jueves, 28 de noviembre de 2024

#El Sueño Revelador de Olga Romero: Un Llamado Divino en Tiempos de Pandemia


 El año 2020 llegó como un susurro sombrío, cargado de incertidumbre y miedo. Las calles de Silvania, Cundinamarca, alguna vez vivas con risas y bullicio, ahora se habían transformado en un lienzo de silencio. Fue en medio de este escenario que el corazón de Olga Romero, gestora social y soñadora incansable, sintió un llamado profundo, casi celestial, a servir.

Una tarde gris, tocó a su puerta una madre con cuatro niños. Su rostro, marcado por la desesperación, narraba una historia de hambre. Olga, conmovida, extendió un billete de 10.000 pesos, pero las palabras de la mujer resonaron como un eco en su alma: "Con esto no alcanza...". Algo dentro de ella despertó, una fuerza invisible que la impulsó a actuar.

Esa noche, mientras el mundo dormía, Olga tuvo un sueño que cambiaría su vida. En la penumbra de su mente, se revelaron las manos de Dios, enormes y luminosas, abrazando el mapamundi. Desde el centro del mundo, la bandera de Colombia se iluminaba, y dentro de ella, una flecha señalaba a Silvania. "Ayúdanos a ayudar", resonó una voz cálida y poderosa. Olga despertó con lágrimas en los ojos y una certeza ardiente en el corazón: debía ser un puente de esperanza para su gente.



Al día siguiente, convirtió su cocina en un santuario de solidaridad. Preparaba almuerzos que repartía entre las calles y la feria de ganado, donde los ojos de los necesitados buscaban consuelo. Mientras entregaba los alimentos, escuchaba sus súplicas: "Ayúdeme...". Dentro de ella, una pregunta brotaba: "¿Y quién me ayuda a mí?". Pero no tardó en darse cuenta de que la ayuda que buscaba venía del amor que daba.

Con el tiempo, su misión trascendió fronteras. Vecinos, aspirantes a cargos gubernamentales, y hasta empresarios se unieron a su causa. Entre ellos, el alcalde Ricardo Pulido y un comerciante de pimentones que, gracias a los grupos de trueque y ventas creados por Olga, había logrado exportar sus productos. Cuando este le ofreció una comisión de dos millones de pesos como muestra de gratitud, Olga respondió con humildad: "No necesito nada. Usa ese dinero para mercados; que lleguen a las manos que más lo necesitan". Así nació un tejido humano, tejido con hilos de generosidad y amor.

https://www.facebook.com/reel/250696819245570

La labor de Olga no se detuvo ahí. Su fundación Sin Fronteras comenzó a cruzar límites geográficos y emocionales, llevando alimentos, ropa y esperanza a rincones olvidados de Colombia, desde la Guajira hasta Venezuela. Cada acto de servicio era un testimonio de lo que podía lograrse cuando las manos se unían y los corazones latían al unísono.



Hoy, Olga recuerda esos días como un milagro vivido, una historia que reafirma que la solidaridad es el lazo que une a la humanidad en los momentos más oscuros. Su mensaje resuena fuerte: "Quien nació para servir, sirve para vivir".

Reflexión Final

  • La solidaridad transforma vidas.
  • El servicio a los demás es un llamado divino.
  • Juntos, somos más fuertes.

Mensaje para ti, lector:
Cuando la vida te dé la oportunidad de ayudar, hazlo. Puede ser que tu pequeño gesto sea el milagro que alguien está esperando.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente historia de ayuda social, la llegada de la pandemia puso a prueba los seres humanos en muchos aspectos.

Anónimo dijo...

Mi historia la plasma nuestro escritor y poeta Jaime Humberto Sanabria

Anónimo dijo...

DIOS TE BENDIGA TUS MANOS...CORAZON Y MENTE ....
PARA QUE SIGA APOYANDO A ESA COMUNIDAD QUE TANTAS NECESIDADES TIENEN...UN GRAN ABRAZO DESDE ADISTANCIA....

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