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lunes, 28 de abril de 2025

#"Kike y el Encuentro con la Magia de las Letras"

 

Érase una mañana lluviosa en un rincón remoto, rodeado de naturaleza exuberante, donde el tiempo parecía detenerse. El canto de los pájaros y las cigarras tejía una melodía invisible que abrazaba a Villa de las Bendiciones, un lugar donde los misterios susurraban entre las hojas. Era sábado 26 de abril, y el reloj marcaba las 6:48 a.m.

Kike se levantó con poco sueño. La noche anterior había intentado perfeccionar su blog "De la infancia brota la tinta del alma", pero el amanecer lo sorprendió con tareas pendientes y tres retos en su agenda: asistir a un encuentro literario virtual, recibir la visita de Carolina, sus tres hijos menores y su padre, y terminar el video definitivo de su libreto.

Desde las 8:00 a.m., Kike se sumergió en una limpieza general de su hogar. Sin embargo, a las 9:00 a.m., detuvo su labor: era la hora del tan esperado encuentro literario.
El evento virtual, liderado por la escritora Lucía Estrada —poeta colombiana exploradora de sueños, misterios y símbolos—, comenzó cerca de las 9:30 a.m. tras algunos ajustes de video y sonido.

Kike, siempre preparado, traía consigo la tarea asignada: leer una página de un libro a su elección. Recordó entonces El olor de la guayaba de Gabriel García Márquez, ese testimonio vivo donde Gabo revivía la memoria de su abuela.
Sintiendo un eco en el alma, Kike compartió con los asistentes sus propias raíces literarias:


"Hoy quiero compartirles un fragmento del libro El olor de la guayaba, donde Gabriel García Márquez revive la memoria de su abuela y nos revela, con una ternura infinita, cómo los recuerdos más íntimos pueden transformarse en literatura inmortal.
Al leer esa página, sentí un eco en mi alma. Aunque nunca conocí a mi abuela, su figura siempre tuvo un encanto casi místico en los relatos de mi infancia.
Pero fueron mi abuelo Ángel María Sanabria y mi tío Manuel Lucrecio Sanabria quienes moldearon mi manera de ver el mundo.
Cada noche, cuando ellos hablaban, yo navegaba en esos relatos como si fueran velas encendidas que iluminaban mis sueños.
Hoy, más de 56 años después, me descubro escribiendo, evocando aquellos días mágicos y dándole forma a mi propio libro: Historias que Inspiran la Imaginación.
Así como Gabo encontró en su abuelo una fuente inagotable de inspiración, yo encontré en mi familia la esencia para narrar. La niñez, después de todo, es un manantial que nunca se seca. Basta una sola página para regresar al lugar donde todo comenzó: la chispa del alma."

Los seis integrantes del encuentro escuchaban atentos. Milena, una chica de apellido Portugal,  Omar su amigo quién lo había invitado, el profesor Javier, y los demás asistentes no ocultaron su admiración.
Lucía Estrada, la gran moderadora del portal, reconocida en todo el reino de la poesía por su intuición casi mística. con voz serena y profunda, elogió la naturalidad de Kike para evocar la infancia como fuente literaria, esa infancia donde todo es posible.

Kike aprovechó el espacio para hablar también de su primer libro, recibiendo palabras de aliento. Sin embargo, a las 10:30 a.m. debió despedirse: su hogar lo reclamaba.

Continuó con sus quehaceres y, pasada la 1:00 p.m., logró dejar Villa de las Bendiciones lista para recibir a Carolina, sus tres hijos menores y su padre Arnulfo.
Compartieron un delicioso tinto preparado por Kike, mientras conversaban animadamente sobre la vida, la familia y, por supuesto, sobre los sueños que laten entre las páginas de un libro.
Carolina y su familia quedaron fascinados con el proyecto literario de Kike.

No obstante, el cansancio le ganó. Decidió cancelar su asistencia al Mirador Artístico. A las 3:00 p.m., despidió a sus visitantes, quienes partieron hacia Bogotá en su camioneta blanca, llevándose consigo el eco de historias aún por escribir.

Esa tarde, Kike se refugió en la música relajante. Entre acordes y pensamientos, recordó que su amigo Víctor, locutor de Radio Sur, le había dedicado una transmisión especial a las 2:00 p.m.
Absorbido por la visita familiar, no escuchó ni atendió la llamada de Víctor. Sin embargo, su amigo, previendo imprevistos, le había dejado la opción de recibir la grabación.

A las 4:00 p.m., compartió un almuerzo casero con su hijo Juanpis: frijoles con auyama, cebolla cabezona, arroz, plátano artón, lomo de cerdo, papa y maíz pira, acompañados de un fresco jugo de tomate de árbol. Un banquete propio de los mágicos campos de su tierra.

Cuando la noche envolvió Villa de las Bendiciones, Kike terminó de escribir su nueva historia: "Un Encuentro con la Magia de las Letras", evocando la mística biblioteca de Fusa y aquellos relatos de infancia donde, más que palabras, se sembraban sueños.

Antes de dormir, mientras el viento acariciaba los techos como si fueran susurros de antiguas leyendas, Kike cerró los ojos recordando a su abuelo Ángel y a su tío Manuel Lucrecio, esos guardianes de la imaginación. y, escuchó al viento narrarle una última historia:

"Cada palabra que siembras hoy, florecerá en los sueños de mañana."


🌟 Cierre poético:

Hay días en que el alma escribe en el viento.
Días donde un relato basta para encender una vida entera.
¿Qué página estás escribiendo tú hoy?
Comparte tu historia, porque alguien la está esperando.


domingo, 6 de abril de 2025

#"El Despertar de Kike y la Profecía del Poeta Josué": Donde los sueños vencen al sueño, y la poesía guía los pasos del alma


 Era un miércoles 2 de abril, en una tibia mañana de invierno en la Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parece estirarse como si jugara a esconderse entre los suspiros del viento. El canto de los pájaros de colores, el eco de unos perros en la distancia, y el anuncio solemne de los gallos componían una sinfonía natural que sólo puede escucharse en Silvania, cuando el alma está atenta.

Kike, tras una noche breve e intensa, abría lentamente los ojos. Juanpis, su pequeño cómplice nocturno, había desbordado energía hasta las 2:45 a.m., y fue tanto el ímpetu del niño que contagió al padre. En un intento por domar el insomnio, Kike comenzó a leerle cuentos de fábula. Pero el destino le jugó una travesura poética: fue Kike quien cayó dormido primero, vencido por el encanto de sus propias palabras.

A las 5:04 a.m., despertó en la mecedora, los sueños aún revoloteando en sus pestañas. Juanpis dormía apenas, como si hubiese ganado la batalla de la vigilia. Kike se arrastró hasta la habitación, maltratado por el desvelo, y se tumbó boca arriba para meditar. Sin querer, Morfeo lo arrulló una vez más.

A las 6:48 a.m., Kike se debatía entre el dulce calor de las cobijas y el llamado del presente. Respiró hondo, como si con cada exhalación pudiera atrapar el instante. Tenía un compromiso literario esa tarde: un encuentro con lectores voraces y un poeta de nombre Josué, en la biblioteca municipal, bajo la sabia dirección de doña Liliana.

Como en un ritual sagrado, Kike inició su rutina diaria: meditación, oración, escritura, lectura. Leyó un fragmento de El olor de la guayaba, de Gabo, y con ello sintió que algo en su interior se activaba. Luego, hizo ejercicio, preparó el desayuno de Juanpis, dejó adelantado el almuerzo, y realizó llamadas para ofrecer su libro. La mayoría aceptó encantada, pidiendo más información y detalles para recibirlo pronto.

Partió a las 2:16 p.m. rumbo a la biblioteca. Llegó puntual, como lo hacen los que tienen un propósito claro.

Doña Liliana abrió la sesión con unas diapositivas llenas de frases luminosas:

  • “La poesía es un arma cargada de futuro” —Gabriel Celaya

  • “La poesía no quiere adeptos, quiere amantes” —Federico García Lorca

  • “La poesía es siempre un acto de paz” —Pablo Neruda

  • “La poesía está más allá de la inteligencia” —Jorge Luis Borges

Fueron diez frases en total, como diez puertas hacia mundos paralelos.

Luego entregó a cada asistente una ficha bibliográfica, con un marco fosforescente, como si brillara con una misión secreta. Debían escribir una frase desde su propia esencia, alusiva a la poesía. Kike recordó que tenía muchas en su diario, pero quiso dejar que la inspiración eligiera por él.

Al notar cierto murmullo incómodo, doña Liliana propuso cambiar de salón. El nuevo espacio era más sereno, lejos del rugido de los carros. Allí, Josué recitó dos poemas que estremecieron las paredes:

“Los Heraldos Negros” de César Vallejo,
y un poema profundo de Porfirio Barba Jacob.

Las palabras golpeaban como presagios. Cada asistente compartió su interpretación, pero fue Kike quien dejó a todos en silencio, cuando habló de los mundos paralelos que había experimentado y cómo había tocado, aunque fuese con los dedos del alma, otros planos de la existencia. Contó tres experiencias personales que generaron tanto admiración como desconcierto.

Al finalizar el encuentro, cuando los participantes se tomaban fotos para el recuerdo, Kike propuso un reto audaz: les pidió a sus compañeros que hicieran un borrador del video respondiendo a una sola pregunta:
¿Por qué es importante leer su libro “Historias que inspiran la imaginación”?


La idea fue acogida con entusiasmo. Esa misma noche, Kike subió el video a su canal de YouTube:
🎥https://www.youtube.com/@jaimelescritor2025


El encuentro cerró con fotos y abrazos. La poesía había sembrado semillas invisibles.

Ya en casa, Juanpis lo esperaba con hambre y ternura. Kike, ya todo un alquimista de la cocina, le sirvió una sopa de pasta con pollo, arroz con verduras, papa salada, carne de cerdo asada, lentejas, maíz pira y un jugo de tomate de árbol, fresco del árbol materno de Silvania.

Esa noche, Kike redactó el libreto para el video de su libro Historias que Inspiran la Imaginación. A las 7:00 p.m., se sentó a meditar. El mantra brotó con fuerza:

“Gracias Dios mío, por darme sabiduría e inteligencia para escribir con acierto historias que inspiran al mundo.”

El sueño lo venció como un regalo divino. A las 11:00 p.m., despertó. Juanpis aún veía videos en YouTube, riendo a carcajadas. Y Kike, entre la vigilia y la inspiración, escribió su blog hasta las 4:32 a.m.

Durmió tres horas más, pues al amanecer tenía una cita con el Alcalde.
Y el sábado lo esperaba una misión aún más grande: grabar el video de su libro en el Mirador Artístico, desde donde —dicen— las ideas pueden volar hasta tocar las estrellas.

¿Qué le dirá el Alcalde a Kike?
¿Qué revelación traerá el Mirador?

Esta historia… apenas comienza.

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