—Nuestro café es puro, limpio, lleno de alma. Es tierra hecha esencia.

Kike sintió que algo profundo se encendía en él. No era solo café, era un símbolo. Un acto de amor a la vida, a la salud, al planeta. Y así lo entendió Linda también.

Entonces este emprendimiento —dijo ella— será un despertar. Serviremos vida en cada taza.

Mientras tanto, Juanpis, ajeno a todo el revuelo, los esperaba feliz en casa, viendo videos de YouTube. Pero todos sabían que esa historia apenas comenzaba.

Por la tarde, Kike hizo su recorrido habitual. Regresó con un buen balance de ventas, y al caer el sol, los cuatro se reunieron nuevamente. Brindaron con un tinto oscuro, aromatizado con canela, anís y clavos, por ese nuevo comienzo. Una lluvia ligera bendecía desde el cielo aquella alianza naciente.

Antes de despedirse, acordaron que la semana siguiente definirían el nombre de la sociedad y el diseño del logo del emprendimiento.

Kike y Linda regresaron caminando, empapados de sueños, con el corazón danzando de alegría. Sabían que algo especial estaba naciendo… Y sabían también que ese tinto no solo despertaría sentidos, sino conciencias.

En su mente, Kike ya pensaba en el próximo paso: llevar sus libros a otro nivel. ¿Lecturas en la plaza con tinto? ¿Una colección de relatos mágicos junto a cada taza servida? ¿Un podcast donde cada episodio se escuche con aroma de Silvania?

Las ideas llovían como la tarde sobre los tejados.

La historia apenas comienza…

…y continuará. ☕✨

martes, 3 de diciembre de 2024

#Una Jornada Inspiradora para Emprendedores de Silvania en Ágora Bogotá

El amanecer en Silvania pintaba el cielo de nubes naranjas, reflejando la serenidad de una mañana tibia. Frente a la alcaldía, a las 6:00 a.m., Jheraldine y Wilmer, representantes de la Casa de la Mujer, aguardaban junto a un grupo de entusiastas emprendedores. El bus, gestionado por el alcalde Dr. Ricardo Pulido como parte de su compromiso con los pequeños y medianos empresarios, estaba listo para llevarlos al evento “Encuentro Regional ZASCA”, organizado por la Cámara de Comercio de Bogotá e Innpulsa.

En el recorrido, el bus fue llenándose de energía emprendedora mientras recogían participantes en Subia, San Raimundo, Granada y Soacha. Entre conversaciones y nuevas amistades, los emprendedores compartían expectativas sobre las técnicas de innovación que aprenderían. En medio de ellos, un escritor tomaba notas y leía, capturando la esencia de este inspirador viaje.


Al llegar al Centro de Convenciones Ágora Bogotá, a las 9:30 a.m., los emprendedores se registraron y disfrutaron de un cálido tinto o aromática cortesía de los anfitriones. A las 10:00 a.m., el evento comenzó con las palabras de Ovidio Claros Polanco, Presidente Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Bogotá, quien motivó a los asistentes con historias de éxito. Relató cómo emprendedores de San Victorino pasaron de pequeñas ideas a participar en ferias internacionales como en Nueva York, subrayando el poder del aprendizaje continuo y el trabajo duro.

El consultor César Sánchez tomó la palabra para compartir lecciones sobre innovación y competencia, mostrando cómo grandes empresas como Kodak cayeron ante pequeñas pero disruptivas ideas como Instagram. Inspiró a los emprendedores con ejemplos como Walt Disney y J.K. Rowling, destacando que la perseverancia y la pasión pueden convertir sueños en realidades.

Leonardo Rocha, mentor de emprendimiento, motivó con su lema: “Sigue adelante, el emprendimiento es el camino”, mientras que Juan David Castaño, vicepresidente de fortalecimiento empresarial de la Cámara de Comercio, enfatizó que la unión y las alianzas multiplican los esfuerzos, citando ejemplos de éxito en Silvania y otros lugares.

A las 12:30 p.m., los asistentes disfrutaron de un delicioso almuerzo, seguido por exposiciones de figuras destacadas como Diana Linares, quien destacó el poder de las asociaciones en sectores como el cacao y el plástico. Alex González de Dupont presentó innovaciones en empaques flexibles, y Melissa Parra, de Tienda Nube, destacó el crecimiento del comercio electrónico en Colombia.

La jornada concluyó con las palabras de Arturo Calle, un ejemplo de perseverancia empresarial, quien compartió lecciones de honestidad, manejo financiero y compromiso social que han hecho de su marca un ícono nacional.

A las 3:30 p.m., el bus los esperaba para el regreso. Durante el trayecto, Jheraldine y Wilmer agradecieron a los participantes con un mensaje lleno de optimismo:

"Gracias a todos por su esfuerzo y dedicación. Sigamos con el mismo entusiasmo, porque el emprendimiento es el motor de nuestro crecimiento. ¡Nos vemos en la próxima aventura!"

Así, los emprendedores regresaron a Silvania con la certeza de que cada aprendizaje y experiencia vivida es un paso hacia un futuro mejor.

 

miércoles, 13 de noviembre de 2024

#Relato de una Emprendedora en Silvania: La Magia de ChocoAmor

En la vereda Loma Alta, de la encantadora Silvania, habita una mujer que ha logrado convertir el trabajo cotidiano en un acto de amor y perseverancia. Paola Bravo, conocida entre sus vecinos como “la artesana de los sabores,” lleva años demostrando que la sencillez y la elegancia pueden, efectivamente, conquistar lo imposible. No se ha limitado por los obstáculos; al contrario, los ha convertido en el impulso para seguir adelante.

Paola es madre, hermana, cuidadora, y esposa. Ella misma cuenta que el nombre de su emprendimiento, ChocoAmor, surgió de una chispa de inspiración una noche mientras observaba a sus hijos dormidos. Sabía que su amor por ellos tenía el poder de crear algo especial, y así decidió elaborar chocolatinas que no solo fueran deliciosas, sino que también llevaran consigo pequeños mensajes de amor y esperanza en cada figura y detalle.

Con solo dos años de experiencia en la chocolatería, Paola ha ido aprendiendo poco a poco, moldeando y perfeccionando cada figura como si fuera una obra de arte, derritiendo chocolate con paciencia y decorando cada pieza con una atención casi mágica. Sus creaciones han tomado forma en corazones, estrellas, hojas, y figuras que evocan la naturaleza que tanto ama. Cada chocolate es un símbolo de su esfuerzo, de sus días y noches dedicados a transformar el cacao en algo más grande que un simple dulce: en un puente de amor y conexión.

Paola siempre recuerda sus primeros días, cuando apenas comenzaba a descubrir el arte de hacer chocolatinas. La chocolatería le parecía un mundo inmenso y a veces intimidante, pero sabía que en cada reto estaba la oportunidad de aprender algo nuevo. Inspirada en su gente, se ha lanzado a aprender y a crecer, aprovechando las oportunidades de capacitación de la Cámara de Comercio y los programas de apoyo de la Alcaldía de Silvania. Su objetivo no es solo crecer como empresaria, sino también inspirar a otras mujeres en su comunidad para que se atrevan a perseguir sus propios sueños, por difíciles que parezcan.

Cuando no está creando nuevos sabores o moldeando figuras, Paola dedica tiempo a sí misma, un espacio que considera sagrado. “Es cuando me conecto conmigo misma, cuando pienso en lo que he logrado y en lo que quiero seguir construyendo para mí y para mi familia,” dice Paola. Esa conexión con su propio ser le da fuerzas renovadas, y su historia nos recuerda que el camino hacia los sueños está hecho de pequeños pasos, de tardes tranquilas en las que se permite escuchar música o disfrutar de un instante en silencio.

ChocoAmor se ha convertido en mucho más que un negocio; es el reflejo del carácter de Paola y de su espíritu incansable. Paola no es una mujer que necesite títulos o reconocimientos; para ella, cada chocolatina que comparte es un premio en sí misma, una muestra tangible de que cuando se trabaja con amor, hasta las más pequeñas acciones pueden tocar el corazón de los demás. Su historia nos enseña que no existen límites para aquellos que se proponen hacer de la vida una obra de arte, un acto de generosidad, y un símbolo de inspiración.


Mensaje final de motivación:

Paola es el vivo ejemplo de que los sueños se construyen desde la humildad y el coraje. Nos invita a recordar que la grandeza no está en lo extraordinario, sino en lo que logramos hacer cada día, con esfuerzo y dedicación. Que su historia sea una inspiración para quienes dudan de sí mismos; porque, como ella, con amor y perseverancia, todos podemos hacer de nuestra vida una historia de grandeza.

 

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