Era una mañana luminosa, el 17 de diciembre. El reloj marcaba las 6:00 a.m., y Silvania despertaba abrazada por un sol dorado que parecía bendecir con su calor cada rincón del municipio. Las aves, en un espectáculo celestial, llenaban el aire con sus cantos armoniosos, como si estuvieran componiendo un himno para celebrar el nuevo día. En las veredas cercanas, los campesinos forjadores del campo se preparaban para un día más de arduo trabajo, con la esperanza grabada en cada surco de tierra.
En la oficina de la UMATA, don Wilson García y la ingeniera Martha Poveda compartían un café oscuro, de aroma profundo, mientras escuchaban las palabras del director, el Dr. Leonardo Carrillo. La conversación giraba en torno a una misión importante: visitar la vereda Loma Alta, a 13 kilómetros de distancia. Lo que antes era un sendero intransitable ahora había sido transformado en una carretera digna gracias a la visión del alcalde, el Dr. Ricardo Pulido.
A las 9:00 a.m., los ingenieros emprendieron su viaje en una motocicleta, enfrentándose a un ascenso que serpenteaba entre montañas. A medida que avanzaban, parecían adentrarse en un cuadro vivo: potreros de un verde intenso, árboles majestuosos que narraban historias de tiempos pasados, cultivos de café, mora y tomate de árbol que prometían frutos dulces. Cada curva del camino era un recordatorio de la conexión entre la naturaleza y la humanidad.
Don Wilson y la ingeniera Martha, llegaron a las 9:55 a.m a 150 mts antes del salón comunal, a la casa de donde don Miguel Antonio González y su esposa Alba les ofrecieron un tinto cálido, lleno del alma de la región. Poco a poco, los integrantes del proyecto comunitario comenzaron a llegar: Janneth Baquero y Juan Manuel Ramos, líderes comprometidos; Lorena Pinzón, maestra de lombricultura; Antonio Gaitán, el avicultor generoso; Lizandro Morales, protector de suelos; Stella Sánchez, la soñadora con tierras nuevas. Y así, hasta que 35 personas llenaron el salón, cada una con una chispa de entusiasmo en sus ojos.
La reunión comenzó con palabras de aliento y sabiduría. Don Wilson felicitó a los asistentes por su dedicación y les recordó que 2025 sería un año de revolución en sus vidas: un tiempo para la unión, la producción y el renacer de sus veredas. La ingeniera Martha añadió un mensaje de esperanza, destacando la resiliencia y el amor con los que enfrentaban cada desafío.
Cuando el reloj marcó la 1:00 p.m., la reunión culminó con un festín: un delicioso ajiaco campesino cocinado con leña, acompañado de masato en la casa de Miguel Antonio y su esposa Alba. Las risas y las historias se mezclaron en el aire, creando un momento que quedaría grabado en los corazones de todos los presentes.
Don Wilson y la ingeniera Martha se despidieron con prisa, pues la madre de Wilson celebraba su cumpleaños ese día. Mientras la motocicleta se alejaba, dejando una estela de polvo en el sendero, los miembros de "Productores Casa Verde" quedaron reflexionando sobre las lecciones aprendidas y las semillas de esperanza plantadas en sus corazones.
Esa tarde, mientras la comunidad compartía un asado, alguien señaló hacia el horizonte. La figura de don Wilson y Martha desaparecía entre las montañas, pero su legado de esfuerzo y dedicación permanecía. En Loma Alta, un rincón olvidado, la esperanza había echado raíces.
Y así, el trabajo incansable de líderes como el alcalde Dr. Ricardo Pulido, el Dr. Leonardo Carrillo y el equipo de la UMATA nos recuerda que las pequeñas acciones tienen el poder de transformar vidas y sembrar el futuro de una nación.
1 comentario:
Trabajo y aprendizaje en unión, compartiendo experiencias y conocimientos, todo en pro de un desarrollo integral comunitario.
Publicar un comentario