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sábado, 15 de marzo de 2025

#El Amanecer de un Jueves 13 en Villa de las Bendiciones


 El sol apenas asomaba sus primeros destellos tras un cielo nublado cuando Kike despertó con la sensación de haber viajado a un mundo paralelo. Eran las 6:03 a.m., y la brisa templada de 22 grados abrazaba con suavidad el paisaje de Villa de las Bendiciones. Aún con los vestigios de su sueño flotando en su mente, Kike se incorporó con energía, consciente de que el día le deparaba retos y misterios por descubrir. Realizó, su acostumbrada rutina diaria de meditación, lectura y escritura durante tres horas y media.

Su primera misión del día fue dedicarse a su gran pasión: comercializar sus libros. Dedicó parte de la mañana a preparar un envío especial para su amigo William Lozano, quien le había solicitado un ejemplar para regalárselo a su esposa. Con esmero, Kike escribió una dedicatoria con tinta negra sobre una página de papel de algúdon:

"*Para Sonia Milena, gran lectora,

En nombre de tu esposo William, quien te obsequia este libro con el aprecio y amistad que nos une desde hace años. William me ha expresado con emoción su pasión por la lectura y su deseo de apoyarme en la difusión de esta obra.

A través de estas páginas, te invito a sumergirte en relatos que harán soñar, reflexionar y encontrar la inspiración en lo cotidiano. Que cada historia te acompañe y te motive, así como la lectura ha sido una fuente inagotable de conocimiento y disfrute para ti.*"

Kike cerró el sobre con la satisfacción de quien deposita un tesoro en las manos correctas. Pasado el mediodía, salió a realizar el envío y, en el trayecto, su mente vagó hacia un pensamiento recurrente: hace un mes había sido bendecido con la llegada de sus nietos mellizos. Pronto, los visitaría.

Pero el día aún guardaba una prueba para él. A las 3:00 p.m., Kike se propuso encontrar la fundación LEVI, un lugar dedicado al cuidado de ancianos. En un intento previo, la dirección se había convertido en un acertijo sin respuesta. Sin embargo, esta vez, trotó con determinación hasta dar con una vieja casona de muros desgastados y un jardín de girasoles mustios. Golpeó la puerta, y fue recibido por una mirada anciana y profunda. Segundos después, aparecieron don Marcos y el pastor Jorge Mancipe, quienes le abrieron el paso al recinto.

Allí, el aire pesaba con los suspiros de las almas que aguardaban recuerdos. Los ancianos, con miradas extraviadas en el tiempo, se aferraban a la presencia de Kike, como si con ello pudieran evitar desvanecerse en el olvido. Mientras la directora, doña Consuelo, atendía a un representante de la alcaldía para gestionar más alimentos, Kike observaba con el corazón encogido aquella comunidad de soledades compartidas. Al poco tiempo, fue invitado a una merienda de tinto y arroz de leche, mientras exponía su propuesta: organizar un "Banquete del Millón" para recaudar fondos, prometiendo donar el 10% de las ventas de su libro a la fundación.

El entusiasmo encendió las pupilas de doña Consuelo y don Marcos. Al despedirse, Kike sintió que cada apretón de manos era un ruego silencioso por no ser olvidado.

De vuelta en casa, la luna ya se alzaba sobre Villa de las Bendiciones. Preparó su cena: lentejas con arroz, papa salada, carne de cerdo asada y jugo de guatila con azúcar y gotas de limón, un sabor cercano al kiwi. A las 7:30 p.m., con energía renovada, comenzó a escribir en su blog: "Salomé y el Secreto de la Tierra Viva", la historia de una niña prodigio que amaba la naturaleza y cuyo padre defendía el uso de abonos orgánicos para proteger el suelo.

Cuando la 1:00 a.m. marcó el final de su jornada, Kike cerró los ojos con una satisfacción inexplicable. En su mente aún danzaban las miradas de los abuelos de la fundación, acompañadas por un pensamiento: mañana seré un 1% mejor.

miércoles, 12 de marzo de 2025

# "El Martes de las Coincidencias"


 Era un 11 de marzo en una mañana tibia y radiante. El reloj marcaba las 5:40 a.m., y el cielo azul con pinceladas de naranja en sus nubes blancas anunciaba un día especial. En Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse, la sinfonía celestial del canto de los gallos y los pajaritos de colores acompañaba el despertar de Kike.

Abrió los ojos con la mente despejada, dispuesto a comenzar su ritual matutino: meditación, oración y autoobservación. Luego de elevar sus plegarias, se asomó a la ventana y observó una escuadra de aves migratorias surcando los cielos. Con la certeza de que ese martes le traería sorpresas, pidió inspiración para escribir historias que tocaran almas.

Cumplió con los deberes del hogar y dedicó una hora a su maratón de lectura, donde los relatos de Gabriel García Márquez lo transportaban a otros mundos. "¡Qué gran maestro!", pensaba, sintiendo la presencia de Gabo a su lado, como si le susurrara secretos de la narrativa.

A las 10:17 a.m., comenzó a llamar a sus amigos para contarles sobre su nuevo libro. Eduardo, su hermano, fue el primero en contestar y no dudó en comprar un ejemplar. Luego, contactó a Carlos Cárdenas, defensor de los suelos en Silvania, quien le solicitó un blog sobre su causa. Kike aceptó con gusto, pidiendo unos días para entregarlo.

A las 10:54 a.m., marcó a su amiga María Tellez, con quien compartió una amena conversación sobre su nueva faceta como escritor. Sin embargo, varias de sus llamadas quedaron sin respuesta. Fue entonces cuando un presentimiento le estremeció el corazón: tenía pendiente hablar con Marlen.

A las 11:28 a.m., llamó y, al primer timbrazo, ella contestó con asombro:

—¡Kike, justo estaba pensando en ti! Esta mañana, mientras trotaba por el parque San Cristóbal, vi a un atleta que se alejaba y por un instante creí que eras tú. Aceleré el paso para alcanzarte, pero cuando lo logré, me llevé una desilusión. No eras tú... Pero no perdía la esperanza de saber de ti. Horas después, tu llamada me sorprendió.

Kike sintió un escalofrío de emoción. ¡Era como si sus pensamientos hubieran tejido un puente invisible entre ellos! Marlen le prometió que hablaría con sus compañeros del grupo de atletismo para visitarlo y comprar su libro.

Animado por la charla, Kike contactó a Maticas, quien lo felicitó efusivamente y le pidió un ejemplar con dedicatoria para su familia. Luego, envió mensajes a Luz Marina y Adelita, quienes también le hicieron pedidos.

Por la tarde, a las 5:30 p.m., llamó a su amigo Jorge Iván en Medellín, con quien no hablaba desde 1992. La conversación evocó recuerdos entrañables, especialmente sobre William, el hermano de Jorge, quien había confiado en Kike en el pasado. —Mándame cuatro ejemplares mañana mismo—, le pidió Jorge Iván antes de entrar a una reunión.

A las 7:00 p.m., Kike llamó a don José, presidente del Club Deportivo Chaskis, quien también le expresó su apoyo y le encargó un libro.

Aquella noche, Kike se acostó con una sonrisa de gratitud. La vida lo había sorprendido con conexiones inesperadas, con encuentros que parecían guiados por un hilo invisible del destino. Mientras cerraba los ojos, se preguntó qué nuevos misterios le depararía el día siguiente.

… Esta historia, continuará.

jueves, 27 de febrero de 2025

#Kike y el Secreto del 26 de Febrero


 El amanecer del 26 de febrero despertó envuelto en un velo de misterio. El reloj marcaba las 5:40 a.m. cuando Kike abrió los ojos tras un sueño profundo. Desde su ventana, observó el horizonte teñido de sombras y neblina, como si la mañana escondiera un secreto. El canto de las aves de colores anunciaba el inicio de un día incierto, pero prometedor. Inspirado por la atmósfera mística, Kike meditó, oró y escribió sus afirmaciones diarias, rituales que eran su brújula en cada jornada.

Tras su sesión matutina, realizó su rutina de ejercicios y preparó un desayuno con los frutos de su huerta: banano, naranja, chocolate caliente, huevos cocidos y pan con mermelada de guayaba casera. Con el aroma de la mañana impregnando la cocina, Kike se sentó a escribir en su blog. Mientras revisaba sus fotos en Google, un recuerdo lo atrapó: tres años atrás, exactamente un 26 de febrero de 2022, había compartido un día inolvidable con sus compañeros del grupo San Cristóbal en Bogotá.



Aquel sábado, Kike había salido trotando desde su casa en el barrio Olaya hasta la entrada del ascenso a Monserrate, recorriendo más de seis kilómetros antes de encontrarse con sus amigos a las 5:30 a.m. Mientras ellos temblaban de frío, Kike irradiaba energía y los animaba con su espíritu indomable. La profesora Jenny, sorprendida por su resistencia, le preguntó:

—Kike, ¿tú no te cansas ni te lesionas? ¡Eres una proeza viviente!

Sonriendo, Kike respondió:

—Gracias por tus palabras, Profe. Me inspiran a convertirme en el mejor atleta máster de todos los tiempos.

Ese día, con la convicción tatuada en su alma, Kike ascendió Monserrate sintiéndose invencible. No era vanidad, sino el poder de la mente manifestando su grandeza. Sus camisetas llevaban la frase: "Kike, el mejor", y aunque el mundo dudara, él sabía que la verdadera fortaleza nacía en el pensamiento.


La nostalgia se disipó cuando el reloj marcó las 2:00 p.m. Kike tenía una cita literaria en la biblioteca de Silvania. Cargó su mochila con ejemplares de su libro "Historias que inspiran la imaginación" y emprendió el camino. Antes de salir, su amigo Víctor le envió una foto: estaba en su sala, leyendo su libro. Un escalofrío de emoción recorrió a Kike. Su historia, su esencia, estaba tocando almas.

Al llegar a la biblioteca, Liliana lo recibió con un cálido abrazo y lo presentó a un selecto grupo de lectores apasionados: Don Jorge Valdirí y Edilberto Silva, críticos de poesía; José Carvajal, joven escritor; y Damaris Mendoza y Rubén Lopera, ávidos lectores. La sesión fue intensa. Se debatió sobre versos que llamaban al corazón "una maldita máquina", y Kike defendió que el corazón era la voz del alma. Luego, al hablar del tiempo y el sufrimiento, recordó una enseñanza de Eckhart Tolle:

—"El final del sufrimiento surge cuando la mente deja de aferrarse al pasado y al futuro. Solo el presente es real".

Los asistentes quedaron absortos. De repente, el tiempo pareció esfumarse y, sin darse cuenta, eran las 4:30 p.m. Habían estado tan inmersos en la conversación que la realidad parecía haber perdido su curso. Se despidieron con la promesa de reunirse en 18 días. Don Jorge, con un brillo en los ojos, le dijo a Kike:

—No todo el mundo escribe un libro. Felicidades, muchacho.

De regreso a Villa de las Bendiciones, Kike preparó un almuerzo especial: frijoles con cebolla entera y zucchini amarillo, arroz integral con verduras, papa salada, carne de cerdo frita y jugo de zanahoria. Saboreó cada bocado con gratitud, reflexionando sobre lo vivido.

Esa noche, al acostarse, una certeza lo envolvió: el 26 de febrero tenía un poder especial en su vida. Un portal que conectaba su pasado, su presente y su destino. Al cerrar los ojos, se preguntó: ¿Qué aventuras me deparará el mañana?

…Esta historia continuará.

lunes, 24 de febrero de 2025

#24 Horas de Drama, Aventuras y Emociones en Bogotá: El Viaje de Kike, segunda parte



 

Kike llegó al barrio Olaya sobre las 10:17 a.m. con la misión de entregar un ejemplar de su libro a su entrañable amigo, el ingeniero Carlos Estrada, quien solía ser su cliente en el corresponsal años atrás. Sin embargo, Carlos no se encontraba, por lo que su hijo, con la misma amabilidad y carisma que su padre, recibió el libro con respeto y gratitud.

Más tarde, Kike visitó a su amiga Nohora, quien días atrás había comprado un ejemplar. Con emoción le compartió:

—Tu libro tiene magia, Kike. Cada capítulo me transporta a una nueva historia y me llena de inspiración. Lo recomendaré en el exterior a mis amigos y familiares para que lo adquieran en sus respectivos idiomas.

Ese cálido elogio llenó de orgullo a Kike, quien agradeció sinceramente antes de continuar su camino. Su siguiente parada fue el negocio de óptica de Mónica, una mujer emprendedora cuya sonrisa amable siempre recibía con calidez a sus clientes. Luego, visitó a Doris, administradora y vendedora en otra óptica, quien se mostró entusiasmada con la idea de leer su libro y le pidió a Kike compartirle más de sus blogs.

El recorrido continuó con Natalia, una administradora de óptica con gran don de escucha, quien recordó con nostalgia las visitas que solía hacer al corresponsal de Kike. Al enterarse de su libro, lo felicitó y prometió mantenerse en contacto para adquirir un ejemplar.

Más adelante, Kike se encontró con don Nelson, un emprendedor dueño de varias ópticas, quien había guardado la tarjeta de Kike desde hacía una semana. A pesar de no ser un lector frecuente, quedó intrigado con la trama del libro y prometió comprar un ejemplar en los próximos días.

En su camino, Kike pasó por la casa de su amigo de tertulias, Juan Carlos Murillo, cuya familia quedó fascinada al escucharlo narrar con emoción sus aventuras en Silvania. Sus ojos reflejaban asombro y admiración mientras Kike compartía sus historias. Convencidos por la pasión del autor, acordaron adquirir un ejemplar.

Siguiendo su trayecto por la carrera 19C rumbo a la avenida Primero de Mayo, Kike visitó a su antigua cliente y amiga Johana en su negocio, Artesanos del Colchón. Johana se alegró de verlo y, con un abrazo fraterno, lo felicitó por su transición de comerciante a escritor. Kike compartió sus blogs y Johana quedó en adquirir su libro muy pronto.

A las 12:06 p.m., Kike abordó un SITP con destino al barrio Sosiego Sur. Su primera parada fue en el restaurante La Pasión, donde entregó un ejemplar de su libro a su amigo Leo, velocista y chef. Leo, ocupado con la creciente clientela, recibió el obsequio con gratitud mientras los comensales hojeaban el menú del día. Kike le dedicó unas palabras a él y a su hijo Mateo:

Para Leo y Mateo Pineda
"A dos velocistas de élite, Leo y Mateo Pineda, cuyo esfuerzo y constancia los han llevado a conquistar podios y triunfos. Su disciplina es prueba de que el éxito se construye día a día. Que este libro sea un impulso para seguir desafiando sus propios límites y alcanzar nuevas metas."

Más tarde, Kike visitó la oficina de su amigo fondista y batallador, Alex Durán. Sin dudarlo, Alex adquirió un ejemplar, y Kike le dedicó estas palabras:

Para Alex Durán
"A mi gran amigo y fiel seguidor de mis blogs, un verdadero soldado en el campo de batalla del asfalto, los senderos y la montaña. Tu espíritu de fondista es digno de admiración, y tu lema resuena como un grito de guerra: 'No los quiero ver caminando en las carreras'. Que este libro te motive a soñar, reflexionar y seguir creciendo sin límites."

Posteriormente, en La Victoria, Kike se encontró con su amigo y rival en carreras, Óscar Herrera, quien le hizo un inesperado regalo: una estufa eléctrica de dos puestos que tenía guardada y sin usar. Entre charla y risas, Kike lo invitó a visitar Silvania junto a sus amigos Alfonso y Nancy, otros apasionados del atletismo.

Más tarde, Kike llegó a casa de sus suegros, donde fue recibido con alegría. Sin embargo, la preocupación por la salud de su nieta Taly era evidente. A través de una audiollamada, la animaron con palabras de aliento. Taly, aunque aún recuperándose, se sintió fortalecida por el apoyo de su familia. Su querida suegra, con el cariño de siempre, le ofreció un almuerzo delicioso: caldo de papa con carne, arroz, vegetales y una refrescante Coca-Cola. Antes de partir, sus suegros, con generosidad, le obsequiaron un mercado y golosinas para sus nietos Juanpis y Daniel Santiago.

A las 5:04 p.m., Kike partió rumbo a Soacha, haciendo transbordos en Transmilenio hasta llegar a su destino. Allí, entregó parte del mercado y dulces a su hijo Juanpis y a su nieto Daniel Santiago. En un emotivo encuentro, intentó animar a su yerno Henry, quien atravesaba un momento difícil.

—No te desanimes ante esta prueba que Dios te ha puesto. Sigue adelante, tú puedes —le dijo Kike con firmeza.

Henry, con la voz quebrada por la emoción, respondió:

—Pero qué prueba tan difícil, querido suegro...

Con un fuerte abrazo, Kike se despidió de su esposa Linda, su hijo y sus nietos mellizos. A las 6:21 p.m., abordó una flota rumbo a Silvania, llegando a Villa de las Bendiciones a las 7:47 p.m. Algo cansado, pero con la satisfacción de una jornada productiva, escribió una parte del blog antes de sumirse en un sueño profundo a las 9:36 p.m.

Así culminaban 24 horas de emociones, encuentros y momentos inolvidables. Una auténtica epopeya de un héroe moderno, real, de carne y hueso, cuya historia aún tiene muchas páginas por escribir. ¿Qué nuevas aventuras le esperarán a Kike en Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parece detenerse?

Esta historia continuará...

 

 



 

domingo, 23 de febrero de 2025

#24 Horas de Drama, Aventuras y Emociones en Bogotá: El Viaje de Kike, Primera Parte


 Era un viernes 21 de febrero. El reloj marcaba las 7:20 p.m. desde el mirador del segundo piso en Villa de las Bendiciones, "donde el tiempo parece detenerse". Kike contemplaba el cielo, buscando inspiración. Sabía que aquella noche sería especial: conocería a sus nietos mellizos en Soacha y entregaría unos libros en Bogotá.

El aire estaba impregnado de la fragancia del caballero de la noche, una esencia que siempre lo acompañaba en sus momentos de reflexión. "Extrañaré este aroma", pensó, inhalando profundamente, mientras la brisa nocturna le acariciaba el rostro.

Al salir rumbo al parador Los Carreteros y Choriloco, un expreso Bolivariano se detuvo unos instantes, como si el destino lo estuviera esperando. Subió a bordo a las 7:38 p.m., preguntándose qué nuevas aventuras le depararía el camino. El trayecto fue sorprendentemente rápido, sin trancones, permitiéndole sumirse en una meditación profunda.

A las 8:35 p.m., llegó a Soacha y se dirigió a la casa de su hija Taly. Linda, quien lo recibió, le dio una noticia inquietante: Taly y su esposo Henry habían salido de urgencia a la clínica San Rafael. Ella había sufrido un sangrado tras la cesárea realizada el 13 de febrero, cuando nacieron los mellizos.

Kike sintió su corazón latir con fuerza. Conoció a sus nietos, sintiéndose bendecido por ese regalo de la vida, pero la preocupación empañaba su felicidad. Poco después, Henry llamó para informar que Taly se había desmayado justo al ingresar a urgencias. Kike y Linda se miraron con angustia. Mientras Linda y Yadira, la hermana de Henry, se quedaban a cuidar a los mellizos, él intentó descansar. Meditó, rogando a la Divina Providencia por la salud de su hija.

La noche transcurrió entre incertidumbre y oración. A las 4:59 a.m., tras apenas dos horas y media de sueño, despertó con la actitud de un gladiador dispuesto a enfrentar el día. Se arregló sin la intención de entrenar, pues el agotamiento pesaba sobre él. Linda le preparó el desayuno y, justo cuando se disponía a salir rumbo a Bogotá, el teléfono sonó: era Henry. Con alivio, le comunicó que Taly estaba estable y en observación.

Con el alma un poco más ligera, Kike se despidió de Linda, sus nietos y Yadira. Partió hacia Bogotá con renovada energía. Al llegar, tomó el TransMilenio desde la estación San Mateo hasta la Gran Estación, y luego un SITP hasta el Parque Simón Bolívar. Sus compañeros del Club ADES ya habían terminado de entrenar y se encontraban estirando. Lamentó no haber podido acompañarlos, pero el cariño con el que lo recibieron disipó cualquier pesar.

Yaneth Rivera, presidenta del club, les recordó que el Campeonato Distrital estaba cerca y aprovechó la ocasión para presentar el libro de Kike, "Historias que Inspiran la Imaginación". Con entusiasmo, recomendó su lectura, destacando su encanto y emoción.


Kike compartió su historia con cada integrante. German Arévalo y Maribel adquirieron el libro sin dudarlo, y él les dedicó unas palabras antes de inmortalizar el momento con una fotografía. Luego, Yaneth lo conectó con Luis Aponte, antiguo miembro del club. Juntos, acordaron escribir un libro sobre la historia del Club ADES, un legado de más de 50 años. Para ello, Luis se encargaría de enviar fragmentos sobre su evolución, mientras que Yaneth pediría a los integrantes que compartieran sus relatos para completar la trilogía que Kike tenía en mente.

Entre abrazos, risas y fotografías, la reunión llegó a su fin. Kike se despidió con una energía renovada y partió hacia el barrio Olaya.

¿Qué nuevas aventuras lo esperarían en ese incierto día 22 de febrero?

Esta historia, continuará...



jueves, 13 de febrero de 2025

#"El Salto de Fe de Kike"


 Era un 11 de febrero de 2025, a las 6:00 a. m., en Silvania. La mañana despertaba con un aire apacible y misterioso. Una nube gigante, teñida con pinceladas de color naranja, cubría la casa de Kike, mientras en el horizonte se divisaban nubes grises que presagiaban lluvias en la tarde. En "Villa de las Bendiciones", donde el tiempo parecía detenerse, Kike aguardaba con expectación un correo crucial: la respuesta de la agente literaria en España sobre la fase final de la comercialización de su libro a nivel mundial.

Había prometido no revisar su correo ni mensajes hasta completar su rutina matutina: ejercicios de meditación, oración y reflexiones escritas, además de la lectura continua de dos libros clave en su crecimiento personal: uno de Gabo, para enriquecer su léxico, y otro de Osho, para fortalecer su motivación. No fue sino hasta las 9:00 a. m. cuando finalmente abrió su bandeja de entrada. Ahí estaba el esperado mensaje de María del Mar, su agente literaria de LETRAME.

La noticia era un hito en su carrera: debía cambiar su perfil en Instagram acorde a su nueva vocación de escritor para que la editorial pudiera compartir su contenido con el mundo. Además, le concedían una entrevista... pero hasta mayo. Sin embargo, había una segunda opción: enviar un video de un minuto o minuto y medio para que ellos lo publicaran en sus reels.

La emoción inicial dio paso a una ola de incertidumbre. Por dos horas, Kike se sintió abrumado. Sabía que el éxito de su libro no dependía exclusivamente de la editorial, sino de su capacidad para convencer al mundo de la importancia de su obra. La idea de exponerse a través de un video lo inquietaba, pero finalmente, tras una hora de meditación, llegó a una conclusión ineludible:

—No hay de otra. Tendré que atreverme a dar ese salto cuántico hacia la fama. Pero no lo hago por la fama, lo hago porque quiero que mi mensaje llegue a millones de personas en el mundo.

Con renovada determinación, miró la cantidad de libros que se publicaban diariamente en todas las plataformas y, con el alma en vilo, pidió a la Divina Providencia la inspiración necesaria para crear un video que cautivara a su audiencia. Se sentó a escribir el libreto, ensayó múltiples veces frente a su celular, grabó y borró, perfeccionando cada toma. Se dio un plazo de una semana para tener el video listo.

Por la tarde, a las 3:30 p. m., su celular sonó. Era su entrañable amigo Óscar Rico, su cómplice literario desde sus días en Bogotá. Antes de que Kike pudiera contarle sobre el video, Óscar le lanzó una sugerencia inesperada:

—Hermano, ¿por qué no haces un handstand en el video? Es una forma única de hacerte notar. Tienes un don para escribir diferente a muchos escritores.

La propuesta lo tomó por sorpresa, pero al instante encajó con su objetivo.

—¡Qué coincidencia, mi hermano! Justo me pidieron un video para convencer al mundo de la importancia de mi primer libro. Ya que lo mencionas, mándame unos tips para hacer handstands. También he estado pensando en narrar mis blogs por audio para la gente que no gusta de leer.

Óscar, emocionado, le respondió:

—¡Esa es la actitud, Kike! Y, por cierto, necesito que me envíes un ejemplar con una dedicatoria para mí, mi esposa y mis hijas.

—¡Por supuesto, hermano! Envíame la dirección y los nombres para la dedicatoria. Mañana mismo te lo mando.

Más tarde, chateó con su amigo Manuel Céspedes, quien, con su sabiduría y generosidad de siempre, le sugirió cuidar la ambientación y el vestuario para que el video tuviera un impacto visual poderoso.

Esa noche, en lugar de terminar su blog, se dedicó a cambiar su nombre de usuario en Instagram, alineándolo con su nueva identidad como escritor. A la 1:00 a. m., finalmente se acostó, visualizando el gran salto que estaba por dar: una presentación ante el mundo, con el objetivo de transformar corazones a través de sus escritos inspiradores.

domingo, 9 de febrero de 2025

#Bendición en la Cima: Un Mensaje del Cielo


 Era un domingo 9 de febrero, a las 6:00 p.m., cuando la noche comenzaba a envolver Villa de las Bendiciones en su manto estrellado. Kike, tras un día sumergido en la lectura de "Gabo periodista" y en la escritura de algunas reflexiones, sintió una extraña presencia. Desde la mañana, una energía invisible lo rodeaba, observándolo en silencio, como si un mensaje celestial estuviera a punto de revelarse. De pronto, un recuerdo lo golpeó con la fuerza de un relámpago: había sentido esa misma presencia un domingo 14 de enero de 2018, en una mañana nublada y fría en la Plaza de Bolívar, en Bogotá.

Aquel día, a las 7:00 a.m., Kike se encontraba puntual en un desafío con sus amigos del Club ADES. Hilba Prada, Luz Marina Fresno, Gladys Luna, Belén Cagua, Campo Elías, Olga, Humberto Palacios y su eterno rival y amigo de infancia, Julio César Trejos, estaban listos para una prueba de resistencia: escalar el Cerro de Guadalupe desde la Plaza de Bolívar. El recorrido sería desafiante, un ascenso implacable que los llevaría por la calle 9 hasta el barrio Egipto, luego por la carretera vía a Choachí, y finalmente, por un sendero empinado de casi dos kilómetros hasta las puertas del santuario.

El aire frío mordía la piel, y cada zancada era un reto contra la gravedad. El sudor caía como lluvia en los rostros de los corredores, pero Kike, sintiendo la fuerza de algo más grande que él mismo, se sobrepuso al cansancio. Con un tiempo de 1:19:54 y una distancia exacta de 12 km, fue el primero en coronar la cima. En ese instante, se sintió como un ciclista conquistando una etapa del Tour de Francia. Su corazón latía con la intensidad de un tambor de guerra.

Mientras recuperaba el aliento, un grupo de monjas descendía sonriente desde el santuario. Sus hábitos blancos brillaban con una luz etérea, y Kike, sintiéndose envuelto en una sensación de paz inexplicable, les pidió la bendición. Una idea lo asaltó de repente: debía tomarse una foto con ellas. En aquel instante, una emoción electrizante lo recorrió de pies a cabeza. Sentía que esos seres de blancas vestiduras eran ángeles disfrazados de monjas, mensajeras de algo divino. Un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Acaso ese encuentro tenía un significado oculto?

Hoy, 9 de febrero, esa misma presencia lo observaba de nuevo. Algún mensaje se cernía sobre él, invisible pero palpable. Mientras escribía este blog, su amigo Deiby le envió un video de la remodelación de su antigua casa. La alegría invadió a Kike al ver cómo Deiby la había modernizado tal como él mismo hubiera querido hacerlo. Con el corazón latiendo de emoción, le escribió un mensaje:

Hola Deiby,

Quiero expresarte mis más sinceras felicitaciones. Has logrado hacer brillar esa casa de una manera admirable. Tu esfuerzo y dedicación son verdaderamente inspiradores. Dios siga bendiciéndote y guiando cada paso de tu camino. Eres un ejemplo a seguir y mereces todo el éxito del mundo.

Un afectuoso abrazo y mis mejores bendiciones para ti y tu linda familia.

De vuelta a sus recuerdos, Kike revivió aquel momento en Guadalupe. Después de la foto con las monjas, sus amigos del Club ADES llegaron a la cima. Julio César, su eterno rival y compañero de carreras, lo felicitó con una sonrisa cómplice. Entraron a la iglesia, oraron en silencio y, tras inmortalizar la hazaña en fotografías, descendieron en colectivo hasta el centro de la ciudad.

Aquella fue una aventura inolvidable, un encuentro con lo divino que Kike nunca olvidaría. Hoy, al sentir de nuevo aquella presencia mística, comprendió que todo estaba conectado. El pasado y el presente se entrelazaban en un susurro celestial, recordándole que la voz del alma es el puente hacia lo divino. En el silencio de la noche, con la pluma en la mano y el calor de su brazo escribiendo, Kike supo que vivía en el aquí y el ahora. Y que, escuchando con atención, podía descifrar los mensajes del cielo.

lunes, 27 de enero de 2025

#"El Guardián de los Sueños y Secretos de la Bahía"


 Era una fría mañana de junio de 1982 en Bogotá, cuando los amaneceres se vestían de heladas y los copetones eran apenas un susurro en los frondosos árboles. En ese entorno gélido y bullicioso, un joven llamado Kike, de apenas 17 años, comenzaba su jornada como cuidador de carros en la bahía de la Notaría Novena, ubicada en el barrio Chicó. Aunque llevaba solo tres meses en el trabajo, su uniforme azul de paño y la cachucha de vigilancia que le había obsequiado el notario, el Dr. Joaquín Caro, eran símbolos de un sueño cumplido.

Aquel puesto, aparentemente humilde, había sido un regalo del destino. Kike recordaba con claridad el día en que, luego de innumerables intentos fallidos y bajo la insistencia de su madre, se plantó por última vez frente a la oficina del Dr. Joaquín. El notario, con su mirada severa y sus dudas, se rascó la cabeza antes de ofrecerle una oportunidad inesperada: "No hay más vacantes, pero puedes cuidar los carros de la bahía. Tendrás un contrato indefinido, un uniforme nuevo, y, quién sabe, quizás algo más".

La emoción desbordó a Kike, quien aceptó de inmediato. Con el cheque en mano que le entregó el notario, fue a un almacén de renombre y adquirió un traje Manhattan y unos zapatos de la misma marca, cumpliendo así un sueño de juventud. A partir de ese lunes 15 de marzo, Kike empezó a trabajar con orgullo, ocultando su elegante atuendo bajo la cachucha de celador.

Los días transcurrían entre propinas generosas y los saludos de los clientes, hasta que algo inusual comenzó a suceder. De pronto, lujosos Mercedes Benz llegaban en fila, entrando con velocidad al edificio contiguo a la bahía. Hombres de porte imponente, vestidos con trajes finos, bajaban de los autos y siempre saludaban a Kike con una sonrisa.

Un día, la rutina de Kike cambió radicalmente. Desde la oficina más alta del edificio, fue llamado por uno de los hombres más carismáticos que había visto jamás: Gonzalo Rodríguez Gacha, quien, con su camisa de lino blanco, botas de cuero y carriel paisa, irradiaba una mezcla de poder y misterio. Gonzalo lo miró fijamente y, tras un breve silencio, sacó un fajo de billetes de una gaveta y los colocó en el bolsillo de Kike.

"Cuida bien de mis carros, Kike", le dijo con una sonrisa que parecía esconder un secreto más grande que la ciudad misma. Aunque las palabras eran simples, algo en su tono provocaba una inquietante mezcla de fascinación y suspenso.

Esa tarde, al revisar su bolsillo, Kike descubrió con asombro que Gonzalo le había regalado cincuenta mil pesos, una suma que multiplicaba varias veces su salario mensual. Aquella fortuna inesperada le permitió disfrutar de mejores almuerzos, ropa nueva y fragancias exquisitas. Sin embargo, las palabras de Gonzalo resonaban en su mente: "Cuida bien de mis carros".

Meses después, el Dr. Joaquín lo llamó a su oficina para ofrecerle un ascenso. Pero, al mismo tiempo, una noticia estremecedora sacudió a Bogotá: Gonzalo Rodríguez Gacha, el hombre que había sido tan generoso con Kike, resultó ser uno de los narcotraficantes más buscados del país.

Kike entendió entonces el significado de aquellas palabras y de la desbordante generosidad. Reflexionó sobre las oportunidades y las elecciones que el destino pone en nuestro camino. Aunque el origen del dinero de Gonzalo había sido oscuro, Kike nunca dejó de valorar las lecciones que aprendió: la importancia de la dignidad en el trabajo, la gratitud y el esfuerzo por alcanzar las metas con integridad.

Esta historia no solo relata el encuentro entre un joven soñador y un hombre envuelto en sombras, sino que nos invita a reflexionar sobre cómo los caminos de la vida pueden cruzarse de manera inesperada, moldeando nuestro carácter y nuestras aspiraciones.

viernes, 24 de enero de 2025

#VIVIR LA VIDA CON PASIÓN: UNA HISTORIA QUE INSPIRA LA IMAGINACIÓN


 Érase una mañana del 24 de enero, 6:13 a.m. La serenidad de los cielos en Silvania era un espectáculo de tonos azulados con nubes como copos de algodón. El cantar de los pájaros de colores componía una sinfonía alrededor de Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parecía detenerse. Kike despertaba con una energía impresionante, sintiéndose inspirado por fuerzas divinas. Esta vez, se despertó más tarde de lo acostumbrado, y antes de levantarse, recapituló el día anterior, donde se había puesto el reto de leer 150 páginas de "El Quijote de la Mancha" de Miguel de Cervantes Saavedra. Solo logró leer cerca de 100 páginas, pero estaba decidido a alcanzar la meta hoy.

Fascinado por la obra, se sintió identificado con la frase: "Hay que vivir la vida de manera genuina, con pasión, a pesar de lo que piensen los demás", como lo expresaba el profesor Ilan Stavans años atrás. Kike recordó la evaluación que la Editora LETRAME le envió en septiembre de 2024 sobre su primer libro: "Historias que inspiran la imaginación". La valoración fue positiva, destacando su estilo poético, inspirador y reflexivo, así como su capacidad para conectar lo cotidiano con lo espiritual. La narrativa fluida, accesible y cargada de valores humanos como la resiliencia y la empatía fue reconocida por la editorial, y Kike sintió que su esfuerzo estaba dando frutos.

Fue a comienzos de octubre cuando, a pesar de los tropiezos, como el daño de su computador y la ausencia de Linda por dos meses, logró sobrevivir haciendo los quehaceres del hogar y puliendo su obra hasta eliminar cualquier error. Quería un libro fuera de serie, donde cada historia nacida de sus experiencias dejara un mensaje de motivación que llegara a millones de personas. Condensó su libro en 48 capítulos con 234 páginas y una sinopsis que reflejaba su esencia.

A veces, las historias más grandes no están en los eventos grandiosos ni en los giros dramáticos del destino. Están en los momentos cotidianos, en las decisiones pequeñas pero valientes que transforman una vida. Este libro recoge las experiencias de personas comunes que, enfrentadas a desafíos y adversidades, encontraron el coraje de ser diferentes, de elegir la bondad, la perseverancia y el amor por encima del miedo y la duda.

A través de relatos de esfuerzo, resiliencia y crecimiento, Jaime Humberto Sanabria nos recuerda que la verdadera fortaleza está en lo que construimos cada día, en la constancia de no rendirse y en el poder de los sueños que persisten a pesar de todo. Cada personaje es un reflejo de las posibilidades infinitas que todos llevamos dentro.

"Historias que inspiran la imaginación" se lanzó a nivel mundial el 12 de diciembre a través de Amazon, Kindle, Google Books y varias plataformas digitales, tanto en formato físico, bajo demanda, digital y audiolibro. Se puede encontrar en varias librerías del mundo buscando en Google: "Historias que inspiran la imaginación" de Jaime Humberto Sanabria.

Kike siente que sus escritos han evolucionado sorprendentemente, lo confirman los blogs que publica casi a diario y que han dado la vuelta al mundo, según las opiniones de quienes han leído su libro. Su deseo es dejar un legado con sus mensajes en cada capítulo, transformando a cada lector. Kike espera que la editora de España le envíe algunos ejemplares, ya que sus amigos en Bogotá los han encargado, y espera con ansias ser contactado para entrevistas en España sobre su obra. Actualmente, está terminando su segundo libro, que vendrá cargado de emoción, aventura, drama y misterio para el deleite de sus lectores, con la certeza de que será un éxito mundial.

lunes, 16 de diciembre de 2024

#El Viaje Imaginado para un Libro Soñado

Aquella mañana del domingo 15 de diciembre de 2024, en el barrio Granda de Bogotá, el aire frío vestía las calles como un manto invernal, aunque el sol tímido anunciaba un verano resplandeciente. A las 8:30 a.m., don Manuel, un hombre de pasos firmes y alma inquieta, despertó con un zumbido especial: el mensaje de Kike, su viejo amigo y compañero de atletismo.

“El libro está listo. Un sueño materializado”, decía el texto, y con ello, una puerta invisible pareció abrirse en su mente, un portal hacia una aventura que aún no comprendía del todo.

Kike había trabajado con paciencia de orfebre durante años para cumplir un propósito: escribir un libro. “Historias que Inspiran la Imaginación” no era solo un título, era el eco de una promesa, el sueño de alguien que, a través de palabras, intentaba sembrar semillas de cambio en los corazones. Don Manuel, quien desde hacía meses deseaba ese ejemplar, sintió cómo su pecho se llenaba de una emoción tan poderosa como inexplicable.

Tras un par de llamadas y mensajes, acordaron que Linda, la esposa de Kike, traería el libro a Soacha. A las 11:30 a.m., con la impaciencia de un niño y la determinación de un explorador, don Manuel se calzó los zapatos y salió rumbo a la estación San Mateo, como si aquella jornada estuviera destinada a convertirse en leyenda.

Su trayecto comenzó con un andar apacible por las calles de la Primera de Mayo, donde el viento jugaba con hojas danzarinas. Subió a un bus del SITP, pero aquel domingo, Bogotá se había vuelto caprichosa; la ciclovía ralentizaba el mundo y cada semáforo parecía eterno.

“¡Debí caminar hasta la décima!”, murmuró don Manuel, aunque sus pensamientos tenían más de poesía que de queja.

A bordo del G47, sintió que el bus no solo atravesaba estaciones, sino que también lo conducía a través de un tiempo dilatado donde lo cotidiano y lo mágico se fundían. Pero aquel viaje, como todo gran relato, no sería sencillo. Por alguna travesura del destino o del TransMilenio, los transbordos se convirtieron en acertijos, y don Manuel comenzó a vivir su propia odisea urbana.

Primero fue en Centro Mayor donde descubrió que no había conexión; luego Madelena, después Perdomo... Cada parada lo hacía mascullar con sorna:

“¡Esto parece una broma del Chavo del Ocho!”.

Con cada intento fallido, su determinación crecía. Sacó su celular, estudió mapas como si fueran antiguos pergaminos y encontró la respuesta: debía regresar a la estación Venecia. Don Manuel no estaba frustrado, no. En su corazón había una certeza: los sueños siempre ponen pruebas para ver quién está dispuesto a alcanzarlos.

Finalmente, tomó el G43, que avanzó velozmente hasta San Mateo, como si aquel bus también conociera la urgencia de su misión. A las puertas del Centro Comercial Mercurio, Linda lo esperaba con una sonrisa serena, como una guardiana de tesoros.

“Aquí tienes, don Manuel. Un pedacito del alma de Kike”, dijo Linda, mientras extendía el libro.




Él lo tomó con reverencia, como quien recibe un amuleto ancestral. Fueron a un rincón del centro comercial para inmortalizar el momento en fotos, pero no sin antes lavarse las manos con el cuidado ritual que solo él conocía.

El libro, con su portada brillante y su título vibrante, parecía latir entre sus dedos. No era solo un conjunto de páginas; era una promesa cumplida, un sueño impreso que ahora era suyo también. Mientras observaba las letras doradas de “Historias que Inspiran la Imaginación”, don Manuel sintió que, de alguna manera, aquella travesía había sido tan importante como el destino mismo.

Y como todo cuento que enseña algo, él sonrió para sus adentros y concluyó:

“Nunca dejes al azar las cosas que parecen sencillas. Hasta los caminos más cotidianos tienen su propia aventura”.

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