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viernes, 25 de abril de 2025

#Un Encuentro con la Magia de las Letras


 Érase un amanecer de miércoles, 23 de abril, Día del Idioma y del Libro. El sol despertaba con entusiasmo sobre un rincón encantado llamado Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parecía detenerse. El canto de los gallos, el trinar del pájaro carpintero sobre un poste de guadua y el susurro del viento entre los árboles componían una sinfonía natural que elevaba el espíritu. A las 6:03 a.m., el viejo reloj marcaba el inicio de un día inolvidable.

Kike se despertó de un sueño apacible. Tenía el presentimiento de que algo especial lo esperaba. Sin embargo, había un reto por delante: su hijo Juanpis, quien solía levantarse a las dos o tres de la tarde. Para que pudieran asistir juntos al Encuentro Literario en Fusagasugá, Kike llevaba días ayudándolo a regular su horario. Le leía cuentos hasta el amanecer, cada noche un poco más temprano, hasta que por fin ese día, logró que se levantara al mediodía.

Con ilusión, Kike dejó lista su camisa azul, su pantalón favorito, y repasó mentalmente lo que diría si le daban la palabra para presentar su libro. También preparó la ropa de Juanpis y un desayuno lleno de amor. Su amiga Karen, cómplice de tantos momentos, ya había cocinado el almuerzo, pero Kike le respondió con ternura:

—Gracias, Karen, tan linda… pero almorzamos con Juanpis cuando regresemos del encuentro.

A las 12:15 en punto, despertó a Juanpis. Para sorpresa de Kike, el niño se levantó con buena disposición, se bañó y desayunó con entusiasmo. El día anterior, Karen y Omar habían planeado regresar a Bogotá, pero tras conversar con Kike, Omar aceptó acompañarlos al evento, y juntos lograron convencer a Karen de quedarse un día más. Ella, no obstante, puso una condición: apenas termine el evento, volvemos a Bogotá.

A la 1:15 p.m. partieron rumbo a la biblioteca pública de Silvania, con las maletas listas. Allí los esperaba la van que los llevaría a Fusagasugá. A las 1:35 p.m., Doña Liliana, jefa de la biblioteca, los recibió con un caluroso abrazo. En el segundo piso dejaron guardadas las maletas, y se reunieron con otros soñadores: el poeta Josué, don Jorge Valdriri, don Gilberto, Damaris Mendoza y Helen Torres. 

A las 2:07 p.m. partieron en la van. Durante el trayecto compartieron emociones, lecturas, anécdotas… y Omar evocaba sus antiguos encuentros literarios en Bogotá. A las 2:30 p.m., llegaron a la imponente biblioteca de Fusagasugá: tres pisos repletos de sabiduría, arte y cultura. Había un salón para niños, esculturas, murales… y lo más llamativo: una rockola cultural.


Juanpis quedó fascinado con los cuentos infantiles y juegos de destreza. En el jardín exterior, frondosas palmas datileras ofrecían sombra y belleza. Kike recordó las tres palmas que había sembrado días atrás en su querido terruño.


Y entonces, la sorpresa del día: una presentación al aire libre de “Cien Años de Soledad”, con más de 40 artistas, entre bailarines y músicos, que dieron vida a Macondo. Aunque sus audífonos estaban dañados, Kike se dejó llevar por la atmósfera. Cada escena, cada tambor, era poesía en movimiento.


A las 3:45 p.m., subieron al tercer piso para un encuentro íntimo con el Club de Lectura de Fusa. Recibieron con cariño a los visitantes de Silvania con pan curazao, bocadillo, manzana y jugo néctar. Comenzaron a leer por párrafos el libro Los Nombres de Felisa, de Juan Gabriel Vásquez. Kike, fascinado, escuchaba atento, sintiendo la magia de cada voz.

Cuando le tocó leer, se desconectó del mundo. Cada palabra salía de su alma. Más tarde, durante la ronda de comentarios, se armó de valor. Recordó a doña Ligia Madagascar y su consejo: “Habla desde el alma”. Tomó aire tres veces, se puso de pie y dijo:


—Soy Jaime Humberto Sanabria, autor de Historias que Inspiran, un libro nacido de mi pasión por la escritura, la reflexión y la vida misma...

Sus palabras fluían como un río claro, espontáneas y profundas. Habló de sus vivencias, de sus sueños, del poder de la inspiración. El público lo escuchaba en silencio reverente… y al terminar, estallaron los aplausos. Luego, compartió una breve reseña de su vida, desde su infancia hasta su llegada a Silvania. Su testimonio tocó corazones. Sintió cómo la energía positiva de sus palabras se esparcía como una ola.

Muchos asistentes pidieron su contacto para adquirir su libro. Kike, emocionado, cerró los ojos y agradeció a la Divina Providencia por aquel instante. A las 6:00 p.m. terminó el encuentro, con fotos, abrazos y promesas de volver.

En el regreso, Omar propuso quedarse una noche más en Villa de las Bendiciones. Kike aceptó con alegría. Sentían que ese lugar tenía un embrujo sereno, una paz envolvente que los retenía dulcemente.

Ya en casa, reforzaron el almuerzo, charlaron hasta medianoche y se desearon una feliz noche. A la mañana siguiente, Kike acompañó a Karen y Omar a tomar la flota rumbo a Bogotá. Los despidió con nostalgia, mientras la neblina cubría las montañas.

Antes de partir, Omar le dejó un papel doblado que decía:

Gracias, Kike, por mencionarme en tus historias, que en verdad llenan el alma de esperanza y optimismo. Hoy, siendo el último día de esta travesía en Silvania, me voy satisfecho por haberme encontrado con seres como tú: un artista fiel a sus ideales, cuyas palabras expresan de manera auténtica su luz interior…

Kike guardó el papel junto a su corazón, sabiendo que aquella jornada quedaría para siempre grabada en su alma… y también en su próximo blog.

lunes, 21 de abril de 2025

#“El Escarabajo Sagrado y las Voces del Amanecer”


 Historia

Érase un viernes santo, 18 de abril, en un sitio paradisiaco, rodeado de exuberante naturaleza, donde los pájaros multicolores y las cigarras tejían un coro armónico en un remoto lugar llamado Villa de las Bendiciones, en Silvania, donde el tiempo parece detenerse. Eran las 6:21 a.m. cuando Kike despertó de una noche tranquila, atrapado aún en la magia de un sueño que lo había cautivado.

Soñó con un hombre avaro que intentaba aprovecharse de una humilde mujer en una extraña apuesta. Sin embargo, ella, a pesar de su cansancio y su sencillez, se sobreponía, y cuanto más perdía aquel hombre, más se enojaba, cegado por su soberbia y orgullo. En el último lance, apostó todo… y fue vencido. La mujer, agotada pero invencible, se alzó como la gran triunfadora. En ese instante, una voz desconocida pronunció:
"Cuando avanza la mañana, es una buena mañana."

Kike despertó, buscó su libreta y su esfero, y anotó aquella frase enigmática. No tenía lógica en ese momento, pero horas después la descifró:
“Persiste y vencerás.”
Y comprendió que él era ese espíritu humilde que lucha contra los obstáculos representados por el hombre avaro.

Mientras seguía acostado, evocó los días anteriores. El martes habían llegado sus visitantes: Karen Tatiana y Omar. El miércoles, entre charlas y recuerdos, Omar se confesó:
—Querido Kike, he sido escritor de cuentos, poesías, crónicas y fanzines. También pintor y músico aficionado. Lo que hago, lo hago con esmero, aunque algunos digan que carece de técnica. Vivo una práctica espiritual no como religión, sino como trascendencia, sin pretensiones de superioridad. Respeto toda vida, hasta la de los insectos diminutos… son pequeñas porciones de Dios.

Kike se sintió identificado. Omar continuó:
—Dicen que el signo que me rige, diciembre, me ha dotado de sensibilidad y dotes artísticas. Por eso, tus historias son un espejo en el que me reflejo. Aquel miércoles salieron a hacer compras. Kike logró reunir a última hora una cuota gracias a la venta de sus libros. Aquella tarde, Omar los invito a disfrutar de una cerveza propia de la región en el Café Zeratema.

A la mañana siguiente, Kike le dedicó su primer libro:

“Para Omar, caminante del espíritu y el arte:
Gracias por abrir tu corazón en este encuentro inesperado, que más que casualidad, siento fue un llamado de almas afines. Eres un tejedor de historias y buscador incansable de sentido.
Que estas Historias que Inspiran sean para ti un espejo de tu viaje interior, y de esos seres diminutos y maestros invisibles que, como tú dices, son pequeñas porciones de Dios.
Gracias por coincidir en el misterio de la vida. Que Deepak, Eckhart y Gabo sigan siendo faros para ambos.”

Omar se propuso terminar de leer Historias que Inspiran la Imaginación antes de volver a Bogotá.

La tarde lluviosa del jueves los llevó a caminar por un sendero que Kike conocía hasta llegar al pueblo. Esta vez convencieron a Juanpis para que los acompañara. Recorrieron tres kilómetros por caminos frondosos, charcos de lluvia, y bordeando el río Subia, hasta Silvania.


Kike les mostró la cancha acústica, la iglesia… y Omar los sorprendió invitándolos a un almuerzo en un sitio exclusivo: cuchuco y una picada deliciosa con longaniza, rellena, papa criolla, carne de cerdo y limonada en un restaurante frente a la alcaldía. De allí partieron, a un tercer piso panorámico de un edificio emblemático, cerca de la alcaldía, se deleitaron con cervezas, aromáticas y brownies. Compraron víveres para el viernes santo, cuando gran parte del comercio cerraba.


De regreso, a solo 150 metros de Choriloco, Omar se topó con un escarabajo verde metalizado, enorme y brillante. Le tomaron fotos y videos; era algo único. Más tarde, Kike investigó y descubrió que estos escarabajos son símbolo de esperanza y renovación. En algunas culturas, su aparición señala que la naturaleza está en plena actividad.

Esa noche, Omar salió a comprar una torta de frutas: era el cumpleaños de Karen. Lo celebraron con vino y aguardiente amarillo Néctar. Conversaron de música, crecimiento personal y encuentros literarios en Bogotá. Omar le compartió a Kike su obra: CHIFLÓN REBELDE 2 DIGITAL FINAL. Fue un jueves santo inolvidable.

Ya el viernes, a las 8:37 a.m., Kike, tras meditar, orar y activar sus chakras, se sumergió en la lectura de Una Historia para Contar de Gabo, donde el Nobel narraba la memoria de su infancia y juventud, el origen de su imaginación.

Luego bajó a conversar con Karen, quien le contó, con cierto misterio, que había escuchado la voz de un hombre hablando en la madrugada. Kike, intrigado, fue a revisar a Juanpis y lo encontró dormido. Omar seguía descansando. El misterio quedó en el aire.


Karen preparó huevos revueltos con cebolla y tomate, embueltos silvanenses y chocolate caliente. Más tarde, Omar y Kike recolectaron leña e improvisaron un fogón, mientras Karen recogía auyamas, papas y verduras de la huerta. Con pollo criollo prepararon un delicioso sancocho, acompañado de limonada de naranjas ácidas de la finca.


La tarde transcurrió entre conversaciones sobre literatura y mentores espirituales. Fue entonces cuando, en la sala, apareció un escarabajo sagrado de color negro, igual al de los jeroglíficos egipcios. Lo recogieron, le tomaron fotos y videos. Kike investigó:
El escarabajo egipcio, símbolo del Sol naciente, de protección contra el mal y de fuerza diaria, era también un emblema de resurrección.

Aquella noche, Kike recibió mensajes de amigos cercanos pidiéndole disculpas por no poder asistir al lanzamiento de su primer libro, pues se hallaban de vacaciones. Kike preparó una y otra vez su libreto para su presentación en el Café Taller Zeratema de Silvania.

Y así, con el misterio del escarabajo, las voces del amanecer y los mensajes ocultos en los sueños, la aventura de Kike, Karen Tatiana, Omar y Juanpis apenas comenzaba.

…Esta historia continuará.

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