jueves, 7 de noviembre de 2024

A la Espera de un Mensaje de España: El Arte de Dejar Fluir


 Erase un 6 de noviembre en el paradisíaco Silvania, esa tierra prometedora de Cundinamarca, Colombia, donde cada amanecer es un canto a la vida y al amor. Los primeros rayos de sol aparecían como un horizonte resplandeciente que, solo con observarlo, transmitía paz, alegría y una serenidad absoluta. A tan solo 600 metros de la ciudad, Kike despertó a las 2:45 a.m., como de costumbre, luego de un sueño profundo de cinco horas. El día anterior había sido intenso, lleno de entrenamiento, diligencias y objetivos, de los cuales había cumplido un 90%.

Kike comenzó su día con su ritual de siempre: la meditación. Después, trazó las metas que deseaba alcanzar y dedicó unos minutos a agradecer todo lo que la vida le había dado. Agradeció por su salud inquebrantable, por la fortaleza física y mental que lo acompañaba cada día, por su maravillosa familia, y por su "casa de los sueños," aquella que le inspiraba en sus escritos. También recordó a sus amigos corredores, esos "runners" que lo impulsaban a seguir creciendo, y a su amigo Alex, quien recientemente le había pedido un favor especial.

Alex, en un mensaje, le había solicitado a Kike que le creara un blog sobre la historia del grupo de San Cristóbal. Kike aceptó encantado, pero Alex no había respondido aún. Así que decidió escribirle nuevamente en privado, pues desde el día anterior le rondaba la idea de crear un blog cautivador para ellos. Sabía que el grupo de Trail Runners de San Cristóbal lo había recibido con entusiasmo dos días antes, cuando publicaron su blog “Encuentro de tres mentes brillantes,” el cual había tenido muchas visitas.

Con el alma llena de agradecimientos, Kike sentía una carga de energía tan poderosa que lo hacía vibrar. Era como si cada palabra de gratitud le erizara el alma. Y en medio de esa calma, visualizó la pronta publicación de su próximo libro. A menos de un mes de lanzarse, la editora le había pedido un poco más de paciencia para finalizar el diseño de la carátula. Sabía que, en unos veinte días, los ejemplares estarían en su puerta, y la sola idea de ese logro lo llenaba de una paz indescriptible.

Sin embargo, había algo más que ocupaba su mente: un correo de España que estaba esperando con ansias. La respuesta no llegaba, y Kike sentía cómo esa espera le ponía a prueba. Observándose a sí mismo, se dio cuenta de que la impaciencia empezaba a surgir. Pero decidió manejarlo, concentrándose en lo que estaba dentro de su control y dejando de lado lo que no.

Después de meditar, se levantó, hizo una oración y encomendó su día a Dios. Envió desde lo más profundo de su ser impulsos de amor para su esposa y su hijo, quienes estaban en Bogotá, y también para la naturaleza exuberante que rodeaba su hogar, esa casa de los sueños que tanto le inspiraba. Luego escribió en su bitácora sus metas a mediano plazo y, como cada mañana, tomó su libro: “Todos los cuentos de Gabriel García.” Leyó durante más de una hora, dejando que las palabras de García Márquez le envolvieran en otra realidad.

Continuó con su rutina de fortalecimiento físico y salió a entrenar 45 minutos en un trote progresivo, recorriendo un circuito de senderos rodeados de palmeras, árboles frondosos y flores de mil colores. Bajo el cielo despejado y en un ambiente donde el rocío de la noche anterior aún brillaba en las hojas, Kike se detuvo a tomar fotos con su celular, capturando esos momentos que lo conectaban con la naturaleza.

A lo largo de su recorrido, los pensamientos de ansiedad volvían a aparecer, pero Kike recurría a sus mantras de gratitud y silencio infinito, y así lograba disiparlos. Sentía que esta era una prueba de Dios, un recordatorio de que todo tiene su tiempo y que a veces los momentos de espera son, en realidad, oportunidades para profundizar en uno mismo. Recordó entonces todas aquellas veces en que los problemas parecían irresolubles, solo para desvanecerse de manera inesperada.

Al regresar a casa, se hidrató y notó que su mente estaba en calma. Comprendió que el futuro depende de cómo nos sentimos en el presente, que este momento es lo único que realmente existe. Así que dejó de preocuparse por si el correo de España llegaría o no. Entendió que lo mejor era soltar, dejar que todo fluyera sin presiones.

La historia de Kike nos invita a recordar que a veces las respuestas no están en lo que esperamos recibir del exterior, sino en lo que encontramos en nuestro propio interior. Nos enseña que debemos aprender a ser sabios y a dejar que las cosas se desarrollen a su debido tiempo. La clave está en no buscar afuera, sino en hallar la paz en uno mismo, cultivando el autocontrol y la autoobservación en esos momentos en los que la vida parece ponernos a prueba.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicitaciones que Dios todo poderoso le permita ver este sueño echo realidad maravilloso escrito

Anónimo dijo...

Marco Antonio Molina

Anónimo dijo...

Que bonita historia 🙏👌

Manuel Céspedes P dijo...

Excelente narración de un diario vivir. Hemos notado, para Kike cada día comienza muy de madrugada, impresionante la forma de extender el día laboral, a las 2.45 am. estoy entrando en otra periodo de sueño y descanso , el contraste entre el frío ambiente capitalino y la tibieza del lecho y cobijas dan una sensación acogedora.Kine está experimentando la relatividad del tiempo, al esperar y estar expectante sobre noticias de la editorial y en ese afán mismo, el tiempo se hace más largo. A veces, hay que darle tiempo al tiempo, y tener serenidad y paciencia....mucha paciencia.

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