Érase, un atardecer, lunes 16 de diciembre en Silvania, donde la tarde irradiaba un sol dorado que pintaba el cielo con pinceladas de nostalgia y promesas. Un tráfico pesado, como si el tiempo mismo se resistiera a avanzar, frenaba el camino de doña Ligia Marina Másmela y su esposo Germán Pinzón Pineda, quienes se dirigían con ansias al Mirador Artístico de Silvania. El lugar, una joya entre montañas, parecía tener el don de detener la rutina y abrir portales a mundos de inspiración.
Doña Ligia y Germán iban con un propósito especial: encontrarse con Kike, el escritor local cuya obra, "Historias que inspiran la imaginación", había despertado su curiosidad. A las 2:55 p.m., conscientes de que el tiempo se escurría, llamaron a Kike para disculparse por el retraso. La voz de Kike, serena como el murmullo de un río, les respondió:
—Tranquila, doña Ligia. Aquí los espero, sin prisa.
Mientras tanto, el Mirador los aguardaba como un anfitrión discreto, desplegando ante Kike su paisaje de colinas y susurros de viento. Sentado en un rincón, con los ojos cerrados y el corazón en paz, meditaba. El aroma del café recién molido flotaba en el aire, como si la tarde misma quisiera ser testigo del encuentro.
A las 3:18 p.m., el sonido de un motor interrumpió el silencio. Doña Ligia y Germán llegaron al lugar. Al bajar del vehículo, el viento juguetón desordenó sus cabellos mientras sus sonrisas encendían el ambiente. Al acercarse a Kike, ambos lo saludaron con la calidez de viejos conocidos, rememorando el primer encuentro en unas capacitaciones meses atrás.
—Kike, déjame presentarte oficialmente a mi esposo Germán —dijo doña Ligia con orgullo—. Los dos somos músicos, enamorados de la cultura y la educación.
Durante las siguientes dos horas, la magia se tejió en cada palabra. Germán compartió historias de su niñez en Chipa Viejo, evocando su ascenso desde un pequeño pueblo hasta dirigir óperas y zarzuelas en escenarios internacionales. Su voz, acompañada de gestos precisos, parecía arrancar suspiros al paisaje que los rodeaba.
Doña Ligia, por su parte, iluminó la conversación con anécdotas de sus clases de pedagogía infantil, música y danza. Su pasión vibraba en cada palabra, mientras Germán amenizaba con chistes y recuerdos.
Kike, observándolos con admiración, habló de su amor por la escritura, de cómo las páginas de los libros lo guiaron en su juventud y lo llevaron a dar vida a historias que buscaban transformar al lector.
—Escribir es como meditar —confesó Kike—. Encuentras un lugar donde el tiempo no existe y la imaginación es libre de volar.
Cuando Germán sacó los instrumentos, la atmósfera se llenó de notas que parecían bailar entre las montañas. Interpretaron canciones del maestro José Jacinto Monroy, y cada acorde resonó como un eco de las raíces colombianas.
"Que tiene tu mirada" con: Germán Pinzón Pineda y Ligia Marina Másmela Compositor Jacinto Monroy
"Colombia es amor". Con: Germán Pinzón Pineda y Ligia Marina Másmela Compositor Jacinto Monroy
El tinto, servido con esmero, parecía más dulce bajo la influencia de las melodías y las risas compartidas. Fue entonces cuando doña Ligia tomó entre sus manos el libro de Kike, quien le dedicó unas palabras que parecían extraídas del alma misma de Silvania:
"Para doña Ligia, cuya vida es una sinfonía de aprendizaje y arte. Que estas historias sean una inspiración más en su camino."
Al despedirse, doña Ligia y Germán extendieron una invitación para un evento cultural en el mismo mirador, donde poetas, músicos y pintores se reunirían para compartir su arte.
Al día siguiente, un mensaje de doña Ligia llegó al teléfono de Kike:
—Kike, tu libro es un viaje. Cada página me transporta a lugares donde los colores, los olores y los sabores cobran vida. Gracias por compartir tu mundo.
Así, entre música, palabras y montañas, nació una amistad que prometía inspirar a todos los que se cruzaran con su historia.
1 comentario:
Momentos inolvidables, donde la cultura en sus diferentes expresiones conmueven el alma. Escuchar esas notas musicales, leer otras de inspiración mágica y la belleza del paisaje y compartir. Que alegría ver momentos así.
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