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lunes, 2 de junio de 2025

# “El Tinto del Destino y la Providencia”


 Era un viernes 23 de mayo, en un rincón encantado del mundo donde el tiempo se esconde entre la neblina de los suspiros de la tierra: Villa de las Bendiciones, Silvania, un lugar donde los amaneceres parecen cuadros pintados por la mano de Dios, y el canto de las cigarras rompe la noche como un eco de secretos antiguos.

A las 3:42 de la madrugada, Kike abrió los ojos con una certeza extraña: ese no sería un día cualquiera. A pesar de no saber qué le esperaba, confiaba. La vida le había enseñado, con pruebas tan duras como la pérdida de su celular, que todo lo que se suelta con fe, regresa con bendición. Desde entonces, había forjado dentro de sí una fe inquebrantable, esa que nace de tocar fondo y descubrir que siempre hay una mano invisible sosteniéndote.

Se levantó como de costumbre, con la disciplina de un alma guerrera: oración, meditación, ejercicios de fortalecimiento mientras cargaba el celular de Juanpis, todo acompañado del aroma del tinto y una aromática que preparaba con amor para su jornada de ventas. A las 5:10 a.m., vestido con su mejor presentación, salió rumbo al Hospital Ismael Silva. Ese día, sus tintos volaron como bendiciones líquidas: fue una mañana de ventas exitosas y de espíritus conectados.

A las ocho, en la plaza central, se reunió con su socio Wilson García y la ingeniera Marta Poveda. Don Wilson le ofreció unos huevos cocidos y un tinto con sabor a hermandad. Conversaron sobre metas, sueños y caminos por recorrer. Inspirado, Kike continuó su recorrido: famas, veterinarias, supermercados... su nombre empezaba a sonar entre los comerciantes como el del hombre del tinto que llevaba esperanza en cada sorbo.

A las 11:35 a.m., volvió a su hogar en Villa de las Bendiciones, donde Linda, su compañera y guardiana del amor, lo esperaba con un desayuno celestial: changua con huevo, arepa cocida, chocolate espumoso. Tras descansar un poco, ella le preparó de nuevo los termos con ese elixir que solo él sabía convertir en caricia para el alma.


A las 2:30 p.m., retomó su ruta. Pensaba ir a Fusa, pero una voz interior lo hizo quedarse. El universo tenía otros planes. Su recorrido fue más sereno, como si algo estuviera por revelarse. A las 4:23 p.m., cuando subía con sus termos casi vacíos, se cruzó con el profesor Robinson, quien bajaba en mototaxi conversando precisamente... ¡sobre él y su libro!

—¡Sorpresas te da la vida! —pensó Kike al escuchar su nombre desde el mototaxi.

El profesor lo llamó:

¡Kike! Véndeme dos tintos... y dime, ¿llevas ejemplares de tu libro “Historias que Inspiran la Imaginación”?

Con una sonrisa de asombro y gratitud, Kike respondió:

¡Claro que sí, profe! Aquí los tengo.

Véndeme uno, por favor, y hazme una dedicatoria mientras saboreo este tinto.

Kike, sentado en el andén, escribió de corazón unas palabras al maestro mientras este y su conductor disfrutaban la infusión aromática. Tan delicioso les pareció el tinto, que el profesor pidió otro.

—Este tinto está hecho con amor, profe —dijo Kike—. Lleva canela, clavo, anís… y una pizca de fe.

Compartieron un pasabocas, una conversación y una foto con el libro. El conductor, emocionado, le dijo:

Este es el tinto que Silvania merece. Te felicito, Kike. ¡Siempre que te vea, te compro!

Así, Kike sumó un nuevo cliente y una nueva historia. Luego, pasó por el taller de sus amigos Andrés y Juan, quienes, como por arte de magia, le habían recuperado su celular perdido. ¡Todo estaba regresando a su lugar!

Regresó a su hogar al caer la noche. Linda lo esperaba con un almuerzo digno de reyes: fríjoles, plátano maduro, papa salada, carne de cerdo asada y un jugo de tomate de árbol que sabía a cielo. Mientras comían, compartieron las anécdotas de la semana y celebraron los pequeños milagros que la vida, y la fe, les seguían regalando.

Kike descansó un rato. Cuando abrió los ojos, ya era medianoche. Se acostó tranquilo, con una sonrisa de gratitud. En su corazón, la Divina Providencia había vuelto a tocar su puerta: había recuperado su celular… y vendido un libro que, quizás, cambiaría más vidas de las que él imaginaba.

Y aún más le esperaba…

Tenía una cita con el alcalde el jueves 29 de mayo, para presentarle una propuesta que llevaba meses preparando.

Y el viernes siguiente, una llamada sorpresiva desde Soacha cambiaría su rumbo.

¿Quién lo llamaría?
¿Qué propuesta llevaría al alcalde?
¿Qué nuevas bendiciones tejería el destino para Kike?

…Esta historia continuará…

sábado, 3 de mayo de 2025

#Un Sueño Llamado Palabra




 El nacimiento de una marca literaria y una nueva corriente que desafía el tiempo

En una remota aldea llamada Villa de las Bendiciones, donde la naturaleza susurra secretos al oído del viento y los días parecen diluirse en un tiempo sin relojes, amaneció un martes 29 de abril con una frescura mágica. Eran las 5:15 a. m. cuando Kike despertó tras un breve sueño de tres horas. En otra habitación, Juanpis, su pequeño hijo y compañero de aventuras, aún irradiaba una energía sorprendente pese a haber pasado en vela la noche anterior.

Kike no recordaba su sueño, pero algo en el aire le decía que aquel día no sería uno más. Tenía 45 minutos para alistarse. Gracias a su previsión, ya todo estaba preparado desde la noche anterior. Bañó a Juanpis, se bañó él mismo, preparó el desayuno y, con dulzura, vistió a su hijo. A las 6:00 a. m., salieron rumbo a su cita con el destino.

A las 6:12 a. m. llegaron frente a la alcaldía de Silvania, justo a tiempo para encontrarse con Jheraldine, la coordinadora del grupo de emprendedores de la Casa de la Mujer. Poco a poco fueron llegando los demás participantes. A las 6:36 partió el mismo bus que los había llevado el día anterior a la Feria del Libro, esta vez rumbo a una capacitación muy especial.

Durante el recorrido recogieron más soñadores desde Subia, San Raimundo y Granada. Mientras el verde paisaje desfilaba por la ventana, Juanpis se quedó dormido en el regazo de su padre, quien lo contemplaba con ternura.

Kike creía que el destino era la Cámara de Comercio de Cazucá, y así lo pensaba también Linda, su esposa, que acompañaba a su hija Taly. Pero cuando el bus pasó de largo, Kike se alarmó. Se acercó a Jheraldine y esta le aclaró que la capacitación era en la sede Kennedy. De inmediato llamó a Linda, quien aunque algo contrariada, aceptó tomar otro transporte. Cuando llegó, Kike ya le tenía reservado un puesto junto a Juanpis, con silla y computador. Nada era casualidad.

Comenzó entonces la capacidad transformadora de un día mágico. La facilitadora Monik Yeps, mujer de sabiduría luminosa, los guiaba en un taller llamado “Diseña tu Marca”. Fue en ese instante, entre palabras que tejían futuros y sueños que tomaban forma, que nació oficialmente una idea poderosa:

“Jaime Humberto Sanabria – Historias que inspiran lo cotidiano”,
una marca literaria, pero también un movimiento de alma y palabra.



En el descanso, Kike, Linda y Juanpis se tomaron una foto que el corazón ya había capturado antes: los tres caminando juntos hacia un propósito mayor.

Como broche de oro, Kike presentó su libro ante más de 20 asistentes. El aplauso no fue solo por el texto, sino por la historia viva que lo acompañaba. Al final, agradeció como siempre a los facilitadores, y al misterio de la vida que ese día le había permitido compartir en familia lo que tanto soñaba.

Luego, todos vivieron una experiencia de realidad virtual. A Linda y a Kike les fascinó; a Juanpis, no tanto: prefería seguir explorando su propio universo a través del celular. A las 3:00 p. m., el bus partió de regreso a Silvania. Linda se despidió con amor para quedarse en Soacha, ayudando a su hija Taly, quien en febrero había dado a luz a mellizos.

El camino de vuelta fue sereno. Muchos dormían profundamente. Kike se despertó justo al llegar a Subia. Miró su reloj: 46 minutos desde Soacha. A las 5:04 p. m., padre e hijo llegaron nuevamente a Villa de las Bendiciones.

En casa, Kike calentó el almuerzo que había dejado listo: una sopa de conchitas con verduras y pollo, acompañada de arroz, papa, plátano maduro, maíz pira y pollo criollo frito, con un jugo de lulo que sabía a infancia.

Esa noche, Kike no solo se acostó a dormir. Se acostó a soñar despierto. La imagen vivida en la Cámara de Comercio germinaba dentro de él, como una semilla con fuego. Quería crear una nueva corriente literaria basada en su experiencia, en su verdad.

Y escribió una frase para su próximo libreto:

“Sigo soñando porque las palabras terminan por cambiar el mundo,
y jamás, jamás… jamás se apagan.”

Esa semana tenía una lectura pendiente:
“Milagros que se cumplen” de William Thomas Tucker.
Algo en su interior le susurraba que ese libro le revelaría un secreto aún oculto.

¿Qué misterio encerraba esa lectura que parecía estarle llamando en sueños?

…Esta historia, apenas comienza.

jueves, 3 de abril de 2025

#El Despertar de Kike y la Profecía del Sueño


 Era un martes 2 de abril, en una tibia mañana de invierno en Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parecía detenerse. El canto de los pájaros de colores, el ladrido de los perros y el sonido de los gallos componían una sinfonía mágica en Silvania. El reloj marcaba las 6:13 a.m. cuando Kike despertó tras pocas horas de sueño. Se había acostado a las 2:45 a.m., absorto en la tarea de ayudar a su amiga Maticas con un resumen de Juan Salvador Gaviota. No dudó en hacerlo, pues su talento para crear contenido le impulsaba, además de que quería cumplir la promesa hecha a doña María: escribir un blog sobre su visita a Villa de las Bendiciones.

Como cada mañana, realizó su rutina de meditación, oración y escritura. A las 8:46 a.m. bajó a la sala, donde doña María y su madre conversaban. Se saludaron y Kike, con su gesto hospitalario, preparó un tinto con pan tajado y mermelada casera de guayaba, hecha por sus propias manos.

Fue entonces cuando la conversación tomó un giro inesperado.

—Kike, anoche Juanpis estuvo inquieto —dijo su madre con un dejo de preocupación en la voz—. No paraba de deambular por los corredores.

—Encendía y apagaba las luces una y otra vez —añadió doña María—. A veces se oía su voz como la de un bebé, otras como un niño... y en algunos momentos, como un adulto. Era como si estuviera jugando con alguien que no podíamos ver.

Kike sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No había notado nada; el sueño lo había vencido por completo. Pero aquellas palabras, pronunciadas con inquietud, avivaron en él una vieja angustia.

Sabía que la condición de Juanpis iba más allá de lo comprensible para muchos. Desde los tres años le habían diagnosticado autismo, una realidad que Kike había aceptado con amor y determinación. Sin embargo, la falta de recursos le había impedido brindarle la atención que realmente necesitaba.

—Kike, no pierdas la fe —dijo doña María con ternura—. Hay un camino para Juanpis, y ese camino se abrirá.

El joven escritor sintió un nudo en la garganta. En su interior, una certeza tomó forma: su libro debía resonar en el mundo. Era la llave para darle a Juanpis la vida que merecía. Sabía que aún no había alcanzado el impacto que deseaba, pero contaba con amigos que creían en él. Y eso, de alguna manera, era también una luz de esperanza.

Kike, queriendo expresar su gratitud, preparó un chocolate caliente con pan tajado y huevos criollos cocidos. Mientras servía, doña María le extendió un billete.

—Quiero un ejemplar de tu libro para mi hijo. Y otro para mí —dijo con una sonrisa cálida.

Conmovido, Kike tomó su pluma y, con letra firme, escribió una dedicatoria:

María, amiga entrañable que llevo en mi corazón, admiro profundamente tu espíritu emprendedor y tu capacidad inagotable de crear belleza a través de tus artesanías. Eres una fuente de inspiración, una mente creativa que transforma ideas en piezas únicas. Que este libro te motive a seguir explorando tu talento, a soñar en grande y a continuar dejando huella con tu arte.

Con el sol de la tarde iluminando sus rostros, doña María y su madre partieron rumbo a Bogotá. Kike las acompañó hasta la flota Cootransfusa, despidiéndose con gratitud. Sentía nostalgia por su partida, pero también una renovada determinación. Aquellas palabras de aliento habían encendido una chispa en su corazón.

Aquella noche, antes de dormir, Kike dejó el primer borrador de su próximo blog, inspirado en un recuerdo memorable del 1 de abril de 2017. También tomó una decisión: a partir de ese día, velaría porque Juanpis se durmiera primero, aunque ello significara pasar noches enteras en vela.

Al día siguiente, Kike tendría un encuentro literario con lectores voraces y un poeta llamado Josué. ¿Qué planes le aguardaban? ¿Qué aventuras le deparaba el destino a este héroe de carne y hueso, que expresaba la verdad de su alma con claridad y convicción?

Esta historia, continuará...

lunes, 3 de febrero de 2025

#El Poder de Escribir Todos los Días: Un Salto Cuántico Hacia el Alma


 Érase una noche fresca, 6:57 p.m. del 3 de febrero. Acaecía un día caluroso en Villa de las Bendiciones, en donde el tiempo parece detenerse en Silvania. Kike recordaba sus quehaceres del día, ya escritos en su diario. Hacía unos momentos, había recordado a su amigo Alex del Banco AV Villas en Bogotá, quien estaba pasando por un mal momento. Alex le había respondido sobre el blog que le compartió, #“Silvania, Tierra de Promisión e Inspiración”, con un mensaje lleno de gratitud:

-Esta historia nos enseña que la paciencia y la calma en momentos difíciles son clave para la armonía interior, y que aquello que nace del alma, con amor y propósito, siempre encontrará su camino hacia los corazones que necesitan inspiración. Ufffff: Gracias, don Kike, parece un evangelio!!!

Kike, conmovido, le respondió:

-Amén⁠😇⁠🙏. Ya ve que leer la Biblia a diario también me ha contribuido literalmente a escribir con evocación.

Alex contestó:

-Se nota-. -Yo todos los días hago oración y escucho la palabra en un grupo de un sacerdote.

A lo que Kike le respondió: 

-Qué bueno, Alex-. Le sugiero escribir el Padre Nuestro todos los días, ojalá en hojas en blanco. A propósito, voy a hacer un blog con referencia al tema.

-Estaré muy pendiente del blog —dijo Alex, mientras Kike se despidió con un “Ok” y emoticones de bendiciones.

En el transcurrir del día, Kike reflexionó sobre esa práctica diaria que realizaba como si fuera un ritual sagrado, al igual que desayunar cada mañana. Llevaba más de ocho años escribiendo el Padre Nuestro al despertar. Recordó que hace aproximadamente ocho años había visto en televisión un programa de Jorge Duque Linares, quien recomendaba escribir el Padre Nuestro todos los días, afirmando:

  • Si nos tomamos nuestro tiempo, meditamos en las líneas de la oración y le pedimos a Dios que nos hable, el Padre Nuestro puede ser una poderosa herramienta para convertirnos en personas que reflejen cada vez más el amor y la vida de Jesús en este mundo. Imagínense lo que pasará en su vida interior si lo escriben a diario… Se acordarán de mí en algunos años.

Desde aquel día, Kike comenzó a escribirlo en sus cuadernos. Se preguntaba si tal vez fue en ese momento cuando sin querer inició su carrera de escritor. Cinco años después, decidió escribir el Padre Nuestro en hojas en blanco (pero esa, pensó, será otra historia para contar en otro blog). Con el tiempo, fue incorporando el Ave María, el Gloria al Padre y el Ángel de mi guarda.

Al llegar a Silvania, se le ocurrió escribir el título del Padre Nuestro con la mano izquierda y el resto con la derecha. Pero hoy, el 3 de febrero, por primera vez lo escribió completamente con la mano izquierda. Para su sorpresa, le quedó entendible y bien trazado, lo que lo fascinó. Investigó sobre los beneficios de esta práctica y descubrió que escribir con la mano no dominante mejora la coordinación, la agilidad mental y la función cerebral.

Beneficios de escribir con la mano izquierda

  • Mejora la función cerebral: Al escribir con la mano no dominante, se activa el hemisferio opuesto del cerebro, lo que puede mejorar la función cognitiva.

  • Mejora la coordinación: La escritura con la mano no dominante ayuda a entrenar la mano para realizar movimientos precisos.

  • Mejora la agilidad mental: Realizar tareas con la mano no dominante desafía la concentración y las habilidades cognitivas.

  • Mejora la resolución de problemas: La escritura a mano obliga a reflexionar y organizar los pensamientos, lo que puede ayudar a identificar y resolver problemas de manera más efectiva.

  • Desarrolla la ambidestreza: Con la práctica constante, se puede desarrollar la ambidestreza.

  • Desarrolla la neuroplasticidad: Es una forma de desafiar al cerebro para que desarrolle la neuroplasticidad, que es la capacidad de trasladar datos de un grupo neuronal a otro.          

Al reflexionar sobre ello, Kike comprendió que todo en la vida es un proceso de descubrimiento. Cada pequeño gesto, por simple que parezca, puede representar un salto cuántico hacia el despertar de talentos ocultos. La clave está en la constancia. Tal vez, en algún rincón del universo, Dios ya sabía que ese niño que un día comenzó a escribir oraciones en un cuaderno estaba destinado a convertirse en un escritor.

Además, aquella noche había sido especial en Silvania. Un impresionante acercamiento de la Luna y Venus adornaba el cielo, un espectáculo nocturno digno de admiración. Bajo ese manto celestial, Kike sintió que la escritura diaria no solo era un hábito, sino un puente hacia la reflexión y el autoconocimiento.

Esta historia llena de valores nos enseña el arte de descubrir en nosotros mismos cosas sencillas que se encuentran ocultas y que debemos explorar. Representa un verdadero salto cuántico en nuestras vidas y, con el tiempo, nos permite descubrir el talento que nos hace únicos y a imagen y semejanza de nuestro Creador.

Y tú, ¿qué pequeño hábito podría llevarte a descubrir el talento que te hace único?

miércoles, 22 de enero de 2025

#Kike visita sus orígenes: la montaña, la casa de su abuelo y donde conoció a Linda


 Eran las 9:46 de la mañana del 21 de enero, una mañana tibia y soleada con una temperatura de 24 grados en el parador Los Carreteros, en Silvania. Kike, con una mezcla de nostalgia y emoción, abordó un colectivo de la empresa Taxis Verdes que lo llevaría a Soacha, donde realizaría unas diligencias antes de dirigirse a la ciudad de Bogotá. Su destino final era la casa de don Ricardo Salamanca, quien junto a su esposa Dora Vanegas y su hijo Samuel lo esperaban para recibir un ejemplar de su libro: “Historias que inspiran la imaginación”.

El recuerdo de la llamada de don Ricardo en diciembre pasado le arrancó una sonrisa. Con voz entusiasta, su amigo le había dicho: "Te felicito por tu primer libro, pero por favor aparta el primero para mí, lo quiero comprar". Aquella tarde, Kike disfrutó de un almuerzo en una pescadería del barrio Olaya, donde compartieron un delicioso sancocho de pescado, arroz de coco, róbalo, ensalada y limonada. Entre risas y anécdotas, entregó el libro con una dedicatoria especial y su autógrafo, sintiéndose profundamente agradecido por el gesto de sus amigos y que al día siguiente kike les envió un escrito de agradecimiento.



Antes de continuar su viaje, Kike visitó a viejos conocidos del Olaya: doña Jessmin, doña Luisa, don Edwin y doña Yosmary. Luego, abordó un SITP hacia el barrio San José Sur Oriental, donde su corazón latía con fuerza al acercarse a la casa de su infancia. Aquella humilde morada rodeada de frondosa naturaleza había sido testigo de sus primeros sueños, de las historias que su abuelo y tío le contaban sobre sus antepasados y de los juegos interminables bajo el cielo despejado. Hoy, la casa era un moderno edificio de tres pisos, rodeado de nuevas construcciones que ocultaban la vista de la majestuosa Serranía del Zuque, su musa de la niñez.

Con cada paso que daba, Kike sentía como si el tiempo se plegara sobre sí mismo, mezclando pasado y presente en un torbellino de emociones. Las risas de su niñez parecían susurrar entre los muros, y el aroma del viejo fogón de su abuelo aún impregnaba el aire. Su corazón se estremeció cuando recordó la tarde en la que descubrió un viejo baúl lleno de cartas de su abuelo, quien siempre le hablaba de un tesoro escondido en la montaña. ¿Sería verdad o solo una historia más de su imaginación infantil?

El destino lo guió al salón comunal del mismo barrio, donde conoció a Linda, su amada esposa, en una tarde de 1990. Revivió en su mente aquel primer encuentro cargado de timidez y magia, un momento que cambiaría su vida para siempre. Luego, visitó fugazmente a sus suegros, quienes lo sorprendieron con un generoso mercado y los sabios consejos de su suegra, cuyo amor y ternura lo hicieron sentir como un hijo más. Con el corazón rebosante de gratitud, Kike partió nuevamente hacia Villa de las Bendiciones, en Silvania, donde Linda y su hijo Juanpis lo esperaban ansiosos. Durante el trayecto, aprovechó el tiempo para escribir y reflexionar sobre su jornada.

Al día siguiente, Kike envió un emotivo mensaje de agradecimiento a su suegra y cuñada:

"Querida suegra,

Muchas gracias por el generoso mercado que nos obsequiaste ayer. Tu detalle nos llenó de alegría y gratitud. También agradezco sinceramente los sabios consejos que me diste. Los tendré muy en cuenta y los valoro mucho.

Me conmueve especialmente tu preocupación por mi hijo Juanpis. Tu amor y cuidado hacia él significan mucho para mí. Que Dios te multiplique tu bondad y generosidad.

Y querida Edith, mi cuñada,

Gracias por las deliciosas arepas que me obsequiaste. Sé que las preparas con mucho esmero y amor, y eso las hace aún más especiales.

Con gratitud y cariño, Kike, el mejor escritor."

Esta historia nos enseña que cultivar la gratitud nos libera de muchas ataduras interiores y que visitar los lugares donde vivimos una niñez inolvidable tiene múltiples beneficios, como:

  1. Reconexión emocional: Revivir recuerdos felices genera bienestar y gratitud, fortaleciendo nuestra identidad y sentido de pertenencia.

  2. Sanación personal: Ayuda a cerrar ciclos y sanar heridas del pasado, permitiendo reflexionar sobre el crecimiento personal.

  3. Renovación de la inspiración: Redescubrir esos lugares despierta la creatividad y fomenta la apreciación de las pequeñas cosas.

  4. Fortalecimiento de relaciones: Compartir experiencias con seres queridos refuerza los lazos afectivos.

  5. Reducción del estrés y ansiedad: Regresar a entornos familiares proporciona tranquilidad y seguridad.

  6. Valoración del presente: Comparar el ayer con el hoy nos ayuda a apreciar los logros y a visualizar nuevas metas.

  7. Exploración cultural y social: Permite ver cómo han cambiado esos lugares con el tiempo y conectar con las personas que formaron parte de nuestra infancia.

Revisitar esos sitios es una excelente manera de reconectar con uno mismo y recargar energías para seguir adelante con una visión renovada.

lunes, 20 de enero de 2025

#Soltar es amar


 Érase un 16 de noviembre de 2024. Jostin David Cubillos cumplía 16 años, pero en su corazón pesaba el recuerdo de su amada abuela, quien había fallecido un año atrás. Sus jóvenes padres, Carolina Orjuela y Mauricio Cubillos, le organizaban una fiesta de cumpleaños como cada año, con globos, pastel y la presencia de sus hermanos, tíos y amigos. Sin embargo, esa celebración escondía una preocupación latente: Jostin había perdido el año escolar. No por falta de inteligencia, sino por su falta de compromiso y responsabilidad.

Desde pequeño, Jostin había sido un niño amado y protegido. Sus padres, responsables de cuatro hijos más, le habían dado todo lo mejor que pudieron ofrecer: los mejores colegios, juguetes, viajes, y cada año, una celebración especial rodeado de amor. Con su cabello rubio dorado y ojos claros como la miel, Jostin era irresistible para quienes lo rodeaban; su sonrisa picarona y su encanto natural lo hacían el centro de atención.

Pero algo dentro de él no encontraba sosiego. La mudanza de su madre y hermanos al campo, en busca de una vida más tranquila y próspera, dejó a Jostin solo en la ciudad junto a su abuelo y tío. La soledad llenó su vida de un vacío inquebrantable, y pronto, los días aburridos se tornaron en búsqueda de emociones en lugares incorrectos. Con el tiempo, las malas amistades y las tentaciones de la ciudad se convirtieron en su escape. La droga se infiltró en su vida como un susurro seductor, prometiendo llenar el vacío con la ilusión de nuevas experiencias.

Carolina, una madre fuerte pero vulnerable ante el amor por su hijo, no soportaba verlo alejarse cada día más. Su corazón se debatía entre permanecer a su lado y protegerlo o dejarlo partir hacia un destino incierto. Con lágrimas en los ojos, le propuso una nueva vida en el campo, rodeado de naturaleza y amor, pero Jostin rechazó la idea. “Mami, yo te amo, pero no puedo con mis hermanos,” le dijo una noche, mientras su mirada reflejaba un conflicto interno que ni él mismo podía comprender.




La decisión más difícil llegó rápidamente. El 19 de noviembre de 2024, Carolina y Mauricio, con el corazón dividido, enviaron a Jostin a Estados Unidos, donde viviría con su familia paterna. Allí, lejos de su hogar, enfrentaría desafíos que lo llevarían a conocer la responsabilidad, el esfuerzo y, quizás, el valor de lo que dejaba atrás.

"Con fe, amor y esperanza, Jostin comienza su nuevo camino"

El aeropuerto el Dorado de Bogotá, fue testigo de una despedida cargada de emociones. Carolina lo abrazó con fuerza, sintiendo que soltarlo era también amarlo. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras susurraba, “Hijo, recuerda que siempre estaré aquí para ti.” Jostin asintió con los ojos cristalinos, tratando de disimular el miedo a lo desconocido.

El avión despegó y con él, la esperanza de un nuevo comienzo. Carolina y Mauricio regresaron a casa con la incertidumbre de si su hijo encontraría su camino o si este sería un viaje sin retorno.

La historia de Jostin apenas comienza...

sábado, 18 de enero de 2025

#"Un Encuentro en Villa de las Bendiciones"

Era un 17 de enero. Amanecía en el barrio Montebello, en Bogotá. El reloj marcaba las 5:00 a.m., y la ciudad despertaba bajo un manto de frescura con 11 grados que prometían un día soleado. Jane abrió los ojos, sintiendo una chispa de emoción mientras miraba a George, su esposo, aún medio dormido. "Hoy será un día especial", pensó, esbozando una sonrisa.

La noche anterior, a las 7:09 p.m., Jane había llamado a Kike para avisarle de su visita al día siguiente. "Kike, vamos a bajar mañana a visitarte", le dijo con entusiasmo. "Vendremos con George y papá; queremos sorprenderlo en el camino." La voz de Jane transmitía emoción, y aunque Kike estaba agotado por las jornadas previas, respondió con alegría. "¡Los espero con ansias!", contestó, sintiendo cómo el anuncio iluminaba su noche.

A la mañana siguiente, Jane y George habían planeado una sorpresa adicional para Alfonso, su padre, quien dormía en la habitación contigua. Además del descanso en el Club de la Policía en Melgar, pasarían primero por Villa de las Bendiciones, donde vivía Kike.

La familia partió a las 5:45 a.m. en un vehículo que parecía guiado por el destino. La carretera estaba envuelta en una neblina tenue, y cada curva del camino parecía susurrar promesas de reencuentro.

En Villa de las Bendiciones, Kike ya estaba despierto desde las 4:32 a.m., con el corazón lleno de expectativa. Aunque la llamada de Jane había despejado la incertidumbre, algo en su interior le decía que este encuentro sería único. A pesar del cansancio acumulado de haber recorrido 53 kilómetros en los días anteriores, se levantó con energía renovada.

Comenzó su rutina habitual: oración, meditación, yoga, y lectura, mientras un gallo cantaba anunciando el amanecer. Todo parecía estar cargado de un simbolismo especial. Cuando el reloj marcó las 8:30 a.m., Kike salió hacia la alcaldía para reunirse con un cliente, pero algo lo detenía en el aire: una sensación de que algo grande estaba por suceder.

Al cruzar un puente, su teléfono sonó. Era Jane. "Estamos aquí, justo al final del puente", dijo ella con voz emocionada. Kike detuvo el auto y, al mirar hacia el horizonte, vio cómo el coche de su hermana se acercaba. Todo parecía estar en cámara lenta. Al abrir la puerta trasera y ver a su padre, un torrente de emociones lo invadió.

—¡Qué alegría, papá! —dijo Kike con lágrimas en los ojos mientras abrazaba a Alfonso, a quien no veía desde hacía más de cinco años.
—Hijo, ¡qué felicidad verte de nuevo! —respondió Alfonso, con la voz quebrada por la emoción.

El encuentro fue como si el tiempo se detuviera, rodeado por un aura cálida que parecía provenir del cielo mismo.

Juntos fueron a la alcaldía, realizaron algunas compras en Silvania, y luego se dirigieron a Villa de las Bendiciones. Allí, Linda los recibió con un café humeante que emanaba un aroma inconfundible de la región. En la mesa los esperaban jugos de naranja recién exprimidos, huevos criollos y chocolate caliente, un banquete que sabía a hogar.

Mientras compartían, recordaron anécdotas de su infancia, como las noches en las que Alfonso llegaba tarde, un poco tomado, y preparaba huevos revueltos que comía con Kike en la intimidad de la madrugada. La casa parecía llena de ecos del pasado, risas y lágrimas.

Jane, emocionada, compró a Kike un ejemplar de su libro "Historias que Inspiran la Imaginación". Kike lo firmó con una dedicatoria que quedó grabada en el corazón de su hermana:

"Para mi querida hermana,
Eres un pilar fundamental en mi vida, un faro que ilumina con tu amor, fortaleza y bondad. Este libro, que nace del corazón, lleva en sus páginas un pedacito de los valores y las enseñanzas que hemos compartido. Gracias por ser mi inspiración y por recordarme que los sueños se logran cuando se alimentan con dedicación y fe.
Con todo mi cariño,
Kike."

El reloj marcaba el mediodía cuando Jane, George y Alfonso se despidieron para continuar su camino hacia Melgar. Kike y Linda los vieron alejarse, conmovidos por el rastro de amor que dejaban atrás. El sol brillaba intensamente sobre Villa de las Bendiciones, un lugar donde los recuerdos y los lazos familiares eran el verdadero tesoro.

Moraleja: Los momentos compartidos con nuestros seres queridos son joyas que el tiempo no puede borrar. Cultivar el amor, la lealtad y la bondad es el mayor legado que podemos dejar. 

lunes, 13 de enero de 2025

#"Semillas de Amor: Una Mañana de Encuentros y Magia"


 Era una madrugada fresca, sábado 11 de enero. El reloj marcaba las 4:41 am cuando Kike despertó de un sueño profundo y reparador. Abrió los ojos y, desde su cama, observó un cielo oscuro pero despejado a través de la ventana. Había llegado el día en que cumpliría un propósito trazado el día anterior: visitar la vereda Panamá Alta, en el sector La Guaca, para conocer la finca Semillas de Amor, hogar de su amiga Nelo.

La historia con Nelo había comenzado semanas atrás, en una encuentro literario celebrado en Zeratena, en Silvania, donde habían compartido escritos y sueños. Desde ese momento, algo especial resonó entre ellos, como si sus caminos estuvieran predestinados a cruzarse.

Tras realizar su rutina matutina de meditación, plegarias y ejercicios, Kike se despidió de su esposa Linda, quien le preparó un desayuno sencillo pero lleno de amor: un banano, un café y una arepa recién hecha. Partió trotando con entusiasmo, mientras la brisa de la mañana le acariciaba el rostro y los cantos de las aves multicolores creaban una sinfonía natural que lo acompañaba en cada paso.

En su trayecto de más de 9 kilómetros, Kike se sumergió en un paisaje mágico: palmeras majestuosas, árboles frutales que parecían susurrarle secretos, y un cielo que se teñía de tonos cálidos a medida que avanzaba el día. Al perderse brevemente entre los caminos serpenteantes, fue la tecnología la que lo ayudó a reencontrar su rumbo, como si una fuerza invisible lo guiara hacia su destino.

Al llegar, Nelo lo recibió con un abrazo cálido y un vaso de masato fresco, acompañado de una sonrisa que irradiaba hospitalidad. Allí conoció a Mariana, la talentosa hija de Nelo, quien a sus 17 años tocaba el piano, la guitarra y el clarinete como si canalizara una magia ancestral en cada nota. Kike se sorprendió al descubrir que Nelo, además de escritora, era una pintora excepcional, cuyos cuadros decoraban las paredes de la finca con historias visuales llenas de color y emoción.




La visita, que inicialmente sería breve, se extendió gracias a la calidez del hogar. Entre conversaciones y risas, Nelo preparó un desayuno con huevos cocidos, café y jugo de naranja recién exprimido, todo cosechado en la finca. Kike compartió con ellos ejercicios de yoga y abdominales, los cuales Nelo grabó con la intención de incorporarlos a su propia rutina diaria.

Mientras exploraba la finca, Kike se encontró con cultivos rebosantes de vida y una tortuga que se desplazaba con la serenidad de quien guarda los secretos del tiempo. Cada rincón del lugar parecía estar imbuido de una energía especial, como si Semillas de Amor fuera un refugio donde la naturaleza y el alma se encontraban.

Al mediodía, la familia se reunió para almorzar. Jorge David, el esposo de Nelo, llegó justo a tiempo, recibiendo de su esposa e hija un abrazo lleno de amor y complicidad. Kike quedó conmovido al presenciar la unión y armonía de aquel hogar humilde pero lleno de riqueza espiritual.


Antes de partir, Nelo le obsequió plantas medicinales, frutas frescas y, sobre todo, momentos inolvidables. Kike regresó trotando, con el corazón lleno de gratitud y un nuevo sentido de inspiración. Al llegar a casa, sembró las plantas junto a Linda, sellando así el recuerdo de un día extraordinario                                        

Esa noche, Kike escribió una carta de agradecimiento a Nelo, quien respondió con palabras que resonaron profundamente en su corazón. Ambos reconocieron la belleza de una amistad sincera y la importancia de los pequeños gestos que transforman la vida cotidiana en algo extraordinario.

Enseñanza:
En Semillas de Amor, Kike descubrió que la verdadera abundancia no está en lo material, sino en la generosidad del espíritu y en los lazos de amistad que se cultivan con amor y respeto.

sábado, 11 de enero de 2025

#El último vuelo de Oreo


 En los albores de un diciembre en Armenia, entre risas y caricias, Oreo había encontrado un hogar. Su pequeña presencia iluminaba cada rincón de la casa, una perrita que, desde el primer momento, se integró a la familia como si el destino la hubiese guiado allí. Incluso la gata, que hasta entonces había sido la reina solitaria del hogar, compartía con ella juegos y aventuras. La noche del 24 de diciembre, bajo el resplandor de las luces navideñas, las dos eran inseparables, como si un lazo mágico las uniera.

Sin embargo, la alegría no siempre permanece impasible frente al paso del tiempo. La mañana del 26, Oreo comenzó a mostrarse extraña, más tranquila de lo habitual, con una mirada que parecía perderse en algún rincón del universo. Su falta de apetito y su quietud comenzaron a preocuparnos, aunque intentamos justificarlo como un día de pereza tras las fiestas.

Cuando la situación empeoró, el día siguiente trajo consigo un peso en el aire. Oreo apenas bebía agua y su pequeño cuerpo se debilitaba. Fue entonces cuando los días se tiñeron de angustia. Cada momento junto a ella se volvió un acto de fe. Maryi no se separaba de su lado, observándola con tristeza y una mezcla de impotencia y esperanza. "Debes resistir", pensaba, mientras intentaba alimentarla, pero Oreo, cada vez más frágil, solo buscaba rincones oscuros, lugares donde el mundo no pudiera alcanzarla.

El 28 de diciembre amaneció con una extraña calma, esa que precede a las despedidas más dolorosas. En la penumbra de la sala, Maryi se sentó junto a Oreo, acariciando su pequeño cuerpo que apenas tenía fuerzas para responder. A media mañana, Oreo levantó la cabeza y, con unos ojos que reflejaban una profunda melancolía, la miró directamente. Fue una mirada que llevaba consigo todas las palabras que nunca podrían ser dichas, como un colibrí que se despide antes de emprender su último vuelo. Cerró sus ojos y partió, dejando tras de sí un silencio pesado, interrumpido solo por el eco de los recuerdos.

Mientras los niños preguntaban por ella, decidimos contarles que Oreo había volado a un lugar donde los campos son infinitos y el sol nunca deja de brillar. Un lugar donde ella correría y jugaría con otros perritos, libre como un colibrí que se eleva hacia el cielo, dejando una estela de amor y dulzura en su vuelo final.

Maryi, con los ojos llenos de lágrimas, supo que Oreo había venido para enseñarles algo profundo: el amor incondicional, la fragilidad de la vida, y la importancia de valorar cada instante compartido. Así quedó su recuerdo, como un pequeño ser que, aunque breve, dejó una huella imborrable. Una historia que, aunque envuelta en lágrimas, continuará en cada rincón de sus corazones.

Oreo, con su pequeño y efímero vuelo, dejó un legado de amor, resiliencia y gratitud. Su historia es una invitación a vivir cada día con propósito y a abrazar cada momento como si fuera único.

domingo, 5 de enero de 2025

#Noche de Ensueño de Nelo


 Era un viernes 3 de enero, cuando el reloj marcaba las 6:00 a.m. en la finca: Semillas de Amor, sector La Guaca, en la vereda Panamá Alto, en Silvania. Nelo, una mujer cuya mirada reflejaba calma y profundidad, despertó con el suave murmullo de la naturaleza. El rocío de la mañana decoraba las hojas y un delicioso aroma a café recién preparado llenaba el aire. Desde la ventana de su habitación, contemplaba un amanecer celestial. El cielo, pintado en tonos de azul y naranja, parecía un lienzo divino que le susurraba al alma.

Mientras sostenía su taza de tinto, Nelo recordó un sueño que la había envuelto durante la noche. Cerró los ojos por un momento, y su mente la transportó de nuevo a aquel mundo etéreo que aún palpitaba en su corazón.

En el sueño, Nelo estaba recostada sobre una colina cubierta de hierba suave, bajo un cielo que comenzaba a vestirse con los colores de un atardecer de su amada Silvania. Los rayos del sol se filtraban entre los árboles, proyectando luces doradas sobre el paisaje. Fue entonces cuando un joven apareció a lo lejos. Su andar era pausado, casi como si flotara, y sus ojos tenían una intensidad que hipnotizaba.

El joven, de cabellos ondulados y rostro sereno, llevaba puesta una túnica blanca que parecía reflejar la luz del crepúsculo. Al llegar a un altar improvisado bajo un viejo árbol, inclinó la cabeza y, con las manos juntas, murmuró una oración. Nelo, que lo observaba escondida tras un mechón de su cabello, sintió cómo el corazón le latía con fuerza. Su presencia irradiaba paz y, al mismo tiempo, despertaba una emoción inexplicable en su interior.

Cuando el joven la miró directamente, fue como si el tiempo se detuviera. Sus ojos, llenos de amor y misterio, le hablaban sin palabras. Él colocó una mano sobre su corazón y, con una sonrisa que parecía contener siglos de sabiduría, comenzó a desvanecerse, dejando tras de sí un destello fugaz, como una estrella atravesando el firmamento.

Con el corazón lleno de melancolía, Nelo regresó a su casa, caminando entre árboles que susurraban su nombre al viento. Cada hoja que caía parecía contar una historia, cada rama se mecía como si quisiera abrazarla. Al llegar, encontró los árboles frutales cubiertos de aves con plumajes tan vibrantes como el arco iris. Los pájaros trinaban en un concierto de melodías, cada uno aportando una nota única, pero en perfecta armonía.

Nelo contempló aquel espectáculo con lágrimas en los ojos. Recordó cómo había sembrado esas semillas años atrás, llenándolas de amor y esperanza. Ahora, esos árboles no solo daban frutos, sino que también eran un refugio de alegría y vida.

Mientras escuchaba las canciones de las aves, sintió que su tristeza por la partida del joven comenzaba a desvanecerse. Cada trino era un bálsamo para su corazón, cada danza de las aves un recordatorio de la belleza de la vida. Fue entonces cuando comprendió que la presencia del joven no había sido un adiós, sino un mensaje.

Los sueños continuaron. En ellos, personas desconocidas visitaban a Nelo, susurrándole palabras de gratitud y amor. Le recordaban su bondad, su generosidad y cómo su luz interior tocaba las vidas de quienes la rodeaban. Nelo se sintió transportada, como si flotara en un vaivén de melodías celestiales que resonaban en cada rincón de su ser.

Al despertar, con una sonrisa iluminando su rostro, Nelo llegó a una conclusión:

"El amor espiritual es la conexión más pura, una sinfonía que une almas y trasciende incluso los sueños, transformando la soledad en unidad y la tristeza en esperanza."

Ese día, bajo el mismo cielo que había contemplado en su sueño, Nelo decidió vivir con más intensidad, con más amor y gratitud. Y cada vez que el viento susurraba entre los árboles, sabía que aquel ángel seguía cerca, cuidándola y recordándole que los sueños tienen el poder de transformar realidades.

jueves, 2 de enero de 2025

#"El Secreto del Mejor Café Colombiano"


 Era una mañana radiante en Villa de las Bendiciones, Silvania. El sol, tímido al principio, ascendía con majestad sobre el horizonte, pintando de oro los cerros cubiertos de rocío. El canto de los pájaros, cada uno con plumas de un arcoíris distinto, llenaba el aire, como si la naturaleza celebrara el inicio de un nuevo día. En la casa de Kike, unos golpecitos suaves en la ventana anunciaban la llegada de sus visitantes alados. El reloj marcaba las 5:40 a.m. cuando Kike, aún con el cansancio de la celebración de fin de año, despertó con la sensación de que algo especial lo aguardaba.

Mientras se preparaba para su rutina de entrenamiento, su mente viajaba al 27 de diciembre. Aquel día, mientras corría desde la Alcaldía de Silvania hacia la finca La Y en la vereda Panamá, ocurrió algo que dejó una huella imborrable en su memoria.

Corriendo a ritmo progresivo, Kike divisó a lo lejos a un labriego montado en su caballo. Había algo mágico en esa figura: la forma en que el hombre parecía fundirse con su entorno, como si fuera un espíritu protector de las montañas. Impulsado por un inexplicable deseo de capturar ese momento, Kike sacó su celular y comenzó a grabar mientras aceleraba el paso.

Video del recorrido al trote: " Un recuerdo inolvidable"






El sonido melódico del galope del caballo, acompañado por el alegre ladrido de los perros, se mezclaba con la sinfonía del bosque. A pocos metros de alcanzarlo, el labriego desvió su camino hacia un estrecho sendero montañoso. Kike, sin aliento pero lleno de emoción, logró gritar un saludo:

—¡Buenos días!

El labriego, como salido de un sueño, volteó con una sonrisa amplia y respondió:
—Buen día.

Fue solo un instante, pero Kike logró capturar una foto que, al revisarla más tarde, parecía casi irreal. La imagen mostraba al labriego con su sombrero de ala ancha, montado en su caballo, irradiando una energía serena y poderosa. Su sonrisa, marcada por el trabajo y la vida sencilla del campo, parecía un homenaje viviente al icónico Juan Valdez.

Esa foto no solo impactó a Kike, sino también a don Wilson, quien al verla exclamó:
—¡Ese hombre es un amigo mío! Se la voy a regalar enmarcada como sorpresa.

Pero el destino tenía otros planes. Aunque Kike y Linda esperaron a don Wilson para despedir el año juntos, este nunca llegó; algo se le presento. En la quietud de la primera mañana de 2025, mientras el sol iluminaba los campos de café y los cultivos que adornaban Villa de las Bendiciones, Kike comprendió algo profundo.

El labriego de la foto no era solo un hombre; era un símbolo. Representaba a todos los forjadores del campo, esos guardianes invisibles que con su esfuerzo diario alimentan al mundo. Sus manos, curtidas por el trabajo, eran como las de una madre que cuida a sus hijos: cultivaban las semillas con amor, protegían los brotes y celebraban los frutos como quien celebra la vida misma.

"Ese día, Kike se dio cuenta de algo poderoso: los forjadores del campo no solo sembraban semillas en la tierra, sino también en su corazón y su inspiración. Al ver al labriego y su conexión con la naturaleza, comprendió que ellos eran una parte vital en la finalización de su segundo libro. Un libro que no solo narraría su historia, sino que daría voz a esos guerreros invisibles, cuyas manos llenas de amor y sacrificio sostienen la vida misma. En ese momento, Kike supo que su obra sería un homenaje al alma del campo y a quienes, día tras día, cultivan el futuro con su esfuerzo silencioso."

Así, Kike descubrió que detrás de cada taza de café, de cada grano y de cada fruto, había una historia de amor por la tierra, y comprendió por qué el café de Colombia es el mejor del mundo.

Esta historia nos recuerda que, aunque a veces invisibles, los forjadores del campo son los verdaderos héroes de nuestra existencia.

miércoles, 25 de diciembre de 2024

#El Mantra de la Gratitud: La Transformación de Kike

 

Era el 25 de diciembre, exactamente a las 12:24 a.m., cuando el eco de los últimos estallidos de pólvora se apagó, dando paso a un amanecer sereno en Villa de las Bendiciones, Silvania. El aire estaba impregnado de una paz casi mágica, como si la noche misma se inclinara en gratitud por la llegada de la Navidad.

Kike, un soñador empedernido, se encontraba en su rincón favorito, reflexionando. Durante el mes de diciembre, su vida había cambiado drásticamente. Había conocido a personas extraordinarias, almas que parecían haberse cruzado en su camino como piezas predestinadas de un gran rompecabezas. Estas conexiones no eran casualidad; Kike lo sabía, y en su corazón rebosaba gratitud.

Entre estas personas estaba don Wilson García, un hombre cuya generosidad y nobleza parecían sacadas de un cuento. Kike lo había conocido en una feria artesanal en julio, donde Linda, su esposa, había inscrito su pequeño emprendimiento. Aquella feria, con su bullicio y colores, marcó el inicio de una amistad peculiar y profunda.

Don Wilson recorría los puestos, haciendo pequeñas compras en cada uno como si quisiera inyectar esperanza en los corazones de los emprendedores. Cuando llegó al puesto de Kike y Linda, su sonrisa cálida bastó para crear un puente de empatía. Fue entonces cuando Kike, con su curiosidad característica, le preguntó:

—¿Y usted por qué es así?

Desconcertado, don Wilson respondió:

—¿Así cómo?

—Tan generoso. Apoya a los emprendedores como si fueran su familia. Eso es algo único en este mundo.

La conversación sembró la semilla de una amistad que se fortalecería con el tiempo. Días después, en una reunión agropecuaria, don Wilson presentó a los vecinos el concepto del rescate de semillas ancestrales. Kike, que siempre había sido un hombre de ciudad, descubrió en esas palabras un amor inesperado por el campo. Fue un momento de epifanía, como si las raíces de la tierra lo llamaran a ser parte de algo más grande.

Con el paso de los meses, la relación entre ambos se transformó en un intercambio de aprendizajes. Kike comenzó a escribir blogs inspirados en su entorno y en las historias de la gente que lo rodeaba. Aunque don Wilson dudó al principio del potencial de Kike como escritor, pronto quedó cautivado por la profundidad de sus relatos.

Lo que don Wilson no sabía era que Kike había encontrado su brújula espiritual en la lectura diaria de la Biblia y en los libros de autores como Deepak Chopra, Lain Garcia Calvo, Eckhar Tolle, Pablo Arango y varios escritores. Estas obras no solo le enseñaron la importancia de la gratitud, sino que también encendieron en su corazón un sueño: si la humanidad practicara la gratitud, el mundo podría transformarse en un lugar más pacífico y compasivo. 

El 2 de octubre, Kike alcanzó un hito que parecía imposible: terminó de escribir su primer libro. Don Wilson, conmovido por la pasión y dedicación de su amigo, lo integró al equipo de la UTAMA, donde Kike ofrecía sus escritos sin pedir nada a cambio. Aunque enfrentaba dificultades financieras, Kike nunca cobró por su trabajo. Para él, escribir era un acto de gratitud y un puente hacia sus sueños.

Esa noche, mientras las estrellas iluminaban el cielo de Villa de las Bendiciones, Kike cerró los ojos y pronunció su mantra:

—Gracias.

Agradeció por las personas que habían llegado a su vida, por las lecciones aprendidas, y por el don de escribir historias que inspiran. Sabía que la Divina Providencia siempre recompensa a quienes actúan con amor y fe.

Esta historia nos enseña que la gratitud no solo transforma nuestras vidas, sino que también tiene el poder de tocar los corazones de quienes nos rodean y, tal vez, cambiar el destino del mundo.

lunes, 23 de diciembre de 2024

#"El Secreto del Amanecer: Cuando los Sueños Tocan el Alma"


Era un amanecer tibio y encantador, aquel domingo 22 de diciembre en Silvania. El cielo se desplegaba como un lienzo infinito, teñido de un azul profundo entrelazado con pinceladas de nubes naranjas, blancas y grises, como si el universo mismo hubiese decidido pintar el día con su toque divino. A las 5:22 am, Kike despertó, aún atrapado por las vibraciones de un sueño tan vívido que parecía haber dejado huellas en su alma.

Ese sueño lo transportaba a un lugar irreal: un laberinto de paredes verdes y aromáticas, donde las hojas parecían emitir su propia luz, como si cada una de ellas contuviera la esencia del sol. Un aire melódico envolvía aquel lugar, y una energía indescriptible lo abrazaba con calidez. Mientras repasaba los detalles, Kike sintió que ese sueño guardaba un mensaje oculto, un eco de algo que había pedido al universo mucho tiempo atrás.

Dieciocho días antes, Kike había dedicado sus pensamientos y oraciones a la Divina Providencia, dejando en sus manos dos deseos concretos y un tercero indefinido, un misterio que confió al universo. Los primeros dos deseos se habían cumplido: el primero a mediados del año y el segundo en aquel diciembre, cuando logró escribir su primer libro, un logro que simbolizaba para él el poder de los sueños.

Pero el tercer deseo permanecía velado en el enigma de lo imposible. En su juventud, Kike había deseado algo que, aunque profundamente anhelado, consideraba inalcanzable. Con el paso de los años, desistió de esa idea, dejando que se diluyera en el tiempo, aunque en sus oraciones aún persistía como una esperanza lejana.

Y ahora, en ese sueño, algo poderoso y misterioso le susurraba que el tercer deseo estaba a punto de cumplirse. Una fuerza invisible lo transportaba a un mundo donde lo imposible se disolvía, y Kike sintió, por primera vez, que aquello que había deseado era una realidad al alcance de su espíritu.

Meditó profundamente, dio gracias y se visualizó abrazando ese día con un renovado sentido de propósito. Conectó con cada fibra de su ser, sintiendo la armonía y la paz infinita que emanaban de su interior. Se levantó, envió impulsos de amor silencioso a su esposa, que dormía a su lado, a su hijo en la habitación contigua, y a la naturaleza que rodeaba su hogar. Este gesto, que Kike había aprendido de Deepak Chopra, era un mantra que simbolizaba su conexión con el universo.

Al mirar por la ventana, absorbió la energía celestial del cosmos, sintiendo que estaba en sincronía con algo mucho mayor. Decidió que aquel tercer secreto o deseo se mantendría oculto hasta que se cumpliera, sellado entre él, la Divina Providencia y el universo.

La historia de Kike nos enseña que no hay límites para soñar y que los verdaderos milagros suceden cuando confiamos, actuamos y nos abrimos al infinito potencial de la vida. Los sueños no solo moldean nuestro destino, sino que también nos muestran que lo imposible es simplemente una barrera que se desvanece cuando vemos más allá y dejamos que las cosas sucedan. 

martes, 17 de diciembre de 2024

#"La Magia de Yayata y el Legado del Vergel"


 Era una mañana vibrante de un 16 de diciembre. El reloj marcaba las 11:16 a.m. en la finca El Vergel, un rincón paradisíaco de la vereda Yayata. La vegetación espesa parecía tener vida propia, susurrando historias al viento mientras los frutales se mecían como si dieran la bienvenida a quienes estaban por llegar. En medio de este entorno mágico, don Cristóbal Hernández, nacido en Ráquira, ultimaba los detalles para la esperada reunión clausura del programa “Yayata Centro Agroecológico”, liderado por Wilson García, ingeniero de la UTAMA.

Don Cristóbal, con su característico entusiasmo, adobaba una deliciosa carne que sería el centro de un banquete acompañado de plátano, papa y yuca, cocidos en un horno de leña que parecía tener el poder de infundir amor en cada bocado. A su lado, don Wilson, el ingeniero Dubán y una vecina de la región aportaban sus manos y corazones al festín que sellaría un año de esfuerzo y aprendizajes.

Mientras los dueños de las fincas vecinas comenzaban a llegar, trayendo consigo relatos de cosechas y lecciones aprendidas, apareció Kike, el escritor de Silvania. Con su cuaderno en mano, Kike tenía un objetivo claro: capturar la esencia de cada historia narrada, porque sabía que cada palabra sería un eco para las generaciones futuras.

Don Cristóbal, mientras compartía su experiencia, recordó cómo llegó hace cinco años desde Bogotá, animado por un amigo a comprar un casalote. Lo transformó, con esfuerzo y dedicación, en la finca El Vergel, su refugio y orgullo. "No sabía nada del campo", confesó, "pero gracias a don Wilson aprendí sobre lombricultura y la siembra de colinos. Ahora la tierra me habla, y yo he aprendido a escucharla".

Doña Sandra, con su hija a su lado, también compartió su historia. Procedente de Bogotá, había llegado a Silvania cuatro años atrás. Desde el primer día se conectó profundamente con la naturaleza que la rodeaba. Su lema, “Cultivar con amor”, se convirtió en su norte, y con la guía de don Wilson transformó su forma de vivir, aprendiendo a convertir desechos orgánicos en nutrientes para la tierra. No solo cambió su vida, sino que también se convirtió en una profesora para la comunidad, enseñando a los niños sobre la importancia de reciclar y proteger el planeta.

La reunión tomó un cariz solemne cuando don Wilson se dirigió a los asistentes. Agradeció su compromiso durante el año y los animó a seguir creyendo en el poder del trabajo conjunto. “Pensar diferente y sembrar con amor es lo que nos hará recoger frutos que cambien nuestro futuro”, dijo, mientras hacía el lanzamiento oficial del libro “Historias que Inspiran la Imaginación” de Jaime Humberto Sanabria, una obra que al final de cada capítulo dejaba una enseñanza y huella de motivación al lector.

La ingeniera Martha Poveda tomó la palabra para felicitar a los asistentes. Luego, con la precisión de quien sabe que cada semilla cuenta, elaboró un listado para distribuir libras de semillas entre los presentes. El ingeniero Dubán, por su parte, habló de la importancia de la comida limpia y de sembrar lo que se consume, compartiendo cómo había creado su propio huerto gracias a las enseñanzas del Centro Agroecológico.

Cultivos con amor

Cultivos con amor 2

Cultivos con amor 3

Cultivos con amor 4

Cultivos con amor 5

Cultivos con amor 6

Cultivos con amor 7

Cultivos con amor 8

Cultivos con amor 9

Cultivos con amor 10

Un viaje al Vergel

Un viaje al Vergel 2

Cuando los invitados comenzaron a narrar sus propias experiencias, el aire se llenó de una magia indescriptible. Sus relatos, cargados de esperanza y transformación, parecían dar vida a la vereda Yayata. Era como si el suelo mismo, alimentado por el amor y el esfuerzo de aquellos campesinos, respirara agradecido por la nueva conciencia que germinaba en cada corazón.







El asado, preparado con esmero por don Cristóbal, se convirtió en el cierre perfecto para una jornada inolvidable. Entre risas, abrazos y el sonido del viento acariciando las copas de los árboles, la reunión llegó a su fin. Pero el mensaje quedó grabado en cada alma: el verdadero cambio comienza cuando decidimos cuidar lo que nos rodea, con constancia y pasión.

Así, en la vereda Yayata, se selló un pacto no solo con la tierra, sino con el futuro. Un mensaje que, sin duda, resonaría durante generaciones, recordando a todos que el que siembra con amor, recoge los frutos más dulces.



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