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sábado, 12 de abril de 2025

#“Villa de las Bendiciones: El Día en que el Tiempo se Detuvo”


 

Una historia de sueños, señales y destinos cruzados en Silvania, tierra de promisión.


Érase un jueves 3 de abril, en una tibia mañana de invierno en Villa de las Bendiciones, ese rincón oculto donde el tiempo parece detenerse y la sinfonía natural compuesta por pájaros de colores, ladridos de perros y cantos de gallos envuelve todo como un canto sagrado. Los árboles parecían susurrar viejos secretos y los rayos del sol atravesaban las nubes como dedos de luz.

En medio de ese cuadro de realismo mágico, Kike despertó con buena energía. Como parte de su ritual, meditó, y en un gesto lleno de simbolismo, continuó su reto de escribir con la mano izquierda oraciones que lo conectaban con su esencia: el Ave María, Ángel de mi Guarda, Gloria al Padre, y desde hace tres meses, el Padre Nuestro. Lo hacía no solo como un ejercicio espiritual sino también como un entrenamiento cerebral. Kike, cuyo audífono derecho había dejado de funcionar, buscaba afinar su capacidad de escuchar, ejercitando su hemisferio izquierdo a través de la escritura.

Aquel día, con la fe clara y el espíritu fuerte, se sumergió en las páginas de El olor de la guayaba, de Gabo, absorbiendo cada palabra como un conjuro. Luego escribió afirmaciones, visualizó su futuro y agradeció por quienes ya habían comprado su libro “Historias que Inspiran la Imaginación”… y por aquellos que lo harían muy pronto.

Cuando el reloj marcó las 10:26 am, una llamada rompió el silencio: Adriana, la secretaria del alcalde, lo citaba a la 1:40 pm. Kike se arregló con esmero, dejó preparado el desayuno para Juanpis, su fiel compañero, y partió a las 12:51 pm rumbo a la Alcaldía.

📜 El encuentro

Kike llegó temprano. Diez minutos después, el alcalde apareció, se saludaron y la orden fue dada: que abrieran las puertas de la Alcaldía. Los minutos avanzaron hasta que, justo a la hora pactada, Kike subió al tercer piso. Lo llamaron a la oficina y entonces… comenzó el momento esperado:

Kike expuso cuatro sueños:

  1. Integrarse al equipo de la Alcaldía como creador de contenido para relatar historias de Silvania junto a don Jorge Melo, director de Turismo y Cultura.

  2. Organizar una carrera atlética que llenara de vida las calles del municipio.

  3. Facilitar cursos del Sena para jóvenes y adultos, a través de su amiga Yaneth Rivera, que solo requería un salón y un computador.

  4. Presentarle y venderle su libro al alcalde, quien con agrado le compró un ejemplar.

Kike, emocionado, escribió una dedicatoria que quedó vibrando como una promesa:

Dr. Ricardo, gracias de corazón por brindarme la oportunidad de ser parte del equipo de la Alcaldía. Que este libro sea una fuente de inspiración para liderar con visión, compromiso y pasión, haciendo de Silvania un lugar aún más próspero y reconocido.

Sin embargo, un misterio quedó flotando en el aire. Por culpa de su audífono dañado, Kike no logró escuchar bien las últimas palabras del alcalde. Salió de la oficina con una mezcla de satisfacción y desconcierto… ¿qué habría dicho el alcalde al final? Solo Adriana le confirmó que la foto oficial se tomaría el jueves 10 de abril


🥘 El regreso a Villa de las Bendiciones

De regreso a su refugio, Juanpis lo esperaba. Kike preparó una sopa de pastas con verduras y pollo, arroz con verduras, plátano maduro, papa frita, pasta y carne asada de cerdo, acompañados de un jugo de tomate de árbol, típico de la región.

Esa noche, mientras planeaba escribir esta misma historia, la promesa de la foto lo obligaba a esperar una semana más. En otra esquina de Silvania, la Dra. Olga Romero, don Wilson y el Paisa brindaban en secreto por Kike, deseando verlo algún día como pieza clave en ese equipo de soñadores que buscan transformar la Villa de las Bendiciones en la tierra que inspire a Cundinamarca, Colombia y al mundo entero.

🌙 Y entonces…

¿Qué sucederá el jueves 10 de abril?
¿Qué palabras fueron aquellas que Kike no alcanzó a escuchar?
¿Será que los sueños se tejen en Villa de las Bendiciones con hilos invisibles de fe, destino y magia?

Esta historia continuará…

sábado, 15 de marzo de 2025

#El Amanecer de un Jueves 13 en Villa de las Bendiciones


 El sol apenas asomaba sus primeros destellos tras un cielo nublado cuando Kike despertó con la sensación de haber viajado a un mundo paralelo. Eran las 6:03 a.m., y la brisa templada de 22 grados abrazaba con suavidad el paisaje de Villa de las Bendiciones. Aún con los vestigios de su sueño flotando en su mente, Kike se incorporó con energía, consciente de que el día le deparaba retos y misterios por descubrir. Realizó, su acostumbrada rutina diaria de meditación, lectura y escritura durante tres horas y media.

Su primera misión del día fue dedicarse a su gran pasión: comercializar sus libros. Dedicó parte de la mañana a preparar un envío especial para su amigo William Lozano, quien le había solicitado un ejemplar para regalárselo a su esposa. Con esmero, Kike escribió una dedicatoria con tinta negra sobre una página de papel de algúdon:

"*Para Sonia Milena, gran lectora,

En nombre de tu esposo William, quien te obsequia este libro con el aprecio y amistad que nos une desde hace años. William me ha expresado con emoción su pasión por la lectura y su deseo de apoyarme en la difusión de esta obra.

A través de estas páginas, te invito a sumergirte en relatos que harán soñar, reflexionar y encontrar la inspiración en lo cotidiano. Que cada historia te acompañe y te motive, así como la lectura ha sido una fuente inagotable de conocimiento y disfrute para ti.*"

Kike cerró el sobre con la satisfacción de quien deposita un tesoro en las manos correctas. Pasado el mediodía, salió a realizar el envío y, en el trayecto, su mente vagó hacia un pensamiento recurrente: hace un mes había sido bendecido con la llegada de sus nietos mellizos. Pronto, los visitaría.

Pero el día aún guardaba una prueba para él. A las 3:00 p.m., Kike se propuso encontrar la fundación LEVI, un lugar dedicado al cuidado de ancianos. En un intento previo, la dirección se había convertido en un acertijo sin respuesta. Sin embargo, esta vez, trotó con determinación hasta dar con una vieja casona de muros desgastados y un jardín de girasoles mustios. Golpeó la puerta, y fue recibido por una mirada anciana y profunda. Segundos después, aparecieron don Marcos y el pastor Jorge Mancipe, quienes le abrieron el paso al recinto.

Allí, el aire pesaba con los suspiros de las almas que aguardaban recuerdos. Los ancianos, con miradas extraviadas en el tiempo, se aferraban a la presencia de Kike, como si con ello pudieran evitar desvanecerse en el olvido. Mientras la directora, doña Consuelo, atendía a un representante de la alcaldía para gestionar más alimentos, Kike observaba con el corazón encogido aquella comunidad de soledades compartidas. Al poco tiempo, fue invitado a una merienda de tinto y arroz de leche, mientras exponía su propuesta: organizar un "Banquete del Millón" para recaudar fondos, prometiendo donar el 10% de las ventas de su libro a la fundación.

El entusiasmo encendió las pupilas de doña Consuelo y don Marcos. Al despedirse, Kike sintió que cada apretón de manos era un ruego silencioso por no ser olvidado.

De vuelta en casa, la luna ya se alzaba sobre Villa de las Bendiciones. Preparó su cena: lentejas con arroz, papa salada, carne de cerdo asada y jugo de guatila con azúcar y gotas de limón, un sabor cercano al kiwi. A las 7:30 p.m., con energía renovada, comenzó a escribir en su blog: "Salomé y el Secreto de la Tierra Viva", la historia de una niña prodigio que amaba la naturaleza y cuyo padre defendía el uso de abonos orgánicos para proteger el suelo.

Cuando la 1:00 a.m. marcó el final de su jornada, Kike cerró los ojos con una satisfacción inexplicable. En su mente aún danzaban las miradas de los abuelos de la fundación, acompañadas por un pensamiento: mañana seré un 1% mejor.

domingo, 16 de febrero de 2025

#"El Desafío de Kike y los Ecos del Tiempo"


 Era un amanecer de 16 de febrero en Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse. La oscuridad aún cubría el cielo cuando los gallos entonaban su canto y el ladrido insistente de una perrita cercana rompía el silencio de la madrugada, como si estuviera anunciando el inicio de una nueva aventura.

Kike despertó con una energía inusual, como si una fuerza invisible lo impulsara a transformar lo vivido el día anterior. La jornada del 15 de febrero había sido intensa: había trotado 13 kilómetros hasta Fusa con determinación, pero también con inquietudes en su mente. La noche anterior estuvo llena de pensamientos, y ahora, con un nuevo amanecer, decidió enfocarse en el presente y darle un giro positivo a todo.

El 15 de febrero, apenas había avanzado 200 metros en su recorrido cuando su celular vibró. Era un mensajero desde Bogotá con un encargo inesperado: la entrega de su tarjeta débito actualizada. Kike explicó que ya no vivía en la dirección indicada, y el mensajero le sugirió dejarla con un vecino. Sin embargo, al no hallar a nadie disponible, el mensajero tomó una decisión propia y dejó la tarjeta en una óptica con una persona desconocida para Kike.

El resto del recorrido hasta Fusa estuvo marcado por la inquietud. Aquel detalle insignificante de la tarjeta, que en otro momento hubiera pasado desapercibido, ahora pesaba en su mente como un presagio de algo más grande. En su plan del día, tenía previsto aprenderse un libreto para un video, pero la concentración le eludía. Al llegar a Fusa, hizo algunos pagos, pero uno de ellos no pudo completarlo: el lugar cerraba a las 12 y él llegó siete minutos tarde. Con una mezcla de frustración y resignación, compró algunos víveres y los cargó en su mochila para el regreso.

Durante el trayecto de vuelta, un pensamiento cruzó su mente: todo en la vida sucede por algo. Aprovechó el viaje para enviar un libro a su amiga maratonista Adriana Mora y, al llegar nuevamente a Villa de las Bendiciones, la preocupación por su tarjeta lo asaltó de nuevo. Buscó respuestas llamando a sus amigos del barrio Olaya, pero ninguno contestó. Finalmente, con ayuda de Google Maps, encontró el número de una óptica donde su amigo Nelson le confirmó que la tarjeta estaba segura. Solo entonces pudo respirar aliviado.

Esa noche, el cansancio lo venció. Se dio un baño de agua fría y se sumergió en la lectura de Tónico para el alma de Osho. Antes de dormir, recordó una frase que había leído en la Biblia, en el libro de Oseas:

"Solo el enamorado comprende el desamor y solo el que ama entiende los caminos incomprensibles del amor. Nada tienen los hombres tan poderoso como este don, que lleva en sí la semilla de la inmortalidad y la capacidad de destruir la amargura y la soledad. A pesar de las traiciones, solo el amor basta."

Esas palabras resonaron en su interior con la fuerza de una revelación. No podía seguir atrapado en la incertidumbre del ayer; debía vivir el presente con plenitud. Se durmió con esa convicción.

Al día siguiente, 16 de febrero, el sol iluminó su ventana con una calidez especial. Despertó con una nueva actitud y decidió enfocarse en el aquí y el ahora. Recordó con nostalgia aquel sábado 15 de febrero de 2020, cuando entrenaba con su Club Atlético Máster ADES. Se vio a sí mismo junto a sus amigos Wilson Bermúdez y Yaneth Rivera, una pareja de atletas que representaban el verdadero espíritu de la disciplina. Lo que más lo impresionaba de ellos era su travesía por Colombia en una bicicleta tándem, una proeza única en el mundo. Esperaba con ansias que Yaneth le enviara su versión de la historia para compartirla e inspirar a otros.

Ese día, su entrenadora Diana los guió en una sesión intensa. Calentamiento con trote suave, ejercicios clave de técnica de carrera y, finalmente, el plato fuerte: tres vueltas a la pista del Parque Simón Bolívar, intercalando piques de 100 metros con trotes suaves. Durante el entrenamiento, Kike y Wilson fueron adelantándose del grupo, desafiándose mutuamente con miradas felinas, midiendo quién resistía más en cada pique. Fue un duelo entre hermanos, una batalla sin palabras donde la pasión por correr era el verdadero lenguaje. Al final, llegaron casi al mismo tiempo, agotados pero felices, y se abrazaron con la satisfacción de haber dado lo mejor de sí.

En ese instante, Kike entendió algo profundo: el pasado no es solo un baúl de recuerdos, sino un refugio al que recurrimos para encontrar fuerza en los momentos difíciles. Los recuerdos felices, como los de aquel entrenamiento, tienen el poder de revitalizar el alma y retardar el envejecimiento prematuro. Son anclas que nos sostienen cuando la mente se tambalea en la incertidumbre. Así, Kike reafirmó su decisión: la vida debe vivirse con intensidad, sin permitir que los pensamientos negativos lo arrastren. Porque, al final del día, cada experiencia es una historia, y cada historia es un paso más en la senda de la vida.

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