viernes, 15 de noviembre de 2024

#Semillas de Esperanza: Rescatando Nuestros Orígenes en Silvania


En lo alto de una colina a 600 metros de Silvania, en la región de Cundinamarca, se encuentra una finca que parece extraída de un sueño: Villa de las Bendiciones. Rodeada de paisajes exuberantes y una vista que abraza el alma, esa mañana, Jaimito, conocido por todos como “el mejor”, se preparaba para un día especial. A las 9:00 am, con el frescor de la montaña acariciando su rostro, esperaba ansioso la llegada de los invitados al encuentro mensual del Plan Semilla, liderado por el visionario don Wilson García, director del proyecto.

El celular de Jaimito vibró, rompiendo el silencio tranquilo de la mañana. Era don Wilson, confirmando que la reunión se daría a las 9:45 am y, con su generosidad habitual, adelantó que contribuiría con carne y empanadas para celebrar al final con un asado. Jaimito, emocionado, se apresuró a preparar un tinto con café y panela, utilizando productos autóctonos de la región. Mientras el aroma cálido se dispersaba por la casa, alistaba los ingredientes para un arroz con verduras al que, como siempre, añadiría su toque secreto de sabor. Vajilla y cubiertos brillaban en la mesa, listos para recibir a los invitados.

Puntualmente, a las 9:45 am, comenzaron a llegar los asistentes, entre ellos, el comité de la Alcaldía de Silvania liderado por don Wilson, la Ingeniera Agrónoma Martha Poveda, y la Psicóloga Aura Alejandra Godoy. Con una sonrisa amplia y una bandeja de tinto caliente, Jaimito los recibió en su hogar, acompañado del crujiente deleite de unas arepas con queso que trajo una vecina. Las risas y conversaciones llenaron el espacio, marcando el inicio de una jornada significativa.

La reunión, organizada por la UMATA de Silvania en el marco del proyecto de extensión agropecuaria, tuvo lugar en el corazón de la finca Santa Isabel. Los técnicos explicaron la importancia de proteger y preservar las semillas nativas, destacando su papel como base de la soberanía alimentaria y el legado ancestral. En un consenso cargado de emoción, los participantes acordaron que en la finca de Jaimito se establecería un vivero comunitario para propagar semillas que cada familia recolectara. Este vivero sería un símbolo de esperanza, donde la tierra y las manos de Silvania trabajarían juntas para garantizar un futuro sostenible.

La reunión también sirvió como espacio de aprendizaje y retroalimentación. Se revisaron temas cruciales como lombricultura, técnicas para controlar la erosión con vetiver, y la importancia de las barreras vivas en las curvas de nivel. Por su parte, la psicóloga Aura Alejandra enfatizó la necesidad de cuidar no solo la tierra, sino también la salud mental de los habitantes, recordándoles que el bienestar integral comienza desde adentro.

Mientras las palabras inspiradoras fluían, Jaimito trabajaba diligentemente en la cocina. En el aire se mezclaban los aromas del arroz con verduras, las papas saladas y el jugo de zanahoria, junto con la carne y empanadas aportadas por los generosos asistentes. Con la ayuda de doña Nelly, Jaimito sirvió un almuerzo que no solo alimentó los cuerpos, sino también los corazones, uniendo a todos alrededor de la mesa.

Entre risas y aplausos, se tomaron decisiones importantes: la casa de don Alfredo sería la sede del lombricultivo, mientras que la de Jaimito albergaría el vivero comunitario. También se planificó un gran cierre de año, un sancocho de gallina el 12 de diciembre, donde cada quien contribuiría con algo para celebrar los logros compartidos.

Al final del encuentro, don Wilson, siempre con una visión innovadora, rescató los tallos podados del “Caballero de la Noche” que Jaimito había pensado desechar. Estos serían distribuidos entre los vecinos para ser plantados en sus terrenos, recordando que incluso los restos pueden ser semillas de nuevos comienzos.

Esta historia, tejida con esfuerzo, generosidad y amor por la tierra, nos recuerda que la unión hace la fuerza y que rescatar nuestras raíces no es solo un acto de preservación, sino de profunda conexión con nuestra identidad. En Silvania, las semillas nativas no solo representan alimento, sino también esperanza y un legado para futuras generaciones.

"Semillas de esperanza", una lección que nos inspira a cuidar lo que tenemos y a sembrar con amor el futuro que queremos. 🌱

4 comentarios:

Manuel Céspedes P dijo...

Felicitaciones a todos los participantes de esta reunión amena, de interacción,de socialización, información, cooperación, emprendimiento, union y desarrollo comunitario, una conversación acompañada con la bendición de un tintico y ricos alimentos . Me alegra leer un acontecer diario como el narrado.

Anónimo dijo...

Excelente el contenido del escrito. Excelente la participación de la comunidad , se debe continuar esta labor de unir a los productores de campo. El compromiso social es con el campo.

Sandra Guzmán dijo...

Excelente relato, pues no solo es Jaimito el que espera con ansias la llegada de Wilson y Martha, somos una comunidad que busca aprendizaje y poder compartir conocimiento, gracias a ellos ha sido posible que nuestros adultos mayores también aprendan y compartan sus conocimientos es gratificante poder compartir una deliciosa taza de café con arepa hecha con frutos de nuestra región.
Esperamos poder mostrarle a Silvania los resultados de estás maravillosas experiencias.
Mil bendiciones.

Anónimo dijo...

Así es; Dios bendiga a Jaimito y a todos los participantes, que se multipliquen esas reuniones es tejido social.

"Seguidores"

🌙 El Misterio de los Tres Encuentros

  Érase un miércoles 27 de agosto, cuando el alba emergía sobre una tierra humedecida por el rocío. La alameda dorada, hacia la curva de sen...