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jueves, 19 de diciembre de 2024

#Finca La Laguna y los Forjadores del Campo

 Érase una hermosa mañana bajo el abrazador calor en la Estación de Gasolina PUMA de San Raimundo, Cundinamarca. El reloj 
 marcaba las 11:16 a.m. cuando Kike, con su mochila cargada de sueños, descendió de un colectivo procedente de Silvania. Allí lo esperaba una pequeña aventura que marcaría su día.

A los pocos minutos, apareció el ingeniero Duban en su moto, con el rugir del motor anunciando la travesía que los llevaría a la finca La Laguna, situada en la vereda Subia Alta. Kike se ajustó el casco, subió a la moto y se preparó para un recorrido de más de 5 kilómetros que lo sumergiría en un paisaje digno de postal.

A medida que avanzaban, los senderos se transformaron en un túnel verde de frondosos árboles, cultivos de UCHUVAS, y exuberantes frutales que parecían contar historias al viento. El aire estaba cargado de aromas frescos de la tierra húmeda, mientras el sonido de las aves se mezclaba con el ronroneo de la moto.

Tras unos 3 kilómetros, atravesaron un pequeño caserío donde los forjadores del campo, con rostros curtidos por el sol y el esfuerzo, se reunían para sus compras. Cada rincón exhalaba la esencia de una comunidad arraigada a la tierra, donde los valores y el trabajo en equipo eran el alma del lugar.

Guiados por la tecnología de Google, llegaron finalmente a la finca La Laguna, donde los anfitriones e integrantes del grupo: "Sinergia Ecológica" Arnulfo Orjuela y Andrea Carolina Orjuela quienes prestaron la finca para la reunión, los recibieron con sonrisas cálidas y una copa de vino de fruta de gulupa marca MISER, producido con amor en Silvania por Don Wilson. El vino, añejado por cinco años, despertaba los sentidos con su toque embriagante y único.

Ya en la finca, el ambiente estaba impregnado de camaradería. Invitados: Jhon Sanchéz y su esposa Sofia Romero, líderes del grupo "Sinergia Ecológica". También se encontraban: Luz Caro, los hermanos Jordan y Ricardo Gutiérrez, Florentino Rodríguez compartían anécdotas de su transformación: historias de vida que pasaron de la urbe al campo, abrazando prácticas sostenibles como la lombricultura, el cultivo de mora y calabaza, o la creación de abono orgánico. Cada relato era un testimonio de resiliencia y esperanza. 

Jhon Pacheco destacó la importancia del abono orgánico, y Carlos Alberto Velásquez compartió su experiencia como productor orgánico y creador de contenido viral en YouTube, inspirando a miles a adoptar prácticas sostenibles. Los anfitriones: Arnulfo Orjuela y Andrea Carolina Orjuela, eran el alma de la reunión. Su visión de un futuro autosuficiente, donde las asociaciones entre forjadores del campo fueran la clave para enfrentar los desafíos globales, resonó profundamente entre los presentes.

A la 1:00 p.m., Don Wilson, figura inspiradora del grupo, dio inicio a la reunión. Sus palabras resonaron como un eco profundo:

  • "Pensar diferente."
  • "El que siembra, recoge."
  • "Mi finca produce todo."

El auditorio, atento, celebró cada frase con aplausos. La ingeniera Martha Poveda felicitó a los asistentes por su constancia, mientras el ingeniero Duban anunció con entusiasmo nuevas iniciativas para eliminar intermediarios en la compra de cosechas, asegurando así una mejor calidad de vida para los agricultores.

Sinergia ecológica #Granjas #integrales: "Mi #finca produce de todo"

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Delicioso sancocho de gallina!!!

El momento culminante fue el lanzamiento del libro de Kike, "Historias que inspiran la imaginación". Cada capítulo prometía reflexiones nacidas del corazón, diseñadas para transformar vidas y sembrar semillas de cambio.





A las 2:34 p.m., el evento concluyó con un festín: un delicioso sancocho de gallina cocinado a leña, acompañado de papa, yuca, espinazo de cerdo, aguacate, y una refrescante cerveza fría. Entre risas, abrazos, y promesas de un futuro mejor, los forjadores del campo se despidieron, llevando consigo una visión clara para el 2025: un mundo donde la tierra y sus frutos sean la respuesta a los desafíos globales.

domingo, 15 de diciembre de 2024

#"Un Viernes 13 Mágico en Subia Oriental: Cuando el Campo Inspira"


Era un viernes 13 luminoso en la vereda oriental de Subia, en Silvania, un paraíso rodeado de verdes colinas y caminos pavimentados que serpenteaban entre la naturaleza exuberante. A las 11:43 a.m., don Miguel Darío Beltrán, coordinador del programa "Manos a la Tierra", se encontraba junto a su familia en plena faena: picando tomates, lavando papas, y adobando carnes con la misma dedicación con la que motivaba a su comunidad a asistir a las capacitaciones mensuales de la UMATA, lideradas por don Wilson.

Ese día, además de la reunión habitual, se preparaban para algo especial. En el salón-tienda de su casa, don Miguel había organizado un evento único, lleno de sabor, aprendizajes, y magia. Junto a su familia, dispuso la tarima y las sillas para recibir a más de 50 asistentes, entre ellos un invitado de honor: el ingeniero agrónomo Dubán Vargas, un hombre que, nacido en Fusagasugá y criado en el Sumapaz, se había convertido en un defensor del comercio justo para los campesinos.

A medida que llegaban los asistentes, las historias de cada uno enriquecían el ambiente:

  • Jacinto Moreno, guardián de fincas, apasionado por el lombricultivo.
  • Jhon Sánchez y Sofía Romero, una pareja que, tras renunciar al mundo empresarial, fundaron EcoAvícola, un proyecto que revolucionó la crianza de gallinas criollas en Subia.
  • Rigoberto Prieto y su hermano Abelardo, dedicados al cultivo de frijol y pimentón, quienes recordaban cómo el campo les devolvió esperanza en tiempos difíciles.

Con cada llegada, los saludos cálidos y las risas tejían una atmósfera de comunidad. A la 1:00 p.m., el evento inició. Don Miguel subió a la tarima y, con un aire de orgullo, agradeció la asistencia de todos. Presentó a don Wilson, cuyo lema, “Pensar diferente crea caminos al éxito”, ya había calado en los corazones de los presentes.

Don Wilson destacó el lanzamiento del libro "Historias que inspiran la imaginación", una obra que, capítulo a capítulo, transformaba sueños en realidades tangibles, conectando a los lectores con enseñanzas profundas. Luego, motivó a los asistentes a rescatar el campo desde sus raíces: el cuidado de los suelos, la preservación de semillas nativas, y la sostenibilidad como bandera.








La tarde avanzó entre testimonios conmovedores. Campesinos como Jacinto y Jhon compartieron cómo las capacitaciones de la UMATA habían transformado sus vidas. Incluso Kike, el escritor local, grabó estos relatos para su blog, dejando un registro eterno de ese día extraordinario.

El ingeniero Dubán Vargas tomó la palabra y cautivó con su historia: desde sus inicios como campesino hasta convertirse en un profesional apasionado por el desarrollo rural. Narró cómo, a través de proyectos agrícolas, ayudaba a campesinos a comercializar sus productos con justicia y dignidad.

Cuando la ingeniera Martha intervino para felicitar a los presentes, una sensación de orgullo y esperanza llenó el salón. Era más que una reunión; era un acto de resistencia y fe en el poder transformador del campo.

Manos a la tierra 1

Manos a la tierra 2

Manos a la tierra 3

Manos a la tierra 4

#Ecoavicola #Colombia Ejemplo de: #Pensar diferente

#EcoAvicola #Colombia Ejemplo de #Pensar #diferente 2

#Pensar #diferente es: "Crear un camino nuevo"

Al final, la familia de don Miguel sirvió un delicioso asado que todos habían contribuido a preparar. Entre risas y abrazos, la reunión culminó, dejando grabado en cada corazón un mensaje imborrable: el futuro del planeta está en el campo, en manos de quienes, con visión y esfuerzo, son capaces de sembrar un mundo mejor.


Reflexión final:
La magia de este viernes 13 no estuvo en la superstición, sino en la fuerza del espíritu colectivo. Inspirados por don Wilson y su lema, cada asistente salió convencido de que pensar diferente es el primer paso para transformar realidades. Las semillas sembradas en este encuentro germinarán, llevando el mensaje de esperanza a futuras generaciones.

sábado, 14 de diciembre de 2024

#El Ajiaco que Inspiró Sueños


 Era un jueves 12 de diciembre, 11:00 a.m., en el sector Pomarroso de Silvania, cuando la magia del sol acariciaba con sus rayos cálidos la finca de don Alfredo y su encantadora esposa. La brisa jugaba entre los árboles, susurrando secretos de antaño mientras los primeros invitados llegaban al encuentro, atraídos por el aroma envolvente de un ajiaco campesino cocido a leña.
Ser visionario


Los anfitriones, con su hospitalidad natural, preparaban el lugar como si supieran que aquel día sería inolvidable. La finca, un rincón de paraíso donde la naturaleza y el trabajo humano se entrelazan, parecía brillar con un resplandor especial. Los ingredientes del ajiaco, provenientes casi todos de la tierra fértil de don Alfredo, estaban listos: yuca, papas, mazorcas y gallina campesina que había crecido en la granja bajo los cuidados de la familia. El técnico agrícola Wilson García y la ingeniera Martha Poveda de la UMATA(Unidad de Asistencia Técnica Agropecuaria) habían traído aguacate en abundancia, completando así el festín.

A medida que los invitados iban llegando, las sonrisas y los saludos cálidos llenaban el aire. Kike Linda, don Tito, doña Teresa, don Mauricio, don José con su esposa, y otros vecinos del sector, entre ellos el siempre carismático Paisa, se unían al bullicio. Cada paso resonaba como un eco de esperanza, mientras el ambiente se llenaba de aromas, risas y el sonido alegre del movimiento de la olla sobre la leña crepitante.

Alrededor de la mesa, el Paisa lideró una oración que parecía elevarse más allá del techo de guadua, como un canto a los cielos agradeciendo por el sustento y la unión. Los platos servidos por don Alfredo y su esposa eran una obra de arte campesino, decorados con cilantro fresco y cebolla finamente picada. Las risas resonaban como un coro de vida mientras los comensales disfrutaban el banquete, acompañados de gaseosas que algunos invitados habían traído.

#Produzco lo que #consumo: "#Cultivo lo que como" La Bienvenida

#Produzco lo que #consumo: "#Autosuficiencia en acción"

#Produzco lo que #consumo: "La autosuficiencia en acción" 2

#Produzco lo que #consumo: " Autosuficiencia en acción" 3

Junta #Defensora de #animales #Silvania

Después del almuerzo, el momento clave llegó. Wilson tomó la palabra para agradecer a los anfitriones, pero fue Kike quien robó el protagonismo al presentar su libro: Historias que Inspiran la Imaginación. Sus páginas, según sus palabras, guardaban enseñanzas y valores que resonaban con la filosofía del grupo. La portada del libro parecía brillar bajo el sol de diciembre, como si los sueños plasmados en sus palabras cobraran vida ante los presentes.

“Pensar diferente es el camino hacia el cambio,” dijo Wilson en su discurso, llamando a todos a rescatar las semillas ancestrales, a cuidar los suelos y a buscar alternativas innovadoras en sus cultivos. Las palabras del técnico parecían enraizarse en los corazones de los oyentes como las plantas que crecen en la tierra fértil.

La tarde continuó con un recorrido por la finca de don Alfredo, que se extendía como un cuadro pintado por la naturaleza. Los cultivos orgánicos vibraban de vitalidad, las gallinas se paseaban felices y, en un rincón especial, las lombrices trabajaban silenciosas en su cajita, multiplicándose gracias al lombricultivo iniciado días atrás con el apoyo de la UMATA. La finca parecía un universo aparte, un lugar donde el esfuerzo humano y la generosidad de la tierra creaban una sinfonía perfecta.

La ingeniera Martha, con su mirada visionaria, recordó la importancia de rescatar los suelos con plantas como el vetiver. “La tierra es nuestra madre, y cuidarla es un acto de amor”, dijo mientras los asistentes asentían, conmovidos. Más tarde, lideró un censo para identificar quiénes necesitaban semillas ancestrales y concentrado para animales, dejando claro que el progreso del sector dependería de la colaboración entre todos.

Cuando la tarde llegaba a su fin, una joven del departamento de protección animal cerró el evento con una emotiva intervención. Habló sobre el respeto por los animales, recordando que la grandeza de una comunidad también se mide por cómo cuida a los más vulnerables.

El sol comenzó a despedirse, pintando el cielo con tonos dorados y rosados, como si el día quisiera sellar el momento en un recuerdo eterno. Los presentes regresaron a sus hogares con el corazón lleno, no solo por el banquete compartido, sino por las ideas sembradas en sus mentes y almas.

Esa jornada dejó una lección invaluable: trabajar juntos, pensar diferente y valorar lo propio son las claves para construir un futuro lleno de esperanza. En aquel jueves mágico, entre el aroma del ajiaco y los discursos inspiradores, nació algo más grande que una simple reunión; nació un sueño colectivo. 

Hoy, como cada día, tienes la oportunidad de sembrar algo nuevo en tu vida y en la de quienes te rodean. Piensa diferente, actúa con propósito y nunca dejes de creer en la magia que habita en los sueños colectivos.

jueves, 3 de octubre de 2024

El Encuentro de 30 Segundos que Cambió una Vida


                                                                                                                                                                                                                                                        El 15 de marzo de 1985, a las 1:15 p.m., Sergio vivió un instante que marcaría el resto de su vida. Caminaba de regreso a su oficina después de un almuerzo placentero en una tarde soleada de Bogotá, cruzando tranquilamente la Calle 85 con la Avenida 15. El semáforo en verde lo animaba a seguir, pero algo en el horizonte captó su atención: un auto elegante, con el volante al lado derecho, algo poco común en la ciudad, que se detuvo justo a su lado.

La curiosidad de Sergio lo llevó a levantar la mirada, y lo que vio lo dejó sin palabras. Allí, tras el volante, estaba nada menos que Gabriel García Márquez, el Premio Nobel de Literatura de 1982. La sorpresa fue tan abrumadora que el tiempo pareció detenerse. Por unos segundos, que para Sergio se sintieron como una eternidad, sus ojos se cruzaron con los del famoso escritor. Gabo lo miró de forma serena, casi adivinando los pensamientos de Sergio. Fue un instante mágico, un encuentro silencioso que le dejó una profunda sensación de paz y bienestar.

El semáforo cambió, y el auto de Gabo arrancó lentamente, perdiéndose entre el tráfico. Sergio, atónito, se quedó inmóvil viendo cómo se alejaba, lamentando no haber tenido el valor de pedirle un autógrafo o siquiera saludarlo. Aún más, ese día había olvidado en casa el libro que estaba leyendo: El coronel no tiene quien le escriba. "¡Hubiera sido perfecto para un autógrafo!", pensó, lleno de una nostalgia que lo acompañaría por muchos años.

Sin embargo, la vida siguió su curso. Sergio, inmerso en sus ocupaciones diarias, dejó la lectura a un lado por un buen tiempo. Pasaron los años, y a los 50 años, una chispa interna lo impulsó a hacer algo diferente. Sentía que era el momento de transformar su vida. Decidió retomar la lectura, esta vez con un propósito firme. Tres meses después, el hábito de leer ya era parte esencial de su día a día. Cada libro que leía lo hacía sentir más conectado consigo mismo.

A los 57 años, la escritura se sumó a su rutina. Comenzó a escribir un diario en hojas en blanco, con el fin de mejorar su caligrafía, pero también para expresar sus pensamientos y vivencias. Esta costumbre lo hizo diferente al resto, en un mundo donde todos parecían estar pegados a sus celulares, mientras Sergio disfrutaba de la tranquilidad de un buen libro en cualquier rincón. Sus hábitos fueron ampliándose, añadiendo disciplinas como el atletismo, yoga, y natación, siempre buscando superarse.

Finalmente, a los 60 años, recordó ese encuentro fugaz con Gabriel García Márquez y lo interpretó como una señal que lo había guiado a lo largo de su vida. Ese instante había plantado una semilla en su corazón, y ahora, Sergio tomó la decisión de convertirse en escritor. Si aquel hombre que admiraba tanto lo había mirado de forma tan significativa, quizás era una señal de que también él tenía algo que contar al mundo.

La historia de Sergio nos enseña que, a veces, un solo momento es suficiente para inspirarnos a cambiar el rumbo de nuestra vida. Con autodisciplina, determinación y el valor de pensar de manera diferente, podemos alcanzar lo que antes parecía imposible. Aquellos 30 segundos con Gabo se convirtieron en el motor que impulsó a Sergio a descubrir su verdadera vocación, recordándonos que cada encuentro, por breve que sea, puede esconder un universo de posibilidades.

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🌙 El Misterio de los Tres Encuentros

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