lunes, 31 de marzo de 2025

#El Despertar de Kike y la Profecía del Sueño


 Era un lunes 31 de marzo, una mañana tibia y fresca en un remoto rincón llamado Villa de las Bendiciones, donde el tiempo parecía detenerse. La naturaleza despertaba con un resplandor mágico, los pájaros de colores entonaban un canto celestial y el rocío danzaba sobre las hojas de los árboles. Kike abrió los ojos con una sensación extraña; su corazón latía al ritmo de un sueño que parecía más real que la propia realidad. 

En su visión onírica, se hallaba conectado con lo divino, comprendiendo que cada instante de la vida es un milagro, una oportunidad para crecer y expandirse. En ese estado, eligió escuchar la voz de su corazón en vez del eco de su mente y su ego. Al despertar, miró el reloj: 5:58 a. m. Se incorporó lentamente, meditó unos instantes sobre la revelación de su sueño y tuvo el presentimiento de que aquel día estaría marcado por acontecimientos inesperados.

Visualizó con claridad la llegada de su amiga María  y su madre Elsa. Sentía en su alma que aquella visita abriría puertas hacia nuevos horizontes. Antes de iniciar su día, realizó un ejercicio de autoobservación: recorrió mentalmente cada parte de su cuerpo, agradeciendo su fortaleza y la energía que fluía en él. Se encomendó a Dios y bebió un vaso de agua pura, nacida de la montaña, como un ritual de renovación.

Con dedicación, limpió la casa durante tres horas, asegurándose de que Villa de las Bendiciones resplandeciera para la llegada de sus invitadas. A las 10:00 a. m., llamó a María para coordinar su viaje desde Bogotá. La voz de María sonaba desanimada: —Está lloviendo mucho aquí, pero estamos alistándonos para partir— dijo, mientras pedía instrucciones para llegar a Silvania.

El tiempo transcurría y la llamada de María no llegaba. Kike se preguntaba si la lluvia habría truncado el viaje. Desayunó, compartió alimento con su fiel compañero Juanpis y, ante la incertidumbre, tomó su mochila, metió un libro por si alguien deseaba comprarlo y partió al pueblo al trote. Se abasteció de algunos víveres para reforzar la despensa, previendo la posible llegada de María y su madre. Cuando regresaba, el teléfono sonó.

—¡Ya llegamos a Silvania! Pero nos bajamos un poco más adelante— avisó María.

Acordaron encontrarse en Choriloco. Cuando se vieron, María le presentó a su madre y juntos decidieron comprar un pollo asado para compartir en Villa de las Bendiciones. La lluvia seguía cayendo, pero el espíritu de la reunión iluminaba el ambiente. A las 3:00 p. m., un mototaxi los llevó hasta la casa. Al llegar, María y Elsa quedaron maravilladas; el lugar era aún más hermoso de lo que imaginaban.

Prepararon la mesa con pollo, papas, plátano frito y gaseosa, mientras Juanpis observaba con curiosidad. Kike, en su papel de anfitrión, preparó café y se enfrascaron en una charla profunda. María lo animó a seguir escribiendo: —Tus palabras inspiran, no puedes dejar de escribir— le dijo con admiración. Al caer la noche, la conversación se tornó aún más amena.

Mientras María veía un programa de naturaleza, Kike comenzó a escribir su segundo blog en la computadora. El sueño lo venció momentáneamente, pero en ese breve descanso, su visión matutina se repitió. De nuevo se vio conectado con la divinidad, recibiendo un mensaje profundo sobre su destino. Cuando abrió los ojos, María lo observaba intrigada.

—¿Estabas orando?— preguntó ella.

—Sí, aunque sentí que había dormido por horas... pero solo fueron quince minutos— respondió Kike con asombro.

María y su madre se retiraron poco después, dejando a Kike sumido en reflexión. Agradeció a Dios por el día y por haber puesto en su camino a alguien que no solo compró su libro, sino que le ayudó a darse cuenta de que su talento era un diamante en bruto, esperando ser pulido.

Pero, ¿qué misterios traería el día siguiente? ¿Qué nuevas revelaciones esperaban en Villa de las Bendiciones?

Esta historia... continuará.

1 comentario:

Anónimo dijo...

kike es inquebrantable grandes historias que nos relata de su diario vivir o de personas que se cruzan en su camino

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