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domingo, 15 de diciembre de 2024

#"Un Viernes 13 Mágico en Subia Oriental: Cuando el Campo Inspira"


Era un viernes 13 luminoso en la vereda oriental de Subia, en Silvania, un paraíso rodeado de verdes colinas y caminos pavimentados que serpenteaban entre la naturaleza exuberante. A las 11:43 a.m., don Miguel Darío Beltrán, coordinador del programa "Manos a la Tierra", se encontraba junto a su familia en plena faena: picando tomates, lavando papas, y adobando carnes con la misma dedicación con la que motivaba a su comunidad a asistir a las capacitaciones mensuales de la UMATA, lideradas por don Wilson.

Ese día, además de la reunión habitual, se preparaban para algo especial. En el salón-tienda de su casa, don Miguel había organizado un evento único, lleno de sabor, aprendizajes, y magia. Junto a su familia, dispuso la tarima y las sillas para recibir a más de 50 asistentes, entre ellos un invitado de honor: el ingeniero agrónomo Dubán Vargas, un hombre que, nacido en Fusagasugá y criado en el Sumapaz, se había convertido en un defensor del comercio justo para los campesinos.

A medida que llegaban los asistentes, las historias de cada uno enriquecían el ambiente:

  • Jacinto Moreno, guardián de fincas, apasionado por el lombricultivo.
  • Jhon Sánchez y Sofía Romero, una pareja que, tras renunciar al mundo empresarial, fundaron EcoAvícola, un proyecto que revolucionó la crianza de gallinas criollas en Subia.
  • Rigoberto Prieto y su hermano Abelardo, dedicados al cultivo de frijol y pimentón, quienes recordaban cómo el campo les devolvió esperanza en tiempos difíciles.

Con cada llegada, los saludos cálidos y las risas tejían una atmósfera de comunidad. A la 1:00 p.m., el evento inició. Don Miguel subió a la tarima y, con un aire de orgullo, agradeció la asistencia de todos. Presentó a don Wilson, cuyo lema, “Pensar diferente crea caminos al éxito”, ya había calado en los corazones de los presentes.

Don Wilson destacó el lanzamiento del libro "Historias que inspiran la imaginación", una obra que, capítulo a capítulo, transformaba sueños en realidades tangibles, conectando a los lectores con enseñanzas profundas. Luego, motivó a los asistentes a rescatar el campo desde sus raíces: el cuidado de los suelos, la preservación de semillas nativas, y la sostenibilidad como bandera.








La tarde avanzó entre testimonios conmovedores. Campesinos como Jacinto y Jhon compartieron cómo las capacitaciones de la UMATA habían transformado sus vidas. Incluso Kike, el escritor local, grabó estos relatos para su blog, dejando un registro eterno de ese día extraordinario.

El ingeniero Dubán Vargas tomó la palabra y cautivó con su historia: desde sus inicios como campesino hasta convertirse en un profesional apasionado por el desarrollo rural. Narró cómo, a través de proyectos agrícolas, ayudaba a campesinos a comercializar sus productos con justicia y dignidad.

Cuando la ingeniera Martha intervino para felicitar a los presentes, una sensación de orgullo y esperanza llenó el salón. Era más que una reunión; era un acto de resistencia y fe en el poder transformador del campo.

Manos a la tierra 1

Manos a la tierra 2

Manos a la tierra 3

Manos a la tierra 4

#Ecoavicola #Colombia Ejemplo de: #Pensar diferente

#EcoAvicola #Colombia Ejemplo de #Pensar #diferente 2

#Pensar #diferente es: "Crear un camino nuevo"

Al final, la familia de don Miguel sirvió un delicioso asado que todos habían contribuido a preparar. Entre risas y abrazos, la reunión culminó, dejando grabado en cada corazón un mensaje imborrable: el futuro del planeta está en el campo, en manos de quienes, con visión y esfuerzo, son capaces de sembrar un mundo mejor.


Reflexión final:
La magia de este viernes 13 no estuvo en la superstición, sino en la fuerza del espíritu colectivo. Inspirados por don Wilson y su lema, cada asistente salió convencido de que pensar diferente es el primer paso para transformar realidades. Las semillas sembradas en este encuentro germinarán, llevando el mensaje de esperanza a futuras generaciones.

jueves, 5 de diciembre de 2024

#Renacer del Campo: Semillas de Esperanza y Raíces Eternas

El reloj marcaba las 1:08 p.m. en el Rancho Amelia y Juancho, un rincón mágico rodeado de un mar verde, donde los árboles parecían murmurar secretos al viento y las montañas vigilaban como guardianes ancestrales. Este lugar, lleno de vida y serenidad, era más que un refugio; era un portal hacia una conexión perdida con la tierra, con nuestras raíces.

El anfitrión, don Ferney Rendón, junto con don Wilson García y la ingeniera Martha Poveda, se preparaban para recibir a los invitados que llegaban con el alma dispuesta y los corazones abiertos. Era un día especial, el cierre de un año de aprendizajes y esfuerzos bajo el plan “Semillas de Esperanza”, un proyecto que había brotado como un pequeño brote en un terreno árido y ahora florecía como un roble robusto en las comunidades de Silvania.

Desde cada vereda cercana comenzaron a llegar los vecinos, cada uno con su propia historia y sus propias manos trabajadas por la tierra. Entre ellos estaban:

  • Don Orlando Enrique Guerra, de la finca Villa Paulina, un hombre que hablaba con las estrellas para predecir las lluvias.
  • Doña Paulina, de Villa Rosita, cuya risa era como el canto de las aves al amanecer.
  • Esperanza López, quien aseguraba que en cada lombriz que criaba habitaba la sabiduría del campo.
  • Don Jaime, de la casa de Celia Lombricultivo, un narrador nato cuya pasión por la tierra era contagiosa.
  • Don Neiver Garzón Gutiérrez, cuya dedicación era un testimonio de esfuerzo constante.
  • Celso González, de La Conquista, un soñador práctico que siempre buscaba formas de mejorar el trabajo colectivo.
  • Don Arcenio Gaitán, quien cultivaba maíz nativo con un amor ancestral por la tierra.
  • Doña Elvia, operadora de la Huerta Casera en la finca La Reforma, cuya labor diaria era un himno de gratitud a la naturaleza.
  • Linda Naranjo, junto a su hijo Juanpis, quienes simbolizaban el futuro del campo en sus ojos brillantes y sus manos llenas de promesas.
  • Kike, el escritor y creador de contenido, quien estaba allí para documentar el evento y celebrar la reciente transformación de su casa en un Laboratorio de Propagación de Semillas, gracias a la gestión de don Wilson.

Con solemnidad y entusiasmo, don Wilson dio inicio a la reunión, oficializando el lugar como “Renacer del Campo”, un nombre que resonaba como un eco de esperanza en cada rincón del Rancho. En su discurso, compartió cómo, sin gastar un peso del presupuesto municipal, habían enseñado a las comunidades a rescatar las semillas ancestrales y aplicar lombricultura, logrando no solo la autosuficiencia, sino también un ejemplo de sostenibilidad.

La psicóloga Aura Alejandra Monroy y Paula Jurado, de la Secretaría de Salud, complementaron el evento con programas en salud mental y bienestar comunitario, subrayando que el cuidado del cuerpo y el espíritu eran tan esenciales como el cuidado de la tierra.

Cláusula: Renacer en el Campo

Información Secretaría de Salud de Silvania

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El clímax de la reunión llegó cuando los campesinos compartieron sus experiencias. Don Arcenio Gaitán habló emocionado de cómo sus cultivos de maíz nativo revitalizaron su fe en el futuro. Doña Elvia explicó cómo la Huerta Casera había unido a su familia, y Celso González compartió anécdotas de cómo sus cultivos ayudaron a otras familias en momentos de necesidad.

La jornada culminó con un banquete de lechona y refajo, mientras las risas y las anécdotas llenaron el aire. Fue en ese ambiente de camaradería que los asistentes sorprendieron a Kike, el escritor, con una torta improvisada y un coro de "¡Feliz Cumpleaños!". Las velas encendidas parecían reflejar no solo un año más en la vida de Kike, sino también el renacimiento de la esperanza en toda la comunidad.







Antes de que el sol se escondiera tras las montañas, la ingeniera Martha realizó una demostración sobre cómo medir terrenos de manera artesanal con tres palos y una pluma, dejando a todos con una lección sencilla pero poderosa: lo tradicional y lo innovador pueden coexistir para enfrentar los retos del futuro.

Enseñanza Final

Esta historia nos recuerda que en cada semilla, en cada mano trabajadora, y en cada corazón dispuesto, yace la capacidad de transformar el mundo. Ante los desafíos globales, el campo nos ofrece una respuesta: volver a nuestras raíces es también avanzar hacia un futuro sostenible y lleno de esperanza.


 

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