El amanecer del 26 de febrero despertó envuelto en un velo de misterio. El reloj marcaba las 5:40 a.m. cuando Kike abrió los ojos tras un sueño profundo. Desde su ventana, observó el horizonte teñido de sombras y neblina, como si la mañana escondiera un secreto. El canto de las aves de colores anunciaba el inicio de un día incierto, pero prometedor. Inspirado por la atmósfera mística, Kike meditó, oró y escribió sus afirmaciones diarias, rituales que eran su brújula en cada jornada.
Tras su sesión matutina, realizó su rutina de ejercicios y preparó un desayuno con los frutos de su huerta: banano, naranja, chocolate caliente, huevos cocidos y pan con mermelada de guayaba casera. Con el aroma de la mañana impregnando la cocina, Kike se sentó a escribir en su blog. Mientras revisaba sus fotos en Google, un recuerdo lo atrapó: tres años atrás, exactamente un 26 de febrero de 2022, había compartido un día inolvidable con sus compañeros del grupo San Cristóbal en Bogotá.
Aquel sábado, Kike había salido trotando desde su casa en el barrio Olaya hasta la entrada del ascenso a Monserrate, recorriendo más de seis kilómetros antes de encontrarse con sus amigos a las 5:30 a.m. Mientras ellos temblaban de frío, Kike irradiaba energía y los animaba con su espíritu indomable. La profesora Jenny, sorprendida por su resistencia, le preguntó:
—Kike, ¿tú no te cansas ni te lesionas? ¡Eres una proeza viviente!
Sonriendo, Kike respondió:
—Gracias por tus palabras, Profe. Me inspiran a convertirme en el mejor atleta máster de todos los tiempos.
Ese día, con la convicción tatuada en su alma, Kike ascendió Monserrate sintiéndose invencible. No era vanidad, sino el poder de la mente manifestando su grandeza. Sus camisetas llevaban la frase: "Kike, el mejor", y aunque el mundo dudara, él sabía que la verdadera fortaleza nacía en el pensamiento.
La nostalgia se disipó cuando el reloj marcó las 2:00 p.m. Kike tenía una cita literaria en la biblioteca de Silvania. Cargó su mochila con ejemplares de su libro "Historias que inspiran la imaginación" y emprendió el camino. Antes de salir, su amigo Víctor le envió una foto: estaba en su sala, leyendo su libro. Un escalofrío de emoción recorrió a Kike. Su historia, su esencia, estaba tocando almas.
Al llegar a la biblioteca, Liliana lo recibió con un cálido abrazo y lo presentó a un selecto grupo de lectores apasionados: Don Jorge Valdirí y Edilberto Silva, críticos de poesía; José Carvajal, joven escritor; y Damaris Mendoza y Rubén Lopera, ávidos lectores. La sesión fue intensa. Se debatió sobre versos que llamaban al corazón "una maldita máquina", y Kike defendió que el corazón era la voz del alma. Luego, al hablar del tiempo y el sufrimiento, recordó una enseñanza de Eckhart Tolle:
—"El final del sufrimiento surge cuando la mente deja de aferrarse al pasado y al futuro. Solo el presente es real".
Los asistentes quedaron absortos. De repente, el tiempo pareció esfumarse y, sin darse cuenta, eran las 4:30 p.m. Habían estado tan inmersos en la conversación que la realidad parecía haber perdido su curso. Se despidieron con la promesa de reunirse en 18 días. Don Jorge, con un brillo en los ojos, le dijo a Kike:
—No todo el mundo escribe un libro. Felicidades, muchacho.
De regreso a Villa de las Bendiciones, Kike preparó un almuerzo especial: frijoles con cebolla entera y zucchini amarillo, arroz integral con verduras, papa salada, carne de cerdo frita y jugo de zanahoria. Saboreó cada bocado con gratitud, reflexionando sobre lo vivido.
Esa noche, al acostarse, una certeza lo envolvió: el 26 de febrero tenía un poder especial en su vida. Un portal que conectaba su pasado, su presente y su destino. Al cerrar los ojos, se preguntó: ¿Qué aventuras me deparará el mañana?
…Esta historia continuará.
3 comentarios:
Me imagino esa delicia y disfrute en una tertulia compartida por escritores y lectores, allí aflora la riqueza cultural. Debatir, llegar a cierta conclusión, etc.. etc.
Escribir y leer, bello arte de plasmar con palabras y el disfrute de leer esos contenidos.
muy descrptivo su blog y fui testigo de ese ascenso a Monserrate usted estuvo raudo veloz cual zaeta , le fue muy bien en su categoria
Publicar un comentario