Mostrando las entradas con la etiqueta aquí y ahora. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta aquí y ahora. Mostrar todas las entradas

jueves, 20 de febrero de 2025

#El Misterio de los Diez Minutos Perdidos


 Era una mañana cálida en Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parecía detenerse. Marcaban las 5:58 a.m. y el sonido celestial de la naturaleza despertaba a Kike. Los pájaros de colores revoloteaban y picoteaban su ventana mientras los primeros rayos del sol se filtraban por las cortinas. Había dormido poco, apenas cuatro horas, pero sentía una energía especial. Hoy era un día importante: tenía una cita con el alcalde Ricardo Pulido para discutir unos cursos del SENA y algunos asuntos personales.


A las 7:32 a.m., bien presentado con pantalón café y camisa de rayas, Kike salió rumbo a la alcaldía. Caminó despacio, absorbiendo cada instante del paisaje matutino. Al llegar a las 7:40 a.m., se encontró con su amigo Wilson, quien lo recibió con alegría. Se dirigieron a la oficina de Wilson, donde compartieron un tinto bien cargado, propio de la región. Entre sorbos y risas, hablaron sobre las entregas de insumos, semillas y plantas que se realizarían a las familias capacitadas a final de año.

Mientras esperaba a la Dra. Olga Romero, Kike intentó agendar su cita con el alcalde, pero la secretaria le informó que no estaría en la oficina hoy. Estaba organizando la celebración de los 90 años de Silvania. Kike lo comprendió de inmediato; habría que esperar unos días más.

Cuando finalmente llegó la Dra. Olga, junto con "el Paisita", discutieron el itinerario de la celebración y el reinado. Kike, sin embargo, no podría asistir; sus compromisos en Villa de las Bendiciones lo reclamaban. Al salir de la alcaldía, Wilson lo presentó con entusiasmo: "Paisa, este es Kike, el escritor y poeta de Silvania". Compartieron otro tinto en un puesto de jugos, riendo y conversando sobre la entrega de insumos el lunes, cuando Kike escribiría un blog sobre el evento.

Terminada la charla, Kike se dirigió a hacer unas compras para su almuerzo. En su recorrido, observaba todo a su alrededor, concentrado en el presente, hasta que se topó con la iglesia. Sintiendo un llamado interno, entró. En el silencio del templo, una única persona oraba en un rincón. Se arrodilló frente a la imagen de María Auxiliadora y cerró los ojos. Con toda su alma, le pidió a Dios que pusiera el momento adecuado para su entrevista con el alcalde y le agradeció por la sabiduría e inspiración para escribir historias que transformaban vidas.


Unos minutos después, el hombre que estaba orando se acercó y Kike le pidió que le tomara una foto junto a la imagen de la Virgen. Se la tomó, se despidieron y Kike quedó solo en la iglesia. Miró su reloj: 10:32 a.m. Cerró los ojos y, de repente, una luz lo envolvió. No pensaba en nada, solo sentía una paz indescriptible. Cuando abrió los ojos, miró nuevamente su reloj: 10:42 a.m. ¡Habían pasado diez minutos que parecieron apenas unos segundos! Durante ese tiempo, nadie había entrado ni salido. Se encomendó una vez más y salió del templo con el corazón acelerado.

Recordó entonces la historia de un famoso actor norteamericano que tuvo una experiencia similar en una iglesia y que, a partir de ese momento, su vida cambió para siempre. Kike sintió que algo grande estaba por sucederle.

Al regresar a Villa de las Bendiciones, revisó su celular. Un mensaje de su amiga Luz Dary lo esperaba:

"Hola, don Jaime. Escribo para felicitarlo por descubrir ese don de la escritura y para agradecerle por permitirnos disfrutar de una buena lectura. En la sencillez está la elegancia de la vida. Historias sencillas, pero transformadoras. Solo me resta agradecer por tan hermoso libro".

Kike sintió un nudo en la garganta. No podía creer el impacto que su libro estaba teniendo en los demás. Sentía que su sueño de inspirar y transformar corazones en el mundo estaba tomando forma. Su libro sería pronto un best seller, lo presentía en cada mensaje de gratitud que recibía.

Con el alma llena de gratitud, preparó su almuerzo: arroz con verduras, alverja sudada con pollo y jugo de guatila cruda con cáscara, hielo, azúcar y medio limón. Le sorprendió que el sabor se asemejara al kiwi. Y, como si fuera poco, logró hacer una mermelada de guayaba natural con frutas casi maduras que tenía en la nevera.

Después, investigó sobre el silencio en las iglesias y encontró algo revelador:

"Experimentar el silencio en una iglesia católica puede ser una forma de acercarse a Dios y encontrar una unión con Él. El silencio ayuda a concentrar la mente y a orar. Es una condición necesaria para escuchar la voz de Dios y encontrar una nueva energía".

Kike comprendió que esos diez minutos en la iglesia no fueron casualidad. Había vivido un instante sagrado, un mensaje divino que aún no terminaba de descifrar. Su historia, apenas comenzaba...

Esta historia continuará...

miércoles, 19 de febrero de 2025

#La Madrugada de los Milagros


 Era una madrugada misteriosa del 19 de febrero. El reloj marcaba exactamente las 3:33 a.m. cuando Kike despertó, sintiendo una energía distinta, casi sobrenatural. Un silencio infinito envolvía a Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse y la realidad se fundía con el sueño. Se quedó inmóvil en su cama, con la certeza de que esa no era una noche cualquiera. Algo grande estaba por suceder.

Intentó volver a dormir, pero en su mente resonaban las enseñanzas del maestro Deepak Chopra: “Las primeras horas de la madrugada son sagradas. Lo que pienses y declares en esos minutos iniciales moldeará tu día y tu destino”. Sus palabras se materializaban en la penumbra de su habitación como un eco de conocimiento ancestral.

Kike había cambiado recientemente sus horarios de sueño, acostándose a la medianoche y despertando entre las 5 y 6 de la mañana. Sin embargo, esa noche había sido distinto. Había despertado antes, como si una fuerza invisible lo hubiera llamado a ese instante preciso. Sintiendo que era una oportunidad única, comenzó a recitar sus afirmaciones positivas, aquellas que llevaban un mes transformando su vida de maneras inexplicables. Había leído que la ciencia respaldaba estas prácticas: las palabras que decimos al amanecer influyen directamente en nuestra estructura neuronal y hasta en nuestro ADN.

Mientras meditaba y repetía sus decretos, recordó lo sucedido dos días atrás en Fusagasugá, cuando Luis, un antiguo conocido con quien había tenido diferencias, lo abordó inesperadamente. “Kike, quiero pedirte perdón”, le dijo Luis con voz sincera mientras le compraba su libro. Aquel episodio había sido un milagro en sí mismo, una prueba de cómo sus pensamientos positivos estaban manifestando una nueva realidad. Y no solo eso: su salud era inquebrantable, su fortaleza física y mental eran envidiables, y cada día sentía que su creatividad se expandía como nunca antes.

Recordó a su amiga Hilba Prada, quien trabajaba en una EPS en Bogotá y le había contado cómo llegaban pacientes con fortunas inmensas, dispuestos a darlo todo por un poco de salud. “Tienes un tesoro, Kike. Lo que tú tienes no se compra con dinero”, le había dicho con admiración.

Inspirado, se levantó y comenzó su rutina. Realizó ejercicios de yoga, se hidrató, y cuando menos lo pensó, algo asombroso ocurrió: mientras escribía sus metas y objetivos, sintió que su mano se movía sola, como guiada por una fuerza misteriosa. Las palabras fluían sin esfuerzo, como si alguien más estuviera dictándolas en el aire. Sentía cada célula de su cuerpo vibrar con una energía indescriptible.

Se sumergió en su escritura hasta las 10:00 a.m., completamente inmerso en el presente. Fue un lapso de horas donde el pasado y el futuro dejaron de existir. Entendió que al abandonar el ahora, se generaba una brecha de confusión, temor y ansiedad. Pero en ese momento, Kike era uno con el instante.

Al final de la mañana, con una sensación de plenitud absoluta, se comunicó con seis amigos en Bogotá: Isabel, don Darío, Marcela, Carlos Mayorga, Mery y don Manuel Ríos. Todos lo felicitaron y confirmaron su apoyo para la compra de su primer libro: Historias que Inspiran la Imaginación.

Esa madrugada había sido una revelación. Había descubierto el poder oculto en las horas mágicas y en las palabras sembradas al amanecer. Su meta para el siguiente día estaba clara: expandir el tiempo de presencia y dejar que la magia siguiera fluyendo. Quizás, sólo quizás, la vida le tenía reservados más milagros por descubrir.

.....Esta historia continuará

viernes, 25 de octubre de 2024

El Poder de la Gratitud y el Aquí y el Ahora


 Era el 24 de octubre, cuando la aurora apenas asomaba en el horizonte, con un tono rosado que teñía el cielo sobre el tranquilo pueblo de Silvania. Kike despertó a las 4:30 a.m., como cada mañana. Al abrir los ojos, sintió la frescura de la madrugada, el suave susurro del viento que parecía traer consigo el aroma del rocío recién caído sobre la hierba. Se levantó en silencio, dejando que el frescor del suelo le recordara que estaba aquí, vivo y listo para un nuevo día.

Su primer impulso fue revisar el celular. Con el corazón palpitante, buscó una respuesta de Letrame, la editorial reconocida que se encargaría de su primer libro. La emoción lo embargaba; el día anterior le habían enviado una selección de imágenes con derechos de autor, y de las tres que había escogido, una sería la portada de su libro. Kike respiró profundamente mientras abría el correo, sintiendo la expectativa vibrar en sus venas, y en la pantalla solo halló un formulario para enviar su dirección de envío. Cerró los ojos por un momento, sintiendo una ligera punzada de desilusión, pero pronto se repitió, casi en un susurro: "Gracias, gracias, gracias".

Aquel ritual de gratitud lo ayudaba a anclar sus emociones y a volver al momento presente. Sentado en su habitación en penumbra, se envolvió en su manta de meditación, sintiendo el suave roce de la tela en su piel. Cerró los ojos y se concentró en su respiración, dejando que su mente se sumergiera en su propio ser, recorriendo mentalmente los siete chakras. Cada inhalación parecía llenar de luz cada rincón de su cuerpo; cada exhalación, una suave liberación de sus pensamientos, disolviéndose en la calma.

El reloj marcaba las 6:00 a.m. cuando Kike bajó con una sonrisa, una paz profunda iluminando su rostro. La energía matutina lo envolvía, como si el propio universo susurrara al viento: “Todo está bien”. Con una calma indescriptible, prendió su computador, abrió el correo y, sin prisas, llenó el formulario para la dirección en la oficina de correos de Silvania para que le llegarán los libros a esa dirección. En Madrid, España. Eran las 1:00 p.m. allá. Decidió esperar pacientemente, recordando que el director de la editorial, Luis Muñoz, le había advertido que la respuesta podría tardar días o semanas. Aun así, cada pocos minutos volvía a revisar el correo, aunque, finalmente, a las 10:00 a.m., decidió desistir. En España ya era la hora de cierre.

Kike suspiró, recordándose que cada cosa tiene su tiempo. Mientras esperaba una respuesta, tenía una cita importante con el alcalde a las 8:00 a.m. para una oportunidad de trabajo. Buscó su mejor traje, solo para notar que estaba percudido. No se desanimó y, en cambio, eligió un elegante blue jean y una camisa blanca con negro que un amigo de Bogotá le había regalado. Se sentía cómodo y seguro; su atuendo reflejaba su esencia y autenticidad.

Sin embargo, al llegar, la secretaria le informó que el alcalde no estaría disponible hasta la próxima semana. A pesar del pequeño nudo en su pecho, Kike sonrió, repitiéndose internamente: "Gracias, gracias, gracias…". Mientras caminaba de regreso, su corazón se llenó de gratitud, y el peso de la decepción se disolvió en cada paso que daba. "Todo a su tiempo", pensó, sintiendo que aquella jornada aún tenía mucho por ofrecerle.

Ya en casa, recibió una notificación para unirse a una capacitación de Inversión, Ahorro y Financiamiento. Durante la sesión, Kike participó con entusiasmo, presentándose como escritor y compartiendo sus ideas, sus metas y su misión en este mundo. Al terminar, con una sonrisa, se preparó un desayuno sencillo pero reconfortante: huevos cocidos, pan fresco y un chocolate caliente, hecho con leche de una granja cercana. El olor dulce y cálido del chocolate llenó la cocina, recordándole la bondad de las cosas simples y su conexión con la tierra y la vida.

Después del desayuno, se sumergió en la lectura de "El coronel no tiene quien le escriba" de Gabriel García Márquez, deleitándose con cada palabra y enriqueciendo su vocabulario. A las 2:00 p.m., se dirigió puntual a una capacitación en el Punto Digital de su comunidad. El camino de regreso lo recorrió en silencio, dejando que la naturaleza lo envolviera en una melodía de sonidos y colores. A su alrededor, los frondosos árboles se mecían suavemente, y el canto de los pájaros se mezclaba con el delicado aleteo de mariposas que parecían acompañarlo en su trayecto, mientras él repetía en su mente su mantra: “Gracias”.

Al regresar a casa, su refugio sagrado, se sintió en paz, como si aquella soledad que antes le pesaba fuera ahora una amiga que le enseñaba el arte de la paciencia y el autoconocimiento. Luego de ordenar y limpiar, se sentó a escribirle a su confidente y amigo, Manuel. Compartieron detalles sobre el progreso de su libro, intercambiando mensajes llenos de entusiasmo y apoyo. Era un momento de conexión que le recordó el valor de la amistad y el aliento de quienes creen en sus sueños.

Antes de dormir, practicó yoga y, al terminar, se acostó con la confianza de que, al día siguiente, el universo seguiría guiando sus pasos. A las 5:13 a.m. del día siguiente, en lugar de revisar su correo inmediatamente, Kike dedicó su primera hora al silencio, a su meditación y a agradecer cada respiración, cada segundo. No había prisa; sabía que las respuestas llegarían cuando fuera el momento adecuado.

Esta historia de Kike nos recuerda la importancia de vivir plenamente el ahora, de encontrar serenidad en la paciencia y de confiar en el fluir natural de la vida. Nos inspira a observarnos, a manejar nuestras emociones con sabiduría y a entender que, en cada respiración, en cada paso, podemos encontrar un mundo de paz y gratitud.

"Seguidores"

🌙 El Misterio de los Tres Encuentros

  Érase un miércoles 27 de agosto, cuando el alba emergía sobre una tierra humedecida por el rocío. La alameda dorada, hacia la curva de sen...