miércoles, 18 de septiembre de 2024

Renato: De las sombras de la adversidad al éxito en Miami

Renato era un hombre de 40 años, padre de familia, que había perdido su empleo en un momento crítico. A pesar de las dificultades económicas, nunca perdió la fe en sí mismo ni en Dios. Decidido a salir adelante, utilizó sus últimos ahorros para inscribirse en un curso de bienes raíces, donde se prometía una oportunidad de empleo al terminar. Sin embargo, no todo sería tan sencillo.

En la inmobiliaria donde comenzó a trabajar, Renato destacaba rápidamente como un asesor talentoso. Sus habilidades naturales para atraer clientela y cerrar negocios despertaron el recelo de Ofelia, la gerente. Ella no soportaba que Renato sobresaliera y se sintiera cómodo al margen de los estrictos parámetros que ella imponía en la empresa. Ofelia intentaba obstaculizar su progreso, enviándolo a trabajar los domingos y festivos con la intención de desgastarlo. Pero, Renato, con una determinación inquebrantable, demostraba resultados impecables en ventas.

Las circunstancias no eran fáciles para él. Caminaba dos horas para llegar a la oficina cada mañana porque ni siquiera tenía dinero para el transporte. Sus días estaban marcados por el sacrificio y la tristeza, y en sus caminatas de regreso a casa, lloraba en silencio, suplicando a Dios por una señal, por una oportunidad para cambiar su suerte.

Una tarde, mientras caminaba hacia su casa, Renato vio tres billetes de alta denominación tirados en el suelo. Miró a su alrededor, nervioso, esperando ver a alguien regresar a buscarlos, pero nadie lo hizo. Continuó su camino y, más adelante, encontró otro billete. Incrédulo y asustado, se detuvo durante una hora para asegurarse de que nadie los reclamara. Finalmente, los recogió y, con el corazón agradecido, vio en ese hecho una señal divina. Al llegar a casa, emocionado, le contó a su esposa lo sucedido, y ambos se sintieron aliviados al saber que tendrían sustento para un mes.

Al día siguiente, Renato compartió la historia con sus compañeros de trabajo, quienes lo felicitaron por su inesperada fortuna. Sin embargo, la noticia llegó a oídos de Ofelia, quien, en lugar de alegrarse por él, lo llamó a su oficina y lo acusó de haber cerrado un negocio clandestino a espaldas de la inmobiliaria. Sin pruebas, Ofelia lo despidió injustamente, negándole su liquidación y las comisiones que había ganado con esfuerzo. Renato se sintió devastado, arrepentido de haber confiado en sus compañeros y haber compartido esa buena noticia.

Desalentado, regresó a casa, sin saber qué hacer. Sin embargo, poco después, un señor mayor, impresionado por la dedicación de Renato, le propuso asociarse para abrir una nueva inmobiliaria a dos kilómetros de su casa. Aceptó la propuesta con la esperanza de salir adelante. En menos de ocho días, habían cerrado su primer negocio, y en pocas semanas, comenzaron a ver los frutos de su esfuerzo.

Un día, Renato recibió una llamada inesperada de la inmobiliaria en la que había trabajado. Lo convocaban para una reunión urgente con el dueño, don Edward, quien había estado fuera del país durante dos años. Al llegar, don Edward lo recibió con una disculpa. Le explicó que había descubierto que Ofelia estaba desviando fondos y cerrando negocios fraudulentos. Por esa razón, Ofelia había sido detenida y la inmobiliaria estaba en proceso de recomponer sus operaciones. Don Edward reconoció el mal trato que Renato había recibido y le pagó todo lo que le debía, incluidas las comisiones no pagadas.

Además, impresionado por la integridad y el potencial de Renato, don Edward le ofreció seguir operando su nueva inmobiliaria de manera independiente y le brindó apoyo financiero para su capacitación. En solo dos años, Renato se había convertido en gerente de la inmobiliaria en Bogotá, y seis meses después, don Edward lo propuso para liderar las operaciones en Miami, con la posibilidad de llevar a su familia.

Renato aceptó el desafío. Aprendió inglés y, con esfuerzo y dedicación, se convirtió en el mejor REALTOR de Miami. Con el tiempo, fundó su propia inmobiliaria y consolidó su éxito. Años después, recordaba aquellos días oscuros, cuando caminaba largas distancias sin dinero en el bolsillo, llorando en silencio por el miedo al futuro. Ahora, agradecía cada obstáculo, porque entendía que fueron esas pruebas las que lo llevaron a donde estaba.

Moraleja: La historia de Renato nos enseña que no debemos perder la fe en nosotros mismos, ni dejar que los obstáculos nos detengan. A veces, las pruebas más duras esconden las bendiciones más grandes. La vida premia la integridad y la perseverancia, y siempre, tarde o temprano, devuelve a cada quien lo que merece.

 

1 comentario:

Manuel Céspedes P dijo...

Buena historia. En la vida, cada uno transita por su camino del diario vivir, puede ser de fácil recorrido, sinuoso, con obstáculos, y demás. Cada uno enfrenta ese recorrido a su propia manera; puede ser con fortaleza ,perseverante, cayendo y levantándose para continuar, renegando, lamentando, paciente y haciéndose más fuerte con cada golpe recibido, en fin. Al final, todas serán experiencias y la vida nos podrá ser justa o injusta.

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