viernes, 31 de enero de 2025

#Nueve Días en la Piel del Quijote: Un Viaje Entre la Locura y la Inspiración



 Érase un 31 de enero a las 6:12 a.m., cuando la luz dorada del amanecer comenzaba a dibujar un nuevo día sobre Villa de las Bendiciones. Allí, en medio de frondosos árboles y el canto melódico de los pájaros, el tiempo parecía detenerse. Kike despertó con el cuerpo algo fatigado pero con el alma encendida. La jornada anterior había sido titánica: transportar 200 libros en una zorra no era una tarea menor. Sin embargo, esa carga no era solo de papel y tinta; cada volumen contenía un universo de ideas, historias y sueños esperando ser descubiertos.

Como cada mañana, meditó en silencio, hizo sus oraciones y pidió inspiración para escribir historias que despertaran almas. Miró el horizonte con ojos de explorador, como si esperara recibir un susurro del viento o un guiño del destino. Ese día, el reto era colosal: culminar la lectura de Don Quijote de la Mancha, una obra de 1016 páginas. Restaban 139 páginas y el desafío no era solo físico, sino también mental y espiritual.

A las 8:30 a.m., con la disciplina de un caballero en su última batalla, cronometró su tiempo. Desayunó, se hidrató y tomó tinto en pequeñas pausas estratégicas. Cada capítulo era un duelo entre la razón y la locura, un viaje por la geografía de la imaginación. La fatiga mental comenzó a asediarlo en el último tramo. Las palabras se volvían pesadas, el cansancio lo embargaba como si atravesara un desierto sin oasis a la vista. Pero Kike no se rindió. A paso lento, con la tenacidad de quien persigue una quimera, terminó su travesía en tres horas y media. Exhausto, se recostó sintiendo la mezcla de victoria y extenuación.

Al final de la tarde, con la mente más serena, desplegó el mapa incluido en el libro. Siguiendo el rastro del ingenioso hidalgo, revivió cada aventura como si las hubiera cabalgado en persona. Luego, se sumergió en la biografía de Cervantes y en la cronología de su época, comprendiendo que su lucha, como la del Quijote, no fue en vano.

El Reto de Leer Don Quijote en 9 Días

La idea de leer el Quijote en nueve días había nacido en diciembre. Kike sabía que las festividades y otros compromisos lo harían posponerlo hasta el momento adecuado. Cuando enero le dio la bienvenida, tomó la decisión de sumergirse en la lectura como un caballero que emprende su misión sagrada. Distribuyó las páginas estratégicamente: 100 páginas diarias los primeros cinco días, 125 páginas desde el sexto y, en el último día, el remate con 139 páginas. Sabía que sería la prueba más exigente.

El lenguaje complejo del siglo XVII fue un obstáculo al inicio, pero su visión estaba clara. Había preparado su mente como un atleta que visualiza la meta antes de la carrera. No se permitió distracciones. Se concentró con tal profundidad que, en ciertos momentos, sintió que entraba en la mente de Cervantes, conectando con el autor más allá del tiempo y el espacio.

Cada página era un peldaño en una escalera invisible hacia un conocimiento mayor. No había tregua, solo el placer de avanzar, de sentir la historia vibrando en sus venas. Y cuando terminó, entendió que no solo había leído un libro: había vivido una experiencia transformadora.

Las Enseñanzas del Quijote en la Vida de Kike

Don Quijote de la Mancha le dejó algo más que palabras. Fue una revelación, una brújula para la vida. Aprendió que:

  • La libertad es un valor irrenunciable.

  • La virtud y la humildad son escudos contra la adversidad.

  • Luchar por lo que uno cree es la esencia de una vida con propósito.

  • La pasión es la fuerza que mueve al mundo.

  • Nunca hay que subestimarse ni rendirse.

  • Es vital mantener los pies en la tierra sin dejar de soñar.

  • La sabiduría no solo se encuentra en los libros, sino en la honestidad y la experiencia.

  • Vivir auténticamente, sin miedo al qué dirán, es la verdadera locura lúcida.

Al cerrar el libro, Kike sonrió. Se dio cuenta de que, al igual que Don Quijote, él también era un soñador que creaba historias nacidas de la inspiración. Y sus lectores, al igual que Sancho Panza, lo acompañaban en su travesía, creyendo en su visión, riendo y reflexionando con él.

Así terminó su viaje de nueve días con el Quijote, pero al mismo tiempo, fue el comienzo de muchas otras aventuras donde la imaginación seguiría cabalgando libre por los campos de la literatura y la vida.

jueves, 30 de enero de 2025

#Los Libros, los Pájaros y el Mensaje del Universo


 El 30 de enero amaneció con un cielo de azul profundo, decorado con nubes blancas que parecían copos de algodón flotando en la inmensidad. La brisa matutina susurraba secretos que solo los corazones atentos podían descifrar. En Villa de las Bendiciones, Kike despertó con una energía especial, sintiendo que algo extraordinario estaba por suceder.

La noche anterior, antes de cerrar los ojos, había repetido en su mente las enseñanzas de Deepak Chopra sobre la transformación del ADN a través de la meditación. Su alma vibraba en gratitud, su espíritu se fortalecía con cada oración, y su cuerpo respondía con una vitalidad inquebrantable. Al amanecer, Kike realizó su rutina con devoción: meditó, agradeció, leyó la Biblia y, finalmente, se sumergió en la lectura del Quijote de la Mancha, decidido a devorar sus páginas durante tres intensas horas. 

Pero justo cuando el reloj marcó las 8:28 a.m., un acontecimiento insólito lo sacó de su concentración. Al salir de su cuarto para ir a saludar a su hijo Juanpis, sus ojos se encontraron con un pequeño pájaro posado en el pasadizo del segundo piso. Lo extraño no era solo su presencia, sino su quietud. No se asustaba, no huía, simplemente lo miraba, como si esperara algo.

Kike sintió que ese encuentro tenía un significado. Sacó su celular, tomó fotos, grabó videos. Se acercó lentamente, pero el pájaro seguía ahí, confiado, impasible, como si la presencia de Kike fuera parte de un plan divino.

Intrigado, bajó a la sala y retomó su lectura del Quijote. Justo cuando estaba por terminar un capítulo, el teléfono sonó. Era la empresa de mensajería Envía, notificándole que los 200 libros estaban listos para recoger. Su corazón latió más fuerte. ¡El gran momento había llegado!

—Dame 15 minutos —respondió con entusiasmo—. Estoy a 600 metros del Alto de la Virgen, si quieres, nos encontramos allá.

Mientras se calzaba las zapatillas, su compañera Linda alistaba la zorra con manilas para transportar la valiosa carga. Kike salió emocionado, sintiendo que cada paso lo acercaba a un sueño hecho realidad. Cuando llegó al punto de encuentro, el transportista lo esperaba con cinco cajas repletas de historias.

—¿Por qué tanta alegría? —preguntó el mensajero con curiosidad.

Kike sonrió, sacó un libro y se lo mostró con orgullo.

—Porque en estas cajas hay 200 oportunidades para cambiar vidas.

El transportista tomó una foto del libro.

—Lo puedes encontrar en Google —dijo Kike—, "Historias que Inspiran la Imaginación" de Jaime Humberto Sanabria.

Se despidieron, y Kike emprendió el regreso a Villa de las Bendiciones, empujando la zorra con el peso de los libros y el corazón ligero de emoción. Cada paso sobre la tierra era un recordatorio de su lucha, de su pasión, de su propósito. Este no era solo un día más. Era un día marcado por la sincronicidad del universo.

Al llegar, con los brazos en alto y una oración de agradecimiento en los labios, se hidrató y continuó su lectura. Pero la magia aún no había terminado.

A las 11:34 a.m., Linda lo llamó con una voz cargada de asombro:

Mira a tus espaldas.

Kike giró y quedó sin aliento. Varios pájaros de colores picoteaban la ventana, como si quisieran entrar, como si trajeran un mensaje desde lo más profundo del universo.

Sacó su celular y comenzó a grabarlos. No huían. No temían. Al contrario, parecían disfrutar ser filmados. Revoloteaban con gracia, posándose de nuevo, repitiendo el ritual una y otra vez. Era un espectáculo místico, una danza celestial que solo podía interpretarse de una manera: el universo le estaba hablando.

Ese día, Kike avanzó 125 páginas del Quijote, quedando a solo 138 páginas de terminarlo. Pero lo más importante no era el número de páginas, ni siquiera la llegada de los libros. Lo que realmente quedó grabado en su alma fue el mensaje silencioso de los pájaros:

"Cuando eliges la gratitud, el universo conspira a tu favor. Cuando persigues tus sueños con fe, la vida te responde con señales claras. Hoy, unos pequeños mensajeros de plumas me recordaron que estoy en el camino correcto."

Así terminó aquel 30 de enero, un día de libros, de señales, de vuelos inesperados y de certezas profundas. Porque en la vida, los milagros no siempre llegan con estruendo. A veces, tienen la forma de un pájaro que no huye y de un libro que espera ser leído.


Moraleja:
El poder de la gratitud y la fe es real. Si inicias tu día con pensamientos elevados, el universo te responderá con milagros inesperados. La clave está en creer, en actuar y en escuchar las señales que la vida te envía. ¿Estás listo para reconocer las tuyas?

miércoles, 29 de enero de 2025

#El Corredor Descalzo: La Carrera del Alma


 Era un amanecer frío en Bogotá, el 21 de noviembre. A las 4:41 a.m., Kike despertó con el alma encendida y la mente enfocada. La noche había sido corta, pero la energía que sentía en su interior lo hacía sentir invencible. Hoy no era un día cualquiera; era el día en que desafiaría no solo su cuerpo, sino las creencias de todos los que presenciaran su hazaña. En el Parque Simón Bolívar, lo esperaba el Campeonato Nacional de Media Maratón, y él, con su espíritu indomable, había decidido correr descalzo.

Representando al Club Atlético Máster ADES, Kike tenía una rutina casi sagrada. Se levantó, oró con devoción, rezó el rosario y la novena, leyó algunos versículos de la Biblia y escribió sus objetivos del día. Como cada mañana, hizo yoga y ejercicios de fortalecimiento, aunque hoy, por ser día de competencia, con baja intensidad. Se hidrató y tomó su dosis de Biocros. A las 6:15 a.m., el cielo comenzó a teñirse de azul intenso, anunciando un día soleado y lleno de promesas. Se despidió de Linda, su fiel compañera, y salió rumbo al Parque Simón Bolívar.

Abordó un Transmilenio y, mientras observaba la ciudad despertar, recordó el desafío que lo había llevado hasta este momento. Un año atrás, la pandemia lo había obligado a cambiar su forma de entrenar. Acostumbrado a correr libremente por calles y pistas, se sintió atrapado en la monotonía del encierro. Decidió comprar una trotadora nueva y unas zapatillas, pero entonces, Jefferson, su amigo y mentor, le sugirió algo impensado: entrenar descalzo. Al principio, la idea le pareció absurda, pero al investigar los beneficios del running minimalista, descubrió que fortalecía los músculos, mejoraba la postura y reducía el riesgo de lesiones. Con disciplina y determinación, empezó a correr en la trotadora hasta alcanzar 55 km sin calzado.

Cuando la pandemia terminó, salió a la calle decidido a desafiar la mirada escéptica de los transeúntes. Lo señalaban, lo miraban con curiosidad, pero Kike nunca se detuvo. Se propuso demostrar que los límites solo existen en la mente. Participó en la Carrera de Monserrate descalzo y obtuvo el tercer lugar. Su convicción se volvió inquebrantable.

Ahora, mientras descendía en la estación El Tiempo, su corazón latía con fuerza. La emoción y la adrenalina lo inundaban. Se dirigió trotando al punto de salida y, al llegar, saludó a sus compañeros del club. La carrera estaba a punto de comenzar. Se darían seis vueltas al Parque Simón Bolívar, iniciando y finalizando en la pista de la Unidad Deportiva El Salitre. El disparo de salida resonó como un trueno, y la multitud rugió. Kike comenzó con un ritmo calmado, sintiendo cada paso como una conexión con la tierra, como si el pavimento le transmitiera su propia energía



.A su lado, su compañera Adriana Mora corría con un ritmo feroz. Se retaban mutuamente, empujándose más allá de sus límites. Cada zancada era un peldaño en su escalera hacia el éxito. Sin embargo, no todo era perfecto. Al pasar por la Calle 53, sintió las pequeñas piedras clavarse en la planta de sus pies. Un dolor agudo lo obligó a bajar el ritmo. Pero Kike no era alguien que se rendía. En cada vuelta, aceptaba el dolor, lo transformaba en motivación y seguía adelante.

Cuando la última vuelta llegó, Kike apretó los dientes, ignoró el ardor en sus pies y aceleró. Cruzó la meta con los brazos en alto, sintiendo la victoria en su piel y en su alma. No importaba en qué puesto había llegado; su triunfo era haber cumplido su promesa, haber demostrado que la fe en uno mismo y en Dios puede superar cualquier obstáculo. Las gradas estallaron en aplausos. La gente, que al principio lo había visto con incredulidad, ahora lo aclamaba con admiración. Kike sonrió. Había logrado lo imposible.

Esta historia nos enseña que los sueños no se alcanzan siguiendo el camino marcado, sino creando uno propio. Que la fe inquebrantable nos lleva a superar cualquier barrera y que Dios nos hizo únicos para hacer cosas extraordinarias. Kike no solo corrió descalzo; corrió con el alma, con la convicción de que el verdadero éxito está en atreverse a ser diferente.



martes, 28 de enero de 2025

#"El Destino de los Corredores"


 El sol de la tarde caía como un incendio dorado sobre Villa de las Bendiciones aquel domingo 22 de diciembre. El aire ardiente cargaba el murmullo de los árboles y el canto de las chicharras, como si el tiempo se resistiera a avanzar. Eran las 3:00 p.m. y Kike aguardaba con ansias la visita de su viejo amigo Ferchito y su esposa Rocío. Había despertado con la sensación extraña de haber estado en un mundo paralelo, soñando con un amanecer místico, tal como lo había contado en su blog: #"El Secreto del Amanecer: Cuando los Sueños Tocan el Alma"

A las 3:19 p.m., un mensaje de WhatsApp iluminó su teléfono. Era Ferchito, anunciando que venía en camino, pero solo. Una leve sombra de tristeza cubrió el corazón de Kike; esperaba a ambos para compartir la tarde y cantar la novena, pero comprendió que la vida a veces tomaba rumbos inesperados. Hacia las 4:00 p.m., otro mensaje llegó: "Estoy en el parador Choriloco". Poco después, el sonido de un motor y unas pisadas firmes sobre la tierra seca anunciaron su llegada. Linda y Kike lo recibieron con un abrazo cargado de historias no dichas y el aroma inconfundible del tinto recién preparado con arepa de queso.

El verdadero motivo de la visita se reveló en cuanto Ferchito sacó de su mochila un billete y lo extendió hacia Kike. Quedía claro: quería comprar su libro, "Historias que Inspiran la Imaginación". Lo que no esperaba era encontrarse a sí mismo en sus páginas. Sus ojos recorrieron el prólogo y se detuvieron en un capítulo dedicado a él, donde su historia como atleta era narrada con la intensidad de las zancadas en una carrera sin fin.

Las horas se desvanecieron entre anécdotas y recuerdos. Hablaron del Club Correcaminos, donde se conocieron en la Media Maratón de Bogotá y de cómo el destino los reunió nuevamente en el Club Master ADES. Sus conversaciones evocaron nombres grabados en su corazón: Rodolfo, Humberto, Carmencita, Jhonny, Hilba, Yaneth, Wilson, Julio César, Daissy, Víctor, Miguel, el Zancudo, Olga, Campo Elías... un ejército de almas afines, unidos por la pasión por correr.

La memoria los transportó a un 4 de agosto reciente, cuando juntos se enfrentaron a una carrera ecológica en Fusa. Aquel día, el viento y la tierra fueron testigos de su victoria. Ferchito y Kike subieron al podio como campeones en sus categorías, mientras Rocío, con lágrimas en los ojos, inmortalizaba el momento con su cámara y su corazón. La alegría del triunfo tenía un sabor agridulce: más allá de las medallas y los aplausos, lo que verdaderamente importaba era la hermandad que los unía.

Ferchito, con la pasión de un amigo leal, había estado pendiente del libro de Kike desde sus primeras palabras hasta su edición final. Cuando finalmente el sueño se materializó y Kike regresó a Silvania el 22 de junio, Ferchito fue el primero en felicitarlo. La distancia entre sus ciudades se había acortado, pero sus almas nunca estuvieron separadas.

La tarde avanzó entre el aroma del jugo de guayaba y las galletas con mermelada que Linda había preparado con amor. A las 5:30 p.m., llegó la hora de despedirse. Ferchito sujetó el libro firmado con una dedicatoria especial, lo abrazó con fuerza y se perdió en el horizonte camino a Fusa, dejando atrás una estela de amistad imborrable.

Desde el umbral, Kike y Linda lo vieron alejarse, sintiendo cómo el atardecer pintaba de tonos anaranjados la memoria de un día irrepetible. En ese instante, supieron que la vida es una carrera donde la nobleza, la lealtad y la resiliencia son el verdadero premio. Y que las amistades genuinas son como los buenos corredores: siempre regresan, siempre están ahí, corriendo a tu lado en cada kilómetro de la vida.

lunes, 27 de enero de 2025

#"El Guardián de los Sueños y Secretos de la Bahía"


 Era una fría mañana de junio de 1982 en Bogotá, cuando los amaneceres se vestían de heladas y los copetones eran apenas un susurro en los frondosos árboles. En ese entorno gélido y bullicioso, un joven llamado Kike, de apenas 17 años, comenzaba su jornada como cuidador de carros en la bahía de la Notaría Novena, ubicada en el barrio Chicó. Aunque llevaba solo tres meses en el trabajo, su uniforme azul de paño y la cachucha de vigilancia que le había obsequiado el notario, el Dr. Joaquín Caro, eran símbolos de un sueño cumplido.

Aquel puesto, aparentemente humilde, había sido un regalo del destino. Kike recordaba con claridad el día en que, luego de innumerables intentos fallidos y bajo la insistencia de su madre, se plantó por última vez frente a la oficina del Dr. Joaquín. El notario, con su mirada severa y sus dudas, se rascó la cabeza antes de ofrecerle una oportunidad inesperada: "No hay más vacantes, pero puedes cuidar los carros de la bahía. Tendrás un contrato indefinido, un uniforme nuevo, y, quién sabe, quizás algo más".

La emoción desbordó a Kike, quien aceptó de inmediato. Con el cheque en mano que le entregó el notario, fue a un almacén de renombre y adquirió un traje Manhattan y unos zapatos de la misma marca, cumpliendo así un sueño de juventud. A partir de ese lunes 15 de marzo, Kike empezó a trabajar con orgullo, ocultando su elegante atuendo bajo la cachucha de celador.

Los días transcurrían entre propinas generosas y los saludos de los clientes, hasta que algo inusual comenzó a suceder. De pronto, lujosos Mercedes Benz llegaban en fila, entrando con velocidad al edificio contiguo a la bahía. Hombres de porte imponente, vestidos con trajes finos, bajaban de los autos y siempre saludaban a Kike con una sonrisa.

Un día, la rutina de Kike cambió radicalmente. Desde la oficina más alta del edificio, fue llamado por uno de los hombres más carismáticos que había visto jamás: Gonzalo Rodríguez Gacha, quien, con su camisa de lino blanco, botas de cuero y carriel paisa, irradiaba una mezcla de poder y misterio. Gonzalo lo miró fijamente y, tras un breve silencio, sacó un fajo de billetes de una gaveta y los colocó en el bolsillo de Kike.

"Cuida bien de mis carros, Kike", le dijo con una sonrisa que parecía esconder un secreto más grande que la ciudad misma. Aunque las palabras eran simples, algo en su tono provocaba una inquietante mezcla de fascinación y suspenso.

Esa tarde, al revisar su bolsillo, Kike descubrió con asombro que Gonzalo le había regalado cincuenta mil pesos, una suma que multiplicaba varias veces su salario mensual. Aquella fortuna inesperada le permitió disfrutar de mejores almuerzos, ropa nueva y fragancias exquisitas. Sin embargo, las palabras de Gonzalo resonaban en su mente: "Cuida bien de mis carros".

Meses después, el Dr. Joaquín lo llamó a su oficina para ofrecerle un ascenso. Pero, al mismo tiempo, una noticia estremecedora sacudió a Bogotá: Gonzalo Rodríguez Gacha, el hombre que había sido tan generoso con Kike, resultó ser uno de los narcotraficantes más buscados del país.

Kike entendió entonces el significado de aquellas palabras y de la desbordante generosidad. Reflexionó sobre las oportunidades y las elecciones que el destino pone en nuestro camino. Aunque el origen del dinero de Gonzalo había sido oscuro, Kike nunca dejó de valorar las lecciones que aprendió: la importancia de la dignidad en el trabajo, la gratitud y el esfuerzo por alcanzar las metas con integridad.

Esta historia no solo relata el encuentro entre un joven soñador y un hombre envuelto en sombras, sino que nos invita a reflexionar sobre cómo los caminos de la vida pueden cruzarse de manera inesperada, moldeando nuestro carácter y nuestras aspiraciones.

domingo, 26 de enero de 2025

#"El Sendero de las Palabras: El Tercer Desafío Literario"


 Érase un domingo 26 de enero, cuando el reloj marcaba las 6:03 a.m. La mañana despertaba envuelta en una bruma mística, mientras el coro celestial de los pájaros entonaba su canto evocador. En Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parece detenerse, los gallos anunciaban la llegada de un nuevo día con una melodía acompasada entre los árboles.

Kike se desperezó suavemente, sintiendo el frescor de la mañana acariciar su piel. Como ritual sagrado, se bañó en la luz tenue del alba y dedicó sus primeros instantes a la meditación y la oración. Su corazón latía con una meta clara en mente:

  • Comenzar a escribir su tercer libro, para lo cual sabía que debía pulirse interiormente.

  • Leer más de 100 páginas de "El Quijote de la Mancha" para completar más de 400 páginas leídas en cuatro días. Un reto titánico para un libro que supera las 1.000 páginas.

Con un espíritu indomable, Kike se sumergió en las palabras de Cervantes. Durante siete horas, con breves pausas para el desayuno y el almuerzo, navegó por las aventuras del ingenioso hidalgo Alonso Quijano, quien de tanto leer novelas de caballería acabó enloqueciendo, transformándose en don Quijote de la Mancha. Mientras leía, Kike sentía cómo la realidad y la ficción se entrelazaban en su mente, evocando en él una verdad irrefutable: la importancia de ser fiel a los ideales.

"Nada ni nadie debería cambiar nuestros valores," pensó Kike, "porque sin sueños, la vida pierde su magia."

Recordó su propio camino, aquel en el que se propuso ser el mejor en cada área de su vida, como cuando inició en el atletismo. Más de 20 años entrenando casi a diario le enseñaron que la disciplina es el cimiento de los sueños. Ahora, con su primer libro "Historias que inspiran la imaginación" publicado, se entregaba por completo a su pasión: escribir.

Al caer la tarde, su mente viajó al recuerdo de un video que había visto años atrás del maestro Deepak Chopra, "El poder del pensamiento". Inspirado por la neuroplasticidad, decidió incorporar un nuevo hábito a su vida. Mañana, antes de levantarse, dedicaría 20 minutos a una meditación profunda, colocando su mano en el corazón y repitiendo afirmaciones poderosas:

  • "Hoy comienzo un día de abundancia y prosperidad sin límites."

  • "Estoy emocionado por este día."

  • "Estoy lleno de energía."

  • "Soy digno de grandeza."

  • "Soy capaz de cosas extraordinarias."

Cada palabra resonaba en cada célula de su cuerpo, creando una firma neuronal, un salto cuántico hacia una nueva versión de sí mismo. Kike sabía que la clave estaba en romper viejos patrones y abrirse camino hacia lo imposible: convertirse en el mejor escritor de todos los tiempos.

Lo demostraba con sus relatos fascinantes, capaces de tocar el corazón y transformar vidas. Al cerrar el día, sintió una profunda gratitud. Leer a diario, incluso más de 100 páginas, le brindaba incontables beneficios:

  • Mejor concentración y capacidad de enfoque.

  • Un vocabulario enriquecido y expresión clara.

  • Memoria fortalecida y toma de decisiones más efectiva.

  • Imaginación desbordante que alimentaba su creatividad.

  • Un escudo protector para su salud mental.

  • Una habilidad de comunicación cada vez más refinada.

  • Un pensamiento crítico afilado.

Kike comprendió que más allá de las enseñanzas convencionales, los libros le mostraban la importancia de cuestionar, de romper las normas establecidas y de explorar la frontera entre la verdad y la ficción. En cada página encontraba respuestas y, más aún, nuevas preguntas que lo impulsaban a seguir soñando.

Esa noche, antes de cerrar los ojos, sonrió con la certeza de que cada palabra escrita era un peldaño más hacia su grandeza. Porque soñar es el primer paso para transformar la realidad.

viernes, 24 de enero de 2025

#VIVIR LA VIDA CON PASIÓN: UNA HISTORIA QUE INSPIRA LA IMAGINACIÓN


 Érase una mañana del 24 de enero, 6:13 a.m. La serenidad de los cielos en Silvania era un espectáculo de tonos azulados con nubes como copos de algodón. El cantar de los pájaros de colores componía una sinfonía alrededor de Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parecía detenerse. Kike despertaba con una energía impresionante, sintiéndose inspirado por fuerzas divinas. Esta vez, se despertó más tarde de lo acostumbrado, y antes de levantarse, recapituló el día anterior, donde se había puesto el reto de leer 150 páginas de "El Quijote de la Mancha" de Miguel de Cervantes Saavedra. Solo logró leer cerca de 100 páginas, pero estaba decidido a alcanzar la meta hoy.

Fascinado por la obra, se sintió identificado con la frase: "Hay que vivir la vida de manera genuina, con pasión, a pesar de lo que piensen los demás", como lo expresaba el profesor Ilan Stavans años atrás. Kike recordó la evaluación que la Editora LETRAME le envió en septiembre de 2024 sobre su primer libro: "Historias que inspiran la imaginación". La valoración fue positiva, destacando su estilo poético, inspirador y reflexivo, así como su capacidad para conectar lo cotidiano con lo espiritual. La narrativa fluida, accesible y cargada de valores humanos como la resiliencia y la empatía fue reconocida por la editorial, y Kike sintió que su esfuerzo estaba dando frutos.

Fue a comienzos de octubre cuando, a pesar de los tropiezos, como el daño de su computador y la ausencia de Linda por dos meses, logró sobrevivir haciendo los quehaceres del hogar y puliendo su obra hasta eliminar cualquier error. Quería un libro fuera de serie, donde cada historia nacida de sus experiencias dejara un mensaje de motivación que llegara a millones de personas. Condensó su libro en 48 capítulos con 234 páginas y una sinopsis que reflejaba su esencia.

A veces, las historias más grandes no están en los eventos grandiosos ni en los giros dramáticos del destino. Están en los momentos cotidianos, en las decisiones pequeñas pero valientes que transforman una vida. Este libro recoge las experiencias de personas comunes que, enfrentadas a desafíos y adversidades, encontraron el coraje de ser diferentes, de elegir la bondad, la perseverancia y el amor por encima del miedo y la duda.

A través de relatos de esfuerzo, resiliencia y crecimiento, Jaime Humberto Sanabria nos recuerda que la verdadera fortaleza está en lo que construimos cada día, en la constancia de no rendirse y en el poder de los sueños que persisten a pesar de todo. Cada personaje es un reflejo de las posibilidades infinitas que todos llevamos dentro.

"Historias que inspiran la imaginación" se lanzó a nivel mundial el 12 de diciembre a través de Amazon, Kindle, Google Books y varias plataformas digitales, tanto en formato físico, bajo demanda, digital y audiolibro. Se puede encontrar en varias librerías del mundo buscando en Google: "Historias que inspiran la imaginación" de Jaime Humberto Sanabria.

Kike siente que sus escritos han evolucionado sorprendentemente, lo confirman los blogs que publica casi a diario y que han dado la vuelta al mundo, según las opiniones de quienes han leído su libro. Su deseo es dejar un legado con sus mensajes en cada capítulo, transformando a cada lector. Kike espera que la editora de España le envíe algunos ejemplares, ya que sus amigos en Bogotá los han encargado, y espera con ansias ser contactado para entrevistas en España sobre su obra. Actualmente, está terminando su segundo libro, que vendrá cargado de emoción, aventura, drama y misterio para el deleite de sus lectores, con la certeza de que será un éxito mundial.

jueves, 23 de enero de 2025

#Sharit Zapata: La Voz que Iluminó el Corazón de América - Segunda Parte

Era un enero del 2019, un verano sobre la sabana de Bogotá amanecía con una mañana helada que anunciaba un día soleado. En el barrio Kennedy, doña Adriana, madre de Sharit, se asomaba por su ventana, mirando el infinito cielo como si pidiera inspiración. No terminaba de agradecer al universo por las bendiciones que llegaban a la vida de su hija. Su corazón latía con esperanza, pidiendo a Dios que Sharit siguiera brillando con su talento, inspirando a sus seguidores con canciones llenas de pasión, y manteniendo siempre su humildad.

Desde pequeña, Sharit demostró una pasión innata por la música mientras estudiaba en el Colegio Jaime Garzón, localidad Kennedy. Los años pasaron rápido entre eventos escolares y presentaciones en escenarios más grandes. Pero fue en el año 2019 cuando su destino dio un giro inesperado. Acompañada de su madre Adriana y su abuela paterna, Esperanza Pachón, recibió una oportunidad invaluable. Gracias a la manager de Jhonny Rivera, el reconocido artista colombiano, Sharit pudo presentarse con él a dúo en un evento especial en Choachí, Cundinamarca. Aquella noche, justo un día después de su doceavo cumpleaños, el escenario se iluminó con su voz, emocionando a los asistentes. Entre los aplausos, Sharit conoció a la Reina de la Música Popular, Arelys Henao, quien con una sonrisa cálida le dijo: "Tienes un alma de artista y un corazón valiente".

En junio del mismo año, la historia de Sharit tomó un vuelo inesperado. Fue invitada al Congreso de la República en Bogotá, donde recibió un reconocimiento especial. Un diploma firmado por el mismísimo maestro Gabriel Raymon, creador de la música popular en Colombia, y el renombrado cantante argentino Elio Roca. La joven artista sostenía el diploma con las manos temblorosas, sintiendo que sus sueños se hacían realidad.

El año 2020 trajo consigo el desafío de la pandemia. El mundo entero se detuvo, pero Sharit no dejó que las circunstancias la vencieran. Desde su hogar, transformó su habitación en un estudio improvisado. Las clases virtuales se mezclaban con entrevistas en línea y conciertos privados transmitidos por redes sociales. La música encontró nuevos caminos para llegar a su público, y Sharit descubrió que su voz podía cruzar fronteras sin necesidad de viajar.

Fue en este periodo de introspección cuando nació su faceta de compositora. Con tan solo 12 años, el 16 de noviembre del 2019, lanzó su primer tema de autoría titulado "Amor Adolescente". Una canción que hablaba de amores inocentes y sueños que desafían la realidad. "Para el amor no hay edad, solo corazón", dijo en una entrevista, dejando claro que, cuando se arriesga, se gana o se aprende, pero nunca se pierde.

Cerca de su ventana, en los días de encierro, un colibrí solía visitar su jardín. Ella lo miraba fascinada, sintiendo que ese pequeño ser representaba su propio espíritu: libre, veloz y lleno de colores. "Ese colibrí es como mi voz, siempre en movimiento, llevando alegría a quien lo ve", solía decirle a su madre.

El año 2019 cerró con broche de oro. Sharit tuvo el honor de compartir su talento con los héroes de la patria, el Ejército Nacional. En eventos dentro de la ciudad de Bogotá, y especialmente en el Hospital Militar, su música trajo consuelo a los soldados heridos y a sus familias. Como muestra de gratitud, recibió la moneda de la unidad y el centro de doctrina, un reconocimiento reservado para aquellos que dejan una huella significativa en la institución.

Hoy, Sharit Zapata sigue escribiendo su historia, con una agenda repleta de presentaciones, entrevistas y proyectos. Su voz resuena no solo en Colombia, sino en toda América, llevando un mensaje de esperanza, amor y perseverancia. Porque como ella misma dice: "La música no solo es un sueño, es mi destino".

......Esta historia, continuará



 

miércoles, 22 de enero de 2025

#Kike visita sus orígenes: la montaña, la casa de su abuelo y donde conoció a Linda


 Eran las 9:46 de la mañana del 21 de enero, una mañana tibia y soleada con una temperatura de 24 grados en el parador Los Carreteros, en Silvania. Kike, con una mezcla de nostalgia y emoción, abordó un colectivo de la empresa Taxis Verdes que lo llevaría a Soacha, donde realizaría unas diligencias antes de dirigirse a la ciudad de Bogotá. Su destino final era la casa de don Ricardo Salamanca, quien junto a su esposa Dora Vanegas y su hijo Samuel lo esperaban para recibir un ejemplar de su libro: “Historias que inspiran la imaginación”.

El recuerdo de la llamada de don Ricardo en diciembre pasado le arrancó una sonrisa. Con voz entusiasta, su amigo le había dicho: "Te felicito por tu primer libro, pero por favor aparta el primero para mí, lo quiero comprar". Aquella tarde, Kike disfrutó de un almuerzo en una pescadería del barrio Olaya, donde compartieron un delicioso sancocho de pescado, arroz de coco, róbalo, ensalada y limonada. Entre risas y anécdotas, entregó el libro con una dedicatoria especial y su autógrafo, sintiéndose profundamente agradecido por el gesto de sus amigos y que al día siguiente kike les envió un escrito de agradecimiento.



Antes de continuar su viaje, Kike visitó a viejos conocidos del Olaya: doña Jessmin, doña Luisa, don Edwin y doña Yosmary. Luego, abordó un SITP hacia el barrio San José Sur Oriental, donde su corazón latía con fuerza al acercarse a la casa de su infancia. Aquella humilde morada rodeada de frondosa naturaleza había sido testigo de sus primeros sueños, de las historias que su abuelo y tío le contaban sobre sus antepasados y de los juegos interminables bajo el cielo despejado. Hoy, la casa era un moderno edificio de tres pisos, rodeado de nuevas construcciones que ocultaban la vista de la majestuosa Serranía del Zuque, su musa de la niñez.

Con cada paso que daba, Kike sentía como si el tiempo se plegara sobre sí mismo, mezclando pasado y presente en un torbellino de emociones. Las risas de su niñez parecían susurrar entre los muros, y el aroma del viejo fogón de su abuelo aún impregnaba el aire. Su corazón se estremeció cuando recordó la tarde en la que descubrió un viejo baúl lleno de cartas de su abuelo, quien siempre le hablaba de un tesoro escondido en la montaña. ¿Sería verdad o solo una historia más de su imaginación infantil?

El destino lo guió al salón comunal del mismo barrio, donde conoció a Linda, su amada esposa, en una tarde de 1990. Revivió en su mente aquel primer encuentro cargado de timidez y magia, un momento que cambiaría su vida para siempre. Luego, visitó fugazmente a sus suegros, quienes lo sorprendieron con un generoso mercado y los sabios consejos de su suegra, cuyo amor y ternura lo hicieron sentir como un hijo más. Con el corazón rebosante de gratitud, Kike partió nuevamente hacia Villa de las Bendiciones, en Silvania, donde Linda y su hijo Juanpis lo esperaban ansiosos. Durante el trayecto, aprovechó el tiempo para escribir y reflexionar sobre su jornada.

Al día siguiente, Kike envió un emotivo mensaje de agradecimiento a su suegra y cuñada:

"Querida suegra,

Muchas gracias por el generoso mercado que nos obsequiaste ayer. Tu detalle nos llenó de alegría y gratitud. También agradezco sinceramente los sabios consejos que me diste. Los tendré muy en cuenta y los valoro mucho.

Me conmueve especialmente tu preocupación por mi hijo Juanpis. Tu amor y cuidado hacia él significan mucho para mí. Que Dios te multiplique tu bondad y generosidad.

Y querida Edith, mi cuñada,

Gracias por las deliciosas arepas que me obsequiaste. Sé que las preparas con mucho esmero y amor, y eso las hace aún más especiales.

Con gratitud y cariño, Kike, el mejor escritor."

Esta historia nos enseña que cultivar la gratitud nos libera de muchas ataduras interiores y que visitar los lugares donde vivimos una niñez inolvidable tiene múltiples beneficios, como:

  1. Reconexión emocional: Revivir recuerdos felices genera bienestar y gratitud, fortaleciendo nuestra identidad y sentido de pertenencia.

  2. Sanación personal: Ayuda a cerrar ciclos y sanar heridas del pasado, permitiendo reflexionar sobre el crecimiento personal.

  3. Renovación de la inspiración: Redescubrir esos lugares despierta la creatividad y fomenta la apreciación de las pequeñas cosas.

  4. Fortalecimiento de relaciones: Compartir experiencias con seres queridos refuerza los lazos afectivos.

  5. Reducción del estrés y ansiedad: Regresar a entornos familiares proporciona tranquilidad y seguridad.

  6. Valoración del presente: Comparar el ayer con el hoy nos ayuda a apreciar los logros y a visualizar nuevas metas.

  7. Exploración cultural y social: Permite ver cómo han cambiado esos lugares con el tiempo y conectar con las personas que formaron parte de nuestra infancia.

Revisitar esos sitios es una excelente manera de reconectar con uno mismo y recargar energías para seguir adelante con una visión renovada.

lunes, 20 de enero de 2025

#Soltar es amar


 Érase un 16 de noviembre de 2024. Jostin David Cubillos cumplía 16 años, pero en su corazón pesaba el recuerdo de su amada abuela, quien había fallecido un año atrás. Sus jóvenes padres, Carolina Orjuela y Mauricio Cubillos, le organizaban una fiesta de cumpleaños como cada año, con globos, pastel y la presencia de sus hermanos, tíos y amigos. Sin embargo, esa celebración escondía una preocupación latente: Jostin había perdido el año escolar. No por falta de inteligencia, sino por su falta de compromiso y responsabilidad.

Desde pequeño, Jostin había sido un niño amado y protegido. Sus padres, responsables de cuatro hijos más, le habían dado todo lo mejor que pudieron ofrecer: los mejores colegios, juguetes, viajes, y cada año, una celebración especial rodeado de amor. Con su cabello rubio dorado y ojos claros como la miel, Jostin era irresistible para quienes lo rodeaban; su sonrisa picarona y su encanto natural lo hacían el centro de atención.

Pero algo dentro de él no encontraba sosiego. La mudanza de su madre y hermanos al campo, en busca de una vida más tranquila y próspera, dejó a Jostin solo en la ciudad junto a su abuelo y tío. La soledad llenó su vida de un vacío inquebrantable, y pronto, los días aburridos se tornaron en búsqueda de emociones en lugares incorrectos. Con el tiempo, las malas amistades y las tentaciones de la ciudad se convirtieron en su escape. La droga se infiltró en su vida como un susurro seductor, prometiendo llenar el vacío con la ilusión de nuevas experiencias.

Carolina, una madre fuerte pero vulnerable ante el amor por su hijo, no soportaba verlo alejarse cada día más. Su corazón se debatía entre permanecer a su lado y protegerlo o dejarlo partir hacia un destino incierto. Con lágrimas en los ojos, le propuso una nueva vida en el campo, rodeado de naturaleza y amor, pero Jostin rechazó la idea. “Mami, yo te amo, pero no puedo con mis hermanos,” le dijo una noche, mientras su mirada reflejaba un conflicto interno que ni él mismo podía comprender.




La decisión más difícil llegó rápidamente. El 19 de noviembre de 2024, Carolina y Mauricio, con el corazón dividido, enviaron a Jostin a Estados Unidos, donde viviría con su familia paterna. Allí, lejos de su hogar, enfrentaría desafíos que lo llevarían a conocer la responsabilidad, el esfuerzo y, quizás, el valor de lo que dejaba atrás.

"Con fe, amor y esperanza, Jostin comienza su nuevo camino"

El aeropuerto el Dorado de Bogotá, fue testigo de una despedida cargada de emociones. Carolina lo abrazó con fuerza, sintiendo que soltarlo era también amarlo. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras susurraba, “Hijo, recuerda que siempre estaré aquí para ti.” Jostin asintió con los ojos cristalinos, tratando de disimular el miedo a lo desconocido.

El avión despegó y con él, la esperanza de un nuevo comienzo. Carolina y Mauricio regresaron a casa con la incertidumbre de si su hijo encontraría su camino o si este sería un viaje sin retorno.

La historia de Jostin apenas comienza...

domingo, 19 de enero de 2025

#El Camino de Kike: Una Aventura de Superación y Magia

En una mañana serena, de un sábado, 18 de enero, a las 5:13 a.m., en Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parece detenerse, Kike despertó de un apacible sueño. Como cada día, comenzó su ritual matutino con profunda devoción: meditó, dio gracias por todo lo que la vida le brindaba, visualizó sus objetivos y se auto observó, conectándose con cada parte de su cuerpo. Luego, con el corazón henchido de gratitud, elevó una oración sincera:

—Gracias, Dios mío, por darme sabiduría e inteligencia para escribir con acierto historias que inspiren al mundo, porque, ¿quién, sino Tú, inspiran a un mundo tan maravilloso?

Se levantó con renovada energía y se asomó por la ventana. Un cielo insondable e infinito se desplegaba ante sus ojos, un lienzo de estrellas centelleantes que parecían susurrarle secretos ancestrales. Inspirado por la majestuosidad del universo, decidió afrontar un nuevo desafío: repetir la hazaña de hace dos días, trotar hasta Fusagasugá para realizar un pago adelantado y regresar trotando a casa.

Tras su rutina de yoga y una sesión de escritura en hojas en blanco, donde trazó sus metas del día, realizó ejercicios de fortalecimiento. Se vistió con su pantaloneta y camiseta favorita, se hidrató y comió un banano para energía. Guardó una botella de agua y otro banano en su mochila. A las 8:30 a.m., se despidió de su querida esposa, Linda, con una sonrisa y salió con determinación, iniciando su cronómetro desde cero.

El camino lo llevó a la carretera principal de la vía Sumapaz, también conocida como la vía 40. La naturaleza exuberante lo acompañaba, un mar de verdes colinas y el aroma fresco de la mañana impregnaba el aire. Los restaurantes a la orilla del camino bullían de actividad, sus empleados hacían señales a los autos para que se detuvieran a desayunar. Kike, corriendo en sentido contrario al tráfico, recibía los saludos y palabras de aliento de los ciclistas que regresaban de Fusa, con quienes compartía el amor por el desafío.

El sol, ya en lo alto, derramaba su luz dorada, calentando suavemente la carretera. Kike avanzaba con paso firme, superando los ascensos exigentes con determinación. Cada kilómetro era una batalla contra sí mismo, una conversación interna de esfuerzo y motivación.

Finalmente, llegó a Fusagasugá. Tras completar su diligencia, se sentó por un momento, bebido de su botella de agua y comió su banano. Respiró profundamente y, sin perder tiempo, inició el viaje de regreso. Mientras corría, observaba los buses intermunicipales que pasaban a toda velocidad con letreros luminosos que mostraban destinos como Pasto, Cali, Pitalito, Florencia, Armenia e Ibagué. Cada nombre evocaba en su mente la idea de viajes, leyendas y nuevas aventuras por vivir.

Cuando el pueblo de Silvania finalmente apareció en el horizonte, Kike sintió una oleada de satisfacción. Hizo unas compras rápidas en el mercado y, al llegar a casa, detuvo su cronómetro. Más de tres horas de recorrido y 26 kilómetros de esfuerzo quedaron registrados. Alzó los brazos al cielo, agradecido por el reto cumplido, por su cuerpo fuerte y por la oportunidad de disfrutar del viaje.

Esta aventura nos recuerda que las cosas más simples de la vida, las que a menudo pasamos por alto, están llenas de belleza. Cada instante, cada paso, es una oportunidad para observar, apreciar y disfrutar con nuestros cinco sentidos. Y en la rutina, en la repetición, también reside la magia de la vida.

Kike demostró que la perseverancia y el amor por los pequeños detalles pueden transformar un simple recorrido en una historia digna de ser contada.

 

sábado, 18 de enero de 2025

#"Un Encuentro en Villa de las Bendiciones"

Era un 17 de enero. Amanecía en el barrio Montebello, en Bogotá. El reloj marcaba las 5:00 a.m., y la ciudad despertaba bajo un manto de frescura con 11 grados que prometían un día soleado. Jane abrió los ojos, sintiendo una chispa de emoción mientras miraba a George, su esposo, aún medio dormido. "Hoy será un día especial", pensó, esbozando una sonrisa.

La noche anterior, a las 7:09 p.m., Jane había llamado a Kike para avisarle de su visita al día siguiente. "Kike, vamos a bajar mañana a visitarte", le dijo con entusiasmo. "Vendremos con George y papá; queremos sorprenderlo en el camino." La voz de Jane transmitía emoción, y aunque Kike estaba agotado por las jornadas previas, respondió con alegría. "¡Los espero con ansias!", contestó, sintiendo cómo el anuncio iluminaba su noche.

A la mañana siguiente, Jane y George habían planeado una sorpresa adicional para Alfonso, su padre, quien dormía en la habitación contigua. Además del descanso en el Club de la Policía en Melgar, pasarían primero por Villa de las Bendiciones, donde vivía Kike.

La familia partió a las 5:45 a.m. en un vehículo que parecía guiado por el destino. La carretera estaba envuelta en una neblina tenue, y cada curva del camino parecía susurrar promesas de reencuentro.

En Villa de las Bendiciones, Kike ya estaba despierto desde las 4:32 a.m., con el corazón lleno de expectativa. Aunque la llamada de Jane había despejado la incertidumbre, algo en su interior le decía que este encuentro sería único. A pesar del cansancio acumulado de haber recorrido 53 kilómetros en los días anteriores, se levantó con energía renovada.

Comenzó su rutina habitual: oración, meditación, yoga, y lectura, mientras un gallo cantaba anunciando el amanecer. Todo parecía estar cargado de un simbolismo especial. Cuando el reloj marcó las 8:30 a.m., Kike salió hacia la alcaldía para reunirse con un cliente, pero algo lo detenía en el aire: una sensación de que algo grande estaba por suceder.

Al cruzar un puente, su teléfono sonó. Era Jane. "Estamos aquí, justo al final del puente", dijo ella con voz emocionada. Kike detuvo el auto y, al mirar hacia el horizonte, vio cómo el coche de su hermana se acercaba. Todo parecía estar en cámara lenta. Al abrir la puerta trasera y ver a su padre, un torrente de emociones lo invadió.

—¡Qué alegría, papá! —dijo Kike con lágrimas en los ojos mientras abrazaba a Alfonso, a quien no veía desde hacía más de cinco años.
—Hijo, ¡qué felicidad verte de nuevo! —respondió Alfonso, con la voz quebrada por la emoción.

El encuentro fue como si el tiempo se detuviera, rodeado por un aura cálida que parecía provenir del cielo mismo.

Juntos fueron a la alcaldía, realizaron algunas compras en Silvania, y luego se dirigieron a Villa de las Bendiciones. Allí, Linda los recibió con un café humeante que emanaba un aroma inconfundible de la región. En la mesa los esperaban jugos de naranja recién exprimidos, huevos criollos y chocolate caliente, un banquete que sabía a hogar.

Mientras compartían, recordaron anécdotas de su infancia, como las noches en las que Alfonso llegaba tarde, un poco tomado, y preparaba huevos revueltos que comía con Kike en la intimidad de la madrugada. La casa parecía llena de ecos del pasado, risas y lágrimas.

Jane, emocionada, compró a Kike un ejemplar de su libro "Historias que Inspiran la Imaginación". Kike lo firmó con una dedicatoria que quedó grabada en el corazón de su hermana:

"Para mi querida hermana,
Eres un pilar fundamental en mi vida, un faro que ilumina con tu amor, fortaleza y bondad. Este libro, que nace del corazón, lleva en sus páginas un pedacito de los valores y las enseñanzas que hemos compartido. Gracias por ser mi inspiración y por recordarme que los sueños se logran cuando se alimentan con dedicación y fe.
Con todo mi cariño,
Kike."

El reloj marcaba el mediodía cuando Jane, George y Alfonso se despidieron para continuar su camino hacia Melgar. Kike y Linda los vieron alejarse, conmovidos por el rastro de amor que dejaban atrás. El sol brillaba intensamente sobre Villa de las Bendiciones, un lugar donde los recuerdos y los lazos familiares eran el verdadero tesoro.

Moraleja: Los momentos compartidos con nuestros seres queridos son joyas que el tiempo no puede borrar. Cultivar el amor, la lealtad y la bondad es el mayor legado que podemos dejar. 

jueves, 16 de enero de 2025

#53.40 Kms por 200 libros


 Era la mañana de un radiante miércoles 15 de enero. El sol, como un diamante en el cielo, iluminaba Villa de las Bendiciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse y la naturaleza cantaba su coro celestial. Kike, de pie junto al umbral de su casa, se preparaba para un desafío monumental. El aroma de las flores silvestres lo rodeaba, mientras Linda, su esposa, le daba un beso de despedida y la bendición, mientras los primeros rayos del sol pintaban el cielo con tonalidades doradas.


Con su reloj marcando cero y una mochila ligera en la espalda, Kike salió trotando hacia Fusagasugá, donde lo esperaba un destino prometedor. Al avanzar por la carretera, se encontró con el espectáculo de las palmeras que bordeaban la autopista. Altas, majestuosas, sus hojas danzaban con el viento, y Kike, mirando hacia lo alto, buscaba inspiración en su grandeza. En ese momento, imaginó tres palmeras similares adornando su hogar, como símbolos de fortaleza, sueños y esperanza.

Los kilómetros transcurrieron entre el canto de las aves, los murmullos de los trabajadores ampliando la vía y los suspiros de un hombre decidido. Al llegar al Banco W, su amiga Eliana le ofreció una oportunidad que iluminó su corazón: un subsidio, para comprar 200 libros subsidiados desde España, ejemplares que llevarían su obra "Historias que Inspiran la Imaginación" a las manos de sus lectores.

Aunque el desembolso se haría al día siguiente, Kike regresó a casa confiado en la Divina Providencia y completó 26.22 kilómetros en total. Pero el desafío no terminaba ahí. Al amanecer del día siguiente, con un cielo nublado que parecía envolver el mundo en un abrazo tranquilo, Kike volvió a emprender el recorrido. Recordó a su viejo entrenador, que siempre le decía: "Lo mejor para el cansancio es entrenar más."

En cada paso, Kike sentía la adrenalina impulsarlo. Su mente se llenaba de pensamientos sobre las personas que creían en él: amigos, familiares y los fieles lectores de sus blogs. Recordó a aquellas amigas que, en momentos de tristeza o frustración, le confesaron que leer sus blogs actuaba como un bálsamo para el alma. "Es como un hechizo," le decían, "tus palabras nos dan fuerzas para seguir adelante." Kike sonrió al pensar en el poder de sus relatos y en cómo su libro podría amplificar esa magia, llevando esperanza y motivación a más personas.

De vuelta en el banco, Eliana lo recibió con una cálida sonrisa. Tras diligenciar los formularios, el gerente quedó cautivado por la noble causa de Kike y la fuerza de sus palabras, prometiendo apoyar el proyecto. Algunos compañeros de Eliana se comprometieron a comprar el libro en cuanto llegara. Kike sintió que su misión no solo era posible, sino que ya estaba comenzando a cambiar vidas.

El recorrido de regreso fue un tributo a la victoria. Hizo una pausa en Silvania para beber agua de la montaña y comer un banano del huerto comunal, mientras contemplaba la belleza de los paisajes que lo rodeaban. Cada paso era una afirmación de su fe y una celebración de la vida.

Al llegar a Villa de las Bendiciones, Linda lo recibió con un abrazo y un jugo de guayaba frío. Esa tarde, Kike reflexionó sobre su hazaña: 53.40 kilómetros en dos días, impulsados por un sueño y sostenidos por un ejército de personas que creían en él.

Ese día comprendió que su libro no sería solo un logro personal, sino una herramienta para transformar vidas. Sus relatos, como lo hacían en sus blogs, serían un refugio para quienes buscaban inspiración, un recordatorio de que dentro de cada uno hay un guerrero capaz de enfrentar las mayores adversidades.

"Historias que Inspiran la Imaginación" no sería solo un libro, sino un puente hacia el cambio, una chispa para encender corazones y una guía para aquellos que sueñan con un mundo mejor.

Y así, Kike reafirmó una verdad simple pero poderosa: los sueños más grandes no se recorren en soledad; son los corazones unidos los que construyen los caminos hacia ellos.

miércoles, 15 de enero de 2025

#La Nostalgia de las Historias que Inspiran


 Era una tibia mañana despejada en Villa de las Bendiciones, en Silvania. A las 5:40 a. m., el cielo azul con nubes teñidas de naranja anunciaba un día espléndido. Las aves multicolores cantaban con un tono celestial, y el tiempo parecía detenerse. Kike despertó de un sueño armonioso, cargado de serenidad. Meditó durante unos minutos, como lo hacía cada mañana, antes de recordar las últimas cien páginas que había devorado la noche anterior de La nostalgia de las almendras amargas. Este libro, una compilación de textos de Gabriel García Márquez, le había permitido descubrir una conexión profunda con el autor.

Kike se había identificado especialmente con los momentos de penurias que Gabo vivió al terminar Cien años de soledad. La historia de cómo García Márquez y Mercedes, su esposa, habían tenido que dividir el manuscrito en dos paquetes para enviarlo a Buenos Aires debido a la falta de dinero, resonó con él. “¡Quién iba a imaginar que esa novela sería un éxito mundial!” pensó Kike, mientras recordaba los propios obstáculos que había enfrentado para publicar su primer libro, Historias que inspiran la imaginación.

La espera de las primeras regalías le llenaba de expectativas. Aunque las librerías no habían reportado a tiempo las ventas por el cierre de fin de año, Kike se sentía optimista. Sabía que cada capítulo de su libro contenía historias cargadas de motivación y esperanza, y esperaba que resonaran en los lectores como el eco de un susurro universal. Su segunda versión, más cautivadora y rica en historias silvanenses, estaba casi lista, y él tenía fe en que dejaría una huella duradera.

Aquella tarde, Kike tenía una cita con el alcalde Ricardo Pulido. Quería presentar una propuesta para integrarse al equipo de la alcaldía y usar sus relatos para resaltar el esfuerzo de los labriegos silvanenses. Recordó cómo había acompañado a don Wilson de la UMATA en clausuras por las veredas. En esos recorridos, había descubierto la calidez y la resiliencia de la gente del campo, quienes, con sus manos laboriosas, proveen la alimentación diaria de todos.

Sin embargo, la reunión no se concretó. Kike sintió frustración, pero también determinación. Sabía que su amor por Silvania y su compromiso con las historias de su tierra eran más fuertes que cualquier obstáculo. Visualizó un futuro donde sus relatos no solo motivaran a los lectores, sino que también inspiraran a la comunidad a valorar su propia historia y tradiciones.

Al volver a casa, se sentó frente a su escritorio y comenzó a escribir un nuevo capítulo para su próximo libro. La brisa de la tarde acariciaba las páginas en blanco mientras Kike pensaba en las palabras de Mercedes a Gabo: “Lo único que falta es que la novela sea mala”. Pero Kike sonrió, porque en su corazón sabía que sus historias eran un tributo a la humanidad, un canto a la esperanza y un puente entre generaciones.

El sol se ocultaba, tiñendo el cielo de tonos cálidos, y con él, Kike escribió la frase que marcaría el rumbo de su siguiente capítulo: “Desde la pequeñez de un pueblo, se puede inspirar al mundo entero”. En ese instante, la magia de Silvania cobró vida en su pluma, y su sueño de trascender quedó sellado en las páginas de la historia.

lunes, 13 de enero de 2025

#"Semillas de Amor: Una Mañana de Encuentros y Magia"


 Era una madrugada fresca, sábado 11 de enero. El reloj marcaba las 4:41 am cuando Kike despertó de un sueño profundo y reparador. Abrió los ojos y, desde su cama, observó un cielo oscuro pero despejado a través de la ventana. Había llegado el día en que cumpliría un propósito trazado el día anterior: visitar la vereda Panamá Alta, en el sector La Guaca, para conocer la finca Semillas de Amor, hogar de su amiga Nelo.

La historia con Nelo había comenzado semanas atrás, en una encuentro literario celebrado en Zeratena, en Silvania, donde habían compartido escritos y sueños. Desde ese momento, algo especial resonó entre ellos, como si sus caminos estuvieran predestinados a cruzarse.

Tras realizar su rutina matutina de meditación, plegarias y ejercicios, Kike se despidió de su esposa Linda, quien le preparó un desayuno sencillo pero lleno de amor: un banano, un café y una arepa recién hecha. Partió trotando con entusiasmo, mientras la brisa de la mañana le acariciaba el rostro y los cantos de las aves multicolores creaban una sinfonía natural que lo acompañaba en cada paso.

En su trayecto de más de 9 kilómetros, Kike se sumergió en un paisaje mágico: palmeras majestuosas, árboles frutales que parecían susurrarle secretos, y un cielo que se teñía de tonos cálidos a medida que avanzaba el día. Al perderse brevemente entre los caminos serpenteantes, fue la tecnología la que lo ayudó a reencontrar su rumbo, como si una fuerza invisible lo guiara hacia su destino.

Al llegar, Nelo lo recibió con un abrazo cálido y un vaso de masato fresco, acompañado de una sonrisa que irradiaba hospitalidad. Allí conoció a Mariana, la talentosa hija de Nelo, quien a sus 17 años tocaba el piano, la guitarra y el clarinete como si canalizara una magia ancestral en cada nota. Kike se sorprendió al descubrir que Nelo, además de escritora, era una pintora excepcional, cuyos cuadros decoraban las paredes de la finca con historias visuales llenas de color y emoción.




La visita, que inicialmente sería breve, se extendió gracias a la calidez del hogar. Entre conversaciones y risas, Nelo preparó un desayuno con huevos cocidos, café y jugo de naranja recién exprimido, todo cosechado en la finca. Kike compartió con ellos ejercicios de yoga y abdominales, los cuales Nelo grabó con la intención de incorporarlos a su propia rutina diaria.

Mientras exploraba la finca, Kike se encontró con cultivos rebosantes de vida y una tortuga que se desplazaba con la serenidad de quien guarda los secretos del tiempo. Cada rincón del lugar parecía estar imbuido de una energía especial, como si Semillas de Amor fuera un refugio donde la naturaleza y el alma se encontraban.

Al mediodía, la familia se reunió para almorzar. Jorge David, el esposo de Nelo, llegó justo a tiempo, recibiendo de su esposa e hija un abrazo lleno de amor y complicidad. Kike quedó conmovido al presenciar la unión y armonía de aquel hogar humilde pero lleno de riqueza espiritual.


Antes de partir, Nelo le obsequió plantas medicinales, frutas frescas y, sobre todo, momentos inolvidables. Kike regresó trotando, con el corazón lleno de gratitud y un nuevo sentido de inspiración. Al llegar a casa, sembró las plantas junto a Linda, sellando así el recuerdo de un día extraordinario                                        

Esa noche, Kike escribió una carta de agradecimiento a Nelo, quien respondió con palabras que resonaron profundamente en su corazón. Ambos reconocieron la belleza de una amistad sincera y la importancia de los pequeños gestos que transforman la vida cotidiana en algo extraordinario.

Enseñanza:
En Semillas de Amor, Kike descubrió que la verdadera abundancia no está en lo material, sino en la generosidad del espíritu y en los lazos de amistad que se cultivan con amor y respeto.

sábado, 11 de enero de 2025

#El último vuelo de Oreo


 En los albores de un diciembre en Armenia, entre risas y caricias, Oreo había encontrado un hogar. Su pequeña presencia iluminaba cada rincón de la casa, una perrita que, desde el primer momento, se integró a la familia como si el destino la hubiese guiado allí. Incluso la gata, que hasta entonces había sido la reina solitaria del hogar, compartía con ella juegos y aventuras. La noche del 24 de diciembre, bajo el resplandor de las luces navideñas, las dos eran inseparables, como si un lazo mágico las uniera.

Sin embargo, la alegría no siempre permanece impasible frente al paso del tiempo. La mañana del 26, Oreo comenzó a mostrarse extraña, más tranquila de lo habitual, con una mirada que parecía perderse en algún rincón del universo. Su falta de apetito y su quietud comenzaron a preocuparnos, aunque intentamos justificarlo como un día de pereza tras las fiestas.

Cuando la situación empeoró, el día siguiente trajo consigo un peso en el aire. Oreo apenas bebía agua y su pequeño cuerpo se debilitaba. Fue entonces cuando los días se tiñeron de angustia. Cada momento junto a ella se volvió un acto de fe. Maryi no se separaba de su lado, observándola con tristeza y una mezcla de impotencia y esperanza. "Debes resistir", pensaba, mientras intentaba alimentarla, pero Oreo, cada vez más frágil, solo buscaba rincones oscuros, lugares donde el mundo no pudiera alcanzarla.

El 28 de diciembre amaneció con una extraña calma, esa que precede a las despedidas más dolorosas. En la penumbra de la sala, Maryi se sentó junto a Oreo, acariciando su pequeño cuerpo que apenas tenía fuerzas para responder. A media mañana, Oreo levantó la cabeza y, con unos ojos que reflejaban una profunda melancolía, la miró directamente. Fue una mirada que llevaba consigo todas las palabras que nunca podrían ser dichas, como un colibrí que se despide antes de emprender su último vuelo. Cerró sus ojos y partió, dejando tras de sí un silencio pesado, interrumpido solo por el eco de los recuerdos.

Mientras los niños preguntaban por ella, decidimos contarles que Oreo había volado a un lugar donde los campos son infinitos y el sol nunca deja de brillar. Un lugar donde ella correría y jugaría con otros perritos, libre como un colibrí que se eleva hacia el cielo, dejando una estela de amor y dulzura en su vuelo final.

Maryi, con los ojos llenos de lágrimas, supo que Oreo había venido para enseñarles algo profundo: el amor incondicional, la fragilidad de la vida, y la importancia de valorar cada instante compartido. Así quedó su recuerdo, como un pequeño ser que, aunque breve, dejó una huella imborrable. Una historia que, aunque envuelta en lágrimas, continuará en cada rincón de sus corazones.

Oreo, con su pequeño y efímero vuelo, dejó un legado de amor, resiliencia y gratitud. Su historia es una invitación a vivir cada día con propósito y a abrazar cada momento como si fuera único.

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