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domingo, 25 de mayo de 2025

🌧️✨ Crónica de un Encuentro Literario en Villa de las Bendiciones Una Siembra de Palabras y un Misterio Sin Resolver – Parte 2

Un miércoles que huele a sancocho, libros y destino

Érase un miércoles 21 de mayo, en un rincón apartado del mundo donde el tiempo se estira y se encoge a voluntad de la naturaleza. Allí, entre montañas que susurran secretos y un coro incesante de cigarras que entonan al alba y al anochecer, se encontraba Villa de las Bendiciones, un paraíso escondido en Silvania.

Marcaban exactamente las 3:33 de la madrugada cuando Kike despertó de un sueño profundo. Como si una fuerza superior le susurrara al oído, comenzó a proyectar mentalmente una película: la visita de sus compañeros literatos, pactada para las 11:00 a.m., en su humilde pero acogedor refugio.

Cumplió con su rutina de cada día, y a las 5:05 a.m. ya iba rumbo al hospital para su labor de vender tintos, armado únicamente con su termo mágico... y sin celular. Aquella ausencia, en una era donde todo se conecta por pantallas, lo desconectaba del mundo y sus compinches de letras. Fue entonces cuando Linda, su compañera fiel, le prestó su teléfono para coordinar la llegada de los invitados.

A las 8:00 a.m., después de su jornada matinal, pasó donde don Wilson a entregar el reporte del día anterior y luego hizo un recorrido veloz, casi como un viento que sabe a dónde va. En ese torbellino de diligencias, llegó al taller de motos, donde mostró un video del misterioso hallazgo de su celular perdido. El joven mecánico le dio un rayo de esperanza: pasara en la tarde, quizá habría buenas noticias. Kike sintió que el universo aún no cerraba del todo ese capítulo.

A las 10:45 a.m. llegó a casa para alistar los últimos detalles junto a Linda. A las 11:15, una llamada al celular de Linda anunció la llegada de sus ilustres invitados. Kike salió a recibirlos, con una sonrisa amplia a pesar de la lluvia que truncó la caminata planeada. A su lado, doña Liliana, jefa de la biblioteca municipal; el reconocido escritor Dr. Ramiro Aguilar; el poeta Josué Carvajal; don Jorge Valdiri, doña Damaris Mendoza y tres docentes amantes de las letras: Aura, Myriam y Estella, junto a otros amigos de corazón noble y espíritu lector.


Traían consigo presas de pollo criollo, papa, arroz y verduras. Tras leer en voz alta pasajes del libro Mitos y Leyendas de Colombia, intercambiar ideas y revivir tradiciones, se dio paso al sagrado acto de compartir el sancocho de pollo, preparado con amor por las invitadas. Kike se conmovió cuando vio a doña Liliana sirviendo primero a su hijo Juanpis, un gesto de cariño que jamás olvidará. 


Al finalizar el encuentro literario, cuando ya los abrazos y las sonrisas marcaban el cierre de una jornada inolvidable, ocurrió un gesto que dejó una huella profunda en el corazón de Kike: las profesoras Aura, Myriam y Estella Sánchez adquirieron un ejemplar de su libro. No fue simplemente una compra, sino un acto de reconocimiento y aprecio por su trabajo silencioso y constante como escritor. Verlas sostener su obra fue, para Kike, como contemplar el florecimiento de una semilla sembrada con amor, paciencia y fe en el poder de las palabras. Mientras tanto, el misterio del celular perdido seguía rondando como una sombra discreta entre las páginas de aquel día mágico, dejando al lector con una pregunta inevitable: ¿aparecerá?

El encuentro fue un éxito total, de esos que se graban en la memoria como los buenos libros.

Ya en la tarde, Kike regresó a su recorrido con el termo mágico lleno de esperanza… y café. Al pasar por el taller, el joven le confesó que entre los nueve clientes del día anterior no parecía estar el culpable de haber tomado el celular. Solo quedaba una última esperanza: un amigo del otro almacén, que se encontraba en Bogotá comprando repuestos. Kike, resignado, aceptó que el destino le pedía soltar. “Capítulo cerrado”, pensó.

Esa noche, al llegar a casa, Linda preguntó por el celular. Kike, con serenidad, respondió que no había noticias. Y al mirar el cielo oscuro, lleno de luciérnagas que titilaban como señales del más allá, comprendió que lo mejor era desprenderse. Quizá más adelante llegaría un celular que realmente mereciera. Mientras tanto, dejaba todo en manos de la Divina Providencia.

¿Y al día siguiente?

Tenía pensado trabajar hasta el mediodía y luego ir a Fusa a reponer la SIM para un viejo celular. Pero en su interior, una pregunta latía como un tambor de esperanza:

¿Aparecería su celular? ¿Le daría el muchacho del otro almacén alguna pista, algún milagro en forma de mensaje inesperado?

Esta historia continuará...

 

domingo, 11 de mayo de 2025

✨"El Termo Mágico y la Lluvia de las Bendiciones"✨


 

Una historia que apenas comienza...

Era un lunes 5 de mayo, con un cielo grisáceo cubriendo el horizonte. En un rincón oculto entre montañas y árboles, donde el canto de los pájaros multicolores se mezclaba con los gallos madrugadores y los ladridos de los perros, comenzaba un nuevo día en la Villa de las Bendiciones, en Silvania.

Marcaban las 5:40 a.m. cuando Kike despertó de un sueño que parecía venir de otra dimensión. En él, un alcalde —idéntico al de Silvania— lo citaba en su despacho. En una gran sala de juntas, rodeado por su equipo de gobierno, lo recibían con aplausos. Celebraban sus escritos: blogs que sanaban, inspiraban y transformaban corazones. El alcalde, con voz solemne, lo nombraba presidente del fútbol municipal, destacando su capacidad de encender la luz en quienes lo leían.

Kike abrió los ojos con una mezcla de alegría y nostalgia. Aún no era su realidad. Solo quedaba la esperanza de que el 29 de mayo, día en que se reuniría con el verdadero alcalde, algo mágico ocurriera.

Sin embargo, el presente exigía acción. Las oportunidades laborales eran escasas, y su mayor anhelo era asegurarle un mejor futuro a Juanpis, su hijo. El viernes anterior, Kike había abierto su corazón ante la ingeniera Martha, confiándole su preocupación por no tener nada estable para ofrecerle a su hijo… ni para responderle a Linda, quien regresaría el miércoles a la Villa.

La ingeniera, con una sonrisa solidaria, le dijo:
—Ahí tienes dos termos... si quieres, te esperamos el lunes a las 8:00 a.m. No te preocupes por Juanpis, tráelo. Hablaré con Wilson. Tal vez puedas comenzar vendiendo tintos.

Kike se quedó pensativo.
—¿Un escritor vendiendo tintos? —se preguntó.
Pero luego, con humildad y valentía, decidió intentarlo. Esa noche le respondió a la ingeniera:
—Gracias. Mañana te daré la razón. Pase lo que pase.

El lunes, tras una breve meditación, escribir sus oraciones con la mano izquierda —como en los rituales mágicos de su abuela— y practicar algo de yoga, logró levantar a Juanpis temprano. A las 7:45 a.m., emprendieron su caminata de 2 kilómetros hacia la plaza, bajo un cielo que presagiaba tormenta.


Y entonces… comenzó a llover. Primero suavemente, como si el cielo los estuviera midiendo. Luego, con más fuerza, como si una fuerza invisible quisiera detenerlos. Pero Kike, con su alma de guerrero, apretó el paso. Nada lo detendría.

Llegaron. Allí estaba don Wilson, pero la ingeniera no. La lluvia seguía, implacable. A las 8:46 a.m., empapada pero sonriente, llegó Martha. Después de saludarlos, conversó con don Wilson sobre la decisión de Kike. Wilson, con una mezcla de sorpresa y admiración, lo felicitó.

—Aquí tienes, hermano —le dijo, entregándole un termo nuevo lleno de tinto caliente, junto con panela molida y vasos con dibujos alusivos al café—. ¡Buena suerte!

La lluvia no cesó hasta las 11:00 a.m. Juanpis se quedó con ellos, y Kike, como un explorador en tierras desconocidas, salió a las calles con su termo. A tan solo una cuadra y media, vendió su primer tinto en una droguería. ¡Qué alegría! Era su primer paso. Continuó hasta la 1:00 p.m., regresó a la plaza, y allí lo esperaba otra bendición: Juanpis había almorzado y merendado, y le habían guardado a Kike una frijolada deliciosa, con carne, yuca, plátano y limonada.

—Gracias —dijo Kike, con el alma llena.

A las 2:00 p.m., emprendieron el regreso. En el camino, Kike siguió vendiendo tintos. Pensaba:
"Estas son pruebas que me pone la Divina Providencia... Pero sé que todo llega en su momento justo."

Al llegar a la Villa, revisó la página de su libro... ¡y allí estaba! La primera venta internacional: Brasil. Kike se quedó mudo por un instante, sonriendo. Tal vez sus palabras ya estaban cruzando fronteras.

Al día siguiente, el reto era llevar a Juanpis al Centro Sensorial de Silvania. Y más allá, en su corazón, ya visualizaba el sueño más grande: algún día, viajar con Linda y Juanpis a un centro especial para el autismo en Miami, Florida.

Nada es imposible cuando se supera el miedo y se camina con fe.


Enseñanza Final

Esta historia nos recuerda que no hay sueño pequeño, ni prueba eterna. Kike no se rindió. Por su hijo, por su vocación, y por su deseo de transformar vidas, aceptó el reto que la vida le puso en el camino.

¿Llegará Linda el miércoles a la Villa?
¿Seguirá Kike vendiendo tintos, o será llamado por el alcalde?
¿Qué nuevas aventuras esperan a Kike y a Juanpis?

Esta historia… apenas comienza.

jueves, 3 de abril de 2025

#El Despertar de Kike y la Profecía del Sueño


 Era un martes 2 de abril, en una tibia mañana de invierno en Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parecía detenerse. El canto de los pájaros de colores, el ladrido de los perros y el sonido de los gallos componían una sinfonía mágica en Silvania. El reloj marcaba las 6:13 a.m. cuando Kike despertó tras pocas horas de sueño. Se había acostado a las 2:45 a.m., absorto en la tarea de ayudar a su amiga Maticas con un resumen de Juan Salvador Gaviota. No dudó en hacerlo, pues su talento para crear contenido le impulsaba, además de que quería cumplir la promesa hecha a doña María: escribir un blog sobre su visita a Villa de las Bendiciones.

Como cada mañana, realizó su rutina de meditación, oración y escritura. A las 8:46 a.m. bajó a la sala, donde doña María y su madre conversaban. Se saludaron y Kike, con su gesto hospitalario, preparó un tinto con pan tajado y mermelada casera de guayaba, hecha por sus propias manos.

Fue entonces cuando la conversación tomó un giro inesperado.

—Kike, anoche Juanpis estuvo inquieto —dijo su madre con un dejo de preocupación en la voz—. No paraba de deambular por los corredores.

—Encendía y apagaba las luces una y otra vez —añadió doña María—. A veces se oía su voz como la de un bebé, otras como un niño... y en algunos momentos, como un adulto. Era como si estuviera jugando con alguien que no podíamos ver.

Kike sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No había notado nada; el sueño lo había vencido por completo. Pero aquellas palabras, pronunciadas con inquietud, avivaron en él una vieja angustia.

Sabía que la condición de Juanpis iba más allá de lo comprensible para muchos. Desde los tres años le habían diagnosticado autismo, una realidad que Kike había aceptado con amor y determinación. Sin embargo, la falta de recursos le había impedido brindarle la atención que realmente necesitaba.

—Kike, no pierdas la fe —dijo doña María con ternura—. Hay un camino para Juanpis, y ese camino se abrirá.

El joven escritor sintió un nudo en la garganta. En su interior, una certeza tomó forma: su libro debía resonar en el mundo. Era la llave para darle a Juanpis la vida que merecía. Sabía que aún no había alcanzado el impacto que deseaba, pero contaba con amigos que creían en él. Y eso, de alguna manera, era también una luz de esperanza.

Kike, queriendo expresar su gratitud, preparó un chocolate caliente con pan tajado y huevos criollos cocidos. Mientras servía, doña María le extendió un billete.

—Quiero un ejemplar de tu libro para mi hijo. Y otro para mí —dijo con una sonrisa cálida.

Conmovido, Kike tomó su pluma y, con letra firme, escribió una dedicatoria:

María, amiga entrañable que llevo en mi corazón, admiro profundamente tu espíritu emprendedor y tu capacidad inagotable de crear belleza a través de tus artesanías. Eres una fuente de inspiración, una mente creativa que transforma ideas en piezas únicas. Que este libro te motive a seguir explorando tu talento, a soñar en grande y a continuar dejando huella con tu arte.

Con el sol de la tarde iluminando sus rostros, doña María y su madre partieron rumbo a Bogotá. Kike las acompañó hasta la flota Cootransfusa, despidiéndose con gratitud. Sentía nostalgia por su partida, pero también una renovada determinación. Aquellas palabras de aliento habían encendido una chispa en su corazón.

Aquella noche, antes de dormir, Kike dejó el primer borrador de su próximo blog, inspirado en un recuerdo memorable del 1 de abril de 2017. También tomó una decisión: a partir de ese día, velaría porque Juanpis se durmiera primero, aunque ello significara pasar noches enteras en vela.

Al día siguiente, Kike tendría un encuentro literario con lectores voraces y un poeta llamado Josué. ¿Qué planes le aguardaban? ¿Qué aventuras le deparaba el destino a este héroe de carne y hueso, que expresaba la verdad de su alma con claridad y convicción?

Esta historia, continuará...

martes, 11 de marzo de 2025

"El Salto Cuántico de Kike: Entre Sueños y Desafíos"


 El lunes 10 de marzo amaneció con un brillo especial en Villa de las Bendiciones. A las 5:40 a.m., el sol asomaba tímidamente en el horizonte, mientras Kike despertaba sobresaltado de un sueño inquietante: se veía a sí mismo ante un público numeroso, luchando por encontrar las palabras correctas. El miedo a improvisar lo paralizaba, y la ansiedad le recorría el cuerpo como una tormenta interna. Al despertar, su mente seguía enredada en aquel sueño… ¿Era un presagio? ¿Un llamado? ¿Una prueba?

Se sentó en la cama, aún con el eco de sus pensamientos resonando en su interior. "Las personas que me rodean creen en mí, me motivan con sus palabras… ¿Pero cómo hacer que mi libro y mis blogs lleguen a millones de personas?". La pregunta pesaba en su alma. No había sido fácil este camino de escritor, pero escribir con verdad y pasión era su destino. Pensó en García Márquez, en sus días de penuria escribiendo Cien años de soledad, en su lucha y en la recompensa del destino.

Pero ahora, Kike se sentía solo, terriblemente solo. La editora había hecho su trabajo subiéndolo a las plataformas, pero ante el mar de libros que se publicaban cada día, su historia corría el riesgo de perderse en la inmensidad. ¿Cómo hacerlo visible? Las respuestas no llegaban, solo las tentaciones de pagar publicidad en redes, propuestas efímeras que exigían inversión. Él no podía darse ese lujo todavía.

Respiró hondo. No se rendiría. Se aferró a la pequeña luz de esperanza: Consuelito, su amiga en Nueva York, le había prometido que compraría el libro en Amazon y lo recomendaría en su círculo de amigos. Carlos Mayorga, un apasionado lector de eBooks, también se comprometió a adquirirlo y difundirlo. Ferchito, Carmencita, Don Manuel, Don Diego, Juan Carlos, Doña Ligia… todos ellos lo apoyaban sin que él siquiera se los pidiera. Celmira lo compartía en sus estados, expandiendo su mensaje. Había esperanza.

Esa mañana, Kike oró por esas personas que lo apoyaban y decidió tomar acción. Durante dos horas, llamó a todos sus contactos. La mayoría de las respuestas fueron un sí. Logró vender tres ejemplares más.

  • El primero a Don Ramiro, un empresario e ingeniero en electrónica, quien además era corredor junto a su esposa.
  • El segundo a Lisa y Camilo, amigos de carreras atléticas que entrenaban en Bogotá.
  • El tercero a Don Andrés, un ingeniero en telecomunicaciones que admiraba su estilo evocador y poético.

A las 3:00 p.m., salió trotando con los tres libros en su mochila. La oficina de mensajería estaba lejos, pero el sudor y el esfuerzo eran parte de su lucha. Luego, decidió buscar la Fundación Levi, a tres kilómetros de distancia, pero no encontró la dirección. Llamó, nadie respondió. El cielo se oscureció. Las gotas gruesas comenzaron a caer.

Sintió la adrenalina recorrer su cuerpo, aceleró el paso, sintiendo que la tormenta lo acechaba. Trotó con fuerza, desafió la lluvia, y al llegar a casa, un aguacero se desató con furia. Se hidrató, almorzó y, sin descanso, escribió dos blogs más.

La noche avanzó sin piedad. Cuando se dio cuenta, eran las 1:30 a.m. Exhausto pero satisfecho, se sumergió en el sueño, con la certeza de que había dado un paso más.

¿Qué le depararía el martes a Kike? ¿Quiénes más lo apoyarían? ¿Se abriría una puerta inesperada?

Esta historia continuará…

miércoles, 26 de febrero de 2025

#"El Camino del Escritor: Un Día en la Gobernación"

 

Era la madrugada del 25 de febrero, cuando el canto de los gallos rompió el silencio de la noche, anunciando el nacimiento de un nuevo día. A las 4:41 a.m., en medio de la brisa fresca y el resplandor de un amanecer dorado, Kike despertó sintiendo una energía vibrante recorrer su cuerpo. Hoy no era un día cualquiera: tenía una cita con el gobernador de Cundinamarca en Bogotá, un encuentro que prometía abrir nuevas puertas en su camino como escritor.

Tras una breve rutina de meditación y oración, Kike revisó su maleta con esmero. Llevaba consigo algunos ejemplares de su libro, dos esferos y su libreta de apuntes, listos para capturar cualquier anécdota. También guardó una bolsa con avena y un huevo cocido, por si el hambre lo sorprendía en el camino. Su atuendo estaba preparado desde la noche anterior: traje impecable, camisa bien planchada, corbata en su lugar y zapatos lustrados hasta brillar.


A las 5:49 a.m., partió de su casa en dirección a la residencia de la Dra. Olga Romero. El trayecto era de dos kilómetros por senderos, y al recorrer los primeros 800 metros, llegó a la orilla del río. El sonido del agua rugiendo con fuerza tras la lluvia del día anterior le evocó antiguas historias, como si el río susurrara secretos de tiempos pasados. Avanzó a paso firme, disfrutando del horizonte teñido de colores cálidos hasta llegar a su destino a las 6:12 a.m.

Pocos minutos después, partieron en la furgoneta de Don Jaime. Hicieron una breve parada en Soacha, donde el frío de la mañana se hacía sentir con intensidad. Para combatirlo, Don Jaime les invitó a unas arepas rellenas con huevo, un manjar que Kike saboreó con nostalgia. Mientras el calor del desayuno disipaba el frío, continuaron su camino recogiendo a más pasajeros. Entre ellos, Miguel González, un hombre de la Vereda Loma Alta que, al reconocer a Kike, exclamó con entusiasmo:

—¡Qué alegría conocerlo! En Silvania hablan de usted, dicen que sus historias inspiran y trascienden fronteras.

Kike, sorprendido y emocionado, le preguntó qué comentaba la gente. Miguel, con un brillo en los ojos, respondió:

—Que escribes con el alma y que tu libro es una joya. ¿Cómo puedo conseguirlo?

Sin dudarlo, Kike le compartió el enlace donde podía encontrar su libro y le envió el acceso a sus blogs. Así transcurrió el trayecto entre risas, anécdotas y sueños compartidos hasta que llegaron a la Gobernación de Cundinamarca a las 9:36 a.m.

Frente a la imponente edificación, se despidieron de Don Jaime y, al ingresar, fueron recibidos con sonrisas amables. Subieron a la oficina del gobernador, pero la secretaria les informó que el Dr. Jorge Emilio Rey Ángel había tenido que ausentarse por una reunión urgente. La noticia trajo un instante de desilusión, pero la secretaria les devolvió la esperanza con sus palabras:

—No se preocupen, el gobernador dejó instrucciones para que su delegado, su mano derecha, los atienda.

Uno a uno fueron recibidos. La Dra. Olga expuso su lucha por los derechos humanos y la ayuda a las familias vulnerables. Luego fue el turno de Kike, quien habló con pasión sobre su libro "Historias que inspiran la imaginación" y expresó su deseo de colaborar con el departamento a través de su talento como escritor y creador de contenido.

El delegado, con una energía contagiosa, respondió entusiasmado:

—¡Gente como usted es la que necesita Cundinamarca! Lo escalonaré para darle prioridad.

Tomó una foto del libro y prometió hacer todo lo posible para apoyarlo. Mientras los demás eran atendidos, Kike, la Dra. Olga y el Paisa recorrieron las oficinas de la Gobernación. A medida que avanzaban, los funcionarios los saludaban con sonrisas genuinas, como si el aire mismo de aquel lugar estuviera impregnado de calidez y bienvenida.

Al mediodía, la Dra. Olga los invitó a almorzar, pero Kike declinó con gratitud.

—Prefiero aprovechar el tiempo para visitar a mi hija Taly en el hospital.

Se despidieron entre abrazos y risas. Kike tomó el Transmilenio y luego un SITP para dirigirse a casa de sus suegros, donde recogió una estufa que había dejado el sábado. Allí lo recibieron con alegría y un almuerzo casero de espaguetis, verduras, papa y alitas fritas, acompañado de un refrescante jugo de maracuyá.

Mientras comía, recibió una llamada de su cuñada Luisa, quien le informó que no podía visitar a Taly porque no había agua en el hospital y se habían restringido las visitas. En su lugar, hicieron una videollamada. Al ver la mejoría en el rostro de su hija, Kike sintió un alivio profundo. Conversaron animadamente y, entre bromas y risas, su cuñado Tino logró arrancarle una carcajada a Taly.

A las 3:30 p.m., emprendió el regreso a Silvania. Durante el largo trayecto en Transmilenio y luego en una van, aprovechó para meditar. Finalmente, a las 7:02 p.m., llegó a su hogar en Villa de las Bendiciones. Al entrar, lo recibió el embriagador aroma del caballero de la noche que florecía en su jardín, como un símbolo de bienvenida.

Escribió en su diario, repasando los acontecimientos de aquel día incierto, pero lleno de aprendizajes y encuentros mágicos. Antes de dormir, recibió un mensaje de su amigo Víctor, quien le comunicó que ya tenía en sus manos su libro en Bogotá. Quedaron de hablar al día siguiente.

Kike cerró los ojos, agradeció a Dios por cada instante vivido y rogó por la pronta recuperación de su hija Taly. Mientras el sueño lo envolvía, sintió que la historia aún no terminaba...

Esta historia, continuará.

lunes, 20 de enero de 2025

#Soltar es amar


 Érase un 16 de noviembre de 2024. Jostin David Cubillos cumplía 16 años, pero en su corazón pesaba el recuerdo de su amada abuela, quien había fallecido un año atrás. Sus jóvenes padres, Carolina Orjuela y Mauricio Cubillos, le organizaban una fiesta de cumpleaños como cada año, con globos, pastel y la presencia de sus hermanos, tíos y amigos. Sin embargo, esa celebración escondía una preocupación latente: Jostin había perdido el año escolar. No por falta de inteligencia, sino por su falta de compromiso y responsabilidad.

Desde pequeño, Jostin había sido un niño amado y protegido. Sus padres, responsables de cuatro hijos más, le habían dado todo lo mejor que pudieron ofrecer: los mejores colegios, juguetes, viajes, y cada año, una celebración especial rodeado de amor. Con su cabello rubio dorado y ojos claros como la miel, Jostin era irresistible para quienes lo rodeaban; su sonrisa picarona y su encanto natural lo hacían el centro de atención.

Pero algo dentro de él no encontraba sosiego. La mudanza de su madre y hermanos al campo, en busca de una vida más tranquila y próspera, dejó a Jostin solo en la ciudad junto a su abuelo y tío. La soledad llenó su vida de un vacío inquebrantable, y pronto, los días aburridos se tornaron en búsqueda de emociones en lugares incorrectos. Con el tiempo, las malas amistades y las tentaciones de la ciudad se convirtieron en su escape. La droga se infiltró en su vida como un susurro seductor, prometiendo llenar el vacío con la ilusión de nuevas experiencias.

Carolina, una madre fuerte pero vulnerable ante el amor por su hijo, no soportaba verlo alejarse cada día más. Su corazón se debatía entre permanecer a su lado y protegerlo o dejarlo partir hacia un destino incierto. Con lágrimas en los ojos, le propuso una nueva vida en el campo, rodeado de naturaleza y amor, pero Jostin rechazó la idea. “Mami, yo te amo, pero no puedo con mis hermanos,” le dijo una noche, mientras su mirada reflejaba un conflicto interno que ni él mismo podía comprender.




La decisión más difícil llegó rápidamente. El 19 de noviembre de 2024, Carolina y Mauricio, con el corazón dividido, enviaron a Jostin a Estados Unidos, donde viviría con su familia paterna. Allí, lejos de su hogar, enfrentaría desafíos que lo llevarían a conocer la responsabilidad, el esfuerzo y, quizás, el valor de lo que dejaba atrás.

"Con fe, amor y esperanza, Jostin comienza su nuevo camino"

El aeropuerto el Dorado de Bogotá, fue testigo de una despedida cargada de emociones. Carolina lo abrazó con fuerza, sintiendo que soltarlo era también amarlo. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras susurraba, “Hijo, recuerda que siempre estaré aquí para ti.” Jostin asintió con los ojos cristalinos, tratando de disimular el miedo a lo desconocido.

El avión despegó y con él, la esperanza de un nuevo comienzo. Carolina y Mauricio regresaron a casa con la incertidumbre de si su hijo encontraría su camino o si este sería un viaje sin retorno.

La historia de Jostin apenas comienza...

jueves, 16 de enero de 2025

#53.40 Kms por 200 libros


 Era la mañana de un radiante miércoles 15 de enero. El sol, como un diamante en el cielo, iluminaba Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse y la naturaleza cantaba su coro celestial. Kike, de pie junto al umbral de su casa, se preparaba para un desafío monumental. El aroma de las flores silvestres lo rodeaba, mientras Linda, su esposa, le daba un beso de despedida y la bendición, mientras los primeros rayos del sol pintaban el cielo con tonalidades doradas.


Con su reloj marcando cero y una mochila ligera en la espalda, Kike salió trotando hacia Fusagasugá, donde lo esperaba un destino prometedor. Al avanzar por la carretera, se encontró con el espectáculo de las palmeras que bordeaban la autopista. Altas, majestuosas, sus hojas danzaban con el viento, y Kike, mirando hacia lo alto, buscaba inspiración en su grandeza. En ese momento, imaginó tres palmeras similares adornando su hogar, como símbolos de fortaleza, sueños y esperanza.

Los kilómetros transcurrieron entre el canto de las aves, los murmullos de los trabajadores ampliando la vía y los suspiros de un hombre decidido. Al llegar al Banco W, su amiga Eliana le ofreció una oportunidad que iluminó su corazón: un subsidio, para comprar 200 libros subsidiados desde España, ejemplares que llevarían su obra "Historias que Inspiran la Imaginación" a las manos de sus lectores.

Aunque el desembolso se haría al día siguiente, Kike regresó a casa confiado en la Divina Providencia y completó 26.22 kilómetros en total. Pero el desafío no terminaba ahí. Al amanecer del día siguiente, con un cielo nublado que parecía envolver el mundo en un abrazo tranquilo, Kike volvió a emprender el recorrido. Recordó a su viejo entrenador, que siempre le decía: "Lo mejor para el cansancio es entrenar más."

En cada paso, Kike sentía la adrenalina impulsarlo. Su mente se llenaba de pensamientos sobre las personas que creían en él: amigos, familiares y los fieles lectores de sus blogs. Recordó a aquellas amigas que, en momentos de tristeza o frustración, le confesaron que leer sus blogs actuaba como un bálsamo para el alma. "Es como un hechizo," le decían, "tus palabras nos dan fuerzas para seguir adelante." Kike sonrió al pensar en el poder de sus relatos y en cómo su libro podría amplificar esa magia, llevando esperanza y motivación a más personas.

De vuelta en el banco, Eliana lo recibió con una cálida sonrisa. Tras diligenciar los formularios, el gerente quedó cautivado por la noble causa de Kike y la fuerza de sus palabras, prometiendo apoyar el proyecto. Algunos compañeros de Eliana se comprometieron a comprar el libro en cuanto llegara. Kike sintió que su misión no solo era posible, sino que ya estaba comenzando a cambiar vidas.

El recorrido de regreso fue un tributo a la victoria. Hizo una pausa en Silvania para beber agua de la montaña y comer un banano del huerto comunal, mientras contemplaba la belleza de los paisajes que lo rodeaban. Cada paso era una afirmación de su fe y una celebración de la vida.

Al llegar a Villa de las Bendiciones, Linda lo recibió con un abrazo y un jugo de guayaba frío. Esa tarde, Kike reflexionó sobre su hazaña: 53.40 kilómetros en dos días, impulsados por un sueño y sostenidos por un ejército de personas que creían en él.

Ese día comprendió que su libro no sería solo un logro personal, sino una herramienta para transformar vidas. Sus relatos, como lo hacían en sus blogs, serían un refugio para quienes buscaban inspiración, un recordatorio de que dentro de cada uno hay un guerrero capaz de enfrentar las mayores adversidades.

"Historias que Inspiran la Imaginación" no sería solo un libro, sino un puente hacia el cambio, una chispa para encender corazones y una guía para aquellos que sueñan con un mundo mejor.

Y así, Kike reafirmó una verdad simple pero poderosa: los sueños más grandes no se recorren en soledad; son los corazones unidos los que construyen los caminos hacia ellos.

sábado, 11 de enero de 2025

#El último vuelo de Oreo


 En los albores de un diciembre en Armenia, entre risas y caricias, Oreo había encontrado un hogar. Su pequeña presencia iluminaba cada rincón de la casa, una perrita que, desde el primer momento, se integró a la familia como si el destino la hubiese guiado allí. Incluso la gata, que hasta entonces había sido la reina solitaria del hogar, compartía con ella juegos y aventuras. La noche del 24 de diciembre, bajo el resplandor de las luces navideñas, las dos eran inseparables, como si un lazo mágico las uniera.

Sin embargo, la alegría no siempre permanece impasible frente al paso del tiempo. La mañana del 26, Oreo comenzó a mostrarse extraña, más tranquila de lo habitual, con una mirada que parecía perderse en algún rincón del universo. Su falta de apetito y su quietud comenzaron a preocuparnos, aunque intentamos justificarlo como un día de pereza tras las fiestas.

Cuando la situación empeoró, el día siguiente trajo consigo un peso en el aire. Oreo apenas bebía agua y su pequeño cuerpo se debilitaba. Fue entonces cuando los días se tiñeron de angustia. Cada momento junto a ella se volvió un acto de fe. Maryi no se separaba de su lado, observándola con tristeza y una mezcla de impotencia y esperanza. "Debes resistir", pensaba, mientras intentaba alimentarla, pero Oreo, cada vez más frágil, solo buscaba rincones oscuros, lugares donde el mundo no pudiera alcanzarla.

El 28 de diciembre amaneció con una extraña calma, esa que precede a las despedidas más dolorosas. En la penumbra de la sala, Maryi se sentó junto a Oreo, acariciando su pequeño cuerpo que apenas tenía fuerzas para responder. A media mañana, Oreo levantó la cabeza y, con unos ojos que reflejaban una profunda melancolía, la miró directamente. Fue una mirada que llevaba consigo todas las palabras que nunca podrían ser dichas, como un colibrí que se despide antes de emprender su último vuelo. Cerró sus ojos y partió, dejando tras de sí un silencio pesado, interrumpido solo por el eco de los recuerdos.

Mientras los niños preguntaban por ella, decidimos contarles que Oreo había volado a un lugar donde los campos son infinitos y el sol nunca deja de brillar. Un lugar donde ella correría y jugaría con otros perritos, libre como un colibrí que se eleva hacia el cielo, dejando una estela de amor y dulzura en su vuelo final.

Maryi, con los ojos llenos de lágrimas, supo que Oreo había venido para enseñarles algo profundo: el amor incondicional, la fragilidad de la vida, y la importancia de valorar cada instante compartido. Así quedó su recuerdo, como un pequeño ser que, aunque breve, dejó una huella imborrable. Una historia que, aunque envuelta en lágrimas, continuará en cada rincón de sus corazones.

Oreo, con su pequeño y efímero vuelo, dejó un legado de amor, resiliencia y gratitud. Su historia es una invitación a vivir cada día con propósito y a abrazar cada momento como si fuera único.

domingo, 5 de enero de 2025

#Noche de Ensueño de Nelo


 Era un viernes 3 de enero, cuando el reloj marcaba las 6:00 a.m. en la finca: Semillas de Amor, sector La Guaca, en la vereda Panamá Alto, en Silvania. Nelo, una mujer cuya mirada reflejaba calma y profundidad, despertó con el suave murmullo de la naturaleza. El rocío de la mañana decoraba las hojas y un delicioso aroma a café recién preparado llenaba el aire. Desde la ventana de su habitación, contemplaba un amanecer celestial. El cielo, pintado en tonos de azul y naranja, parecía un lienzo divino que le susurraba al alma.

Mientras sostenía su taza de tinto, Nelo recordó un sueño que la había envuelto durante la noche. Cerró los ojos por un momento, y su mente la transportó de nuevo a aquel mundo etéreo que aún palpitaba en su corazón.

En el sueño, Nelo estaba recostada sobre una colina cubierta de hierba suave, bajo un cielo que comenzaba a vestirse con los colores de un atardecer de su amada Silvania. Los rayos del sol se filtraban entre los árboles, proyectando luces doradas sobre el paisaje. Fue entonces cuando un joven apareció a lo lejos. Su andar era pausado, casi como si flotara, y sus ojos tenían una intensidad que hipnotizaba.

El joven, de cabellos ondulados y rostro sereno, llevaba puesta una túnica blanca que parecía reflejar la luz del crepúsculo. Al llegar a un altar improvisado bajo un viejo árbol, inclinó la cabeza y, con las manos juntas, murmuró una oración. Nelo, que lo observaba escondida tras un mechón de su cabello, sintió cómo el corazón le latía con fuerza. Su presencia irradiaba paz y, al mismo tiempo, despertaba una emoción inexplicable en su interior.

Cuando el joven la miró directamente, fue como si el tiempo se detuviera. Sus ojos, llenos de amor y misterio, le hablaban sin palabras. Él colocó una mano sobre su corazón y, con una sonrisa que parecía contener siglos de sabiduría, comenzó a desvanecerse, dejando tras de sí un destello fugaz, como una estrella atravesando el firmamento.

Con el corazón lleno de melancolía, Nelo regresó a su casa, caminando entre árboles que susurraban su nombre al viento. Cada hoja que caía parecía contar una historia, cada rama se mecía como si quisiera abrazarla. Al llegar, encontró los árboles frutales cubiertos de aves con plumajes tan vibrantes como el arco iris. Los pájaros trinaban en un concierto de melodías, cada uno aportando una nota única, pero en perfecta armonía.

Nelo contempló aquel espectáculo con lágrimas en los ojos. Recordó cómo había sembrado esas semillas años atrás, llenándolas de amor y esperanza. Ahora, esos árboles no solo daban frutos, sino que también eran un refugio de alegría y vida.

Mientras escuchaba las canciones de las aves, sintió que su tristeza por la partida del joven comenzaba a desvanecerse. Cada trino era un bálsamo para su corazón, cada danza de las aves un recordatorio de la belleza de la vida. Fue entonces cuando comprendió que la presencia del joven no había sido un adiós, sino un mensaje.

Los sueños continuaron. En ellos, personas desconocidas visitaban a Nelo, susurrándole palabras de gratitud y amor. Le recordaban su bondad, su generosidad y cómo su luz interior tocaba las vidas de quienes la rodeaban. Nelo se sintió transportada, como si flotara en un vaivén de melodías celestiales que resonaban en cada rincón de su ser.

Al despertar, con una sonrisa iluminando su rostro, Nelo llegó a una conclusión:

"El amor espiritual es la conexión más pura, una sinfonía que une almas y trasciende incluso los sueños, transformando la soledad en unidad y la tristeza en esperanza."

Ese día, bajo el mismo cielo que había contemplado en su sueño, Nelo decidió vivir con más intensidad, con más amor y gratitud. Y cada vez que el viento susurraba entre los árboles, sabía que aquel ángel seguía cerca, cuidándola y recordándole que los sueños tienen el poder de transformar realidades.

lunes, 30 de diciembre de 2024

#"El Caballo de Luz y los Sueños que Traspasan Fronteras"


 En el tenue amanecer del 30 de diciembre, los cielos sobre Villa de las Bendiciones se teñían con una tímida pincelada anaranjada. Las aves iniciaban su canto mientras un carpintero de plumas rojas y negras picoteaba con fervor un poste de guadua, como si marcara con su ritmo el compás de algo extraordinario. Eran las 5:40 de la mañana, y la temperatura de 18 grados envolvía el ambiente con la suavidad de un abrazo.

Kike despertó de un sueño profundo, de esos que no se olvidan. Había viajado a un mundo más allá de la imaginación, un vasto campo de girasoles y cultivos, donde un labriego cabalgaba sobre un caballo café con un brillo casi celestial, como si estuviera hecho de luz misma. Kike flotaba en el aire, invisible, contemplando aquella escena mágica. El labriego llevaba una sonrisa tan amplia que parecía contener los secretos del universo. Todo vibraba con una energía que Kike jamás había sentido: un equilibrio perfecto entre lo terrenal y lo divino.

Al despertar, intentó regresar a ese mundo extraordinario, pero la realidad le reclamaba. Entonces, meditó, dio gracias a la Divina Providencia y al universo, sintiendo que aquel sueño llevaba un mensaje oculto, un presagio de algo magnífico que estaba por venir.

El día anterior, mientras veía la misa virtual del Santuario de 20 de Julio en YouTube, Kike había notado algo peculiar en los rostros de los asistentes. Cada mirada reflejaba esperanza, un anhelo de transformación. Esa conexión con lo divino llenó a Kike de paz y lo inspiró profundamente.

Al mediodía, recordó un pendiente: un video promocional de su primer libro, enviado por la editorial LETRAME. Tras varios intentos fallidos días atrás, ese día logró subirlo a YouTube con éxito. Pero el sistema le ofreció algo inusual: la opción de programar un lanzamiento. Decidió fijarlo para las 8:00 p.m., compartiendo la noticia con sus amigos por WhatsApp.

Mientras esperaba, Kike se sumergió en sus rituales: escribir, meditar y agradecer. Cuando faltaban solo cinco minutos para el lanzamiento, llamó a Linda, su fiel compañera, para vivir juntos ese instante. La cuenta regresiva comenzó: 5, 4, 3, 2, 1...

El silencio fue abrumador. Nada sucedió. Pero, de repente, una cuenta regresiva mágica de YouTube comenzó: tres minutos cargados de emoción y expectativa. Al llegar a cero, el video emergió como un rayo de luz, mostrando este mensaje:

"En una región apartada de Colombia, donde el tiempo parece detenerse, se encuentra Silvania, un municipio de Cundinamarca. Allí, en un rincón mágico llamado 'Villa de las Bendiciones', rodeado de naturaleza exuberante y paisajes de ensueño, Jaime Humberto Sanabria nos invita a navegar en un mundo donde la realidad y la fantasía se mezclan. Con amaneceres que despiertan sueños y atardeceres que guardan secretos, cada narración conmueve e inspira, llevando al lector a imaginar y descubrir el poder transformador de creer en sí mismo."

Historias que inspiran la imaginación Mi primer libro: video promocional Editorial LETRAME

En ese momento, Kike sintió que el universo entero conspiraba para que su mensaje trascendiera fronteras. Aquella noche, bajo un cielo estrellado, se encomendó nuevamente a la Divina Providencia, agradecido y lleno de esperanza. Supo, con una certeza indescriptible, que sus palabras inspirarían a miles, tal vez millones, a creer en sus sueños.

La historia de Kike nos recuerda que los sueños no conocen límites y que el verdadero poder de la mente humana yace en su capacidad de imaginar y crear. Allí, donde la fe y la perseverancia se encuentran, lo imposible deja de serlo y las fronteras se desvanecen.

martes, 24 de diciembre de 2024

#Huella de Esperanza en Loma Alta


 Era una mañana luminosa, el 17 de diciembre. El reloj marcaba las 6:00 a.m., y Silvania despertaba abrazada por un sol dorado que parecía bendecir con su calor cada rincón del municipio. Las aves, en un espectáculo celestial, llenaban el aire con sus cantos armoniosos, como si estuvieran componiendo un himno para celebrar el nuevo día. En las veredas cercanas, los campesinos forjadores del campo se preparaban para un día más de arduo trabajo, con la esperanza grabada en cada surco de tierra.

En la oficina de la UMATA, don Wilson García y la ingeniera Martha Poveda compartían un café oscuro, de aroma profundo, mientras escuchaban las palabras del director, el Dr. Leonardo Carrillo. La conversación giraba en torno a una misión importante: visitar la vereda Loma Alta, a 13 kilómetros de distancia. Lo que antes era un sendero intransitable ahora había sido transformado en una carretera digna gracias a la visión del alcalde, el Dr. Ricardo Pulido.

A las 9:00 a.m., los ingenieros emprendieron su viaje en una motocicleta, enfrentándose a un ascenso que serpenteaba entre montañas. A medida que avanzaban, parecían adentrarse en un cuadro vivo: potreros de un verde intenso, árboles majestuosos que narraban historias de tiempos pasados, cultivos de café, mora y tomate de árbol que prometían frutos dulces. Cada curva del camino era un recordatorio de la conexión entre la naturaleza y la humanidad.

Don Wilson y la ingeniera Martha, llegaron a las 9:55 a.m a 150 mts antes del salón comunal, a la casa de donde don Miguel Antonio González y su esposa Alba les ofrecieron un tinto cálido, lleno del alma de la región. Poco a poco, los integrantes del proyecto comunitario comenzaron a llegar: Janneth Baquero y Juan Manuel Ramos, líderes comprometidos; Lorena Pinzón, maestra de lombricultura; Antonio Gaitán, el avicultor generoso; Lizandro Morales, protector de suelos; Stella Sánchez, la soñadora con tierras nuevas. Y así, hasta que 35 personas llenaron el salón, cada una con una chispa de entusiasmo en sus ojos.

La reunión comenzó con palabras de aliento y sabiduría. Don Wilson felicitó a los asistentes por su dedicación y les recordó que 2025 sería un año de revolución en sus vidas: un tiempo para la unión, la producción y el renacer de sus veredas. La ingeniera Martha añadió un mensaje de esperanza, destacando la resiliencia y el amor con los que enfrentaban cada desafío.

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Cuando el reloj marcó la 1:00 p.m., la reunión culminó con un festín: un delicioso ajiaco campesino cocinado con leña, acompañado de masato en la casa de Miguel Antonio y su esposa Alba. Las risas y las historias se mezclaron en el aire, creando un momento que quedaría grabado en los corazones de todos los presentes.





Don Wilson y la ingeniera Martha se despidieron con prisa, pues la madre de Wilson celebraba su cumpleaños ese día. Mientras la motocicleta se alejaba, dejando una estela de polvo en el sendero, los miembros de "Productores Casa Verde" quedaron reflexionando sobre las lecciones aprendidas y las semillas de esperanza plantadas en sus corazones.

Esa tarde, mientras la comunidad compartía un asado, alguien señaló hacia el horizonte. La figura de don Wilson y Martha desaparecía entre las montañas, pero su legado de esfuerzo y dedicación permanecía. En Loma Alta, un rincón olvidado, la esperanza había echado raíces.

Y así, el trabajo incansable de líderes como el alcalde Dr. Ricardo Pulido, el Dr. Leonardo Carrillo y el equipo de la UMATA nos recuerda que las pequeñas acciones tienen el poder de transformar vidas y sembrar el futuro de una nación.

domingo, 15 de diciembre de 2024

#"Un Viernes 13 Mágico en Subia Oriental: Cuando el Campo Inspira"


Era un viernes 13 luminoso en la vereda oriental de Subia, en Silvania, un paraíso rodeado de verdes colinas y caminos pavimentados que serpenteaban entre la naturaleza exuberante. A las 11:43 a.m., don Miguel Darío Beltrán, coordinador del programa "Manos a la Tierra", se encontraba junto a su familia en plena faena: picando tomates, lavando papas, y adobando carnes con la misma dedicación con la que motivaba a su comunidad a asistir a las capacitaciones mensuales de la UMATA, lideradas por don Wilson.

Ese día, además de la reunión habitual, se preparaban para algo especial. En el salón-tienda de su casa, don Miguel había organizado un evento único, lleno de sabor, aprendizajes, y magia. Junto a su familia, dispuso la tarima y las sillas para recibir a más de 50 asistentes, entre ellos un invitado de honor: el ingeniero agrónomo Dubán Vargas, un hombre que, nacido en Fusagasugá y criado en el Sumapaz, se había convertido en un defensor del comercio justo para los campesinos.

A medida que llegaban los asistentes, las historias de cada uno enriquecían el ambiente:

  • Jacinto Moreno, guardián de fincas, apasionado por el lombricultivo.
  • Jhon Sánchez y Sofía Romero, una pareja que, tras renunciar al mundo empresarial, fundaron EcoAvícola, un proyecto que revolucionó la crianza de gallinas criollas en Subia.
  • Rigoberto Prieto y su hermano Abelardo, dedicados al cultivo de frijol y pimentón, quienes recordaban cómo el campo les devolvió esperanza en tiempos difíciles.

Con cada llegada, los saludos cálidos y las risas tejían una atmósfera de comunidad. A la 1:00 p.m., el evento inició. Don Miguel subió a la tarima y, con un aire de orgullo, agradeció la asistencia de todos. Presentó a don Wilson, cuyo lema, “Pensar diferente crea caminos al éxito”, ya había calado en los corazones de los presentes.

Don Wilson destacó el lanzamiento del libro "Historias que inspiran la imaginación", una obra que, capítulo a capítulo, transformaba sueños en realidades tangibles, conectando a los lectores con enseñanzas profundas. Luego, motivó a los asistentes a rescatar el campo desde sus raíces: el cuidado de los suelos, la preservación de semillas nativas, y la sostenibilidad como bandera.








La tarde avanzó entre testimonios conmovedores. Campesinos como Jacinto y Jhon compartieron cómo las capacitaciones de la UMATA habían transformado sus vidas. Incluso Kike, el escritor local, grabó estos relatos para su blog, dejando un registro eterno de ese día extraordinario.

El ingeniero Dubán Vargas tomó la palabra y cautivó con su historia: desde sus inicios como campesino hasta convertirse en un profesional apasionado por el desarrollo rural. Narró cómo, a través de proyectos agrícolas, ayudaba a campesinos a comercializar sus productos con justicia y dignidad.

Cuando la ingeniera Martha intervino para felicitar a los presentes, una sensación de orgullo y esperanza llenó el salón. Era más que una reunión; era un acto de resistencia y fe en el poder transformador del campo.

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#Ecoavicola #Colombia Ejemplo de: #Pensar diferente

#EcoAvicola #Colombia Ejemplo de #Pensar #diferente 2

#Pensar #diferente es: "Crear un camino nuevo"

Al final, la familia de don Miguel sirvió un delicioso asado que todos habían contribuido a preparar. Entre risas y abrazos, la reunión culminó, dejando grabado en cada corazón un mensaje imborrable: el futuro del planeta está en el campo, en manos de quienes, con visión y esfuerzo, son capaces de sembrar un mundo mejor.


Reflexión final:
La magia de este viernes 13 no estuvo en la superstición, sino en la fuerza del espíritu colectivo. Inspirados por don Wilson y su lema, cada asistente salió convencido de que pensar diferente es el primer paso para transformar realidades. Las semillas sembradas en este encuentro germinarán, llevando el mensaje de esperanza a futuras generaciones.

sábado, 14 de diciembre de 2024

# "El Amanecer de los Sueños"


Eran las 1:35 a.m. de un sábado de diciembre, cuando el amanecer susurraba suavemente entre las sombras de la noche. Afuera, el cantar de los grillos componía una sinfonía que se entrelazaba con el silencio cálido de una madrugada iluminada por una luna llena, brillante como un faro perdido en la oscuridad. Dentro de su habitación, Kike terminaba de ajustar los últimos detalles de un blog y de subir unos videos que publicaría más tarde. Exhausto pero satisfecho, se preparaba para descansar cuando algo llamó su atención.

Sobre su escritorio descansaba un ejemplar de su primer libro: Historias que inspiran la imaginación, enviado desde España tres días atrás. La portada, ligeramente desgastada, brillaba con la luz plateada que entraba por la ventana. Sin pensarlo mucho, Kike lo tomó entre sus manos y comenzó a hojearlo. A medida que sus ojos recorrían las páginas, una sensación indescriptible lo envolvió. Al principio era incredulidad, preguntándose si él mismo había escrito aquellas palabras que ahora parecían cobrar vida propia.

Entonces, una oleada de luz suave y cálida surgió desde su interior, llenándolo de una paz profunda. Las palabras del libro parecían brillar en el papel, y de pronto Kike sintió como si fuera transportado a otra dimensión. Las letras se transformaban en caminos luminosos, y cada párrafo se convertía en una nube blanca y satinada que flotaba en un cielo azul infinito. La realidad parecía desvanecerse mientras navegaba por paisajes oníricos, donde la fantasía y la magia lo envolvían. Su corazón latía con fuerza, no de miedo, sino de una emoción que apenas podía comprender.

Cuando regresó a sí mismo, miró el reloj: eran las 2:34 a.m. El sueño había desaparecido por completo, pero su alma estaba serena. Cerró el libro con cuidado y lo contempló, como quien observa la belleza de un amanecer por primera vez. Fue una experiencia mágica que supo que nunca olvidaría. Decidió subir al balcón para despejar su mente. El cielo estrellado se desplegaba ante él como un tapiz de misterios infinitos. Levantó los brazos al cielo, orando y dando gracias a Dios por los milagros inesperados de la vida.

Recordó entonces a su amigo, aquel que había aparecido unas horas antes con un gesto que le había salvado en un momento complicado. Para Kike, esa persona era un enviado, un ángel disfrazado de ser humano. Las coincidencias de la noche parecían tener un propósito divino, una conexión invisible que entretejía los hilos de la vida.

Volvió a su habitación para descansar, aunque el sueño se resistía a venir. Cerró los ojos y comenzó a repetir su mantra: gracias, gracias, gracias. Poco a poco, su mente se calmó, pero justo cuando empezaba a sumergirse en el mundo de los sueños, algo extraordinario ocurrió.

Una luz brillante llenó la habitación. Era tan intensa que Kike tuvo que entreabrir los ojos. Frente a él, dos figuras luminosas emergieron del aire, rodeadas por un resplandor que pulsaba como el latido de un corazón. Antes de que pudiera reaccionar, sintió que una fuerza invisible lo envolvía y lo arrastraba hacia un portal que había aparecido en medio de la habitación. Kike se vio transportado a un lugar donde el tiempo y el espacio parecían haber desaparecido.

Había un silencio absoluto, una quietud que llenaba cada rincón de su ser. Los paisajes que lo rodeaban eran de una belleza indescriptible: campos dorados que parecían hechos de luz líquida, ríos que fluían hacia un horizonte interminable, y cielos que cambiaban de color como un arcoíris eterno. La paz que sentía en su interior era infinita, como si hubiera encontrado el verdadero hogar de su alma.

Mientras exploraba este mundo mágico, se encontró con una voz que parecía provenir de todas partes y de ninguna al mismo tiempo. "Kike", dijo suavemente, "todo lo que necesitas para alcanzar tus sueños está dentro de ti. Confía en el poder de tu imaginación y en la fuerza de tu gratitud". Estas palabras resonaron profundamente en su ser, y Kike sintió como si una chispa divina encendiera una llama en su interior.

Cuando finalmente despertó, eran las 5:40 a.m. Sus párpados se abrieron lentamente para recibir la luz tenue del amanecer. El cielo estaba pintado de naranjas y rosados, anunciando un día lleno de promesas y esperanza. Kike permaneció acostado por unos momentos, reflexionando sobre lo vivido. Sabía que aquello había sido mucho más que un sueño; había sido una experiencia que lo transformaría para siempre.

Esta historia nos deja dos grandes enseñanzas. Primero, que la gratitud es una fuerza poderosa que conecta nuestras almas con los milagros cotidianos de la vida. Y segundo, que la felicidad que buscamos fuera siempre ha estado dentro de nosotros, como una llama incandescente de paz y quietud que solo espera ser descubierta.

Así como Kike, todos tenemos el poder de trascender nuestros límites y encontrar la magia en lo cotidiano. Al hacerlo, descubrimos que somos parte de algo más grande, un todo lleno de propósito y significado. La clave está en confiar, agradecer y permitirnos soñar en grande, porque en esos sueños yace la esencia de quienes realmente somos.

sábado, 7 de diciembre de 2024

#Los Guerreros del Campo y la Voz del Bosque

Era un viernes 6 de diciembre, una fecha marcada por el aroma de lluvia en el aire y el susurro de los árboles, como si la naturaleza misma preparara un escenario mágico para un encuentro trascendental. El reloj marcaba las 12:51 p.m. en “El Pedrero”, una finca encantada en la vereda Santa Rita Baja, Silvania. Rodeada de frutales de naranjas, mangos, tomates y el vibrante verde del café, la finca parecía latir al ritmo del río Blanco, que corría con fuerza como si quisiera ser parte de la conversación, la finca se preparaba para un día inolvidable.

Doña Sara Páez, con 74 años y una calidez que rivalizaba con el sol, recibía a sus invitados. Entre ellos estaban don Wilson García, de 56 años, Técnico Agrícola de UMATA (Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria), y Kike, un escritor de 61 años que había llegado para narrar la historia de aquellos guardianes de la tierra. Ambos fueron recibidos con un sancocho de gallina, una delicia que parecía contener en su aroma y sabor toda la riqueza del campo.



La mesa se llenó de risas, historias y el inconfundible aroma del sancocho de gallina, mientras la lluvia comenzaba a caer con fuerza. A las 2:00 p.m., bajo el retumbar de las gotas en el tejado, Wilson tomó la palabra. Su voz atravesó el estruendo, llevando un mensaje de esperanza y gratitud a los campesinos presentes. Felicitó a los asistentes por su constancia y compromiso, y habló sobre la importancia de rescatar las semillas ancestrales: pequeños tesoros de biodiversidad que él había recolectado con paciencia y amor en las fincas de la región. Luego, uno a uno, los labriegos compartieron sus historias, cada una un reflejo de resiliencia y amor por la tierra:


  • Doña Sara Páez, a sus 74 años, encontró en las lombrices californianas una aliada para enriquecer su suelo, perdiendo el miedo a lo desconocido.
  • Flor Esperanza Pachón, de 62 años, quien vive en la finca “La Esperanza”, una granja alquilada donde cría más de 100 pollos y gallinas. Su sueño es sembrar café en el futuro.
  • Oscar Cubillos, de 43 años, quien este año se unió al grupo con la meta de cultivar tomate en el 2025, habiendo dedicado toda su vida al campo.
  • Héctor Rojas, de 56 años, un campesino que desde niño ha trabajado en ganadería y cultivos como tomate y frijol. Hace 10 años conoció a don Wilson, quien ha sido su guía en las labores agrícolas.
  • Marco Aurelio Rodríguez, de 63 años, propietario de la finca Los Robles. Conoció a don Wilson hace 15 años y ha perfeccionado el cultivo de café y frijol gracias a su apoyo.
  • Wiston Mora, de 60 años, quien desde hace 4 años trabaja en una finca de 1 hectárea donde cultiva hortalizas. Con la guía de don Wilson, planea expandir su proyecto de hortalizas el próximo año.
  • Alexander Puentes, de 48 años, quien dejó su trabajo como adiestrador de perros en la policía hace 7 años para dedicarse al campo en su finca Paraíso. Inspirado por don Wilson, creó el grupo “Salva Bosques” y lidera iniciativas de reforestación.
  • Albertina Echavarría, de 76 años, llegó hace 26 años a la finca San Gabriel desde Bogotá. Se ha dedicado a la cría de animales y el cultivo de plátano, destacándose este año por su compromiso en las capacitaciones.
  • Hernando Contreras, de 74 años, con toda una vida dedicada al campo, quien ha aprendido de don Wilson técnicas avanzadas para el cultivo de maíz, yuca y plátano.

La reunión también contó con la participación de Martha Poveda, ingeniera agrónoma de UMATA, de 56 años. Ella felicitó al grupo por su compromiso y habló de la importancia de implementar técnicas como barreras vivas para el control de la erosión y prácticas sostenibles para mejorar la calidad del suelo. “Lo que ustedes hacen aquí es un ejemplo para toda la región”, afirmó.

Ejemplo de propagación de Semillas Ancestrales

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Don Wilson, con su característica humildad y liderazgo, expresó su gratitud hacia todos los presentes, destacando su dedicación y constancia durante el año. Anunció la distribución de semillas recolectadas y el apoyo en insumos como abono para mejorar la productividad. Su mensaje de unidad y esperanza resonó en cada rincón de la finca.

La jornada concluyó con un emotivo canto de cumpleaños para Albertina y Kike. En medio de risas y abrazos, los asistentes se despidieron con la promesa de seguir trabajando por un futuro mejor, demostrando que la edad no define la capacidad ni el valor de una persona.








El Mensaje:

En el campo, donde el trabajo nunca cesa y las manos callosas cuentan historias de esfuerzo, queda una lección para todos: la edad no define el valor de una persona, ni sus aportes a la sociedad. En el mundo campesino, no existen barreras de edad para trabajar. En cada semilla que germina y cada barrera viva que crece, los campesinos de Silvania están escribiendo un capítulo de resiliencia, unión y amor por la tierra, un modelo que merece ser replicado en todo el mundo.

El legado de don Wilson, Martha y el grupo “Salva Bosques” no es solo local; es universal. En este rincón de Silvania, se planta cada día una semilla de esperanza que promete dar frutos para un planeta más verde y un futuro más justo.


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