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lunes, 18 de noviembre de 2024

#Semillas de Esperanza: La Jornada que Transformó Silvania

Era un lunes radiante, el 18 de noviembre, cuando la brisa fresca y el sol cálido auguraban un día lleno de promesas en la oficina de la UMATA (Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria) de la Alcaldía de Silvania. Desde temprano, don Wilson García y la ingeniera Martha Poveda organizaban con esmero los detalles para recibir a sus invitados: don Alfredo Contreras, Olga Lucía Poveda, Sandra María Ramírez y Jaimito Sanabria.

Con el corazón dispuesto, Wilson y Martha preparaban café con dedicación, sabiendo que esa jornada no solo era laboral, sino un paso hacia un cambio profundo en las tierras de la vereda Yayata, en el sector de Pomarroso. Mientras tanto, habitantes del municipio acudían a la oficina con sus peticiones. Don Wilson, con su generosidad característica, obsequiaba pequeñas bolsas de semillas nativas a cada visitante, regalándoles no solo semillas, sino también esperanza y un recordatorio de las raíces ancestrales de la tierra.

A las 8:30 a.m., los invitados llegaron. La bienvenida fue cálida, marcada por una charla técnica entre sorbos de café. Luego, el grupo se dirigió al huerto detrás de la Alcaldía, donde don Wilson, cual maestro sembrador, entregó una de caja de abono enriquecido con lombriz californiana y estiércol de caballo de forma oficial a don Alfredo. Explicó con detalle cómo, con paciencia y cuidado, una sola caja podría multiplicarse en 45, trayendo vida a los suelos fatigados.(ver videos):

https://youtu.be/YPtN4YnikGE

https://youtu.be/iphksIHuRMw

Además de la capacitación, don Wilson entregó ramas para sembrar en sus fincas y 500 bolsas a Jaimito Sanabria, quien se convirtió oficialmente en el guardián de un vivero comunitario en su casa. Con instrucciones precisas de la ingeniera Martha, Jaimito aprendió los pasos para transformar esas bolsas en recipientes fértiles, siguiendo estas pautas:

  1. Seleccionar un sitio sin encharcamientos.
  2. Usar tierra negra, cascarilla, abono orgánico o humus, y cal.
  3. Llenar las bolsas de forma compacta, evitando burbujas, y alinearlas cuidadosamente.
  4. Humedecerlas antes de sembrar.

Al finalizar, las casas de don Alfredo y de Jaimito quedaron investidas de un propósito mayor: un huerto de lombrices y un vivero comunitario, respectivamente. Estos lugares no solo serían puntos de cultivo, sino también centros de distribución para las tierras vecinas, multiplicando el alcance de este proyecto de rescate agrícola.


La jornada terminó entre sonrisas y agradecimientos. Don Wilson y Martha se quedaron atendiendo con entusiasmo a más habitantes que llegaban a la UMATA, mientras los invitados, cargados de herramientas, semillas, y sobre todo inspiración, regresaron a sus hogares.

Pero más allá de las lombrices, las ramas y las bolsas, ese lunes se sembraron en los corazones de todos semillas de esperanza. La unión de estas personas no solo marcó un hito para Silvania, sino que también dio vida a una causa noble: rescatar las semillas ancestrales y devolver a la tierra su promesa de abundancia.

Enseñanza:
Esta historia nos muestra que cuando se unen las manos y los corazones, la transformación es posible. Rescatar nuestras semillas ancestrales es más que un acto agrícola; es un llamado a valorar nuestras raíces, a cuidar la tierra y a trabajar juntos por un futuro promisorio para nuestra comunidad.

 

viernes, 15 de noviembre de 2024

#Semillas de Esperanza: Rescatando Nuestros Orígenes en Silvania


En lo alto de una colina a 600 metros de Silvania, en la región de Cundinamarca, se encuentra una finca que parece extraída de un sueño: Villa de las Bendiciones. Rodeada de paisajes exuberantes y una vista que abraza el alma, esa mañana, Jaimito, conocido por todos como “el mejor”, se preparaba para un día especial. A las 9:00 am, con el frescor de la montaña acariciando su rostro, esperaba ansioso la llegada de los invitados al encuentro mensual del Plan Semilla, liderado por el visionario don Wilson García, director del proyecto.

El celular de Jaimito vibró, rompiendo el silencio tranquilo de la mañana. Era don Wilson, confirmando que la reunión se daría a las 9:45 am y, con su generosidad habitual, adelantó que contribuiría con carne y empanadas para celebrar al final con un asado. Jaimito, emocionado, se apresuró a preparar un tinto con café y panela, utilizando productos autóctonos de la región. Mientras el aroma cálido se dispersaba por la casa, alistaba los ingredientes para un arroz con verduras al que, como siempre, añadiría su toque secreto de sabor. Vajilla y cubiertos brillaban en la mesa, listos para recibir a los invitados.

Puntualmente, a las 9:45 am, comenzaron a llegar los asistentes, entre ellos, el comité de la Alcaldía de Silvania liderado por don Wilson, la Ingeniera Agrónoma Martha Poveda, y la Psicóloga Aura Alejandra Godoy. Con una sonrisa amplia y una bandeja de tinto caliente, Jaimito los recibió en su hogar, acompañado del crujiente deleite de unas arepas con queso que trajo una vecina. Las risas y conversaciones llenaron el espacio, marcando el inicio de una jornada significativa.

La reunión, organizada por la UMATA de Silvania en el marco del proyecto de extensión agropecuaria, tuvo lugar en el corazón de la finca Santa Isabel. Los técnicos explicaron la importancia de proteger y preservar las semillas nativas, destacando su papel como base de la soberanía alimentaria y el legado ancestral. En un consenso cargado de emoción, los participantes acordaron que en la finca de Jaimito se establecería un vivero comunitario para propagar semillas que cada familia recolectara. Este vivero sería un símbolo de esperanza, donde la tierra y las manos de Silvania trabajarían juntas para garantizar un futuro sostenible.

La reunión también sirvió como espacio de aprendizaje y retroalimentación. Se revisaron temas cruciales como lombricultura, técnicas para controlar la erosión con vetiver, y la importancia de las barreras vivas en las curvas de nivel. Por su parte, la psicóloga Aura Alejandra enfatizó la necesidad de cuidar no solo la tierra, sino también la salud mental de los habitantes, recordándoles que el bienestar integral comienza desde adentro.

Mientras las palabras inspiradoras fluían, Jaimito trabajaba diligentemente en la cocina. En el aire se mezclaban los aromas del arroz con verduras, las papas saladas y el jugo de zanahoria, junto con la carne y empanadas aportadas por los generosos asistentes. Con la ayuda de doña Nelly, Jaimito sirvió un almuerzo que no solo alimentó los cuerpos, sino también los corazones, uniendo a todos alrededor de la mesa.

Entre risas y aplausos, se tomaron decisiones importantes: la casa de don Alfredo sería la sede del lombricultivo, mientras que la de Jaimito albergaría el vivero comunitario. También se planificó un gran cierre de año, un sancocho de gallina el 12 de diciembre, donde cada quien contribuiría con algo para celebrar los logros compartidos.

Al final del encuentro, don Wilson, siempre con una visión innovadora, rescató los tallos podados del “Caballero de la Noche” que Jaimito había pensado desechar. Estos serían distribuidos entre los vecinos para ser plantados en sus terrenos, recordando que incluso los restos pueden ser semillas de nuevos comienzos.

Esta historia, tejida con esfuerzo, generosidad y amor por la tierra, nos recuerda que la unión hace la fuerza y que rescatar nuestras raíces no es solo un acto de preservación, sino de profunda conexión con nuestra identidad. En Silvania, las semillas nativas no solo representan alimento, sino también esperanza y un legado para futuras generaciones.

"Semillas de esperanza", una lección que nos inspira a cuidar lo que tenemos y a sembrar con amor el futuro que queremos. 🌱

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