lunes, 23 de diciembre de 2024

#"El Secreto del Amanecer: Cuando los Sueños Tocan el Alma"


Era un amanecer tibio y encantador, aquel domingo 22 de diciembre en Silvania. El cielo se desplegaba como un lienzo infinito, teñido de un azul profundo entrelazado con pinceladas de nubes naranjas, blancas y grises, como si el universo mismo hubiese decidido pintar el día con su toque divino. A las 5:22 am, Kike despertó, aún atrapado por las vibraciones de un sueño tan vívido que parecía haber dejado huellas en su alma.

Ese sueño lo transportaba a un lugar irreal: un laberinto de paredes verdes y aromáticas, donde las hojas parecían emitir su propia luz, como si cada una de ellas contuviera la esencia del sol. Un aire melódico envolvía aquel lugar, y una energía indescriptible lo abrazaba con calidez. Mientras repasaba los detalles, Kike sintió que ese sueño guardaba un mensaje oculto, un eco de algo que había pedido al universo mucho tiempo atrás.

Dieciocho días antes, Kike había dedicado sus pensamientos y oraciones a la Divina Providencia, dejando en sus manos dos deseos concretos y un tercero indefinido, un misterio que confió al universo. Los primeros dos deseos se habían cumplido: el primero a mediados del año y el segundo en aquel diciembre, cuando logró escribir su primer libro, un logro que simbolizaba para él el poder de los sueños.

Pero el tercer deseo permanecía velado en el enigma de lo imposible. En su juventud, Kike había deseado algo que, aunque profundamente anhelado, consideraba inalcanzable. Con el paso de los años, desistió de esa idea, dejando que se diluyera en el tiempo, aunque en sus oraciones aún persistía como una esperanza lejana.

Y ahora, en ese sueño, algo poderoso y misterioso le susurraba que el tercer deseo estaba a punto de cumplirse. Una fuerza invisible lo transportaba a un mundo donde lo imposible se disolvía, y Kike sintió, por primera vez, que aquello que había deseado era una realidad al alcance de su espíritu.

Meditó profundamente, dio gracias y se visualizó abrazando ese día con un renovado sentido de propósito. Conectó con cada fibra de su ser, sintiendo la armonía y la paz infinita que emanaban de su interior. Se levantó, envió impulsos de amor silencioso a su esposa, que dormía a su lado, a su hijo en la habitación contigua, y a la naturaleza que rodeaba su hogar. Este gesto, que Kike había aprendido de Deepak Chopra, era un mantra que simbolizaba su conexión con el universo.

Al mirar por la ventana, absorbió la energía celestial del cosmos, sintiendo que estaba en sincronía con algo mucho mayor. Decidió que aquel tercer secreto o deseo se mantendría oculto hasta que se cumpliera, sellado entre él, la Divina Providencia y el universo.

La historia de Kike nos enseña que no hay límites para soñar y que los verdaderos milagros suceden cuando confiamos, actuamos y nos abrimos al infinito potencial de la vida. Los sueños no solo moldean nuestro destino, sino que también nos muestran que lo imposible es simplemente una barrera que se desvanece cuando vemos más allá y dejamos que las cosas sucedan. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gratitud por todo lo que el universo nos ofrece y la vida misma.

Anónimo dijo...

Cuando descubrimos el poder del ser humano en su fe y hacerla obra somos el milagro mismo.
Kike nos cuenta como con sus actos y pensamientos, desde que se levanta hacen un día diferente y extraordinario.
Solo depende de la intención de cada corazón lograr cada sueño.
Kike es un soñador pero también un hacedor. Gracias esperamos saber más del sueño de kike.
Atentamente: Nina

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