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domingo, 10 de agosto de 2025

#El Jueves en que la Montaña Despertó🌄✨ (Crónica de un día donde la fe y la magia se encontraron en el mismo camino)


 En un rincón apartado de Colombia llamado Silvania, donde las madrugadas despiertan los sentidos y acarician el alma, amanecía un jueves 7 de agosto distinto, casi sagrado. En Villa de las Bendiciones, el tiempo parecía suspenderse, envuelto en una naturaleza exuberante que respiraba vida y misterio.

El cielo, aún oscuro, comenzaba a pintarse con un lienzo de tonos índigo que se diluían en pinceladas anaranjadas y rosadas. Nubes blancas flotaban como suspiros del amanecer, mientras una brisa fresca susurraba entre los árboles, llevando el aroma húmedo de la tierra y el dulce perfume de las flores silvestres.

La orquesta de la naturaleza afinaba sus instrumentos: pájaros de mil colores entonaban trinos que se mezclaban con el murmullo de un riachuelo y el canto lejano de un gallo. El viento danzaba entre las hojas y el primer rayo de sol encendía diamantes de rocío sobre la hierba. Aquella no era solo una madrugada: era un abrazo de la creación, donde el corazón parecía latir al mismo compás que la tierra.

Marcaban las 5:58 a. m. cuando Kike despertó, todavía con el eco de un sueño que lo había dejado inquieto. En él, caminaba por senderos de placa huella y piedra, hasta encontrarse con un hombre que le resultaba vagamente familiar, como una sombra del pasado. El desconocido lo miró fijo a los ojos y le dijo:

—Kike, qué alegría volver a verte. ¿No me reconoces?… Te aseguro que vas a llegar muy lejos.

El hombre siguió su camino y, cuando Kike volteó, ya no estaba. Solo quedaban los caminos recorridos, envueltos en un silencio extraño. Despertó a las 3:27 a. m., inquieto por el significado de aquel encuentro.

Mientras meditaba, recordó que el día anterior había vivido un momento trascendental: exponer su libro ante el Honorable Concejo de Silvania.

Ese miércoles, antes de salir a vender tintos en el hospital, había pulido su discurso. Las ventas de los días previos habían sido buenas, presagio de algo mayor. A las 8:10 a. m. llegó a la plaza, donde lo esperaban don Wilson y la ingeniera Martha. Sacó su traje azul impecable y la corbata. Don Wilson, notando el polvo en sus zapatos, se inclinó para lustrarlos y, con cariño, lo ayudó a acomodar su cabello, disimulando las huellas del tiempo.

Kike dejó su carrito mágico en la plaza y, con paso firme, se dirigió al concejo. La secretaria, Laura Contreras, lo recibió y el presidente, Dr. Jairo Alberto Leal, incluyó su intervención como el cuarto punto del día. La espera fue larga, pero paciente. 



Cuando llegó su turno, la voz de Kike empezó algo temblorosa, pero pronto se volvió clara, fuerte y llena de alma. Presentó su libro Historias que Inspiran la Imaginación, relatando cómo cada página había nacido en esa tierra y cómo, gracias a la venta de tintos y al apoyo de personas generosas, había logrado hacerlo realidad. 


La sala se llenó de aplausos. Carlos Domínguez y Laura registraban el momento en fotos y videos. La concejal Diana Triana le compró un ejemplar y recibió una dedicatoria única. Los concejales prometieron difundir la obra. 



Al día siguiente, 8 de agosto, Kike volvió, esta vez con nueve ejemplares en su mochila y un traje color café brillante. Entró junto al concejal Carlos Domínguez, desayunó con los miembros del concejo y dedicó libros a los concejales Holman Gerney Ruiz Delgado y Manuel Guillermo Pardo López. Luego, juntos, salieron a presenciar el desfile escolar por las calles de Silvania.

Esa tarde, tras vender tintos y aromáticas, volvió a casa, preparó el almuerzo, leyó y escribió la crónica del día: "El Lunes en que la Montaña Susurró su Secreto".

Esa noche, antes de dormir, volvió a su mente la imagen del hombre del sueño, mirándolo con ojos que parecían saber más de lo que decían:

—Vas a llegar muy lejos…

Y Kike se preguntó qué nuevas aventuras del diario vivir lo estaban esperando detrás de la próxima curva del camino.

…Esta historia continuará.

domingo, 11 de mayo de 2025

✨"El Termo Mágico y la Lluvia de las Bendiciones"✨


 

Una historia que apenas comienza...

Era un lunes 5 de mayo, con un cielo grisáceo cubriendo el horizonte. En un rincón oculto entre montañas y árboles, donde el canto de los pájaros multicolores se mezclaba con los gallos madrugadores y los ladridos de los perros, comenzaba un nuevo día en la Villa de las Bendiciones, en Silvania.

Marcaban las 5:40 a.m. cuando Kike despertó de un sueño que parecía venir de otra dimensión. En él, un alcalde —idéntico al de Silvania— lo citaba en su despacho. En una gran sala de juntas, rodeado por su equipo de gobierno, lo recibían con aplausos. Celebraban sus escritos: blogs que sanaban, inspiraban y transformaban corazones. El alcalde, con voz solemne, lo nombraba presidente del fútbol municipal, destacando su capacidad de encender la luz en quienes lo leían.

Kike abrió los ojos con una mezcla de alegría y nostalgia. Aún no era su realidad. Solo quedaba la esperanza de que el 29 de mayo, día en que se reuniría con el verdadero alcalde, algo mágico ocurriera.

Sin embargo, el presente exigía acción. Las oportunidades laborales eran escasas, y su mayor anhelo era asegurarle un mejor futuro a Juanpis, su hijo. El viernes anterior, Kike había abierto su corazón ante la ingeniera Martha, confiándole su preocupación por no tener nada estable para ofrecerle a su hijo… ni para responderle a Linda, quien regresaría el miércoles a la Villa.

La ingeniera, con una sonrisa solidaria, le dijo:
—Ahí tienes dos termos... si quieres, te esperamos el lunes a las 8:00 a.m. No te preocupes por Juanpis, tráelo. Hablaré con Wilson. Tal vez puedas comenzar vendiendo tintos.

Kike se quedó pensativo.
—¿Un escritor vendiendo tintos? —se preguntó.
Pero luego, con humildad y valentía, decidió intentarlo. Esa noche le respondió a la ingeniera:
—Gracias. Mañana te daré la razón. Pase lo que pase.

El lunes, tras una breve meditación, escribir sus oraciones con la mano izquierda —como en los rituales mágicos de su abuela— y practicar algo de yoga, logró levantar a Juanpis temprano. A las 7:45 a.m., emprendieron su caminata de 2 kilómetros hacia la plaza, bajo un cielo que presagiaba tormenta.


Y entonces… comenzó a llover. Primero suavemente, como si el cielo los estuviera midiendo. Luego, con más fuerza, como si una fuerza invisible quisiera detenerlos. Pero Kike, con su alma de guerrero, apretó el paso. Nada lo detendría.

Llegaron. Allí estaba don Wilson, pero la ingeniera no. La lluvia seguía, implacable. A las 8:46 a.m., empapada pero sonriente, llegó Martha. Después de saludarlos, conversó con don Wilson sobre la decisión de Kike. Wilson, con una mezcla de sorpresa y admiración, lo felicitó.

—Aquí tienes, hermano —le dijo, entregándole un termo nuevo lleno de tinto caliente, junto con panela molida y vasos con dibujos alusivos al café—. ¡Buena suerte!

La lluvia no cesó hasta las 11:00 a.m. Juanpis se quedó con ellos, y Kike, como un explorador en tierras desconocidas, salió a las calles con su termo. A tan solo una cuadra y media, vendió su primer tinto en una droguería. ¡Qué alegría! Era su primer paso. Continuó hasta la 1:00 p.m., regresó a la plaza, y allí lo esperaba otra bendición: Juanpis había almorzado y merendado, y le habían guardado a Kike una frijolada deliciosa, con carne, yuca, plátano y limonada.

—Gracias —dijo Kike, con el alma llena.

A las 2:00 p.m., emprendieron el regreso. En el camino, Kike siguió vendiendo tintos. Pensaba:
"Estas son pruebas que me pone la Divina Providencia... Pero sé que todo llega en su momento justo."

Al llegar a la Villa, revisó la página de su libro... ¡y allí estaba! La primera venta internacional: Brasil. Kike se quedó mudo por un instante, sonriendo. Tal vez sus palabras ya estaban cruzando fronteras.

Al día siguiente, el reto era llevar a Juanpis al Centro Sensorial de Silvania. Y más allá, en su corazón, ya visualizaba el sueño más grande: algún día, viajar con Linda y Juanpis a un centro especial para el autismo en Miami, Florida.

Nada es imposible cuando se supera el miedo y se camina con fe.


Enseñanza Final

Esta historia nos recuerda que no hay sueño pequeño, ni prueba eterna. Kike no se rindió. Por su hijo, por su vocación, y por su deseo de transformar vidas, aceptó el reto que la vida le puso en el camino.

¿Llegará Linda el miércoles a la Villa?
¿Seguirá Kike vendiendo tintos, o será llamado por el alcalde?
¿Qué nuevas aventuras esperan a Kike y a Juanpis?

Esta historia… apenas comienza.

jueves, 24 de abril de 2025


 

El domingo 20 de abril amaneció envuelto en un silencio místico, en un rincón del mundo donde el tiempo parece detenerse: Villa de las Bendiciones, en Silvania. La lluvia del día anterior había purificado el aire, y las hojas de los guayacanes brillaban como si la madrugada las hubiera pulido una a una con amor.

Kike se levantó con el alma liviana. Aunque había dormido poco, su corazón ardía como antorcha olímpica. El día anterior había sido la culminación de un sueño largamente acariciado. Y sin embargo, lo intuía: esa página de vida aún no estaba del todo escrita.

A las 8:30 a.m., después de su rutina de meditación y lectura, recibió un mensaje inesperado.

Era Nelo, una amiga entrañable con mirada de sabia y alma de caminante. Le escribió:

“Kike, me enteré que ha sido un éxito total tu libro. ¿Puedo verte hoy? Me encantaría comprar un ejemplar.”

Kike sonrió. No solo por saber que otro libro encontraría su destino, sino porque sentía que ese encuentro traía consigo algo más grande. Acordaron verse a la 1:30 p.m. en el Café Zeratema, su segundo hogar literario.

Kike se retrasó cinco minutos, atendiendo la visita de Karen y Omar, mientras Nelo llegó puntual, con una blusa roja y pantalón negro. Una combinación de colores que, aunque opuestos, evocaban elegancia, pasión, poder y misterio. Se abrazaron como lo hacen quienes se entienden más allá de las palabras.

Se sentaron junto a la ventana, donde la luz del sol entraba como una caricia. Kike sacó un ejemplar nuevo de su morral y se lo entregó con gratitud. Nelo lo recibió como quien recibe una reliquia.

“Este libro tiene energía”, dijo. “No es un libro común. Aquí hay algo más… ¿Lo escribiste desde el dolor, cierto?”

Kike asintió. No hizo falta explicar. Nelo lo comprendía todo. Hablaron de los capítulos, de los personajes que parecían salidos de la vida misma, de los mensajes escondidos entre líneas como tesoros esperando ser descubiertos.

Nelo pidió una malteada. Kike, una crema con fresas. Y entonces, le escribió una dedicatoria que había reservado solo para ella desde hacía semanas:


Para Nelo,

que en la mañana de la vida siembra semillas de amor,
y en cada paso deja huellas de luz.
Este libro y sus historias nacen con el deseo de inspirarte a ser siempre tu mejor versión,
a cultivar en tu corazón la fe, la bondad y la valentía que te hacen única.
Que cada palabra aquí escrita te recuerde que el verdadero crecimiento viene de dentro,
y que los pequeños actos de amor pueden transformar tu mundo y el de quienes te rodean.
Gracias por ser parte de este camino.


En ese instante, llegaron Karen y Omar al café. Ordenaron un tinto suave con jengibre. A cada sorbo, las ideas fluían como ríos nuevos. Nelo compartió su emprendimiento de jabones artesanales hechos con ingredientes naturales. Omar y Karen, encantados, le compraron uno cada uno. Kike ofreció su apoyo para conectarla con más clientes. Se contaron sueños y risas, se tejieron puentes.

Y entonces surgió un plan inesperado: una tertulia literaria. Un espacio donde los lectores pudieran compartir lo que sintieron al leer el libro, lo que sanaron, lo que revivieron.

“No se trata solo de vender libros”, dijo Nelo. “Se trata de despertar almas dormidas. Y eso, amigo, tú lo estás logrando.”

Se tomaron fotos para el recuerdo y se despidieron con una promesa en el aire: volver a encontrarse pronto, con más amigos, más historias, más vida.

Más tarde, ya en casa, Kike, Karen y Omar compraron víveres y cruzaron el sendero interior hacia la vivienda. Mientras Karen y Omar se sentaban en el sofá, Kike notó algo inusual en el pasillo que conduce a la habitación de Juanpis. En el suelo, en una posición curiosa, se encontraba un escarabajo verdoso. Un escarabajo almizclero.


Kike lo levantó con cuidado. Le tomaron fotos y más tarde investigó su significado espiritual:
"En la mitología egipcia, el escarabajo representa al dios Jepri, símbolo del renacimiento y la transformación eterna. Su nombre significa ‘el que llega a ser por sí mismo’."

Un escalofrío suave le recorrió la espalda. La sincronía era demasiado precisa para ser casualidad.

Esa noche, Omar compró una botella de aguardiente amarillo. Compartieron hasta la medianoche. Kike solo aceptó dos copas. Tenía una intuición que le pedía mantenerse sobrio.

Se fue a la cama pensando en la propuesta de Liliana, jefa de la biblioteca de Silvania, quien lo había invitado a un encuentro literario en Fusagasugá el miércoles. Aún no sabía si podría ir. Algo lo ataba al presente, a sus invitados, a los caminos que aún no terminaban de revelarse.

¿Qué le impedía decir que sí a ese encuentro literario?
¿Seguirán Karen y Omar en Villa de las Bendiciones hasta el martes?
¿Y qué otras señales le esperan a Kike en esta historia aún en construcción?

Esta historia continuará.

miércoles, 16 de abril de 2025

#Un Encuentro que Cambió Todo


 Era el 28 de marzo, a las 3:20 p.m., en una tarde gris, de esas que parecen tener ganas de llorar en forma de lluvia. Kike, como parte de su rutina diaria, había iniciado la mañana con yoga, meditación y respiración consciente en su lugar favorito: Villa de las Bendiciones, un rincón donde el tiempo parece detenerse, donde el canto de los pájaros, el susurro del viento y el aroma de los árboles lo reconectaban con su esencia.

Después de aquella rutina que le daba claridad y paz, decidió llamar a Laura, del Café Taller Zeratema. Él notaba que Laura seguía con entusiasmo sus blogs y pensó en ofrecerle un ejemplar de su libro.

Marcó su número y, al escuchar su voz, la saludó: —Hola Laura, ¿cómo vas con tu emprendimiento?

Laura, eufórica, le respondió: —¡Muy bien, Kike! Y aprovecho para felicitarte por tus blogs, son increíbles las historias que relatas.

Kike, con gratitud, le dijo: —Gracias, Laura. Justamente te llamo para contarte que ya tengo ejemplares de mi libro a la venta. Me gustaría saber si quieres apoyarme adquiriendo uno.

A lo que Laura, en tono emotivo, respondió: —¡Claro! Y si gustas, puedo organizarte un evento de lanzamiento para el sábado 19 de abril en la tarde. ¡Anímate! Viene gente de varias regiones a escuchar este evento.

Kike, entusiasmado, le respondió: —¡Sí, dale! Me interesa muchísimo.

Así pasaron los días, y llegó el 14 de abril. Kike volvió a llamarla a las 10:05 a.m. para confirmarle la realización del evento en Sábado Santo. Kike agradeció a Laura por aquel noble gesto, que para él significaba mucho.

Pero ese 14 de abril no terminó ahí.


Esa misma noche, a las 8:36 p.m., Kike tomó su teléfono y marcó a Carolina, una amiga especial que, tiempo atrás, había tocado su corazón con su historia. Quiso saludarla y compartirle su alegría por todo lo que estaba sucediendo.

Carolina le contestó emocionada, y tras el saludo le expresó: —Gracias, Kike… gracias por aquel blog que escribiste el 20 de enero, “Soltar es Amar”. No tienes idea de lo que significó para mí. Tus palabras, escritas con el alma, tienen ese poder de sanar. Ese día, cambió algo en mí… y hoy quiero contarte que mi hijo, que estaba en Estados Unidos, ha regresado… transformado, lleno de luz y amor.

Duraron hablando una hora y veintisiete minutos, compartiendo experiencias, anécdotas y reflexiones. Kike se sorprendía con cada palabra de Carolina, confirmando una vez más que las palabras que nacen del alma jamás se apagan, sino que tienen el poder de tocar, sanar y transformar corazones, incluso a la distancia.

La charla fluyó tan profunda y sincera que en medio de la conversación, dos llamadas entraron al teléfono de Kike. Con pena, le pidió disculpas a Carolina: —Carolina, discúlpame… me están entrando dos llamadas importantes. Te prometo que seguimos esta charla, porque está siendo muy valiosa para mí.

Se despidieron con cariño y quedaron en seguir conversando más adelante, conscientes de que esas conexiones sinceras y esas palabras desde el alma siempre dejan huellas imborrables.

Desde Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parece detenerse y las palabras viajan con aroma a montaña, Kike comprendió que las palabras que se escriben con el alma jamás se apagan. Ellas se quedan latiendo en otros corazones.

Fue hasta el amanecer del miércoles siguiente que Kike decidió compartirle al mundo esta historia, entendiendo que este era solo el comienzo de un camino hermoso, donde su libro, sus palabras y sus vivencias se convertirían en compañía, refugio e inspiración para quienes necesitan volver a creer en la vida.

domingo, 30 de marzo de 2025

#Villa de las Bendiciones: Donde la Fantasía y la Realidad Se Entrecruzan

 





El amanecer en Villa de las Bendiciones era un espectáculo celestial. La brisa fresca danzaba entre los árboles, llevando consigo el canto armonioso de los pájaros de mil colores. Era un rincón donde el tiempo parecía suspenderse y la realidad se entrelazaba con la fantasía.

A las 5:13 a.m., Kike despertó de un profundo sueño, aún sintiendo el eco de las palabras que había plasmado la noche anterior en su blog número 172: "El Ritmo del Límite". Aquel escrito lo transportaba a un tiempo de resistencia y pasión, cuando adquirió una trotadora en plena pandemia para calmar la necesidad incesante de movimiento de su cuerpo.

Pero ese día, su llamado era otro. Su piel hormigueaba con la urgencia de sentir la carretera bajo sus pies, de desafiar el alba con cada zancada. Se sentó en la orilla de su cama, respiró hondo y trató de despejar su mente con la meditación. Sin embargo, los pensamientos insistentes se enredaban en su mente como maleza indomable.

Recordó su cita en el Mirador Artístico con don Germán y doña Ligia para grabar el video en el que hablaría de su libro "Historias que Inspiran la Imaginación", pero algo en su interior le decía que no era el momento. La intuición, ese susurro misterioso del alma, le advertía que no debía forzar la jornada. Con respeto y gratitud, escribió un mensaje a doña Ligia:

"Lamento no poder asistir hoy, pero estaré disponible mañana. ¿Podría indicarme a qué hora les conviene? Si no es posible, podemos posponerlo para el próximo fin de semana."

La respuesta llegó con la calidez de una persona que entiende el ritmo del destino:

"Entonces dejémoslo para el sábado a las 4:00 p.m."

Kike sintió alivio. Ese margen de tiempo le permitiría pulir aún más su discurso.

El llamado del camino

Con la mente despejada, inició su rutina: meditación, oración, ejercicios de fortalecimiento y flexibilidad. A las 9:27 a.m., se colocó su camiseta azul, aquella que evocaba una carrera en Bogotá, su pantaloneta cómoda y sus zapatillas minimalistas, ya desgastadas por tantas batallas en el asfalto. Tomó su morral con un libro dentro—por si alguien en el camino lo compraba—y salió con determinación.

Marcó su reloj en cero y emprendió la marcha. El aire matutino llevaba consigo promesas de aventura. A 180 metros de su hogar, giró a la izquierda y se enfrentó a la empinada cuesta de 1.200 metros, un ascenso desafiante que ponía a prueba su resistencia. Con cada paso, sus músculos respondían con fuerza renovada, evocando sus entrenamientos en la legendaria Pared de Bogotá.


El sendero, con su terreno agreste de placas de concreto, zonas verdes y piedras dispersas, le recordaba lo viva que estaba la tierra bajo sus pies. A los 13 minutos, llegó a la cumbre. Desde allí, observó la carretera que ahora se extendía con una amplitud majestuosa, tres carriles por sentido, abrazados por la vegetación exuberante que parecía salida de un cuento de hadas.




Descendió a un ritmo frenético, dejándose llevar por la adrenalina y el bullicio de los vehículos. Un trabajador de ANI captó en video su carrera, inmortalizando la determinación en cada una de sus zancadas.

Entonces, como un susurro venido del viento, surgió en su mente una frase:

"La Abundancia y la Prosperidad me acompañan donde quiera que vaya."

Se la repitió como un mantra, con la certeza de que, a pesar de los desafíos económicos, la vida siempre encontraba maneras de sorprender.

Al llegar a Silvania, compró algunos víveres para el desayuno y el almuerzo. Regresó a casa con una sonrisa, preparado para el siguiente ritual: un delicioso jugo de naranja fresco de su huerto, un desayuno de huevo cocido, chocolate espumoso con leche, pan con mermelada de guayaba—hecha por sus propias manos—y arepa asada.

Aún con el aroma del chocolate en el aire, se sentó frente a la pantalla para ver la misa virtual del Santuario del Divino Niño Jesús de Bogotá. Entre oraciones, pidió a Dios que le otorgara la sabiduría para seguir escribiendo historias que tocaran almas, que transformaran vidas.

El hogar, un templo sagrado

Por la tarde, con el sol bañando de oro las montañas, Kike tomó la escoba y la fregona con la misma pasión con la que empuñaba la pluma. Su hogar, Villa de las Bendiciones, debía estar impecable, pues era más que un refugio: era un templo donde la fantasía y la realidad se abrazaban en un mismo soplo de vida.

¿Y qué le deparaba la próxima semana? Marzo agonizaba, dando paso a un incierto y maravilloso abril. La historia de Kike aún tenía muchos capítulos por escribirse…

Querido lector, sé parte de esta historia

Si alguna vez has sentido que necesitas un impulso para seguir adelante, este libro es para ti. A través de relatos llenos de aventura, magia y reflexión, te recordaré que cada día es una oportunidad para crecer y evolucionar.

📖 "Historias que Inspiran la Imaginación" está disponible en ebook, físico, bajo demanda y audiolibro, en todos los idiomas y a nivel mundial.


Aquí te comparto la carátula y el enlace donde puedes elegir la plataforma que prefieras: https://www.google.com/search?q=Historias+que+inspiran+la+imaginación+Jaime+Humberto+Sanabria

Gracias, gracias, gracias. 🙏✨📚


lunes, 27 de enero de 2025

#"El Guardián de los Sueños y Secretos de la Bahía"


 Era una fría mañana de junio de 1982 en Bogotá, cuando los amaneceres se vestían de heladas y los copetones eran apenas un susurro en los frondosos árboles. En ese entorno gélido y bullicioso, un joven llamado Kike, de apenas 17 años, comenzaba su jornada como cuidador de carros en la bahía de la Notaría Novena, ubicada en el barrio Chicó. Aunque llevaba solo tres meses en el trabajo, su uniforme azul de paño y la cachucha de vigilancia que le había obsequiado el notario, el Dr. Joaquín Caro, eran símbolos de un sueño cumplido.

Aquel puesto, aparentemente humilde, había sido un regalo del destino. Kike recordaba con claridad el día en que, luego de innumerables intentos fallidos y bajo la insistencia de su madre, se plantó por última vez frente a la oficina del Dr. Joaquín. El notario, con su mirada severa y sus dudas, se rascó la cabeza antes de ofrecerle una oportunidad inesperada: "No hay más vacantes, pero puedes cuidar los carros de la bahía. Tendrás un contrato indefinido, un uniforme nuevo, y, quién sabe, quizás algo más".

La emoción desbordó a Kike, quien aceptó de inmediato. Con el cheque en mano que le entregó el notario, fue a un almacén de renombre y adquirió un traje Manhattan y unos zapatos de la misma marca, cumpliendo así un sueño de juventud. A partir de ese lunes 15 de marzo, Kike empezó a trabajar con orgullo, ocultando su elegante atuendo bajo la cachucha de celador.

Los días transcurrían entre propinas generosas y los saludos de los clientes, hasta que algo inusual comenzó a suceder. De pronto, lujosos Mercedes Benz llegaban en fila, entrando con velocidad al edificio contiguo a la bahía. Hombres de porte imponente, vestidos con trajes finos, bajaban de los autos y siempre saludaban a Kike con una sonrisa.

Un día, la rutina de Kike cambió radicalmente. Desde la oficina más alta del edificio, fue llamado por uno de los hombres más carismáticos que había visto jamás: Gonzalo Rodríguez Gacha, quien, con su camisa de lino blanco, botas de cuero y carriel paisa, irradiaba una mezcla de poder y misterio. Gonzalo lo miró fijamente y, tras un breve silencio, sacó un fajo de billetes de una gaveta y los colocó en el bolsillo de Kike.

"Cuida bien de mis carros, Kike", le dijo con una sonrisa que parecía esconder un secreto más grande que la ciudad misma. Aunque las palabras eran simples, algo en su tono provocaba una inquietante mezcla de fascinación y suspenso.

Esa tarde, al revisar su bolsillo, Kike descubrió con asombro que Gonzalo le había regalado cincuenta mil pesos, una suma que multiplicaba varias veces su salario mensual. Aquella fortuna inesperada le permitió disfrutar de mejores almuerzos, ropa nueva y fragancias exquisitas. Sin embargo, las palabras de Gonzalo resonaban en su mente: "Cuida bien de mis carros".

Meses después, el Dr. Joaquín lo llamó a su oficina para ofrecerle un ascenso. Pero, al mismo tiempo, una noticia estremecedora sacudió a Bogotá: Gonzalo Rodríguez Gacha, el hombre que había sido tan generoso con Kike, resultó ser uno de los narcotraficantes más buscados del país.

Kike entendió entonces el significado de aquellas palabras y de la desbordante generosidad. Reflexionó sobre las oportunidades y las elecciones que el destino pone en nuestro camino. Aunque el origen del dinero de Gonzalo había sido oscuro, Kike nunca dejó de valorar las lecciones que aprendió: la importancia de la dignidad en el trabajo, la gratitud y el esfuerzo por alcanzar las metas con integridad.

Esta historia no solo relata el encuentro entre un joven soñador y un hombre envuelto en sombras, sino que nos invita a reflexionar sobre cómo los caminos de la vida pueden cruzarse de manera inesperada, moldeando nuestro carácter y nuestras aspiraciones.

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