El sol brillaba con fuerza aquel domingo 9 de marzo, como si la vida misma le concediera una tregua después de una semana de intensas lluvias. Kike cerró los ojos y dejó que la cálida luz acariciara su rostro. Recordó las entregas de los últimos días: el viernes y el sábado, cuando la lluvia lo sorprendió en el camino. Pero él no le temía a la lluvia; al contrario, la disfrutaba. En su mente, cada gota era un mensaje del universo, una señal que lo guiaba en su travesía.
Había algo misterioso en la forma en que todo se alineaba. ¿Era simple casualidad o un mensaje divino? La conexión entre Kike, la Providencia y el universo se hacía cada vez más evidente. Mientras meditaba sobre aquellos días, recordó lo que lo había llenado de gratitud: a pesar del clima, había logrado vender tres libros diarios. Era como si una fuerza superior estuviera empujándolo suavemente hacia su destino.
Los Envíos del Viernes
El primer libro viajó a Soacha, donde su vieja amiga Toñita lo esperaba. Su amistad se remontaba a años atrás, una época de risas, aprendizaje y crecimiento personal junto a su esposo, a quien ella llamaba cariñosamente “El Sapito”. Kike, conmovido por su perseverancia, les dedicó unas palabras de gratitud.
El segundo ejemplar llegó a Medellín, a manos de Jesús Moreno, su antiguo compañero de la Inmobiliaria Real State. Diez años habían pasado desde aquellos días de aprendizajes y ventas, pero Jesús seguía siendo el mismo hombre generoso y visionario que siempre había admirado.
El tercer destino fue el hogar del ingeniero Helver Beltrán, un hombre de principios, experto en la instalación de equipos corporativos y cámaras de seguridad. Kike veía en él un ejemplo de integridad y compromiso, valores que lo motivaron a escribir una dedicatoria especial para él y sus hijos.
Las Ventas del Sábado
La racha continuó al día siguiente. El primer libro fue para William Vargas, su amigo de más de cincuenta años. Su lema, "¡Sí, señor!", reflejaba su espíritu positivo y su energía inquebrantable. Kike sonrió al escribir su dedicatoria, recordando tantas anécdotas juntos.
El segundo destino fue para Jairo Gómez y su esposa Rocío, una pareja de emprendedores que jamás se rendían. Kike admiraba su fortaleza y su capacidad para reinventarse a pesar de las circunstancias. Su libro llevaba un mensaje de perseverancia y fe en el futuro.
El último envío del día fue para José Dionisio Lozano, su colega en el mundo inmobiliario. Un maestro en el arte de manejar objeciones, José había sido una fuente de aprendizaje invaluable. Ahora, Kike le devolvía el favor con palabras de inspiración y gratitud.
El Domingo de Revelación
Mientras contemplaba aquel domingo soleado, Kike sintió que la Providencia le hablaba a través de cada uno de esos encuentros, a través de cada libro entregado, de cada historia compartida. Sabía que aquello no era una simple coincidencia. Algo más grande estaba en juego, una verdad oculta tras los detalles de su día a día. Un propósito, un sendero que apenas comenzaba a descubrir.
Se propuso continuar su hazaña desde el lunes, manteniendo la disciplina, la fe y la determinación. Sabía que la historia... continuaría.
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