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domingo, 6 de julio de 2025

#"Los Tres Sueños de Kike: Crónicas de un Alma en Aventura"


 Érase un domingo 6 de julio, en un lugar apartado y paradisíaco donde el tiempo parece detenerse, llamado Villa de las Bendiciones. Allí, en medio de montañas y neblina tibia, Kike despertaba después de un sueño profundo de siete horas. Aquella mañana no sería como cualquier otra: tres sueños poderosos habían tocado su alma.

El primero de ellos lo llevó a un viaje íntimo por su propia vida. En el sueño, Kike se veía a sí mismo respondiendo tres encuestas: una como niño, otra como adolescente y otra como adulto. Con cada respuesta, revivía emociones dormidas, cicatrices invisibles y aprendizajes que lo habían forjado. Al final, comprendió con asombro que era el mismo ser en todas las etapas, con un mismo corazón y una sola esencia.

Despertó de pronto, miró el reloj: 3:33 a. m.. Esa hora mágica lo sorprendió. Se volvió a dormir.

Esta vez, su alma fue transportada a un mundo extraño, donde todo era posible. Se encontró caminando por una ladera empinada, cuando divisó a lo lejos una figura que le apuntaba... ¡con piedras! A medida que se acercaba, Kike reconoció al agresor: era alguien que lo detestaba profundamente. Sin embargo, Kike, sereno y firme, le envió un mensaje mental:
"Dios te bendiga."

El atacante levantó la mano y lanzó una piedra con furia, pero en ese instante, un atajo se abrió mágicamente en el sendero. Kike lo aprovechó y siguió avanzando. Las piedras caían cerca, pero su agilidad, guiada por una fuerza superior, lo protegía. Aquella persecución se convirtió en una epopeya, una escena digna de la mitología. El valle se abría ante él como un escenario místico donde el bien y el mal se enfrentaban, y Kike, como héroe silencioso, salía victorioso.

Despertó nuevamente: 4:41 a. m.. Miró el techo con el corazón palpitante. Era domingo. Volvió a cerrar los ojos, dispuesto a recordar y conectar aún más con su interior.

Entonces, emergió en una metrópoli parecida a Bogotá. Veía una vía extensa, llena de obras, escombros y obstáculos. Kike sentía que sus fuerzas lo abandonaban, pero algo dentro de él —su espíritu indomable— lo impulsaba a seguir. Paso a paso, con dificultad al principio, comenzó a superar cada barrera. Cuanto más avanzaba, más difícil era el trayecto… y sin embargo, más fácil se le hacía cruzar.
Sentía que llevaba una armadura invisible, hecha de fe y gracia divina.

Despertó por tercera vez: 5:40 a. m.. Los tres sueños estaban frescos en su memoria. Se incorporó, oró profundamente y se encomendó a Dios, convencido de que aquel domingo sería un 1% mejor que el anterior. Esta práctica de superación diaria ya era parte de su esencia, su camino hacia la mejor versión de sí mismo.

Esa misma mañana, tras su rutina de ejercicios de fortalecimiento, yoga y activación de los siete chakras, preparó sus tintos y aromáticas con dedicación. Le subió un tinto a Linda, su vecina, y le relató con emoción los tres sueños. Le confesó su deseo de escribir un blog sobre ellos al caer la tarde.

Salió a Silvania con alegría en el corazón, visitando a sus clientes, llevando consigo no solo café, sino palabras, sonrisas, y pedazos de su historia. Regresó a casa pasada la una de la tarde, justo a tiempo para atender la visita de Don David, su vecino, a quien le ayudó con una reparación de plomería. Luego almorzó, descansó media hora y, fiel a su promesa, escribió su blog con el alma encendida.


Ese día recordó con gratitud a personas que habían creído en su proyecto durante el mes de junio. Pensó en Fernanda, gran emprendedora del lavado de autos y motos, y también enfermera, quien adquirió su libro sin dudarlo. En James, el ingeniero agrónomo, conocido como "La Leyenda", que también le apoyó con entusiasmo. A Anderson Chavarro, amigo y destacado emprendedor en el arte de la comercialización de carnes en Silvania y autor de la frase: "Primero se debe de planear el motivo de la acción que se piensa ejecutar y se debe estar consiente de las consecuencias al momento de actuar"
Rememoró también al amigo de Don Wilson, a la señora que esperaba en urgencias del hospital Ismael Silva y a su hijo, quien, en plena exposición, salió del consultorio, escuchó con atención a Kike y, maravillado, le pidió abrir el libro. Al hojearlo, le dijo con firmeza:
Te lo compro ya.
Kike le hizo una dedicatoria especial y se despidieron con una sonrisa compartida.

Kike sabía que no solo vendía libros o aromáticas… sembraba inspiración en cada contacto humano. Aquel domingo, como tantos otros, Kike tuvo mucho que contar, y aún más por vivir.

¿Qué nuevas aventuras le esperaban en aquella nueva semana?

...Esta historia continuará.

lunes, 21 de abril de 2025

#“El Escarabajo Sagrado y las Voces del Amanecer”


 Historia

Érase un viernes santo, 18 de abril, en un sitio paradisiaco, rodeado de exuberante naturaleza, donde los pájaros multicolores y las cigarras tejían un coro armónico en un remoto lugar llamado Villa de las Bendiciones, en Silvania, donde el tiempo parece detenerse. Eran las 6:21 a.m. cuando Kike despertó de una noche tranquila, atrapado aún en la magia de un sueño que lo había cautivado.

Soñó con un hombre avaro que intentaba aprovecharse de una humilde mujer en una extraña apuesta. Sin embargo, ella, a pesar de su cansancio y su sencillez, se sobreponía, y cuanto más perdía aquel hombre, más se enojaba, cegado por su soberbia y orgullo. En el último lance, apostó todo… y fue vencido. La mujer, agotada pero invencible, se alzó como la gran triunfadora. En ese instante, una voz desconocida pronunció:
"Cuando avanza la mañana, es una buena mañana."

Kike despertó, buscó su libreta y su esfero, y anotó aquella frase enigmática. No tenía lógica en ese momento, pero horas después la descifró:
“Persiste y vencerás.”
Y comprendió que él era ese espíritu humilde que lucha contra los obstáculos representados por el hombre avaro.

Mientras seguía acostado, evocó los días anteriores. El martes habían llegado sus visitantes: Karen Tatiana y Omar. El miércoles, entre charlas y recuerdos, Omar se confesó:
—Querido Kike, he sido escritor de cuentos, poesías, crónicas y fanzines. También pintor y músico aficionado. Lo que hago, lo hago con esmero, aunque algunos digan que carece de técnica. Vivo una práctica espiritual no como religión, sino como trascendencia, sin pretensiones de superioridad. Respeto toda vida, hasta la de los insectos diminutos… son pequeñas porciones de Dios.

Kike se sintió identificado. Omar continuó:
—Dicen que el signo que me rige, diciembre, me ha dotado de sensibilidad y dotes artísticas. Por eso, tus historias son un espejo en el que me reflejo. Aquel miércoles salieron a hacer compras. Kike logró reunir a última hora una cuota gracias a la venta de sus libros. Aquella tarde, Omar los invito a disfrutar de una cerveza propia de la región en el Café Zeratema.

A la mañana siguiente, Kike le dedicó su primer libro:

“Para Omar, caminante del espíritu y el arte:
Gracias por abrir tu corazón en este encuentro inesperado, que más que casualidad, siento fue un llamado de almas afines. Eres un tejedor de historias y buscador incansable de sentido.
Que estas Historias que Inspiran sean para ti un espejo de tu viaje interior, y de esos seres diminutos y maestros invisibles que, como tú dices, son pequeñas porciones de Dios.
Gracias por coincidir en el misterio de la vida. Que Deepak, Eckhart y Gabo sigan siendo faros para ambos.”

Omar se propuso terminar de leer Historias que Inspiran la Imaginación antes de volver a Bogotá.

La tarde lluviosa del jueves los llevó a caminar por un sendero que Kike conocía hasta llegar al pueblo. Esta vez convencieron a Juanpis para que los acompañara. Recorrieron tres kilómetros por caminos frondosos, charcos de lluvia, y bordeando el río Subia, hasta Silvania.


Kike les mostró la cancha acústica, la iglesia… y Omar los sorprendió invitándolos a un almuerzo en un sitio exclusivo: cuchuco y una picada deliciosa con longaniza, rellena, papa criolla, carne de cerdo y limonada en un restaurante frente a la alcaldía. De allí partieron, a un tercer piso panorámico de un edificio emblemático, cerca de la alcaldía, se deleitaron con cervezas, aromáticas y brownies. Compraron víveres para el viernes santo, cuando gran parte del comercio cerraba.


De regreso, a solo 150 metros de Choriloco, Omar se topó con un escarabajo verde metalizado, enorme y brillante. Le tomaron fotos y videos; era algo único. Más tarde, Kike investigó y descubrió que estos escarabajos son símbolo de esperanza y renovación. En algunas culturas, su aparición señala que la naturaleza está en plena actividad.

Esa noche, Omar salió a comprar una torta de frutas: era el cumpleaños de Karen. Lo celebraron con vino y aguardiente amarillo Néctar. Conversaron de música, crecimiento personal y encuentros literarios en Bogotá. Omar le compartió a Kike su obra: CHIFLÓN REBELDE 2 DIGITAL FINAL. Fue un jueves santo inolvidable.

Ya el viernes, a las 8:37 a.m., Kike, tras meditar, orar y activar sus chakras, se sumergió en la lectura de Una Historia para Contar de Gabo, donde el Nobel narraba la memoria de su infancia y juventud, el origen de su imaginación.

Luego bajó a conversar con Karen, quien le contó, con cierto misterio, que había escuchado la voz de un hombre hablando en la madrugada. Kike, intrigado, fue a revisar a Juanpis y lo encontró dormido. Omar seguía descansando. El misterio quedó en el aire.


Karen preparó huevos revueltos con cebolla y tomate, embueltos silvanenses y chocolate caliente. Más tarde, Omar y Kike recolectaron leña e improvisaron un fogón, mientras Karen recogía auyamas, papas y verduras de la huerta. Con pollo criollo prepararon un delicioso sancocho, acompañado de limonada de naranjas ácidas de la finca.


La tarde transcurrió entre conversaciones sobre literatura y mentores espirituales. Fue entonces cuando, en la sala, apareció un escarabajo sagrado de color negro, igual al de los jeroglíficos egipcios. Lo recogieron, le tomaron fotos y videos. Kike investigó:
El escarabajo egipcio, símbolo del Sol naciente, de protección contra el mal y de fuerza diaria, era también un emblema de resurrección.

Aquella noche, Kike recibió mensajes de amigos cercanos pidiéndole disculpas por no poder asistir al lanzamiento de su primer libro, pues se hallaban de vacaciones. Kike preparó una y otra vez su libreto para su presentación en el Café Taller Zeratema de Silvania.

Y así, con el misterio del escarabajo, las voces del amanecer y los mensajes ocultos en los sueños, la aventura de Kike, Karen Tatiana, Omar y Juanpis apenas comenzaba.

…Esta historia continuará.

jueves, 3 de abril de 2025

#La carrera de Kike: conquistando Monserrate con el corazón en la mano


Era un sábado 1 de abril de 2017, una mañana gris y húmeda en el barrio Olaya de Bogotá. La ciudad aún dormía bajo una llovizna tenue que susurraba sobre los tejados y humedecía el asfalto. El reloj marcaba las 4:32 a.m. cuando Kike abrió los ojos, sintiendo en el aire la energía de lo inminente. Se encomendó a Dios, meditó en silencio, anotó en su libreta sus objetivos con la precisión de un alquimista y, con cada respiración profunda, llenó sus pulmones de determinación. La montaña lo esperaba, y él no iba a fallarse a sí mismo.

Su uniforme del Club ADES era su armadura. Bebiendo su Biocros y Egolife como si fueran el elixir de los guerreros ancestrales, Kike se preparó para la batalla. A las 5:15 a.m., con la ciudad todavía sumida en sombras, cruzó el umbral de su hogar. No había buses ni autos en su ecuación; solo sus piernas, su corazón y el asfalto mojado. La Caracas se extendía ante él como un río negro y solitario. Con cada zancada, dejaba atrás el eco de su propio aliento. Pasó el Parque Tercer Milenio, se internó en La Candelaria y surgió en la Quinta de Bolívar como un espectro de la madrugada. Cuando llegó a la entrada del cerro a las 5:45 a.m., sus compañeros apenas comenzaban a calentar.


El sendero peatonal de Monserrate se alzaba imponente: 2.350 metros de ascenso, 1.605 escalones que parecían esculpidos por los dioses para probar la voluntad de los hombres. Sus compañeros partieron cinco minutos antes, convencidos de que su ventaja les garantizaría la supremacía. Pero ellos no conocían el fuego que ardía en el alma de Kike.

Con el primer paso, sintió el llamado de la montaña. La adrenalina rugió en sus venas, cada escalón se convirtió en un latido, cada inhalación en un mantra de guerra. La llovizna y el sudor se entremezclaban en su piel mientras sus piernas devoraban la piedra antigua del camino. Sus compañeros emergieron en su visión como sombras jadeantes, guerreros cansados que aún peleaban su propia batalla. Kike los alcanzó, los dejó atrás uno a uno, su determinación transformada en viento.


Los últimos 500 metros fueron una revelación. El dolor ardía en sus músculos, su corazón tamborileaba con fuerza brutal, pero su mente estaba clara como el alba. La cima lo llamaba. No había dudas, no había cansancio, solo la inexorable certeza de su victoria. Y entonces, tras 25 minutos y 20 segundos de pura entrega, Kike cruzó la meta.

Solo.

Primero.

Victorioso.

Bogotá, envuelta en la niebla matinal, se extendía ante él como un reino conquistado. Sus compañeros, aún escalando, lo miraban con una mezcla de asombro y respeto. Había borrado los cinco minutos de ventaja, desafiado el tiempo y se había encontrado a sí mismo en cada paso.

Correr Monserrate no es solo un reto físico; es un pacto con la montaña, una danza entre el cuerpo y el espíritu. Y ese día, Kike no solo conquistó la cumbre. Se conquistó a sí mismo.

 

domingo, 30 de marzo de 2025

#Villa de las Bendiciones: Donde la Fantasía y la Realidad Se Entrecruzan

 





El amanecer en Villa de las Bendiciones era un espectáculo celestial. La brisa fresca danzaba entre los árboles, llevando consigo el canto armonioso de los pájaros de mil colores. Era un rincón donde el tiempo parecía suspenderse y la realidad se entrelazaba con la fantasía.

A las 5:13 a.m., Kike despertó de un profundo sueño, aún sintiendo el eco de las palabras que había plasmado la noche anterior en su blog número 172: "El Ritmo del Límite". Aquel escrito lo transportaba a un tiempo de resistencia y pasión, cuando adquirió una trotadora en plena pandemia para calmar la necesidad incesante de movimiento de su cuerpo.

Pero ese día, su llamado era otro. Su piel hormigueaba con la urgencia de sentir la carretera bajo sus pies, de desafiar el alba con cada zancada. Se sentó en la orilla de su cama, respiró hondo y trató de despejar su mente con la meditación. Sin embargo, los pensamientos insistentes se enredaban en su mente como maleza indomable.

Recordó su cita en el Mirador Artístico con don Germán y doña Ligia para grabar el video en el que hablaría de su libro "Historias que Inspiran la Imaginación", pero algo en su interior le decía que no era el momento. La intuición, ese susurro misterioso del alma, le advertía que no debía forzar la jornada. Con respeto y gratitud, escribió un mensaje a doña Ligia:

"Lamento no poder asistir hoy, pero estaré disponible mañana. ¿Podría indicarme a qué hora les conviene? Si no es posible, podemos posponerlo para el próximo fin de semana."

La respuesta llegó con la calidez de una persona que entiende el ritmo del destino:

"Entonces dejémoslo para el sábado a las 4:00 p.m."

Kike sintió alivio. Ese margen de tiempo le permitiría pulir aún más su discurso.

El llamado del camino

Con la mente despejada, inició su rutina: meditación, oración, ejercicios de fortalecimiento y flexibilidad. A las 9:27 a.m., se colocó su camiseta azul, aquella que evocaba una carrera en Bogotá, su pantaloneta cómoda y sus zapatillas minimalistas, ya desgastadas por tantas batallas en el asfalto. Tomó su morral con un libro dentro—por si alguien en el camino lo compraba—y salió con determinación.

Marcó su reloj en cero y emprendió la marcha. El aire matutino llevaba consigo promesas de aventura. A 180 metros de su hogar, giró a la izquierda y se enfrentó a la empinada cuesta de 1.200 metros, un ascenso desafiante que ponía a prueba su resistencia. Con cada paso, sus músculos respondían con fuerza renovada, evocando sus entrenamientos en la legendaria Pared de Bogotá.


El sendero, con su terreno agreste de placas de concreto, zonas verdes y piedras dispersas, le recordaba lo viva que estaba la tierra bajo sus pies. A los 13 minutos, llegó a la cumbre. Desde allí, observó la carretera que ahora se extendía con una amplitud majestuosa, tres carriles por sentido, abrazados por la vegetación exuberante que parecía salida de un cuento de hadas.




Descendió a un ritmo frenético, dejándose llevar por la adrenalina y el bullicio de los vehículos. Un trabajador de ANI captó en video su carrera, inmortalizando la determinación en cada una de sus zancadas.

Entonces, como un susurro venido del viento, surgió en su mente una frase:

"La Abundancia y la Prosperidad me acompañan donde quiera que vaya."

Se la repitió como un mantra, con la certeza de que, a pesar de los desafíos económicos, la vida siempre encontraba maneras de sorprender.

Al llegar a Silvania, compró algunos víveres para el desayuno y el almuerzo. Regresó a casa con una sonrisa, preparado para el siguiente ritual: un delicioso jugo de naranja fresco de su huerto, un desayuno de huevo cocido, chocolate espumoso con leche, pan con mermelada de guayaba—hecha por sus propias manos—y arepa asada.

Aún con el aroma del chocolate en el aire, se sentó frente a la pantalla para ver la misa virtual del Santuario del Divino Niño Jesús de Bogotá. Entre oraciones, pidió a Dios que le otorgara la sabiduría para seguir escribiendo historias que tocaran almas, que transformaran vidas.

El hogar, un templo sagrado

Por la tarde, con el sol bañando de oro las montañas, Kike tomó la escoba y la fregona con la misma pasión con la que empuñaba la pluma. Su hogar, Villa de las Bendiciones, debía estar impecable, pues era más que un refugio: era un templo donde la fantasía y la realidad se abrazaban en un mismo soplo de vida.

¿Y qué le deparaba la próxima semana? Marzo agonizaba, dando paso a un incierto y maravilloso abril. La historia de Kike aún tenía muchos capítulos por escribirse…

Querido lector, sé parte de esta historia

Si alguna vez has sentido que necesitas un impulso para seguir adelante, este libro es para ti. A través de relatos llenos de aventura, magia y reflexión, te recordaré que cada día es una oportunidad para crecer y evolucionar.

📖 "Historias que Inspiran la Imaginación" está disponible en ebook, físico, bajo demanda y audiolibro, en todos los idiomas y a nivel mundial.


Aquí te comparto la carátula y el enlace donde puedes elegir la plataforma que prefieras: https://www.google.com/search?q=Historias+que+inspiran+la+imaginación+Jaime+Humberto+Sanabria

Gracias, gracias, gracias. 🙏✨📚


martes, 7 de enero de 2025

#El Oasis de los Caminos


Era aún de madrugada cuando Jonny se preparaba para afrontar la cuarta etapa de la travesía Cunditolimense. Las manecillas del reloj marcaban las 5:15 a.m., y el calor inclemente de Tocaima, un municipio a 400 metros sobre el nivel del mar, ya anunciaba el desafío de un día que no sería fácil. La temperatura rozaba los 32 grados, y el itinerario había sufrido un giro inesperado por problemas de alojamiento. Pero Jonny sabía que las sorpresas, buenas o malas, eran parte del viaje.

Con su bicicleta cargada y un destino claro, emprendió el camino ondulante que lo llevaría de Tocaima, pasando por Apulo, hasta Anapoima. El amanecer era su aliado, un escudo momentáneo contra el sol despiadado. Mientras dejaba atrás las calles silenciosas de Tocaima, el recuerdo de la amabilidad de su gente contrastaba con el pequeño contratiempo que lo obligó a cambiar sus planes.

El trayecto inicial fue una danza de repechos y descensos, un calentamiento para las piernas que pronto enfrentarían desafíos mayores. Al llegar a Apulo, Jonny notó que el pueblo aún despertaba. Personas de rostros cansados vagaban por las calles, y la policía, amable pero alerta, le indicó cómo retomar la ruta principal. Una taza de café negro lo llenó de energía, y antes de continuar, tomó fotografías que inmortalizarían aquel rincón del camino.

Y entonces, comenzó la verdadera prueba. El ascenso entre Apulo y Anapoima era un coloso de 14 kilómetros, una cuesta empinada que retaba tanto al cuerpo como a la mente. Jonny, con la determinación de un guerrero, pedaleó sin tregua, sorteando el calor y el cansancio, hasta llegar a su destino.



En Anapoima lo esperaba un alivio momentáneo, aunque no exento de inconvenientes. Había asegurado la última habitación disponible en el hotel, pero tendría que esperar dos horas y media para ocuparla. Dejó su bicicleta y equipaje en custodia y decidió explorar el pueblo.

Fue entonces cuando ocurrió algo mágico. En medio de las calles urbanas, encontró un callejón que lo transportó a otra dimensión. Apenas unos pasos bastaron para abandonar lo mundano y adentrarse en un sendero encantado: un camino real escondido entre la vegetación. Jonny avanzó con cautela, sus sentidos alerta. El murmullo de las hojas y el aroma de la tierra húmeda lo envolvieron.

Descendió 500 metros, y ahí, oculto en el bosque, descubrió un tesoro: un centro de baños termales y aguas medicinales. Era un oasis en el desierto. Un anciano bonachón le explicó que por solo 5,000 pesos podría disfrutar de piscinas, un jacuzzi, y chorros de hidroterapia. Jonny no lo dudó. Sus músculos agotados agradecieron el descanso en aquellas aguas mágicas, y al salir, sintió como si una nueva energía fluyera por su cuerpo.

Revitalizado, ascendió el camino real de regreso al pueblo, donde un desayuno de tamales tolimenses, chocolate caliente y pan fresco le devolvió la fuerza. Consciente de la importancia de la hidratación, se abasteció de agua y suero antes de regresar al hotel.

En Villa de las Bendiciones, en Silvania, su madre Carmencita también se preparaba para partir hacia Bogotá. Mientras tanto, Jonny disfrutaba de la noche en Anapoima. El alumbrado navideño iluminaba las calles, y la calidez de su gente se sentía en cada rincón. Saboreó una deliciosa lasagna y un postre típico antes de retirarse a descansar.

Pero la intranquilidad lo acompañaba. Las lluvias, los derrumbes y la amenaza de un paro camionero eran fantasmas que rondaban sus pensamientos. El día siguiente prometía ser el más difícil de todos: la etapa reina. Enfrentaría a Mondoñedo desde Anapoima, un puerto de montaña de 50 kilómetros cargado de desafíos y misterios.

Jonny sabía que el camino lo pondría a prueba una vez más. Con el corazón lleno de coraje y los ojos puestos en su hogar en Bogotá, se dispuso a descansar, soñando con lo que el día siguiente podría depararle. 

....Esta historia, continuará.

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