Mostrando las entradas con la etiqueta UMATA de Silvania. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta UMATA de Silvania. Mostrar todas las entradas

martes, 4 de marzo de 2025

#Don Wilson y el Secreto del Arroyo


 En una fresca y apacible mañana del lunes 3 de marzo, la finca El Arroyo, ubicada en Yayata Bajo, sector Las Palmas, despertaba entre susurros de la naturaleza. A las 5:30 a. m., don Wilson, viñero y guardián de aquella casa rodeada de una exuberante vegetación, se levantó como cada día. Antes de que el sol rompiera su indecisión entre la lluvia y el amanecer, ofreció una plegaria al cielo, agradeciendo por los encuentros y amistades que enriquecerían su jornada. Repitió su mantra con voz serena:

“Hoy es un día espectacular, estoy brillando, creciendo, expandiéndome, llenando mi vida a un siguiente nivel.”

Como parte de su ritual, bebió un vaso de agua cristalina, nacida de las entrañas de la montaña. Luego, un baño frío lo despertó por completo. Pero el verdadero encanto de la mañana residía en la preparación de su mágico tinto: café recién molido mezclado con un toque de cannabis, ortiga y un dulzor natural de miel de abejas y jarabe de propóleo. Con el primer sorbo, su espíritu se armonizaba con el canto de los pájaros y el susurro del viento entre los árboles.

A las 7:00 a. m., don Wilson partió hacia la oficina central de la UMATA, en la Alcaldía de Silvania, para entregar su informe al Dr. Leonardo Carrillo, su jefe inmediato. El tema del día: la entrega de insumos del Proyecto de Seguridad Alimentaria "Semillas de Esperanza". En la reunión, repasaron estrategias para fortalecer la autosuficiencia de los campesinos y destacaron el respaldo del alcalde José Ricardo Pulido Garzón y su equipo.


A las 8:19 a. m., Kike llegó para apoyarlo en la logística de la entrega de insumos y en la documentación del evento para su blog. A las 8:56 a. m., llegaron a la plaza de mercado, donde los integrantes de los 18 grupos y veredas comenzaban a reunirse. En una sala privada, don Wilson, junto con la ingeniera Martha Poveda y su equipo, organizó la distribución de abono orgánico y semillas de frijol y maíz. Cada uno tenía una función clara: las chicas elaboraban los listados, otros entregaban bultos de abono, y Kike repartía semillas por libra y kilo. A las 9:00 a. m., don Wilson entregó las fichas por grupos, agilizando el proceso.

https://www.facebook.com/share/v/1BgWmM1P6d/

A las 10:00 a. m., la llegada del alcalde y su comitiva marcó el inicio oficial del evento. En su discurso, recordó las dificultades del año 2024 y cómo, a pesar de los desafíos, lograron sobreponerse. Mencionó que la ampliación del tercer carril, fue peor que la pandemia pasada por las grietas en las viviendas cercanas a la obra, pero también celebró el éxito en la gestión de las pólizas con la concesión Vía 40. Concluyó destacando el impacto positivo de la UMATA en la capacitación de las veredas y la importancia de la entrega de insumos.

El alcalde entregó 18 reconocimientos a líderes destacados, entre ellos la Dra. Olga Romero. La alegría en sus rostros reflejaba el valor de su esfuerzo. Luego, se unió por una hora a la entrega de insumos, compartiendo palabras de aliento con los beneficiarios.

La jornada fue intensa. Desde la mañana hasta las 6:30 p. m., don Wilson, el Dr. Leonardo, la ingeniera Martha y Kike trabajaron sin descanso, sin siquiera un respiro para almorzar. Al finalizar, don Wilson llamó a Kike y, con un gesto sincero, le hizo un regalo como muestra de gratitud. Kike, conmovido por aquel reconocimiento, lo aceptó con humildad y se despidió.

Don Wilson y el Dr. Leonardo permanecieron en la plaza, delineando el plan del día siguiente. Cuando el reloj marcó las 8:19 p. m., don Wilson emprendió el camino de regreso a su hogar, con el corazón rebosante de satisfacción. Bajo el manto estrellado de la noche, su silueta se fundió con el sendero de la montaña, como si la naturaleza misma le abriera paso a su descanso merecido.

domingo, 29 de diciembre de 2024

#"El Aroma de un Nuevo Comienzo: La Última Clausura en las Montañas de Silvania"


 En una fresca y apacible mañana de viernes 27 de diciembre, la finca El Arroyo, ubicada en Yayata Bajo, sector Las Palmas, se despertaba entre susurros de naturaleza. A las 5:30 a. m., don Wilson, el guardián de aquella casa rodeada de una exuberante vegetación, se levantaba como cada día. Antes de que el sol rompiera del todo su indecisión entre la lluvia y el amanecer, don Wilson ofrecía una plegaria al cielo, agradeciendo por los encuentros y las amistades que enriquecerían su jornada.

Su rutina comenzaba con un vaso de agua cristalina, nacida de las entrañas de la montaña. Luego, un baño frío lo despertaba por completo, pero el verdadero ritual era la preparación de su mágico tinto. En la cocina, don Wilson mezclaba café recién molido con un toque de cannabis, ortiga y un dulzor natural de miel de abejas y jarabe de propóleo. El primer sorbo siempre era una celebración. Mientras lo saboreaba, miraba el horizonte, impregnado de los cantos alegres de las aves y el susurro de los árboles danzando al compás del viento.

A las 7:00 a. m., don Wilson partió hacia la oficina central de la UMATA, donde entregó su informe al Dr. Leonardo Carrillo, su jefe inmediato. Juntos repasaron los logros del año y delinearon las últimas estrategias para fortalecer la autosuficiencia de los campesinos de la región. Entre los temas, destacaron la importancia del respaldo que el alcalde de Silvania, el Dr. Ricardo Pulido, había ofrecido al proyecto y cómo sería clave para el año próximo.

A las 9:30 a. m., llegó Kike, el joven entusiasta y narrador del grupo, quien también probó el mágico tinto antes de aceptar un reto: trotar 11 kilómetros hasta la vereda San José Alto. Partió con la determinación de un guerrero a las 9:50 a. m., dejando a don Wilson con la tarea de alcanzarlo más tarde en su motocicleta.




El sendero hacia San José Alto era una sinfonía de vida. Flores de colores intensos bordeaban los caminos, y el aire olía a tierra húmeda y esperanza. Kike llegó a las 10:52 a. m., justo antes de que don Wilson apareciera, sonriente, a los pocos minutos. Ambos fueron recibidos en la finca de Jorge Ávila y María Eugenia Vargas, cuyos tintos tenían un calor especial que hablaba de hospitalidad.



Poco a poco, llegaron los demás integrantes. Cada rostro traía una historia. Flor Beltrán, de la finca El Vergel, y don Hermes Rodríguez, el coordinador del grupo, cautivaron a Kike con relatos llenos de superación. Don Hermes, con voz firme pero serena, habló del derrumbe que destruyó su hogar años atrás y cómo su fe inquebrantable le permitió reconstruir su vida. Hoy sus tierras florecían con cultivos de café, lulo y pastos para su ganado.

Finalmente, llegaron: Flor Priciero, los hermanos Pedro y Jesús Martínez, y así fueron llegando más integrantes, y todos coincidieron en el apoyo incondicional de don Wilson en sus huertas y lombricultivos y en la asesoría en sus siembras de café, plátano, yuca, cilantro y otros cultivos. 

Don Wilson, incansable en su labor, era el centro de aquellas vidas, guiándolos en sus huertas, lombricultivos y siembras. La reunión no era solo para cerrar una CLAUSURA, sino para celebrar un año de aprendizajes y unión. Mientras los miembros del grupo VELTIVERT compartían anécdotas y Kike grababa cada palabra para su canal de YouTube: ZONA DEL EXITO, el ambiente se llenaba de risas, gratitud y sueños compartidos.

Canal: ZONA DEL EXITO

El banquete final fue una verdadera fiesta. Empanadas, masato casero, carne asada, yuca y guacamole se servían como símbolo de esfuerzo colectivo. La tarde se cerró con abrazos sinceros y promesas de un futuro mejor.

Aquella última CLAUSURA no solo marcó el fin de un ciclo, sino el inicio de una revolución silenciosa en la alimentación y la autosuficiencia en las montañas de Silvania. Porque, como enseñó esta historia, la verdadera riqueza está en la unión, el trabajo compartido y la creencia inquebrantable de que juntos podemos construir un mundo mejor.

Esta historia de integración y superación nos invita a reflexionar sobre la fuerza del trabajo colectivo y la importancia de creer en nuestros sueños. Como don Hermes, que reconstruyó su vida desde las cenizas, y como don Wilson, que se dedica a guiar y capacitar a los labriegos, todos tenemos la capacidad de transformar nuestras circunstancias cuando trabajamos con pasión y determinación.

martes, 24 de diciembre de 2024

#Huella de Esperanza en Loma Alta


 Era una mañana luminosa, el 17 de diciembre. El reloj marcaba las 6:00 a.m., y Silvania despertaba abrazada por un sol dorado que parecía bendecir con su calor cada rincón del municipio. Las aves, en un espectáculo celestial, llenaban el aire con sus cantos armoniosos, como si estuvieran componiendo un himno para celebrar el nuevo día. En las veredas cercanas, los campesinos forjadores del campo se preparaban para un día más de arduo trabajo, con la esperanza grabada en cada surco de tierra.

En la oficina de la UMATA, don Wilson García y la ingeniera Martha Poveda compartían un café oscuro, de aroma profundo, mientras escuchaban las palabras del director, el Dr. Leonardo Carrillo. La conversación giraba en torno a una misión importante: visitar la vereda Loma Alta, a 13 kilómetros de distancia. Lo que antes era un sendero intransitable ahora había sido transformado en una carretera digna gracias a la visión del alcalde, el Dr. Ricardo Pulido.

A las 9:00 a.m., los ingenieros emprendieron su viaje en una motocicleta, enfrentándose a un ascenso que serpenteaba entre montañas. A medida que avanzaban, parecían adentrarse en un cuadro vivo: potreros de un verde intenso, árboles majestuosos que narraban historias de tiempos pasados, cultivos de café, mora y tomate de árbol que prometían frutos dulces. Cada curva del camino era un recordatorio de la conexión entre la naturaleza y la humanidad.

Don Wilson y la ingeniera Martha, llegaron a las 9:55 a.m a 150 mts antes del salón comunal, a la casa de donde don Miguel Antonio González y su esposa Alba les ofrecieron un tinto cálido, lleno del alma de la región. Poco a poco, los integrantes del proyecto comunitario comenzaron a llegar: Janneth Baquero y Juan Manuel Ramos, líderes comprometidos; Lorena Pinzón, maestra de lombricultura; Antonio Gaitán, el avicultor generoso; Lizandro Morales, protector de suelos; Stella Sánchez, la soñadora con tierras nuevas. Y así, hasta que 35 personas llenaron el salón, cada una con una chispa de entusiasmo en sus ojos.

La reunión comenzó con palabras de aliento y sabiduría. Don Wilson felicitó a los asistentes por su dedicación y les recordó que 2025 sería un año de revolución en sus vidas: un tiempo para la unión, la producción y el renacer de sus veredas. La ingeniera Martha añadió un mensaje de esperanza, destacando la resiliencia y el amor con los que enfrentaban cada desafío.

Casa Verde 1

Casa Verde 2

Casa Verde 3

Casa Verde 4

Casa Verde 5

Casa Verde 6

Casa Verde 7

Casa Verde 8

Casa Verde 9

Casa Verde 10

Casa Verde 11

Cuando el reloj marcó la 1:00 p.m., la reunión culminó con un festín: un delicioso ajiaco campesino cocinado con leña, acompañado de masato en la casa de Miguel Antonio y su esposa Alba. Las risas y las historias se mezclaron en el aire, creando un momento que quedaría grabado en los corazones de todos los presentes.





Don Wilson y la ingeniera Martha se despidieron con prisa, pues la madre de Wilson celebraba su cumpleaños ese día. Mientras la motocicleta se alejaba, dejando una estela de polvo en el sendero, los miembros de "Productores Casa Verde" quedaron reflexionando sobre las lecciones aprendidas y las semillas de esperanza plantadas en sus corazones.

Esa tarde, mientras la comunidad compartía un asado, alguien señaló hacia el horizonte. La figura de don Wilson y Martha desaparecía entre las montañas, pero su legado de esfuerzo y dedicación permanecía. En Loma Alta, un rincón olvidado, la esperanza había echado raíces.

Y así, el trabajo incansable de líderes como el alcalde Dr. Ricardo Pulido, el Dr. Leonardo Carrillo y el equipo de la UMATA nos recuerda que las pequeñas acciones tienen el poder de transformar vidas y sembrar el futuro de una nación.

sábado, 7 de diciembre de 2024

#Los Guerreros del Campo y la Voz del Bosque

Era un viernes 6 de diciembre, una fecha marcada por el aroma de lluvia en el aire y el susurro de los árboles, como si la naturaleza misma preparara un escenario mágico para un encuentro trascendental. El reloj marcaba las 12:51 p.m. en “El Pedrero”, una finca encantada en la vereda Santa Rita Baja, Silvania. Rodeada de frutales de naranjas, mangos, tomates y el vibrante verde del café, la finca parecía latir al ritmo del río Blanco, que corría con fuerza como si quisiera ser parte de la conversación, la finca se preparaba para un día inolvidable.

Doña Sara Páez, con 74 años y una calidez que rivalizaba con el sol, recibía a sus invitados. Entre ellos estaban don Wilson García, de 56 años, Técnico Agrícola de UMATA (Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria), y Kike, un escritor de 61 años que había llegado para narrar la historia de aquellos guardianes de la tierra. Ambos fueron recibidos con un sancocho de gallina, una delicia que parecía contener en su aroma y sabor toda la riqueza del campo.



La mesa se llenó de risas, historias y el inconfundible aroma del sancocho de gallina, mientras la lluvia comenzaba a caer con fuerza. A las 2:00 p.m., bajo el retumbar de las gotas en el tejado, Wilson tomó la palabra. Su voz atravesó el estruendo, llevando un mensaje de esperanza y gratitud a los campesinos presentes. Felicitó a los asistentes por su constancia y compromiso, y habló sobre la importancia de rescatar las semillas ancestrales: pequeños tesoros de biodiversidad que él había recolectado con paciencia y amor en las fincas de la región. Luego, uno a uno, los labriegos compartieron sus historias, cada una un reflejo de resiliencia y amor por la tierra:


  • Doña Sara Páez, a sus 74 años, encontró en las lombrices californianas una aliada para enriquecer su suelo, perdiendo el miedo a lo desconocido.
  • Flor Esperanza Pachón, de 62 años, quien vive en la finca “La Esperanza”, una granja alquilada donde cría más de 100 pollos y gallinas. Su sueño es sembrar café en el futuro.
  • Oscar Cubillos, de 43 años, quien este año se unió al grupo con la meta de cultivar tomate en el 2025, habiendo dedicado toda su vida al campo.
  • Héctor Rojas, de 56 años, un campesino que desde niño ha trabajado en ganadería y cultivos como tomate y frijol. Hace 10 años conoció a don Wilson, quien ha sido su guía en las labores agrícolas.
  • Marco Aurelio Rodríguez, de 63 años, propietario de la finca Los Robles. Conoció a don Wilson hace 15 años y ha perfeccionado el cultivo de café y frijol gracias a su apoyo.
  • Wiston Mora, de 60 años, quien desde hace 4 años trabaja en una finca de 1 hectárea donde cultiva hortalizas. Con la guía de don Wilson, planea expandir su proyecto de hortalizas el próximo año.
  • Alexander Puentes, de 48 años, quien dejó su trabajo como adiestrador de perros en la policía hace 7 años para dedicarse al campo en su finca Paraíso. Inspirado por don Wilson, creó el grupo “Salva Bosques” y lidera iniciativas de reforestación.
  • Albertina Echavarría, de 76 años, llegó hace 26 años a la finca San Gabriel desde Bogotá. Se ha dedicado a la cría de animales y el cultivo de plátano, destacándose este año por su compromiso en las capacitaciones.
  • Hernando Contreras, de 74 años, con toda una vida dedicada al campo, quien ha aprendido de don Wilson técnicas avanzadas para el cultivo de maíz, yuca y plátano.

La reunión también contó con la participación de Martha Poveda, ingeniera agrónoma de UMATA, de 56 años. Ella felicitó al grupo por su compromiso y habló de la importancia de implementar técnicas como barreras vivas para el control de la erosión y prácticas sostenibles para mejorar la calidad del suelo. “Lo que ustedes hacen aquí es un ejemplo para toda la región”, afirmó.

Ejemplo de propagación de Semillas Ancestrales

Salva bosques 1

Salva bosques 2

Salva bosques 3

Salva bosques 4

Salva bosques 5

Salva bosques 6

Salva bosques 7

Salva bosques 8

Salva bosques 9

Salva bosques 10

Salva bosques 11

Salva bosques 12

Salva bosques 13

Salva bosques 14

Don Wilson, con su característica humildad y liderazgo, expresó su gratitud hacia todos los presentes, destacando su dedicación y constancia durante el año. Anunció la distribución de semillas recolectadas y el apoyo en insumos como abono para mejorar la productividad. Su mensaje de unidad y esperanza resonó en cada rincón de la finca.

La jornada concluyó con un emotivo canto de cumpleaños para Albertina y Kike. En medio de risas y abrazos, los asistentes se despidieron con la promesa de seguir trabajando por un futuro mejor, demostrando que la edad no define la capacidad ni el valor de una persona.








El Mensaje:

En el campo, donde el trabajo nunca cesa y las manos callosas cuentan historias de esfuerzo, queda una lección para todos: la edad no define el valor de una persona, ni sus aportes a la sociedad. En el mundo campesino, no existen barreras de edad para trabajar. En cada semilla que germina y cada barrera viva que crece, los campesinos de Silvania están escribiendo un capítulo de resiliencia, unión y amor por la tierra, un modelo que merece ser replicado en todo el mundo.

El legado de don Wilson, Martha y el grupo “Salva Bosques” no es solo local; es universal. En este rincón de Silvania, se planta cada día una semilla de esperanza que promete dar frutos para un planeta más verde y un futuro más justo.


.


 

lunes, 18 de noviembre de 2024

#Semillas de Esperanza: La Jornada que Transformó Silvania

Era un lunes radiante, el 18 de noviembre, cuando la brisa fresca y el sol cálido auguraban un día lleno de promesas en la oficina de la UMATA (Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria) de la Alcaldía de Silvania. Desde temprano, don Wilson García y la ingeniera Martha Poveda organizaban con esmero los detalles para recibir a sus invitados: don Alfredo Contreras, Olga Lucía Poveda, Sandra María Ramírez y Jaimito Sanabria.

Con el corazón dispuesto, Wilson y Martha preparaban café con dedicación, sabiendo que esa jornada no solo era laboral, sino un paso hacia un cambio profundo en las tierras de la vereda Yayata, en el sector de Pomarroso. Mientras tanto, habitantes del municipio acudían a la oficina con sus peticiones. Don Wilson, con su generosidad característica, obsequiaba pequeñas bolsas de semillas nativas a cada visitante, regalándoles no solo semillas, sino también esperanza y un recordatorio de las raíces ancestrales de la tierra.

A las 8:30 a.m., los invitados llegaron. La bienvenida fue cálida, marcada por una charla técnica entre sorbos de café. Luego, el grupo se dirigió al huerto detrás de la Alcaldía, donde don Wilson, cual maestro sembrador, entregó una de caja de abono enriquecido con lombriz californiana y estiércol de caballo de forma oficial a don Alfredo. Explicó con detalle cómo, con paciencia y cuidado, una sola caja podría multiplicarse en 45, trayendo vida a los suelos fatigados.(ver videos):

https://youtu.be/YPtN4YnikGE

https://youtu.be/iphksIHuRMw

Además de la capacitación, don Wilson entregó ramas para sembrar en sus fincas y 500 bolsas a Jaimito Sanabria, quien se convirtió oficialmente en el guardián de un vivero comunitario en su casa. Con instrucciones precisas de la ingeniera Martha, Jaimito aprendió los pasos para transformar esas bolsas en recipientes fértiles, siguiendo estas pautas:

  1. Seleccionar un sitio sin encharcamientos.
  2. Usar tierra negra, cascarilla, abono orgánico o humus, y cal.
  3. Llenar las bolsas de forma compacta, evitando burbujas, y alinearlas cuidadosamente.
  4. Humedecerlas antes de sembrar.

Al finalizar, las casas de don Alfredo y de Jaimito quedaron investidas de un propósito mayor: un huerto de lombrices y un vivero comunitario, respectivamente. Estos lugares no solo serían puntos de cultivo, sino también centros de distribución para las tierras vecinas, multiplicando el alcance de este proyecto de rescate agrícola.


La jornada terminó entre sonrisas y agradecimientos. Don Wilson y Martha se quedaron atendiendo con entusiasmo a más habitantes que llegaban a la UMATA, mientras los invitados, cargados de herramientas, semillas, y sobre todo inspiración, regresaron a sus hogares.

Pero más allá de las lombrices, las ramas y las bolsas, ese lunes se sembraron en los corazones de todos semillas de esperanza. La unión de estas personas no solo marcó un hito para Silvania, sino que también dio vida a una causa noble: rescatar las semillas ancestrales y devolver a la tierra su promesa de abundancia.

Enseñanza:
Esta historia nos muestra que cuando se unen las manos y los corazones, la transformación es posible. Rescatar nuestras semillas ancestrales es más que un acto agrícola; es un llamado a valorar nuestras raíces, a cuidar la tierra y a trabajar juntos por un futuro promisorio para nuestra comunidad.

 

viernes, 15 de noviembre de 2024

#Semillas de Esperanza: Rescatando Nuestros Orígenes en Silvania


En lo alto de una colina a 600 metros de Silvania, en la región de Cundinamarca, se encuentra una finca que parece extraída de un sueño: Villa de las Bendiciones. Rodeada de paisajes exuberantes y una vista que abraza el alma, esa mañana, Jaimito, conocido por todos como “el mejor”, se preparaba para un día especial. A las 9:00 am, con el frescor de la montaña acariciando su rostro, esperaba ansioso la llegada de los invitados al encuentro mensual del Plan Semilla, liderado por el visionario don Wilson García, director del proyecto.

El celular de Jaimito vibró, rompiendo el silencio tranquilo de la mañana. Era don Wilson, confirmando que la reunión se daría a las 9:45 am y, con su generosidad habitual, adelantó que contribuiría con carne y empanadas para celebrar al final con un asado. Jaimito, emocionado, se apresuró a preparar un tinto con café y panela, utilizando productos autóctonos de la región. Mientras el aroma cálido se dispersaba por la casa, alistaba los ingredientes para un arroz con verduras al que, como siempre, añadiría su toque secreto de sabor. Vajilla y cubiertos brillaban en la mesa, listos para recibir a los invitados.

Puntualmente, a las 9:45 am, comenzaron a llegar los asistentes, entre ellos, el comité de la Alcaldía de Silvania liderado por don Wilson, la Ingeniera Agrónoma Martha Poveda, y la Psicóloga Aura Alejandra Godoy. Con una sonrisa amplia y una bandeja de tinto caliente, Jaimito los recibió en su hogar, acompañado del crujiente deleite de unas arepas con queso que trajo una vecina. Las risas y conversaciones llenaron el espacio, marcando el inicio de una jornada significativa.

La reunión, organizada por la UMATA de Silvania en el marco del proyecto de extensión agropecuaria, tuvo lugar en el corazón de la finca Santa Isabel. Los técnicos explicaron la importancia de proteger y preservar las semillas nativas, destacando su papel como base de la soberanía alimentaria y el legado ancestral. En un consenso cargado de emoción, los participantes acordaron que en la finca de Jaimito se establecería un vivero comunitario para propagar semillas que cada familia recolectara. Este vivero sería un símbolo de esperanza, donde la tierra y las manos de Silvania trabajarían juntas para garantizar un futuro sostenible.

La reunión también sirvió como espacio de aprendizaje y retroalimentación. Se revisaron temas cruciales como lombricultura, técnicas para controlar la erosión con vetiver, y la importancia de las barreras vivas en las curvas de nivel. Por su parte, la psicóloga Aura Alejandra enfatizó la necesidad de cuidar no solo la tierra, sino también la salud mental de los habitantes, recordándoles que el bienestar integral comienza desde adentro.

Mientras las palabras inspiradoras fluían, Jaimito trabajaba diligentemente en la cocina. En el aire se mezclaban los aromas del arroz con verduras, las papas saladas y el jugo de zanahoria, junto con la carne y empanadas aportadas por los generosos asistentes. Con la ayuda de doña Nelly, Jaimito sirvió un almuerzo que no solo alimentó los cuerpos, sino también los corazones, uniendo a todos alrededor de la mesa.

Entre risas y aplausos, se tomaron decisiones importantes: la casa de don Alfredo sería la sede del lombricultivo, mientras que la de Jaimito albergaría el vivero comunitario. También se planificó un gran cierre de año, un sancocho de gallina el 12 de diciembre, donde cada quien contribuiría con algo para celebrar los logros compartidos.

Al final del encuentro, don Wilson, siempre con una visión innovadora, rescató los tallos podados del “Caballero de la Noche” que Jaimito había pensado desechar. Estos serían distribuidos entre los vecinos para ser plantados en sus terrenos, recordando que incluso los restos pueden ser semillas de nuevos comienzos.

Esta historia, tejida con esfuerzo, generosidad y amor por la tierra, nos recuerda que la unión hace la fuerza y que rescatar nuestras raíces no es solo un acto de preservación, sino de profunda conexión con nuestra identidad. En Silvania, las semillas nativas no solo representan alimento, sino también esperanza y un legado para futuras generaciones.

"Semillas de esperanza", una lección que nos inspira a cuidar lo que tenemos y a sembrar con amor el futuro que queremos. 🌱

"Seguidores"

🌙 El Misterio de los Tres Encuentros

  Érase un miércoles 27 de agosto, cuando el alba emergía sobre una tierra humedecida por el rocío. La alameda dorada, hacia la curva de sen...