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viernes, 14 de febrero de 2025

#✨ "El Libro que Susurró al Alma: El Mensaje de un Nuevo Amanecer" ✨


 La mañana del 13 de febrero amaneció nublada, envuelta en un aire de misterio y expectativa. Kike despertó después de un sueño profundo y apacible, con la sensación de haber viajado a un mundo desconocido mientras dormía. Miró la hora: 5:40 a.m. Aún con los ojos entrecerrados, recordó que a las 2:58 a.m. había despertado brevemente, sintiendo una energía envolvente, casi mística, que lo acompañaba en la quietud de la noche. En lugar de luchar contra el insomnio, cerró los ojos y dejó que la meditación lo guiara de vuelta al sueño.

Tenía muchas cosas en mente, pero una de ellas le preocupaba en especial: el arreglo de la luz. Para su fortuna, don José, un buen vecino, le había conseguido un electricista que solucionó el problema en menos de cinco minutos. Con esa tarea resuelta, Kike se sumergió en su rutina diaria de entrenamiento y disciplina. Dos horas de ejercicio, mente enfocada y un objetivo claro: escribir.

Desde el día anterior tenía dos blogs en mente y sabía que debía plasmarlos con la misma pasión con la que vivía cada instante. A las 11:00 a.m., tras cumplir con los quehaceres del hogar, se sentó a escribir el primero: "El Salto de Fe de Kike". A las 2:00 p.m. ya lo tenía listo y sintió una satisfacción serena al ver su historia cobrar vida.

Fue entonces cuando el destino comenzó a susurrarle al oído. Su teléfono sonó, y al contestar, escuchó la voz entusiasta de su tocayo Jaime Triana:

—Tocayito, quiero comprarte el libro. ¡Resérvame un ejemplar!

Kike sonrió.

—Tocayito, con gusto te lo separo. Si quieres, te hago la dedicatoria a ti y a tu compañera. Ni más faltaba, hermano. ¡Un abrazo y bendiciones!

Minutos después, otro mensaje llegó. Era de su amiga Mireya, atleta del Olaya en Bogotá, pasándole la dirección para que le enviara su ejemplar.

—Con gusto, mi campeona, mañana mismo te lo envío —respondió Kike, sintiendo que cada venta no era solo un libro más entregado, sino una semilla sembrada en el corazón de alguien que apreciaba su esencia.

La tarde avanzó, y Kike se dedicó a escribir su segundo blog: "El Susurro del Destino: Kike y la Promesa del Nuevo Amanecer". Mientras las palabras fluían, se tomó un descanso para preparar su almuerzo. Arroz con verduras, ensalada de remolacha y zanahoria, papas y una sardina bañada en salsa de tomate. Para acompañarlo, un jugo fresco de zanahoria recién sacada de su huerta. Todo tenía un sentido, todo se alineaba con su propósito de vida.

Cuando cayó la noche y estaba a punto de publicar su blog, un mensaje inesperado iluminó su pantalla. Era su gran amigo y cómplice literario, Óscar. Juntos habían compartido incontables tertulias en Bogotá, intercambiando libros de crecimiento personal y literatura clásica. Recordaba aquellas tardes en su negocio, donde conversaban sobre intelecto, sueños y los misterios del universo.

Pero esta vez, Óscar no solo escribía: también enviaba una foto. En ella, junto a su esposa e hijos, sostenía con orgullo el libro "Historias que Inspiran la Imaginación". La imagen transmitía una magia especial. Kike pudo ver el brillo en los ojos de la familia de Óscar, como si el libro les estuviera susurrando secretos, como si en sus páginas guardara un mensaje que solo ellos podían descifrar.

Junto a la foto, Óscar escribió:

"Mi maestro escritor, un cordial saludo de mi familia. Mil gracias por la mención."

Pero eso no fue todo. Óscar continuó con palabras que tocaron el alma de Kike:

"Mi gran amigo y literato de la más alta disciplina, hoy me llegó el libro de su autoría y es una joya invaluable.
Le daría un mensaje inspirador al mundo si se anima a lanzar su propio contenido por plataforma de podcast, le compartiría a la humanidad un contenido excelso de su conocimiento y riqueza literaria. Un gran abrazo."

Kike sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era como si el universo le estuviera enviando señales, empujándolo hacia un nuevo camino que aún no había considerado. Respiró profundo y respondió con el corazón:

"Mi querido amigo Óscar, tus palabras son un verdadero tesoro para mí. Saber que el libro ha llegado a tus manos y que lo valoras de esa manera es un regalo invaluable.
Tu apoyo y confianza en mi trabajo me impulsan a seguir compartiendo mi pasión por la escritura. Me emociona la idea del podcast, y créeme que lo consideraré seriamente. Si algún día me animo, será un honor contar con un oyente y amigo como tú. Un fuerte abrazo y gracias por tu inspiración constante."

Óscar cerró la conversación con un mensaje que selló el momento:

"Hoy mismo comienzo a leerlo."

Esa noche, Kike cerró los ojos con una sensación indescriptible. Había terminado de leer "Tónico para el Alma" de Osho, y sintió que, de alguna manera, el libro había hablado directamente a su espíritu. Desde hacía unos días, sentía una energía envolviéndolo, como si una presencia divina estuviera a su lado, disipando sus miedos y transformándolos en luz.

El destino tenía un plan para él, y él estaba listo para escucharlo.

sábado, 18 de enero de 2025

#"Un Encuentro en Villa de las Bendiciones"

Era un 17 de enero. Amanecía en el barrio Montebello, en Bogotá. El reloj marcaba las 5:00 a.m., y la ciudad despertaba bajo un manto de frescura con 11 grados que prometían un día soleado. Jane abrió los ojos, sintiendo una chispa de emoción mientras miraba a George, su esposo, aún medio dormido. "Hoy será un día especial", pensó, esbozando una sonrisa.

La noche anterior, a las 7:09 p.m., Jane había llamado a Kike para avisarle de su visita al día siguiente. "Kike, vamos a bajar mañana a visitarte", le dijo con entusiasmo. "Vendremos con George y papá; queremos sorprenderlo en el camino." La voz de Jane transmitía emoción, y aunque Kike estaba agotado por las jornadas previas, respondió con alegría. "¡Los espero con ansias!", contestó, sintiendo cómo el anuncio iluminaba su noche.

A la mañana siguiente, Jane y George habían planeado una sorpresa adicional para Alfonso, su padre, quien dormía en la habitación contigua. Además del descanso en el Club de la Policía en Melgar, pasarían primero por Villa de las Bendiciones, donde vivía Kike.

La familia partió a las 5:45 a.m. en un vehículo que parecía guiado por el destino. La carretera estaba envuelta en una neblina tenue, y cada curva del camino parecía susurrar promesas de reencuentro.

En Villa de las Bendiciones, Kike ya estaba despierto desde las 4:32 a.m., con el corazón lleno de expectativa. Aunque la llamada de Jane había despejado la incertidumbre, algo en su interior le decía que este encuentro sería único. A pesar del cansancio acumulado de haber recorrido 53 kilómetros en los días anteriores, se levantó con energía renovada.

Comenzó su rutina habitual: oración, meditación, yoga, y lectura, mientras un gallo cantaba anunciando el amanecer. Todo parecía estar cargado de un simbolismo especial. Cuando el reloj marcó las 8:30 a.m., Kike salió hacia la alcaldía para reunirse con un cliente, pero algo lo detenía en el aire: una sensación de que algo grande estaba por suceder.

Al cruzar un puente, su teléfono sonó. Era Jane. "Estamos aquí, justo al final del puente", dijo ella con voz emocionada. Kike detuvo el auto y, al mirar hacia el horizonte, vio cómo el coche de su hermana se acercaba. Todo parecía estar en cámara lenta. Al abrir la puerta trasera y ver a su padre, un torrente de emociones lo invadió.

—¡Qué alegría, papá! —dijo Kike con lágrimas en los ojos mientras abrazaba a Alfonso, a quien no veía desde hacía más de cinco años.
—Hijo, ¡qué felicidad verte de nuevo! —respondió Alfonso, con la voz quebrada por la emoción.

El encuentro fue como si el tiempo se detuviera, rodeado por un aura cálida que parecía provenir del cielo mismo.

Juntos fueron a la alcaldía, realizaron algunas compras en Silvania, y luego se dirigieron a Villa de las Bendiciones. Allí, Linda los recibió con un café humeante que emanaba un aroma inconfundible de la región. En la mesa los esperaban jugos de naranja recién exprimidos, huevos criollos y chocolate caliente, un banquete que sabía a hogar.

Mientras compartían, recordaron anécdotas de su infancia, como las noches en las que Alfonso llegaba tarde, un poco tomado, y preparaba huevos revueltos que comía con Kike en la intimidad de la madrugada. La casa parecía llena de ecos del pasado, risas y lágrimas.

Jane, emocionada, compró a Kike un ejemplar de su libro "Historias que Inspiran la Imaginación". Kike lo firmó con una dedicatoria que quedó grabada en el corazón de su hermana:

"Para mi querida hermana,
Eres un pilar fundamental en mi vida, un faro que ilumina con tu amor, fortaleza y bondad. Este libro, que nace del corazón, lleva en sus páginas un pedacito de los valores y las enseñanzas que hemos compartido. Gracias por ser mi inspiración y por recordarme que los sueños se logran cuando se alimentan con dedicación y fe.
Con todo mi cariño,
Kike."

El reloj marcaba el mediodía cuando Jane, George y Alfonso se despidieron para continuar su camino hacia Melgar. Kike y Linda los vieron alejarse, conmovidos por el rastro de amor que dejaban atrás. El sol brillaba intensamente sobre Villa de las Bendiciones, un lugar donde los recuerdos y los lazos familiares eran el verdadero tesoro.

Moraleja: Los momentos compartidos con nuestros seres queridos son joyas que el tiempo no puede borrar. Cultivar el amor, la lealtad y la bondad es el mayor legado que podemos dejar. 

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