Mostrando las entradas con la etiqueta semillas ancestrales. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta semillas ancestrales. Mostrar todas las entradas

sábado, 14 de diciembre de 2024

#El Ajiaco que Inspiró Sueños


 Era un jueves 12 de diciembre, 11:00 a.m., en el sector Pomarroso de Silvania, cuando la magia del sol acariciaba con sus rayos cálidos la finca de don Alfredo y su encantadora esposa. La brisa jugaba entre los árboles, susurrando secretos de antaño mientras los primeros invitados llegaban al encuentro, atraídos por el aroma envolvente de un ajiaco campesino cocido a leña.
Ser visionario


Los anfitriones, con su hospitalidad natural, preparaban el lugar como si supieran que aquel día sería inolvidable. La finca, un rincón de paraíso donde la naturaleza y el trabajo humano se entrelazan, parecía brillar con un resplandor especial. Los ingredientes del ajiaco, provenientes casi todos de la tierra fértil de don Alfredo, estaban listos: yuca, papas, mazorcas y gallina campesina que había crecido en la granja bajo los cuidados de la familia. El técnico agrícola Wilson García y la ingeniera Martha Poveda de la UMATA(Unidad de Asistencia Técnica Agropecuaria) habían traído aguacate en abundancia, completando así el festín.

A medida que los invitados iban llegando, las sonrisas y los saludos cálidos llenaban el aire. Kike Linda, don Tito, doña Teresa, don Mauricio, don José con su esposa, y otros vecinos del sector, entre ellos el siempre carismático Paisa, se unían al bullicio. Cada paso resonaba como un eco de esperanza, mientras el ambiente se llenaba de aromas, risas y el sonido alegre del movimiento de la olla sobre la leña crepitante.

Alrededor de la mesa, el Paisa lideró una oración que parecía elevarse más allá del techo de guadua, como un canto a los cielos agradeciendo por el sustento y la unión. Los platos servidos por don Alfredo y su esposa eran una obra de arte campesino, decorados con cilantro fresco y cebolla finamente picada. Las risas resonaban como un coro de vida mientras los comensales disfrutaban el banquete, acompañados de gaseosas que algunos invitados habían traído.

#Produzco lo que #consumo: "#Cultivo lo que como" La Bienvenida

#Produzco lo que #consumo: "#Autosuficiencia en acción"

#Produzco lo que #consumo: "La autosuficiencia en acción" 2

#Produzco lo que #consumo: " Autosuficiencia en acción" 3

Junta #Defensora de #animales #Silvania

Después del almuerzo, el momento clave llegó. Wilson tomó la palabra para agradecer a los anfitriones, pero fue Kike quien robó el protagonismo al presentar su libro: Historias que Inspiran la Imaginación. Sus páginas, según sus palabras, guardaban enseñanzas y valores que resonaban con la filosofía del grupo. La portada del libro parecía brillar bajo el sol de diciembre, como si los sueños plasmados en sus palabras cobraran vida ante los presentes.

“Pensar diferente es el camino hacia el cambio,” dijo Wilson en su discurso, llamando a todos a rescatar las semillas ancestrales, a cuidar los suelos y a buscar alternativas innovadoras en sus cultivos. Las palabras del técnico parecían enraizarse en los corazones de los oyentes como las plantas que crecen en la tierra fértil.

La tarde continuó con un recorrido por la finca de don Alfredo, que se extendía como un cuadro pintado por la naturaleza. Los cultivos orgánicos vibraban de vitalidad, las gallinas se paseaban felices y, en un rincón especial, las lombrices trabajaban silenciosas en su cajita, multiplicándose gracias al lombricultivo iniciado días atrás con el apoyo de la UMATA. La finca parecía un universo aparte, un lugar donde el esfuerzo humano y la generosidad de la tierra creaban una sinfonía perfecta.

La ingeniera Martha, con su mirada visionaria, recordó la importancia de rescatar los suelos con plantas como el vetiver. “La tierra es nuestra madre, y cuidarla es un acto de amor”, dijo mientras los asistentes asentían, conmovidos. Más tarde, lideró un censo para identificar quiénes necesitaban semillas ancestrales y concentrado para animales, dejando claro que el progreso del sector dependería de la colaboración entre todos.

Cuando la tarde llegaba a su fin, una joven del departamento de protección animal cerró el evento con una emotiva intervención. Habló sobre el respeto por los animales, recordando que la grandeza de una comunidad también se mide por cómo cuida a los más vulnerables.

El sol comenzó a despedirse, pintando el cielo con tonos dorados y rosados, como si el día quisiera sellar el momento en un recuerdo eterno. Los presentes regresaron a sus hogares con el corazón lleno, no solo por el banquete compartido, sino por las ideas sembradas en sus mentes y almas.

Esa jornada dejó una lección invaluable: trabajar juntos, pensar diferente y valorar lo propio son las claves para construir un futuro lleno de esperanza. En aquel jueves mágico, entre el aroma del ajiaco y los discursos inspiradores, nació algo más grande que una simple reunión; nació un sueño colectivo. 

Hoy, como cada día, tienes la oportunidad de sembrar algo nuevo en tu vida y en la de quienes te rodean. Piensa diferente, actúa con propósito y nunca dejes de creer en la magia que habita en los sueños colectivos.

sábado, 7 de diciembre de 2024

#Los Guerreros del Campo y la Voz del Bosque

Era un viernes 6 de diciembre, una fecha marcada por el aroma de lluvia en el aire y el susurro de los árboles, como si la naturaleza misma preparara un escenario mágico para un encuentro trascendental. El reloj marcaba las 12:51 p.m. en “El Pedrero”, una finca encantada en la vereda Santa Rita Baja, Silvania. Rodeada de frutales de naranjas, mangos, tomates y el vibrante verde del café, la finca parecía latir al ritmo del río Blanco, que corría con fuerza como si quisiera ser parte de la conversación, la finca se preparaba para un día inolvidable.

Doña Sara Páez, con 74 años y una calidez que rivalizaba con el sol, recibía a sus invitados. Entre ellos estaban don Wilson García, de 56 años, Técnico Agrícola de UMATA (Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria), y Kike, un escritor de 61 años que había llegado para narrar la historia de aquellos guardianes de la tierra. Ambos fueron recibidos con un sancocho de gallina, una delicia que parecía contener en su aroma y sabor toda la riqueza del campo.



La mesa se llenó de risas, historias y el inconfundible aroma del sancocho de gallina, mientras la lluvia comenzaba a caer con fuerza. A las 2:00 p.m., bajo el retumbar de las gotas en el tejado, Wilson tomó la palabra. Su voz atravesó el estruendo, llevando un mensaje de esperanza y gratitud a los campesinos presentes. Felicitó a los asistentes por su constancia y compromiso, y habló sobre la importancia de rescatar las semillas ancestrales: pequeños tesoros de biodiversidad que él había recolectado con paciencia y amor en las fincas de la región. Luego, uno a uno, los labriegos compartieron sus historias, cada una un reflejo de resiliencia y amor por la tierra:


  • Doña Sara Páez, a sus 74 años, encontró en las lombrices californianas una aliada para enriquecer su suelo, perdiendo el miedo a lo desconocido.
  • Flor Esperanza Pachón, de 62 años, quien vive en la finca “La Esperanza”, una granja alquilada donde cría más de 100 pollos y gallinas. Su sueño es sembrar café en el futuro.
  • Oscar Cubillos, de 43 años, quien este año se unió al grupo con la meta de cultivar tomate en el 2025, habiendo dedicado toda su vida al campo.
  • Héctor Rojas, de 56 años, un campesino que desde niño ha trabajado en ganadería y cultivos como tomate y frijol. Hace 10 años conoció a don Wilson, quien ha sido su guía en las labores agrícolas.
  • Marco Aurelio Rodríguez, de 63 años, propietario de la finca Los Robles. Conoció a don Wilson hace 15 años y ha perfeccionado el cultivo de café y frijol gracias a su apoyo.
  • Wiston Mora, de 60 años, quien desde hace 4 años trabaja en una finca de 1 hectárea donde cultiva hortalizas. Con la guía de don Wilson, planea expandir su proyecto de hortalizas el próximo año.
  • Alexander Puentes, de 48 años, quien dejó su trabajo como adiestrador de perros en la policía hace 7 años para dedicarse al campo en su finca Paraíso. Inspirado por don Wilson, creó el grupo “Salva Bosques” y lidera iniciativas de reforestación.
  • Albertina Echavarría, de 76 años, llegó hace 26 años a la finca San Gabriel desde Bogotá. Se ha dedicado a la cría de animales y el cultivo de plátano, destacándose este año por su compromiso en las capacitaciones.
  • Hernando Contreras, de 74 años, con toda una vida dedicada al campo, quien ha aprendido de don Wilson técnicas avanzadas para el cultivo de maíz, yuca y plátano.

La reunión también contó con la participación de Martha Poveda, ingeniera agrónoma de UMATA, de 56 años. Ella felicitó al grupo por su compromiso y habló de la importancia de implementar técnicas como barreras vivas para el control de la erosión y prácticas sostenibles para mejorar la calidad del suelo. “Lo que ustedes hacen aquí es un ejemplo para toda la región”, afirmó.

Ejemplo de propagación de Semillas Ancestrales

Salva bosques 1

Salva bosques 2

Salva bosques 3

Salva bosques 4

Salva bosques 5

Salva bosques 6

Salva bosques 7

Salva bosques 8

Salva bosques 9

Salva bosques 10

Salva bosques 11

Salva bosques 12

Salva bosques 13

Salva bosques 14

Don Wilson, con su característica humildad y liderazgo, expresó su gratitud hacia todos los presentes, destacando su dedicación y constancia durante el año. Anunció la distribución de semillas recolectadas y el apoyo en insumos como abono para mejorar la productividad. Su mensaje de unidad y esperanza resonó en cada rincón de la finca.

La jornada concluyó con un emotivo canto de cumpleaños para Albertina y Kike. En medio de risas y abrazos, los asistentes se despidieron con la promesa de seguir trabajando por un futuro mejor, demostrando que la edad no define la capacidad ni el valor de una persona.








El Mensaje:

En el campo, donde el trabajo nunca cesa y las manos callosas cuentan historias de esfuerzo, queda una lección para todos: la edad no define el valor de una persona, ni sus aportes a la sociedad. En el mundo campesino, no existen barreras de edad para trabajar. En cada semilla que germina y cada barrera viva que crece, los campesinos de Silvania están escribiendo un capítulo de resiliencia, unión y amor por la tierra, un modelo que merece ser replicado en todo el mundo.

El legado de don Wilson, Martha y el grupo “Salva Bosques” no es solo local; es universal. En este rincón de Silvania, se planta cada día una semilla de esperanza que promete dar frutos para un planeta más verde y un futuro más justo.


.


 

lunes, 18 de noviembre de 2024

#Semillas de Esperanza: La Jornada que Transformó Silvania

Era un lunes radiante, el 18 de noviembre, cuando la brisa fresca y el sol cálido auguraban un día lleno de promesas en la oficina de la UMATA (Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria) de la Alcaldía de Silvania. Desde temprano, don Wilson García y la ingeniera Martha Poveda organizaban con esmero los detalles para recibir a sus invitados: don Alfredo Contreras, Olga Lucía Poveda, Sandra María Ramírez y Jaimito Sanabria.

Con el corazón dispuesto, Wilson y Martha preparaban café con dedicación, sabiendo que esa jornada no solo era laboral, sino un paso hacia un cambio profundo en las tierras de la vereda Yayata, en el sector de Pomarroso. Mientras tanto, habitantes del municipio acudían a la oficina con sus peticiones. Don Wilson, con su generosidad característica, obsequiaba pequeñas bolsas de semillas nativas a cada visitante, regalándoles no solo semillas, sino también esperanza y un recordatorio de las raíces ancestrales de la tierra.

A las 8:30 a.m., los invitados llegaron. La bienvenida fue cálida, marcada por una charla técnica entre sorbos de café. Luego, el grupo se dirigió al huerto detrás de la Alcaldía, donde don Wilson, cual maestro sembrador, entregó una de caja de abono enriquecido con lombriz californiana y estiércol de caballo de forma oficial a don Alfredo. Explicó con detalle cómo, con paciencia y cuidado, una sola caja podría multiplicarse en 45, trayendo vida a los suelos fatigados.(ver videos):

https://youtu.be/YPtN4YnikGE

https://youtu.be/iphksIHuRMw

Además de la capacitación, don Wilson entregó ramas para sembrar en sus fincas y 500 bolsas a Jaimito Sanabria, quien se convirtió oficialmente en el guardián de un vivero comunitario en su casa. Con instrucciones precisas de la ingeniera Martha, Jaimito aprendió los pasos para transformar esas bolsas en recipientes fértiles, siguiendo estas pautas:

  1. Seleccionar un sitio sin encharcamientos.
  2. Usar tierra negra, cascarilla, abono orgánico o humus, y cal.
  3. Llenar las bolsas de forma compacta, evitando burbujas, y alinearlas cuidadosamente.
  4. Humedecerlas antes de sembrar.

Al finalizar, las casas de don Alfredo y de Jaimito quedaron investidas de un propósito mayor: un huerto de lombrices y un vivero comunitario, respectivamente. Estos lugares no solo serían puntos de cultivo, sino también centros de distribución para las tierras vecinas, multiplicando el alcance de este proyecto de rescate agrícola.


La jornada terminó entre sonrisas y agradecimientos. Don Wilson y Martha se quedaron atendiendo con entusiasmo a más habitantes que llegaban a la UMATA, mientras los invitados, cargados de herramientas, semillas, y sobre todo inspiración, regresaron a sus hogares.

Pero más allá de las lombrices, las ramas y las bolsas, ese lunes se sembraron en los corazones de todos semillas de esperanza. La unión de estas personas no solo marcó un hito para Silvania, sino que también dio vida a una causa noble: rescatar las semillas ancestrales y devolver a la tierra su promesa de abundancia.

Enseñanza:
Esta historia nos muestra que cuando se unen las manos y los corazones, la transformación es posible. Rescatar nuestras semillas ancestrales es más que un acto agrícola; es un llamado a valorar nuestras raíces, a cuidar la tierra y a trabajar juntos por un futuro promisorio para nuestra comunidad.

 

"Seguidores"

🌙 El Misterio de los Tres Encuentros

  Érase un miércoles 27 de agosto, cuando el alba emergía sobre una tierra humedecida por el rocío. La alameda dorada, hacia la curva de sen...