Kike llegó al barrio Olaya sobre las 10:17 a.m. con la misión de entregar un ejemplar de su libro a su entrañable amigo, el ingeniero Carlos Estrada, quien solía ser su cliente en el corresponsal años atrás. Sin embargo, Carlos no se encontraba, por lo que su hijo, con la misma amabilidad y carisma que su padre, recibió el libro con respeto y gratitud.
Más tarde, Kike visitó a su
amiga Nohora, quien días atrás había comprado un ejemplar. Con emoción le
compartió:
—Tu libro tiene magia,
Kike. Cada capítulo me transporta a una nueva historia y me llena de
inspiración. Lo recomendaré en el exterior a mis amigos y familiares para que
lo adquieran en sus respectivos idiomas.
Ese cálido elogio llenó de
orgullo a Kike, quien agradeció sinceramente antes de continuar su camino. Su
siguiente parada fue el negocio de óptica de Mónica, una mujer emprendedora
cuya sonrisa amable siempre recibía con calidez a sus clientes. Luego, visitó a
Doris, administradora y vendedora en otra óptica, quien se mostró entusiasmada
con la idea de leer su libro y le pidió a Kike compartirle más de sus blogs.
El recorrido continuó con
Natalia, una administradora de óptica con gran don de escucha, quien recordó
con nostalgia las visitas que solía hacer al corresponsal de Kike. Al enterarse
de su libro, lo felicitó y prometió mantenerse en contacto para adquirir un
ejemplar.
Más adelante, Kike se
encontró con don Nelson, un emprendedor dueño de varias ópticas, quien había
guardado la tarjeta de Kike desde hacía una semana. A pesar de no ser un lector
frecuente, quedó intrigado con la trama del libro y prometió comprar un
ejemplar en los próximos días.
En su camino, Kike pasó por
la casa de su amigo de tertulias, Juan Carlos Murillo, cuya familia quedó
fascinada al escucharlo narrar con emoción sus aventuras en Silvania. Sus ojos
reflejaban asombro y admiración mientras Kike compartía sus historias.
Convencidos por la pasión del autor, acordaron adquirir un ejemplar.
Siguiendo su trayecto por
la carrera 19C rumbo a la avenida Primero de Mayo, Kike visitó a su antigua
cliente y amiga Johana en su negocio, Artesanos del Colchón. Johana se alegró
de verlo y, con un abrazo fraterno, lo felicitó por su transición de
comerciante a escritor. Kike compartió sus blogs y Johana quedó en adquirir su
libro muy pronto.
A las 12:06 p.m., Kike abordó un SITP con destino al barrio Sosiego Sur. Su primera parada fue en el restaurante La Pasión, donde entregó un ejemplar de su libro a su amigo Leo, velocista y chef. Leo, ocupado con la creciente clientela, recibió el obsequio con gratitud mientras los comensales hojeaban el menú del día. Kike le dedicó unas palabras a él y a su hijo Mateo:
Para Leo y Mateo Pineda
"A dos velocistas de élite, Leo y Mateo Pineda, cuyo esfuerzo y constancia los han llevado a conquistar podios y triunfos. Su disciplina es prueba de que el éxito se construye día a día. Que este libro sea un impulso para seguir desafiando sus propios límites y alcanzar nuevas metas."
Para Alex Durán
"A mi gran amigo y fiel seguidor de mis blogs, un verdadero soldado en el campo de batalla del asfalto, los senderos y la montaña. Tu espíritu de fondista es digno de admiración, y tu lema resuena como un grito de guerra: 'No los quiero ver caminando en las carreras'. Que este libro te motive a soñar, reflexionar y seguir creciendo sin límites."
Posteriormente, en La
Victoria, Kike se encontró con su amigo y rival en carreras, Óscar Herrera,
quien le hizo un inesperado regalo: una estufa eléctrica de dos puestos que
tenía guardada y sin usar. Entre charla y risas, Kike lo invitó a visitar
Silvania junto a sus amigos Alfonso y Nancy, otros apasionados del atletismo.
Más tarde, Kike llegó a casa de sus suegros, donde fue recibido con alegría. Sin embargo, la preocupación por la salud de su nieta Taly era evidente. A través de una audiollamada, la animaron con palabras de aliento. Taly, aunque aún recuperándose, se sintió fortalecida por el apoyo de su familia. Su querida suegra, con el cariño de siempre, le ofreció un almuerzo delicioso: caldo de papa con carne, arroz, vegetales y una refrescante Coca-Cola. Antes de partir, sus suegros, con generosidad, le obsequiaron un mercado y golosinas para sus nietos Juanpis y Daniel Santiago.
A las 5:04 p.m., Kike
partió rumbo a Soacha, haciendo transbordos en Transmilenio hasta llegar a su
destino. Allí, entregó parte del mercado y dulces a su hijo Juanpis y a su
nieto Daniel Santiago. En un emotivo encuentro, intentó animar a su yerno
Henry, quien atravesaba un momento difícil.
—No te desanimes ante esta
prueba que Dios te ha puesto. Sigue adelante, tú puedes —le dijo Kike con
firmeza.
Henry, con la voz quebrada
por la emoción, respondió:
—Pero qué prueba tan
difícil, querido suegro...
Con un fuerte abrazo, Kike
se despidió de su esposa Linda, su hijo y sus nietos mellizos. A las 6:21 p.m.,
abordó una flota rumbo a Silvania, llegando a Villa de las Bendiciones a las
7:47 p.m. Algo cansado, pero con la satisfacción de una jornada productiva,
escribió una parte del blog antes de sumirse en un sueño profundo a las 9:36
p.m.
Así culminaban 24 horas de
emociones, encuentros y momentos inolvidables. Una auténtica epopeya de un
héroe moderno, real, de carne y hueso, cuya historia aún tiene muchas páginas
por escribir. ¿Qué nuevas aventuras le esperarán a Kike en Villa de las
Bendiciones, donde el tiempo parece detenerse?
Esta historia continuará...
1 comentario:
Excelente reconocimiento a un trabajo como escritor por parte de sus amigos lectores. Igualmente, unas dedicatorias por parte del autor con la realidad mágica y poética.
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