Era el 28 de marzo, a las 3:20 p.m., en una tarde gris, de esas que parecen tener ganas de llorar en forma de lluvia. Kike, como parte de su rutina diaria, había iniciado la mañana con yoga, meditación y respiración consciente en su lugar favorito: Villa de las Bendiciones, un rincón donde el tiempo parece detenerse, donde el canto de los pájaros, el susurro del viento y el aroma de los árboles lo reconectaban con su esencia.
Después de aquella rutina que le daba claridad y paz, decidió llamar a Laura, del Café Taller Zeratema. Él notaba que Laura seguía con entusiasmo sus blogs y pensó en ofrecerle un ejemplar de su libro.
Marcó su número y, al escuchar su voz, la saludó: —Hola Laura, ¿cómo vas con tu emprendimiento?
Laura, eufórica, le respondió: —¡Muy bien, Kike! Y aprovecho para felicitarte por tus blogs, son increíbles las historias que relatas.
Kike, con gratitud, le dijo: —Gracias, Laura. Justamente te llamo para contarte que ya tengo ejemplares de mi libro a la venta. Me gustaría saber si quieres apoyarme adquiriendo uno.
A lo que Laura, en tono emotivo, respondió: —¡Claro! Y si gustas, puedo organizarte un evento de lanzamiento para el sábado 19 de abril en la tarde. ¡Anímate! Viene gente de varias regiones a escuchar este evento.
Kike, entusiasmado, le respondió: —¡Sí, dale! Me interesa muchísimo.
Así pasaron los días, y llegó el 14 de abril. Kike volvió a llamarla a las 10:05 a.m. para confirmarle la realización del evento en Sábado Santo. Kike agradeció a Laura por aquel noble gesto, que para él significaba mucho.
Pero ese 14 de abril no terminó ahí.
Esa misma noche, a las 8:36 p.m., Kike tomó su teléfono y marcó a Carolina, una amiga especial que, tiempo atrás, había tocado su corazón con su historia. Quiso saludarla y compartirle su alegría por todo lo que estaba sucediendo.
Carolina le contestó emocionada, y tras el saludo le expresó: —Gracias, Kike… gracias por aquel blog que escribiste el 20 de enero, “Soltar es Amar”. No tienes idea de lo que significó para mí. Tus palabras, escritas con el alma, tienen ese poder de sanar. Ese día, cambió algo en mí… y hoy quiero contarte que mi hijo, que estaba en Estados Unidos, ha regresado… transformado, lleno de luz y amor.
Duraron hablando una hora y veintisiete minutos, compartiendo experiencias, anécdotas y reflexiones. Kike se sorprendía con cada palabra de Carolina, confirmando una vez más que las palabras que nacen del alma jamás se apagan, sino que tienen el poder de tocar, sanar y transformar corazones, incluso a la distancia.
La charla fluyó tan profunda y sincera que en medio de la conversación, dos llamadas entraron al teléfono de Kike. Con pena, le pidió disculpas a Carolina: —Carolina, discúlpame… me están entrando dos llamadas importantes. Te prometo que seguimos esta charla, porque está siendo muy valiosa para mí.
Se despidieron con cariño y quedaron en seguir conversando más adelante, conscientes de que esas conexiones sinceras y esas palabras desde el alma siempre dejan huellas imborrables.
Desde Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parece detenerse y las palabras viajan con aroma a montaña, Kike comprendió que las palabras que se escriben con el alma jamás se apagan. Ellas se quedan latiendo en otros corazones.
Fue hasta el amanecer del miércoles siguiente que Kike decidió compartirle al mundo esta historia, entendiendo que este era solo el comienzo de un camino hermoso, donde su libro, sus palabras y sus vivencias se convertirían en compañía, refugio e inspiración para quienes necesitan volver a creer en la vida.
1 comentario:
Cuando las palabras son pensadas, dichas o escritas con amor logras transformar realidades y eso haces tu. Dando sentido a cada historia con esperanza y fe que cada momento es como lo pensemos y tu creas realidades que el mundo no puede ver en cada uno de ellos. Gracias por hacer de cada historia algo magico🙏
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