La historia de Jacinto comienza en Chía, un municipio cercano a Bogotá. Proveniente de una familia que había conocido la carencia, pero que gracias a su creatividad y esfuerzo logró surgir, Jacinto creció rodeado de buenos valores. Sus padres, tras muchos años de trabajo, lograron construir un próspero negocio de alquiler de películas que, en su momento, fue un verdadero furor en la época del VHS y Beta. Ellos nunca dejaron que a Jacinto le faltara nada. Creció en un ambiente de comodidades y fue inscrito en uno de los mejores colegios del Norte de Bogotá. Sin embargo, las circunstancias pronto darían un giro inesperado.
Con el avance de la tecnología, la era del VHS y Beta llegó a su fin. El mercado comenzó a cambiar con la aparición del CD y posteriormente del DVD, y las miles de cintas originales que una vez fueron el alma del negocio de la familia, empezaron a perder su valor hasta desaparecer por completo del mercado. Con el tiempo, las sucursales en Cota y Bogotá cerraron una a una, y la familia se enfrentó a la quiebra. Los locales fueron devueltos, y lo que alguna vez fue una fuente de prosperidad, se redujo a una lucha por la subsistencia. Los padres de Jacinto lograron cubrir lo básico de su educación, pero ya no había dinero para costear los lujos a los que estaba acostumbrado. La realidad golpeaba fuerte.
De repente, Jacinto se encontró en un escenario que nunca había imaginado: ya no había dinero para taxis, ni para las cosas a las que estaba acostumbrado. Sus compañeros de colegio, que no entendían la situación, comenzaron a burlarse de él, sumando a la difícil carga emocional que ya llevaba. Pero en medio de esa oscuridad, surgió un rayo de luz: un compañero se compadeció de Jacinto. Sabía que su familia manejaba una cadena de autoservicios, y le ofreció la posibilidad de hablar con sus padres para que le dieran trabajo en la bodega. Jacinto, consciente de la situación de su familia y con el deseo de salir adelante, aceptó sin dudar.
El trabajo en la bodega no fue fácil. El administrador lo trataba con dureza, dándole las tareas más pesadas. Pero Jacinto no se quejaba. Trabajaba incansablemente desde las 7:00 am hasta las 9:00 pm, aferrado a su sueño de recuperar la estabilidad que alguna vez tuvo. A pesar de las dificultades, nunca perdió la esperanza. Sabía que, en algún momento, su oportunidad llegaría.
El dueño del autoservicio notó la dedicación y el esfuerzo de Jacinto, y al conocer la historia de su familia, decidió darle una oportunidad. Le ofreció un puesto como cajero en una nueva sucursal. Al principio, el dueño quiso poner a prueba su honestidad, dejando ocasionalmente pequeñas sumas de dinero a su alcance, pero Jacinto siempre devolvía cada centavo. Esta demostración de integridad conmovió al patrón, quien, reconociendo la honestidad y capacidad de Jacinto, lo ascendió al cargo de administrador.
Jacinto no defraudó. Bajo su liderazgo, la sucursal que dirigía no solo creció, sino que triplicó sus ingresos, superando incluso a las demás sucursales de la cadena. Impresionado por los resultados, el dueño decidió premiar a Jacinto, cubriendo los gastos de su universidad. Comenzó a estudiar Ingeniería Industrial, pero tras varios semestres, se dio cuenta de que su verdadero talento no estaba en las matemáticas ni en los diagramas de procesos, sino en la administración de negocios.
Decidió entonces renunciar a su trabajo y, junto con sus padres, abrió su propio autoservicio en uno de los locales que alguna vez perteneció a la familia. Con esfuerzo, dedicación y el apoyo incondicional de sus padres, el negocio comenzó a prosperar. En un giro casi poético del destino, Jacinto logró abrir nuevas sucursales, muchas de ellas en los mismos sectores donde sus padres habían tenido sus antiguas tiendas de alquiler de películas. La familia, que una vez había caído en la ruina, resurgió de las cenizas.
La historia de Jacinto nos enseña que, aunque la vida pueda presentarnos momentos de adversidad, nunca debemos dejar de luchar ni de soñar. Los desafíos, por más duros que sean, siempre encierran oportunidades para quienes tienen el valor de enfrentarlos. Jacinto es el claro ejemplo de que, con perseverancia y un espíritu guerrero, se puede superar cualquier obstáculo.
2 comentarios:
Así como Jacinto, no debemos quejarnos, si no que por el contrario, debemos afrontar cada situación con dedicación y empeño!!
Esta historia nos llevo a recordar aquellos tiempos del pasado y emitir un suspiro por los mismos. Los pros y contras del avance tecnológico. El rompimiento obligado del confort, y el buscar un reacomodamiento.Brus Lee, tenía en su haber una frase propia," para muchos de nosotros, sería mejor ser como el agua, la cual se acomoda al recipiente que la comtiene". Así, adaptarnos a las diferentes circunstancias y buscar las posibles soluciones o salidas a las mismas, como lo realizó Jacinto y su familia.
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