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domingo, 11 de mayo de 2025

✨"El Termo Mágico y la Lluvia de las Bendiciones"✨


 

Una historia que apenas comienza...

Era un lunes 5 de mayo, con un cielo grisáceo cubriendo el horizonte. En un rincón oculto entre montañas y árboles, donde el canto de los pájaros multicolores se mezclaba con los gallos madrugadores y los ladridos de los perros, comenzaba un nuevo día en la Villa de las Bendiciones, en Silvania.

Marcaban las 5:40 a.m. cuando Kike despertó de un sueño que parecía venir de otra dimensión. En él, un alcalde —idéntico al de Silvania— lo citaba en su despacho. En una gran sala de juntas, rodeado por su equipo de gobierno, lo recibían con aplausos. Celebraban sus escritos: blogs que sanaban, inspiraban y transformaban corazones. El alcalde, con voz solemne, lo nombraba presidente del fútbol municipal, destacando su capacidad de encender la luz en quienes lo leían.

Kike abrió los ojos con una mezcla de alegría y nostalgia. Aún no era su realidad. Solo quedaba la esperanza de que el 29 de mayo, día en que se reuniría con el verdadero alcalde, algo mágico ocurriera.

Sin embargo, el presente exigía acción. Las oportunidades laborales eran escasas, y su mayor anhelo era asegurarle un mejor futuro a Juanpis, su hijo. El viernes anterior, Kike había abierto su corazón ante la ingeniera Martha, confiándole su preocupación por no tener nada estable para ofrecerle a su hijo… ni para responderle a Linda, quien regresaría el miércoles a la Villa.

La ingeniera, con una sonrisa solidaria, le dijo:
—Ahí tienes dos termos... si quieres, te esperamos el lunes a las 8:00 a.m. No te preocupes por Juanpis, tráelo. Hablaré con Wilson. Tal vez puedas comenzar vendiendo tintos.

Kike se quedó pensativo.
—¿Un escritor vendiendo tintos? —se preguntó.
Pero luego, con humildad y valentía, decidió intentarlo. Esa noche le respondió a la ingeniera:
—Gracias. Mañana te daré la razón. Pase lo que pase.

El lunes, tras una breve meditación, escribir sus oraciones con la mano izquierda —como en los rituales mágicos de su abuela— y practicar algo de yoga, logró levantar a Juanpis temprano. A las 7:45 a.m., emprendieron su caminata de 2 kilómetros hacia la plaza, bajo un cielo que presagiaba tormenta.


Y entonces… comenzó a llover. Primero suavemente, como si el cielo los estuviera midiendo. Luego, con más fuerza, como si una fuerza invisible quisiera detenerlos. Pero Kike, con su alma de guerrero, apretó el paso. Nada lo detendría.

Llegaron. Allí estaba don Wilson, pero la ingeniera no. La lluvia seguía, implacable. A las 8:46 a.m., empapada pero sonriente, llegó Martha. Después de saludarlos, conversó con don Wilson sobre la decisión de Kike. Wilson, con una mezcla de sorpresa y admiración, lo felicitó.

—Aquí tienes, hermano —le dijo, entregándole un termo nuevo lleno de tinto caliente, junto con panela molida y vasos con dibujos alusivos al café—. ¡Buena suerte!

La lluvia no cesó hasta las 11:00 a.m. Juanpis se quedó con ellos, y Kike, como un explorador en tierras desconocidas, salió a las calles con su termo. A tan solo una cuadra y media, vendió su primer tinto en una droguería. ¡Qué alegría! Era su primer paso. Continuó hasta la 1:00 p.m., regresó a la plaza, y allí lo esperaba otra bendición: Juanpis había almorzado y merendado, y le habían guardado a Kike una frijolada deliciosa, con carne, yuca, plátano y limonada.

—Gracias —dijo Kike, con el alma llena.

A las 2:00 p.m., emprendieron el regreso. En el camino, Kike siguió vendiendo tintos. Pensaba:
"Estas son pruebas que me pone la Divina Providencia... Pero sé que todo llega en su momento justo."

Al llegar a la Villa, revisó la página de su libro... ¡y allí estaba! La primera venta internacional: Brasil. Kike se quedó mudo por un instante, sonriendo. Tal vez sus palabras ya estaban cruzando fronteras.

Al día siguiente, el reto era llevar a Juanpis al Centro Sensorial de Silvania. Y más allá, en su corazón, ya visualizaba el sueño más grande: algún día, viajar con Linda y Juanpis a un centro especial para el autismo en Miami, Florida.

Nada es imposible cuando se supera el miedo y se camina con fe.


Enseñanza Final

Esta historia nos recuerda que no hay sueño pequeño, ni prueba eterna. Kike no se rindió. Por su hijo, por su vocación, y por su deseo de transformar vidas, aceptó el reto que la vida le puso en el camino.

¿Llegará Linda el miércoles a la Villa?
¿Seguirá Kike vendiendo tintos, o será llamado por el alcalde?
¿Qué nuevas aventuras esperan a Kike y a Juanpis?

Esta historia… apenas comienza.

jueves, 28 de noviembre de 2024

#El Sueño Revelador de Olga Romero: Un Llamado Divino en Tiempos de Pandemia


 El año 2020 llegó como un susurro sombrío, cargado de incertidumbre y miedo. Las calles de Silvania, Cundinamarca, alguna vez vivas con risas y bullicio, ahora se habían transformado en un lienzo de silencio. Fue en medio de este escenario que el corazón de Olga Romero, gestora social y soñadora incansable, sintió un llamado profundo, casi celestial, a servir.

Una tarde gris, tocó a su puerta una madre con cuatro niños. Su rostro, marcado por la desesperación, narraba una historia de hambre. Olga, conmovida, extendió un billete de 10.000 pesos, pero las palabras de la mujer resonaron como un eco en su alma: "Con esto no alcanza...". Algo dentro de ella despertó, una fuerza invisible que la impulsó a actuar.

Esa noche, mientras el mundo dormía, Olga tuvo un sueño que cambiaría su vida. En la penumbra de su mente, se revelaron las manos de Dios, enormes y luminosas, abrazando el mapamundi. Desde el centro del mundo, la bandera de Colombia se iluminaba, y dentro de ella, una flecha señalaba a Silvania. "Ayúdanos a ayudar", resonó una voz cálida y poderosa. Olga despertó con lágrimas en los ojos y una certeza ardiente en el corazón: debía ser un puente de esperanza para su gente.



Al día siguiente, convirtió su cocina en un santuario de solidaridad. Preparaba almuerzos que repartía entre las calles y la feria de ganado, donde los ojos de los necesitados buscaban consuelo. Mientras entregaba los alimentos, escuchaba sus súplicas: "Ayúdeme...". Dentro de ella, una pregunta brotaba: "¿Y quién me ayuda a mí?". Pero no tardó en darse cuenta de que la ayuda que buscaba venía del amor que daba.

Con el tiempo, su misión trascendió fronteras. Vecinos, aspirantes a cargos gubernamentales, y hasta empresarios se unieron a su causa. Entre ellos, el alcalde Ricardo Pulido y un comerciante de pimentones que, gracias a los grupos de trueque y ventas creados por Olga, había logrado exportar sus productos. Cuando este le ofreció una comisión de dos millones de pesos como muestra de gratitud, Olga respondió con humildad: "No necesito nada. Usa ese dinero para mercados; que lleguen a las manos que más lo necesitan". Así nació un tejido humano, tejido con hilos de generosidad y amor.

https://www.facebook.com/reel/250696819245570

La labor de Olga no se detuvo ahí. Su fundación Sin Fronteras comenzó a cruzar límites geográficos y emocionales, llevando alimentos, ropa y esperanza a rincones olvidados de Colombia, desde la Guajira hasta Venezuela. Cada acto de servicio era un testimonio de lo que podía lograrse cuando las manos se unían y los corazones latían al unísono.



Hoy, Olga recuerda esos días como un milagro vivido, una historia que reafirma que la solidaridad es el lazo que une a la humanidad en los momentos más oscuros. Su mensaje resuena fuerte: "Quien nació para servir, sirve para vivir".

Reflexión Final

  • La solidaridad transforma vidas.
  • El servicio a los demás es un llamado divino.
  • Juntos, somos más fuertes.

Mensaje para ti, lector:
Cuando la vida te dé la oportunidad de ayudar, hazlo. Puede ser que tu pequeño gesto sea el milagro que alguien está esperando.

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