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lunes, 17 de febrero de 2025

#El Sendero de la Riqueza Interior


 Era un domingo 16 de febrero, 5:40 a.m., en Villa de las Bendiciones, "donde el tiempo parece no detenerse". El alba se anunciaba con la danza de los pajaritos de colores, su canto armonioso y el leve picoteo en las ventanas, como un himno celestial.

Kike despertó con una energía inusual, como si una fuerza invisible lo impulsara a transformar lo vivido el día anterior. Se sumergió en su rutina de tres horas de meditación, oración, yoga y escritura, reflexionando sobre un pensamiento que lo intrigaba. Al abrir nuevamente "Tónico para el alma" de Osho, encontró un pasaje revelador:

"Nos da ambos mundos. Nos da el otro mundo (el de la divinidad) y nos da este mundo también. Entonces, uno es pobre. Uno también tiene riqueza, pero no material. Hay muchas formas de riqueza, y el hombre que es rico porque tiene dinero es el más bajo en cuanto a categoría de riqueza."

Inspirado, Kike anotó en su diario:

La riqueza no se limita solo al dinero. Hay muchas formas de ser rico, y la riqueza material es solo una de ellas. El hombre que solo posee dinero es el más pobre de los ricos. La verdadera riqueza radica en la creatividad, la pasión y la conexión con nuestro ser interior. La meditación nos enriquece al revelarnos nuestro yo más profundo y libera nuestros talentos. Cada persona nace con un don único, y si no lo desarrolla, siempre sentirá que algo falta en su vida.

Con esa reflexión, se sintió el hombre más rico del mundo. Sus pensamientos coincidían con las enseñanzas de Jesús: "Todo lo que pidan en oración les será concedido". Y entendía que la verdadera oración es el silencio de la meditación.

Después, dedicó dos horas a la lectura de Gabo y tomó notas de una crónica sobre la Convención de Ginebra en julio de 1955. Mientras tanto, el día transcurría. Realizó sus ejercicios de fortalecimiento y estiramiento, sintiéndose un poco adolorido por el trote de 26 km del día anterior en la vía del Sumapaz. Estaba terminando de escribir su blog cuando su teléfono sonó. Era la Dra. Olga, una fiel admiradora de sus escritos, quien lo invitó a un asado en su finca para celebrar el cumpleaños de su hija, Paula Daniela Salamanca Romero, una joven ejemplar y apasionada por el marketing.


Linda no estaba en Silvania, así que Kike fue solo. A las 4:00 p.m., llegó a la finca y quedó admirado por la energía emprendedora de la Dra. Olga. Mientras esperaban a los invitados, ella lo llevó a la cocina y conversaron. Sin batería en sus audífonos, Kike tuvo que acercarse para entenderla mejor. Luego, la Dra. Olga le mostró su caballo de paso, que bañaron con esmero junto a su empleado.


Poco después, llegó "El Paisita", un personaje con una historia fascinante que Kike no pudo evitar querer plasmar en un blog. Tras la entrevista improvisada, disfrutaron del asado en un ambiente de risas y camaradería. A las 7:00 p.m., Kike se despidió y tomó el sendero oscuro de regreso. Mientras caminaba los 2 km que lo separaban de Villa de las Bendiciones, se detuvo a ratos para dejar pasar los carros y motos, iluminando su camino con la luz intermitente de su celular.

Al llegar a casa, se dedicó a ampliar un guion que quería memorizar para el día siguiente. Duraba un minuto y treinta segundos, y se propuso un desafío doble: repetir la hazaña del sábado, recorriendo los 26 km hasta Fusa, pero esta vez memorizando su guion mientras corría.

¿Lo lograría?

Esta historia continuará...

viernes, 14 de febrero de 2025

#✨ "El Libro que Susurró al Alma: El Mensaje de un Nuevo Amanecer" ✨


 La mañana del 13 de febrero amaneció nublada, envuelta en un aire de misterio y expectativa. Kike despertó después de un sueño profundo y apacible, con la sensación de haber viajado a un mundo desconocido mientras dormía. Miró la hora: 5:40 a.m. Aún con los ojos entrecerrados, recordó que a las 2:58 a.m. había despertado brevemente, sintiendo una energía envolvente, casi mística, que lo acompañaba en la quietud de la noche. En lugar de luchar contra el insomnio, cerró los ojos y dejó que la meditación lo guiara de vuelta al sueño.

Tenía muchas cosas en mente, pero una de ellas le preocupaba en especial: el arreglo de la luz. Para su fortuna, don José, un buen vecino, le había conseguido un electricista que solucionó el problema en menos de cinco minutos. Con esa tarea resuelta, Kike se sumergió en su rutina diaria de entrenamiento y disciplina. Dos horas de ejercicio, mente enfocada y un objetivo claro: escribir.

Desde el día anterior tenía dos blogs en mente y sabía que debía plasmarlos con la misma pasión con la que vivía cada instante. A las 11:00 a.m., tras cumplir con los quehaceres del hogar, se sentó a escribir el primero: "El Salto de Fe de Kike". A las 2:00 p.m. ya lo tenía listo y sintió una satisfacción serena al ver su historia cobrar vida.

Fue entonces cuando el destino comenzó a susurrarle al oído. Su teléfono sonó, y al contestar, escuchó la voz entusiasta de su tocayo Jaime Triana:

—Tocayito, quiero comprarte el libro. ¡Resérvame un ejemplar!

Kike sonrió.

—Tocayito, con gusto te lo separo. Si quieres, te hago la dedicatoria a ti y a tu compañera. Ni más faltaba, hermano. ¡Un abrazo y bendiciones!

Minutos después, otro mensaje llegó. Era de su amiga Mireya, atleta del Olaya en Bogotá, pasándole la dirección para que le enviara su ejemplar.

—Con gusto, mi campeona, mañana mismo te lo envío —respondió Kike, sintiendo que cada venta no era solo un libro más entregado, sino una semilla sembrada en el corazón de alguien que apreciaba su esencia.

La tarde avanzó, y Kike se dedicó a escribir su segundo blog: "El Susurro del Destino: Kike y la Promesa del Nuevo Amanecer". Mientras las palabras fluían, se tomó un descanso para preparar su almuerzo. Arroz con verduras, ensalada de remolacha y zanahoria, papas y una sardina bañada en salsa de tomate. Para acompañarlo, un jugo fresco de zanahoria recién sacada de su huerta. Todo tenía un sentido, todo se alineaba con su propósito de vida.

Cuando cayó la noche y estaba a punto de publicar su blog, un mensaje inesperado iluminó su pantalla. Era su gran amigo y cómplice literario, Óscar. Juntos habían compartido incontables tertulias en Bogotá, intercambiando libros de crecimiento personal y literatura clásica. Recordaba aquellas tardes en su negocio, donde conversaban sobre intelecto, sueños y los misterios del universo.

Pero esta vez, Óscar no solo escribía: también enviaba una foto. En ella, junto a su esposa e hijos, sostenía con orgullo el libro "Historias que Inspiran la Imaginación". La imagen transmitía una magia especial. Kike pudo ver el brillo en los ojos de la familia de Óscar, como si el libro les estuviera susurrando secretos, como si en sus páginas guardara un mensaje que solo ellos podían descifrar.

Junto a la foto, Óscar escribió:

"Mi maestro escritor, un cordial saludo de mi familia. Mil gracias por la mención."

Pero eso no fue todo. Óscar continuó con palabras que tocaron el alma de Kike:

"Mi gran amigo y literato de la más alta disciplina, hoy me llegó el libro de su autoría y es una joya invaluable.
Le daría un mensaje inspirador al mundo si se anima a lanzar su propio contenido por plataforma de podcast, le compartiría a la humanidad un contenido excelso de su conocimiento y riqueza literaria. Un gran abrazo."

Kike sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era como si el universo le estuviera enviando señales, empujándolo hacia un nuevo camino que aún no había considerado. Respiró profundo y respondió con el corazón:

"Mi querido amigo Óscar, tus palabras son un verdadero tesoro para mí. Saber que el libro ha llegado a tus manos y que lo valoras de esa manera es un regalo invaluable.
Tu apoyo y confianza en mi trabajo me impulsan a seguir compartiendo mi pasión por la escritura. Me emociona la idea del podcast, y créeme que lo consideraré seriamente. Si algún día me animo, será un honor contar con un oyente y amigo como tú. Un fuerte abrazo y gracias por tu inspiración constante."

Óscar cerró la conversación con un mensaje que selló el momento:

"Hoy mismo comienzo a leerlo."

Esa noche, Kike cerró los ojos con una sensación indescriptible. Había terminado de leer "Tónico para el Alma" de Osho, y sintió que, de alguna manera, el libro había hablado directamente a su espíritu. Desde hacía unos días, sentía una energía envolviéndolo, como si una presencia divina estuviera a su lado, disipando sus miedos y transformándolos en luz.

El destino tenía un plan para él, y él estaba listo para escucharlo.

lunes, 13 de enero de 2025

#"Semillas de Amor: Una Mañana de Encuentros y Magia"


 Era una madrugada fresca, sábado 11 de enero. El reloj marcaba las 4:41 am cuando Kike despertó de un sueño profundo y reparador. Abrió los ojos y, desde su cama, observó un cielo oscuro pero despejado a través de la ventana. Había llegado el día en que cumpliría un propósito trazado el día anterior: visitar la vereda Panamá Alta, en el sector La Guaca, para conocer la finca Semillas de Amor, hogar de su amiga Nelo.

La historia con Nelo había comenzado semanas atrás, en una encuentro literario celebrado en Zeratena, en Silvania, donde habían compartido escritos y sueños. Desde ese momento, algo especial resonó entre ellos, como si sus caminos estuvieran predestinados a cruzarse.

Tras realizar su rutina matutina de meditación, plegarias y ejercicios, Kike se despidió de su esposa Linda, quien le preparó un desayuno sencillo pero lleno de amor: un banano, un café y una arepa recién hecha. Partió trotando con entusiasmo, mientras la brisa de la mañana le acariciaba el rostro y los cantos de las aves multicolores creaban una sinfonía natural que lo acompañaba en cada paso.

En su trayecto de más de 9 kilómetros, Kike se sumergió en un paisaje mágico: palmeras majestuosas, árboles frutales que parecían susurrarle secretos, y un cielo que se teñía de tonos cálidos a medida que avanzaba el día. Al perderse brevemente entre los caminos serpenteantes, fue la tecnología la que lo ayudó a reencontrar su rumbo, como si una fuerza invisible lo guiara hacia su destino.

Al llegar, Nelo lo recibió con un abrazo cálido y un vaso de masato fresco, acompañado de una sonrisa que irradiaba hospitalidad. Allí conoció a Mariana, la talentosa hija de Nelo, quien a sus 17 años tocaba el piano, la guitarra y el clarinete como si canalizara una magia ancestral en cada nota. Kike se sorprendió al descubrir que Nelo, además de escritora, era una pintora excepcional, cuyos cuadros decoraban las paredes de la finca con historias visuales llenas de color y emoción.




La visita, que inicialmente sería breve, se extendió gracias a la calidez del hogar. Entre conversaciones y risas, Nelo preparó un desayuno con huevos cocidos, café y jugo de naranja recién exprimido, todo cosechado en la finca. Kike compartió con ellos ejercicios de yoga y abdominales, los cuales Nelo grabó con la intención de incorporarlos a su propia rutina diaria.

Mientras exploraba la finca, Kike se encontró con cultivos rebosantes de vida y una tortuga que se desplazaba con la serenidad de quien guarda los secretos del tiempo. Cada rincón del lugar parecía estar imbuido de una energía especial, como si Semillas de Amor fuera un refugio donde la naturaleza y el alma se encontraban.

Al mediodía, la familia se reunió para almorzar. Jorge David, el esposo de Nelo, llegó justo a tiempo, recibiendo de su esposa e hija un abrazo lleno de amor y complicidad. Kike quedó conmovido al presenciar la unión y armonía de aquel hogar humilde pero lleno de riqueza espiritual.


Antes de partir, Nelo le obsequió plantas medicinales, frutas frescas y, sobre todo, momentos inolvidables. Kike regresó trotando, con el corazón lleno de gratitud y un nuevo sentido de inspiración. Al llegar a casa, sembró las plantas junto a Linda, sellando así el recuerdo de un día extraordinario                                        

Esa noche, Kike escribió una carta de agradecimiento a Nelo, quien respondió con palabras que resonaron profundamente en su corazón. Ambos reconocieron la belleza de una amistad sincera y la importancia de los pequeños gestos que transforman la vida cotidiana en algo extraordinario.

Enseñanza:
En Semillas de Amor, Kike descubrió que la verdadera abundancia no está en lo material, sino en la generosidad del espíritu y en los lazos de amistad que se cultivan con amor y respeto.

miércoles, 8 de enero de 2025

#"La Travesía Cunditolimense: La Última Escalada de Jhonny"


 El amanecer en Anapoima surgió con un manto de penumbra que envolvía al pueblo en un cálido resplandor de incertidumbre. Jhonny, un ciclista audaz y soñador, despertó a las 4:30 a.m., con el corazón cargado de temores y un sinfín de preguntas flotando en su mente. La amenaza de lluvias torrenciales, deslizamientos de tierra, y un posible paro camionero parecían conjurarse contra su regreso a Bogotá. Pero en lo más profundo de su ser, una chispa de determinación brillaba, lista para desafiar cualquier adversidad.

Antes de enfrentarse a la montaña, Jhonny recurrió a su refugio espiritual. En el silencio de la madrugada, practicó meditación y yoga, disipando las nubes de incertidumbre que ensombrecían su espíritu. En esos minutos de introspección, entendió que los temores no eran más que fantasmas de su imaginación. Reavivado, se dispuso a enfrentar la jornada que lo aguardaba.

Con el uniforme azul que infundía calma, su bicicleta impecablemente revisada, y un banano como su primera dosis de energía, partió a las 5:15 a.m. hacia el desconocido. La oscuridad inicial del camino lo obligó a encender las luces de su bici, navegando casi a ciegas mientras las sombras de la carretera jugaban con su percepción. Pero con cada pedalazo, el amanecer comenzaba a desplegar su magia, tiñendo el cielo de tonalidades cálidas y despejando su ruta.

El ascenso hacia La Mesa fue un desafío lleno de emociones encontradas. A cada curva, los recuerdos de otras épocas y antiguos amores lo invadían. La nostalgia, sin embargo, era tan efímera como el susurro del viento que empujaba su bicicleta hacia adelante. La naturaleza, en su esplendor, lo recompensaba con paisajes que parecían sacados de un cuento.

A mitad del trayecto, el destino le envió una señal peculiar: un mango rodó desde un árbol hacia sus pies, como si la montaña misma le ofreciera un tributo. Jhonny lo tomó con gratitud, y ese fruto dulce se convirtió en un impulso inesperado para sus agotadas piernas.

El punto más crítico llegó en el Alto de Mondoñedo, una serpiente de asfalto que serpenteaba hacia el cielo. La inclinación brutal y las curvas interminables pusieron a prueba no solo su cuerpo, sino su voluntad. "No puedo fallarme", pensó, aferrándose a esa idea como un ancla en medio de la tormenta.

A las 11:40 a.m., la cumbre finalmente apareció ante él, como un faro que anuncia el fin de una travesía épica. Al llegar, una lágrima furtiva rodó por su mejilla. Había conquistado la etapa más exigente de su vida ciclista, y la satisfacción era tan inmensa que todo el cansancio se desvaneció en un instante.

El descenso hacia Bogotá fue un viaje triunfal. El aire frío acariciaba su rostro, mientras su mente repasaba cada obstáculo superado, cada duda vencida. Cuando finalmente cruzó la puerta de su hogar, su madre Carmencita, lo recibió con un abrazo cálido y un almuerzo que sabía a victoria.



 La Travesía Cunditolimense no fue solo un recorrido físico; fue un espejo de la vida misma, con sus pruebas y recompensas. Jhonny aprendió que los mayores miedos son construcciones de la mente, y que solo con valentía y fe se pueden superar.

Ahora, con el sueño de conquistar el Alto de Letras en el horizonte, Jhonny sabe que este es solo el comienzo de nuevas aventuras. Porque, en el fondo, la vida es eso: una travesía donde cada kilómetro vale la pena.

#"El Misterio del 9: Las Llaves del Universo"

 

Después de una noche de apacible sueño, Kike despertó a las 5:40 a. m. en Villa de las Bendiciones, un rincón paradisíaco donde el tiempo parecía detenerse. La mañana era fresca, radiante y despejada, un regalo del universo que parecía augurar algo especial. Al revisar su celular en busca de un correo de España sobre la plataforma de ventas de su primer libro, no encontró novedades. Sin embargo, decidió dejar esa espera en manos del universo y concentrarse en algo mucho más profundo: la conexión consigo mismo.

Sentado en el borde de su cama, comenzó a observarse desde la punta de los dedos de sus pies, recorriendo cada célula de su cuerpo hasta la coronilla. Mientras lo hacía, recordó algo que lo dejó asombrado: el número 9 estaba en todas partes.

Kike reflexionó sobre su fecha de nacimiento, 05-12-1963. La suma de los tres primeros números da 9, el 9 está en el centro, y los dos últimos también suman 9. Como si el destino conspirara, el día de hoy, 08-01-2025, también contenía la magia del 9 al sumar sus dígitos. Pensó en su primer libro, que inicialmente tenía 45 capítulos, pero al agregarle 3 más, llegó a 48, cuya suma también da 12, divisible entre 3, otro múltiplo del 9. Cuando la editorial en España formateó su libro en A4, resultaron 234 páginas, y nuevamente, la suma daba 9.

El precio del libro físico quedó en 18 euros, y el digital en 9 euros. Cada cifra parecía un susurro del universo, recordándole que el 9 tenía un propósito especial. Incluso el año en curso, 2025, suma 9, y al comentárselo a su esposa Linda, ella respondió con sorpresa:
—No te entiendo.

Kike explicó:
—El 9 simboliza finalización, generosidad, conexión espiritual y el comienzo de nuevos ciclos. Es como una llave universal, un portal hacia algo más grande.

Recordó las palabras de Nikola Tesla:
"Si supieras la magnificencia del 3, 6 y 9, tendrías la llave del universo."

Esa frase resonó en su mente mientras consultaba sobre el año del 9 en Google, y la respuesta lo dejó sin aliento: ¡2025 era oficialmente un año del 9!

Kike decidió que ese sería el día perfecto para escribir un blog, y no dejó pasar ni un momento más. Después de su rutina de oración, meditación, respiraciones profundas y ejercicios, se sentó a desayunar avena en leche con clavos, tostadas y un huevo criollo frito preparado por Linda. Luego, envió un correo a Carmen Martín, su editora en España.

A las 10:35 a. m., un correo inesperado llegó de Mariola Fernández, de la Administración de LETRAME. En él, finalmente le enviaban los códigos para gestionar las ventas de su libro. La hora del correo, al sumar sus dígitos, nuevamente daba 9.

Kike no pudo evitar emocionarse. La magia del 9 estaba en todo, no como una simple coincidencia, sino como un mensaje del universo. En la Biblia, el número 9 representa la culminación de los asuntos divinos, la abundancia y el propósito espiritual. En la antigua Babilonia, el 9 era considerado sagrado, un símbolo de todo lo deseable en el mundo.

Kike concluyó su día con una reflexión:
"El 9 no es solo un número; es un llamado a encontrarnos con nosotros mismos, a iluminar nuestro interior y comprender que somos parte de algo mucho más grande."

Al cerrar su diario, Kike supo que había encontrado algo que trascendía la lógica: las llaves del universo estaban en sus manos, y ese día, el año del 9, marcaría un antes y un después en su vida.

.....Esta historia, continuará.

martes, 3 de diciembre de 2024

#Un Amanecer con Kike: Entre Temores y Triunfos

 

Eran las 3:42 am en un paraíso tropical llamado Silvania cuando Kike abrió los ojos. La penumbra de la madrugada envolvía su habitación como un manto de calma, y el silencio era interrumpido solo por el leve zumbido de su celular. Al desbloquearlo, notó un mensaje de un diseñador gráfico en España. El mensaje le pedía crear una frase para el Bookplay de una obra.

Kike no se apresuró. Guardó el celular con la serenidad de quien confía en el flujo de la vida. Sabía que las grandes ideas nacen en momentos de conexión interior. Se incorporó y comenzó su ritual diario: meditación profunda, respiraciones conscientes y visualización de sus metas. Mientras agradecía al Universo, recordó una enseñanza recibida el día anterior durante una conferencia en el Ácora de Bogotá.

El consultor César Sánchez había citado al chef peruano Gastón Acurio:
"El cocinero que no divulga sus recetas está condenado a desaparecer."

Esa frase resonó en Kike como un eco poderoso. Reflexionó sobre su significado y decidió que, algún día, él también compartiría su camino y evolución personal con quienes lo rodeaban. Este compromiso no era solo con el mundo, sino consigo mismo. Sabía que, aunque le quedaba un largo trecho por recorrer, poseía la determinación y la disciplina necesarias para alcanzar sus sueños.

Tras su meditación, Kike se sentó en su escritorio y comenzó a trabajar en la frase solicitada. Su mente divagaba entre ideas, mientras su corazón buscaba el mensaje perfecto. Después de hora y media de esfuerzo creativo, finalmente dio con las palabras precisas: una combinación de inspiración y autenticidad que cristalizó la esencia de la obra que le habían encargado.

Sin embargo, el día no transcurría sin desafíos. Cerca de las 11:00 am, mientras disfrutaba de su desayuno, un sentimiento oscuro le invadió el pecho. Una situación dolorosa con un ser querido retumbó en su interior como un eco cruel. Era un dolor agudo, como si una piedra dura se alojara en su corazón, acompañado por la punzada invisible de la decepción.

Por un instante, Kike sintió que iba a rendirse. Se recostó en su cama, buscando refugio en el silencio de su mente. Pero en lugar de hundirse en la desesperación, recurrió nuevamente a su práctica. Cerró los ojos, respiró profundamente y dirigió su atención al dolor, como si lo observase desde la distancia. Visualizó aquella piedra que lentamente se desmoronaba y el puñal que, con cada exhalación, se retiraba suavemente de su pecho.

Con renovado alivio, Kike dejó ir la situación. Confió en que Dios y el Universo se encargarían de equilibrar aquello que estaba fuera de su control. Se levantó con determinación, prometiéndose monitorear sus emociones y cuidar su equilibrio interno.

Esta experiencia no solo le permitió superar su momento de debilidad, sino que también reafirmó su compromiso con el autoconocimiento. Cada día, Kike se nutría de disciplina, aprendizajes y congruencia, recordándose que las dificultades no son más que escalones hacia un crecimiento mayor.

Lecciones para la Vida

La historia de Kike nos enseña que el autoconocimiento y la disciplina son nuestras mejores herramientas para enfrentar los temores. Según la ciencia, prácticas como la meditación y la autoobservación activan el sistema nervioso parasimpático, reduciendo el estrés y promoviendo una mayor claridad mental. Además, el aprendizaje continuo y la búsqueda de mentores nos brindan el faro que ilumina el camino hacia nuestras metas.

Cada obstáculo es una oportunidad para crecer, y cada desafío, una invitación a confiar en el poder del Universo. Así, como Kike, todos podemos enfrentarnos a las tormentas internas y emerger más fuertes, con un corazón dispuesto a compartir nuestras "recetas" con el mundo.

domingo, 10 de noviembre de 2024

#Los Susurros del Silencio: La Magia de un Amanecer en Silvania


 Era un amanecer tibio en Silvania. A las 4:30 am, la temperatura de 19 grados abrazaba suavemente la piel, mientras las montañas se desdibujaban bajo la capa de neblina que las cubría, como si fueran secretos escondidos en el aire. Kike se despertó de un sueño profundo, en el que había navegado por mundos imposibles, lugares donde la realidad y la fantasía se entrelazaban como las aguas de un río serpenteante. Despertó con un sentimiento de paz infinita, casi sobrenatural, como si aún estuviera en ese universo onírico donde todo era posible.

La llovizna caía con un ritmo suave, envolviendo todo en un manto de melancolía. A pesar de la tentación de quedarse en la calidez de las cobijas, Kike sintió un llamado interior, casi como un susurro que le instaba a levantarse y conectar con la esencia del amanecer. Mientras se preparaba para su rutina, sintió la lluvia como una sinfonía celestial, un canto sutil que parecía provenir de las montañas mismas.

Kike comenzó sus dos horas de meditación y oración, encomendándose a la Divina Providencia. En la quietud, bebió un vaso de agua pura y contempló el parpadeo de la lluvia. Fue en ese momento cuando experimentó una revelación: un silencio absoluto lo envolvió, como si todos sus pensamientos se desvanecieran. Sentía una luz penetrante que le recorría el alma, inundando su ser con una claridad intensa y cálida, como si cada célula fuera iluminada desde dentro. Ese instante de paz eterna se convirtió en un susurro en su corazón.

Afuera, la llovizna continuaba, pero Kike, lleno de esa luz interior, decidió salir a entrenar. Realizó unos minutos de fortalecimiento y, justo cuando terminó, la lluvia comenzó a disiparse. El día se despejaba, y él empezó a correr, cada zancada se sentía como un eco de su mantra personal: "Gracias."

Mientras corría, se dejó llevar por el fluir de la naturaleza. Pasó cerca de un río crecido por las lluvias y escuchó su rugir, una melodía natural que llenaba el aire de energía y vitalidad. Para Kike, aquel río era más que agua en movimiento; era un reflejo de la fuerza de la vida misma, de la magia que existe en lo cotidiano. En ese momento, Kike comprendió que estaba inmerso en un lienzo pintado por la naturaleza, donde cada sonido era un verso y cada brisa, una caricia.

El silencio mágico se rompió con el ladrido de perros a lo lejos y el canto de los gallos anunciando el amanecer. Al pasar por el pueblo, Kike decidió comprar víveres para el almuerzo y se dirigió a una reunión con los líderes del sector. Entre conversaciones y propuestas, sugirió enviar una carta a la alcaldía para proponer soluciones al impacto del invierno. Su idea fue bien recibida, y con satisfacción regresó a casa.

De vuelta en su cocina, Kike preparó un desayuno digno de la mañana mágica que acababa de vivir. Vertió leche caliente en una taza y sumergió en ella una pastilla de chocolate oscuro, dejando que el aroma inundara el espacio. Acompañó su bebida con pan crujiente relleno de guayaba y queso, y huevos revueltos con cebolla, tomate y mazorca desgranada. El último toque fue un tinto endulzado con panela, un regalo aromático que elevó sus sentidos.

Aquella mañana en Silvania, Kike sintió que cada momento llevaba consigo una lección, que el universo le hablaba a través de las pequeñas maravillas cotidianas. Su corazón palpitaba en gratitud, y comprendió que, más allá de las palabras, la verdadera magia estaba en la conexión con uno mismo y con la naturaleza. Así, el día continuó en armonía, y Kike, con la esencia del amanecer impregnada en su ser, sintió que ese era el verdadero susurro del silencio.

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