viernes, 29 de noviembre de 2024

#Kike y el Secreto del Segundo Deseo: Un Viaje de Fe y Resiliencia


El último viernes de noviembre en Silvania, el aire danzaba con un tibio viento que parecía susurrar secretos ancestrales a los árboles. Era una noche especial, de esas que parecen preludio de algo mágico, con las estrellas brillando como luciérnagas eternas en el firmamento. Kike, a 600 metros del corazón del pueblo, cerraba su jornada maratónica: libros subrayados, cuadernos llenos de ideas, y el eco de sus zapatillas minimalistas resonando en caminos bordeados de naturaleza exuberante. Pero aquella noche, algo más profundo lo inquietaba.

Una voz interna lo desafiaba, susurrándole dudas que, como enredaderas, intentaban trepar en su espíritu. Kike respiró profundo, cerró los ojos y dejó que el viento llevara esos pensamientos lejos, entregándolos al Universo. Había un deseo, un sueño que había guardado en su corazón como un tesoro escondido. Un sueño que, aunque aún lejano, lo mantenía en vilo. Su esposa Linda, con la dulzura de quien conoce cada rincón de su alma, le preguntaba casi diariamente:
—Amor, ¿y ese gran proyecto? ¿Cuándo llegará?
Kike la miraba con una sonrisa misteriosa y respondía:
—Ya está cerca, linda. Ten paciencia, por tarde la otra semana estará aquí.

Sin embargo, mientras el mes llegaba a su fin, la ansiedad intentaba doblegarlo. Era como si una sombra invisible rondara sus pensamientos, poniendo a prueba su fe. Pero Kike, acostumbrado a luchar contra sus propios demonios, se aferraba a sus mantras, visualizaba el deseo como si ya fuese realidad y repetía en sus oraciones:
—Dios, dame la sabiduría para esperar.

Silvania, con sus montañas que parecían custodiar secretos milenarios, se había convertido en su refugio y su musa. Cada mañana, al calzarse sus zapatillas minimalistas, se lanzaba al encuentro de senderos donde el amanecer pintaba con pinceles dorados las lejanías. Allí, el canto de los ríos y el murmullo de los árboles parecían darle respuestas a sus preguntas más íntimas. Durante sus recorridos, Kike se detenía a capturar la belleza del mundo con su celular, que, aunque de mediana gama, tenía el poder de inmortalizar lo que sus ojos veían con el alma.




Las noches eran su escenario para escribir. Había descubierto en esos 153 días un poder transformador en la escritura. Había leído las palabras de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Pablo Neruda, dejando que sus almas literarias se mezclaran con la suya. También, pequeños fragmentos de la Biblia le recordaban que todo tiene un propósito y un tiempo perfecto bajo el cielo.

A pesar de las dificultades y la ausencia de oportunidades laborales, Kike se sentía pleno. Cada blog escrito, cada libro leído y cada amanecer entrenado lo acercaban más a ese genio interior que había despertado en Silvania. Los comentarios de amigos y conocidos sobre sus escritos inspiradores lo motivaban a continuar. Había conocido personas maravillosas: campesinos con sonrisas auténticas, amas de casa que luchaban con valentía, y funcionarios que servían con un don que parecía divino.

Esa noche, mientras reflexionaba, Kike comprendió que no estaba solo. Las dudas eran solo un villano pasajero, una ilusión que intentaba ocultarle la verdad: que el Universo siempre conspira a favor de quienes sueñan con el corazón. En su meditación final, mientras el viento acariciaba las hojas y las estrellas parpadeaban con complicidad, Kike sonrió. Sabía que su segundo deseo estaba en camino, aunque el reloj del Universo marcara un tiempo distinto al suyo.

Y así, con la certeza de que la espera también es parte del milagro, Kike decidió seguir escribiendo, soñando, y entrenando. Porque en cada paso, en cada palabra y en cada respiro, estaba construyendo no solo un sueño, sino un legado.

Moraleja:
Kike nos enseña que, ante la incertidumbre, debemos confiar en el proceso, ser resilientes y recordar que nunca estamos solos. Cada desafío es una oportunidad para encontrar al héroe que llevamos dentro y para descubrir que, al final, el Universo siempre responde a quienes tienen fe.

No hay comentarios.:

"Seguidores"

🌙 El Misterio de los Tres Encuentros

  Érase un miércoles 27 de agosto, cuando el alba emergía sobre una tierra humedecida por el rocío. La alameda dorada, hacia la curva de sen...