Dario se había trasladado con su esposa e hijo desde el bullicio de Bogotá hacia el tranquilo municipio de Silvania. A pesar de los buenos ingresos que generaban los arriendos de su casa en Bogotá, el peso de las deudas lo ahogaba. Gastos hormiga y una falta de control financiero habían erosionado sus ingresos hasta dejarlo al borde del embargo. Faltaban solo dos semanas para que el proceso judicial avanzara, cuando la Divina Providencia tocó su puerta: dos viejos amigos le propusieron un trueque inesperado. Le ofrecieron una casa hermosa en Silvania, a 600 metros de la carretera principal Bogotá-Girardot.
La calma y el desafío en Silvania
Aunque se libró del inminente embargo, Dario todavía arrastraba deudas. Sin la renta fija de Bogotá, necesitaba reinventarse. Decidió capacitarse en trabajo virtual mediante un curso en línea de ocho semanas. Durante este proceso, descubrió que, además de su habilidad para la edición fotográfica, tenía un talento natural para la redacción de contenido. Como llevaba 180 días escribiendo un diario personal, decidió convertir esos fragmentos en historias.
Confiado en su nuevo camino, Dario se postuló para varios trabajos, pero las empresas con las que intentó trabajar no cumplían con los términos de la agencia de empleo. Sin embargo, lejos de desanimarse, aprovechó el tiempo para recuperar viejos escritos que había anotado en cuadernos, muchos incompletos o deteriorados. Gracias a su memoria prodigiosa, reescribió historias perdidas y decidió darle vida a su primer libro.
La soledad como fuente de creatividad
Cuando su esposa tuvo que regresar a Bogotá con su hijo para acompañar a su madre en una operación, Dario quedó solo en Silvania. Durante esas semanas, recordó su niñez cuidando a sus hermanos menores: cocinaba, barría, lavaba, y trapeaba. Esa rutina de soledad despertó su creatividad, dándole el tiempo y la claridad mental para terminar su libro de 36 capítulos. Envió los primeros ocho a su editora, y recibió un mensaje alentador:
> “Obra apta para editar. Historias bien estructuradas, con redacción clara y profunda. Refleja una conexión entre sueños, realidad y valores humanos fundamentales.”
Este reconocimiento lo motivó a continuar. Decidió escribir nueve capítulos adicionales, sintiéndose inspirado por su rutina diaria de lectura. Cada lectura era una terapia, ayudándolo a mantener la mente serena y enfocada. Pero una noche, mientras imaginaba los dos últimos capítulos, el computador dejó de encender.
El desafío del viejo computador
Dario no se rindió. Recordó que tenía un antiguo computador guardado, lento pero funcional. Al día siguiente, lo conectó y comenzó a trabajar en él. Sin acceso a algunos archivos esenciales, recurrió a los blogs que había publicado, los cuales contenían resúmenes de capítulos. Gracias a su memoria, reconstruyó las partes faltantes y escribió los dos últimos capítulos.
Después de enviarlos a la editora, le notificaron que faltaban la sinopsis y el prólogo, lo que generaba un costo adicional. Preocupado por el dinero, Dario decidió esperar. Sin embargo, la editora lanzó una promoción inesperada que incluía 15 ejemplares gratis, lo que alivió su situación. Sorprendentemente, la corrección del libro, que debía tomar tres semanas, estuvo lista en solo cuatro días.
La promesa del camino a Fusagasugá
El sábado siguiente, Dario decidió trotar 16 kilómetros hasta Fusagasugá para cubrir algunos pagos. Durante el camino de regreso, vio a una madre desplazada con sus cuatro hijos caminando a pie. El corazón de Dario se conmovió: sacó el poco dinero que llevaba y se lo entregó a la mujer, sin importarle que quedaría sin efectivo para cubrir sus propios gastos. Mientras los niños sonreían, a Dario se le llenaron los ojos de lágrimas. Comprendió cuán afortunado era a pesar de sus dificultades.
Al trotar de regreso, con la mente en calma y el alma ligera, Dario se dijo a sí mismo:
“¿Cómo es posible que me queje de la vida teniendo salud, fuerza, y un techo donde vivir? Esa familia, a pesar de no tener nada, seguía adelante con una sonrisa.”
Desde ese día, Dario hizo una promesa solemne: agradecería cada día por lo que tenía, y vería cada dificultad como una oportunidad disfrazada.
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Reflexión Final
Esta historia de Dario nos enseña que las dificultades son oportunidades para crecer y que no necesitamos ser millonarios para ayudar a los demás. Dario nos recuerda valores esenciales como la empatía, la resiliencia, la lealtad y la nobleza del ser humano. A veces, solo en medio de la adversidad descubrimos nuestra verdadera fortaleza y aprendemos a valorar lo que realmente importa.
2 comentarios:
Linda historia de vida,a algunas circunstancias del diario vivir, hacen que salgamos del "acomodo" y nos llevan a reinventarnos. Salir de esa situación pone a prueba nuestra fortaleza ánimica y mental, así mismo, esa actitud loable del desprendimiento por alguien que lo requería me conmovió, quedarse con el bolsillo vacío ,pero con el alma llena de satisfacción por una buena obra, poniendo en práctica los buenos valores humanos. El visto bueno y reconocimiento de la editora por los escritos, es fruto de la dedicación, persistencia y un sueño por cumplir casi hecho realidad, " ser escritor".
Una breve historia muy conmovedora y llena de enseñanzas donde vemos que a pesar de las dificultades se puede tener esperanza y actitud positiva, donde se aprende que podemos resurgir desde las frustraciones y las dificultades por más difíciles que sean
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