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sábado, 14 de junio de 2025

✨ Blog #200 – "Villa de las Bendiciones: El día que el destino tocó a la puerta"


 Era un viernes 30 de mayo, cuando el amanecer parecía haberse dormido un rato más sobre los cerros de un rincón escondido de Colombia: Villa de las Bendiciones. Aquel lugar, cubierto de neblinas suaves y cantos eternos de cigarras, donde el susurro de las quebradas se mezcla con los ladridos lejanos de los perros y el aleteo de las aves en los cafetales, parecía haberse detenido en el tiempo. Aunque hoy una autopista Panamericana parte la montaña en dos, todavía en el alma del pueblo se respira el misterio de lo ancestral, la magia de lo simple.

A esa hora, Kike abrió los ojos con el primer canto del gallo. Se encomendó a Dios, envió pensamientos de amor a su esposa Linda, a su hijo Juanpis y a cada persona que, sin saberlo, ya era parte de su bendición diaria: los que compraban sus tintos, los que le daban una sonrisa, los que aún estaban por llegar. A todos les deseó algo simple pero poderoso: que hoy les fuera un 1% mejor que ayer.

Como cada día, Kike bajó a la cocina y encendió la llama. Pero no era cualquier preparación. Su tinto era una pócima secreta, elaborada con el aroma de clavo, canela, anís estrellado y hojas de limón recién cortadas del patio. Un perfume ancestral lo envolvía todo. En su cuaderno escribió con la mano izquierda oraciones sagradas: el Padre Nuestro, el Ave María, y el Ángel de mi Guarda. Después, anotó afirmaciones de poder, como si con cada palabra invocara una nueva realidad.

A las 5:04 a.m., ya estaba en camino hacia el Hospital Ismael Silva. Las enfermeras lo esperaban como cada mañana, con sonrisas de confianza. "¡Kike, el del tinto mágico!", decían. Y no era para menos: al probar sus brebajes sentían alivio, ánimo y esperanza. Kike no solo les vendía, les entregaba energía envuelta en aroma caliente. Anotaron su número, y él siguió su ruta, saludando con entusiasmo a los pacientes que llegaban, ayudando a bajar a los ancianos, cruzando palabras sabias con quienes buscaban consuelo.

A las 8:28 a.m. pasó por la plaza a rendir cuentas con don Wilson. Las ventas del día anterior habían sido un éxito. Para las 9:37 a.m., ya estaba recorriendo Silvania, donde los locales lo recibían como a un amigo de toda la vida. Su andar era un ritual sagrado. Las miradas, las sonrisas, los saludos sinceros: todo formaba parte de la sinfonía de su jornada.

Al mediodía, retornó a su hogar. En la Villa de las Bendiciones, su amada Linda lo esperaba con chocolate caliente, arepa asada, huevos revueltos y queso fresco. Después de 20 minutos de descanso, a las 2:43 p.m., volvió a su ronda vespertina por Silvania.

Fue entonces, cuando el destino quiso hablarle con voz clara: a las 4:32 p.m., recibió una llamada inesperada. Era Henry Cañón, un amigo de antaño, perdido entre los pliegues del tiempo. —Kike, necesito que me vendas un ejemplar de tu primer libro. Estoy en Soacha y parto ahora mismo para Silvania.

La noticia lo dejó sin palabras. Veintidós años de distancia parecían disolverse en un segundo. Kike terminó su recorrido, y a las 5:31 p.m., otra llamada. —Ya estoy en Silvania —dijo Henry—. Me tomé un tinto en la bomba Bio y estoy listo para verte.

Ambos estaban a escasos 300 metros de distancia. Tres minutos después, un 4x4 se detuvo frente a él. Henry bajó del carro, junto a su esposa Sandra y su cuñada. Kike subió con ellos, rumbo a la Villa. Al llegar, Linda los recibió como se recibe a los viajeros con destino celestial: con un tinto humeante, con mirada brillante, con el corazón abierto.

—Bienvenidos a la Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parece detenerse —dijo Kike, con voz serena.

Los visitantes quedaron enmudecidos. La casa, rodeada de flores, árboles y cantos de aves, parecía haber sido esculpida por duendes invisibles. Henry respiró profundo y declaró: —Volveré muy pronto. Me quedaré un fin de semana entero en este paraíso. 


Kike le entregó el libro. Le escribió una dedicatoria desde el alma. Se tomaron una foto, rieron, brindaron con tinto mágico. Y cuando la camioneta se alejó, dejando un rastro de polvo en el atardecer, Kike y Linda se quedaron en la puerta, en silencio, como si hubieran sido testigos de un prodigio.

Kike, con el corazón agitado, supo que algo más se avecinaba. Algo grande. ¿Qué nueva sorpresa le traería la vida? Eso solo el destino lo sabe...

Esta historia continuará…


🌟 Reflexión final:

A veces, los días comunes se convierten en legendarios cuando abrimos el corazón y seguimos nuestra misión con fe, amor y propósito.
La magia existe… se esconde en lo cotidiano.

lunes, 3 de febrero de 2025

#El Poder de Escribir Todos los Días: Un Salto Cuántico Hacia el Alma


 Érase una noche fresca, 6:57 p.m. del 3 de febrero. Acaecía un día caluroso en Villa de las Bendiciones, en donde el tiempo parece detenerse en Silvania. Kike recordaba sus quehaceres del día, ya escritos en su diario. Hacía unos momentos, había recordado a su amigo Alex del Banco AV Villas en Bogotá, quien estaba pasando por un mal momento. Alex le había respondido sobre el blog que le compartió, #“Silvania, Tierra de Promisión e Inspiración”, con un mensaje lleno de gratitud:

-Esta historia nos enseña que la paciencia y la calma en momentos difíciles son clave para la armonía interior, y que aquello que nace del alma, con amor y propósito, siempre encontrará su camino hacia los corazones que necesitan inspiración. Ufffff: Gracias, don Kike, parece un evangelio!!!

Kike, conmovido, le respondió:

-Amén⁠😇⁠🙏. Ya ve que leer la Biblia a diario también me ha contribuido literalmente a escribir con evocación.

Alex contestó:

-Se nota-. -Yo todos los días hago oración y escucho la palabra en un grupo de un sacerdote.

A lo que Kike le respondió: 

-Qué bueno, Alex-. Le sugiero escribir el Padre Nuestro todos los días, ojalá en hojas en blanco. A propósito, voy a hacer un blog con referencia al tema.

-Estaré muy pendiente del blog —dijo Alex, mientras Kike se despidió con un “Ok” y emoticones de bendiciones.

En el transcurrir del día, Kike reflexionó sobre esa práctica diaria que realizaba como si fuera un ritual sagrado, al igual que desayunar cada mañana. Llevaba más de ocho años escribiendo el Padre Nuestro al despertar. Recordó que hace aproximadamente ocho años había visto en televisión un programa de Jorge Duque Linares, quien recomendaba escribir el Padre Nuestro todos los días, afirmando:

  • Si nos tomamos nuestro tiempo, meditamos en las líneas de la oración y le pedimos a Dios que nos hable, el Padre Nuestro puede ser una poderosa herramienta para convertirnos en personas que reflejen cada vez más el amor y la vida de Jesús en este mundo. Imagínense lo que pasará en su vida interior si lo escriben a diario… Se acordarán de mí en algunos años.

Desde aquel día, Kike comenzó a escribirlo en sus cuadernos. Se preguntaba si tal vez fue en ese momento cuando sin querer inició su carrera de escritor. Cinco años después, decidió escribir el Padre Nuestro en hojas en blanco (pero esa, pensó, será otra historia para contar en otro blog). Con el tiempo, fue incorporando el Ave María, el Gloria al Padre y el Ángel de mi guarda.

Al llegar a Silvania, se le ocurrió escribir el título del Padre Nuestro con la mano izquierda y el resto con la derecha. Pero hoy, el 3 de febrero, por primera vez lo escribió completamente con la mano izquierda. Para su sorpresa, le quedó entendible y bien trazado, lo que lo fascinó. Investigó sobre los beneficios de esta práctica y descubrió que escribir con la mano no dominante mejora la coordinación, la agilidad mental y la función cerebral.

Beneficios de escribir con la mano izquierda

  • Mejora la función cerebral: Al escribir con la mano no dominante, se activa el hemisferio opuesto del cerebro, lo que puede mejorar la función cognitiva.

  • Mejora la coordinación: La escritura con la mano no dominante ayuda a entrenar la mano para realizar movimientos precisos.

  • Mejora la agilidad mental: Realizar tareas con la mano no dominante desafía la concentración y las habilidades cognitivas.

  • Mejora la resolución de problemas: La escritura a mano obliga a reflexionar y organizar los pensamientos, lo que puede ayudar a identificar y resolver problemas de manera más efectiva.

  • Desarrolla la ambidestreza: Con la práctica constante, se puede desarrollar la ambidestreza.

  • Desarrolla la neuroplasticidad: Es una forma de desafiar al cerebro para que desarrolle la neuroplasticidad, que es la capacidad de trasladar datos de un grupo neuronal a otro.          

Al reflexionar sobre ello, Kike comprendió que todo en la vida es un proceso de descubrimiento. Cada pequeño gesto, por simple que parezca, puede representar un salto cuántico hacia el despertar de talentos ocultos. La clave está en la constancia. Tal vez, en algún rincón del universo, Dios ya sabía que ese niño que un día comenzó a escribir oraciones en un cuaderno estaba destinado a convertirse en un escritor.

Además, aquella noche había sido especial en Silvania. Un impresionante acercamiento de la Luna y Venus adornaba el cielo, un espectáculo nocturno digno de admiración. Bajo ese manto celestial, Kike sintió que la escritura diaria no solo era un hábito, sino un puente hacia la reflexión y el autoconocimiento.

Esta historia llena de valores nos enseña el arte de descubrir en nosotros mismos cosas sencillas que se encuentran ocultas y que debemos explorar. Representa un verdadero salto cuántico en nuestras vidas y, con el tiempo, nos permite descubrir el talento que nos hace únicos y a imagen y semejanza de nuestro Creador.

Y tú, ¿qué pequeño hábito podría llevarte a descubrir el talento que te hace único?

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