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lunes, 17 de febrero de 2025

#El Sendero de la Riqueza Interior


 Era un domingo 16 de febrero, 5:40 a.m., en Villa de las Bendiciones, "donde el tiempo parece no detenerse". El alba se anunciaba con la danza de los pajaritos de colores, su canto armonioso y el leve picoteo en las ventanas, como un himno celestial.

Kike despertó con una energía inusual, como si una fuerza invisible lo impulsara a transformar lo vivido el día anterior. Se sumergió en su rutina de tres horas de meditación, oración, yoga y escritura, reflexionando sobre un pensamiento que lo intrigaba. Al abrir nuevamente "Tónico para el alma" de Osho, encontró un pasaje revelador:

"Nos da ambos mundos. Nos da el otro mundo (el de la divinidad) y nos da este mundo también. Entonces, uno es pobre. Uno también tiene riqueza, pero no material. Hay muchas formas de riqueza, y el hombre que es rico porque tiene dinero es el más bajo en cuanto a categoría de riqueza."

Inspirado, Kike anotó en su diario:

La riqueza no se limita solo al dinero. Hay muchas formas de ser rico, y la riqueza material es solo una de ellas. El hombre que solo posee dinero es el más pobre de los ricos. La verdadera riqueza radica en la creatividad, la pasión y la conexión con nuestro ser interior. La meditación nos enriquece al revelarnos nuestro yo más profundo y libera nuestros talentos. Cada persona nace con un don único, y si no lo desarrolla, siempre sentirá que algo falta en su vida.

Con esa reflexión, se sintió el hombre más rico del mundo. Sus pensamientos coincidían con las enseñanzas de Jesús: "Todo lo que pidan en oración les será concedido". Y entendía que la verdadera oración es el silencio de la meditación.

Después, dedicó dos horas a la lectura de Gabo y tomó notas de una crónica sobre la Convención de Ginebra en julio de 1955. Mientras tanto, el día transcurría. Realizó sus ejercicios de fortalecimiento y estiramiento, sintiéndose un poco adolorido por el trote de 26 km del día anterior en la vía del Sumapaz. Estaba terminando de escribir su blog cuando su teléfono sonó. Era la Dra. Olga, una fiel admiradora de sus escritos, quien lo invitó a un asado en su finca para celebrar el cumpleaños de su hija, Paula Daniela Salamanca Romero, una joven ejemplar y apasionada por el marketing.


Linda no estaba en Silvania, así que Kike fue solo. A las 4:00 p.m., llegó a la finca y quedó admirado por la energía emprendedora de la Dra. Olga. Mientras esperaban a los invitados, ella lo llevó a la cocina y conversaron. Sin batería en sus audífonos, Kike tuvo que acercarse para entenderla mejor. Luego, la Dra. Olga le mostró su caballo de paso, que bañaron con esmero junto a su empleado.


Poco después, llegó "El Paisita", un personaje con una historia fascinante que Kike no pudo evitar querer plasmar en un blog. Tras la entrevista improvisada, disfrutaron del asado en un ambiente de risas y camaradería. A las 7:00 p.m., Kike se despidió y tomó el sendero oscuro de regreso. Mientras caminaba los 2 km que lo separaban de Villa de las Bendiciones, se detuvo a ratos para dejar pasar los carros y motos, iluminando su camino con la luz intermitente de su celular.

Al llegar a casa, se dedicó a ampliar un guion que quería memorizar para el día siguiente. Duraba un minuto y treinta segundos, y se propuso un desafío doble: repetir la hazaña del sábado, recorriendo los 26 km hasta Fusa, pero esta vez memorizando su guion mientras corría.

¿Lo lograría?

Esta historia continuará...

martes, 17 de diciembre de 2024

#"La Magia de Yayata y el Legado del Vergel"


 Era una mañana vibrante de un 16 de diciembre. El reloj marcaba las 11:16 a.m. en la finca El Vergel, un rincón paradisíaco de la vereda Yayata. La vegetación espesa parecía tener vida propia, susurrando historias al viento mientras los frutales se mecían como si dieran la bienvenida a quienes estaban por llegar. En medio de este entorno mágico, don Cristóbal Hernández, nacido en Ráquira, ultimaba los detalles para la esperada reunión clausura del programa “Yayata Centro Agroecológico”, liderado por Wilson García, ingeniero de la UTAMA.

Don Cristóbal, con su característico entusiasmo, adobaba una deliciosa carne que sería el centro de un banquete acompañado de plátano, papa y yuca, cocidos en un horno de leña que parecía tener el poder de infundir amor en cada bocado. A su lado, don Wilson, el ingeniero Dubán y una vecina de la región aportaban sus manos y corazones al festín que sellaría un año de esfuerzo y aprendizajes.

Mientras los dueños de las fincas vecinas comenzaban a llegar, trayendo consigo relatos de cosechas y lecciones aprendidas, apareció Kike, el escritor de Silvania. Con su cuaderno en mano, Kike tenía un objetivo claro: capturar la esencia de cada historia narrada, porque sabía que cada palabra sería un eco para las generaciones futuras.

Don Cristóbal, mientras compartía su experiencia, recordó cómo llegó hace cinco años desde Bogotá, animado por un amigo a comprar un casalote. Lo transformó, con esfuerzo y dedicación, en la finca El Vergel, su refugio y orgullo. "No sabía nada del campo", confesó, "pero gracias a don Wilson aprendí sobre lombricultura y la siembra de colinos. Ahora la tierra me habla, y yo he aprendido a escucharla".

Doña Sandra, con su hija a su lado, también compartió su historia. Procedente de Bogotá, había llegado a Silvania cuatro años atrás. Desde el primer día se conectó profundamente con la naturaleza que la rodeaba. Su lema, “Cultivar con amor”, se convirtió en su norte, y con la guía de don Wilson transformó su forma de vivir, aprendiendo a convertir desechos orgánicos en nutrientes para la tierra. No solo cambió su vida, sino que también se convirtió en una profesora para la comunidad, enseñando a los niños sobre la importancia de reciclar y proteger el planeta.

La reunión tomó un cariz solemne cuando don Wilson se dirigió a los asistentes. Agradeció su compromiso durante el año y los animó a seguir creyendo en el poder del trabajo conjunto. “Pensar diferente y sembrar con amor es lo que nos hará recoger frutos que cambien nuestro futuro”, dijo, mientras hacía el lanzamiento oficial del libro “Historias que Inspiran la Imaginación” de Jaime Humberto Sanabria, una obra que al final de cada capítulo dejaba una enseñanza y huella de motivación al lector.

La ingeniera Martha Poveda tomó la palabra para felicitar a los asistentes. Luego, con la precisión de quien sabe que cada semilla cuenta, elaboró un listado para distribuir libras de semillas entre los presentes. El ingeniero Dubán, por su parte, habló de la importancia de la comida limpia y de sembrar lo que se consume, compartiendo cómo había creado su propio huerto gracias a las enseñanzas del Centro Agroecológico.

Cultivos con amor

Cultivos con amor 2

Cultivos con amor 3

Cultivos con amor 4

Cultivos con amor 5

Cultivos con amor 6

Cultivos con amor 7

Cultivos con amor 8

Cultivos con amor 9

Cultivos con amor 10

Un viaje al Vergel

Un viaje al Vergel 2

Cuando los invitados comenzaron a narrar sus propias experiencias, el aire se llenó de una magia indescriptible. Sus relatos, cargados de esperanza y transformación, parecían dar vida a la vereda Yayata. Era como si el suelo mismo, alimentado por el amor y el esfuerzo de aquellos campesinos, respirara agradecido por la nueva conciencia que germinaba en cada corazón.







El asado, preparado con esmero por don Cristóbal, se convirtió en el cierre perfecto para una jornada inolvidable. Entre risas, abrazos y el sonido del viento acariciando las copas de los árboles, la reunión llegó a su fin. Pero el mensaje quedó grabado en cada alma: el verdadero cambio comienza cuando decidimos cuidar lo que nos rodea, con constancia y pasión.

Así, en la vereda Yayata, se selló un pacto no solo con la tierra, sino con el futuro. Un mensaje que, sin duda, resonaría durante generaciones, recordando a todos que el que siembra con amor, recoge los frutos más dulces.



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