En un rincón apartado de Colombia llamado Silvania, donde las madrugadas despiertan los sentidos y acarician el alma, amanecía un jueves 7 de agosto distinto, casi sagrado. En Villa de las Bendiciones, el tiempo parecía suspenderse, envuelto en una naturaleza exuberante que respiraba vida y misterio.
El cielo, aún oscuro, comenzaba a pintarse con un lienzo de tonos índigo que se diluían en pinceladas anaranjadas y rosadas. Nubes blancas flotaban como suspiros del amanecer, mientras una brisa fresca susurraba entre los árboles, llevando el aroma húmedo de la tierra y el dulce perfume de las flores silvestres.
La orquesta de la naturaleza afinaba sus instrumentos: pájaros de mil colores entonaban trinos que se mezclaban con el murmullo de un riachuelo y el canto lejano de un gallo. El viento danzaba entre las hojas y el primer rayo de sol encendía diamantes de rocío sobre la hierba. Aquella no era solo una madrugada: era un abrazo de la creación, donde el corazón parecía latir al mismo compás que la tierra.
Marcaban las 5:58 a. m. cuando Kike despertó, todavía con el eco de un sueño que lo había dejado inquieto. En él, caminaba por senderos de placa huella y piedra, hasta encontrarse con un hombre que le resultaba vagamente familiar, como una sombra del pasado. El desconocido lo miró fijo a los ojos y le dijo:
—Kike, qué alegría volver a verte. ¿No me reconoces?… Te aseguro que vas a llegar muy lejos.
El hombre siguió su camino y, cuando Kike volteó, ya no estaba. Solo quedaban los caminos recorridos, envueltos en un silencio extraño. Despertó a las 3:27 a. m., inquieto por el significado de aquel encuentro.
Mientras meditaba, recordó que el día anterior había vivido un momento trascendental: exponer su libro ante el Honorable Concejo de Silvania.
Ese miércoles, antes de salir a vender tintos en el hospital, había pulido su discurso. Las ventas de los días previos habían sido buenas, presagio de algo mayor. A las 8:10 a. m. llegó a la plaza, donde lo esperaban don Wilson y la ingeniera Martha. Sacó su traje azul impecable y la corbata. Don Wilson, notando el polvo en sus zapatos, se inclinó para lustrarlos y, con cariño, lo ayudó a acomodar su cabello, disimulando las huellas del tiempo.
Kike dejó su carrito mágico en la plaza y, con paso firme, se dirigió al concejo. La secretaria, Laura Contreras, lo recibió y el presidente, Dr. Jairo Alberto Leal, incluyó su intervención como el cuarto punto del día. La espera fue larga, pero paciente.
Cuando llegó su turno, la voz de Kike empezó algo temblorosa, pero pronto se volvió clara, fuerte y llena de alma. Presentó su libro Historias que Inspiran la Imaginación, relatando cómo cada página había nacido en esa tierra y cómo, gracias a la venta de tintos y al apoyo de personas generosas, había logrado hacerlo realidad.
La sala se llenó de aplausos. Carlos Domínguez y Laura registraban el momento en fotos y videos. La concejal Diana Triana le compró un ejemplar y recibió una dedicatoria única. Los concejales prometieron difundir la obra.
Al día siguiente, 8 de agosto, Kike volvió, esta vez con nueve ejemplares en su mochila y un traje color café brillante. Entró junto al concejal Carlos Domínguez, desayunó con los miembros del concejo y dedicó libros a los concejales Holman Gerney Ruiz Delgado y Manuel Guillermo Pardo López. Luego, juntos, salieron a presenciar el desfile escolar por las calles de Silvania.
Esa tarde, tras vender tintos y aromáticas, volvió a casa, preparó el almuerzo, leyó y escribió la crónica del día: "El Lunes en que la Montaña Susurró su Secreto".
Esa noche, antes de dormir, volvió a su mente la imagen del hombre del sueño, mirándolo con ojos que parecían saber más de lo que decían:
—Vas a llegar muy lejos…
Y Kike se preguntó qué nuevas aventuras del diario vivir lo estaban esperando detrás de la próxima curva del camino.
…Esta historia continuará.
2 comentarios:
Felicitaciones don Jaime, mi admiración por su persistencia, perseverancia y constancia en su inspiración y su deseo de llegar cada día más lejos, un abrazo mi amigo y muy pronto nos veremos en Villa de las bendiciones 👍👏
Cordialmente Luis Hernández, desde Soacha Cundinamarca 👍👏
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