Era un viernes 13 luminoso en la vereda oriental de Subia, en Silvania, un paraíso rodeado de verdes colinas y caminos pavimentados que serpenteaban entre la naturaleza exuberante. A las 11:43 a.m., don Miguel Darío Beltrán, coordinador del programa "Manos a la Tierra", se encontraba junto a su familia en plena faena: picando tomates, lavando papas, y adobando carnes con la misma dedicación con la que motivaba a su comunidad a asistir a las capacitaciones mensuales de la UMATA, lideradas por don Wilson.
Ese día, además de la reunión habitual, se preparaban para algo especial. En el salón-tienda de su casa, don Miguel había organizado un evento único, lleno de sabor, aprendizajes, y magia. Junto a su familia, dispuso la tarima y las sillas para recibir a más de 50 asistentes, entre ellos un invitado de honor: el ingeniero agrónomo Dubán Vargas, un hombre que, nacido en Fusagasugá y criado en el Sumapaz, se había convertido en un defensor del comercio justo para los campesinos.
A medida que llegaban los asistentes, las historias de cada uno enriquecían el ambiente:
- Jacinto Moreno, guardián de fincas, apasionado por el lombricultivo.
- Jhon Sánchez y Sofía Romero, una pareja que, tras renunciar al mundo empresarial, fundaron EcoAvícola, un proyecto que revolucionó la crianza de gallinas criollas en Subia.
- Rigoberto Prieto y su hermano Abelardo, dedicados al cultivo de frijol y pimentón, quienes recordaban cómo el campo les devolvió esperanza en tiempos difíciles.
Con cada llegada, los saludos cálidos y las risas tejían una atmósfera de comunidad. A la 1:00 p.m., el evento inició. Don Miguel subió a la tarima y, con un aire de orgullo, agradeció la asistencia de todos. Presentó a don Wilson, cuyo lema, “Pensar diferente crea caminos al éxito”, ya había calado en los corazones de los presentes.
Don Wilson destacó el lanzamiento del libro "Historias que inspiran la imaginación", una obra que, capítulo a capítulo, transformaba sueños en realidades tangibles, conectando a los lectores con enseñanzas profundas. Luego, motivó a los asistentes a rescatar el campo desde sus raíces: el cuidado de los suelos, la preservación de semillas nativas, y la sostenibilidad como bandera.
La tarde avanzó entre testimonios conmovedores. Campesinos como Jacinto y Jhon compartieron cómo las capacitaciones de la UMATA habían transformado sus vidas. Incluso Kike, el escritor local, grabó estos relatos para su blog, dejando un registro eterno de ese día extraordinario.
El ingeniero Dubán Vargas tomó la palabra y cautivó con su historia: desde sus inicios como campesino hasta convertirse en un profesional apasionado por el desarrollo rural. Narró cómo, a través de proyectos agrícolas, ayudaba a campesinos a comercializar sus productos con justicia y dignidad.
Cuando la ingeniera Martha intervino para felicitar a los presentes, una sensación de orgullo y esperanza llenó el salón. Era más que una reunión; era un acto de resistencia y fe en el poder transformador del campo.
#Ecoavicola #Colombia Ejemplo de: #Pensar diferente
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#Pensar #diferente es: "Crear un camino nuevo"
Al final, la familia de don Miguel sirvió un delicioso asado que todos habían contribuido a preparar. Entre risas y abrazos, la reunión culminó, dejando grabado en cada corazón un mensaje imborrable: el futuro del planeta está en el campo, en manos de quienes, con visión y esfuerzo, son capaces de sembrar un mundo mejor.
Reflexión final:
La magia de este viernes 13 no estuvo en la superstición, sino en la fuerza del espíritu colectivo. Inspirados por don Wilson y su lema, cada asistente salió convencido de que pensar diferente es el primer paso para transformar realidades. Las semillas sembradas en este encuentro germinarán, llevando el mensaje de esperanza a futuras generaciones.
2 comentarios:
Excelente reunión, organización, socialización, aprendizaje, compartir experiencias e inspirar por el desarrollo integral
Que inspirador y esperanzador que un ingeniero local sea el ponente de un programa de comercio justo para los campesinos de esa región ,y así evitar que intermediarios inescrupulosos, paguen cifras irrisorias por los frutos que dan sostén a las familias campesinas. Que buena crónica
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