Mostrando las entradas con la etiqueta libros. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta libros. Mostrar todas las entradas

viernes, 14 de marzo de 2025

#El vuelo de los sueños y los libros


 El amanecer del 12 de marzo en Villa de las Bendiciones tenía un aire mágico. Allí, donde el tiempo parecía detenerse, la brisa matutina acariciaba los árboles frondosos y un jardín en flor se estremecía con el canto celestial de los pájaros de colores. Era un lugar donde la naturaleza danzaba con el silencio del alba, preparando el escenario para un día inolvidable.

A las 5:40 a. m., Kike despertó de un sueño profundo. Consciente de que la pereza quería envolverlo, meditó en voz alta, repitiendo afirmaciones que llenaban su corazón de determinación. Dio gracias por un nuevo día, recorrió con la mente cada rincón de su cuerpo y se levantó con renovada energía. Se asomó por la ventana y miró al cielo como quien busca respuestas en el infinito. Pidió inspiración divina para escribir con acierto y tocar corazones con su pluma. Después, se sumergió en su rutina diaria de escritura y lectura, como quien afila su espada antes de la batalla.

A las 10:17 a. m., el teléfono sonó. Al otro lado de la línea, la voz de Jorge Iván, su buen amigo de Medellín, vibraba de emoción:

—¡Hombre, Kike, te felicito! ¡Eres grande! Envié anoche la descripción de tu libro a algunos amigos y me inspiraste. Quiero cuatro ejemplares de "Historias que inspiran la imaginación", uno para mí y tres para regalar. Más adelante pediré más.

El corazón de Kike latió acelerado. No solo por la venta, sino porque en aquel instante sintió que su sueño tomaba vuelo. Con voz entrecortada por la emoción, respondió:

—Gracias, don Jorge Iván. Hoy mismo te los despacho. Y, por cierto, en un capítulo del libro escribí una historia en honor a tu hermano William. Recuerdo que gracias a él cumplí un sueño de niño: volar en avión.

Los recuerdos invadieron la mente de Kike como un torrente imparable. Aquel día, hace 34 años, cuando subió al avión con destino a Cali, todo se sintió irreal. La aeronave, majestuosa y poderosa, se preparaba para despegar. Sus motores rugieron, liberando una energía contenida. Lentamente, el avión cobró velocidad hasta elevarse, dejando atrás la ciudad que se volvía pequeña bajo sus pies. Las nubes, como algodones flotantes, se extendían ante sus ojos. Era como si estuviera dentro de uno de sus sueños infantiles, donde volaba libre en un cielo sin límites. Las lágrimas rodaron por su rostro. Aquella media hora de vuelo fue una eternidad llena de asombro.

—Sí, hombre Kike —dijo Jorge Iván con un dejo de nostalgia—. William te quería mucho, hablaba siempre de ti.

Esa tarde, Kike envió los cuatro libros a Medellín. En uno de ellos, dedicó unas palabras en honor a William:

Don Jorge Iván, tu apoyo y amistad son invaluables. En estas páginas guardo también un recuerdo especial para tu hermano William, quien confió en mí y me dio alas para cumplir un sueño. Que este libro sea un faro de inspiración, recordándonos que los sueños se logran con perseverancia y fe.

Además, envió ejemplares a otros grandes amigos. A Luz Marina y su esposo, atletas de alma inquebrantable, les dedicó palabras de admiración. A Matilde, cariñosamente llamada "Maticas", le expresó gratitud por su fortaleza y amor por el deporte. Y a don José Baudilio, líder del Club CHASQUIS, le reconoció su incansable labor en el atletismo.

Aquella noche, desde las 7:00 p. m. hasta la medianoche, Kike escribió su blog titulado El Martes de las Coincidencias. A las 12:12 a. m., la primera persona en recibirlo fue Linda. Al día siguiente, lo compartiría con sus amigos.

Se acostó con el alma llena de gratitud. Había vendido siete libros en un solo día, pero más allá del número, sentía que cada ejemplar llevaba un pedazo de su historia, de sus sueños y de su esencia. Recordó a Gabriel García Márquez, quien narraba que escribió Cien años de soledad con las uñas, y se vio reflejado en él. Kike persistiría, porque la vida le estaba demostrando que, cuando los sueños se escriben con pasión, tarde o temprano, encuentran alas para volar.

domingo, 9 de marzo de 2025

#El Misterio de los Sueños y la Providencia, primera parte


 Era un miércoles 5 de marzo. El reloj marcaba las 5:40 a. m. en una mañana tranquila y fresca, con un cielo pincelado de nubes grises y blancas. El canto de los gallos, el aleteo de las aves migratorias a lo lejos, el ladrido de los perros y la melodía incesante de los pájaros componían una sinfonía natural que anunciaba un nuevo día en Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse.

Kike despertó de dos sueños. El primero, a medianoche, lo había dejado inquieto. Soñó que caminaba por un sendero con un niño de la mano derecha, mientras en la izquierda llevaba una camándula que siempre lo acompañaba, una herramienta poderosa de su fe. Pero de repente, el niño le dijo algo que lo ofendió. Sin pensarlo, Kike se dejó llevar por el impulso, se descontroló y le propinó un latigazo con la camándula en su pequeña mano derecha. El niño gritó de dolor.

Despertó sobresaltado. Un ardor intenso quemaba su propia mano derecha. Encendió la luz y la examinó. No había marca alguna, pero el dolor persistía. Miró hacia la mesita de noche y vio su camándula. Era la misma del sueño. Instintivamente, la tomó y la envolvió en su mano. En ese instante, el ardor desapareció.

Se quedó pensativo. ¿Había castigado a su niño interior? ¿Se habría liberado de alguna carga del pasado? Respiró hondo, meditó y volvió a dormirse.

El segundo sueño fue completamente distinto. Se vio caminando por un sendero infinito de nubes blancas. A medida que avanzaba, una paz inmensa lo envolvía y su cuerpo comenzaba a irradiar luz. Despertó sintiendo una energía desconocida. Se observó en el espejo, se saludó y notó un brillo especial en sus ojos. Se repitió en voz baja:

"Me remito a observar mis pensamientos sin identificarme con ellos."

Sin darse cuenta, empezó a recitar el libreto del video que haría para convencer al mundo de la importancia de leer su libro: "Historias que Inspiran la Imaginación". Lo repitió tres veces. Ya se lo sabía de memoria.

Siguió su rutina diaria: lectura, escritura, yoga, meditación. Preparó su desayuno con productos de su huerta: jugo de naranja, huevos cocidos, chocolate y arepas recién asadas. Luego, arregló su jardín, eliminó las hojas secas y lavó la ropa.

A las 11:42 a. m., llamó a Luz Marina, una antigua compañera de la inmobiliaria. Ella elogió sus blogs y le confesó que estaba intrigada por su libro.

Por la tarde, a las 4:43 p. m., conversó con Carlos Velásquez, un emprendedor del campo, defensor de la fumigación natural. Hablaron sobre la entrega de semillas y abono de la UMATA. Carlos le aseguró que pronto compraría su libro.

A las 4:59 p. m., Kike marcó el número de Celmira, una amiga que conoció en una feria artesanal, cultural y agropecuaria en Silvania. Para su sorpresa, Celmira ya seguía su blog y lo leía a diario. Cuando Kike le habló de su libro, ella lo felicitó con entusiasmo.

—Si quieres, te lo llevo mañana a Silvania —le propuso Kike.

—Ya no vivo en Silvania —respondió ella—. Me mudé a San José del Guaviare.

—No hay problema. Te lo envío mañana mismo. Confío en ti.

Celmira quedó encantada y le pidió una foto de la portada para compartirla en su estado de WhatsApp. Minutos después, Kike recibió una notificación: Celmira le había consignado el valor del libro sin que él se lo hubiera enviado aún.

Estupefacto, sintió una oleada de emoción. La Providencia actuaba de maneras misteriosas.

Le envió a Celmira un video y el enlace donde podía encontrar su libro en varios formatos. Había vendido su primer ejemplar de la semana. Su meta era vender tres libros diarios, y ya había logrado el primero.

Aquella noche, Kike se acostó con una sensación de gratitud. Sus sueños le habían liberado de algo profundo, y ahora la vida le estaba mostrando el poder de la fe y la confianza.

¿Lograría vender los otros dos libros al día siguiente?

Esta historia continuará…

miércoles, 5 de marzo de 2025

# El pacto de los libros y los abuelos olvidados

 

Era una mañana fresca en Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parecía detenerse. El amanecer pintaba el cielo de tonos dorados y anaranjados mientras los pájaros de colores revoloteaban alegres, picoteando la ventana de Kike. Eran las 5:58 a.m. del sábado 1 de marzo, y él se levantaba tras una noche de sueño entrecortado. Una molesta neuralgia en su espalda baja lo había acosado sin descanso. Se estiró con dificultad, contemplando la belleza del amanecer, y se dispuso a comenzar su ritual matutino: meditación, ejercicios de respiración, yoga y oración. Aunque el dolor lo limitaba, no permitió que lo venciera. Tenía un día importante por delante: presentar su libro en el Mirador Artístico de Silvania.

Antes de salir, escribió una dedicatoria especial para su padrino, a quien enviaría un ejemplar a Bogotá. La mañana pasó rápido, y a las 12:40 p.m., cargando una maleta con nueve libros y su persistente dolencia, Kike partió. Primero se dirigió a la oficina de envíos, donde apenas alcanzó a despachar el libro antes del cierre. Dada su dificultad para desplazarse, decidió no regresar a casa y avanzó directamente hacia el Mirador Turístico.

El camino de casi un kilómetro se le hizo eterno. El peso de los libros, sumado al dolor en su espalda, lo hacía avanzar con lentitud. Mientras caminaba, repasaba mentalmente su libreto, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Al llegar, 35 minutos antes de lo previsto, se recostó en una pared para descansar y continuar ensayando.

A la 1:50 p.m., un bus de turismo llegó al Mirador, y varias personas descendieron para ingresar. Kike entró tras ellos y fue recibido con cálido afecto por doña Ligia Masmela y su esposo, Germán Pinzón, dueños del lugar. Le ofrecieron un jugo de guayaba fresco, mientras doña Ligia le explicaba que la reunión inicial era de la Fundación Levi, la cual velaba por el bienestar de adultos mayores en situación de vulnerabilidad.

A las 2:16 p.m., la reunión comenzó con una oración del pastor Jorge Mancilla. Luego, la señora Consuelo Céspedes, junto a sus asistentes Karen Panadero y Margarita Alvarado, expuso la crítica situación de la fundación: sin recursos suficientes para mantener a los abuelos, les era difícil ofrecerles atención digna. Conmovidos, los asistentes escuchaban la historia de un abuelo de 111 años, cuya mirada reflejaba toda una vida de sacrificios y soledad.

Kike, sintiéndose impotente ante la situación, se preguntaba cómo podría ayudar cuando apenas sobrevivía con la venta de sus libros. En ese momento, el señor Jairo Bahamón intervino y propuso difundir la causa en redes sociales. Kike, con humor, pensó: “Aquí todos buscan aportes, y yo tratando de vender mis libros. Tal vez vine al lugar equivocado”, y sonrió para sí mismo.

Las intervenciones continuaron, y Elenicer Ruiz, enfermera voluntaria, relató las dificultades de brindar atención a los abuelos sin los recursos adecuados. Fue en ese instante cuando Kike tuvo una revelación: podía ayudar donando el 10% de cada libro vendido a la fundación. La idea lo emocionó. Se levantó de su asiento y buscó a doña Ligia en la cocina, donde ella preparaba el almuerzo. Conmovido, le contó su plan y le pidió que lo anunciara en su nombre.

Doña Ligia regresó a la reunión y pidió la palabra. Con voz firme y emotiva, explicó la propuesta de Kike. Un murmullo de aprobación recorrió la sala antes de estallar en aplausos. La idea había sido recibida con entusiasmo. Kike, a pesar de su agotamiento, se sintió inspirado y finalmente presentó su libro, aunque su lectura fue algo entrecortada por los nervios y el cansancio.



Finalizada la reunión, doña Ligia y su esposo deleitaron a los asistentes con un recital de música colombiana, acompañados de sus guitarras. Kike capturó el momento en un video y transmitió en vivo por Facebook. Luego, se reunieron para compartir una comida: pasta con verduras al vapor, limonada y una exquisita torta de chocolate.

Cuando terminaban, Jairo Bahamón se acercó a Kike y le dijo con una sonrisa: “Te compro un libro”. Kike, sorprendido y agradecido, respondió: “Gracias, don Jairo”. Siguiendo su compromiso, pidió a la asistente de la fundación apartar el 10% como donación.

En ese instante, sintió un renovado propósito. No solo había vendido un libro, sino que también, sin planearlo, había contribuido a una causa noble. Entre risas, abrazos y despedidas, cada quien tomó su camino. Kike, sin embargo, al salir sintió cómo el dolor en su espalda arreciaba. Caminó con esfuerzo hasta Villa de las Bendiciones, donde se entregó al descanso con la confianza de que su cuerpo hallaría la manera de sanar.

El domingo sería un día de recuperación, pero el lunes lo esperaba otra emocionante aventura: la cobertura de la entrega de insumos por parte de la UMATA y la alcaldía. Además, ayudaría a don Wilson. ¿Se recuperaría del dolor sin necesidad de medicamentos?

Esta historia continuará...

jueves, 30 de enero de 2025

#Los Libros, los Pájaros y el Mensaje del Universo


 El 30 de enero amaneció con un cielo de azul profundo, decorado con nubes blancas que parecían copos de algodón flotando en la inmensidad. La brisa matutina susurraba secretos que solo los corazones atentos podían descifrar. En Villa de las Bendiciones, Kike despertó con una energía especial, sintiendo que algo extraordinario estaba por suceder.

La noche anterior, antes de cerrar los ojos, había repetido en su mente las enseñanzas de Deepak Chopra sobre la transformación del ADN a través de la meditación. Su alma vibraba en gratitud, su espíritu se fortalecía con cada oración, y su cuerpo respondía con una vitalidad inquebrantable. Al amanecer, Kike realizó su rutina con devoción: meditó, agradeció, leyó la Biblia y, finalmente, se sumergió en la lectura del Quijote de la Mancha, decidido a devorar sus páginas durante tres intensas horas. 

Pero justo cuando el reloj marcó las 8:28 a.m., un acontecimiento insólito lo sacó de su concentración. Al salir de su cuarto para ir a saludar a su hijo Juanpis, sus ojos se encontraron con un pequeño pájaro posado en el pasadizo del segundo piso. Lo extraño no era solo su presencia, sino su quietud. No se asustaba, no huía, simplemente lo miraba, como si esperara algo.

Kike sintió que ese encuentro tenía un significado. Sacó su celular, tomó fotos, grabó videos. Se acercó lentamente, pero el pájaro seguía ahí, confiado, impasible, como si la presencia de Kike fuera parte de un plan divino.

Intrigado, bajó a la sala y retomó su lectura del Quijote. Justo cuando estaba por terminar un capítulo, el teléfono sonó. Era la empresa de mensajería Envía, notificándole que los 200 libros estaban listos para recoger. Su corazón latió más fuerte. ¡El gran momento había llegado!

—Dame 15 minutos —respondió con entusiasmo—. Estoy a 600 metros del Alto de la Virgen, si quieres, nos encontramos allá.

Mientras se calzaba las zapatillas, su compañera Linda alistaba la zorra con manilas para transportar la valiosa carga. Kike salió emocionado, sintiendo que cada paso lo acercaba a un sueño hecho realidad. Cuando llegó al punto de encuentro, el transportista lo esperaba con cinco cajas repletas de historias.

—¿Por qué tanta alegría? —preguntó el mensajero con curiosidad.

Kike sonrió, sacó un libro y se lo mostró con orgullo.

—Porque en estas cajas hay 200 oportunidades para cambiar vidas.

El transportista tomó una foto del libro.

—Lo puedes encontrar en Google —dijo Kike—, "Historias que Inspiran la Imaginación" de Jaime Humberto Sanabria.

Se despidieron, y Kike emprendió el regreso a Villa de las Bendiciones, empujando la zorra con el peso de los libros y el corazón ligero de emoción. Cada paso sobre la tierra era un recordatorio de su lucha, de su pasión, de su propósito. Este no era solo un día más. Era un día marcado por la sincronicidad del universo.

Al llegar, con los brazos en alto y una oración de agradecimiento en los labios, se hidrató y continuó su lectura. Pero la magia aún no había terminado.

A las 11:34 a.m., Linda lo llamó con una voz cargada de asombro:

Mira a tus espaldas.

Kike giró y quedó sin aliento. Varios pájaros de colores picoteaban la ventana, como si quisieran entrar, como si trajeran un mensaje desde lo más profundo del universo.

Sacó su celular y comenzó a grabarlos. No huían. No temían. Al contrario, parecían disfrutar ser filmados. Revoloteaban con gracia, posándose de nuevo, repitiendo el ritual una y otra vez. Era un espectáculo místico, una danza celestial que solo podía interpretarse de una manera: el universo le estaba hablando.

Ese día, Kike avanzó 125 páginas del Quijote, quedando a solo 138 páginas de terminarlo. Pero lo más importante no era el número de páginas, ni siquiera la llegada de los libros. Lo que realmente quedó grabado en su alma fue el mensaje silencioso de los pájaros:

"Cuando eliges la gratitud, el universo conspira a tu favor. Cuando persigues tus sueños con fe, la vida te responde con señales claras. Hoy, unos pequeños mensajeros de plumas me recordaron que estoy en el camino correcto."

Así terminó aquel 30 de enero, un día de libros, de señales, de vuelos inesperados y de certezas profundas. Porque en la vida, los milagros no siempre llegan con estruendo. A veces, tienen la forma de un pájaro que no huye y de un libro que espera ser leído.


Moraleja:
El poder de la gratitud y la fe es real. Si inicias tu día con pensamientos elevados, el universo te responderá con milagros inesperados. La clave está en creer, en actuar y en escuchar las señales que la vida te envía. ¿Estás listo para reconocer las tuyas?

"Seguidores"

🌙 El Misterio de los Tres Encuentros

  Érase un miércoles 27 de agosto, cuando el alba emergía sobre una tierra humedecida por el rocío. La alameda dorada, hacia la curva de sen...