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miércoles, 27 de noviembre de 2024

#Kike y los Ecos del Verano

Era una noche mágica de noviembre, una de esas en que la brisa trae susurros de historias y la luna asoma tímida entre nubes de algodón. En Silvania, donde el verano comenzaba a dibujar sus primeras pinceladas, Kike cerraba un día colmado de aprendizajes, esfuerzo y amor familiar.

La jornada había comenzado a las 4:32 a.m., un horario que Kike abrazaba como ritual sagrado. Entre meditación, oración y lectura, conectaba con su espíritu antes de darle vida a sus músculos con ejercicios de fortalecimiento. Ese día, su meta era trotar hasta Fusagasugá, un desafío que encendía su espíritu competitivo.

Con la mochila al hombro y un mantra de gratitud en los labios, Kike emprendió su viaje. Mientras corría, evocaba las palabras de su amigo Alex desde Bogotá, siempre con un toque de humor que empujaba a no rendirse: “No quiero verlos caídos en combate caminando en las carreras”.

En su trayecto de ida y vuelta, que sumó 29.52 kilómetros, Kike se deleitó con la magia del paisaje. La autopista parecía una obra de arte natural: palmeras ondeando al ritmo del viento, aves migratorias entonando cánticos y ríos rugiendo con fuerza tras el invierno. El sol abrasador no fue obstáculo, sino aliado que fortalecía su resolución mientras pausaba para hidratarse y saborear el banano que llevaba consigo.

Al llegar a casa, el reloj marcaba la 1:30 p.m. Linda, su esposa, lo esperaba con un desayuno que era un abrazo para el alma. No había tiempo para descansar; el día aún reservaba aprendizajes.

En el Punto Digital del municipio, la profesora Lilie Ballén enseñó a Kike y sus compañeros los beneficios de Telegram. Aprendieron cómo esta aplicación les permitía compartir archivos pesados, desde documentos hasta películas, de forma sencilla y sin ocupar espacio en sus dispositivos, gracias a su sistema de almacenamiento en la nube. Telegram también se destacó por su capacidad para mantener conversaciones grupales ordenadas, ideales para organizar eventos y mantenerse en contacto con amigos de atletismo. A pesar del cansancio, Kike participó activamente en la clase, sintiendo cómo el sueño cedía ante la energía del aprendizaje.

De regreso a casa, lo esperaba un almuerzo preparado con amor, seguido de la celebración del cumpleaños número 14 de su hijo. Una torta de chocolate se convirtió en el centro de un festejo lleno de risas, fotos y abrazos.

Reflexión final:

Esta historia nos muestra que el día bien aprovechado nos llena de logros y memorias inolvidables. El deporte nutre el cuerpo, la familia fortalece el alma, y el aprendizaje constante nos mantiene vivos y en crecimiento.



Complemento para Telegram:

Telegram no es solo una aplicación de mensajería, también ofrece:

  1. Almacenamiento en la nube: Comparte archivos grandes sin preocuparte por el espacio en tu dispositivo.
  2. Chats grupales eficientes: Perfecto para comunidades o grupos de interés.
  3. Organización en carpetas: Ideal para mantener el contenido clasificado y accesible.
  4. Bots personalizados: Automatiza tareas y mejora la experiencia del usuario.
  5. Seguridad y privacidad: Comunicaciones protegidas con cifrado de extremo a extremo.

¿Listo para explorar todo lo que Telegram puede ofrecerte? 🚀

 

lunes, 21 de octubre de 2024

Reencuentro de dos hermanos después de 40 años

Un domingo 20 de octubre de 2024 en Silvania, Humberto se preparaba para un acontecimiento muy especial: el reencuentro con su hermano Eduardo, a quien no veía desde hacía 40 años. La llamada que había recibido 20 días antes de Eduardo, en la que le avisaba de su visita, llenó a Humberto de emoción. Eduardo le había dicho que llegaría el 20 de octubre y que se quedaría un día debido a compromisos laborales. Desde entonces, Humberto no dejaba de pensar en ese reencuentro.

Junto a su esposa Ana, planearon recibir a Eduardo con los brazos abiertos. Sin embargo, diez días antes de la visita, Ana tuvo que viajar a la capital para acompañar a su madre en una operación, dejando a Humberto solo en casa. A pesar de la ausencia de Ana, Humberto decidió encargarse de los quehaceres del hogar con el mismo esmero que ella le había enseñado. Se dedicó a cocinar, limpiar y dejar todo en perfecto orden para el gran día.

A medida que se acercaba la fecha, Humberto no podía dejar de recordar su infancia, cuando cuidaba de sus hermanos mientras sus padres trabajaban. Esos recuerdos lo llenaban de nostalgia y alegría. Finalmente, el sábado anterior al encuentro, Eduardo llamó para confirmar su llegada. Aunque Humberto no mencionó la ausencia de Ana, decidió que recibiría a su hermano como si ella estuviera presente en espíritu.

La mañana del domingo 20 de octubre amaneció radiante en Silvania, con el canto de los pájaros y el suave susurro de las ramas de los árboles. A las 7:00 a.m., Eduardo llamó para avisar que ya estaba cerca, en San Raimundo. Humberto, emocionado, salió rápidamente al encuentro. Caminó 700 metros hasta el punto de encuentro y, tras un pequeño malentendido gracioso con una señora que lo confundió con otra persona, finalmente vio a su hermano haciendo señas desde más arriba.

Eduardo llegó acompañado de su compañera Luz Marina, y juntos se dirigieron a la casa de Humberto. Al llegar, Eduardo y Luz Marina quedaron fascinados con la hermosa casa que Humberto había comprado. Humberto les preparó un tinto con pan para compartir. Eduardo, algo desconcertado por la ausencia de Ana, escuchó con comprensión cuando Humberto le explicó la situación. Luz Marina, demostrando su hospitalidad, preparó un delicioso desayuno de huevos revueltos con tomate y cebolla, acompañado de café.

Después de desayunar, Eduardo sugirió salir a caminar, y Humberto propuso un recorrido de 4 kilómetros por senderos que llevaban al pueblo. A lo largo del camino, atravesaron dos ríos de aguas cristalinas y disfrutaron del calor de 27 grados, el cual hacía aún más tentadora la idea de sumergirse en el agua. El paisaje era impresionante, con frutales y majestuosas palmeras que hacían del trayecto una experiencia casi paradisíaca.

Al llegar al pueblo, Humberto tomó fotos de su hermano y Luz Marina en los sitios turísticos de Silvania. Después de hacer algunas compras en el mercado, almorzaron en un restaurante cercano, donde disfrutaron de una deliciosa sopa de menudencias y un plato principal de lengua y cola sudada. Al regresar a casa, se dedicaron a descansar y, más tarde, subieron una colina de un kilómetro para recoger leche fresca en una finca cercana.

Esa noche, jugaron rana, cenaron y se fueron a descansar. Al día siguiente, Humberto, como era su costumbre, se levantó temprano para hacer yoga, meditar, leer y trotar por los senderos. Durante su entrenamiento, no dejaba de agradecer interiormente por la visita de su hermano.

Al regresar a casa, Eduardo y Luz Marina lo sorprendieron con un desayuno preparado por Eduardo: un caldo de pollo criollo con papa que hizo que Humberto se sintiera profundamente agradecido. Más tarde, mientras Eduardo hacía un recorrido por el pueblo, Humberto aprovechó para ver una misa y un video de su mentor en internet.

De vuelta a casa, Eduardo y Luz Marina prepararon un almuerzo para chuparse los dedos: pollo, papa sudada, verduras, arroz y jugo de tomate de árbol. Durante la comida, recordaron anécdotas de su niñez y hablaron de los vecinos de antaño. Rieron al recordar las picardías que hacían cuando jugaban en el parque, y rememoraron con cariño a su abuelo.

A las 4:15 de la tarde llegó el momento de la despedida. Eduardo y Luz Marina debían partir, ya que al día siguiente madrugarían para trabajar. Eduardo le regaló a Humberto un símbolo de abundancia que lo conmovió profundamente, como si fuera un mensaje de la divina providencia. Los hermanos se despidieron con un abrazo cálido y afectuoso, dejando en Humberto una sensación de gratitud y amor incondicional.

Esta historia nos enseña que los lazos de sangre perduran a través del tiempo, y que la resiliencia, la honestidad, la nobleza y el amor familiar son valores que nos sostienen a lo largo de la vida.

 

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