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domingo, 10 de agosto de 2025

#El Jueves en que la Montaña Despertó🌄✨ (Crónica de un día donde la fe y la magia se encontraron en el mismo camino)


 En un rincón apartado de Colombia llamado Silvania, donde las madrugadas despiertan los sentidos y acarician el alma, amanecía un jueves 7 de agosto distinto, casi sagrado. En Villa de las Bendiciones, el tiempo parecía suspenderse, envuelto en una naturaleza exuberante que respiraba vida y misterio.

El cielo, aún oscuro, comenzaba a pintarse con un lienzo de tonos índigo que se diluían en pinceladas anaranjadas y rosadas. Nubes blancas flotaban como suspiros del amanecer, mientras una brisa fresca susurraba entre los árboles, llevando el aroma húmedo de la tierra y el dulce perfume de las flores silvestres.

La orquesta de la naturaleza afinaba sus instrumentos: pájaros de mil colores entonaban trinos que se mezclaban con el murmullo de un riachuelo y el canto lejano de un gallo. El viento danzaba entre las hojas y el primer rayo de sol encendía diamantes de rocío sobre la hierba. Aquella no era solo una madrugada: era un abrazo de la creación, donde el corazón parecía latir al mismo compás que la tierra.

Marcaban las 5:58 a. m. cuando Kike despertó, todavía con el eco de un sueño que lo había dejado inquieto. En él, caminaba por senderos de placa huella y piedra, hasta encontrarse con un hombre que le resultaba vagamente familiar, como una sombra del pasado. El desconocido lo miró fijo a los ojos y le dijo:

—Kike, qué alegría volver a verte. ¿No me reconoces?… Te aseguro que vas a llegar muy lejos.

El hombre siguió su camino y, cuando Kike volteó, ya no estaba. Solo quedaban los caminos recorridos, envueltos en un silencio extraño. Despertó a las 3:27 a. m., inquieto por el significado de aquel encuentro.

Mientras meditaba, recordó que el día anterior había vivido un momento trascendental: exponer su libro ante el Honorable Concejo de Silvania.

Ese miércoles, antes de salir a vender tintos en el hospital, había pulido su discurso. Las ventas de los días previos habían sido buenas, presagio de algo mayor. A las 8:10 a. m. llegó a la plaza, donde lo esperaban don Wilson y la ingeniera Martha. Sacó su traje azul impecable y la corbata. Don Wilson, notando el polvo en sus zapatos, se inclinó para lustrarlos y, con cariño, lo ayudó a acomodar su cabello, disimulando las huellas del tiempo.

Kike dejó su carrito mágico en la plaza y, con paso firme, se dirigió al concejo. La secretaria, Laura Contreras, lo recibió y el presidente, Dr. Jairo Alberto Leal, incluyó su intervención como el cuarto punto del día. La espera fue larga, pero paciente. 



Cuando llegó su turno, la voz de Kike empezó algo temblorosa, pero pronto se volvió clara, fuerte y llena de alma. Presentó su libro Historias que Inspiran la Imaginación, relatando cómo cada página había nacido en esa tierra y cómo, gracias a la venta de tintos y al apoyo de personas generosas, había logrado hacerlo realidad. 


La sala se llenó de aplausos. Carlos Domínguez y Laura registraban el momento en fotos y videos. La concejal Diana Triana le compró un ejemplar y recibió una dedicatoria única. Los concejales prometieron difundir la obra. 



Al día siguiente, 8 de agosto, Kike volvió, esta vez con nueve ejemplares en su mochila y un traje color café brillante. Entró junto al concejal Carlos Domínguez, desayunó con los miembros del concejo y dedicó libros a los concejales Holman Gerney Ruiz Delgado y Manuel Guillermo Pardo López. Luego, juntos, salieron a presenciar el desfile escolar por las calles de Silvania.

Esa tarde, tras vender tintos y aromáticas, volvió a casa, preparó el almuerzo, leyó y escribió la crónica del día: "El Lunes en que la Montaña Susurró su Secreto".

Esa noche, antes de dormir, volvió a su mente la imagen del hombre del sueño, mirándolo con ojos que parecían saber más de lo que decían:

—Vas a llegar muy lejos…

Y Kike se preguntó qué nuevas aventuras del diario vivir lo estaban esperando detrás de la próxima curva del camino.

…Esta historia continuará.

domingo, 11 de mayo de 2025

✨"El Termo Mágico y la Lluvia de las Bendiciones"✨


 

Una historia que apenas comienza...

Era un lunes 5 de mayo, con un cielo grisáceo cubriendo el horizonte. En un rincón oculto entre montañas y árboles, donde el canto de los pájaros multicolores se mezclaba con los gallos madrugadores y los ladridos de los perros, comenzaba un nuevo día en la Villa de las Bendiciones, en Silvania.

Marcaban las 5:40 a.m. cuando Kike despertó de un sueño que parecía venir de otra dimensión. En él, un alcalde —idéntico al de Silvania— lo citaba en su despacho. En una gran sala de juntas, rodeado por su equipo de gobierno, lo recibían con aplausos. Celebraban sus escritos: blogs que sanaban, inspiraban y transformaban corazones. El alcalde, con voz solemne, lo nombraba presidente del fútbol municipal, destacando su capacidad de encender la luz en quienes lo leían.

Kike abrió los ojos con una mezcla de alegría y nostalgia. Aún no era su realidad. Solo quedaba la esperanza de que el 29 de mayo, día en que se reuniría con el verdadero alcalde, algo mágico ocurriera.

Sin embargo, el presente exigía acción. Las oportunidades laborales eran escasas, y su mayor anhelo era asegurarle un mejor futuro a Juanpis, su hijo. El viernes anterior, Kike había abierto su corazón ante la ingeniera Martha, confiándole su preocupación por no tener nada estable para ofrecerle a su hijo… ni para responderle a Linda, quien regresaría el miércoles a la Villa.

La ingeniera, con una sonrisa solidaria, le dijo:
—Ahí tienes dos termos... si quieres, te esperamos el lunes a las 8:00 a.m. No te preocupes por Juanpis, tráelo. Hablaré con Wilson. Tal vez puedas comenzar vendiendo tintos.

Kike se quedó pensativo.
—¿Un escritor vendiendo tintos? —se preguntó.
Pero luego, con humildad y valentía, decidió intentarlo. Esa noche le respondió a la ingeniera:
—Gracias. Mañana te daré la razón. Pase lo que pase.

El lunes, tras una breve meditación, escribir sus oraciones con la mano izquierda —como en los rituales mágicos de su abuela— y practicar algo de yoga, logró levantar a Juanpis temprano. A las 7:45 a.m., emprendieron su caminata de 2 kilómetros hacia la plaza, bajo un cielo que presagiaba tormenta.


Y entonces… comenzó a llover. Primero suavemente, como si el cielo los estuviera midiendo. Luego, con más fuerza, como si una fuerza invisible quisiera detenerlos. Pero Kike, con su alma de guerrero, apretó el paso. Nada lo detendría.

Llegaron. Allí estaba don Wilson, pero la ingeniera no. La lluvia seguía, implacable. A las 8:46 a.m., empapada pero sonriente, llegó Martha. Después de saludarlos, conversó con don Wilson sobre la decisión de Kike. Wilson, con una mezcla de sorpresa y admiración, lo felicitó.

—Aquí tienes, hermano —le dijo, entregándole un termo nuevo lleno de tinto caliente, junto con panela molida y vasos con dibujos alusivos al café—. ¡Buena suerte!

La lluvia no cesó hasta las 11:00 a.m. Juanpis se quedó con ellos, y Kike, como un explorador en tierras desconocidas, salió a las calles con su termo. A tan solo una cuadra y media, vendió su primer tinto en una droguería. ¡Qué alegría! Era su primer paso. Continuó hasta la 1:00 p.m., regresó a la plaza, y allí lo esperaba otra bendición: Juanpis había almorzado y merendado, y le habían guardado a Kike una frijolada deliciosa, con carne, yuca, plátano y limonada.

—Gracias —dijo Kike, con el alma llena.

A las 2:00 p.m., emprendieron el regreso. En el camino, Kike siguió vendiendo tintos. Pensaba:
"Estas son pruebas que me pone la Divina Providencia... Pero sé que todo llega en su momento justo."

Al llegar a la Villa, revisó la página de su libro... ¡y allí estaba! La primera venta internacional: Brasil. Kike se quedó mudo por un instante, sonriendo. Tal vez sus palabras ya estaban cruzando fronteras.

Al día siguiente, el reto era llevar a Juanpis al Centro Sensorial de Silvania. Y más allá, en su corazón, ya visualizaba el sueño más grande: algún día, viajar con Linda y Juanpis a un centro especial para el autismo en Miami, Florida.

Nada es imposible cuando se supera el miedo y se camina con fe.


Enseñanza Final

Esta historia nos recuerda que no hay sueño pequeño, ni prueba eterna. Kike no se rindió. Por su hijo, por su vocación, y por su deseo de transformar vidas, aceptó el reto que la vida le puso en el camino.

¿Llegará Linda el miércoles a la Villa?
¿Seguirá Kike vendiendo tintos, o será llamado por el alcalde?
¿Qué nuevas aventuras esperan a Kike y a Juanpis?

Esta historia… apenas comienza.

lunes, 21 de abril de 2025

#“El Escarabajo Sagrado y las Voces del Amanecer”


 Historia

Érase un viernes santo, 18 de abril, en un sitio paradisiaco, rodeado de exuberante naturaleza, donde los pájaros multicolores y las cigarras tejían un coro armónico en un remoto lugar llamado Villa de las Bendiciones, en Silvania, donde el tiempo parece detenerse. Eran las 6:21 a.m. cuando Kike despertó de una noche tranquila, atrapado aún en la magia de un sueño que lo había cautivado.

Soñó con un hombre avaro que intentaba aprovecharse de una humilde mujer en una extraña apuesta. Sin embargo, ella, a pesar de su cansancio y su sencillez, se sobreponía, y cuanto más perdía aquel hombre, más se enojaba, cegado por su soberbia y orgullo. En el último lance, apostó todo… y fue vencido. La mujer, agotada pero invencible, se alzó como la gran triunfadora. En ese instante, una voz desconocida pronunció:
"Cuando avanza la mañana, es una buena mañana."

Kike despertó, buscó su libreta y su esfero, y anotó aquella frase enigmática. No tenía lógica en ese momento, pero horas después la descifró:
“Persiste y vencerás.”
Y comprendió que él era ese espíritu humilde que lucha contra los obstáculos representados por el hombre avaro.

Mientras seguía acostado, evocó los días anteriores. El martes habían llegado sus visitantes: Karen Tatiana y Omar. El miércoles, entre charlas y recuerdos, Omar se confesó:
—Querido Kike, he sido escritor de cuentos, poesías, crónicas y fanzines. También pintor y músico aficionado. Lo que hago, lo hago con esmero, aunque algunos digan que carece de técnica. Vivo una práctica espiritual no como religión, sino como trascendencia, sin pretensiones de superioridad. Respeto toda vida, hasta la de los insectos diminutos… son pequeñas porciones de Dios.

Kike se sintió identificado. Omar continuó:
—Dicen que el signo que me rige, diciembre, me ha dotado de sensibilidad y dotes artísticas. Por eso, tus historias son un espejo en el que me reflejo. Aquel miércoles salieron a hacer compras. Kike logró reunir a última hora una cuota gracias a la venta de sus libros. Aquella tarde, Omar los invito a disfrutar de una cerveza propia de la región en el Café Zeratema.

A la mañana siguiente, Kike le dedicó su primer libro:

“Para Omar, caminante del espíritu y el arte:
Gracias por abrir tu corazón en este encuentro inesperado, que más que casualidad, siento fue un llamado de almas afines. Eres un tejedor de historias y buscador incansable de sentido.
Que estas Historias que Inspiran sean para ti un espejo de tu viaje interior, y de esos seres diminutos y maestros invisibles que, como tú dices, son pequeñas porciones de Dios.
Gracias por coincidir en el misterio de la vida. Que Deepak, Eckhart y Gabo sigan siendo faros para ambos.”

Omar se propuso terminar de leer Historias que Inspiran la Imaginación antes de volver a Bogotá.

La tarde lluviosa del jueves los llevó a caminar por un sendero que Kike conocía hasta llegar al pueblo. Esta vez convencieron a Juanpis para que los acompañara. Recorrieron tres kilómetros por caminos frondosos, charcos de lluvia, y bordeando el río Subia, hasta Silvania.


Kike les mostró la cancha acústica, la iglesia… y Omar los sorprendió invitándolos a un almuerzo en un sitio exclusivo: cuchuco y una picada deliciosa con longaniza, rellena, papa criolla, carne de cerdo y limonada en un restaurante frente a la alcaldía. De allí partieron, a un tercer piso panorámico de un edificio emblemático, cerca de la alcaldía, se deleitaron con cervezas, aromáticas y brownies. Compraron víveres para el viernes santo, cuando gran parte del comercio cerraba.


De regreso, a solo 150 metros de Choriloco, Omar se topó con un escarabajo verde metalizado, enorme y brillante. Le tomaron fotos y videos; era algo único. Más tarde, Kike investigó y descubrió que estos escarabajos son símbolo de esperanza y renovación. En algunas culturas, su aparición señala que la naturaleza está en plena actividad.

Esa noche, Omar salió a comprar una torta de frutas: era el cumpleaños de Karen. Lo celebraron con vino y aguardiente amarillo Néctar. Conversaron de música, crecimiento personal y encuentros literarios en Bogotá. Omar le compartió a Kike su obra: CHIFLÓN REBELDE 2 DIGITAL FINAL. Fue un jueves santo inolvidable.

Ya el viernes, a las 8:37 a.m., Kike, tras meditar, orar y activar sus chakras, se sumergió en la lectura de Una Historia para Contar de Gabo, donde el Nobel narraba la memoria de su infancia y juventud, el origen de su imaginación.

Luego bajó a conversar con Karen, quien le contó, con cierto misterio, que había escuchado la voz de un hombre hablando en la madrugada. Kike, intrigado, fue a revisar a Juanpis y lo encontró dormido. Omar seguía descansando. El misterio quedó en el aire.


Karen preparó huevos revueltos con cebolla y tomate, embueltos silvanenses y chocolate caliente. Más tarde, Omar y Kike recolectaron leña e improvisaron un fogón, mientras Karen recogía auyamas, papas y verduras de la huerta. Con pollo criollo prepararon un delicioso sancocho, acompañado de limonada de naranjas ácidas de la finca.


La tarde transcurrió entre conversaciones sobre literatura y mentores espirituales. Fue entonces cuando, en la sala, apareció un escarabajo sagrado de color negro, igual al de los jeroglíficos egipcios. Lo recogieron, le tomaron fotos y videos. Kike investigó:
El escarabajo egipcio, símbolo del Sol naciente, de protección contra el mal y de fuerza diaria, era también un emblema de resurrección.

Aquella noche, Kike recibió mensajes de amigos cercanos pidiéndole disculpas por no poder asistir al lanzamiento de su primer libro, pues se hallaban de vacaciones. Kike preparó una y otra vez su libreto para su presentación en el Café Taller Zeratema de Silvania.

Y así, con el misterio del escarabajo, las voces del amanecer y los mensajes ocultos en los sueños, la aventura de Kike, Karen Tatiana, Omar y Juanpis apenas comenzaba.

…Esta historia continuará.

domingo, 30 de marzo de 2025

#Villa de las Bendiciones: Donde la Fantasía y la Realidad Se Entrecruzan

 





El amanecer en Villa de las Bendiciones era un espectáculo celestial. La brisa fresca danzaba entre los árboles, llevando consigo el canto armonioso de los pájaros de mil colores. Era un rincón donde el tiempo parecía suspenderse y la realidad se entrelazaba con la fantasía.

A las 5:13 a.m., Kike despertó de un profundo sueño, aún sintiendo el eco de las palabras que había plasmado la noche anterior en su blog número 172: "El Ritmo del Límite". Aquel escrito lo transportaba a un tiempo de resistencia y pasión, cuando adquirió una trotadora en plena pandemia para calmar la necesidad incesante de movimiento de su cuerpo.

Pero ese día, su llamado era otro. Su piel hormigueaba con la urgencia de sentir la carretera bajo sus pies, de desafiar el alba con cada zancada. Se sentó en la orilla de su cama, respiró hondo y trató de despejar su mente con la meditación. Sin embargo, los pensamientos insistentes se enredaban en su mente como maleza indomable.

Recordó su cita en el Mirador Artístico con don Germán y doña Ligia para grabar el video en el que hablaría de su libro "Historias que Inspiran la Imaginación", pero algo en su interior le decía que no era el momento. La intuición, ese susurro misterioso del alma, le advertía que no debía forzar la jornada. Con respeto y gratitud, escribió un mensaje a doña Ligia:

"Lamento no poder asistir hoy, pero estaré disponible mañana. ¿Podría indicarme a qué hora les conviene? Si no es posible, podemos posponerlo para el próximo fin de semana."

La respuesta llegó con la calidez de una persona que entiende el ritmo del destino:

"Entonces dejémoslo para el sábado a las 4:00 p.m."

Kike sintió alivio. Ese margen de tiempo le permitiría pulir aún más su discurso.

El llamado del camino

Con la mente despejada, inició su rutina: meditación, oración, ejercicios de fortalecimiento y flexibilidad. A las 9:27 a.m., se colocó su camiseta azul, aquella que evocaba una carrera en Bogotá, su pantaloneta cómoda y sus zapatillas minimalistas, ya desgastadas por tantas batallas en el asfalto. Tomó su morral con un libro dentro—por si alguien en el camino lo compraba—y salió con determinación.

Marcó su reloj en cero y emprendió la marcha. El aire matutino llevaba consigo promesas de aventura. A 180 metros de su hogar, giró a la izquierda y se enfrentó a la empinada cuesta de 1.200 metros, un ascenso desafiante que ponía a prueba su resistencia. Con cada paso, sus músculos respondían con fuerza renovada, evocando sus entrenamientos en la legendaria Pared de Bogotá.


El sendero, con su terreno agreste de placas de concreto, zonas verdes y piedras dispersas, le recordaba lo viva que estaba la tierra bajo sus pies. A los 13 minutos, llegó a la cumbre. Desde allí, observó la carretera que ahora se extendía con una amplitud majestuosa, tres carriles por sentido, abrazados por la vegetación exuberante que parecía salida de un cuento de hadas.




Descendió a un ritmo frenético, dejándose llevar por la adrenalina y el bullicio de los vehículos. Un trabajador de ANI captó en video su carrera, inmortalizando la determinación en cada una de sus zancadas.

Entonces, como un susurro venido del viento, surgió en su mente una frase:

"La Abundancia y la Prosperidad me acompañan donde quiera que vaya."

Se la repitió como un mantra, con la certeza de que, a pesar de los desafíos económicos, la vida siempre encontraba maneras de sorprender.

Al llegar a Silvania, compró algunos víveres para el desayuno y el almuerzo. Regresó a casa con una sonrisa, preparado para el siguiente ritual: un delicioso jugo de naranja fresco de su huerto, un desayuno de huevo cocido, chocolate espumoso con leche, pan con mermelada de guayaba—hecha por sus propias manos—y arepa asada.

Aún con el aroma del chocolate en el aire, se sentó frente a la pantalla para ver la misa virtual del Santuario del Divino Niño Jesús de Bogotá. Entre oraciones, pidió a Dios que le otorgara la sabiduría para seguir escribiendo historias que tocaran almas, que transformaran vidas.

El hogar, un templo sagrado

Por la tarde, con el sol bañando de oro las montañas, Kike tomó la escoba y la fregona con la misma pasión con la que empuñaba la pluma. Su hogar, Villa de las Bendiciones, debía estar impecable, pues era más que un refugio: era un templo donde la fantasía y la realidad se abrazaban en un mismo soplo de vida.

¿Y qué le deparaba la próxima semana? Marzo agonizaba, dando paso a un incierto y maravilloso abril. La historia de Kike aún tenía muchos capítulos por escribirse…

Querido lector, sé parte de esta historia

Si alguna vez has sentido que necesitas un impulso para seguir adelante, este libro es para ti. A través de relatos llenos de aventura, magia y reflexión, te recordaré que cada día es una oportunidad para crecer y evolucionar.

📖 "Historias que Inspiran la Imaginación" está disponible en ebook, físico, bajo demanda y audiolibro, en todos los idiomas y a nivel mundial.


Aquí te comparto la carátula y el enlace donde puedes elegir la plataforma que prefieras: https://www.google.com/search?q=Historias+que+inspiran+la+imaginación+Jaime+Humberto+Sanabria

Gracias, gracias, gracias. 🙏✨📚


lunes, 24 de marzo de 2025

#El Sueño de Kike y el Camino del Destino


 El amanecer del miércoles 19 de marzo irrumpió con una frescura invernal en Villa de las Bendiciones. A lo lejos, el canto melodioso de la tángara real, de un azul resplandeciente, flotaba entre los árboles, acompañado por el revoloteo de aves multicolores. En este rincón donde el tiempo parece detenerse, el reloj marcaba las 5:58 a. m. cuando Kike despertó de un sueño apacible.

En su mente aún vibraban las imágenes de un sueño que había tenido el domingo: se veía a sí mismo llegando a Villa de las Bendiciones en una camioneta de alta gama, una máquina fuera de este mundo, que irradiaba una energía cósmica. Intrigado, Kike decidió investigar su significado y encontró que soñar con conducir un auto puede simbolizar el control sobre la vida, la independencia, la seguridad y la autoconfianza.

Ese miércoles Kike tenía dos retos. El primero: asistir a una reunión de la UMATA en Fusagasugá a las 8:30 a. m. Con el tiempo justo, meditó por unos minutos, dejó preparado el desayuno para su hijo Juanpis y alistó su mochila con una camiseta, pantaloneta, agua y cuatro libros de su primera obra: Historias que Inspiran la Imaginación. Saldría a las 6:57 a. m., trotando por la vía Sumapaz, en un desafiante recorrido de más de 12 kilómetros.

Mientras avanzaba con paso firme, la carretera parecía transformarse ante sus ojos. La vía, antes rústica y serpenteante, tomaba la apariencia de una autopista moderna, extendiéndose imponente bajo el cielo matutino. El paisaje lo envolvía en un espectáculo de verdes y dorados, y por momentos se veía reflejado en los autos que pasaban a toda velocidad. En su mente, volvía a revivir su sueño, conduciendo aquella camioneta que parecía no pertenecer a este mundo.


A las 8:28 a. m., Kike llegó justo a tiempo para la reunión. Lo recibieron con un café caliente antes de dar inicio a la capacitación sobre el Manejo de Viveros y Establecimiento de Plantaciones Forestales. Durante cuatro horas, los participantes discutieron sobre el envase de semillas, la protección de los suelos y la importancia de los viveros en la conservación del medio ambiente.

Al final, los líderes ambientales le cedieron la palabra a Kike. A pesar de la prisa por regresar a casa, habló brevemente sobre su libro, captando el interés de los asistentes, quienes anotaron su contacto y tomaron fotografías de la obra.

A la 12:42 p. m., la reunión llegó a su fin y Kike se dispuso a tomar un colectivo para volver a casa y preparar el almuerzo de Juanpis. Sin embargo, la coordinadora del evento, con un gesto inesperado, le entregó un almuerzo adicional para su hijo. Agradecido, Kike sintió que el destino lo guiaba con pequeñas señales.

Tras compartir su comida con John, su amigo de la avícola, salió con premura y abordó un colectivo rumbo a Silvania. A la 1:44 p. m., llegó a Villa de las Bendiciones con el corazón latiendo de anticipación. Al entrar, encontró a Juanpis tranquilo, absorto en sus juegos, sin haber probado el desayuno. Se había acostado la noche anterior a las 2:00 a. m., lo que explicaba su tardanza en despertar.

Mientras Linda, desde Soacha, le enviaba mensajes preguntando por su hijo, Kike procuraba mantenerse sereno. Esa tarde compartió el almuerzo con Juanpis y, al caer la noche, escribió su blog titulado El Lunes Mágico de Kike: Encuentros, Lluvia y Libros. Luego, leyó tres cuentos a su hijo antes de acostarse, sintiéndose satisfecho por haber cumplido con su jornada.

Se acostaron juntos, a las 2:00 a. m., cerrando un día lleno de aventuras, encuentros y misteriosas coincidencias. ¿Qué nuevas sorpresas le depararía el destino en los próximos tres días previos al puente festivo?

...Esta historia continuará.

miércoles, 19 de febrero de 2025

#La Madrugada de los Milagros


 Era una madrugada misteriosa del 19 de febrero. El reloj marcaba exactamente las 3:33 a.m. cuando Kike despertó, sintiendo una energía distinta, casi sobrenatural. Un silencio infinito envolvía a Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse y la realidad se fundía con el sueño. Se quedó inmóvil en su cama, con la certeza de que esa no era una noche cualquiera. Algo grande estaba por suceder.

Intentó volver a dormir, pero en su mente resonaban las enseñanzas del maestro Deepak Chopra: “Las primeras horas de la madrugada son sagradas. Lo que pienses y declares en esos minutos iniciales moldeará tu día y tu destino”. Sus palabras se materializaban en la penumbra de su habitación como un eco de conocimiento ancestral.

Kike había cambiado recientemente sus horarios de sueño, acostándose a la medianoche y despertando entre las 5 y 6 de la mañana. Sin embargo, esa noche había sido distinto. Había despertado antes, como si una fuerza invisible lo hubiera llamado a ese instante preciso. Sintiendo que era una oportunidad única, comenzó a recitar sus afirmaciones positivas, aquellas que llevaban un mes transformando su vida de maneras inexplicables. Había leído que la ciencia respaldaba estas prácticas: las palabras que decimos al amanecer influyen directamente en nuestra estructura neuronal y hasta en nuestro ADN.

Mientras meditaba y repetía sus decretos, recordó lo sucedido dos días atrás en Fusagasugá, cuando Luis, un antiguo conocido con quien había tenido diferencias, lo abordó inesperadamente. “Kike, quiero pedirte perdón”, le dijo Luis con voz sincera mientras le compraba su libro. Aquel episodio había sido un milagro en sí mismo, una prueba de cómo sus pensamientos positivos estaban manifestando una nueva realidad. Y no solo eso: su salud era inquebrantable, su fortaleza física y mental eran envidiables, y cada día sentía que su creatividad se expandía como nunca antes.

Recordó a su amiga Hilba Prada, quien trabajaba en una EPS en Bogotá y le había contado cómo llegaban pacientes con fortunas inmensas, dispuestos a darlo todo por un poco de salud. “Tienes un tesoro, Kike. Lo que tú tienes no se compra con dinero”, le había dicho con admiración.

Inspirado, se levantó y comenzó su rutina. Realizó ejercicios de yoga, se hidrató, y cuando menos lo pensó, algo asombroso ocurrió: mientras escribía sus metas y objetivos, sintió que su mano se movía sola, como guiada por una fuerza misteriosa. Las palabras fluían sin esfuerzo, como si alguien más estuviera dictándolas en el aire. Sentía cada célula de su cuerpo vibrar con una energía indescriptible.

Se sumergió en su escritura hasta las 10:00 a.m., completamente inmerso en el presente. Fue un lapso de horas donde el pasado y el futuro dejaron de existir. Entendió que al abandonar el ahora, se generaba una brecha de confusión, temor y ansiedad. Pero en ese momento, Kike era uno con el instante.

Al final de la mañana, con una sensación de plenitud absoluta, se comunicó con seis amigos en Bogotá: Isabel, don Darío, Marcela, Carlos Mayorga, Mery y don Manuel Ríos. Todos lo felicitaron y confirmaron su apoyo para la compra de su primer libro: Historias que Inspiran la Imaginación.

Esa madrugada había sido una revelación. Había descubierto el poder oculto en las horas mágicas y en las palabras sembradas al amanecer. Su meta para el siguiente día estaba clara: expandir el tiempo de presencia y dejar que la magia siguiera fluyendo. Quizás, sólo quizás, la vida le tenía reservados más milagros por descubrir.

.....Esta historia continuará

miércoles, 29 de enero de 2025

#El Corredor Descalzo: La Carrera del Alma


 Era un amanecer frío en Bogotá, el 21 de noviembre. A las 4:41 a.m., Kike despertó con el alma encendida y la mente enfocada. La noche había sido corta, pero la energía que sentía en su interior lo hacía sentir invencible. Hoy no era un día cualquiera; era el día en que desafiaría no solo su cuerpo, sino las creencias de todos los que presenciaran su hazaña. En el Parque Simón Bolívar, lo esperaba el Campeonato Nacional de Media Maratón, y él, con su espíritu indomable, había decidido correr descalzo.

Representando al Club Atlético Máster ADES, Kike tenía una rutina casi sagrada. Se levantó, oró con devoción, rezó el rosario y la novena, leyó algunos versículos de la Biblia y escribió sus objetivos del día. Como cada mañana, hizo yoga y ejercicios de fortalecimiento, aunque hoy, por ser día de competencia, con baja intensidad. Se hidrató y tomó su dosis de Biocros. A las 6:15 a.m., el cielo comenzó a teñirse de azul intenso, anunciando un día soleado y lleno de promesas. Se despidió de Linda, su fiel compañera, y salió rumbo al Parque Simón Bolívar.

Abordó un Transmilenio y, mientras observaba la ciudad despertar, recordó el desafío que lo había llevado hasta este momento. Un año atrás, la pandemia lo había obligado a cambiar su forma de entrenar. Acostumbrado a correr libremente por calles y pistas, se sintió atrapado en la monotonía del encierro. Decidió comprar una trotadora nueva y unas zapatillas, pero entonces, Jefferson, su amigo y mentor, le sugirió algo impensado: entrenar descalzo. Al principio, la idea le pareció absurda, pero al investigar los beneficios del running minimalista, descubrió que fortalecía los músculos, mejoraba la postura y reducía el riesgo de lesiones. Con disciplina y determinación, empezó a correr en la trotadora hasta alcanzar 55 km sin calzado.

Cuando la pandemia terminó, salió a la calle decidido a desafiar la mirada escéptica de los transeúntes. Lo señalaban, lo miraban con curiosidad, pero Kike nunca se detuvo. Se propuso demostrar que los límites solo existen en la mente. Participó en la Carrera de Monserrate descalzo y obtuvo el tercer lugar. Su convicción se volvió inquebrantable.

Ahora, mientras descendía en la estación El Tiempo, su corazón latía con fuerza. La emoción y la adrenalina lo inundaban. Se dirigió trotando al punto de salida y, al llegar, saludó a sus compañeros del club. La carrera estaba a punto de comenzar. Se darían seis vueltas al Parque Simón Bolívar, iniciando y finalizando en la pista de la Unidad Deportiva El Salitre. El disparo de salida resonó como un trueno, y la multitud rugió. Kike comenzó con un ritmo calmado, sintiendo cada paso como una conexión con la tierra, como si el pavimento le transmitiera su propia energía



.A su lado, su compañera Adriana Mora corría con un ritmo feroz. Se retaban mutuamente, empujándose más allá de sus límites. Cada zancada era un peldaño en su escalera hacia el éxito. Sin embargo, no todo era perfecto. Al pasar por la Calle 53, sintió las pequeñas piedras clavarse en la planta de sus pies. Un dolor agudo lo obligó a bajar el ritmo. Pero Kike no era alguien que se rendía. En cada vuelta, aceptaba el dolor, lo transformaba en motivación y seguía adelante.

Cuando la última vuelta llegó, Kike apretó los dientes, ignoró el ardor en sus pies y aceleró. Cruzó la meta con los brazos en alto, sintiendo la victoria en su piel y en su alma. No importaba en qué puesto había llegado; su triunfo era haber cumplido su promesa, haber demostrado que la fe en uno mismo y en Dios puede superar cualquier obstáculo. Las gradas estallaron en aplausos. La gente, que al principio lo había visto con incredulidad, ahora lo aclamaba con admiración. Kike sonrió. Había logrado lo imposible.

Esta historia nos enseña que los sueños no se alcanzan siguiendo el camino marcado, sino creando uno propio. Que la fe inquebrantable nos lleva a superar cualquier barrera y que Dios nos hizo únicos para hacer cosas extraordinarias. Kike no solo corrió descalzo; corrió con el alma, con la convicción de que el verdadero éxito está en atreverse a ser diferente.



lunes, 27 de enero de 2025

#"El Guardián de los Sueños y Secretos de la Bahía"


 Era una fría mañana de junio de 1982 en Bogotá, cuando los amaneceres se vestían de heladas y los copetones eran apenas un susurro en los frondosos árboles. En ese entorno gélido y bullicioso, un joven llamado Kike, de apenas 17 años, comenzaba su jornada como cuidador de carros en la bahía de la Notaría Novena, ubicada en el barrio Chicó. Aunque llevaba solo tres meses en el trabajo, su uniforme azul de paño y la cachucha de vigilancia que le había obsequiado el notario, el Dr. Joaquín Caro, eran símbolos de un sueño cumplido.

Aquel puesto, aparentemente humilde, había sido un regalo del destino. Kike recordaba con claridad el día en que, luego de innumerables intentos fallidos y bajo la insistencia de su madre, se plantó por última vez frente a la oficina del Dr. Joaquín. El notario, con su mirada severa y sus dudas, se rascó la cabeza antes de ofrecerle una oportunidad inesperada: "No hay más vacantes, pero puedes cuidar los carros de la bahía. Tendrás un contrato indefinido, un uniforme nuevo, y, quién sabe, quizás algo más".

La emoción desbordó a Kike, quien aceptó de inmediato. Con el cheque en mano que le entregó el notario, fue a un almacén de renombre y adquirió un traje Manhattan y unos zapatos de la misma marca, cumpliendo así un sueño de juventud. A partir de ese lunes 15 de marzo, Kike empezó a trabajar con orgullo, ocultando su elegante atuendo bajo la cachucha de celador.

Los días transcurrían entre propinas generosas y los saludos de los clientes, hasta que algo inusual comenzó a suceder. De pronto, lujosos Mercedes Benz llegaban en fila, entrando con velocidad al edificio contiguo a la bahía. Hombres de porte imponente, vestidos con trajes finos, bajaban de los autos y siempre saludaban a Kike con una sonrisa.

Un día, la rutina de Kike cambió radicalmente. Desde la oficina más alta del edificio, fue llamado por uno de los hombres más carismáticos que había visto jamás: Gonzalo Rodríguez Gacha, quien, con su camisa de lino blanco, botas de cuero y carriel paisa, irradiaba una mezcla de poder y misterio. Gonzalo lo miró fijamente y, tras un breve silencio, sacó un fajo de billetes de una gaveta y los colocó en el bolsillo de Kike.

"Cuida bien de mis carros, Kike", le dijo con una sonrisa que parecía esconder un secreto más grande que la ciudad misma. Aunque las palabras eran simples, algo en su tono provocaba una inquietante mezcla de fascinación y suspenso.

Esa tarde, al revisar su bolsillo, Kike descubrió con asombro que Gonzalo le había regalado cincuenta mil pesos, una suma que multiplicaba varias veces su salario mensual. Aquella fortuna inesperada le permitió disfrutar de mejores almuerzos, ropa nueva y fragancias exquisitas. Sin embargo, las palabras de Gonzalo resonaban en su mente: "Cuida bien de mis carros".

Meses después, el Dr. Joaquín lo llamó a su oficina para ofrecerle un ascenso. Pero, al mismo tiempo, una noticia estremecedora sacudió a Bogotá: Gonzalo Rodríguez Gacha, el hombre que había sido tan generoso con Kike, resultó ser uno de los narcotraficantes más buscados del país.

Kike entendió entonces el significado de aquellas palabras y de la desbordante generosidad. Reflexionó sobre las oportunidades y las elecciones que el destino pone en nuestro camino. Aunque el origen del dinero de Gonzalo había sido oscuro, Kike nunca dejó de valorar las lecciones que aprendió: la importancia de la dignidad en el trabajo, la gratitud y el esfuerzo por alcanzar las metas con integridad.

Esta historia no solo relata el encuentro entre un joven soñador y un hombre envuelto en sombras, sino que nos invita a reflexionar sobre cómo los caminos de la vida pueden cruzarse de manera inesperada, moldeando nuestro carácter y nuestras aspiraciones.

miércoles, 15 de enero de 2025

#La Nostalgia de las Historias que Inspiran


 Era una tibia mañana despejada en Villa de las Bendiciones, en Silvania. A las 5:40 a. m., el cielo azul con nubes teñidas de naranja anunciaba un día espléndido. Las aves multicolores cantaban con un tono celestial, y el tiempo parecía detenerse. Kike despertó de un sueño armonioso, cargado de serenidad. Meditó durante unos minutos, como lo hacía cada mañana, antes de recordar las últimas cien páginas que había devorado la noche anterior de La nostalgia de las almendras amargas. Este libro, una compilación de textos de Gabriel García Márquez, le había permitido descubrir una conexión profunda con el autor.

Kike se había identificado especialmente con los momentos de penurias que Gabo vivió al terminar Cien años de soledad. La historia de cómo García Márquez y Mercedes, su esposa, habían tenido que dividir el manuscrito en dos paquetes para enviarlo a Buenos Aires debido a la falta de dinero, resonó con él. “¡Quién iba a imaginar que esa novela sería un éxito mundial!” pensó Kike, mientras recordaba los propios obstáculos que había enfrentado para publicar su primer libro, Historias que inspiran la imaginación.

La espera de las primeras regalías le llenaba de expectativas. Aunque las librerías no habían reportado a tiempo las ventas por el cierre de fin de año, Kike se sentía optimista. Sabía que cada capítulo de su libro contenía historias cargadas de motivación y esperanza, y esperaba que resonaran en los lectores como el eco de un susurro universal. Su segunda versión, más cautivadora y rica en historias silvanenses, estaba casi lista, y él tenía fe en que dejaría una huella duradera.

Aquella tarde, Kike tenía una cita con el alcalde Ricardo Pulido. Quería presentar una propuesta para integrarse al equipo de la alcaldía y usar sus relatos para resaltar el esfuerzo de los labriegos silvanenses. Recordó cómo había acompañado a don Wilson de la UMATA en clausuras por las veredas. En esos recorridos, había descubierto la calidez y la resiliencia de la gente del campo, quienes, con sus manos laboriosas, proveen la alimentación diaria de todos.

Sin embargo, la reunión no se concretó. Kike sintió frustración, pero también determinación. Sabía que su amor por Silvania y su compromiso con las historias de su tierra eran más fuertes que cualquier obstáculo. Visualizó un futuro donde sus relatos no solo motivaran a los lectores, sino que también inspiraran a la comunidad a valorar su propia historia y tradiciones.

Al volver a casa, se sentó frente a su escritorio y comenzó a escribir un nuevo capítulo para su próximo libro. La brisa de la tarde acariciaba las páginas en blanco mientras Kike pensaba en las palabras de Mercedes a Gabo: “Lo único que falta es que la novela sea mala”. Pero Kike sonrió, porque en su corazón sabía que sus historias eran un tributo a la humanidad, un canto a la esperanza y un puente entre generaciones.

El sol se ocultaba, tiñendo el cielo de tonos cálidos, y con él, Kike escribió la frase que marcaría el rumbo de su siguiente capítulo: “Desde la pequeñez de un pueblo, se puede inspirar al mundo entero”. En ese instante, la magia de Silvania cobró vida en su pluma, y su sueño de trascender quedó sellado en las páginas de la historia.

jueves, 9 de enero de 2025

#El Misterio del 9: Un Llamado del Universo


 Eran las 6:39 de la mañana en una zona apartada de Silvania, en la enigmática Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse y el aire estaba cargado de magia. Kike despertó de un sueño profundo, sintiendo un extraño impulso que lo mantenía pegado a las cobijas. Era como si algo invisible le susurrara al oído, tentándolo a ceder al confort. Pero en su interior, una voz firme se alzaba: "El ego no puede ganar hoy."

#cantar de una #mañana en "Villa de las Bendiciones"...donde el tiempo parece detenerse!!!

El cielo, teñido de nubes naranja sobre un lienzo azul, anunciaba un gran día. Los gallos cantaban a lo lejos, y los pájaros, con su insistente picoteo en la ventana, parecían invitarlo a levantarse. Sin embargo, la pereza lo dominaba. Cerró los ojos un instante, buscando en su interior el coraje para vencer aquella tentación. Fue entonces cuando meditó profundamente, recorriendo cada célula de su cuerpo y recordando las sincronías del día anterior.

La tarde anterior, al publicar su blog número 111, una revelación numérica lo sorprendió: el 111 sumaba 3, un número que siempre había resonado en su vida como símbolo de armonía y conexión universal. Ese día también enfrentó una decisión difícil que lo hizo sentir solo y desamparado. Sin embargo, justo en el momento más oscuro, una solución inesperada apareció como un faro en medio de la tormenta. Entendió que el temor y la indecisión eran enemigos internos, y que su mejor arma contra ellos era la meditación y la autoobservación.

La noche anterior, su amigo Ricky había dejado un mensaje que todavía resonaba en su mente:
"El misterio del 9 no solo nos conecta con nosotros mismos, sino que nos invita a trascender lo cotidiano. Nos llama a despertar la conciencia y encontrar armonía en lo que nos rodea. Si más personas se conectaran consigo mismas y con el propósito de sus vidas, el mundo sería más equilibrado y lleno de significado."

Esa conexión con el número 9 no era nueva. Desde 2016, un año marcado por este número, el 9 había comenzado a manifestarse en su vida de formas que nunca imaginó. No era casualidad. Era un llamado del universo, una guía silenciosa que le mostraba el camino. Su esposa Linda, su primera confidente, y su amigo Oscar Rico, un compañero de tertulias en Bogotá, habían sido testigos de este despertar. Ambos lo alentaron a explorar las profundidades de este misterio y a compartir sus hallazgos, aunque al principio pocos los comprendieran.

Con el tiempo, Kike comenzó a notar que el 9 aparecía en los momentos más significativos de su vida. Su propia fecha de nacimiento, 05-12-1963, escondía tres nueves. Incluso el año actual, 2025, volvía a sumarse al enigma del 9. Cada una de estas coincidencias le confirmaba que estaba en el camino correcto, que el universo tenía su propia manera de comunicarse.

El 9, un número universal, representaba el final de un ciclo y el comienzo de otro. En su vida, había sido la clave para encontrar claridad, gratitud y propósito. Lo había llevado a logros tangibles como sus libros y blogs, pero sobre todo, a una conexión más profunda consigo mismo y con lo divino.

Un Llamado Universal

En un mundo donde lo cotidiano muchas veces eclipsa lo esencial, Kike encontró en el 9 una chispa que iluminaba su camino. Pero este no era solo su mensaje, sino un llamado para todos. Tal vez no sea un número para otros; quizás sea un sueño recurrente, una pasión olvidada o una señal aparentemente trivial. Lo importante es detenerse, observar y conectar.

El universo habla constantemente, pero solo quienes aprenden a escucharlo descubren su verdadera magia. La invitación de Kike es clara: "Descubre tu propio misterio, aquello que te inspire a crecer, a explorar tu potencial y a ver más allá de lo evidente. Porque si algo tan simple como un número pudo transformar mi vida, imagina lo que podría hacer en la tuya."

El misterio del 9 no es solo un número. Es una llave, un portal hacia el descubrimiento de lo divino en lo cotidiano. ¿Estás listo para escucharlo?

domingo, 5 de enero de 2025

#Noche de Ensueño de Nelo


 Era un viernes 3 de enero, cuando el reloj marcaba las 6:00 a.m. en la finca: Semillas de Amor, sector La Guaca, en la vereda Panamá Alto, en Silvania. Nelo, una mujer cuya mirada reflejaba calma y profundidad, despertó con el suave murmullo de la naturaleza. El rocío de la mañana decoraba las hojas y un delicioso aroma a café recién preparado llenaba el aire. Desde la ventana de su habitación, contemplaba un amanecer celestial. El cielo, pintado en tonos de azul y naranja, parecía un lienzo divino que le susurraba al alma.

Mientras sostenía su taza de tinto, Nelo recordó un sueño que la había envuelto durante la noche. Cerró los ojos por un momento, y su mente la transportó de nuevo a aquel mundo etéreo que aún palpitaba en su corazón.

En el sueño, Nelo estaba recostada sobre una colina cubierta de hierba suave, bajo un cielo que comenzaba a vestirse con los colores de un atardecer de su amada Silvania. Los rayos del sol se filtraban entre los árboles, proyectando luces doradas sobre el paisaje. Fue entonces cuando un joven apareció a lo lejos. Su andar era pausado, casi como si flotara, y sus ojos tenían una intensidad que hipnotizaba.

El joven, de cabellos ondulados y rostro sereno, llevaba puesta una túnica blanca que parecía reflejar la luz del crepúsculo. Al llegar a un altar improvisado bajo un viejo árbol, inclinó la cabeza y, con las manos juntas, murmuró una oración. Nelo, que lo observaba escondida tras un mechón de su cabello, sintió cómo el corazón le latía con fuerza. Su presencia irradiaba paz y, al mismo tiempo, despertaba una emoción inexplicable en su interior.

Cuando el joven la miró directamente, fue como si el tiempo se detuviera. Sus ojos, llenos de amor y misterio, le hablaban sin palabras. Él colocó una mano sobre su corazón y, con una sonrisa que parecía contener siglos de sabiduría, comenzó a desvanecerse, dejando tras de sí un destello fugaz, como una estrella atravesando el firmamento.

Con el corazón lleno de melancolía, Nelo regresó a su casa, caminando entre árboles que susurraban su nombre al viento. Cada hoja que caía parecía contar una historia, cada rama se mecía como si quisiera abrazarla. Al llegar, encontró los árboles frutales cubiertos de aves con plumajes tan vibrantes como el arco iris. Los pájaros trinaban en un concierto de melodías, cada uno aportando una nota única, pero en perfecta armonía.

Nelo contempló aquel espectáculo con lágrimas en los ojos. Recordó cómo había sembrado esas semillas años atrás, llenándolas de amor y esperanza. Ahora, esos árboles no solo daban frutos, sino que también eran un refugio de alegría y vida.

Mientras escuchaba las canciones de las aves, sintió que su tristeza por la partida del joven comenzaba a desvanecerse. Cada trino era un bálsamo para su corazón, cada danza de las aves un recordatorio de la belleza de la vida. Fue entonces cuando comprendió que la presencia del joven no había sido un adiós, sino un mensaje.

Los sueños continuaron. En ellos, personas desconocidas visitaban a Nelo, susurrándole palabras de gratitud y amor. Le recordaban su bondad, su generosidad y cómo su luz interior tocaba las vidas de quienes la rodeaban. Nelo se sintió transportada, como si flotara en un vaivén de melodías celestiales que resonaban en cada rincón de su ser.

Al despertar, con una sonrisa iluminando su rostro, Nelo llegó a una conclusión:

"El amor espiritual es la conexión más pura, una sinfonía que une almas y trasciende incluso los sueños, transformando la soledad en unidad y la tristeza en esperanza."

Ese día, bajo el mismo cielo que había contemplado en su sueño, Nelo decidió vivir con más intensidad, con más amor y gratitud. Y cada vez que el viento susurraba entre los árboles, sabía que aquel ángel seguía cerca, cuidándola y recordándole que los sueños tienen el poder de transformar realidades.

sábado, 28 de diciembre de 2024

#El arco iris que susurraba sueños


 Era un 28 de diciembre, una mañana peculiar en Silvania. Aunque el verano prometía días despejados, el cielo amaneció cubierto por una espesa nubosidad que parecía luchar por dominar el día. Pero la naturaleza, como siempre, tenía su propio plan: la vegetación brillaba con un verde intenso, las flores lucían radiantes, y el contraste entre la niebla y los colores creaba un espectáculo casi irreal.

A las 5:40 a.m., Kike despertó de un sueño que parecía haberse borrado de su memoria como el rocío al amanecer. Un calambre en los gemelos de su pierna izquierda lo sacó de su descanso. Recordó con una sonrisa que quizás la causa fue el desafío del día anterior: un ascenso de 11 kilómetros que completó en tiempo récord, mientras don Wilson, su amigo y compañero de aventuras, lo alcanzó 45 minutos después en su moto.

Kike se recostó de nuevo y, como era habitual, comenzó a escanear su cuerpo en busca de equilibrio. Cuando llegó a los gemelos, cerró los ojos y realizó su peculiar ritual. Con una caricia invisible, transmitió calor a la zona afectada hasta que el dolor desapareció. Al abrir los ojos, algo en su mente le susurró que ese día guardaba secretos.

Mientras meditaba, un recuerdo lo llevó dos días atrás, a la vereda Panamá. Allí, bajo un cielo que acababa de llorar, don Wilson clausuraba una reunión del grupo "Emprendedores de Seguridad Alimentaria". Kike, en su rincón favorito, tomaba notas en su libreta blanca. Fue entonces cuando un destello de luz lo llamó. Salió al patio, y frente a sus ojos apareció un arco iris tan majestuoso que parecía un puente entre mundos.

—Don Wilson —exclamó Kike emocionado—, tome una foto, ¡esto es una obra celestial!

Don Wilson asintió, pero antes de disparar la cámara, tuvo una idea: pidió a Kike que se colocara frente al arco iris, con su libreta en mano y la mirada perdida en el horizonte. La imagen capturó no solo el momento, sino algo más: una conexión inexplicable entre el cielo, la tierra y los sueños de Kike.

Aquella noche, mientras revisaba la foto que don Wilson le había enviado, Kike sintió un escalofrío, como si el arco iris le hablara.. La belleza de esos colores cruzando el horizonte recordó la portada de su primer libro, Historias que Inspiran la Imaginación. Esa puerta que lleva a un mundo mágico simboliza el viaje que inició hace tiempo, cuando decidió escribir para encontrarse consigo mismo y, al mismo tiempo, compartir esa magia con los demás.. En el silencio de la madrugada, tomó su pluma y escribió:

"Mientras contemplo el arco iris desde mi rincón de escritura, siento que cada color me susurra historias por contar, recordándome que los sueños y las palabras pueden iluminar hasta los días más grises."

Al leer esas palabras, algo mágico ocurrió. En la imagen del arco iris, Kike creyó ver figuras danzantes, como si el universo le revelara secretos que esperaban ser contados. Cerró los ojos y pidió a la Divina Providencia:

"Dame sabiduría e inteligencia, para escribir con acierto, historias que inspiren al mundo."

Cuando despertó, horas más tarde, su mente era un torbellino de ideas. Comprendió que cada historia que escribiera no solo sería un relato, sino una semilla de esperanza para quienes la leyeran.

Esta historia nos invita a recordar que la inspiración está en todas partes: en el cielo, en los colores, en los momentos que nos parecen insignificantes. Y que al escuchar nuestro yo interior, tenemos el poder de transformar el mundo. Solo hace falta la valentía de creer y el deseo de sembrar nuestras propias semillas de esperanza.

lunes, 23 de diciembre de 2024

#"El Secreto del Amanecer: Cuando los Sueños Tocan el Alma"


Era un amanecer tibio y encantador, aquel domingo 22 de diciembre en Silvania. El cielo se desplegaba como un lienzo infinito, teñido de un azul profundo entrelazado con pinceladas de nubes naranjas, blancas y grises, como si el universo mismo hubiese decidido pintar el día con su toque divino. A las 5:22 am, Kike despertó, aún atrapado por las vibraciones de un sueño tan vívido que parecía haber dejado huellas en su alma.

Ese sueño lo transportaba a un lugar irreal: un laberinto de paredes verdes y aromáticas, donde las hojas parecían emitir su propia luz, como si cada una de ellas contuviera la esencia del sol. Un aire melódico envolvía aquel lugar, y una energía indescriptible lo abrazaba con calidez. Mientras repasaba los detalles, Kike sintió que ese sueño guardaba un mensaje oculto, un eco de algo que había pedido al universo mucho tiempo atrás.

Dieciocho días antes, Kike había dedicado sus pensamientos y oraciones a la Divina Providencia, dejando en sus manos dos deseos concretos y un tercero indefinido, un misterio que confió al universo. Los primeros dos deseos se habían cumplido: el primero a mediados del año y el segundo en aquel diciembre, cuando logró escribir su primer libro, un logro que simbolizaba para él el poder de los sueños.

Pero el tercer deseo permanecía velado en el enigma de lo imposible. En su juventud, Kike había deseado algo que, aunque profundamente anhelado, consideraba inalcanzable. Con el paso de los años, desistió de esa idea, dejando que se diluyera en el tiempo, aunque en sus oraciones aún persistía como una esperanza lejana.

Y ahora, en ese sueño, algo poderoso y misterioso le susurraba que el tercer deseo estaba a punto de cumplirse. Una fuerza invisible lo transportaba a un mundo donde lo imposible se disolvía, y Kike sintió, por primera vez, que aquello que había deseado era una realidad al alcance de su espíritu.

Meditó profundamente, dio gracias y se visualizó abrazando ese día con un renovado sentido de propósito. Conectó con cada fibra de su ser, sintiendo la armonía y la paz infinita que emanaban de su interior. Se levantó, envió impulsos de amor silencioso a su esposa, que dormía a su lado, a su hijo en la habitación contigua, y a la naturaleza que rodeaba su hogar. Este gesto, que Kike había aprendido de Deepak Chopra, era un mantra que simbolizaba su conexión con el universo.

Al mirar por la ventana, absorbió la energía celestial del cosmos, sintiendo que estaba en sincronía con algo mucho mayor. Decidió que aquel tercer secreto o deseo se mantendría oculto hasta que se cumpliera, sellado entre él, la Divina Providencia y el universo.

La historia de Kike nos enseña que no hay límites para soñar y que los verdaderos milagros suceden cuando confiamos, actuamos y nos abrimos al infinito potencial de la vida. Los sueños no solo moldean nuestro destino, sino que también nos muestran que lo imposible es simplemente una barrera que se desvanece cuando vemos más allá y dejamos que las cosas sucedan. 

lunes, 16 de diciembre de 2024

#El Viaje Imaginado para un Libro Soñado

Aquella mañana del domingo 15 de diciembre de 2024, en el barrio Granda de Bogotá, el aire frío vestía las calles como un manto invernal, aunque el sol tímido anunciaba un verano resplandeciente. A las 8:30 a.m., don Manuel, un hombre de pasos firmes y alma inquieta, despertó con un zumbido especial: el mensaje de Kike, su viejo amigo y compañero de atletismo.

“El libro está listo. Un sueño materializado”, decía el texto, y con ello, una puerta invisible pareció abrirse en su mente, un portal hacia una aventura que aún no comprendía del todo.

Kike había trabajado con paciencia de orfebre durante años para cumplir un propósito: escribir un libro. “Historias que Inspiran la Imaginación” no era solo un título, era el eco de una promesa, el sueño de alguien que, a través de palabras, intentaba sembrar semillas de cambio en los corazones. Don Manuel, quien desde hacía meses deseaba ese ejemplar, sintió cómo su pecho se llenaba de una emoción tan poderosa como inexplicable.

Tras un par de llamadas y mensajes, acordaron que Linda, la esposa de Kike, traería el libro a Soacha. A las 11:30 a.m., con la impaciencia de un niño y la determinación de un explorador, don Manuel se calzó los zapatos y salió rumbo a la estación San Mateo, como si aquella jornada estuviera destinada a convertirse en leyenda.

Su trayecto comenzó con un andar apacible por las calles de la Primera de Mayo, donde el viento jugaba con hojas danzarinas. Subió a un bus del SITP, pero aquel domingo, Bogotá se había vuelto caprichosa; la ciclovía ralentizaba el mundo y cada semáforo parecía eterno.

“¡Debí caminar hasta la décima!”, murmuró don Manuel, aunque sus pensamientos tenían más de poesía que de queja.

A bordo del G47, sintió que el bus no solo atravesaba estaciones, sino que también lo conducía a través de un tiempo dilatado donde lo cotidiano y lo mágico se fundían. Pero aquel viaje, como todo gran relato, no sería sencillo. Por alguna travesura del destino o del TransMilenio, los transbordos se convirtieron en acertijos, y don Manuel comenzó a vivir su propia odisea urbana.

Primero fue en Centro Mayor donde descubrió que no había conexión; luego Madelena, después Perdomo... Cada parada lo hacía mascullar con sorna:

“¡Esto parece una broma del Chavo del Ocho!”.

Con cada intento fallido, su determinación crecía. Sacó su celular, estudió mapas como si fueran antiguos pergaminos y encontró la respuesta: debía regresar a la estación Venecia. Don Manuel no estaba frustrado, no. En su corazón había una certeza: los sueños siempre ponen pruebas para ver quién está dispuesto a alcanzarlos.

Finalmente, tomó el G43, que avanzó velozmente hasta San Mateo, como si aquel bus también conociera la urgencia de su misión. A las puertas del Centro Comercial Mercurio, Linda lo esperaba con una sonrisa serena, como una guardiana de tesoros.

“Aquí tienes, don Manuel. Un pedacito del alma de Kike”, dijo Linda, mientras extendía el libro.




Él lo tomó con reverencia, como quien recibe un amuleto ancestral. Fueron a un rincón del centro comercial para inmortalizar el momento en fotos, pero no sin antes lavarse las manos con el cuidado ritual que solo él conocía.

El libro, con su portada brillante y su título vibrante, parecía latir entre sus dedos. No era solo un conjunto de páginas; era una promesa cumplida, un sueño impreso que ahora era suyo también. Mientras observaba las letras doradas de “Historias que Inspiran la Imaginación”, don Manuel sintió que, de alguna manera, aquella travesía había sido tan importante como el destino mismo.

Y como todo cuento que enseña algo, él sonrió para sus adentros y concluyó:

“Nunca dejes al azar las cosas que parecen sencillas. Hasta los caminos más cotidianos tienen su propia aventura”.

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