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domingo, 3 de agosto de 2025

# "Kike, el Vendedor de Café"

La vida a veces nos habla en silencio, pero otras veces... lo hace a gritos desde los sueños.”

Era un sábado 2 de agosto en una región apartada de Colombia, donde el tiempo parece quedarse dormido entre las montañas verdes y húmedas de Silvania, un rincón del mundo donde la realidad convive con lo invisible, y lo cotidiano se llena de magia. Allí, en una casita enclavada entre árboles frutales y pájaros madrugadores, Kike despertó a las 4:14 a. m., alterado por un sueño que le dejó el alma sacudida.

En su visión onírica, Kike caminaba por una calle de su pueblo, empujando su fiel carro de tintos, como cada mañana. Todo parecía normal hasta que al pasar frente a una construcción, observó varios andamios inestables. Algo lo impulsó a detenerse, sacar su termo de tinto, colocarlo sobre una silla... y seguir caminando unos pasos.

Pero en ese instante, el viento cambió.

Kike miró hacia atrás y, con el corazón encogido, recordó que había dejado el termo. Se dio la vuelta para recogerlo, pero antes de poder regresar, los andamios comenzaron a derrumbarse. El tiempo se detuvo. Todo cayó en cámara lenta, como si el universo le estuviera dando una segunda oportunidad. Vio el termo estallar en mil pedazos justo donde había estado segundos antes… Y en ese momento, se despertó.

Jadeando, sudando, con el corazón galopando en su pecho. Pero estaba bien. Vivo.

Se quedó unos minutos en silencio, mirando el techo, sintiendo una mezcla de frustración, gratitud y claridad. “Se rompió el termo… pero yo estoy vivo”, se dijo en voz baja. Y entonces lo entendió: la vida vale más que mil termos.

Respiró hondo. Se levantó. Dijo su oración a la Divina Providencia, envió pensamientos de amor a Linda, a Juanpis —que celebraban un cumpleaños en Bogotá— y a los clientes que, sin saberlo, serían parte de su jornada.

Kike encendió el fogón, comenzó a preparar tintos, aromáticas, sus nuevos productos: carajillo, perico, milo, chocolate, cacao… Todo con la dedicación de un alquimista del café. Hizo sus ejercicios, escribió sus oraciones, y a las 9:00 a. m., salió a recorrer Silvania con el alma ligera.


En la plaza, don Wilson —un cliente fiel y mentor literario— le renovó su apoyo para el nuevo libro y hasta le recargó el termo con café fresco. Kike siguió su recorrido, ofreciendo sonrisas y bebida caliente. A eso de la 1:08 p. m., regresó a Villa de las Bendiciones para alistarse para la segunda jornada. Ese día, el desayuno fue tardío pero sabroso.sonrisas, 

En la tarde, una coincidencia hermosa: se encontró con una compañera del club de lectura de Silvania, quien le presentó a su hija Ángela. Entre sorbos de carajillo, hablaron sobre su próximo libro, sobre sueños y sobre lo real que puede llegar a ser lo que imaginamos.

Cayó la noche. A las 7:02 p. m., la jornada terminó con ventas que superaron las expectativas. Sobre las 8:00 p. m., ya estaba de vuelta en casa. Preparó su almuerzo, lo terminó casi a las 9:00 p. m., comió, reposó con un tinto doble… y se fue a dormir, dándole gracias a Dios por la vida, por los aprendizajes ocultos y por un sueño que, aunque inquietante, le salvó el alma.

Antes de dormir, pensó en su siguiente reto: leer durante tres horas seguidas y escribir la historia de su amigo Richi: “Richi y el Balón que Susurraba Sueños”.

Se preguntó si lo lograría…

La historia continúa.


🎇 Enseñanza final:

“No todo lo que se rompe es una pérdida. A veces, los pedazos que se salvan son los que más valen.”
Jaime Humberto Sanabria

 

sábado, 14 de junio de 2025

✨ Blog #200 – "Villa de las Bendiciones: El día que el destino tocó a la puerta"


 Era un viernes 30 de mayo, cuando el amanecer parecía haberse dormido un rato más sobre los cerros de un rincón escondido de Colombia: Villa de las Bendiciones. Aquel lugar, cubierto de neblinas suaves y cantos eternos de cigarras, donde el susurro de las quebradas se mezcla con los ladridos lejanos de los perros y el aleteo de las aves en los cafetales, parecía haberse detenido en el tiempo. Aunque hoy una autopista Panamericana parte la montaña en dos, todavía en el alma del pueblo se respira el misterio de lo ancestral, la magia de lo simple.

A esa hora, Kike abrió los ojos con el primer canto del gallo. Se encomendó a Dios, envió pensamientos de amor a su esposa Linda, a su hijo Juanpis y a cada persona que, sin saberlo, ya era parte de su bendición diaria: los que compraban sus tintos, los que le daban una sonrisa, los que aún estaban por llegar. A todos les deseó algo simple pero poderoso: que hoy les fuera un 1% mejor que ayer.

Como cada día, Kike bajó a la cocina y encendió la llama. Pero no era cualquier preparación. Su tinto era una pócima secreta, elaborada con el aroma de clavo, canela, anís estrellado y hojas de limón recién cortadas del patio. Un perfume ancestral lo envolvía todo. En su cuaderno escribió con la mano izquierda oraciones sagradas: el Padre Nuestro, el Ave María, y el Ángel de mi Guarda. Después, anotó afirmaciones de poder, como si con cada palabra invocara una nueva realidad.

A las 5:04 a.m., ya estaba en camino hacia el Hospital Ismael Silva. Las enfermeras lo esperaban como cada mañana, con sonrisas de confianza. "¡Kike, el del tinto mágico!", decían. Y no era para menos: al probar sus brebajes sentían alivio, ánimo y esperanza. Kike no solo les vendía, les entregaba energía envuelta en aroma caliente. Anotaron su número, y él siguió su ruta, saludando con entusiasmo a los pacientes que llegaban, ayudando a bajar a los ancianos, cruzando palabras sabias con quienes buscaban consuelo.

A las 8:28 a.m. pasó por la plaza a rendir cuentas con don Wilson. Las ventas del día anterior habían sido un éxito. Para las 9:37 a.m., ya estaba recorriendo Silvania, donde los locales lo recibían como a un amigo de toda la vida. Su andar era un ritual sagrado. Las miradas, las sonrisas, los saludos sinceros: todo formaba parte de la sinfonía de su jornada.

Al mediodía, retornó a su hogar. En la Villa de las Bendiciones, su amada Linda lo esperaba con chocolate caliente, arepa asada, huevos revueltos y queso fresco. Después de 20 minutos de descanso, a las 2:43 p.m., volvió a su ronda vespertina por Silvania.

Fue entonces, cuando el destino quiso hablarle con voz clara: a las 4:32 p.m., recibió una llamada inesperada. Era Henry Cañón, un amigo de antaño, perdido entre los pliegues del tiempo. —Kike, necesito que me vendas un ejemplar de tu primer libro. Estoy en Soacha y parto ahora mismo para Silvania.

La noticia lo dejó sin palabras. Veintidós años de distancia parecían disolverse en un segundo. Kike terminó su recorrido, y a las 5:31 p.m., otra llamada. —Ya estoy en Silvania —dijo Henry—. Me tomé un tinto en la bomba Bio y estoy listo para verte.

Ambos estaban a escasos 300 metros de distancia. Tres minutos después, un 4x4 se detuvo frente a él. Henry bajó del carro, junto a su esposa Sandra y su cuñada. Kike subió con ellos, rumbo a la Villa. Al llegar, Linda los recibió como se recibe a los viajeros con destino celestial: con un tinto humeante, con mirada brillante, con el corazón abierto.

—Bienvenidos a la Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parece detenerse —dijo Kike, con voz serena.

Los visitantes quedaron enmudecidos. La casa, rodeada de flores, árboles y cantos de aves, parecía haber sido esculpida por duendes invisibles. Henry respiró profundo y declaró: —Volveré muy pronto. Me quedaré un fin de semana entero en este paraíso. 


Kike le entregó el libro. Le escribió una dedicatoria desde el alma. Se tomaron una foto, rieron, brindaron con tinto mágico. Y cuando la camioneta se alejó, dejando un rastro de polvo en el atardecer, Kike y Linda se quedaron en la puerta, en silencio, como si hubieran sido testigos de un prodigio.

Kike, con el corazón agitado, supo que algo más se avecinaba. Algo grande. ¿Qué nueva sorpresa le traería la vida? Eso solo el destino lo sabe...

Esta historia continuará…


🌟 Reflexión final:

A veces, los días comunes se convierten en legendarios cuando abrimos el corazón y seguimos nuestra misión con fe, amor y propósito.
La magia existe… se esconde en lo cotidiano.

sábado, 12 de abril de 2025

#“Villa de las Bendiciones: El Día en que el Tiempo se Detuvo”


 

Una historia de sueños, señales y destinos cruzados en Silvania, tierra de promisión.


Érase un jueves 3 de abril, en una tibia mañana de invierno en Villa de las Bendiciones, ese rincón oculto donde el tiempo parece detenerse y la sinfonía natural compuesta por pájaros de colores, ladridos de perros y cantos de gallos envuelve todo como un canto sagrado. Los árboles parecían susurrar viejos secretos y los rayos del sol atravesaban las nubes como dedos de luz.

En medio de ese cuadro de realismo mágico, Kike despertó con buena energía. Como parte de su ritual, meditó, y en un gesto lleno de simbolismo, continuó su reto de escribir con la mano izquierda oraciones que lo conectaban con su esencia: el Ave María, Ángel de mi Guarda, Gloria al Padre, y desde hace tres meses, el Padre Nuestro. Lo hacía no solo como un ejercicio espiritual sino también como un entrenamiento cerebral. Kike, cuyo audífono derecho había dejado de funcionar, buscaba afinar su capacidad de escuchar, ejercitando su hemisferio izquierdo a través de la escritura.

Aquel día, con la fe clara y el espíritu fuerte, se sumergió en las páginas de El olor de la guayaba, de Gabo, absorbiendo cada palabra como un conjuro. Luego escribió afirmaciones, visualizó su futuro y agradeció por quienes ya habían comprado su libro “Historias que Inspiran la Imaginación”… y por aquellos que lo harían muy pronto.

Cuando el reloj marcó las 10:26 am, una llamada rompió el silencio: Adriana, la secretaria del alcalde, lo citaba a la 1:40 pm. Kike se arregló con esmero, dejó preparado el desayuno para Juanpis, su fiel compañero, y partió a las 12:51 pm rumbo a la Alcaldía.

📜 El encuentro

Kike llegó temprano. Diez minutos después, el alcalde apareció, se saludaron y la orden fue dada: que abrieran las puertas de la Alcaldía. Los minutos avanzaron hasta que, justo a la hora pactada, Kike subió al tercer piso. Lo llamaron a la oficina y entonces… comenzó el momento esperado:

Kike expuso cuatro sueños:

  1. Integrarse al equipo de la Alcaldía como creador de contenido para relatar historias de Silvania junto a don Jorge Melo, director de Turismo y Cultura.

  2. Organizar una carrera atlética que llenara de vida las calles del municipio.

  3. Facilitar cursos del Sena para jóvenes y adultos, a través de su amiga Yaneth Rivera, que solo requería un salón y un computador.

  4. Presentarle y venderle su libro al alcalde, quien con agrado le compró un ejemplar.

Kike, emocionado, escribió una dedicatoria que quedó vibrando como una promesa:

Dr. Ricardo, gracias de corazón por brindarme la oportunidad de ser parte del equipo de la Alcaldía. Que este libro sea una fuente de inspiración para liderar con visión, compromiso y pasión, haciendo de Silvania un lugar aún más próspero y reconocido.

Sin embargo, un misterio quedó flotando en el aire. Por culpa de su audífono dañado, Kike no logró escuchar bien las últimas palabras del alcalde. Salió de la oficina con una mezcla de satisfacción y desconcierto… ¿qué habría dicho el alcalde al final? Solo Adriana le confirmó que la foto oficial se tomaría el jueves 10 de abril


🥘 El regreso a Villa de las Bendiciones

De regreso a su refugio, Juanpis lo esperaba. Kike preparó una sopa de pastas con verduras y pollo, arroz con verduras, plátano maduro, papa frita, pasta y carne asada de cerdo, acompañados de un jugo de tomate de árbol, típico de la región.

Esa noche, mientras planeaba escribir esta misma historia, la promesa de la foto lo obligaba a esperar una semana más. En otra esquina de Silvania, la Dra. Olga Romero, don Wilson y el Paisa brindaban en secreto por Kike, deseando verlo algún día como pieza clave en ese equipo de soñadores que buscan transformar la Villa de las Bendiciones en la tierra que inspire a Cundinamarca, Colombia y al mundo entero.

🌙 Y entonces…

¿Qué sucederá el jueves 10 de abril?
¿Qué palabras fueron aquellas que Kike no alcanzó a escuchar?
¿Será que los sueños se tejen en Villa de las Bendiciones con hilos invisibles de fe, destino y magia?

Esta historia continuará…

domingo, 2 de marzo de 2025

#El despertar de Kike: entre la magia y el destino


 El amanecer del 28 de febrero trajo consigo un resplandor dorado que teñía el horizonte. A las 5:40 a. m., Kike despertó con una energía vibrante, sintiéndose pleno y fortalecido a pesar de los retos que la vida le había presentado. Mientras observaba el infinito desde su ventana, sintió una conexión inexplicable con el universo, como si una fuerza invisible le susurrara al oído: Hoy es un día especial. Sus pensamientos se entrelazaban con la brisa matutina, recordándole que no había razones para quejarse, pues su salud era inquebrantable y su espíritu, indomable.

A las 6:00 a. m., inició su ritual sagrado: tres horas de meditación, yoga, lectura, escritura y ejercicios físicos. Era su forma de prepararse para lo desconocido, para recibir el día con la serenidad de un monje y la determinación de un guerrero. Al finalizar, una llamada interrumpió su momento de introspección. Era Wilson, el ingeniero de la UMATA, quien, con un tono eufórico, le extendió una invitación:

—Te espero el lunes, Kike. Necesito tu ayuda para elaborar un blog sobre la entrega de elementos del campo a las personas que asistieron a las capacitaciones.

Kike sonrió. Trabajar gratis con la Alcaldía de Silvania a través de la UMATA siempre le había llenado el alma. No había dinero de por medio, pero la satisfacción de ayudar era su mayor recompensa.

Luego de desayunar, tomó el teléfono y marcó el número de su padrino, Félix Torres. Desde 1991 no se veían, pero cada fecha especial los unía a través de llamadas cargadas de risas y recuerdos. Su amistad se había forjado en los pasillos de la Notaría Novena y se mantenía intacta con el tiempo. Como siempre, la llamada inició con su tradicional intercambio de apodos:

—¡Hola, Tigre de la Malasia! —exclamó Kike con entusiasmo.

—¡Hola, Gabriel García Márquez! —respondó su padrino, riendo.

Kike sintió una oleada de emoción. Días atrás, algunos amigos ya le habían mencionado que su estilo de escritura evocaba el realismo mágico del maestro Gabo, pero escucharlo de su padrino lo hizo sentir que su obra realmente estaba dejando huella. Félix, con su voz cargada de afecto, le pidió un ejemplar de su nuevo libro Historias que inspiran la imaginación.

—Tus relatos trascienden fronteras, Kike. Tienes magia en tus palabras. Enviémelo con una dedicatoria para mí y para Lucerito. Será un honor leerte.

Con el corazón lleno de gratitud, Kike redactó la dedicatoria:

A mis queridos padrinos, Félix Torres y Luz Amanda Díaz.

A Félix, el Tigre de Malasia, cuya alegría ilumina cada llamada y cuyas palabras son un faro de optimismo. Tu entusiasmo me recuerda que la felicidad es una decisión diaria.

A Lucerito, un alma luminosa, fuerte y admirable. Su fortaleza y su corazón son un refugio para quienes tienen el privilegio de conocerla.

Con gratitud y cariño, Jaime Humberto Sanabria.

Esa tarde, Kike se entregó a los placeres simples: cocinó unas lentejas con cebolla y zanahoria, acompañadas de arroz integral y carne asada de cerdo. Para el jugo, experimentó con guatila, limón y azúcar, logrando un sabor similar al kiwi. Saboreó cada bocado con la certeza de que la vida estaba llena de pequeños milagros.

Al caer la noche, su mente se proyectó hacia el futuro. Marzo sería el mes de la expansión; su libro debía llegar al mundo. Ya había conquistado a su círculo cercano, ahora debía alcanzar a lectores desconocidos, almas que hallarían en sus letras un refugio. Además, al día siguiente, Doña Ligia Madagascar y su esposo lo habían invitado a presentar su libro en el Mirador Artístico de Silvania. Era la oportunidad perfecta para darse a conocer como escritor.

Antes de dormir, sintió una presencia divina envolviéndolo con su manto de paz. Cerró los ojos y sonrió. Mañana será un día 1% mejor que hoy, pensó. Y con esa certeza, se entregó al sueño.

¿Qué aventuras le esperan a Kike en el Mirador Artístico? ¿Qué maravillosas personas conocerá? ¿Cuál será su estrategia para conquistar el mundo con su obra?

Esta historia, continuará...

viernes, 7 de febrero de 2025

#"Kike y la Carrera Mágica del Destino"


 Era una mañana gris de lunes festivo, el 10 de junio del 2024, en la cancha auxiliar del estadio del Olaya, en Bogotá. A las 6:00 a. m., la ciudad aún parecía dormida bajo un cielo encapotado, amenazante de lluvia. Pero Kike, con su férrea disciplina, ya estaba en movimiento desde las 4:00 a. m. Su rutina matutina estaba completa: meditación, oración, yoga y escritura. Como cada día, se dirigió a la cancha sintética del Olaya, a solo dos cuadras de su casa, para entregarse a su entrenamiento.

Pidió a la vigilancia que le habilitara la cancha y, tras el permiso, ingresó con la determinación de siempre. Comenzó con ejercicios de fuerza y movilidad articular. Luego, emprendió un fondo progresivo de una hora y media. Cada vuelta de la cancha medía 320 metros, y al final completaría 65 giros. Para muchos, era una locura. Para Kike, era su forma de vida.

Corría descalzo, sintiendo cada milímetro del césped sintético en la planta de sus pies. Mientras avanzaba, repetía afirmaciones positivas, una diferente en cada vuelta. Su mente iba más allá de la monotonía, convirtiendo cada paso en una meditación en movimiento. Sin embargo, un pensamiento lo golpeó: pronto partiría a Silvania. En menos de un mes, su vida daría un giro de 360 grados. La incertidumbre lo invadió por un instante, pero se aferró a su fe. Le entregó sus temores a Dios y al universo y siguió corriendo.

En su mente desfilaban rostros familiares. Extrañaría a sus amigos de entrenamiento, aquellos que admiraban su disciplina. Recordó a don Juan Carlos Blanco, el taxista amable que trotaba a un ritmo suave y siempre se asombraba de la resistencia de Kike. También a Diego Rincón, su esposa Lina Morales y su cuñada, quienes con esfuerzo combinaban su vida laboral con el atletismo. Ellos admiraban su estilo de correr descalzo, aunque con escepticismo. Kike siempre les recomendaba probarlo, convencido de sus beneficios para la salud y la conexión con la tierra.

También recordaba a Luz Dary Contreras, don Nelson Aguilera, Wilfredo Castro, Myriam Moreno, María Nina y Mireya, Luz Dary y Mireya habían experimentado correr descalzas en algunas ocasiones y quedaron fascinadas con la sensación de libertad que ofrecía.

Los años pasaron, y un inesperado giro del destino los volvió a reunir. Era el 5 y 6 de junio del 2025. Kike, convertido ahora en escritor, se reencontró con ellos simbólicamente a través de su libro: Historias que inspiran la imaginación. Sus amigos, aquellos que compartieron madrugadas de entrenamiento, fueron los primeros en apoyarlo comprando su obra. Él, con gratitud, les entregó sus ejemplares con dedicatorias personalizadas:


Para Diego Rincón, Lina Morales y Valeria Rincón:

Queridos Diego, Lina y Valeria,

La vida es una carrera llena de desafíos, sueños y momentos mágicos. Ustedes, con su disciplina y pasión por el deporte, son un ejemplo de constancia y amor por lo que hacen. Que estas historias inspiren aún más su camino y los impulsen a seguir alcanzando nuevas metas.

Con gratitud y admiración, Jaime Humberto Sanabria


Para Juan Carlos Blanco y Amanda Meneses:

Queridos Juan Carlos y Amanda,

La constancia es el secreto de los grandes triunfadores, y en ustedes veo ese espíritu inquebrantable. Que este libro sea un reflejo de la magia de creer en los sueños y de la fortaleza de nunca rendirse. ¡Sigan conquistando metas y disfrutando el hermoso camino de la vida!

Con cariño y admiración, Jaime Humberto Sanabria


Para mis grandes amigos Nelson Aguilera y Luz Dary Contreras:

Porque en el camino de la vida y del atletismo, no solo se necesitan fuerzas en las piernas, sino también en el alma. Ustedes fueron ese impulso en los momentos en que más lo necesité, recordándome que la verdadera grandeza está en el corazón de quienes ayudan sin esperar nada a cambio.

Este libro es un tributo a la inspiración, la perseverancia y la amistad inquebrantable. ¡Gracias por ser luz en mi camino!

Con gratitud y aprecio, Jaime Humberto Sanabria


Aquella cancha sintética, testigo de sudor, esfuerzo y disciplina, se convirtió en el punto de encuentro de amistades inquebrantables. Kike no dejó nada al azar; su destino lo construyó con cada paso, con cada palabra escrita, con cada enseñanza compartida. La vida los reencontró, no por casualidad, sino por el poder de la escritura y la magia de los sueños cumplidos.

jueves, 16 de enero de 2025

#53.40 Kms por 200 libros


 Era la mañana de un radiante miércoles 15 de enero. El sol, como un diamante en el cielo, iluminaba Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse y la naturaleza cantaba su coro celestial. Kike, de pie junto al umbral de su casa, se preparaba para un desafío monumental. El aroma de las flores silvestres lo rodeaba, mientras Linda, su esposa, le daba un beso de despedida y la bendición, mientras los primeros rayos del sol pintaban el cielo con tonalidades doradas.


Con su reloj marcando cero y una mochila ligera en la espalda, Kike salió trotando hacia Fusagasugá, donde lo esperaba un destino prometedor. Al avanzar por la carretera, se encontró con el espectáculo de las palmeras que bordeaban la autopista. Altas, majestuosas, sus hojas danzaban con el viento, y Kike, mirando hacia lo alto, buscaba inspiración en su grandeza. En ese momento, imaginó tres palmeras similares adornando su hogar, como símbolos de fortaleza, sueños y esperanza.

Los kilómetros transcurrieron entre el canto de las aves, los murmullos de los trabajadores ampliando la vía y los suspiros de un hombre decidido. Al llegar al Banco W, su amiga Eliana le ofreció una oportunidad que iluminó su corazón: un subsidio, para comprar 200 libros subsidiados desde España, ejemplares que llevarían su obra "Historias que Inspiran la Imaginación" a las manos de sus lectores.

Aunque el desembolso se haría al día siguiente, Kike regresó a casa confiado en la Divina Providencia y completó 26.22 kilómetros en total. Pero el desafío no terminaba ahí. Al amanecer del día siguiente, con un cielo nublado que parecía envolver el mundo en un abrazo tranquilo, Kike volvió a emprender el recorrido. Recordó a su viejo entrenador, que siempre le decía: "Lo mejor para el cansancio es entrenar más."

En cada paso, Kike sentía la adrenalina impulsarlo. Su mente se llenaba de pensamientos sobre las personas que creían en él: amigos, familiares y los fieles lectores de sus blogs. Recordó a aquellas amigas que, en momentos de tristeza o frustración, le confesaron que leer sus blogs actuaba como un bálsamo para el alma. "Es como un hechizo," le decían, "tus palabras nos dan fuerzas para seguir adelante." Kike sonrió al pensar en el poder de sus relatos y en cómo su libro podría amplificar esa magia, llevando esperanza y motivación a más personas.

De vuelta en el banco, Eliana lo recibió con una cálida sonrisa. Tras diligenciar los formularios, el gerente quedó cautivado por la noble causa de Kike y la fuerza de sus palabras, prometiendo apoyar el proyecto. Algunos compañeros de Eliana se comprometieron a comprar el libro en cuanto llegara. Kike sintió que su misión no solo era posible, sino que ya estaba comenzando a cambiar vidas.

El recorrido de regreso fue un tributo a la victoria. Hizo una pausa en Silvania para beber agua de la montaña y comer un banano del huerto comunal, mientras contemplaba la belleza de los paisajes que lo rodeaban. Cada paso era una afirmación de su fe y una celebración de la vida.

Al llegar a Villa de las Bendiciones, Linda lo recibió con un abrazo y un jugo de guayaba frío. Esa tarde, Kike reflexionó sobre su hazaña: 53.40 kilómetros en dos días, impulsados por un sueño y sostenidos por un ejército de personas que creían en él.

Ese día comprendió que su libro no sería solo un logro personal, sino una herramienta para transformar vidas. Sus relatos, como lo hacían en sus blogs, serían un refugio para quienes buscaban inspiración, un recordatorio de que dentro de cada uno hay un guerrero capaz de enfrentar las mayores adversidades.

"Historias que Inspiran la Imaginación" no sería solo un libro, sino un puente hacia el cambio, una chispa para encender corazones y una guía para aquellos que sueñan con un mundo mejor.

Y así, Kike reafirmó una verdad simple pero poderosa: los sueños más grandes no se recorren en soledad; son los corazones unidos los que construyen los caminos hacia ellos.

miércoles, 8 de enero de 2025

#"El Misterio del 9: Las Llaves del Universo"

 

Después de una noche de apacible sueño, Kike despertó a las 5:40 a. m. en Villa de las Bendiciones, un rincón paradisíaco donde el tiempo parecía detenerse. La mañana era fresca, radiante y despejada, un regalo del universo que parecía augurar algo especial. Al revisar su celular en busca de un correo de España sobre la plataforma de ventas de su primer libro, no encontró novedades. Sin embargo, decidió dejar esa espera en manos del universo y concentrarse en algo mucho más profundo: la conexión consigo mismo.

Sentado en el borde de su cama, comenzó a observarse desde la punta de los dedos de sus pies, recorriendo cada célula de su cuerpo hasta la coronilla. Mientras lo hacía, recordó algo que lo dejó asombrado: el número 9 estaba en todas partes.

Kike reflexionó sobre su fecha de nacimiento, 05-12-1963. La suma de los tres primeros números da 9, el 9 está en el centro, y los dos últimos también suman 9. Como si el destino conspirara, el día de hoy, 08-01-2025, también contenía la magia del 9 al sumar sus dígitos. Pensó en su primer libro, que inicialmente tenía 45 capítulos, pero al agregarle 3 más, llegó a 48, cuya suma también da 12, divisible entre 3, otro múltiplo del 9. Cuando la editorial en España formateó su libro en A4, resultaron 234 páginas, y nuevamente, la suma daba 9.

El precio del libro físico quedó en 18 euros, y el digital en 9 euros. Cada cifra parecía un susurro del universo, recordándole que el 9 tenía un propósito especial. Incluso el año en curso, 2025, suma 9, y al comentárselo a su esposa Linda, ella respondió con sorpresa:
—No te entiendo.

Kike explicó:
—El 9 simboliza finalización, generosidad, conexión espiritual y el comienzo de nuevos ciclos. Es como una llave universal, un portal hacia algo más grande.

Recordó las palabras de Nikola Tesla:
"Si supieras la magnificencia del 3, 6 y 9, tendrías la llave del universo."

Esa frase resonó en su mente mientras consultaba sobre el año del 9 en Google, y la respuesta lo dejó sin aliento: ¡2025 era oficialmente un año del 9!

Kike decidió que ese sería el día perfecto para escribir un blog, y no dejó pasar ni un momento más. Después de su rutina de oración, meditación, respiraciones profundas y ejercicios, se sentó a desayunar avena en leche con clavos, tostadas y un huevo criollo frito preparado por Linda. Luego, envió un correo a Carmen Martín, su editora en España.

A las 10:35 a. m., un correo inesperado llegó de Mariola Fernández, de la Administración de LETRAME. En él, finalmente le enviaban los códigos para gestionar las ventas de su libro. La hora del correo, al sumar sus dígitos, nuevamente daba 9.

Kike no pudo evitar emocionarse. La magia del 9 estaba en todo, no como una simple coincidencia, sino como un mensaje del universo. En la Biblia, el número 9 representa la culminación de los asuntos divinos, la abundancia y el propósito espiritual. En la antigua Babilonia, el 9 era considerado sagrado, un símbolo de todo lo deseable en el mundo.

Kike concluyó su día con una reflexión:
"El 9 no es solo un número; es un llamado a encontrarnos con nosotros mismos, a iluminar nuestro interior y comprender que somos parte de algo mucho más grande."

Al cerrar su diario, Kike supo que había encontrado algo que trascendía la lógica: las llaves del universo estaban en sus manos, y ese día, el año del 9, marcaría un antes y un después en su vida.

.....Esta historia, continuará.

lunes, 6 de enero de 2025

#"La travesía mágica de Jhonny: Rumbo a Jerusalén"


 Era el 3 de enero, un día nublado en Villa de las Bendiciones, rodeado de naturaleza exuberante y paisaje de ensueño, donde el sol asomaba tímidamente entre el denso follaje, acompañado del canto alegre de los pájaros, Carmencita, con su calidez habitual, preparó un desayuno para su hijo Jhonny, quien se alistaba para enfrentar la tercera etapa de la travesía Cunditolimense en bicicleta.

Jhonny, cargado de expectativas, partió al amanecer. A las 5:50 a.m., llegó a Flandes, un lugar donde el tiempo parecía haber hecho una pausa. Las calles descuidadas y las construcciones centenarias cercanas al río Magdalena evocaban historias de antaño, mientras el majestuoso pero deteriorado puente Mariano Ospina Pérez unía Flandes con Girardot. Con dudas acerca de la ruta, Jhonny se detuvo a preguntar a los lugareños, hombres de rostros curtidos y miradas sabias, que parecían reflejar las huellas de la historia del lugar.

El camino avanzaba bajo una lluvia repentina que transformó los primeros 20 kilómetros en un desafío emocionante. La humedad, las corrientes de aire y la inestabilidad de la vía pusieron a prueba la experiencia de Jhonny, quien sorteó el terreno ondulado con una habilidad admirable. Mientras pedaleaba, el sol emergió lentamente, iluminando el paisaje como un cuadro vivo.

La llegada a Tocaima le ofreció un breve respiro. Era un pueblo pintoresco, con un encanto que parecía resistir al paso del tiempo. Sin embargo, la alegría inicial se disipó cuando Jhonny descubrió que la reserva de su hotel había sido invalidada. Con preocupación, buscó refugio por todo el pueblo sin éxito, hasta que un buen samaritano, dueño de un pequeño hotel, le ofreció un cuarto improvisado. Sin comodidades, pero con una cama y un baño, era un oasis para el viajero cansado.

Sin tiempo que perder, Jhonny decidió continuar hacia Jerusalén, "el pueblito más caliente de Colombia". La travesía de 17 kilómetros hacia el desierto cundinamarqués estuvo llena de desafíos. La vía se tornaba cada vez más inhóspita, con huecos, derrumbes y una soledad que envolvía todo en un aire de misterio. Coronó el alto de Limba, un puerto imponente que parecía danzar con el sol abrasador, y finalmente llegó a Jerusalén, un pueblo casi olvidado por el tiempo, donde la calidez de los habitantes contrastaba con el implacable calor.

Jhonny se dejó llevar por la magia del lugar: se sumergió con ropa en una fuente de agua fría, disfrutó de una empanada y se hidrató bajo el sol abrasador. El regreso fue igual de arduo, enfrentándose nuevamente al alto de Limba por su lado más difícil. Exhausto pero lleno de satisfacción, Jhonny llegó a Tocaima, donde una piscina y un modesto descanso lo recompensaron.

Mientras tanto, en Silvania, Carmencita, en medio de la paz de Villa de las Bendiciones, debatía entre un viaje a Bogotá o quedarse un día más en ese lugar donde el tiempo parecía detenerse. Linda y Kike la convencieron de quedarse, y con una sonrisa, Carmencita aceptó.

Así, madre e hijo vivían sus propias aventuras, cada uno en su mundo, pero conectados por un hilo invisible de amor y determinación.

…Esta historia continuará.

sábado, 4 de enero de 2025

#Bajo el sol mágico del primer día

 

Era el amanecer del 1 de enero, y Bogotá parecía haber caído bajo un hechizo. La ciudad, usualmente bulliciosa, amanecía tranquila, cubierta por un aire frío de 8 grados que cortaba las mejillas, pero con un cielo despejado que prometía aventuras. Desde la ventana, en Suba, Jhonny Alberto Moreno observaba la luz dorada que comenzaba a pintar los tejados. El viaje que tenía por delante vibraba en su mente como una melodía emocionante. Su bicicleta, recién ajustada en el taller, esperaba ansiosa por enfrentar las pendientes y descensos que lo llevarían a Silvania, al corazón de Villa de las Bendiciones, donde Kike y Linda, sus entrañables amigos, lo recibirían.

Carmenza Moreno, su madre y compañera de aventuras, también se preparaba para el trayecto. Ambos sabían que este no era un simple viaje; era una conexión con algo más grande, un ritual que parecía abrirse paso entre el tiempo y el espacio.

Mientras Jhonny recorría las vacías calles de Bogotá, sentía el latido de la ciudad bajo sus ruedas. Había algo místico en esa paz inusual del Año Nuevo: el aire fresco, las avenidas despejadas, los primeros rayos de sol abrazando los edificios. En el terminal, Carmenza subió a un bus casi vacío, una escena extraña para ser temporada alta. Jhonny, decidido a no dejarse vencer, partió con su bicicleta, persiguiendo el horizonte.

El camino estaba lleno de desafíos. La subida al Alto de Rosas probó su resistencia, mientras que el descenso, con sus vientos caprichosos y las sombras proyectadas por los conos en la carretera, le exigía una concentración absoluta. Cada curva parecía un susurro del viento, una advertencia, un desafío. En un momento, una ráfaga fuerte lo tambaleó, y por un instante, el tiempo pareció detenerse. ¿Qué habría pasado si perdía el equilibrio? Pero Jhonny, con el corazón latiendo como un tambor, retomó el control, una sonrisa de victoria dibujándose en su rostro.

Al llegar a Silvania, la magia del lugar lo envolvió. A 1,470 metros sobre el nivel del mar, este rincón escondido parecía un portal a otro mundo. Los cafetales y los frutales daban la bienvenida con un aroma dulce, y el calor abrazaba como un amigo perdido. Carmenza lo esperaba con una sonrisa que hablaba de orgullo y alivio. La conexión entre madre e hijo, reforzada por la aventura, brillaba como un faro en ese día especial.

Villa de las Bendiciones era un refugio perfecto. Kike y Linda los recibieron con calidez, y pronto el lugar se llenó de risas, anécdotas y desconexión del mundo. Fue entonces cuando Kike sorprendió a Jhonny y a su madre con un regalo especial: una dedicatoria en el libro "Historias que inspiran la imaginación".


—A Carmencita y su hijo, amigos que han inspirado mi imaginación y mi corazón —leyó Kike con voz solemne, arrancando sonrisas y lágrimas de emoción—. Este capítulo es un homenaje a su fuerza, su amistad y los momentos inolvidables que hemos compartido.

El día continuó con un festín preparado por Linda: arroz, carne, papa salada, plátano frito y un jugo de zanahoria que parecía haber capturado la esencia misma del sol. Entre juegos de parqués y conversaciones llenas de esperanza, la noche cayó suavemente sobre Silvania.

Antes de dormir, Jhonny tomó el libro de Kike y comenzó a leer. Cada página era un espejo, un recordatorio de que las verdaderas aventuras no están en los destinos, sino en los corazones que se conectan a lo largo del camino.

El día siguiente prometía más desafíos: correr con su madre entre los senderos mágicos de Silvania. Pero Jhonny sabía que cada paso, cada kilómetro recorrido, era más que una prueba física. Era un recordatorio de la fuerza del espíritu, del amor incondicional de su madre, y de la magia que habita en los pequeños momentos de la vida.

Esta historia nos recuerda que la vida es una serie de aventuras que se despliegan entre los desafíos del camino. No importa cuán empinado sea el sendero o cuán fuerte sople el viento; lo importante es avanzar con el corazón lleno de determinación y amor. Cada viaje, cada experiencia, se convierte en un capítulo de nuestra propia historia. Atrévete a vivirla al máximo, rodeado de las personas que amas, porque al final del día, son los momentos compartidos los que realmente nos llenan de vida y nos inspiran a seguir adelante.

Esta historia, continuará..........

jueves, 19 de diciembre de 2024

#"Música, Letras y Magia en el Mirador Artístico en Silvania"


 Érase, un atardecer, lunes 16 de diciembre en Silvania, donde la tarde irradiaba un sol dorado que pintaba el cielo con pinceladas de nostalgia y promesas. Un tráfico pesado, como si el tiempo mismo se resistiera a avanzar, frenaba el camino de doña Ligia Marina Másmela y su esposo Germán Pinzón Pineda, quienes se dirigían con ansias al Mirador Artístico de Silvania. El lugar, una joya entre montañas, parecía tener el don de detener la rutina y abrir portales a mundos de inspiración.

Doña Ligia y Germán iban con un propósito especial: encontrarse con Kike, el escritor local cuya obra, "Historias que inspiran la imaginación", había despertado su curiosidad. A las 2:55 p.m., conscientes de que el tiempo se escurría, llamaron a Kike para disculparse por el retraso. La voz de Kike, serena como el murmullo de un río, les respondió:
—Tranquila, doña Ligia. Aquí los espero, sin prisa.

Mientras tanto, el Mirador los aguardaba como un anfitrión discreto, desplegando ante Kike su paisaje de colinas y susurros de viento. Sentado en un rincón, con los ojos cerrados y el corazón en paz, meditaba. El aroma del café recién molido flotaba en el aire, como si la tarde misma quisiera ser testigo del encuentro.

A las 3:18 p.m., el sonido de un motor interrumpió el silencio. Doña Ligia y Germán llegaron al lugar. Al bajar del vehículo, el viento juguetón desordenó sus cabellos mientras sus sonrisas encendían el ambiente. Al acercarse a Kike, ambos lo saludaron con la calidez de viejos conocidos, rememorando el primer encuentro en unas capacitaciones meses atrás.

—Kike, déjame presentarte oficialmente a mi esposo Germán —dijo doña Ligia con orgullo—. Los dos somos músicos, enamorados de la cultura y la educación.

Durante las siguientes dos horas, la magia se tejió en cada palabra. Germán compartió historias de su niñez en Chipa Viejo, evocando su ascenso desde un pequeño pueblo hasta dirigir óperas y zarzuelas en escenarios internacionales. Su voz, acompañada de gestos precisos, parecía arrancar suspiros al paisaje que los rodeaba.

Doña Ligia, por su parte, iluminó la conversación con anécdotas de sus clases de pedagogía infantil, música y danza. Su pasión vibraba en cada palabra, mientras Germán amenizaba con chistes y recuerdos.

Kike, observándolos con admiración, habló de su amor por la escritura, de cómo las páginas de los libros lo guiaron en su juventud y lo llevaron a dar vida a historias que buscaban transformar al lector.
—Escribir es como meditar —confesó Kike—. Encuentras un lugar donde el tiempo no existe y la imaginación es libre de volar.

Cuando Germán sacó los instrumentos, la atmósfera se llenó de notas que parecían bailar entre las montañas. Interpretaron canciones del maestro José Jacinto Monroy, y cada acorde resonó como un eco de las raíces colombianas.

"Que tiene tu mirada" con: Germán Pinzón Pineda y Ligia Marina Másmela Compositor Jacinto Monroy

"Colombia es amor". Con: Germán Pinzón Pineda y Ligia Marina Másmela Compositor Jacinto Monroy

El tinto, servido con esmero, parecía más dulce bajo la influencia de las melodías y las risas compartidas. Fue entonces cuando doña Ligia tomó entre sus manos el libro de Kike, quien le dedicó unas palabras que parecían extraídas del alma misma de Silvania:
"Para doña Ligia, cuya vida es una sinfonía de aprendizaje y arte. Que estas historias sean una inspiración más en su camino."

Al despedirse, doña Ligia y Germán extendieron una invitación para un evento cultural en el mismo mirador, donde poetas, músicos y pintores se reunirían para compartir su arte.

Al día siguiente, un mensaje de doña Ligia llegó al teléfono de Kike:
—Kike, tu libro es un viaje. Cada página me transporta a lugares donde los colores, los olores y los sabores cobran vida. Gracias por compartir tu mundo.

Así, entre música, palabras y montañas, nació una amistad que prometía inspirar a todos los que se cruzaran con su historia.

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