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jueves, 17 de abril de 2025

#Del Café Zeratema al Afiche que lo Hizo Real


Érase un lunes, 14 de abril, a las 5:04 p.m.
Una tarde hermosa y despejada abrazaba a Silvania, como si el invierno hubiera decidido, por fin, darle una tregua al pueblo desde el día anterior. El cielo lucía un azul profundo, manchado de pinceladas blancas que flotaban suaves, sin prisa, como testigos silenciosos de un día que ya se perfilaba especial
.



Por primera vez en años, se respiraba una calma desconocida. El corredor  Vía 40 Express Bogotá-Girardot, después de cuatro años de estrés, trancones y plantones pacíficos, finalmente había sido habilitado con tres carriles por sentido. El bullicio había cedido paso al alivio, y esa paz se extendía como un manto invisible sobre los rostros de los habitantes.

En Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parece detenerse a 600 metros de la carretera  Vía 40 Express Bogotá-Girardot, se divisaba a lo lejos aquella imponente vía que ahora respiraba tranquila. Allí, Kike terminaba de hacer llamadas a amigos, buscando aliados que creyeran en su sueño: su primer libro.

Fue entonces cuando ocurrió algo que le erizó la piel.
Un mensaje de Laura Baquero, su amiga y dueña del Café Taller Zeratema, apareció en su WhatsApp.
No era cualquier mensaje. Era el afiche promocional del lanzamiento de su libro.

Lo impactante no fue solo verlo — con sus letras elegantes y el logo de aquel rincón mágico de Silvania — sino saber que Laura ya lo había compartido en redes sociales y en grupos locales, dándole vida pública a un evento que, hasta hacía poco, no era más que un susurro en la cabeza de Kike.

Hay personas que con un simple gesto pueden convertir sueños en realidades.
Así fue Laura.
En ese instante, todo cobró sentido: las caminatas, los relatos escritos de madrugada, las conversaciones en cafés, los días de incertidumbre…
El proyecto cobraba forma.
Pero más que el afiche en sí, fue el gesto de lealtad, cariño y apoyo incondicional lo que dejó a Kike conmovido.

Y lo más emocionante:
El afiche anunciaba oficialmente el lanzamiento de su libro “Historias que Inspiran la Imaginación” para este sábado 19 de abril a las 3:00 de la tarde en ese mismo lugar cargado de magia: el Café Taller Zeratema.

Como si eso fuera poco, corría el rumor de que un periodista de Bogotá podría llegar a cubrir el evento.
La posibilidad de que alguien de la capital, con libreta en mano y mirada curiosa, recogiera esa historia nacida en un rincón de Silvania, sumaba misterio, expectativa y emoción al momento.

De repente, Kike evocó un recuerdo muy especial…
El 31 de diciembre de 2024, una tarde en la que la lluvia había cedido, él llegó sonriente y lleno de energía a Zeratema, ese café donde las palabras no solo se dicen, sino que se sienten.
Allí lo esperaba su entrañable amiga Nelo, con su energía generosa y su alma servicial.
Ese día, entre sorbos de café y recuerdos que se arremolinaban como el viento en la plaza, exploraron juntos anécdotas, fotografías y trozos de vida.

Al final de esa tarde, Nelo le presentó a dos amigas: Laura y Stefany.
Ellas escucharon a Kike con atención, cautivadas por su pasión, su sencillez y esa chispa que tiene quien habla desde el alma. Rieron, compartieron ideas y, entre planes literarios y sueños colectivos, Nelo propuso algo que cambiaría el destino de Kike:



Que Laura y Stefany apoyaran su proyecto, exhibieran su libro y le abrieran un espacio en sus vidas y en su café.

Nelo cerró ese encuentro con una reflexión que se quedó tatuada en la memoria de Kike:

“La verdadera riqueza no está en lo que posees, sino en lo que compartes. Las palabras, las historias y el tiempo son tesoros que multiplican su valor cuando los das a otros.”

Hoy, ese pequeño gesto de entonces se había transformado en un afiche, un evento y un sueño compartido.


Cierre Emotivo

Hoy, quiero darle las gracias públicamente a Laura Baquero y a Café Taller Zeratema, ese rincón mágico donde los sueños se vuelven escenario, donde la literatura se respira en cada rincón y donde las palabras tienen vida propia.

Gracias por ser parte esencial de este primer vuelo de mi libro "Historias que Inspiran la Imaginación".

Este sábado 19 de abril, a las 3:00 de la tarde, estaremos viviendo este sueño juntos en Zeratema.
Y quién sabe… tal vez entre los asistentes, un periodista de Bogotá lleve esta historia más allá de nuestras montañas.

Porque cuando los sueños se comparten…

dejan de ser imposibles. 

domingo, 9 de febrero de 2025

#Bendición en la Cima: Un Mensaje del Cielo


 Era un domingo 9 de febrero, a las 6:00 p.m., cuando la noche comenzaba a envolver Villa de las Bendiciones en su manto estrellado. Kike, tras un día sumergido en la lectura de "Gabo periodista" y en la escritura de algunas reflexiones, sintió una extraña presencia. Desde la mañana, una energía invisible lo rodeaba, observándolo en silencio, como si un mensaje celestial estuviera a punto de revelarse. De pronto, un recuerdo lo golpeó con la fuerza de un relámpago: había sentido esa misma presencia un domingo 14 de enero de 2018, en una mañana nublada y fría en la Plaza de Bolívar, en Bogotá.

Aquel día, a las 7:00 a.m., Kike se encontraba puntual en un desafío con sus amigos del Club ADES. Hilba Prada, Luz Marina Fresno, Gladys Luna, Belén Cagua, Campo Elías, Olga, Humberto Palacios y su eterno rival y amigo de infancia, Julio César Trejos, estaban listos para una prueba de resistencia: escalar el Cerro de Guadalupe desde la Plaza de Bolívar. El recorrido sería desafiante, un ascenso implacable que los llevaría por la calle 9 hasta el barrio Egipto, luego por la carretera vía a Choachí, y finalmente, por un sendero empinado de casi dos kilómetros hasta las puertas del santuario.

El aire frío mordía la piel, y cada zancada era un reto contra la gravedad. El sudor caía como lluvia en los rostros de los corredores, pero Kike, sintiendo la fuerza de algo más grande que él mismo, se sobrepuso al cansancio. Con un tiempo de 1:19:54 y una distancia exacta de 12 km, fue el primero en coronar la cima. En ese instante, se sintió como un ciclista conquistando una etapa del Tour de Francia. Su corazón latía con la intensidad de un tambor de guerra.

Mientras recuperaba el aliento, un grupo de monjas descendía sonriente desde el santuario. Sus hábitos blancos brillaban con una luz etérea, y Kike, sintiéndose envuelto en una sensación de paz inexplicable, les pidió la bendición. Una idea lo asaltó de repente: debía tomarse una foto con ellas. En aquel instante, una emoción electrizante lo recorrió de pies a cabeza. Sentía que esos seres de blancas vestiduras eran ángeles disfrazados de monjas, mensajeras de algo divino. Un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Acaso ese encuentro tenía un significado oculto?

Hoy, 9 de febrero, esa misma presencia lo observaba de nuevo. Algún mensaje se cernía sobre él, invisible pero palpable. Mientras escribía este blog, su amigo Deiby le envió un video de la remodelación de su antigua casa. La alegría invadió a Kike al ver cómo Deiby la había modernizado tal como él mismo hubiera querido hacerlo. Con el corazón latiendo de emoción, le escribió un mensaje:

Hola Deiby,

Quiero expresarte mis más sinceras felicitaciones. Has logrado hacer brillar esa casa de una manera admirable. Tu esfuerzo y dedicación son verdaderamente inspiradores. Dios siga bendiciéndote y guiando cada paso de tu camino. Eres un ejemplo a seguir y mereces todo el éxito del mundo.

Un afectuoso abrazo y mis mejores bendiciones para ti y tu linda familia.

De vuelta a sus recuerdos, Kike revivió aquel momento en Guadalupe. Después de la foto con las monjas, sus amigos del Club ADES llegaron a la cima. Julio César, su eterno rival y compañero de carreras, lo felicitó con una sonrisa cómplice. Entraron a la iglesia, oraron en silencio y, tras inmortalizar la hazaña en fotografías, descendieron en colectivo hasta el centro de la ciudad.

Aquella fue una aventura inolvidable, un encuentro con lo divino que Kike nunca olvidaría. Hoy, al sentir de nuevo aquella presencia mística, comprendió que todo estaba conectado. El pasado y el presente se entrelazaban en un susurro celestial, recordándole que la voz del alma es el puente hacia lo divino. En el silencio de la noche, con la pluma en la mano y el calor de su brazo escribiendo, Kike supo que vivía en el aquí y el ahora. Y que, escuchando con atención, podía descifrar los mensajes del cielo.

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