viernes, 18 de abril de 2025

#"Los Visitantes del Destino en Villa de las Bendiciones"


 Era un martes 15 de abril, en un rincón escondido del mundo llamado Villa de las Bendiciones, donde el tiempo se toma licencias para detenerse y las mañanas nacen siempre bajo cielos despejados, custodiadas por el canto de los pájaros migratorios. Aquella mañana, las veredas y campos de Silvania respiraban una tregua al invierno, como si la vida entera esperara algo.

Kike despertó de un sueño profundo —uno de esos que dejan ecos en el alma— celebrando en su corazón una visita insólita: Karen Tatiana y su misterioso amigo Omar. No los había visto aún, pero algo dentro de él anunciaba que aquella llegada traería señales, cambios, y quizá… respuestas. El reloj marcaba 5:40 a.m.

Siguiendo su ritual sagrado, Kike se entregó a la meditación, 20 minutos de conversación con el silencio, luego ensayó nueve veces el libreto para el lanzamiento de su primer libro frente al espejo, hasta que las palabras se fundieron con su alma. Como quien convoca los espíritus de sus ancestros, escribió oraciones con la mano izquierda en una hoja blanca, firmó afirmaciones, leyó versículos de la Biblia y terminó “El olor a guayaba” de Gabo, donde se descubrió en las palabras de ese otro soñador, como si fuesen hermanos separados por el tiempo.

La mañana avanzó entre escobas, trapos, y un aire de preparación. Kike sabía que la casa debía estar impecable, como quien limpia no sólo su hogar, sino su espíritu. Tres horas después, todo estaba listo.

A las 3:01 p.m., Karen debía venir ya en camino. Kike la llamó y la sorpresa fue grande:
No, Kike, hasta ahora abordé el bus para irme al terminal —contestó ella.
Kike soltó una carcajada, aliviado de tener tiempo para hacer unas llamadas.

Tres llamadas, tres éxitos. La vida, que es sabia, parecía sonreírle. Entre ellas, Nini confirmó la compra de un ejemplar y Kike escribió con alma la dedicatoria:

"Que nunca se apague en ti la luz de la curiosidad, la fe en los milagros cotidianos y la certeza de que lo mejor de la vida llega disfrazado de pequeñas sorpresas."

A las 3:24 p.m. partió hacia Silvania. En el alto de la Virgen, sonó su teléfono: —Kike, ya vamos en el Altico, en Soacha —anunció Karen.
El tiempo parecía acelerarse. Revisó Google Maps, y ahí estaban, viajando rápido por la carretera como si alguien invisible los empujara. Kike, curioso, decidió esperarlos.

A las 5:16 p.m., la flota se detuvo en Silvania. Los observó descender. Karen, luminosa, y Omar, envuelto en un aura extraña, como un personaje salido de un libro sin final. Se saludaron. Kike les mostró su libro, relatando con pasión su creación, y Omar, sin pensarlo:
¡Te lo compro ya!

Subieron juntos a Villa de las Bendiciones. Karen y Omar se quedarían a pasar la Semana Santa. Pero había algo en el aire, una vibración extraña, como si la villa los estuviera esperando.

Esa noche, ellos salieron a recorrer el pueblo, tomar fotos, comprar víveres. Kike compartió la mesa con Juanpis, disfrutando una sopa de pasta con verduras, arroz, alverja, carne frita y jugo de mango. Era una cena sencilla, pero con sabor a hogar.

A las 8:00 p.m., regresaron con merienda en mano. La casa se llenó de historias, risas, maíz pira, tinto y galletas. Kike narró las peripecias de escribir su primer libro, y entre palabras, algo invisible se movía en los rincones de aquella noche.

Karen y Omar eligieron sus habitaciones, pero nadie sabía aún qué aventuras aguardaban.
¿Qué misterios escondía la visita de aquel amigo desconocido?
¿Qué señales había entrelazado el destino en esa tarde de abril?
¿Serían simples viajeros… o enviados de una fuerza mayor?

…La historia apenas comienza.


Reflexión final:

A veces, las visitas que llegan sin aviso son los mensajeros de los cambios que nuestra alma ha pedido en silencio. La vida, como un buen libro, se encarga de reunir a los personajes cuando el momento es perfecto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena historia para guardar en la memoria

Anónimo dijo...

La vida en su transcurrir nos brinda la oportunidad de conocer y compartir con nuevos seres,con nuevos lugares y con la belleza de la naturaleza.

Anónimo dijo...

Hay ocaciones donde se comparten actividades afines como la cultura, tener esa oportunidad de conocerse, compartir y disfrutar trae consigo una satisfacción y enrrequicimiento mutuo.

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